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Virgen María

Mié 5 Nov 2025

Mater Populi Fides: claves para entender la nueva nota doctrinal del Vaticano sobre la Virgen María

El pasado 4 de noviembre, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicó una nota doctrinal titulada Mater Populi Fides, sobre ciertos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación. Según el cardenal Víctor Fernández, Prefecto de este Dicasterio, el documento tiene como objetivo clarificar en qué sentido son aceptables, o no, algunos de los títulos y expresiones atribuidos a la Virgen María. Por ello, el texto busca profundizar en los fundamentos de la devoción mariana, señalando su lugar en relación con los creyentes a la luz del Misterio de Cristo, el único Mediador y Redentor.A lo largo de los siglos de la fe cristiana, la Santísima Virgen María ha sido objeto de innumerables escritos. Estos parten desde la misma Palabra de Dios, pasan por los Padres de la Iglesia, los Concilios y los Pontífices, y llegan hasta la literatura particular de autores que han ofrecido sus reflexiones o meditaciones sobre el papel de la Virgen María en la vida cristiana.En el caso de esta nota doctrinal, el Dicasterio reconoce que la devoción a María es un tesoro para la vida de la Iglesia y, por lo tanto, debe ser valorada, admirada y alentada. La maternidad de María y su relación con los creyentes constituyen el núcleo de este texto, el cual se ilumina con las Escrituras y se apoya en la rica tradición de los Padres y Doctores de la Iglesia y de los últimos Pontífices.El texto señala que algunos títulos otorgados a María, incluso aquellos que ya aparecen en los Santos Padres de la Iglesia, no siempre se utilizan con precisión, y a veces su significado puede ser alterado o malinterpretado. El problema central en la interpretación de estos títulos es cómo se entiende la asociación de María en la obra redentora de Cristo, es decir, «¿cuál es el significado de esa singular cooperación de María en el plan de la salvación?». Por consiguiente, es fundamental dejar muy clara la única mediación de Cristo y la cooperación subordinada de María en la obra de la salvación.El documento analiza títulos específicos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación para aclarar su conveniencia o inconveniencia. Entre ellos están:CorredentoraEl texto se refiere a lo polémico que ha sido este término y cómo ha servido para malas interpretaciones sobre el papel de la Virgen María en la historia de la salvación. En el número 22, dice literalmente:"Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente. En este caso, no ayuda a ensalzar a María como la primera y máxima colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque el peligro de oscurecer el lugar exclusivo de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, único capaz de ofrecer al Padre un sacrificio de valor infinito, no sería un verdadero honor a la Madre. En efecto, ella, como «esclava del Señor» (Lc 1,38), nos señala a Cristo y nos pide hacer «lo que Él os diga» (Jn 2,5)."MediadoraEl documento enfatiza que Cristo es el único Mediador, citando a San Pablo: «pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos» (1 Tim 2, 5-6). Sin embargo, también se reconoce la mediación de María al hacer posible la Encarnación del Hijo de Dios. En este sentido, el Concilio Vaticano II, al hablar de la mediación de María, lo hace de manera subordinada a la de Cristo (Lumen gentium, 55-62). Por eso, no se puede hablar de otra mediación en la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado.Madre de los creyentesEste título reconoce la maternidad espiritual de María. El documento recuerda un texto de la exhortación apostólica Marialis Cultus (n. 22), destacando que "la participación de la Virgen María, como Madre, en la vida de su Hijo, desde la Encarnación hasta la cruz y la Resurrección, da un carácter único y singular a su cooperación en la obra redentora de Cristo, de manera especial para la Iglesia, «cuando considera la Maternidad espiritual de María para con todos los miembros del Cuerpo místico; en confiada invocación, cuando experimenta la intercesión de su Abogada y Auxiliadora”."Madre de la graciaRespecto a este título, la nota aclara que no debe entenderse en el sentido de que María posea un depósito de gracia separado de Dios. Más bien, se percibe que el Señor, en su generosa y libre omnipotencia, ha querido asociarla a la comunicación de la vida divina que brota de un único centro: el Corazón de Cristo, no de María (Lumen gentium, 8). Nuestra salvación es obra de la gracia salvadora de Cristo y de ningún otro. El texto clarifica en su número 53, en qué sentido podemos llamarla Madre de la gracia:"Ninguna persona humana, ni siquiera los apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia. Solo Dios puede regalar la gracia (Summa Theologiae, I-II, q. 112, a. 1, co) y lo hace por medio de la Humanidad de Cristo (Summa Theologiae, I-II, q. 112, a. 1, ad 1), ya que «la plenitud de gracia de Cristo hombre la tiene como unigénito del Padre». Aunque la Santísima Virgen María es preeminentemente “llena de gracia” y “Madre de Dios”, ella, como nosotros, es hija adoptiva del Padre."María, por tanto, nos ayuda a disponernos para la acción de Dios y, como dice el Evangelio de San Juan, ella quiere que nosotros hagamos «lo que Él os diga» (Jn 2,5).Mediadora de todas las graciasEl texto afirma que este título tiene límites, pues no facilita la correcta comprensión del lugar único de María. Corre el peligro de ver la gracia divina como si María se convirtiera en una distribuidora de bienes o energías espirituales desconectada de nuestra relación personal con Jesucristo (n. 68). No obstante, la expresión “gracias”, referida a la materna ayuda de María en distintos momentos de la vida, puede tener un sentido aceptable, expresando todos los auxilios (incluso materiales) que el Señor puede regalarnos escuchando la intercesión de la Madre; auxilios que, a su vez, disponen los corazones para abrirse al amor de Dios. María nos ayuda a abrir nuestro corazón para recibir la gracia que el Señor nos otorga a través de su hijo Jesucristo.Madre del Pueblo fielNuestra fe cristiana reconoce que María es «la primera que “ha creído”, y precisamente con esta fe suya de esposa y de madre quiere actuar sobre todos los que se entregan a ella como hijos» (Redemptoris Mater n. 46). Recordando las palabras del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud de 2022, el documento alude a este título, Madre del Pueblo fiel, que camina en medio de su pueblo, movida por una ternura amorosa, y asume sus angustias y vicisitudes.De esta manera, la nota, aprobada por el Sumo Pontífice y publicada por el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, se presenta como un documento iluminador que aclara el papel de la Santísima Virgen María en la fe de la Iglesia y despeja las dudas o confusiones que esta devoción había generado, especialmente en el seno de algunos movimientos al interior de la Iglesia, respecto al papel de María en la historia de la salvación.Artículo escrito por el Pbro. Carlos Guillermo Arias Jiménez, Director del Departamento de Doctrina de la Conferencia Episcopal de Colombia.

Lun 14 Jul 2025

María, Estrella de la Evangelización

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - En el mes de julio celebramos con alegría dos advocaciones de la Virgen muy queridas por todos: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá y Nuestra Señora del Carmen. En nuestra Diócesis de Cúcuta veneramos con fervor a Nuestra Señora de Chiquinquirá, la Kacica de Cúcuta, con un cuadro muy antiguo y valioso que se encuentra en la Basílica Menor y este año es de gran importancia; dado que, ha sido concedido desde el 9 de julio pasado, un año jubilar con motivo de los 100 años de la primera coronación del cuadro de la Virgen.La devoción a María en todas sus advocaciones nos invita a renovar el compromiso evangelizador en nuestra Iglesia Particular, haciendo y amando la voluntad de Dios como María: “aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra” (Lc 1, 38) y en las bodas de Caná: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5). Hacer lo que el Señor nos dice, es cumplir cada día la voluntad del Padre Celestial, tal como lo oramos en el Padre Nuestro: “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mt 6, 10), en actitud de oración contemplativa, de rodillas frente al Santísimo, en una vida dedicada completamente a la búsqueda de Dios.Así lo afirma el Concilio Vaticano II: “la máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de ‘hijos en el Hijo’ nos es dada en la Virgen María quien, por su fe (Cf Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (Cf Lc 1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra de Dios y de las acciones de Jesús (Lc 2, 19.51), es la discípula más perfecta del Señor” (Lumen Gentium 53). En María se cumple esa dimensión de discípula misionera del salvador, ya que desde el momento en que le dice Sí a Dios, se pone en camino para visitar a su prima santa Isabel, con la intención de llevar caridad a través de su presencia física; la cual, Isabel reconoció de inmediato como presencia de Dios y recibió con fe y esperanza el anuncio del nacimiento del Señor, “Isabel llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 42 - 45).En este momento de salida misionera en nuestra Diócesis, nos preparamos para vivir en el mes de agosto, el II Congreso del PEIP (Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular) y es preciso poner en las manos de Nuestra Señora la Kacica de Cúcuta, el éxito de este acontecimiento de Iglesia, recibiendo a María como modelo para ir en camino a transmitir la fe a los alejados. Así lo expresaba el Papa Francisco cuando afirma: “con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo (Hch 1, 14), y así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización” (EG 284).María, Estrella de la Evangelización nos anima a continuar con el anuncio gozoso de Jesucristo, por las periferias físicas y existenciales de nuestra Iglesia Particular. Estamos llamados a peregrinar en este año jubilar a la Basílica Menor de nuestra Diócesis, para encontrar allí la fortaleza que nos da el Espíritu Santo, para ir en salida misionera. La peregrinación a la Basílica que emprendemos este año, tiene que darnos fervor para la evangelización, allí iremos a llenar nuestras fuentes para salir a anunciar a Jesucristo y dar esperanza a tantas personas que se encuentran alejadas de Dios, en cansancio físico y espiritual. Al respecto el Papa Francisco nos decía: “es en los santuarios marianos, donde puede percibirse cómo María reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Allí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida” (EG 286).La Santísima Virgen María nos quiere cristianos semejantes a Ella en la vida de oración, de recogimiento interior, de contacto continuo y unión íntima con el Señor, con entrega permanente a la voluntad de Dios. El corazón de María siempre fue un santuario reservado solo a Dios, donde ninguna criatura humana le robó el corazón, reinando solo el amor y el fervor por la gloria de Dios y colaborando con la entrega de su vida a la salvación de toda la humanidad, en total unión con su Hijo Jesucristo y en comunión con los Apóstoles animándolos a la misión, “ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio y entra a formar parte de su identidad histórica” (EG 286).Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María, tal como nos lo ha enseñado el Papa León XIV: “nuestra madre María, siempre quiere caminar a nuestro lado, permanecer cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor”, esa madre que en todas las circunstancias de la vida, aún en los momentos de cruz, nos dice: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5), fortaleciendo nuestra obediencia a la voluntad de Dios, para cumplir con el mandato del Señor: sean mis testigos (Hech 1, 8). Que el Glorioso Patriarca San José, unido a María, Estrella de la Evangelización, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo muchas gracias y bendiciones para vivir el proceso evangelizador de nuestra Diócesis en salida misionera.En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta

Mié 29 Mayo 2024

The Rosary Run: ocho años haciendo lío para Dios, de la mano de la Virgen María

Cerca de tres mil personas participaron en la octava versión del "The Rosary Run" convocado por la Arquidiócesis de Manizales bajo el liderazgo de monseñor de monseñor José Miguel Gómez Rodríguez, arzobsipo de esta jurisdicción y a través de su Pastoral Juvenil, esta vez, bajo el lema “Yo soy tu madre”. Se trata de una iniciativa de evangelización con sello mariano y espíritu alegre que, en una noche, se toma algunas de las zonas más concurridas de las ciudades para decir y demostrar que Dios está vivo y que la Iglesia también.“The Rosary Run ha sido creado para realizarse en plena zona rosa de las ciudades. Lo que se busca con esto es hacerle un poco de contraste al mundo, decirle a las personas que están en estos lugares que nosotros también podemos acercarnos a Dios de una forma diferente y no por eso tenemos que ser aburridos. Vamos cantando, orando, abrazados, de una forma eufórica; también es decirle a ellos que se puede disfrutar la vida de una forma sana”, así lo explica Giovanny Bartolo, coordinador de montaje y música de la actividad en la Arquidiócesis de Manizales.Al final del evento hacen una oración por la ciudad y, al realizarse en el mes de mayo, también realizan una oración especial por las madres, inspirada en la "Madre de Madres".¿Cómo nació "The Rosary Run"?“The Rosary Run” es escencialmente un homenaje a la Virgen María y tiene sus orígenes en el año 2014. Previo a este momento, un grupo de jóvenes de Manizales hacía una actividad denominada “Rosario Juvenil”, en la que se desplazaban de una parroquia a otra rezando el rosario.“Un poco loca la idea de ir rezando por la calle, pero estos jóvenes se atrevieron cuando escucharon precisamente de la invitación que hizo el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en donde dijo “Vayan a las calles a hacer lío”. Y sí, se tomaron muy a pecho el llamado y se fueron haciendo lío por las calles. Una nueva forma de evangelizar y de buscar el Reino de Dios haciendo el rosario”, agrega Giovanny.Con el paso del tiempo la iniciativa de evangelización, ha ido evolucionando en diferentes niveles. Una de estas evoluciones se ha evidenciado en términos de asistentes, pues aunque inició siendo un evento de jóvenes para jóvenes, se han ido sumando sacerdotes, regliosas, diversas comunidades eclesiales y familias enteras. Así mismo, en lo relacionado con la manera de vivir la experiencia, pues ya no solo implica el Santo Rosario y la adoración al Santísimo, sino que también se alternan con otros momentos de encuentro personal con Dios (contemplativos y reflexivos), así como con cantos, lo que ha permitido que sus asistentes generen mayor conexión e identidad con ella, sin importar su edad.Sus organizadores cuentan también que con “The Rosary Run” buscan unir a las personas a través de la oración: “Es una forma en que nos unimos como ciudad para orar por todas las intenciones, por toda la realidades y para también salir a las calles y decirle a la gente que Dios está vivo, que creemos en un Dios vivo y que estamos haciendo lío para Él”, afirma Mateo Ramírez, cordinador general de la actividad.Uno de los mayores retos que ha tenido que afrontar la iniciativa ha sido el de la pandemia del Covid-19, pues luego de haberla vivido, la participación de los fieles en actividades masivas migró mucho más a las plataformas virtuales. Así lo indica el coordinador de montaje: “Después de la pandemia fue un poco complejo porque la gente se tornó mucho a la virtualidad. Antes de pandemia eran casi 5.000 personas las que las que asistían. Pero hemos retomado este proyecto y definitivamente a la gente le gusta la ciudad”.Una iniciativa de evangelización que se ha tomado otras ciudades de ColombiaEn la Arquidiócesis de Manizales explican que “The Rorsary Run” ha sido una iniciativa especial para impactar no solo a quienes ya están cerca de la Iglesia o están vinculadas con un proceso de evangelización, sino también a otras personas de la ciudad, así como a las diferentes instituciones públicas, que también han dado permisos y prestado su colaboración para poder llevarla a cabo. Su acogida ha sido tan especial que otras jurisdicciones eclesiásticas del país también la han incorporado, entre ellas, las arquidiócesis de Barranquilla, Medellín y Bogotá, así como las Diócesis de Fontibón y Riohacha.Precisamente, el pasado 25 de mayo, también se llevó a cabo la octava versión de la actividad en la Arquidiócesis de Barranquilla bajo el lema “María, estrella de la esperanza”. Allí, con la compañía de monseñor Pablo Emiro Salas, arzobispo de esta Iglesia particular, cientos de personas de diferentes edades del departamento del Atlántico se unieron a esta experiencia de encuentro con Jesús, de la mano de la Virgen María. En esta oportunidad, la movilización inició en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y finalizó en la Catedral Metropolitana María Reina.Los diferentes momentos del trayecto en la capital del Atlántico fueron acompañados con la animación de los ministerios musicales Voces de Dios de Sabanagrande, Laus Sacro de Santo Tomás y Fuego y Vida de Soledad.Vea a continuación el informe audiovisual:Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Conf. Episcopal de Colombia (@episcopadocol)

Mar 28 Mayo 2024

María se puso en camino (Lc 1, 39)

Durante este mes de mayo en las comunidades parroquiales y en las familias hemos venerado de manera especial a la Santísima Virgen María, quien con su amor maternal nos enseña a escuchar como discípulos la Palabra del Señor y a ponerla por obra. “La máxima realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de hijo en el Hijo, nos es dada en la Virgen María quien por su fe (Cf Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (Cf Lc 1, 38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de Jesús, es la discípula más perfecta del Señor. Interlocutora del Padre en su proyecto de enviar su Verbo al mundo para la salvación humana, María, con su fe, se hace colaboradora en el renacimiento espiritual de los discípulos” (Documento de Aparecida 266).La obediencia de María al plan divino, es el fruto maduro de su fe profunda, que se manifiesta en el acto de entrega a la voluntad de Dios que pronunció desde el mismo momento en que el arcángel Gabriel le anuncia que iba a ser la madre del Salvador, respondiendo con palabras que expresan la fe y entrega fiel al querer divino: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), afirmando con ello la actitud de fe de María y que Isabel reconoce y lo exclama con entusiasmo en la frase: “¡Dichosa tú que has creído!” (Lc 1, 45), alabándola porque Ella ha creído que lo que ha prometido el Señor se cumplirá, siendo la discípula predilecta del Señor y además misionera en la comunicación de Jesús a toda la humanidad.La fe de María no se queda guardada de manera egoísta en su corazón, Ella de inmediato se pone en camino, para ir en actitud caritativa a servir a su prima santa Isabel, convirtiéndose de esa manera en la gran misionera. “María se puso en camino y fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 39-42).María se puso en camino, es la actitud del misionero que lleva la gran noticia y quiere transmitirla a otros, “María es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros” (DA 269). Todos hemos recibido la gracia de Dios en el Bautismo, que nos ha hecho discípulos misioneros del Señor. Discípulo es el que aprende, quien con corazón dispuesto recibe la Palabra de Dios y la pone por obra. Misionero es el que enseña, es decir aquel que teniendo a Jesucristo en el corazón no puede quedarse con Él, sino que siente un ímpetu interior, un llamado de Dios a comunicarlo por todas partes; así lo expresa el Papa Francisco cuando afirma: “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (Evangelii Gaudium 119).Siempre le hemos dado a María el título de Estrella de la Evangelización y con su salida misionera, forma en nosotros los evangelizadores del presente, un corazón misionero, dispuesto a ir por todas partes a anunciar el mensaje, la palabra y la persona de Nuestro Señor Jesucristo, que es el compromiso de todos los bautizados, como nos lo ha recordado con frecuencia el Papa Francisco en su magisterio: “En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (Cf Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador” (EG 120), que tiene la misión de transmitir a Jesucristo después de tenerlo en su corazón.Renovamos nuestra actitud de oración como María con sus discípulos, para que podamos recibir del Espíritu Santo la fuerza y el fervor misionero para ponernos en camino. Sabemos que “con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María. Ella reunía a los discípulos para invocarlo, y así hizo posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Ella es la Madre de la Iglesia Evangelizadora y sin Ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización” (EG 284). María que conservaba y meditaba todo en su corazón, nos enseña el primado de la escucha y la contemplación de la Palabra en la vida de cada discípulo misionero, para ser como ella, transmisores de la fe que tenemos como un don muy especial en nuestro corazón y que no podemos enterrarlo, sino que se hace necesario comunicarlo en salida misionera, por todos los confines de nuestra Diócesis y parroquias.María que ha vivido por entero toda la peregrinación de la fe como madre de Cristo y luego de los discípulos, aún en medio de las incertidumbres y también la cruz. Ella estuvo al pie de la Cruz, con dolor, pero con esperanza y de allí brotó el espí¬ritu misionero para estar siempre en camino y comunicarnos a nosotros, ese fervor por anunciar a Jesucristo.Nos ponemos bajo su protección y amparo y la custodia del Glorioso Patriarca san José, para que alcancemos de Nuestro Señor Jesucristo, la gracia del fervor misionero que nos ponga en salida para anunciar su Evangelio, después de hacer con el Apóstol Pedro profesión de fe diciendo: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), para salir a comunicar esa fe vivida con toda intensidad y fervor.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de Cúcuta

Jue 2 Mayo 2024

Lex orandi, lex credendi, lex vivendi

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - El mes de mayo está cargado de hermosas y significativas celebraciones que nos sirven, dentro de la pedagogía de la Iglesia, para profundizar en nuestra vida cristiana. La ley de lo que se ora, se cree y se vive, hace parte de la vida del creyente y la liturgia en la Iglesia.Tenemos las fiestas litúrgicas de los santos apóstoles Felipe y Santiago, el 4 y Matías, quien fue elegido en cambio de Judas el traidor, el 14. Siempre la figura de los apóstoles nos remite a la Iglesia primitiva donde ellos asumen con valentía la misión de anunciar lo que “habían visto y oído”. Sobre la columna apostólica se ha construido la Iglesia a lo largo de los siglos. Su presencia está viva en todos los Obispos del mundo que estamos llamados a ser cuidadores de la doctrina católica y animadores de la unidad del pueblo santo de Dios.El 1 de mayo, que es el día del trabajo, la Iglesia propone la figura de San José Obrero, y bajo esta celebración, se invita a orar para que a nadie le falte un trabajo digno y estable. Es la oportunidad para recuperar el sentido del trabajo humano como participación en la obra creadora de Dios. San José interceda por todos los trabajadores, pero también por los empleadores, para que traten de la mejor manera a sus trabajadores, sean justos con ellos y hagan posible que ellos y sus familias tengan realmente una vida digna.Cuatro celebraciones marianas tenemos la alegría de vivir: María Madre de la Iglesia, después de Pentecostés, Nuestra Señora del Rosario de Fátima, el 13, María Auxiliadora el 24 y la Visitación de la Virgen María, el 31.En María tenemos la imagen de quien fuera la llena del Espíritu Santo que, llevando a Jesús en su vientre, se hace servidora de su prima Isabel y con su ida a Ain Karin, lugar donde vivía su prima, nos da ejemplo de servicio. Es la mujer que conoció en primera persona la historia de salvación que su Hijo, Jesús, llevó a cabo. Es la mujer llena de gracia y valiente que acompañó a su Hijo hasta el Calvario, y es ella la que acompaña a los discípulos para recibir en plenitud el gran don del Espíritu Santo en pentecostés.María es la mujer de la oración. Nos enseña que la más plena oración es la que se hace y brota del corazón. De ella se dice que “lo guardaba todo en su corazón”. Por eso, en este año, dedicado a la oración, su vida y enseñanzas son claves para aprender a hacer oración desde el corazón.Dos celebraciones cristológicas se tienen este mes: la Exaltación de la Santa Cruz, el 3, y la Ascensión, el 12. En recuerdo de la tradición en que santa Elena recupera la cruz del Señor, la Iglesia nos pone a meditar en el misterio de la cruz, que en la pascua adquiere su pleno significado. El viernes santo repetimos: “Te adoramos, Oh Cristo y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste el mundo”. Y el hecho de que Jesús hubiera obedecido plenamente al Padre asumiendo la cruz, cargándola y muriendo en ella, hizo que en adelante toda “rodilla se doble en el cielo y en la tierra”, reconociendo a Jesús como su Dios y Señor. De allí que la solemnidad de la ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta de su resurrección, se una perfectamente a la cruz. Porque obedeció, Jesús fue coronado de gloria y dignidad. Para la Jesús, su cruz es el trono de gloria.Con la ascensión estamos llamados también nosotros a aspirar siempre a los bienes celestiales. Jesús sube al cielo para enviarnos el gran regalo del Espíritu Santo.Ese regalo lo celebramos a los cincuenta días de la resurrección, en Pentecostés, el 19 de mayo. Jesús cumple la promesa. Se va a cielo y nos envía el Paráclito, el Consolador, el que, con sus dones de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, si los acogemos con humildad, vamos a crecer en santidad y vivir con coherencia nuestra fe. Y porque todos los bautizados somos templos del Espíritu Santo, hay que dejarlo trabajar en cada uno.Como síntesis de estos misterios de fe, que son los pilares de nuestra religión, la Iglesia nos propone la solemnidad de la Santísima Trinidad.Simplemente recordemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica: “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (Catecismo, 234).Vivamos alegres estas celebraciones litúrgicas, y pidamos al Señor que nos aumente la fe.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali

Mar 5 Dic 2023

Una mirada a La Inmaculada

Por Pbro. Gerardo Andrés Guayacán Cruz- En este tiempo de Adviento la Iglesia nos presenta para nuestra imitación a la Virgen María, en el misterio de su Concepción Inmaculada. María no está distante de la vida del cristiano. La vida de María no debe ser distante para el creyente. Ella representa para la historia de la salvación un lugar privilegiado por ser la elegida, la “llena de Gracia”. Es nuestro deber exaltar el misterio de la Concepción Inmaculada de María que se celebra anualmente en la Iglesia.La Virgen María desde su concepción, fue preservada por Dios de toda la mancha de pecado original. Ella es privilegiada entre todas las criaturas por singular gracia y privilegio para ser la Madre del Salvador, Jesucristo el Señor. Ella, la Virgen Madre, con su “Sí”, confirmó el proyecto trazado no solamente para Ella, sino también para todo el pueblo de Dios que peregrina en este mundo, la Santa Madre Iglesia.La Bula Ineffabilis Deus [Dios inefable] promulgada por Pio IX el 8 de diciembre de 1854 con la cual se declaró el dogma de la Inmaculada Concepción, enseña que “El Dios inefable eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios”.El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) recoge este magisterio en la siguiente enseñanza: “Para ser la madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de Gracia”. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios” (CEC n.490).El papa Benedicto XVI, con un lenguaje profundamente teológico-pastoral mencionó en el Ángelus del 8 de diciembre de 2012 que “María está libre del pecado porque es toda de Dios, totalmente expropiada para Él. Está llena de su Gracia, de su Amor”. El pueblo cristiano ha tenido conciencia de que María “colaboró de manera totalmente singular en la obra del Salvador, por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia” (LG 61). Es Dios quien miró a María con amor; es Dios quien le habló y la eligió para llevar a cabo la obra más perfecta de todas; es Dios quien la consagró entera para su proyecto de salvación; es Dios quien en su seno dio a los hombres la manifestación más excepcional del amor, Cristo Nuestro Señor. Es Ella el modelo perfecto de santidad que todos estamos llamados a imitar, pero es indispensable, para imitar sus virtudes, conocerla, amarla, venerarla; actitudes de una devoción madura a la Santísima Virgen María.

Mié 24 Mayo 2023

Hágase en mí según tu Palabra (Lc 1, 38)

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Avanzamos en este mes de mayo venerando de manera especial a la Santísima Virgen María, y en nuestra Diócesis lo hacemos con el lema del mes: “Caminemos juntos, rezando el Rosario”, que se enmarca con el momento significativo de Nuestra Señora de Fátima, con insistencias pastorales puntuales para el sector educativo y comercial, que nos ayuden a fortalecer la acción misionera en estos sectores de la sociedad y de la Diócesis, que reciben con gozo el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo por medio de la Bienaventurada Virgen María. Recordamos a María como modelo del creyente, reconocida esta virtud en la visita que le hace a su prima Isabel, tal como lo narra el Evangelio de Lucas: “¡Dichosa tú que has creído¡ Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 45), palabras que reconocen la fe de María, en el acto de entrega a la voluntad de Dios que pronunció desde el mismo momento en que el arcángel Gabriel le anuncia que iba a ser la madre del Salvador, respondiendo ella con palabras que expresan la fe y entrega fiel al querer de Dios: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38), afirmando con ello el Evangelio la actitud de fe de María y que Isabel reconoce y lo exclama con entusiasmo en la frase: “¡Dichosa tú que has creí-do!” (Lc 1, 45), alabándola porque Ella ha creído que lo que ha prometido el Señor se cumplirá. Nada es imposible para Dios y esto se hace realidad porque su corazón es un terreno abonado para que la Palabra de Dios germine y pueda dar fruto de buena calidad. La fe de María la dispone a hacer la voluntad de Dios y engendra la virtud de la esperanza, para estar de pie junto a la Cruz del Señor, virtudes, que a la vez dan el fruto maduro de la caridad y por eso en un momento importante de la vida se pone en camino hacia donde su prima Isabel para ejercitar con ella la caridad, la entrega y el servicio desinteresado. De esto da testimonio el Evangelio cuando afirma: “María se puso en camino y fue de prisa a la montaña” (Lc 1, 39), ese ponerse en camino, es la salida misionera de María para comunicar el don de la salvación a la humanidad, que en la persona de Isabel reconoce con las palabras: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42). Como creyentes en Jesucristo reconocemos que el amor oblativo, de caridad sin límites de la Virgen, nace de la comunión que tenía con el corazón de Dios, que la llevó a aceptar ser la Madre del Redentor para entregarle la salvación a todo el género humano, siendo este el mayor acto de caridad para con todos. La caridad y el amor de María por cada uno de nosotros, conduce de inmediato hasta Jesús, una caridad silenciosa, prudente, que de nuevo al pie de la Cruz de su Hijo calla y ofrece por la humanidad en el acto de amor más grande, al redentor del mundo, “la Virgen de Nazaret tuvo una misión única en la historia de Salvación, concibiendo, educando y acompañando a su Hijo hasta su sacrificio definitivo” (Documento de Aparecida #267), siendo esta misión la caridad más silenciosa, pero la más efectiva para cada uno de nosotros. María, al entregarnos a Jesús, nos trae con Él todo el amor, el perdón, la reconciliación y la paz, “como madre de tantos, fortalece los vínculos fraternos entre todos, alienta a la reconciliación y el perdón, y ayuda a que los discípulos de Jesucristo se experimenten como una familia, la familia de Dios” (DA #267) y por eso, siguiendo su ejemplo, en un acto de caridad inmenso hacia nuestro prójimo, estamos llamados a entregar a Jesús a otros, incluso a quienes no lo conocen o abiertamente lo rechazan. Esta es la tarea de la Iglesia, comunidad de creyentes que tiene como vocación y misión comunicar a Jesucristo, como el mayor acto de caridad. Así nos lo enseña el Papa Francisco: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Evangelii Gaudium #14), recordando que la primera obra de caridad que hemos de hacer a nuestros hermanos será mostrarles el camino de la fe. Así lo enseñó san Juan Pablo II cuando dijo: “El anuncio de Jesucristo es el primer acto de Caridad hacia el hombre, más allá de cualquier gesto de generosa solidaridad” (Mensaje para las migraciones 2021), y en esto la Santísima Virgen María, como maestra de la caridad, nos da ejemplo de un amor total a todos nosotros, entregándonos a Jesús y llevándonos hasta Él. La profunda vida interior y contemplativa de nuestra Madre del cielo, nos exhorta a mirar fijamente a Jesucristo y a vivir nuestra fe, esperanza y caridad en la actitud constante de hacer y amar la voluntad de Dios. Hoy repetimos con María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38), para que todo nuestro peregrinar humano y cristiano, con las incertidumbres y tormentas diarias, pongamos nuestra vida en las manos del Padre, con los ojos fijos en el Señor, hasta que lleguemos a participar de la Gloria de Dios. Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María, en todas las circunstancias de la existencia, aún en los momentos de cruz. Que el glorioso Patriarca san José, unido a la Madre del cielo, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo, la fortaleza para hacer en cada momento la voluntad de Dios, para que sigamos siendo discípulos misioneros del Señor. En unión de oraciones, caminemos juntos, rezando el Rosario. Reciban mi bendición. +​​​​​Monseñor José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Jue 4 Mayo 2023

Mayo, mes dedicado a la Virgen María

Por Pbro. José Antonio Díaz Hernández - Iniciamos el mes de mayo, mes que dedicamos de manera especial a fijar nuestros ojos en María, a cultivar y purificar nuestra devoción mariana, porque para nosotros, discípulos misioneros de Jesús, ella es modelo perfecto de vida cristiana y en ella encontramos estímulo, refugio y fortaleza para anunciar a Jesús, salvador del mundo. Podríamos aprovechar, entonces, estos días, para profundizar en el conocimiento y la búsqueda, de una verdadera relación con María, que no quede reducida solo a algunos actos de piedad. Al respecto nos puede ayudar de manera particular la Sagrada Escritura, la teología de los Santos Padres, bajo la dirección del Magisterio. En cuanto a María en el Nuevo Testamento, sólo unos pocos pasajes nos hablan de ella. Sin embargo, a partir de estos textos podemos escuchar su testimonio del modo más atento y preciso sobre la vida de aquella Mujer que se convirtió en una figura singular en la historia de la salvación. Puede parecer asombroso ver cuántas cosas nos dicen estos pasajes sobre la llamada de María por parte de Dios, sobre su camino con Jesús, sobre su relación con él en su niñez y durante su vida pública, sobre su relación con los discípulos de Jesús. De toda esta riqueza sobre la madre de Jesús, me permito compartir con ustedes, los dos grandes amores que estuvieron presentes en la vida de María: el amor a Dios y el amor a los hermanos. 1. El amor a Dios: Tras la explicación del ángel sobre el cómo de la generación del “Hijo del Altísimo” en su seno, María responde confiadamente, “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra” (1,38). El Papa Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús, explica esta respuesta generosa de María, citando una homilía de Adviento de San Bernardo de Claraval. Después de la caída de nuestros primeros padres, todos quedamos sometidos bajo el dominio de la muerte. Sin embargo, Dios busca una nueva entrada en el mundo. Llama a la puerta de María. Con esto, se quiere indicar que Dios necesita la libertad humana, pues no puede redimir al hombre, creado libre, sin un “sí” libre de su voluntad. Por eso la respuesta de María es esperada con expectación por el cielo y la tierra. San Bernardo muestra como el “hágase en mí según tu palabra” es el momento de la obediencia libre, humilde y magnánima a la vez, en la que se toma la decisión más alta de la libertad humana. Estas enseñanzas prueban con claridad que María se convierte en madre por su “sí” generoso. A este respecto, también los padres de la Iglesia han dicho esto mismo cuando afirman que “María habría concebido por el oído”, esto es, mediante su escucha. Por su obediencia libre la Palabra ha penetrado su vida, y ella se ha hecho fecunda (Cf. J. RATZINGER [BENEDICTO XVI], La infancia de Jesús, pp. 42-43). Esta actitud de escucha generosa y libre por parte de María, está motivada por su amor a Dios. Por amor a Dios escuchó, llena de disponibilidad, las palabras del ángel que le anunciaba que iba a ser Madre. No le discute ni le pone condiciones. Ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su alma, con todo su ser (cf. Dt 6,5); amó a su Hijo Jesucristo, y por eso lo acompañó con sufrimiento hasta el calvario y, de pie, escuchó sus últimas palabras y, en su descendimiento, lo recibió entre sus brazos. El Concilio Vaticano II subraya la dimensión profunda de la presencia de la Virgen en el Calvario, recordando que “mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz” (Lumen gentium, 58), y afirma que esa unión “en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte” (ib., 57). Esto es puro amor. 2. Por amor a los hermanos, María también está pronta a socorrer a quien le necesita en cada momento: - Después del relato del anuncio de la concepción de Jesús en el seno de María, la Virgen, San Lucas nos cuenta la visita que esta realiza inmediatamente a su pariente Isabel, es decir, la esposa de Zacarías, madre del que sería llamado “profeta del Altísimo” (cf. Lc 1,39-56). El texto comienza diciendo: “En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judea” (1,39). En este texto, María sale al encuentro de Isabel no solo para ponerse a su servicio, sino también como portadora del Salvador, pues tiene prisa en comunicar la Noticia y en regocijarse con la señal que le ha dado el ángel en Isabel. La referencia de Lucas a la región montañosa, la premura de María y la alegría del ambiente, han hecho pensar a muchos en una velada cita de Is 52,7: “¡Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae las buenas nuevas, que anuncia la salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios!’”. De ser así, María surge en Lucas como la primera mensajera del Evangelio de Dios: lleva desde Galilea a la región de Judá la noticia de la paz, la felicidad y la salvación. Esta interpretación deja ver a una María que es enviada a comunicar la Buena Noticia de su Maestro, una María que no quiere esperar para comunicar la dicha que lleva en su vientre, una María que desde el instante del anuncio del ángel se hace discípula de su Hijo. - Las bodas de Caná (Jn 2,1-11): ¿Qué hace María? Participa en la fiesta y, por tanto, sirve, ayuda, conversa, pero también observa, con cierta distancia, lo que sucede en aquella fiesta. Su distancia atenta y discreta le permite ver lo que, de hecho, nadie ve, como es que el vino se ha terminado. Es decir, María está atenta al momento humano de la existencia, atenta a las situaciones, a las personas y a las cosas (cf. Cardenal C. Maria Martini, María, la mujer de la reconciliación, p. 13ss). - La última referencia de María en los escritos lucanos la encontramos en Hechos de los Apóstoles: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hch 1,14). Ahora, en este segundo libro de San Lucas, María aparece entre la primera comunidad de creyentes, también como discípula, al lado de los otros discípulos compartiendo experiencias de fe. María ha sido llamada a un servicio muy particular respecto a Jesús y a favor del pueblo de Dios, a ella le ha sido dada también la más estrecha vinculación con Jesús. Ella pudo participar en el camino de Jesús desde el inicio hasta el anuncio a todo Israel. En María, madre de Jesús, comenzó la existencia terrena de Jesús y comienza la comunión de los hombres con él. María pertenece a la Iglesia, es decir, a los hombres que creen en Jesús y viven en comunión con él. En esta Iglesia, la madre de Jesús tiene un cometido muy específico y un puesto singular. De lo que se trata es que, en este mes mariano, podamos vivir un auténtico amor hacia María, vinculado, como no puede ser de otra manera, a la misión de su Hijo. Como recuerda el Concilio Vaticano II: “que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (LG, 67). Teniendo en cuenta todo esto, podemos vivir las diversas devociones marianas. Entre ellas, es necesario destacar el Santo Rosario, que es una oración sugerida por el Magisterio de la Iglesia. En la sobriedad de sus elementos, tiene en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual puede decirse que es un resumen. Además, la misma Virgen María, en sus apariciones, ha animado a rezar esta oración. El 13 de mayo de 1917, en su primera aparición en Fátima, María dijo: “Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra” y en su última aparición en ese lugar la Madre de Dios se presentó como la “Señora del Rosario”. El Papa Pablo VI, definió el Rosario como “compendio de todo el Evangelio” (Exhortación Apostólica Marialis Cultus, 42). Por su parte, el Papa Francisco recordó que el 7 de octubre la Iglesia celebra a la Virgen del Rosario, y animó a rezarlo porque “el rezo del Rosario es la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María; es una contemplación sobre las etapas de la vida de Jesús Salvador con su Madre María y es un arma que nos Protege de los males y de las tentaciones” (7 de octubre de 2020). Motivados, por todo esto, podemos vivir nuestro mes mariano. Ha resultado, en muchas parroquias, muy provechoso peregrinar la imagen de María de casa en casa, y rezar el rosario, y, el último día del mes de mayo, hacer la coronación de la Virgen. Es, asimismo, propicio en este mes, dar una catequesis y un curso de apologética sobre el papel de la Virgen en la historia de la salvación y en nuestras vidas, habida cuenta de la confusión que siembra en los corazones de los católicos la predicación agresiva de algunos grupos religiosos, muy presentes en nuestro territorio diocesano. Pongámonos en este mes de mayo y en toda nuestra vida bajo el auxilio de María, y contemos siempre con su ayuda ante nuestras necesidades para lograr ser nosotros, a imagen suya, verdaderos discípulos de Jesús. P. José Antonio Díaz Hernández Sacerdote de la Diócesis de Santa Marta