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reflexión del día

Mié 18 Sep 2024

19 de septiembre | Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 36-50

19 Septiembre, Jueves. 24ª Sem. del TOLc 7,36-50.Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho.Lectura del santo Evangelio según san Lucas.EN aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».Jesús respondió y le dijo:«Simón, tengo algo que decirte».Él contestó.«Dímelo, Maestro».Jesús le dijo:«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?».Respondió Simón y dijo:«Supongo que aquel a quien le perdonó más».Le dijo Jesús:«Has juzgado rectamente».Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».Y a ella le dijo:«Han quedado perdonados tus pecados».Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».Pero él dijo a la mujer:«Tu fe te ha salvado, vete en paz».Palabra del Señor.

Mar 17 Sep 2024

18 de septiembre | Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 31-35

18 Septiembre, Miércoles. 24ª Sem. del TOLc 7,31-35Hemos tocado y no han bailado, hemos entonado lamentaciones, y no han lloradoLectura del santo Evangelio según san LucasEN aquel tiempo, dijo el Señor:«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:"Hemos tocado la flautay no han bailado,hemos entonado lamentaciones,y no han llorado".Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y dicen: "Tiene un demonio"; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Miren que hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».Palabra del Señor.

Mié 7 Ago 2024

08 Agosto | Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15,21-28

08 agosto, jueves. Semana XVIII del T.O.Mt 16, 13-23Tú eres Pedro, y te daré las lleves del reino de los cielosLectura del santo Evangelio según san Mateo.EN aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:«¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?».Ellos contestaron:«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».Él les preguntó:«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?».Simón Pedro tomó la palabra y dijo:«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».Jesús le respondió:«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,y el poder del infierno no la derrotará.Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».Jesús se volvió y dijo Pedro:«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».Palabra del Señor.

Sáb 10 Mar 2018

Voto responsable, libre y consciente

Por Monseñor Edgar de Jesús García Gil - La democracia bien manejada y vivida es obrar con la verdad, es decir con la luz que nos lleva por los caminos del bien común. Esta dimensión también es un compromiso cristiano. “Construir un país que sea patria y casa para todos es la consigna de nosotros los obispos para los comicios que tendrán lugar en este primer semestre del año 2018. Hoy 11 de marzo elección del congreso de la república: senado y cámara de representantes. Todos estamos comprometidos a cumplir con nuestro derecho democrático de votar para que entre todos miremos el futuro con esperanza. El voto es un derecho inalienable y un deber fundamental. Es inmoral e ilegal comprar y vender votos por dinero, regalos o puestos, pues esta práctica no solo vicia el mismo proceso democrático, sino que atenta contra la dignidad de la persona humana. Las campañas políticas que se sustentan en intereses particulares, que se financian ilícitamente o que derrochan injustamente el dinero atenta contra la democracia y genera confusión en el electorado. Para dar nuestro voto responsable, tenemos que llegar a la convicción moral de que la persona, el proyecto político y el equipo de trabajo que se elige aportaran realmente al bienestar de todos los colombianos. Pensemos en las necesidades más urgentes de nuestra nación. No nos dejemos llevar simplemente por propuestas populistas, por simpatías y antipatías o por intereses particulares. Debemos elegir a quienes quieran afrontar las situaciones de injusticia, enfermedad, drogadicción, desempleo y falta de oportunidades que está padeciendo el país en las ciudades y en los campos. No a la colonización ideológica de opciones políticas y legislativas (la eutanasia para niños y adolescentes) que contradicen los valores fundamentales y los principios éticos de la persona humana. Apoyemos, siguiendo la enseñanza de la Iglesia, a quienes defienden la dignidad de la persona humana, el matrimonio entre un varón papa y una mujer mamá, el derecho primario de los padres en la educación de sus hijos, la libertad religiosa y las instituciones democráticas”. Criterios y fundamentos para un voto responsable. Conferencia episcopal de Colombia. 2018. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Sáb 5 Nov 2016

Dios de vivos

Por Mon. Omar de Jesús Mejía Giraldo - San Lucas a la altura del capítulo 20 nos presenta a Jesús en Jerusalén, la ciudad capital, allí como en toda ciudad existe una gran variedad de culturas, de pensamientos y por lo tanto de dudas, discusiones y planteamientos de mil situaciones. La cultura Judía en la época de Jesús ya existía bajo variadísimas maneras de expresar y vivir la fe. Había sobre todo dos tendencias fuertemente marcadas: fariseos y saduceos. Los fariseos creían en la resurrección de los muertos y como lo dice expresamente el texto del evangelio los saduceos negaban explícitamente la resurrección. Por eso se organizan y plantean al Señor la cuestión de la resurrección; para ello se valen de un ejemplo típicamente humano(…). Como era natural no podían ir más allá, porque no creían en la posibilidad de la Vida Eterna. Jesús, el Señor, le enseña a los saduceos que el hombre tiene un fin. Jesús no se queda en la pregunta racional y meramente humana que los saduceos le plantean. Él le da vuelta a la pregunta. El problema de los saduceos partía de la realidad del hombre como única medida, de modo que la realidad de la vida en el marco de una resurrección quedaba sumergida en un mar de dudas. Jesús invierte este cerrado punto de referencia e indica que la cuestión de la resurrección no puede plantearse (en orden a una solución) a partir de la simple experiencia humana, sino sólo dentro de un horizonte muchísimo más amplio y abarcador: el horizonte de Dios, para quien todos los hombres están vivos. Por eso vale la pena entender que el misterio de la resurrección como problemática final y definitiva de la existencia humana la tenemos que entender y asumir desde las siguientes perspectivas: Desde la alianza Alianza es pacto, compromiso mutuo, es juramento. En el antiguo testamento la alianza entre Dios y el hombre se sella con la siguiente manifestación: “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo” y en el nuevo testamento esta alianza se plenifica con la vida de Jesucristo, el Señor. Por eso, hay que entender una cosa: El Dios de los cristianos es el Dios de Jesucristo, Dios de vivos y no de muertos. La resurrección es el centro del cristianismo y de los cristianos cuando nos reunimos para orar. Los cristianos comenzamos la alianza con el Señor el día de nuestro bautismo y renovamos la alianza con el Señor todos días al celebrar la Santa Misa, recordemos las palabras de la consagración: “Tomen y coman todos de Él, porque está es la sangre de la alianza, alianza nueva y eterna…” También dice Jesús, el Señor: “el que come mi carne y bebe mi sangra, habita en mí y yo en él.” Además reitera la Palabra de Dios: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna” y Vida Eterna es vida en Dios, vida para siempre; por eso, desde la alianza con el Señor es imposible morir, porque “no es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.” Desde la fe Aunque parezca paradójico la fe en la otra vida es la única que puede dar sentido humano a la historia y al progreso. La persona de fe sabe y entiende que Dios ama la vida hasta el punto de haberla hecho el don de una existencia que no termina nunca. Recordémoslo siempre: la vida eterna es una continuidad del existir en la fe. Cuando la fe es realmente profunda nos da una escala de valores y de fidelidades. Así lo deja ver hoy la primera lectura del libro de los Macabeos, éstos son hombres llenos de fidelidad… Para nosotros hoy son un buen ejemplo para insistir en los valores que se requiere para sumir con fe y responsabilidad nuestra vida cristiana. Será necesario creer siempre en la vida, en la posibilidad de reconstruirla, en la rectitud, en el mantenimiento de unas convicciones... Poseer el don de la fe es creer en la vida. Porque se cree en la vida, se ama, se lucha, se busca la alegría, se procura huir de la mediocridad, se aprecia todo lo que es humano. En efecto, la vida del hombre de fe adquiere sentido a partir de una vida plena, iniciada ya, ahora, en la que cada uno camina con responsabilidad. El Dios cristiano es el Dios de la vida, por eso, nuestra fe cristiana nos enseña a vivir con alegría, a vivir con plenitud cada “instante vital.” Hay que entender algo más hermanos, el cristiano dispone de una certeza: Dios ha resucitado a su Hijo Jesús. Este, luchador entregado a la verdad, a la justicia y al amor, triunfa del dominio de la muerte. Todo aquél que se une a este combate de Jesucristo, por la fe, participará de su victoria. Aquí se abre la perspectiva de la esperanza. La fe en la resurrección es la fuente de la valentía y de la capacidad de mantener la firmeza hasta la muerte si es necesario. Puesto que se cree en la resurrección, las tareas del mundo encuentran un nuevo sentido (son trabajo por el Reino, abonan la tierra para construirlo). En éste aspecto, entendamos una cosa más: la fe en Cristo sería mera palabrería si no pudiésemos traspasar el umbral de la muerte. Solamente si vivimos para la eternidad vale la pena creer y solamente la fe en Cristo nos da la eternidad. “Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, porque para él todos están vivos.” No podemos perder la fe. Fe, hermanos fe. Tenemos que ir a nuestras tumbas con dos principios bien claros y contundentes: Con dignidad y con fe. Desde el amor Así oramos en cada Eucaristía: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús.” Nuestra experiencia nos enseña que solo invocamos a quien amamos. El amor nos vincula al otro, el amor nos acerca y nos permite compartir el destino de la existencia. Sin amor no hay salvación. Sin amor no hay vida. Solamente en el amor de Jesús, quien en la cruz donó la vida por nosotros, podemos entender el misterio de la muerte. A Jesús no le arrebataron la vida, él la entregó por amor, para salvarnos. La muerte no es algo que ocurre, es alguien que llega, el amor no es algo, sino alguien, no es una abstracción, es una persona, es la Palabra. Con la muerte en cruz, Jesús, el Señor, nos trae la plenitud de la salvación; es la cruz la máxima manifestación de amor de Dios hacía el mundo. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.” El amor verdadero es hasta el final, hasta que duela, hasta agotar existencia, es decir hasta la muerte. ¿Prometes fidelidad hasta que la muerte los separe? El único amor verdadero es el amor divino, el amor que viene de Dios. Entender y asumir la muerte desde el amor de Dios, es entender y asumir la eternidad, es vivir con la certeza de no morir jamás. Sin amor no hay acogida. Cristo que nos ha llamado, nos acoge; por eso, hay que entender una cosa fundamental para aprender a vivir con libertad y serenidad: El Señor no condena a nadie, se limita a ratificar lo que el hombre decide, a dar satisfacción a sus deseos”. Nuestra tarea es vivir con sentido de eternidad, con sentido de trascendencia, con fe y esperanza. No podemos ser pesimistas, ni podemos ser personas derrotadas por el mundo, no. Nosotros sabemos en quien hemos puesto nuestra confianza. Para comprender lo que en definitiva es la muerte asumida desde el amor de Dios, contemplemos lo que nos dice San Agustín,: “Después de esta vida, Dios mismo será nuestro lugar. No hay otro lugar en la vida futura, sino Dios”. Dios, en cuanto que llama al hombre a comparecer ante El, es la muerte; en cuanto juez, es el juicio; en cuanto beatificante, es el cielo; en cuanto ausente, es el infierno; en cuanto purificador, es el purgatorio. Tarea: Por favor que no pase un día sin realizar una sencilla oración en la que nos acordemos de nuestros seres queridos que han muerto; oremos por ellos, para que el Señor les conceda el descanso eterno. Vivamos siempre preparados para morir: “de morir tenemos, el día y la hora no lo sabemos.” Pensemos en clave de vida, por eso hablemos de: “vida más allá de la vida.” Por Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Sáb 29 Oct 2016

“Hoy tengo que alojarme en tu casa”

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Jesús, el Señor, es definido por el Papa francisco como “callejero de la fe.” así lo hemos podido comprobar durante las narraciones bíblicas que hemos escuchado cada domingo. Jesús, el Señor, ha pasado por las diferentes aldeas curando enfermos, sanando heridos de corazón, expulsando demonios, resucitando muertos. Jesús, el Señor, va camino a Jerusalén. Hoy el evangelio nos dice: “entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.” Allí acontece algo extraordinario, podríamos decir hay allí, en Jericó, un milagro. Se trata de la historia preciosa de Zaqueo, un publicano, cobrador de impuestos y además un hombre rico; riqueza que según narra el texto, seguramente había adquirido cobrando una sobretasa en los impuestos. Según narra el proceso de su conversión su dinero no era adquirido con toda honestidad: “si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” Los dos personajes centrales del evangelio son: Jesús, el Señor y Zaqueo. Pero el personaje que aparece en primer lugar es Jesús. A él le competen las dos acciones: “entrar” y “atravesar” la ciudad. Jesús pasa por allí como peregrino pero también como misionero, pasa como “callejero de la fe.” Es Jesús, quien levanta los ojos para ver a Zaqueo, de igual manera, es Jesús, quien se hace invitar a casa de Zaqueo: “baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.” Jesús, el Señor, trae la salvación a casa de Zaqueo. La Salvación es obra de la misericordia divina, pero es también búsqueda y aceptación humana. Dice San Agustín: “Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti.” Por eso vale la pena resaltar también la actitud de Zaqueo como personaje secundario del texto. La primera inquietud es: “trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura.” El primer paso en el camino de su conversión es querer conocer personalmente al Señor, para cumplir tal interés necesita superar todos los obstáculos humanos y los atajos de las circunstancias de la vida y de tantas personas que en algún momento de la vida lo enredaban en el camino hacía Dios. Zaqueo supera las barreras humanas, vence los prejuicios de la sociedad. Hombre “importante” y reconocido como era entre los personajes de Jericó y sin embargo corre y se sube a una higuera. Cuando hay un verdadero deseo no hay impedimento humano que valga. Zaqueo vence las prevenciones humanas y se atreve a buscar todos los medios necesarios para ver a Jesús. Es allí en el árbol precisamente donde se ve sorprendido por la mirada de Jesús y su invitación a que lo acoja en su casa. Seguramente que Zaqueo no quería ir más allá de la simple curiosidad. Pero he ahí el secreto de Dios, Él siempre, siempre, va más allá. Dios no se contenta con que lo conozcamos, Él nos invita a una relación más personal, más íntima, nos invita a que lo recibamos en nuestra casa para poder salvarnos, para manifestar su misericordia. Dios no es un Dios lejano, Él es el Señor y el “amigo que nunca falla”. La salvación de Dios es hoy, en nuestra casa, Él llega a nuestro corazón, a nuestras familias, a nuestras empresas y lugares de trabajo; Jesús va por nuestras calles, por nuestros campos y ciudades, va mirándonos e invitándonos a ser sus discípulos, no huyamos de Él, dejémonos amar de Él… “Dios es un eterno presente.” De nuestra parte lo que debemos hacer es preocuparnos verdaderamente por buscar todos los medios necesarios para poder conocerlo o al menos distinguirlo, todo lo demás lo hará Él. Dios es nuestro compañero de camino, Él va con nosotros y nos invita continuamente a la conversión. Así como Zaqueo, nosotros estamos también convocados a permitirnos “distinguir” a Jesús, subiéndonos al árbol de la Palabra de Dios, al árbol de los sacramentos, de la Eucaristía, de la fe, de la esperanza, de la caridad, de la fraternidad… Invitación a vivir el evangelio hoy: Emprendamos todos, todos, por favor: sacerdotes, religiosos (as), movimientos apostólicos, laicos, empresarios…, una verdadera cruzada evangelizadora de nuestros campos y ciudades. Vamos por la vida al estilo del Jesús: entremos en el corazón de las personas, entremos en sus casas e invitémoslos a seguir de verdad al Señor. Por favor, pensemos y repensemos la “pastoral de nuestra ciudad y nuestros campos”, no hay que especular mucho, solo contemplemos al Señor y tratemos de actuar como Él, quitemos nuestros escrúpulos humanos…, recordemos lo que dice la Palabra: “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.” Tenemos que ser más incisivos en nuestra evangelización. Hay que evangelizar como dice San Pablo “a tiempo y a destiempo.” Ya es hora de entender que en la iglesia todos tenemos la obligación de ser misioneros. Hablar del Reino de Dios, mostrar el camino de la salvación, no es sólo tarea de los clérigos y religiosos. Todos en la iglesia, óigase bien, todos, somos responsables de la salvación de nuestros hermanos. “Una sola alma vale el mundo entero.” Vamos a entender una cosa que repetía frecuentemente Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo a los sacerdotes de su diócesis: “La verdadera conversión debe pasar de la mente al corazón y del corazón al bolsillo”. Una persona verdaderamente se muestra convertida cuando es capaz de compartir sus bienes espirituales, intelectuales y materiales, de lo contrario es discurso. Intentemos ser juiciosos con el diezmo bíblico, no sólo en lo material, sino también con el tiempo, con los dones y carismas que Dios nos ha regalado. ¿Qué tal si los profesionales damos el diezmo económico y de nuestro tiempo para ayudar a las personas más necesitadas de nuestra sociedad? Si esto fuera realidad en nuestra iglesia, podríamos hacer mucho mejor y con mayor fuerza el bien y podríamos acercar muchas más personas a Dios y a la iglesia. Tarea: Vamos a meditar y a orar el siguiente pensamiento de San Ambrosio: “Hagamos ahora las paces con los ricos. En realidad, no queremos mortificar a los ricos. En lo posible, quisiéramos curarlos a todos... Aprendan que el pecado no está en la abundancia de bienes, sino en no saber usarlos. De hecho las riquezas, si son obstáculo para los malvados, a los buenos les ayuda para la virtud. Zaqueo, escogido por Cristo, ciertamente era rico. Sin embargo, les dio a los pobres la mitad de sus bienes y restituyó el cuádruplo de cuanto adquirió por medio de fraude. Como se puede ver, lo primero no basta y la liberalidad no tiene mérito en cuando continúe la injusticia, porque no se pretenden los despojos de un robo sino dones espontáneos. Procediendo así, Zaqueo recibió más de lo que le daba a los otros. Y es consolador que Él sea presentado como jefe de publicanos. ¿Quién podrá desesperar si hasta éste, con una fortuna de origen fraudulenta, fue salvado?” + Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Sáb 22 Oct 2016

Humildad

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Continuamos con la meditación del evangelio de Lucas, éste es el cuarto domingo en el cual recibimos una nueva enseñanza, que en primer lugar esta dirigida a los apóstoles y desde luego hoy a nosotros, también discípulos y apóstoles el Señor. En una sola palabra podemos sintetizar la virtud que la Palabra de Dios, en el Santo evangelio nos presenta para este domingo: La humildad. Según el diccionario de la lengua española se define así la humildad: “Virtudque consiste enconocer las propias limitaciones y debilidadesy actuar de acuerdo a tal conocimiento.” “Podría decirse que la humildad es la ausencia desoberbia. Es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores que los demás, independientemente de cuán lejos hayan llegado en la vida.” Immanuel Kantafirma que la humildad es la virtud central de la vida ya que brinda una perspectiva apropiada de lamoral. Para dar una gran lección a sus discípulos, a sus apóstoles y sobre todo a muchos otros que se creían buenos, que estaban seguros de sí mismos (de lo que pensaban y de lo que hacían) y que despreciaban a los demás, Jesús suelta una preciosa parábola. Presenta la figura de dos personajes: Un fariseo, que ora con orgullo de sí mismo. El fariseo del evangelio se quiere presentar como modelo, es cumplidor estricto de la ley. Da gracias pero su gratitud no es dirigida a Dios como creador de todo, como dador de toda dadiva; su gratitud está dirigida a sí mismo. Así oraba: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano.” Para éste hombre su punto de partida y de llegada es su mismo ser, para él Dios y los demás no cuentan. Un publicano, que ora con discreción, no se atreve ni siquiera a levantar los ojos al cielo y sólo tiene unas cortas palabras para expresar: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Éste hombre no se desgasta en grandes discursos y en oratorias para hacerse escuchar de Dios, su oración es simple y silenciosa, su oración nace de lo más profundo del alma. Éste hombre comprende que a Dios se le habla desde el silencio del alma y posee la confianza que en ese silencio Dios lo escucha. Dice Santa Teresa: “Dios siempre habla en el silencio.” Enseñanzas: No podemos perder la conciencia de pecado. El fariseo no reconoce su pecado, porque ni siquiera se reconoce como tal. En cambio el publicano si lo hace, porque sabe que sin Dios nada es. Éste hombre con modestia reconoce su miseria, se siente pecador y necesitado de la misericordia de Dios. Decía el Papa Pablo VI: “una de las tragedias del mundo de hoy es que ha perdido su conciencia de pecado.” Ojalá que nuestra oración constante sea: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Cuando la oración es sincera y honesta se pone en el Señor nuestra nada, nuestro pecado, nuestra miseria. De esta forma Dios rehace nuestro camino, porque en Él quedan todas las cosas. Sin Dios nada somos. Con Dios lo somos todo. Cuidado hermanos, cuidado, con la presunción (orgullo), es un pecado capital, porque genera muchos otros. El orgullo es lo peor que le puede pasar a un discípulo – misionero, el orgullo infla y no nos deja ver con claridad. El orgullo nos pone como centro de todo y no nos permite mostrar a Dios con trasparencia y rectitud de corazón. El orgullo envanece y hace que perdamos la esencia de nuestra vocación. Un cristiano orgulloso se queda sin Dios y sin hermanos, porque piensa que él es el centro del universo. La clave es la humildad, miremos el evangelio: “el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.” ¿Queremos la paz? Humildad, hermanos, humildad. ¿Queridos dirigentes, quieren ser artífices de la paz de Colombia? Humildad, humildad, por favor. Humildad para saber escuchar al otro, humildad para reconocer los errores. Humildad para forjar entre todos un nuevo país. Humildad para orar y pedirle a Dios el don de la paz. Humildad para poder realizar un acuerdo nacional donde todos pongamos y todos ganemos… Humildad en nuestros apostolados, sacerdotes, religiosos (as), movimientos apostólicos, misioneros, grupos…, no se nos olvide: la obra es del Señor, nosotros somos unos pobres siervos y debemos hacer la obra en el nombre del Señor; que nuestra única preocupación sea que nuestros nombres estén inscritos en el cielo. Por favor, no puede haber rivalidades entre nosotros, no hay unos movimientos más importantes que otros, todos estamos en la iglesia del Señor, todos somos siervos en las manos de nuestro Señor. Unidos somos más, unidos podemos hacer mucho mejor el bien. Unidos podemos ayudarle con mayor eficacia al Señor a construir el Reino de Dios. Hagamos silencio, por favor hermanos no por mucho gritar Dios nos escucha más y mejor. Hoy es urgente recuperar el poder de la oración en silencio. Hoy es necesario reinventar la oración desde lo profundo del alma. No hagamos de nuestra oración una simple repetición de formulas. Nuestros rezos hagámoslos oración y nuestras oraciones pueden terminar en rezos, pero por favor, que sean rezos que nazcan del alma y que transformen nuestras vidas. Celebramos hoy el día mundial de oración y ayuda a las misiones. Hermanos, todos vamos a orar para que Dios suscite en nuestras comunidades amor y entrega por las misiones. Pidamos humildad para nuestros sacerdotes, que el Señor dé a cada uno de ellos vocación sincera y humilde en favor de los demás. Oremos por nuestras familias para que Dios ilumine en ellas amor sincero por las vocaciones misioneras. Ayudemos generosamente con nuestros bienes a las misiones, Dios compensará nuestra generosidad. Para pensar: El peor combate del ser humano es dominarse a sí mismo, saber callar cuando se quiere hablar y saber hablar cuando se quiere callar, detener la imaginación cuando se está juzgando, desaparecer cuando se quiere ser reconocido, pasar sin herir y amar sin querer. Esto es humildad. Hay armas que matan, miradas que apuñalan, palabras que destruyen, si usas alguna de ellas, busca a Dios en tu corazón y encontraras la paz que anhelas. “Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor,porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes.” (Eclesiástico 3,18-20). Tarea: Oremos como el publicano: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” + Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia ­

Sáb 8 Oct 2016

Gratitud

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - El domingo anterior anunciábamos cinco actitudes que Jesús enseña a sus discípulos – apóstoles como fundamentales en el desarrollo de su liderazgo espiritual que ellos debían ejercer en la comunidad. Recordemos: Cuidado con el escandalo, perdón, fe, humildad y gratitud. El evangelio de hoy nos ofrece la oportunidad de meditar sobre la actitud, la virtud, la cualidad o el valor de la “gratitud”. Definición de gratitud: “Sentimiento de estima y reconocimiento que una persona tiene hacia quien le ha hecho un favor o prestado un servicio, por el cual desea corresponderle.” Jesús va a Jerusalén y por el camino instruye a sus discípulos, entre Samaria y Galilea, espontáneamente diez leprosos a la distancia empiezan a gritarle: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.” Algunas particularidades del texto: (1) Son leprosos y según la ley ellos debían estar apartados de la comunidad por la situación contagiosa de la lepra. Lev 13, 46-56; 14,1-32, son textos que narran todos los rituales que la comunidad y ellos tenían que seguir en caso de ser contaminados con la enfermedad de la lepra. Se trata entonces de diez personas enfermas que además viven en la soledad y en el aislamiento. (2) De los diez, nueve eran Judíos y uno Samaritano, aunque se consideraban enemigos, seguramente que el dolor por la enfermedad, los llevó a juntarse; parece ser que por las circunstancias, viven en cierto grado de “comunidad” o por lo menos en grupo. (3) A pesar de todo se unen para invocar juntos a Jesús, el Maestro, que pasa a cierta distancia de ellos. Jesús, el Maestro y Señor, asume la ley como punto de partida, invita a los diez leprosos que se presenten al sacerdote y según el texto, así lo hacen éstos hombres; sin embargo, antes de llegar donde los sacerdotes ellos comprueban que están curados, han restablecido su salud física y seguramente empiezan a recuperar a su familia y sus relaciones con los amigos y conocidos. Lo más curioso del texto es que de los diez sólo uno regresa donde Jesús el Señor para manifestar gratitud y otro detalle interesante, se trata precisamente del Samaritano, según la ley, el menos digno y aparentemente el más alejado de Dios. Dice la Palabra: “Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano.” Vuelve al Señor, alabando a Dios y a grandes gritos. Es propio de quien se ha visto liberado de sus males volver la mirada a Dios para manifestar agradecimiento. Se echó por tierra a los pies de Jesús, con éste gesto el hombre curado manifiesta que reconoce a Jesús como su Señor, su Salvador, manifiesta su gratitud por la misericordia que ha experimentado del Señor y por eso da gracias. Hermanos, saber agradecer es mirar positivamente los gestos, las actitudes, las manos abiertas de los que nos favorecen. No es simple cuestión de cortesía, de buena educación, sino de buen corazón. Por eso se puede afirmar que el cristiano debe tener siempre mirada limpia para ver las continuas acciones gratuitas de Dios en favor nuestro. Gratitud es decirle al Señor: “Me has dado mucho y por eso te doy gracias.” Dar gracias cuesta muy poco, pero si sale del corazón es quizá la más noble expresión de un sentimiento humano. Al decir el texto que sólo uno de los diez vuelve al Señor dando gracias, se pone de manifiesto que vivir agradecidos no es tan fácil ni tan común. Uno de los retos del cristiano es vivir “la espiritualidad de la gratitud” y para ello es necesario ponerle atención a los dones que a diario se reciben del Señor. Decía San Bernardo de Claraval: "Cuando nos mostramos agradecidos por cuanto recibimos, ampliamos más en nosotros el espacio para recibir un don todavía mayor”. La gratitud ensancha el corazón, abre horizontes y hace que pensemos más positivamente. Vivir agradecidos es elevar continuas alabanzas al Señor: “gracias te doy Señor del cielo y de la tierra…”, “gloria a Dios en el cielo…”, “volvieron a su casa dando gloria a Dios”. La gratitud es la forma en que nos vinculamos con los demás, porque nos conecta con algo más allá de nuestro propio ser. Por eso, la gratitud es: Vinculante, nos da sentido de trascendencia, es imposible sentirla por nada. Para vivir agradecidos siempre debe existir un motivo y si somos atentos los motivos para la gratitud son infinitos; basta experimentar el amor de Dios, la dignidad y la grandeza de los demás, la hermosura de la naturaleza y de toda la obra de la creación, en fin, siempre habrá un motivo para la gratitud, lo necesario es poner atención para no pasar de largo frente a tanta maravilla. La gratitud auténtica inicia con la meditación y termina en la contemplación y para ello es necesario hacer silencio. Cuando se vive en el mundo del ruido y de la ambición es imposible vivir agradecidos. Para ser agradecidos, es necesario hacer pausas, tener espacios de descanso y de silencio…, para poder valorar lo que se tiene y así poder expresar el sentimiento que se alberga. Por algo los otros nueve del evangelio no volvieron, quizás se entretuvieron en las cosas pasajeras del mundo y en la emoción de la salud física, los atrapó nuevamente el mundo, se quedaron a mitad de camino. Lamentablemente ellos no escucharon la última intervención del Señor: “Levántate, vete: tu fe te ha salvado.” Ahora el hombre que agradeció, no fue curado sólo en su ser físico, fue sanado en la integridad de su ser, adquirió por la gratuidad divina y por su gratitud la Salvación. Éste hombre supo integrar perfectamente la petición y el agradecimiento. La oración cristiana debe ir siempre en está doble vía, no sólo recibir sino también dar. Hermanos, estamos muy acostumbrados a pedir a Dios, no es problema, pero por favor, demos un paso más al frente y vivamos con más ahínco la oración de gratitud a Dios. Reconozcamos que de Él lo hemos recibido todo y démosle gracias compartiendo lo poco o lo mucho que tengamos. La persona que agradece experimenta una salvación que va más allá de la simple curación física: ¡un cambio en la orientación interior! La gratitud es vinculante, miremos como cuando agradecemos la actitud está siempre dirigida a una o muchas personas: un familiar, un amigo, un profesor, Dios… Superemos ya hermanos la mentalidad “milagrera” de nuestra fe, en la que solo nos contentamos con pedir la eliminación del sufrimiento pero sin comprometer el corazón, el evangelio de hoy nos educa en la “espiritualidad de la gratitud”. Cuando se vive según el itinerario del Samaritano que se volvió para agradecer al Señor, nos ponemos a los pies de Jesús y somos impulsados a una nueva dinámica de la vida en el seguimiento del Señor. Importante hermanos, importantísimo, que alcancemos el segundo nivel de la fe que nos enseña el leproso, curado del evangelio, una fe que salva desde la gratuidad y la gratitud y esto genera un renovado encuentro con Dios y con los hermanos. Persona que vive agradecida posee mayores niveles de felicidad, tiene una presión arterial más saludable, mejores relaciones interpersonales, duerme mejor, se deprime menos y tolera más el dolor. Por fe, por interés, por “negocio”, por amor, por cualidad, por actitud ante la vida, por salud mental…, Vivamos agradecidos con Dios, con los demás, con la naturaleza. ¡Con todo y en todo GRATITUD¡. “De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe, y uno de los pecados que más ofende a Dios es la ingratitud.” Miguel de Cervantes. Quijote a Sancho, cuando va a gobernar la ínsula Barataria. Tarea: Durante la semana, cada día escribir tres situaciones por las cuales se debe agradecer a Dios o alguien en particular. Continuar la lectura del libro del eclesiástico. + Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia