Vie 1 Mayo 2020
Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia
Primera Lectura: Hch 2, 14a.36-41
Salmo: Sal 23(22),1-3a. 3b-4.5.6 (R. 1)
Segunda Lectura: 1P 2,20b-25
Evangelio: Jn 10,1-10
Introducción
• En los Hechos de los Apóstoles, el apóstol San Pedro, luego de haber recibido el Espíritu Santo de Dios, declarando en medio de la comunidad que Jesús fue crucificado por ellos y que Dios lo constituyo Señor y Mesías, los llama a cada uno a que, escuchando el mensaje de la palabra, se conviertan y se bauticen para que reciban el don de Dios y el perdón de sus pecados.
• En la segunda lectura el Apóstol Pedro, en su carta, da un mensaje de aliento a quienes están en el camino de la conversión, y habla de Cristo, quien muriendo por ellos fue ejemplo para ganar la vida eterna.
• En el evangelio Jesús habla a sus discípulos y les dice que es necesario entrar por la puerta, porque aquel que no lo hace es ladrón y solo desea hacer estragos; en efecto Él les explica que se refiere a Él mismo como pastor y guía del rebaño, quien desea otorgarles en abundancia la vida eterna.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Este pasaje del evangelio, nos relata una parte de la parábola del buen pastor, allí Jesús habla a sus discípulos, les dice que quien no entra por la puerta, sino que salta la tapia, es un ladrón, porque quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas, las ovejas conocen a su pastor, obedecen a su voz, atienden a su llamado, pero a la voz de un extraño las ovejas no obedecen porque no la conocen y huyen de quien les llama. Cuando les explica esto, las personas no entienden a qué se refiere Jesús, quien, al percatarse, explica que Él es la puerta, por la que entran las ovejas y, de igual forma, el Buen Pastor; Jesús les dice que Él está allí para otorgar la vida eterna en abundancia, que a diferencia de quien salta la puerta, para robar y matar, Él quiere conceder la paz, el amor, la misericordia y la esperanza.
La palabra en la primera lectura, del libro de Hechos de los Apóstoles, continua con el discurso de Pedro, que se desenvuelve en tres partes, aquí pedro que ya ha hablado sobre la crucifixión y muerte de Jesús, conmueve el corazón de la asamblea oyente, la pregunta que le hacen entonces es: ¿Qué tenemos que hacer hermanos?, la respuesta de parte de Pedro es clara, conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesús, para que los pecados sean perdonados y el Espíritu Santo llegue también a ustedes; finalmente aceptan las palabras y se hacen bautizar.
En el salmo de súplica e intercesión, el salmista reconoce a Dios como pastor, que cuida y protege del mismo modo como el pastor cuida de su rebaño, lo guía hacia el redil y lo lleva a verdes praderas; esta figura de Dios hace honor a su nombre y a su función como Padre; el Señor, siempre está cuidando a sus hijos, por eso no tienen miedo, ni de la oscuridad, ni de la maldad, porque el Señor siempre está con ellos, los protege.
La palabra en la segunda lectura, en la carta del Apóstol san Pedro, invita a la comunidad a mantenerse firme en el sufrimiento causado por el seguimiento de Cristo, colocando el ejemplo de Cristo mismo que, habiendo padecido por cada uno de ellos, se mantuvo firme y con humildad soporto los dolores y los sufrimientos dando, así, ejemplo; el que no había cometido ningún pecado, recibió insultos, maltratos, amenazas e injurias, pero aun así se entregó por cada uno de nosotros, dice Pedro: “sus heridas nos ha curado”.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia. Somos llamados en medio de la efusión del gozo pascual a escuchar su voz; cada uno de nosotros es pensado y querido por Dios por eso nos llama por nuestro nombre, nos conduce, como canta el salmista, hacia verdes praderas, hacia fuentes tranquilas, nos guía por el sendero justo, el Señor no se olvida de ninguno de sus hijos, se acuerda hasta del más pequeño, porque en su mente está el protegernos y su clemencia es eterna. Él con su amor nos hace volver al camino verdadero del cual nos hemos extraviado por culpa de los extraños.
El enemigo con su voz nos cautiva y nos seduce con falsas promesas de felicidad, nos hace desviar del camino recto porque nos promete distintas cosas que resultan ser efímeras, nos alejamos entonces del Señor, pero su cayado nos corrige, su voz nos traspasa el corazón, nos libra de las cañadas oscuras del pecado y nos convierte; ese cayado, que simboliza su poder como pastor supremo, es usado por Dios para alejar la maldad de sus ovejas, igual que el pastor usa el cayado para proteger las ovejas, así Jesús nos protege del maligno que, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. El señor nos salva del maligno para que demos testimonio de Él, como pastor y obispo de nuestras almas y así su Padre sea glorificado.
Cristo resucitado nos ha liberado del abismo donde andábamos desca- rriados, ahora nos conduce hacia fuentes tranquilas porque, con su resu- rrección, ha restaurado la creación y ha curado nuestras heridas, heridas que fueron causadas por el pecado, pero que Él ha sanado con su pasión, muerte y resurrección.
Reconozcamos en el resucitado la puerta del aprisco: Jesucristo, Señor y Mesías. Solo quien entra por la puerta se salvará, Cristo mismo nos hace participar de los buenos pastos que son su palabra y los sacramentos, solo quien se acerca a estos pastos tendrá vida en abundancia.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Con el salmista clamamos al Señor que siga siendo nuestro Buen Pastor para que nos sostenga en el compromiso de ser discípulos misioneros en su Reino: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan…” (Sl 23,1-3).
Igualmente, suplicamos al Señor, cuide de su rebaño que es la Iglesia: “Pastor Bueno, cuida con amor de tu rebaño y dígnate conducir a las praderas eternas las ovejas que redimiste por la sangre preciosa de tu Hijo” (Oración después de comunión, del cuarto domingo de pascua).
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Este Cuarto Domingo de Pascua tiene un marcado acento pastoral, se podría colocar la imagen del «Buen Pastor» en un lugar visible del templo, con la frase “Yo soy el buen Pastor” u otra para el caso.
2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45).
3. Pudiera seguirse el Prefacio de Pascua III: «Cristo vive e intercede siempre por nosotros», Misal, p. 377, por hacer referencia a Cristo que se ofrece por nosotros y nos defiende con su intercesión.
4. Se celebra hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sacerdotales. Por esto, invitar a la comunidad a orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado, así como por todos los ministros para que sean fieles al encargo recibido. Se podría tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión.
5. En este día se celebra la Jornada Nacional de la Infancia Misionera.