Jue 21 Ene 2021
Somos llamados a la conversión universal que traspasa las fronteras
TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Enero 24 de 2021
Primera Lectura: Jon 3,1-5.10
Salmo: 25(24),4-5ab.6+7bc.8-9 (R. cf. 18)
Segunda Lectura: 1Co 7,29-31
Evangelio: Mc 1,14-20
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
La Palabra de Dios, en este domingo, nos invita a la reflexionar y profundizar sobre:
• Somos llamados a la conversión universal que traspasa las fronteras. El profeta Jonás, en efecto, se resiste a obedecer a Dios, quien lo envía a un pueblo pagano a predicar la conversión de sus pecados e idolatrías, un pueblo que no es judío, por lo tanto, diferente a su cultura, religiosidad y costumbres.
• La invitación al desapego a los bienes materiales y a asumir una actitud de indiferencia hacia los antivalores que presenta el mundo temporal.
• El llamado que Jesucristo hace a los primeros apóstoles a seguirlo, dejándolo todo.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El profeta Jonás, después de atravesar la etapa de discernimiento y resistencia de su vocación, acepta la misión que Dios le encomienda: predicar la conversión a un pueblo pagano. El profeta obedece en contra de su voluntad. El autor sagrado pone al Señor en ¨actitud de arrepentimiento¨, frente a la reacción del pueblo, que escucha, obedece y se convierte. El pueblo ninivita asume gestos propios de conversión: escucha, ayuna, deja de obrar el mal, se viste de saco; son señales de arrepentimiento.
El Apóstol San Pablo, frente a la inminente llegada del Señor y la brevedad del tiempo, recomienda unas actitudes de desapego y relativización hacía los valores de este mundo que son pasajeros: los que tienen mujer, los que lloran, los que están alegres y los que disfrutan la vida, les recomienda vivir en una actitud de indiferencia, frente a los sentimientos, sufrimientos y alegrías del mundo.
El Evangelista san Marcos, en continuidad con el llamado a la conversión del pueblo ninivita en el primer testamento, muestra a Jesús quien invita all arrepentimiento de los pecados y a caminar en la presencia de Dios. Sin embargo, el Evangelio observa un plus, que modifica y cualifica el esquema anterior del profetismo veterotestamentario. En efecto, en Jesucristo, Dios cualifica y altera el resultado de la conversión a través del llamado y elección de los primeros apóstoles, es decir, haciendo presente la vocación y el Reino de Dios no solo en el pueblo ninivita, sino dentro de cada uno; no solo en los pecadores y humildes de manera genérica, sino en la persona de cada apóstol o discípulo que decide dejarlo todo para comenzar una nueva vida en el Señor. Así, la vocación del apóstol y el discípulo se convierte en sí misma, en un llamado de conversión.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La Palabra pone al ministro que es un discípulo de Jesucristo, a reflexionar sobre la misión y el llamado a la conversión, mediante el testimonio de su vida. Cuando se leen estos tres testimonios de Jonás, san Pablo y el de nuestro Señor Jesucristo, interroga el mismo testimonio sacerdotal. El profeta anuncia y denuncia la Palabra de Dios en la vida personal, comunitaria, en la Iglesia y en el mundo actual. Invita a la conversión mediante la confesión y reparación de los pecados propios y del pueblo, y empuja a ofrecer, como miembro de la Iglesia, el perdón, el amor y la reconciliación de Dios consigo mismo, con los hermanos, con la comunidad y con la creación entera.
La Palabra de Dios sugiere revisar el contenido de la predicación, el mensaje de salvación, las injusticias que se ven y, que quizá, se omiten por temor a sufrir las consecuencias de un anuncio profético. Pone a pensar, cómo la Palabra que se anuncia y se denuncia, se convierte para el sacerdote mismo, no solo en palabra externa, sino en tarea y compromiso de vivir con convicción, siendo testigo de una realidad que involucra y no deja pasar indiferente al ministro que la proclama. Finalmente, la Palaba entusiasma a ser testigo, discípulo amado, que, con la palabra y el testimonio de conversión, ayuda a construir el Reino de Dios.
Como pueblo de Dios, y comunidad en formación, la Palabra sugiere considerar tres dimensiones: 1. Nuestra vocación de hijos de Dios, a través del Sacramento del Bautismo, nos constituye en sacerdotes, profetas y reyes. Esta vocación profética hace que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, anuncie y denuncie lo que hay que cambiar en nuestra vida personal, para generar dinámicas de conversión que partan desde nuestra realidad. 2. El contenido del mensaje profético es el Reino de Dios manifestado en Jesucristo. Dios que se encarna para nuestra salvación y cuyo Reino se inaugura cuando nos abrimos a la conversión, nos pide despojándonos de todo aquello que no nos ayuda a caminar en la presencia del Señor. 3. Dios manifestado en Jesucristo, nos elige para ser un pueblo santo, que inicia a caminar desde el llamado a la conversión personal para seguirlo en el cuerpo que es la Iglesia; nos invita a desprendernos de todo aquello que no nos ayuda a construir el Reino de Dios en nuestras vidas. Dios que es Padre, lleno de ternura y misericordia, lento a la ira y rico en clemencia para los que lo invocan, nos motiva a reconocer con humildad que siendo pecadores, podemos caminar en su presencia para ser acompañados y ayudados en nuestro diario acontecer
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
El encuentro con Jesucristo cambia y transforma nuestra existencia de una condición pecadora a una renovación permanente de nuestra vida. Jesús nos llama, nos convierte, nos convoca, nos elige para le sirvamos y caminemos en su presencia, para hacernos discípulos misioneros que llevemos su palabra por doquier y nos envía a dejarlo todo para seguirlo y hacer comunidad saliendo al encuentro de todas las personas que Él pone en el camino de nuestra existencia. El encuentro con Jesucristo vivo nos convierte en testigos de su amor.
Las palabras del Papa Francisco en su visita a Colombia nos ayudan a reflexionar en este camino de conversión. En efecto, nos animó no solo a dar el primer paso para la paz y la reconciliación, sino a seguir caminando y dando pasos de verdadera conversión con la verdad, la justicia el amor y la reconciliación: “La palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar”. (Homilía, Parque Simón Bolívar, Bogotá, 7 de septiembre 2017).
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Bienvenidos hermanos a nuestra Eucaristía, encuentro con Jesús en el Pan de la Palabra que nos orienta y exhorta, y el Pan del cuerpo y la sangre de Jesucristo, banquete de Amor que nos alimenta y fortalece. Para que nuestra vida sea coherente con la propuesta de Jesús es necesario abrir nuestro corazón para tener comportamientos y actitudes de conversión de mentalidad y de conducta, siempre en respuesta a la Palabra que hemos recibido. Con la alegría de participar en esta celebración y puestos en pie, iniciemos cantando.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios en este domingo nos muestra que, tanto para el profeta, como para Jesús, la conversión de vida es fundamental para alcanzar el Reino de Dios. Urge la conversión de la mente y del corazón para que pueda haber un cambio de vida. Debemos reconocer que existe pecado y que tenemos que alcanzar el arrepentimiento para lograr el perdón de Dios. Estemos siempre dispuestos a responder al llamado de Cristo. Escuchemos con atención.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Animados por el mismo Espíritu de Jesús, presentemos al Padre misericordioso las peticiones y necesidades de nuestro mundo, convertidas en plegarias. Unámonos diciendo:
R. Muéstranos Señor, tus caminos
1. Oremos por el Papa Francisco, la Iglesia, sacerdotes, diáconos y laicos comprometidos, para que sean portadores y den testimonio de la Buena Nueva a todos los pueblos.
2. Oremos por nuestros gobernantes, para que, fortalecidos por el Padre e iluminados por el Espíritu Santo, administren con justicia y equidad los bienes puestos para el servicio de todos y logren la unidad y la paz para sus pueblos.
3. Oremos por los que sufren hambre, miseria, los enfermos y desempleados, los presos, los abandonados, especialmente de nuestra comunidad parroquial, para que puedan sentir la misericordia, el perdón y el amor sanador de Dios que los acompaña.
4. Oremos por los jóvenes de Colombia para que, perseverando en la fe, puedan encontrar nuevos caminos que les permitan ser anunciadores de la Buena Nueva a través de sus vidas.
5. Oremos por los que estamos celebrando esta Eucaristía y nuestras familias para que sintamos la necesidad de conversión en nuestras vidas y actuemos de acuerdo con el Evangelio.
Oración conclusiva
Padre bueno y misericordioso,
Escucha las oraciones
que tus hijos te dirigen con fe y esperanza,
te las presentamos por Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén