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sacerdotes colombianos

Vie 27 Sep 2024

Los finalistas de la Copa de la Fe 2024 y la jornada de adoración y confesión convocada por la Diócesis de Riohacha

Este jueves, 26 de septiembre, quedaron definidos los semifinalistas de la Copa de la Fe 2024. Los equipos conformados por la Diócesis de Garzón, la Arquidiócesis de Bucaramanga/Diócesis de Málaga-Soatá, la Arquidiócesis de Guadalajara (México) y la Diócesis de San Cristóbal (Venezuela), pasaron a esta importante fase. Las tres finales se estarán disputando este viernes en el Estadio Federico Serrano Soto de Riohacha. Las justas tendrán ganadores de oro, plata y bronce.El balance de la fase de grupos en la Copa de la Fe dejó 60 partidos disputados. Se marcaron 189 anotaciones, con un promedio de 3 goles por partido.Otra de las grandes protagonistas de la fecha fue jornada de oración, adoración, confesión y avivamiento organizada por la Diócesis de Riohacha en el marco de esta actividad de fe y fútbol. El evento, al que asistieron cientos de fieles, se llevó a cabo en la Plaza José Prudencio Padilla de la capital de La Guajira.Además, de manera paralela, varios de los sacerdotes continuaron su misión en las instituciones de Riohacha. Entre ellos, los sacerdotes de la Diócesis de Cúcuta que, aunque no avanzaron en el campeonato, visitaron el Hospital de Nuestra Señora de los Remedios, llevando el consuelo y la esperanza de Jesucristo tanto a enfermos, como al personal médico y administrativo.Conozca estos y otros detalles e historias en la cuarta emisión de ‘Así Va la Copa de la Fe’:

Jue 26 Sep 2024

Tercer día de la Copa de la Fe en la Diócesis de Riohacha: Más de 150 goles y el inicio de la misión

Finalizada la tercera jornada de la Copa de la Fe este miércoles, 25 de septiembre, la cuenta de goles va en más de 150 anotados en las tres sedes: Riohacha, Dibulla y Barrancas.Solo los equipos que queden primeros de cada grupo podrán competir por las copas de oro y plata. La Copa de la Fe no solo es futbol, los sacerdotes también han realizado su labor pastoral con Eucaristías, confesiones, bendiciones y charlas pastorales en diferentes instituciones educativas, de salud, la alcaldía y la gobernación, los sacerdotes estuvieron “jugándosela” por la misión.En el día se llevaron a cabo 24 partidos. Dentro de los cuales, hubo un marcador de 6 – 0 por parte de la Diócesis de Garzón y la Diócesis de Socorro-San Gil, marcador que tuvo el resultado con mayor número de goles de diferencia.También, se dio el paso a la ronda final de la Diócesis de Garzón y la que, en este momento, disputa su segunda Copa de la Fe, el equipo de sacerdotes venezolanos integrado por la Arquidiócesis de Mérida, la Diócesis de San Cristóbal y la Diócesis de El Vigía.Tras estos resultados, los otros seleccionados para pasar a la final, son la Arquidiócesis de Guadalajara (México); este jueves se está definiendo el segundo puesto entre la Arquidiócesis de Villavicencio y la Diócesis de Montería, para dar así lugar a la final. En ella, se disputarán las Copas de Oro y de Plata que se llevarán a cabo en las semifinales del día viernes, en horas de la mañana, y en horas de la tarde se disputarán tres copas en total: una por la Copa de Oro, una por la Copa de Plata y otra por la Copa de Bronce.Esta Copa de la Fe también otorgará premio al mayor goleador del campeonato, al equipo Faith Play, al juego limpio y también, a la valla menos vencida.En el caso de la Diócesis de Riohacha, jurisdicción anfitriona, es una diócesis que apenas está empezando a participar en este torneo. Aunque no obtuvo puntos, ganó experiencia.Otro dato a tener en cuenta, es que, aunque se han presentado algunas lesiones, como en todo juego, no han sido de gravedad y la organización ha podido atender a tiempo y de manera integral a los sacerdotes.

Mié 25 Sep 2024

Segunda jornada en Copa de la Fe: 62 goles, historias y momentos de fraternidad

Iniciaron las actividades deportivas en las tres sedes de la Diócesis de Riohacha donde se adelanta la Copa de la Fe 2024. 62 goles se anotaron durante la segunda fecha del campeonato. El equipo integrado por los sacerdotes de la Arquidiócesis de Bucaramanga y la Diócesis de Málaga, la Diócesis de Cúcuta y la Arquidiócesis de Medellín, entre los más destacados.Durante la segunda jornada también iniciaron en Riohacha algunas las actividades pastorales en las que estarán participando los sacerdotes durante este evento, que no solo motiva el deporte, sino también la fe.Entérese de todos los detalles e historias a través del informativo ‘Así Va La Copa de la Fe’:

Mar 24 Sep 2024

Inició la novena Copa de la Fe en la Diócesis de Riohacha: La Guajira se vistió de fiesta para recibir a los 542 sacerdotes que participan

Este lunes, 23 de septiembre, inició en la Diócesis de Riohacha la novena versión de la Copa de la Fe, el evento deportivo y de fraternidad sacerdotal más destacado de la Iglesia Católica colombiana; en esta oportunidad, liderado por monseñor Francisco Ceballos Escobar.Es la primera vez que este torneo se desarrolla en la región Caribe de Colombia, reconocida por su profunda riqueza humana, folclórica, turística y ancestral; y así se notó en este inicio. Pues al ritmo de sonidos y bailes tradicionales, cientos de fieles se unieron a los actos de apertura y vivieron junto a los sacerdotes la emoción del partido inaugural disputado entre el equipo anfitrión y el equipo de la Arquidiócesis de Villavicencio. Este primer encuentro dejó un resultado de 4-1, a favor del equipo llanero, integrado también por sacerdotes de la Arquidiócesis de Bogotá.Por primera vez, el evento inició con un masivo y alegre desfile inaugural que partió junto al malecón de Riohacha, transitó por la calle primera, la más representativa de la ciudad, y llegó hasta el Estado Federico Serrano Soto. La movilización fue encabezada por 'la Vieja Mello', como conocen popularmente los riohacheros a su patrona, la Santísima Virgen de los Remedios y por bandas de diversas instituciones educativas del distrito.A la apertura de esta fiesta de fe y fraternidad, también asistió monseñor Francisco Javier Múnera, arzobispo de Cartagena y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia quien, además de alentar a su equipo, expresó su alegría al ver la participación de las comunidades en el evento. El prelado ratificó que esta es una oportunidad para fortalecer la unión no solo de los sacerdotes sino de toda la Iglesia, así como el entusiasmo misionero; “para recoger la herencia de todos los misioneros y santos que evangelizaron estas tierras”.Justamente, el obispo anfitrión, monseñor Francisco Ceballos, dio a conocer su alegría por tener a Riohacha como sede de esta Copa de la Fe 2024 y recordó que es también una motivación para que la Iglesia se la juegue por la misión, como lo dice el lema elegido para este evento, pues durante la semana, además de las justas deportivas, los sacerdotes participarán en diferentes actividades misioneras con miembros de comunidades e instituciones de La Guajira para conocer más la realidad pastoral y cultural del territorio que los acoge. Además, vivirán jornadas de oración y serán parte de una gran “confesatón” que se llevará a cabo junto a la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha.En esta Copa de la Fe 2024 participan 542 sacerdotes de 29 jurisdicciones, no solo de Colombia, sino también de las iglesias invitadas: Venezuela y México. Esto, a través de la Diócesis de Maracaibo y la Arquidiócesis de Guadalajara, respectivamente. El evento se estará desarrollando hasta el próximo viernes 28 de septiembre en tres sedes diferentes de la región, correspondientes a tres, de las cuatro vicarías que tiene.A continuación, en el informativo ‘Así va la Copa de la Fe´, conozca los momentos y testimonios más destacados de la primera jornada:

Vie 6 Sep 2024

Sacerdote, Eucaristía, Iglesia

Por P. José Antonio Díaz - “Desde hace más de medio siglo, cada día, a partir de aquel 2 de noviembre de 1946 en que celebré mi primera Misa en la cripta de San Leonardo de la catedral del Wawel en Cracovia, mis ojos se han fijado en la hostia y el cáliz en los que, en cierto modo, el tiempo y el espacio se han «concentrado» y se ha representado de manera viviente el drama del Gólgota, desvelando su misteriosa «contemporaneidad». Cada día, mi fe ha podido reconocer en el pan y en el vino consagrados al divino Caminante que un día se puso al lado de los dos discípulos de Emaús para abrirles los ojos a la luz y el corazón a la esperanza (cf. Lc 24, 3.35)”.Estas eran las palabras escritas por Juan Pablo II en su encíclica sobre la Eucaristía Ecclesia de Eucharistia, n° 59, dando testimonio del misterio que vivía cada día en la celebración eucarística. Este testimonio, tan personal y cautivante, demuestra, mucho mejor que cualquier razonamiento abstracto, el carácter esencial de la Eucaristía para la vida y la identidad del presbítero, cumbre y fuente verdadera de todo lo que éste es y hace. No entendería un sacerdote que no viviera a plenitud el misterio que celebra.Precisamente, este ejemplo me alienta a reflexionar sobre la relación que existe entre el sacerdote y el sacramento eucarístico, memorial de la pascua del Señor, dirigiéndome como hermano a mis hermanos presbíteros, pero también, para que los fieles en general conozcan la relación profunda, la verdadera espiritualidad, que debe existir entre el sacerdote, la Eucaristía y la Iglesia.Particularmente, a mis hermanos sacerdotes, los invito a reflexionar sobre el mayor don colocado en nuestras manos y sobre las razones que hacen de la Eucaristía el acontecimiento que da sentido, fuerza y belleza a cada uno de nuestros días. Pensar en el momento sublime en el que celebraremos, junto al pueblo de Dios, o incluso, solos, el Santo Sacrificio.Me permito comenzar con la pregunta que me han planteado muchas veces algunas personas: ¿por qué celebrar la Eucaristía cada día? ¿No será suficiente con el encuentro dominical en el que está reunida toda la comunidad cristiana? ¿Y por qué celebrar la Eucaristía estando solo o ante dos personas? ¿No se vacía así del sentido comunitario que tiene la celebración?Se podría responder a estas preguntas sólo con argumentos teológicos, pero quiero hacerlo también bajo la luz de la vivencia espiritual contenida en las palabras del Papa Polaco, y citadas al comienzo de este escrito, pues son un testimonio profundo y convincente. Las preguntas mencionadas no se podrían responder sin plantearse otras igualmente importantes: ¿por qué somos sacerdotes? ¿Quién nos ha llamado para dar nuestra vida por el servicio de la reconciliación, la Eucaristía y la caridad? Solo hay una respuesta posible: Jesús. Somos sacerdotes porque así lo ha querido Él, porque para ello nos ha llamado y nos ha amado, y aún sigue queriéndonos y amándonos por ello, Él que es siempre fiel en el amor.Decimos, entonces, el sentido de nuestra vida, la razón verdadera de nuestra vocación sacerdotal, no está en algo, aunque fuera lo más hermoso del mundo, sino en Alguien. Es decir, ese Alguien es Cristo el Señor. Somos sacerdotes porque un día Él nos llamó desde nuestra realidad histórica. Cada uno sabe cómo: en la palabra de un testigo, en el ejemplo de alguna persona, en un gesto de caridad que nos ha tocado el corazón, en el silencio de un camino de escucha y oración, tal vez en el dolor de una vida que de repente nos pareció desperdiciada sin Él.A la correspondiente invitación a seguirle le dijimos que sí. En realidad, no hubiéramos podido ser sacerdotes, y serlo, a pesar de todo, en la fidelidad, si no hubiéramos recibido de Él una invitación. Es precisamente este amor el que nos ha inspirado a todas las obras que hemos hecho por los demás: desde la acogida hasta la escucha perseverante y paciente de los demás y el esfuerzo transmitirles el sentido y la belleza de la vida vivida por Dios y su Evangelio, hasta las obras de caridad y el compromiso de trabajar por la justicia, compartiendo en especial la realidad del pobre y tratando de ser la voz de quien no tiene voz. Un sacerdote no lo es por sí mismo, ni por capricho, ni persiguiendo un interés personal, es sacerdote porque Jesús lo ha llamado para esa vocación. No podemos olvidar que nuestro sacerdocio está para el servicio de la comunidad de los creyentes, es decir, la Iglesia; tenemos la función de servir en el nombre de Cristo al Pueblo de Dios. Por eso, un sacerdote no podría ejercer la misión para la que ha sido llamado por Jesús, si niega la comunión con la Iglesia.Todo este testimonio me ayuda a explicar la razón por la que considero necesario celebrar cada día la Eucaristía: aquí no se trata de un precepto, sino de una real necesidad, no sólo emotiva sino profunda e ineludible. Se trata de la necesidad urgente que debe tener todo sacerdote de colmar su vida cada día con la de Jesús. ¿Dónde podríamos encontrarlo sino allí en donde Él nos ha prometido y garantizado el don de Su presencia? «Éste es mi cuerpo, éste es el cáliz de la nueva y eterna alianza, derramado por vosotros y por todos para remisión de los pecados» (Mc 14,22-25; Mt 26,26-29; Lc 22,19-20) (cf. Bruno Forte, Sacerdote y Eucaristía). Las diferentes versiones del Nuevo Testamento sobre la institución de la Eucaristía permiten suponer que la tradición de la Última Cena de Jesús con sus discípulos fue tomando forma literaria en las distintas comunidades, que, fieles al mandato del Maestro, celebraron desde el principio el memorial del Señor (cf. 1 Co 11,23-25).Cada sacerdote hace posible, por mandato de Jesús, y en comunión con el Obispo, ese memorial. Los sacerdotes en primer lugar somos calurosamente invitados a descubrir nuestra identidad sacerdotal, que se vive, especialmente, en la celebración de la Eucaristía. Por eso, la importancia de la relación sacramental que debe existir entre el presbítero y el Obispo, que forman el corazón palpitante de la entera comunidad diocesana. No se entendería nunca un presbítero que rompa la unidad, la armonía y la obediencia que debe existir con su Obispo. Como recordaba en un artículo anterior: del Obispo, se recibe la potestad sacramental y la autorización jerárquica para tal ministerio. La Exhortación Apostólica Post-sinodal Pastores Dabo Vobis, afirma: «En verdad no se da ministerio sacerdotal sino en la comunión con el Sumo Pontífice y con el Colegio episcopal, particularmente con el proprio Obispo, hacia los cuales debe observarse obediencia y respeto» (PDV 28).El amor a la Iglesia, como misterio de comunión para la misión, se aprende del amor del mismo Cristo, que "amó a la Iglesia y se entregó en sacrificio por ella" (Ef 5,25). Citando a Juan Pablo II, cuando afirmaba que "la santa Misa es absolutamente el centro de mi vida y de cada jornada" (Discurso del 27 de octubre de 1995, a los treinta años del Decreto Presbyterorum Ordinis), el Papa Benedicto XVI comenta: "Del mismo modo, la obediencia a Cristo, que corrige la desobediencia de Adán, se concretiza en la obediencia eclesial, que para el sacerdote es, en la práctica cotidiana, en primer lugar, su propio Obispo" (Benedicto XVI, Discurso 13 mayo).La celebración eucarística nos une a Cristo, dejándonos transformar por él, también en su obediencia a los designios del Padre. Por esto, nuestra obediencia "personifica a Cristo obediente" (Benedicto XVI, Discurso 13 mayo) (cf. Tema para la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes: 3 junio 2005); siendo desobedientes atentamos contra esta unidad querida por el Señor.No se puede olvidar, que la comunión de los sacerdotes con el Obispo redunda en bien de la gente, de los fieles. De unas buenas relaciones los mayores beneficiarios son los fieles, las comunidades. En cualquier circunstancia, pensemos en el bien de la gente. Si uno de nosotros decide romper con esta comunión, rompe con Cristo y con la Iglesia.Para terminar, permítanme formular una última pregunta: ¿Es válida la Eucaristía de un sacerdote que está suspendido o en desobediencia? La situación de un sacerdote suspendido presenta un serio problema teológico - sacramental: Por una parte, la Iglesia le prohíbe el ejercicio del sagrado ministerio; por otra el sacramento del Orden imprime carácter; por consiguiente, quien lo recibió seguirá siendo siempre sacerdote. ¿Se lesiona de alguna manera la coherencia y comunión de la Iglesia?No olvidemos que la función estrictamente sacerdotal es la celebración de la Eucaristía. Todo sacerdote y solamente el sacerdote es ministro de la Eucaristía. Juan Pablo II recuerda: "Debéis celebrar la Eucaristía que es la raíz y la razón de ser de vuestro sacerdocio. Seréis sacerdotes, ante todo, para celebrar y actualizar el sacerdocio de Cristo..." "La Eucaristía se convierte así en el misterio, que debe plasmar interiormente vuestra existencia". (Ordenación sacerdotal de Valencia – España 8 noviembre 1982).Pero volvamos a la pregunta anterior, ¿la Eucaristía celebrada por un sacerdote suspendido o desobediente es válida? La comunión ¿es un sacramento real? Sobre el tema de la validez de la Eucaristía la Iglesia ya ha dado criterios bastante claros. Una Eucaristía es “válida” si en ella realmente sucede la consagración del Cuerpo y Sangre de Cristo. Por tanto, la consagración realmente sucede si y sólo el sacerdote que preside tiene intención de hacer lo que hace la Iglesia con este sacramento. Esto quiere decir, que la validez simplemente significa que Cristo se hace realmente presente por ministerio del sacerdote.Según la enseñanza anterior, una misa puede ser plenamente válida en circunstancias dignas o indignas. En alguna parte leía: como Cristo en su Pasión, así también Cristo en la Eucaristía está literalmente “en nuestras manos” para ser honrado y adorado, como Él realmente merece, o para ser ofendido y calumniado, como a veces sucede, o como cuando un sacerdote está en estado permanente, sin ningún tipo de contrición, en desobediencia. Por eso, en un clima de oración y penitencia, se tiene que decir: nadie está obligado a asistir, es más, no se debería asistir a una celebración eucarística que, aunque sea válida con un sacerdote suspendido o desobediente, pues termina por volverse en un espectáculo que ofende a Nuestro Señor.“Buen pastor, pan verdadero, oh Jesús, ten piedad de nosotros:aliméntanos y defiéndenos, condúcenos a los bienes eternos en la tierra de los vivos.Tú que todo lo sabes y puedes, que nos alimentas en la tierra,guía a tus hermanos al banquete del cieloen el gozo de tus santos. Amén”»(Ecclesia de Eucharistia, n° 62).P. José Antonio Díaz HernándezCanciller Diócesis de Santa Marta

Jue 2 Mayo 2024

Obediencia sacerdotal

Por P. José Antonio Díaz - El día de la ordenación sacerdotal se promete al obispo obediencia. Se trata de una comunión jerárquica querida por Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, en la relación del presbítero con el propio Obispo. De este modo se hace partícipe ontológicamente del sacerdocio y del ministerio de Cristo.Del Obispo, en efecto, se recibe la potestad sacramental y la autorización jerárquica para tal ministerio. La Exhortación Apostólica Post-sinodal Pastores Dabo Vobis, afirma: «En verdad no se da ministerio sacerdotal sino en la comunión con el Sumo Pontífice y con el Colegio episcopal, particularmente con el proprio Obispo, hacia los cuales debe observarse obediencia y respeto» (PDV 28).Es por esta unión en la comunión sacramental que el presbítero es ayuda e instrumento del orden episcopal. En su ministerio prolonga la acción del Obispo, del cual se hace presente su figura de Padre y Pastor. Un presbítero no puede actuar sin comunión con su Obispo.A propósito de esto, el Concilio sugiere una vía: «las relaciones entre los Obispos y los Sacerdotes deben fundarse principalmente en los vínculos de la caridad sobrenatural» (ChD 28), caridad que mira a evidenciar una relación que supera la relación funcional radicándose en la realidad de la familia presbiteral de la que el Obispo es el Padre y el Pastor. Es esta caridad sobrenatural la que favorece y consolida la colaboración con el Obispo, haciendo más fructuosa la común acción pastoral al servicio de las almas (cf. El Sacerdote y el Obispo. «¿Prometes a mi y a mis sucesores reverencia y obediencia? ¡Prometo!»: Del Rito de la Ordenación).Obediencia por amor a la IglesiaEl amor a la Iglesia, como misterio de comunión para la misión, se aprende del amor del mismo Cristo, que "amó a la Iglesia y se entregó en sacrificio por ella" (Ef 5,25). Citando a San Juan Pablo II, cuando afirmaba que "la Eucaristía es absolutamente el centro de mi vida y de cada jornada" (Discurso del 27 de octubre de 1995, a los treinta años del Decreto Presbyterorum Ordinis), el Papa Benedicto XVI comenta: "Del mismo modo, la obediencia a Cristo, que corrige la desobediencia de Adán, se concretiza en la obediencia eclesial, que para el sacerdote es, en la práctica cotidiana, en primer lugar, su propio Obispo" (Benedicto XVI, Discurso 13 mayo).La comunidad primitiva era "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4,32), porque, al celebrar la "fracción del pan" (la Eucaristía), sabían "escuchar" con fidelidad y con actitud de oración la predicación apostólica: "Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42). Esta comunión expresa la unión interna de corazones que se debe manifestar en la unidad, y nace del amor a Cristo y a su Iglesia. Ese amor que sólo se puede aprender en intimidad con el mismo Cristo, presente en la Eucaristía y escondido en la palabra predicada por los Apóstoles. Es, pues, "comunión" y escucha-obediencia amada y vivida afectiva y efectivamente.La pregunta de Jesús a Pedro: “¿Me amas?” (cf. Jn 21,15-19) para comunicarle el "Primado" en pastoreo, nos debe interpelar a nosotros mismos, como pastores del mismo rebaño. La respuesta de Pedro, "tú sabes que te amo", es también la nuestra. De esta manera, es que vivimos en comunión con quien "preside la caridad" universal, es decir con Pedro y sus sucesores. Nuestra "obediencia", vivida con amor, es parte esencial de nuestra espiritualidad sacerdotal. La comunión con el propio Obispo forma parte de esta misma vivencia eucarística y sacerdotal, para construir la "fraternidad sacramental" en el Presbiterio (Presbyterorum Ordinis, n. 8).La celebración eucarística nos une a Cristo, dejándonos transformar por él, también en su obediencia a los designios del Padre. Por esto, nuestra obediencia "personifica a Cristo obediente" (Benedicto XVI, Discurso 13 mayo) (cf. Tema para la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes: 3 junio 2005)Presbíteros, colaboradores del obispoLos presbíteros son los más cercanos colaboradores del Obispo, los próvidos colaboradores, dice el Concilio, digamos que son los más prójimos, los hijos mayores, los hermanos más cercanos. Por esta razón, debe existir el deseo de conformar una familia presbiteral, cuya cabeza y paternidad radican en el Obispo, en quien detenta el carisma episcopal.No se puede olvidar, que la comunión de los sacerdotes con el Obispo redunda en bien de la gente, de los fieles. De unas buenas relaciones los mayores beneficiarios son los fieles, las comunidades. En cualquier circunstancia, pensemos en el bien de la gente. Si uno de nosotros decide romper con esta comunión, rompe con Cristo y con la Iglesia.P. José Antonio DíazSacerdote de la Diócesis de Santa Marta

Mar 16 Abr 2024

“Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí” (Jn 10, 14)

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - El próximo domingo contemplamos en la liturgia de la Iglesia a Jesucristo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas, así lo expresa en el Evangelio: “Yo soy el Buen Pastor, el buen pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11), además, el Evangelio destaca las características de Jesús Buen Pastor y nos dice que va en busca de las ovejas para llevarlas hasta el Padre. Jesucristo como Buen Pastor está atento a cada uno de nosotros, nos conoce, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su Palabra, conociendo la profundidad de nuestro corazón, nuestros deseos, nuestras esperanzas, como también nuestros pecados y nuestras dificultades diarias, “Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí” (Jn 10, 14).La acción del Buen Pastor que da la vida por las ovejas, que no las abandona, son acciones que muestran cómo debemos corresponder a la actitud misericordiosa del Señor. Seguir al Buen Pastor y dejarse encontrar por Él, implica intimidad con el Señor que se consolida en la oración, en el encuentro personal con el Maestro y Pastor de nuestras almas, es la actitud del conocimiento y el amor que tenemos por el Señor, que nos lleva a profesar la fe en Él diciendo: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), reconociendo como el centurión, al mirar y contemplar el Crucificado que “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mc 15, 39) y que desde la cruz ha conocido nuestros pecados y ha dado la vida por nosotros, en un acto de amor infinito del Padre celestial por toda la humanidad caída y rescatada desde la Cruz.Jesucristo Buen Pastor se ha quedado con nosotros en cada uno de los sacerdotes, que, participando del único sacerdocio de Jesucristo, hacen visible al Buen Pastor, siendo Pastores del pueblo de Dios, cuidando las ovejas, saliendo en busca de la oveja perdida y comportándose como pastor en medio del redil y no como asalariado que abandona las ovejas en el momento del peligro. “El Sacerdocio es el Amor del corazón de Jesús”, repetía el Santo Cura de Ars. Un Amor que desciende del cielo para entrar en el corazón de cada pecador, para romper sus cadenas, para sacarlo de las tinieblas y llevarlo a la vida de la gracia. Así es cada sacerdote Buen Pastor, es el Amor del Corazón de Jesús para la comunidad parroquial, para cada una de las familias, para todos los fieles de la comunidad, cercanos y alejados de Dios, todos caben en el corazón del Buen Pastor.Cada sacerdote en el mundo es sacramento de este Sumo Sacerdote de los bienes presentes y definitivos. El sacerdote actúa en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la persona misma de Cristo Resucitado, que se hace presente con su acción eficaz. El Espíritu Santo garantiza la unidad en el ser y en el actuar con el único sacerdote. Es Él quien hace de la multitud un solo rebaño y un solo Pastor y la misión del sacerdote es apacentar las ovejas que debe ser vivida en el amor íntimo con el Supremo Pastor (Cfr Benedicto XVI, Audiencia General, 14 de abril de 2010), dando la vida por las ovejas, conociéndolas por su nombre y dejándose conocer por el Supremo Pastor.El próximo domingo es un día especial para dar gracias a Dios por el Sumo Sacerdocio de Nuestro Señor Jesucristo, que como Buen Pastor nos rescata a cada uno de nosotros de las tinieblas del pecado y levantándonos nos lleva sobre sus hombros. Pero también es un día para agradecer al Señor por cada uno de nuestros sacerdotes, que dejándolo todo han sabido escuchar la voz del Pastor Supremo, para cumplir la misión en el mundo de pastorear al pueblo de Dios con los sentimientos de Jesucristo Buen Pastor, dando la vida por las ovejas que han sido puestas bajo su cuidado.Cada sacerdote como Pastor de una comunidad parroquial necesita de la oración y del acompañamiento de su pueblo. La santidad del pueblo de Dios está en las rodillas del sacerdote, que, como Buen Pastor, sabe acompañar desde la oración a cada uno de los fieles. Pero también la santidad de cada Sacerdote está en las rodillas de los fieles, que en actitud contemplativa frente al Señor ora por sus sacerdotes. Agradecemos hoy, el don de cada uno de los sacerdotes de nuestra Diócesis de Cúcuta y también de las vocaciones, para que el Señor siga enviando obreros a su mies, para rescatar tantas ovejas perdidas que necesitan volver al redil a beber el vino de la gracia de Dios y llegar un día a participar de la felicidad eterna. Oremos por los jóvenes que se encuentran en nuestro Seminario Mayor San José, para que sepan responder al llamado del Señor y se vayan configurando con Jesucristo Buen Pastor, hasta llegar a dar la vida por el rebaño que se les será confiado.Pidamos la gracia de la renovación sacerdotal para nuestro tiempo, que nos comprometa a todos en salida misionera, para ir en busca de la oveja perdida, de quien rechaza a Jesús o no lo conoce y poderlo retornar a tomar el alimento que ofrece Jesucristo Buen Pastor en la Eucaristía, en donde somos transformados en Cristo cuando comulgamos en gracia de Dios y aprendemos desde la Eucaristía a resolver nuestra vida desde Dios.Pongámonos en oración de rodillas frente al Santísimo Sacramento y en actitud contemplativa miremos y abracemos el Crucificado y tengamos muy presentes a todos los sacerdotes del mundo entero y de nuestra Diócesis, para que cada día el celo pastoral de los ministros conduzca al pueblo de Dios a hacer profesión de fe en Jesucristo Crucificado y bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca San José, todos los sacerdotes seamos fieles a Jesucristo y a la Iglesia.En unión de oraciones,reciban mi bendición.Mons. José Libardo Garcés MonsalveObispo de Cúcuta

Mar 19 Mar 2024

El MASC incorpora una nuevo software para la gestión de la información sobre auxilios de vejez o invalidez para sacerdotes

La Fundación Mutuo Auxilio Sacerdotal Colombiano (MASC) acaba de implementar una nueva plataforma a través de la cual buscará optimizar sus procesos de gestión de la información y comunicación con las diversas jurisdicciones eclesiásticas del país. La nueva herramienta fue presentada recientemente a los delegados diocesanos que tienen a su cargo procesos administrativos y contables, en una jornada de formación que se adelantó en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia.El MASC tiene como misión central proveer un subsidio económico periódico para los sacerdotes que, por su edad, o por incapacidad física, no pueden continuar desarrollando su labor pastoral y, por consiguiente, tener un sustento económico. De ahí que el nuevo software, facilitará la gestión de procesos relacionados con la inscripción, pago de auxilio, traslado, retiro de sacerdotes, además de información referente al clero de cada Iglesia particular.De acuerdo con el padre Daniel Bustamante esta plataforma ayudará a que la fundación sea más eficaz en sus procesos. Desde allí se podrá acceder a “todo lo que se refiere a los sacerdotes difuntos y los sacerdotes ordenados, los sacerdotes que se retiran, los sacerdotes que ingresan a la fundación, los sacerdotes religiosos que se incardinan en una jurisdicción del país. Todo esto es para el servicio de los sacerdotes del clero colombiano”.Para Fredy González, contador y administrador de la caja de auxilios para los cleros de la Arquidiócesis de Bogotá y las diócesis de Engativá, Fontibón y Soacha, esta nueva herramienta ayudará a que la información sea más clara y se pueda acceder a ella de manera oportuna. Ahora las actualizaciones y soportes llegarán directamente a los sacerdotes, y “uno, como el provee la información, también tendrá la respuesta de que se enviaron los documentos”, afirmó.Conozca más detalles a continuación: