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Opinión

Dom 28 Ago 2016

Jesús, el Maestro, el Señor

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Ahora Jesús, el Maestro y Señor, se encuentra en Jerusalén, la capital. Jerusalén es como toda ciudad capital, el centro de la administración y el lugar de convergencia de todos los ciudadanos. Allí se llega para realizar las principales acciones. Como centro de atracción en el campo religioso, se encuentra el gran templo, su majestuosidad y hermosura, era motivo de orgullo y punto de encuentro para todo buen judío. Jesús es invitado a comer en casa de un fariseo, ésta invitación tiene dos particularidades: 1. Es sábado, día sagrado, día de descanso y día prohibido para realizar cualquier acción así sea en beneficio de alguien. 2. Los mismos fariseos le están espiando – observando. Sin recortar los versículos 2-6, del texto bíblico, se encuentra que Jesús, en éste ambiente de invitado, sin restricción ninguna y con una libertad absoluta, frente a la ley y frente a quienes le invitan para espiarlo, realiza una acción de misericordia infinita: cura a un enfermo, se trata de alguien que sufre de hidropesía, Jesús, el Señor, le devuelve la salud y desde allí se desenvuelve la narración preciosa del evangelio de hoy. Jesús, el Maestro y el Señor, de observando pasa a ser el observador, de invitado pasa a ser el protagonista de la acción. ¿De dónde parte su enseñanza?, no de una teoría, no de algo que Él se imagina. Su gran lección inicia con aquello que está observando: “Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo”… La pedagogía de Jesús es práctica y contundente. Jesús enseña con su propia vida. Recordemos que es a los fariseos a quienes Él llama sepulcros blanqueados e hipócritas, y sin embargo, está allí, en casa de un fariseo, también ellos son objeto de su mensaje, también están invitados a la conversión. También están convocados a hacer parte del Reino de Dios. Ya lo decía el evangelio del domingo anterior, la salvación es universal, “Vendrán de oriente y occidente”. El evangelio de hoy tiene algo muy importante y central que decirnos: Jesús va por la vida enseñando: Jesús a donde va tiene claro que su misión es introducir la semilla del Reino de Dios, que debe generar en las personas una manera nueva de pensar y obrar. Nosotros hermanos, debemos ir al estilo de Jesús, por la vida enseñando, no debemos ser prevenidos, debemos obrar con libertad y sobre todo con limpieza de corazón. Un corazón recto y honesto no encuentra limitación para ir donde las personas de cualquier condición de raza, credo o clase social. El cristiano de verdad, verdad, es universal, porque universal fue su Maestro y Señor. Jesús lleva a repensar la vida: No lo hace con simples frases de efecto, ni con estrategias de márquetin, no. Jesús realiza su misión con análisis profundos y lo hace a través de la observación, la enseñanza y una aplicación práctica para la vida. Jesús va más allá de las reglas previamente establecidas por la cultura en sus diversos ámbitos sociales, económicos, políticos y religiosos. Para Jesús, el Maestro y Señor, lo importante es la persona en su contexto, en su situación, en su dolor, en su esperanza… A esto nos está invitando el Papa Francisco en el hoy de nuestra iglesia, dice el Papa, que todos, pero de una manera especial los laicos deben ser hoy los mejores transmisores de la fe, allá en su medio…, donde se desarrolla su vida cotidiana. El Papa está invitando a los laicos a ser fermento de esperanza y de vida cristiana en el mundo de la política y de la vida pública. Jesús entra en la vida cotidiana: El mundo presenta la vida como un hecho ya configurado, allí entra Jesús para enseñar que la vida está en construcción y para hacer entender que no todo está hecho, que es necesario confiar en Dios y en los demás. Jesús, el Maestro y Señor, va a la vida de cada ser humano y de cada comunidad para cuestionar y proponer. Con está dinámica del evangelio hace emerger de dentro de las conciencias desnudas la fuerza renovadora del Reino de Dios. Jesús, el Maestro y Señor, propone a sus interlocutores que descubran la mano creadora del Padre en medio del mundo y en medio del impulso arrollador del Espíritu Santo, quien es el único que realmente moldea el corazón de las personas según el querer de Dios. Con éstos criterios miremos la segunda parte del evangelio, su enseñanza y su aplicación. Enseñanza y aplicación válida también para nosotros hoy: “Cuando te conviden a una boda”, no estés preocupado por ocupar los primeros puestos. La enseñanza se da en el ambiente de una boda. Pero el mensaje es universal. La invitación es a tener presente que en la vida cristiana no pueden existir rivalidades por ocupar puestos de honor. La Palabra lo dice: “Los jefes de las naciones los tiranizan, pero no puede ser así entre ustedes; el primero de ustedes sea su servidor”. ¡Qué bueno entender mis queridos hermanos, que el secreto del buen cristiano es el servicio honesto y sin pretensiones! ¿Por qué tanto afán por ascender en los cargos, será por servir más y mejor o será por envidia, rivalidades o simplemente por avaricia? Por qué la corrupción, las divisiones y las peleas por cargos, será para buscar de verdad el bien común o será para ostentar poder y así sacar tajada para mis intereses personales? Pensemos algo más: ¿a quiénes invitamos a que sean nuestros amigos?, ¿con qué interés nos relacionamos unos con otros? La enseñanza del evangelio finalmente es contundente: “el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. La invitación es a que aprendamos de la vida. “Es la vida la que lo forma a uno”. No podemos andar por el mundo poniéndonos zancadillas los unos a los otros; debemos ser coequiperos, debemos impulsar nuestra unidad. El Papa francisco dice: “La unidad es superior al conflicto”. Si algo necesitamos, hermanos, entre nosotros, es unidad. Unidad e integridad de vida, vida equilibrada, vida honesta. Necesitamos unidad familiar, unidad en nuestros barrios y veredas, unidad en nuestros municipios, unidad institucional. Unidad, unidad…, sin unidad nos reventamos y nos revientan, pongámonos de acuerdo y luchemos por aportar esperanza y fraternidad. Jesús no desacredita la necesidad humana de compartir con quienes están a nuestro alrededor, que generalmente son nuestros amigos, no. Pero si invita a ir más allá: a tener en cuenta las necesidades de nuestros hermanos: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”. En el lenguaje del Papa Francisco, se trata de ir a las periferias, ser callejeros de la fe. La invitación es a salir de nuestra zona de confort, a desinstalarnos para poder avanzar y permitirle a Dios que haga su obra. El Espíritu Santo nos dé la gracia de ser dóciles a sus mociones y sus impulsos. El Corazón Inmaculado de María, nos acompañe a recorrer las sendas de la fidelidad al evangelio. Aprovechemos el testimonio de nuestra madre, siendo sencillos, obedientes y simples en la vivencia de nuestra fe. No le pongamos mucha parafernalia a nuestra fe y se hará mucho más sencillo y simple vivirla. Tarea: Continuar la lectura del libro del Cantar de los Cantares. Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Vie 26 Ago 2016

La mirada de un mendigo

Por: Mons. Gonzalo Restrepo - La mirada de un mendigo es triste y melancólica. En sus ojos se descubren los sinsabores de la vida y la tragedia de sus días, aquellos a través de los cuales tiene que mendigar para subsistir. Hoy, no me he resistido y me he quedado mirando fijamente al mendigo de la esquina. Lleva varios años allí tendido en la acera y ya ni siquiera tiene que hablar. Quienes le conocemos, lo vemos, lo miramos y él nos mira, extiende su mano y alguna moneda cae en sus palmas. Pero hoy, se ha quedado mirándome; y yo también le miré. Cualquier moneda puse en sus manos y seguí mi camino, pensando y reflexionando. Yo pudiera ser ese mendigo y no lo soy. Me pudiera faltar una pierna como a él, y tengo las dos. Pudiera estar peludo, barbado, mal oliente y desgreñado, sin importarme nada, y sin embargo soy de los que la gente llama un señor, o el doctor, o el ingeniero, o el arquitecto, o el sacerdote, o cualquier otro, pero con nombre y reconocido por muchos. A este mendigo ¿quién podrá reconocerlo? Creo que muy pocas personas. Quienes pasamos junto a él, y ni siquiera sabemos su nombre. Después de haber reconocido su mirada he quedado impactado. Esa mirada me reclamaba cariño, paciencia, perdón, y sobre todo, amor y compañía. Era una mirada de dolor y de desesperanza. El piensa: Nadie me espera. A nadie le importo. No tengo más que este pedazo de acera para estar, y en las noches me resguardo en cualquier parte. Estoy solo, necesito cariño, necesito que alguien piense en mí. Era una mirada de vergüenza, de desaliento y angustia. Cada día que pasa me vuelvo más viejo y cada día me siento más solo y despojado. Todo esto pude leer en la mirada del mendigo. ¿Por qué yo no soy un mendigo como él? ¿por qué yo tengo una familia y él no? ¿por qué yo tengo un trabajo, una profesión, un oficio, y él no? ¿por qué yo soy de lo que llamamos normal, y él no? No quiero responderme porque a muchas preguntas no tengo respuestas claras y sinceras. Lo único que quiero es descubrir, a través de esa mirada una llamada a mi corazón: tendré que ser mejor que siempre, no desaprovecharé el tiempo, trabajaré con amor y no sólo por el dinero como un mercenario; trataré de ser más justo con todas las personas, brindaré más cariño y seré más detallista; no daré lugar ni a la pereza, ni a la tristeza, ni a la ingratitud. Hoy, a través de la mirada del mendigo de la esquina, he descubierto la mirada de Dios, de Aquél en quien varias veces he dudado. Del Dios del amor y de la justicia, del Dios de todos los hombres. En su mirada he descubierto la mirada de todos los hombres que sufren la guerra y la injusticia, la soledad y el desprecio de la sociedad, el hambre y la desnudez. De los hombres que no tienen voz y que luchan por sobrevivir. En la mirada de aquel mendigo seguiré recreándome porque a través de ella he podido mirarme, mirar el mundo que me rodea con todas sus injusticias e inclemencias; mirar la humanidad sufriente y sobre todo, reconocer la voz de Dios que de lo más débil se vale para mostrarnos su fortaleza, y en lo más pobre nos refleja su gran riqueza. No hay otra mirada más limpia y acuciante que la de un mendigo. En sus pupilas, al reflejarse la humanidad doliente, también se manifiesta el Dios de todos los tiempos, de todas las historias y de todas las culturas. Por eso, puedo decirles: “he conocido a Dios a través de la mirada de un mendigo”. Nunca desaproveches la mirada de un mendigo. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Mié 24 Ago 2016

Atrevida intervención del estado

Por Mons. Froilan Casas - La familia es un bien natural inalienable. La familia tiene unos principios rectores de comportamiento social que deben ser respetados. Ordinariamente los regímenes totalitarios de derecha o de izquierda han pretendido siempre introducirse en el fuero interno de las familias. El Estado, en una sociedad democrática, ofrece educación a los niños, pero a la par respeta las creencias de los ciudadanos, -obviamente creencias que permitan el desarrollo de la convivencia ciudadana-. La educación sexual es fundamental en toda sociedad civilizada. Pero el Estado tiene sus límites en ofrecerla. Los padres de familia son insustituibles en la formación de sus hijos. La educación sexual que se ofrece en los establecimientos educativos no puede suplantar el papel de los padres en la orientación y formación sexual de sus hijos. Los padres deben estar atentos ante cualquier pretensión del Estado en imponer, sutil o abiertamente un “modo” de educación con orientaciones que obedecen a un horizonte hermenéutico materialista. El hombre no es solo fisiología, es también sicología y valores religiosos. No cabe duda que los gobiernos de turno a través del Ministerio de Educación Nacional, deben ofrecer una respetuosa y científica educación sexual. Los padres de familia deben estar vigilantes para que en las instituciones educativas impartan una seria educación sexual. Los padres de familia deben asociarse y protestar enérgicamente cuando un Estado totalitario capitalista o comunista pretenda imponer un determinado enfoque, sesgado y tendencioso, de instrucción sexual. Y no nos traten de trogloditas porque pensamos distinto. Tenemos, como ciudadanos qué opinar y hacernos sentir. Que no castren nuestro pensamiento so pretexto que estamos en una sociedad libre. Claro que una sociedad libre, pero a la vez, esto nos da derecho, como a los otros de expresar nuestros enfoques de vida. Que no nos vengan a mutilar nuestro pensamiento por darles gusto a los autodenominados librepensadores. Permítanos disentir y proponer. Esa es la verdadera democracia. Invito a los parlamentarios cristianos católicos y a los cristianos de confesiones distintas, a defender en el parlamento, -laboratorio de las leyes- el derecho íntimo e interno de las familias a exigir respeto por la formación sexual de sus niños. Se entiende que tal formación, derecho de las familias, no vaya en contra del Bien Común y de los valores naturales que exige una convivencia pacífica en una sociedad pluralista. Los planes y programas de educación sexual tienen mayor libertad cuando se trata de la educación secundaria y universitaria. Ya el chico tiene unos fundamentos vividos en su familia que le permiten tener discernimiento para ser crítico frente a lo oído, leído o visto. Lo que sí es claro es el derecho que tienen los padres de formar a sus hijos. En un Estado totalitario y marxista se llegaba a la escuela a hacer un ejercicio monstruoso: se le decía a los niños que le pidiesen a Dios pan. Obviamente el pan no aparecía. Entonces, a renglón seguido le decían: ahora pidan a Stalin pan. Inmediatamente llegaban las bolsas llenas de pan. Conclusión: Dios no existe. ¡Qué adoctrinamiento tan asqueroso y nocivo! Nunca como ahora los cristianos debemos estar atentos para que los gobiernos no gobiernen en contra de nuestra cultura. Monseñor Froilan Casas Obispo de la diócesis de Neiva

Lun 22 Ago 2016

Postulados sobre la paz

Por Monseñor Ricardo Tobón -Estamos viviendo en el país un momento complejo e importante. De una parte, se presenta una oportunidad para reducir la violencia y los atropellos que ha generado uno de los grupos armados al margen de la ley y, de otra, no se sabe a ciencia cierta a qué precio se llegará a ello. Si bien aparecen en nuestra sociedad algunas personas muy confiadas en los acuerdos que se están pactando en La Habana, otras, más bien, se encuentran en la incertidumbre y lamentan el desconocimiento y la confusión que rodean el “proceso de paz” iniciado. La paz nunca estará hecha; es un camino permanente, largo y arduo. En esta situación se me ocurren unas reflexiones que podrían ayudar a discernir la decisión que consciente y libremente debemos asumir en el próximo plebiscito; porque, en este momento, no es posible la indiferencia. Son como unos elementos de juicio o postulados para reflexionar y dialogar sobre este tema, a fin de formarnos políticamente, de crear convergencias y de hacernos responsables de las posiciones que debemos tomar. Todos queremos la paz, porque responde a una necesidad profunda de la persona humana y de la sociedad. No podemos politizar la paz o reducirla al pequeño proyecto de cada uno. La paz auténtica empieza en el corazón de cada persona; es artesanal. Si desarmamos los guerrilleros y armamos los corazones no vamos por buen camino. Todo proyecto que polarice al país le sirve más a la guerra que a la paz. Ninguno es dueño de la paz; cuando alguno se la apropia, la mata; si la paz no es de todos, no es paz. La paz es posible; no es una utopía o un espejismo. Cuando se percibe que la búsqueda de la paz no es recta, no es desinteresada, no mira al bien común, el pueblo ya no pide paz sino justicia. Cuando se pierde la verdad, tampoco se encuentra la paz. Para que haya paz, en cualquier ámbito, todos tenemos que ceder algo. Dialogar y negociar en un conflicto es mejor que pelear. Si aceptamos que podemos negociar y acordar algo para el bien de todos ya se ha logrado mucho. Un diálogo en el que las partes se cierran en sus propios intereses no es diálogo, porque no es búsqueda de la verdad y el bien. Sólo la rectitud y la verdad llevan a la confianza, condición indispensable para cualquier negociación. No todo es negociable en un estado de derecho. Para llegar a la paz no basta hacer acuerdos, hay que poner también otros elementos esenciales como educación, justicia social, solidez institucional. Si el pueblo no participa en la negociación, no la asume; gente por fuera de un acuerdo es siempre gente alzada en “armas”. Un buen acuerdo no hay necesidad de imponerlo por la fuerza, por el miedo o por la publicidad; si es bueno, por sí mismo atrae. La negociación hay que hacerla bien; de una paz mal negociada puede venir un conflicto peor. Cuando se acuerda la paz no basta dejar fusiles y bombas, hay que dejar también otras armas más peligrosas como el egoísmo, el engaño, la injusticia y la astucia. El diálogo y la negociación son efectivos cuando, en realidad, se dan el perdón y la reconciliación. De nada serviría firmar la paz con un grupo y acrecentar el odio y la división en el país. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Sáb 20 Ago 2016

Señor, ¿serán pocos los que se salven?

Por Monseñor Omar de Jesús Mejía - Estamos ahora en el corazón del camino que ha emprendido Jesús con sus discípulos hacía Jerusalén. Jesús, Maestro y Señor, va formando a sus seguidores y a su paso a todos aquellos con los cuales entra en contacto. Alguien, “uno le preguntó”: Señor, ¿serán pocos los que se salven? La pregunta es espontanea, sin embargo, es necesario resaltar que era una pregunta muy normal en la época de Jesús, porque igual que hoy había en Israel muchos predicadores y profetas que ofrecían salvación, haciendo pensar que cuando se habla de salvación sólo es necesario enfocarla desde el bienestar y el confort, lo que hoy llamaríamos “calidad de vida” y no es así. Salvación en clave bíblica es comunión con Dios, lo que significa comunión con su querer, con su pensar, con su ser… Una persona que rechaza el querer de Dios, no es rechazada por Él (Dios no rechaza a nadie), se trata más bien de un rechazo personal, con el cual se excluye así misma de la salvación. La salvación consiste en la comunión eterna con Dios que es la fuente y la plenitud de la vida. “He venido para que tengan Vida y Vida en abundancia”. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. “Quien me sigue no camina en tinieblas sino que tendrá la luz de la Vida”. Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús le dice al personaje y hoy a nosotros: Esfuércense en entrar por la puerta estrecha. La pregunta nuestra sería: Señor, ¿Nos salvaremos? Como lo muestra la enseñanza de Jesús, Dios no hace más que confirmar la opción (decisión) de cada persona. Cada uno de nosotros, mis queridos hermanos, tiene que preguntarse por la salvación, la cuestión clave está en la manera cómo cada uno enfoca la cuestión. Es necesario que la pregunta por la salvación, por la Vida Eterna, por la trascendencia, vuelva a ser central en nuestra vida cristiana. El mundo de hoy nos ha hecho perder éste horizonte. Hoy nos hemos quedado muy anclados en el mundo terrenal y se nos ha perdido el horizonte de la eternidad. El evangelio de hoy es central y es necesario asumirlo como tal. La Palabra de Dios no puede dulcificar nuestra relación con Dios y nuestra relaciones entre nosotros. La Palabra de Dios nos tiene que confrontar de cara a la eternidad. No somos plantas, nos somos simplemente animales, somos “imagen y semejanza de Dios”, poseemos por lo tanto semillas de eternidad, semillas de divinidad. Dios nos ha creado con capacidad de ir hacía Él. dice San Agustín: “Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en Ti”. Hermanos queridos, la salvación es “don de Dios”, es un regalo, un ofrecimiento, es atracción divina; por lo tanto, es también, necesario explícitamente aceptarla y asumirla con responsabilidad y compromiso. Dios no obliga absolutamente a nadie, siempre ofrece, pero da libertad. También San Agustín insiste: “Dios que te creo sin ti, no te salvara sin ti”. ¿Qué es entonces entrar por la puerta estrecha? Es entrar en comunión de vida con Jesús, es aceptar su enseñanza sin matices, porque con Jesús no hay media tinta; a la Palabra de Jesús, se le cree o no se le cree. Con el evangelio no se puede ser claro oscuro, con Jesús, se es o no se es y basta. Recordemos: Jesús no es un maestro, es el Maestro. Jesús no es un señor, es el Señor. Lo peor que nos puede ocurrir es acomodar la Palabra de Dios a nuestros gustos y necesidades y creer que la salvación se compra, no hermanos queridos. La salvación consiste en entrar en Jesús, Maestro y Señor y permanecer en Él. La salvación es entonces vivir según los cánones de la Palabra de Dios. Hermanos, es una mala decisión dejar para la vejez la preocupación por la salvación. Puede ser que se nos haga demasiado tarde, no permitamos que se nos cierre la puerta. Cuanto más nos alejemos del camino del Señor, más y más, tendremos que desandar cuando queramos volver a sus brazos misericordiosos. San Agustín insiste: “Temo a Dios que pasa y no se si volverá a pasar”. Hermanos, entendamos otra cosa: La plenitud y la riqueza de nuestra vida humana consiste también en la plenitud y la profundidad de nuestras relaciones con las demás personas. Por eso, entremos ya por el camino estrecho del perdón, de la verdad, de la justicia, de la fe, de la esperanza…, y dejemos atrás el camino amplio y aparentemente cómodo del odio, la venganza, la incredulidad, el adulterio, la fornicación, la corrupción, el chisme… El evangelio de hoy es una invitación a ser discípulos del Señor, de verdad, verdad. Jesús quiere ganar nuestro corazón, pero él no acomoda el mensaje para agradarnos sin más. Porque nos ama nos dice la verdad, no importa que haya verdades incómodas. El evangelio de hoy nos deja bien claro que la salvación no es cuestión de números, no es una realidad cuantitativa, sino cualitativa. El evangelio nos deja clarísimo que todo el que quiera puede ser salvado, siempre y cuando oriente su vida hacía la dirección correcta. La preocupación por la salvación debe concentrarnos en un obrar según la justicia (Lc 11,42; 13,27), que no es otra cosa que configurar la vida con la vida de Jesús. Por lo tanto, los buenos propósitos no son suficientes, hay que “hacer” cosas concretas para entrar. Es verdad la salvación es un don de Dios, es decir, es Dios quien salva, pero también es verdad que Dios nos toma en serio como personas libres y voluntarias. La salvación es un don de Dios que tenemos que conquistar con la “fidelidad a nuestro sí constante” (todos los días debo decirle sí al Señor). No basta con conocer muchas cosas del Señor, no basta con ser bautizados, no basta con practicar actos de piedad. Es necesario vivir insertos en Él, es necesario permanecer en Él y desde Él permanecer en el amor al hermano. Finalmente hay que decir que el evangelio de éste domingo es una nueva invitación a la conversión. Siempre será posible para todos, óigase bien para todos: “El cielo”, como plenitud eterna; el cielo es Dios mismo, dado y aceptado en su plenitud, tal y como es, con sus bondades y sus exigencias. El cielo es plenitud de Dios. Siempre será posible el infierno, que es Dios mismo como ausencia, el infierno es ausencia de Dios. Siempre será posible el purgatorio como estado de purificación. “El purgatorio es en definitiva, el gran medio escogido por la infinita misericordia de Dios para llenar el cielo de antiguos pecadores, sin mengua ni menoscabo de su infinita justicia. !Pobres de nosotros si no hubiera purgatorio¡” (Antonio Royo Marín). En el purgatorio no todo es dolor y pena, allí también hay consuelo. El padre Royo Marín nos habla de los consuelos del purgatorio: La certeza de la salvación eterna; la plena conformidad con la voluntad de Dios; el gozo de la purificación; el alivio continuo; la asistencia espiritual de la Virgen María y del ángel de la guarda. “El purgatorio es una misteriosa mezcla de sufrimientos indecibles y de alegrías inmensas e inefables consolaciones”. (Royo Marín). Tarea: Leer meditar y orar el “Cantar de los cantares”. Por Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de la diócesis de Florencia

Vie 19 Ago 2016

El derecho a disentir

Por Monseñor Froilán Casas - El disentir es una de las expresiones de la verdadera democracia. Obviamente este derecho se debe enmarcar dentro del respeto a las leyes. Una democracia que no tenga oposición no es democracia, es dictadura de partido. Un monopolio de partido es una dictadura disfrazada. Recientemente ante la política de gobierno presionada por organismos internacionales, que quiere imponer la ideología de género en la educación escolar, los cristianos católicos y otros cristianos de Iglesias separadas, salimos a protestar por la injuriosa intromisión del Estado al pretender suplantar a los padres de familia en el derecho inalienable de dar formación sexual a sus hijos. En un Estado democrático, los gobiernos ayudan a los padres en esta tarea, pero no los sustituyen. Se debe respetar la identidad cultural de un pueblo. Las creencias hacen parte vital de la cultura de un pueblo. Los cristianos católicos, siguiendo la ley natural, afirmamos que el sexo no es cuestión de elección, el Creador ha dotado a la naturaleza humana de esta dimensión esencial a la persona humana. Pretender afirmar que la escogencia de género es una cuestión cultural, es un pecado contra el Creador, es negar el plan de Dios en la creación humana. ¡Qué soberbio y atrevido que ha sido el hombre en toda su historia! Se quiere borrar a Dios de la ciudad humana. En todas las épocas, los regímenes totalitarios de derecha o de izquierda han buscado negarles a los padres el derecho de educar a sus hijos. Esto no es nada nuevo. La Iglesia católica siempre se ha opuesto a tal abuso del Estado, -por decir lo menos-. Defendemos el derecho inalienable de los padres de educar a sus hijos, sobre todo en materia sexual. Un Estado laico no es el que masacra las creencias de un pueblo, es el que las respeta. Los cristianos católicos somos ciudadanos y como tales tenemos el derecho a disentir ante políticas gubernamentales que atenten contra nuestros principios. Los gobernantes, que son elegidos por el pueblo, no deben olvidar que sus electores, en su gran mayoría son creyentes y, por lo tanto deben ser respetadas sus creencias. Traiciona y lacera un gobernante a un pueblo que lo ha elegido cuando pisotea sus valores religiosos. Quienes pretenden implantar la ideología de género, ¿por qué no se van a los países de cultura musulmana y la proponen a ver qué les pasa? Nuestros permanentes depredadores nos quieren reducir a las sacristías para que les hablemos a personas octogenarias o nonagenarias; salir a la plaza pública es “meterse en política”. Si lo hacen otros grupos religiosos, sociales o culturales, eso es algo normal. Nos quieren mutilar y reducir al ostracismo de las mazmorras. Los padres de familia deben estar atentos a vigilar con sumo cuidado las políticas educativas. Ellos son quienes determinan la orientación religiosa de sus hijos. Defenderemos siempre el respeto a toda persona independientemente de su sexualidad, etnia, partido o religión. Las situaciones sexuales de cada persona deben ser respetadas; censuramos todo matoneo o acoso escolar en esta materia; esto es infame y denigrante. Afirmamos sin ambages que todo ser humano es imagen y semejanza de Dios. Monseñor Froilán Casas Obispo de Neiva

Mié 17 Ago 2016

"Queremos la original"

Por Monseñor Ricardo Tobón - La multitudinaria marcha en defensa de la familia, realizada el pasado 10 de agosto en varias ciudades del país, brotó de la entraña misma del pueblo. Algunos la descalificaron y varios medios de comunicación la ignoraron, pero en el fondo nos mostró a todos que el sentido común indica que hay realidades fundamentales de la vida, como la familia, que no se pueden maltratar sin que peligre toda la estructura humana y social. El mismo Gobierno Nacional vio la gravedad del reclamo popular y dio marcha atrás, probablemente hasta otra ocasión que vea más favorable para su propósito. La verdad es que, como ha denunciado el Papa Francisco, hay una colonización ideológica para imponer, entre otras, la ideología de género. La plataforma de lanzamiento ha sido la ONU, que trabaja desde 1990 para que las Conferencias Mundiales y los programas de Naciones Unidas incluyan los objetivos de género. En concreto, en el Fondo para la Población, UNICEF, UNESCO y OMS se han elaborado muchos documentos y propuestas con categorías propias de esta ideología. Desde las Naciones Unidas va pasando a todos los países, donde se difunde por los medios de comunicación y a través de diversas actividades en los centros educativos. Como hay fuertes presiones económicas y políticas sobre los Estados, casi todos van cediendo sin que importe ni la verdad y la libertad de las personas, ni la democracia. La ideología de género pretende, en primer lugar, liberar al ser humano de su biología; cada uno puede escoger su sexo. Ya no se admite que la “naturaleza” tenga algo que decir; cada uno puede modelarse a su gusto, para sentirse libre y liberado. Es una insurrección contra los presupuestos biológicos; el sexo se escoge o se cambia de acuerdo con el rol social y cultural que se asume. De otra parte, esta ideología ve el matrimonio y la familia como dos modos de violencia permanente contra la mujer y por tanto como instituciones que deben desaparecer. Igualmente, ve la organización familiar y social como una estructura de poder y un instrumento de discriminación para la minoría con sexualidad diversa. Por tanto, hay que imponer una liberación, que acabe con todas las inhibiciones o represiones de la sociedad contra el instinto sexual. Los criterios para actuar son el egoísmo, la satisfacción de las necesidades y lo que más conviene. En pocas palabras, se puede hacer con el cuerpo lo que se quiera, pues el fin de la sexualidad es el placer. Los riesgos de esta ideología son muy grandes, pues la persona entra en una ambigüedad frente a su identidad, puede perder el sentido de la vida, no sabe conducir su propio desarrollo humano, no logra realizar adecuadamente sus relaciones interpersonales y familiares y pone en grave peligro toda la vida social. Si cambiamos los fundamentos éticos por el relativismo, donde no existe un orden real y objetivo que todos debemos respetar, cada uno decide dónde está el bien y dónde está el mal, todo queda permitido y no nos espera sino el enfrentamiento mutuo a partir de las diversas posiciones particulares. Ante esta realidad pareciera que algunos legisladores y jueces hayan perdido la conexión con la realidad y el sentido común que tiene el pueblo cuando sale a las calles a pedir que no se trastorne el orden natural de la familia, diciendo: “Queremos la original”. Esta situación es un llamamiento para que los padres de familia hagan valer el derecho primario e inalienable que tienen sobre la educación de sus hijos, para que las familias valoren lo que son y luchen por realizar lo que significan en la sociedad, para que entendamos que la ideología de género no mejora la educación y para que comprendamos que no se defienden los derechos de una minoría ni se evitan la discriminación y la intolerancia atropellando el orden natural y social. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 15 Ago 2016

El renovado compromiso de la familia en la educación.

Por Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez - La masiva participación de hombres, mujeres, papás, mamás, abuelos, hijos y hermanos en las plazas y calles de prácticamente todo el territorio colombiano, todos en torno de la defensa de la familia y de su derecho de participar activamente en la construcción de las políticas de educación, ciertamente es un signo de esperanza que muestra que en Colombia las conciencias siguen despiertas. Si bien es cierto que el Gobierno colombiano ha hecho pública su posición ante el debate propuesto, es útil continuar el análisis, pues, como sucede reiteradamente en nuestro país, no es raro que dentro de un tiempo no lejano, vuelva a debatirse el mismo tema. Por ejemplo, en Cali, se tuvo prácticamente la misma discusión en el año 2010, promovida por la Oficina de Inclusión Social de la Alcaldía, que promovía en las escuelas el programa intitulado “con la diversidad sexual y de género. ¡todo bien!”, el cual fue retirado por el Ministerio de Educación Nacional por las mismas razones de ahora. El Pontificio Consejo para la Familia, el 23 de octubre de 1983, publicó LA CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA. Es importante conocer el documento, que consta de una introducción, una descripción de la misión de la familia, para concluir con el elenco de los derechos de la familia descritos en 12 artículos. Por el momento actual de Colombia, en particular lo que se vive en torno de la discusión sobre la educación y el papel de las familias en ella, considero muy pertinente presentar el artículo 5° de esta Carta de los Derechos de la Familia, que vale la pena difundir ampliamente: “Por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho originario, primario e inalienable de educarlos; por esta razón ellos deben ser reconocidos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben recibir también de la sociedad la ayuda y asistencia necesarias para realizar de modo adecuado su función educadora. Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Las autoridades públicas deben asegurar que las subvenciones estatales se repartan de tal manera que los padres sean verdaderamente libres para ejercer su derecho, sin tener que soportar cargas injustas. Los padres no deben soportar, directa o indirectamente, aquellas cargas suplementarias que impiden o limitan injustamente el ejercicio de esta libertad. Los padres tienen el derecho de obtener que sus hijos no sean obligados a seguir cursos que no están de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. En particular, la educación sexual —que es un derecho básico de los padres— debe ser impartida bajo su atenta guía, tanto en casa como en los centros educativos elegidos y controlados por ellos. Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa. El derecho primario de los padres a educar a sus hijos debe ser tenido en cuenta en todas las formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y particularmente en las formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una voz en el funcionamiento de las escuelas, y en la formulación y aplicación de la política educativa. La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación social sean instrumentos positivos para la construcción de la sociedad y que fortalezcan los valores fundamentales de la familia. Al mismo tiempo ésta tiene derecho a ser protegida adecuadamente, en particular respecto a sus miembros más jóvenes, contra los efectos negativos y los abusos de los medios de comunicación. Las familias tienen unos derechos relacionados con su misión educativa que les son propios, y que deberían ser no sólo conocidos sino respetados y tutelados. Entre éstos, destaco el literal e) que presenta el derecho de los padres de familia de participar activamente con los maestros y autoridades escolares “en las formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una voz en el funcionamiento de las escuelas, y en la formulación y aplicación de la política educativa”. Lo que queda El despertar de la familia en el papel que tienen ante la educación de los hijos. Ha sido históricamente una verdadera dificultad, el hecho de involucrar responsablemente a la mayoría de los padres de familia en la educación de los hijos. Muchos han olvidado que el papel de la escuela es subsidiario, y que ellos son los primeros responsables. ¿Cuántos padres de familia conocen los manuales de convivencia de la escuela de sus hijos? ¿Cuántos participaron activamente en su construcción y aprobación? Los números 274 a 286 de la Exhortación Postsinodal Amoris Laetitia del Papa Francisco, dan luces muy importantes para llevar a cabo la participación de las familias en la educación de sus hijos. Poner sobre la mesa el tema de la educación integral que debe ser ofrecida por el Estado y los maestros. Y cuando se habla de educación integral me refiero a aquella que propende por la formación de personas que no sólo adquieren conocimientos y destrezas, sino que aprenden a vivir y a convivir, personas que descubren que la mayor felicidad se encuentra en descubrir su vocación y trabajar por ella, que aprenden a ser ciudadanos de bien, con lo que implica de respeto de la diferencia, la semejanza y la igual dignidad de las personas, sea cual sea su condición social, física, religiosa, sexual. La formación integral conlleva también preservar la dimensión espiritual o trascendente en cada uno. Discernir abiertamente asuntos que tienen amplia trayectoria a nivel internacional y que ahora, por el fenómeno de la globalización y en algunos casos por una cierta imposición, comienzan a influir en Colombia, como las políticas de ideología de género, los planes de educación sexual, etc. Revisar los manuales de convivencia es algo que siempre han hecho y hacen las instituciones educativas de forma autónoma y responsable, ¿por qué pretender que participen en este ejercicio –que es propio de cada institución- el UNFPA, el fondo de Población de las Naciones Unidas, la Unicef, el PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Colombia, instituciones conocidas por su marcada tendencia impositiva a los países en desarrollo? El Papa Francisco, y la Iglesia en general, se han pronunciado sobre la inaceptable intromisión de organismos internacionales que muchas veces condicionan la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan, muchas de ellas ajenas al sentir natural y cultural de los pueblos, como es el caso, por ejemplo, “del matrimonio entre personas del mismo sexo” (Amoris Laetitia, 251). El compromiso público del gobierno colombiano, expresado a través del Ministerio de Educación Nacional en 7 puntos. Destaco aquí sólo el número 4: “El Ministerio de Educación Nacional no ha impuesto ni puede imponer manuales de convivencia a las instituciones educativas. Los colegios son autónomos en la elaboración de los mismos, con la participación de rectores, docentes, padres de familia, estudiantes y comunidad educativa en general”. Lo importante es que se cumpla. A manera de conclusión Como reflexión final, me pregunto. ¿Era necesaria la exigencia nuevamente de reformar los manuales de convivencia, cuando hace apenas poco tiempo, las instituciones educativas se vieron abocadas a revisar y reformar dichos manuales incluyendo la Conformación de los Comités Escolares de Convivencia? El Ministerio de Educación Nacional, mediante decreto 1695 del 11 de septiembre de 2013, reglamentó la Ley 1620 de 2013, creada para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar. Más específicamente en el artículo 22 dice que “todas las instituciones educativas y centros educativos oficiales y no oficiales del país deberán conformar el comité escolar de convivencia, encargado de apoyar la labor de promoción y seguimiento a la convivencia escolar, a la educación para el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos, así como del desarrollo y aplicación del manual de convivencia y de la prevención y mitigación de la violencia escolar”. ¿Por qué el afán de que explícitamente se tenga que hacer referencia en los manuales al género, a la distinción de sexos y demás? ¿Acaso cuando en la ley 1620 se pide que se eduque en los derechos humanos y la prevención de la violencia escolar, no se contemplaban ya el matoneo, el acoso escolar o bullying, el abuso sexual y otras situaciones que explícitamente piden incluir ahora? En una entrevista al diario El País de Cali (12-08-2016), afirmó el Arzobispo de Cali, Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía: “invito a que se revisen los manuales de convivencia, y no con criterios ideológicos, sino con respeto a la identidad que tiene el país y a la semejanzas que tenemos todos como seres humanos”. Esta es la posición general de la Iglesia católica. Mirando con esperanza lo vivido, considero que es una magnífica oportunidad para los colombianos, para las familias y para el sistema educativo. No se puede olvidar que “la familia es la primera escuela de los valores humanos en la que se aprende el buen uso de la libertad” (Amoris Laetitia, 274). Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali