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Opinión

Lun 20 Jun 2016

Un paso más contra la pederastia

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - La Iglesia sigue empeñada en implementar acciones contundentes contra el gran flagelo que es la pederastia. Los insatisfechos suelen decir que se hace poco quizá porque desconocen los grandes avances que se están dando en esta materia a nivel de la Iglesia Universal que desde hace algunos años tienen incidencia en las Iglesias Particulares. Toco el tema porque el pasado 4 de junio el Santo Padre Francisco firmó la Carta Apostólica llamada “Como una Madre Amorosa” que busca especificar los motivos por los cuales un Obispo o un Superior de un Instituto religioso o de una Sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, puede ser removido de su oficio, haciendo aún más explícito el canon 193 del Código de Derecho Canónico. El documento no habla acerca de los casos en los que un prelado pueda incurrir en un delito de abuso, pues ese tema se trata a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ya está tipificado, sino que habla de la “negligencia en el cargo” que daría causa a su remoción. Así inicia la Carta Apostólica dando las razones de esta disposición: “Como una madre amorosa, la Iglesia ama a todos sus hijos pero cuida y protege con particular afecto a los más pequeños e indefensos: se trata de una misión que Cristo mismo ha confiado a la Comunidad cristiana en su conjunto. Consciente de ello, la Iglesia dedica un cuidado vigilante a la protección de los niños y de los adultos en situación vulnerable”. Y luego pasa a expresar su determinación: “Con la presente Carta preciso que entre las denominadas “causas graves” se encuentra la negligencia de los Obispos en el ejercicio de su oficio, particularmente en lo relativo a los casos de abusos sexuales contra menores y adultos en estado de indefensión”. El Santo Padre de ninguna manera intenta estigmatizar a los Obispos descargándoles toda la responsabilidad en estos casos de abuso. Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones los Obispos son los últimos en enterarse de esta calamidad debido, sobre todo, a la presión social que ejerce sobre las víctimas un triste silencio; pero si en algún caso se llegara a evidenciar que el Obispo procuró un acto de dilación, encubrimiento, descuido o falta de aplicación en los principios y procesos que debe instaurar, entonces el Papa señala que debe iniciar una investigación en la que se determinen estas responsabilidades. El Papa solo quiere que los Obispos se esfuercen aún más en brindar caminos de prevención y solución a través de la atención a las víctimas y la ejecución de las penas justas para los victimarios. Su deseo es que se tenga absoluta prioridad y delicadeza en el trato a estos casos. En cinco artículos el Papa establece el proceso que se debe llevar a cabo para iniciar y desarrollar una investigación al Obispo, o al Superior que se le equipara según el derecho canónico. Las Congregaciones competentes para esta investigación son cuatro: Obispos, Evangelización de los Pueblos, Iglesias Orientales e Institutos de vida consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Es interesante anotar que no solamente la negligencia a la que alude la Carta Apostólica se refiere a pederastia sino también a aquellos actos que por negligencia hayan ocasionado daños graves a personas naturales o comunidades en su conjunto: a nivel físico, moral, espiritual o patrimonial. Y, además, en lo referente a abusos sexuales, no solamente a menores de edad sino también a adultos vulnerables, tanto incapacitados físicos como limitados mentales. Para consultar el texto completo únicamente se encuentra, hasta el momento, en la versión italiana de la página oficial www.vatican.va Las traducciones son mías, no oficiales, pero pueden confrontarse en el sitio señalado. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com

Jue 16 Jun 2016

Parroquias renovadas para una Nueva Evangelización

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - Habiendo culminado en el año 2014 la vigencia del plan diocesano de Pastoral, la Vicaría de Pastoral ha elaborado, con el concurso de todos, un nuevo plan que ha de orientar la actividad pastoral de la diócesis en el próximo decenio. Ella seguirá siendo orientada, naturalmente, a la tarea de la Nueva Evangelización, que es lo que nos pide la Iglesia en estos tiempos. Con motivo del encuentro sostenido con los Obispos del CELAM en Haití en el año de l983 con el que se preparaba la celebración en Santo Domingo del quinto centenario de la primera evangelización de nuestro continente, el Papa san Juan Pablo II comenzó a poner un particular énfasis en la expresión “Nueva Evangelización”. De esta manera, nuestro querido y recordado pontífice proponía a la Iglesia en América Latina y en el mundo entero el eje conductor que habría de iluminar y animar la acción pastoral en los tiempos presentes, dándole a ésta, como ya lo había insinuado su predecesor Paulo VI, “un nuevo impulso, capaz de crear tiempos nuevos de Evangelización, en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y poder perennes de Pentecostés” (Evangelii Nuntiandi, 2). Los desafíos que en ese entonces aparecían frente a la acción evangelizadora de la Iglesia, talvez en lugar de disminuir o desaparecer, han ido en aumento, y las respuestas dadas, si acaso nos hemos sentido tocados por el compromiso de “crear nuevos tiempos de Evangelización”, requieren la pregunta sobre su oportunidad y eficacia. Podemos preguntarnos en qué va aquello de nuestra conversión pastoral hacia un renovado ardor apostólico, la conversión pastoral hacia la búsqueda de nuevos métodos que con imaginación y creatividad permitan que el Evangelio llegue al centro de la persona y de la sociedad y a todos los hombres y mujeres de una manera pedagógica y convincente, sin que falten el testimonio y el encuentro personal, la presencia del cristiano en todo lo humano, la confianza en el anuncio salvador de Jesús y en la actividad del Espíritu Santo, la conversión pastoral hacia la utilización de nuevas expresiones que hagan más cercano el mismo Evangelio de siempre a las nuevas realidades culturales de hoy. El Papa Francisco ha reafirmado esta decisión del compromiso de la Iglesia con una Nueva Evangelización. La Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, podemos comprenderla, sin lugar a dudas, como la carta de navegación que la Iglesia recibe para el tiempo presente: “Hoy, en este id de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva salida misionera… Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (20). En este nuevo paso que damos, vamos a hacer hincapié en el fortalecimiento de la parroquia, comunidad de pequeñas comunidades, como el espacio privilegiado en el que se fortalezca y se anime el proceso de la Nueva Evangelización. El Papa Juan Pablo II estampó una hermosa frase para referirse a la institución eclesial de la parroquia: “Ella es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas” (Exhortación apostólica Christifideles laici, 26). De esta manera el Papa anotaba, por una parte, la misión que ella tiene de servir de espacio privilegiado en el que cada bautizado pueda vivir una experiencia primera de la Iglesia, ya que viene a ser la expresión más visible e inmediata de la comunión eclesial, la última localización de la Iglesia, el misterio mismo de la Iglesia vivo y operante en ella. Y por otra, el carácter cercano, familiar, próximo, que la parroquia ofrece a la vida de cada uno de los fieles, en la que, más importante que las estructuras, los edificios o el territorio mismo, es la comunidad que alrededor de ella se congrega como una familia, la familia de Dios, animada por el Espíritu de unidad, llamada a ser casa familiar, fraterna y acogedora. Recientemente, a la luz de los principios establecidos en Aparecida, hemos de mirar la parroquia, además, desde la óptica de la misión educativa y el carácter misionero que ella tiene, casa y escuela de discípulos misioneros de Jesús, lugar privilegiado en el que los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de la comunión eclesial, y ámbito en el que la Palabra recibida, acogida, celebrada, expresada en la adoración del Cuerpo de Cristo, es fuente dinámica del discipulado misionero (Cfr: Aparecida 170ss). Los invito a seguir construyendo parroquias vivas y dinámicas que sean espacios privilegiados donde se genera una Nueva Evangelización. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta

Mié 15 Jun 2016

"Agujeros negros"

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Hace exactamente un siglo, en 1916, el astrónomo alemán Karl Schwarzschild desarrolló el concepto de “agujero negro” para describir una región del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Nada que entre en su proximidad se libra de caer inexorablemente en el agujero. Podríamos decir, utilizando esta imagen, que también en nosotros hay “agujeros negros”. Actitudes y comportamientos que se tragan irremediablemente la paz, la alegría, la vida. Tantas veces no sabemos descubrir la presencia del mal en nosotros, porque se disfraza de protección o defensa del propio yo y, por eso, le permitimos estar en nosotros. Pero el mal es siempre ausencia de bien y nunca engendra algo provechoso. Si fuéramos lo suficientemente sagaces sabríamos desenmascarar las astucias del mal, que se presenta como nuestro aliado, pero que, más temprano que tarde, mediante unos efectos perversos se vuelve contra nosotros. Nuestros “agujeros negros”, en el fondo, son diversas expresiones del egoísmo, que una vez bien alimentado es, de un modo extraño, causa de segura autodestrucción. Podríamos enumerar muchos de estos “agujeros negros”, que nos succionan la vida. Pensemos, en primer lugar, en el desencanto. Es la pérdida de la esperanza o la ilusión; es la ausencia de ideales que nos deja sin sentido y fuerza para vivir. A veces, por la fatiga acumulada o por la experiencia de algún fracaso o por haber sido defraudados por alguien, se entra en este estado de desaliento y frialdad, en el que realmente se escapa la vida. Otro “agujero negro” es la desunión. Divididos y desarticulados se vive sin fuerza, sin integración a un conjunto, sin verdadera fecundidad. La unidad está implícita en toda la realidad; quien se aparta de ella se empobrece y de alguna forma retarda el proyecto común. Con frecuencia, se justifica bajo conceptos como autonomía, originalidad, libertad. Sin embargo, es camino rápido a la ineficacia y a la frustración. La indecisión nos lleva a pasar la vida pensando, calculando, esperando ciertas condiciones, deseando que las cosas se realicen por ellas mismas. Es una evidente pérdida de tiempo y un permitirse no realizar lo fundamental cuando es debido. Es otra forma de vivir a medias, de postergar lo que se debe hacer hoy, de dejarse robar las mejores oportunidades, de no saber ejercer la libertad y al final quedarse con las manos vacías. Podemos ver también la envidia como un “agujero negro”. Ella lleva a la tristeza por el bien del otro, a la crítica amarga y hasta la difamación y el atropello del otro. De alguna forma, es una infravaloración de sí mismo y una manifestación de la incapacidad de aprovechar gozosamente los dones de los demás. La envidia destruye la confianza, impide las relaciones armoniosas y genera bloqueos en una eficaz integración comunitaria. Del mismo modo la impaciencia nos quita la capacidad de vivir y actuar serena y provechosamente. Todo en la naturaleza tiene un ritmo y la interacción de la libertad de las personas, igualmente, demanda su tiempo. Si “la paciencia todo lo alcanza”, la impaciencia todo lo arruina. La impaciencia surge normalmente de la impotencia ante el mal, de la incapacidad de tener o construir inmediatamente lo que se quiere o necesita. Estos “agujeros negros” se tragan la fuerza y la alegría de la vida en cada persona, pero son también muy siniestros en los procesos de la comunidad y de la acción pastoral. Como responden a necesidades y pulsiones del propio yo, frente a ellos no vale la represión sino un estímulo positivo. Así, contra desencanto, entusiasmo y esperanza; contra desunión, fraternidad y comunión; contra indecisión, convicción y compromiso; contra envidia, nobleza y caridad; contra impaciencia, paz y fortaleza interior. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 13 Jun 2016

Fe misionera, fe primera

Tomado de: Revista Vida Nueva Por: Mons. Luis Augusto Castro Quiroga - Varios acontecimientos han engalanado en estos días la vida misionera de la Iglesia Católica en Colombia. El primero es el nombramiento de dos sacerdotes como Vicariatos apostólicos: Mons. Jaime Uriel Sanabria Arias, perteneciente a la arquidiócesis de Tunja y consagrado como obispo al servicio del Vicariato Apostólico de San Andrés y Providencia; y Mons. Raúl Alfonso Carrillo, de la diócesis de Zipaquirá, para el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán. El segundo es el Congreso Nacional Misionero que tuvo lugar en Bucaramanga recientemente y que contó con la presencia del cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y numerosos obispos del país, así como con delegaciones de las diferentes diócesis del país. Estos acontecimientos se encuadran en una historia misionera muy significativa de la vida de la Iglesia Católica en Colombia. Es una historia que cuenta de la entrega de muchísimos misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que trabajaron en el país en las zonas más difíciles; que con su presencia y su acción pastoral salvaguardaron las fronteras de Colombia tradicionalmente descuidadas; que aseguraron la educación de tantas juventudes de regiones marginadas y que sacaron de pequeños grupos, comunidades grandes y significativas organizadas en parroquias y en diócesis. El impulso misionero de Colombia ha ido decayendo porque el entusiasmo misionero de los sacerdotes fue disminuyendo y ello debido a que en los seminarios no hay una específica formación misionera. Algunos seminarios toman iniciativas particulares con pequeños grupos, pero falta la formación a la teología de la misión que les asegura la comprensión y la dedicación por la acción misionera universal de la Iglesia. Por eso, fue necesario hablar con el Papa y con el cardenal Stella, prefecto para la Congregación del Clero, sobre la necesidad urgente de introducir en el programa oficial de los seminarios la formación misionera mediante la cátedra de Misionología. Con párrocos que conocen el compromiso misionero de la Iglesia tendremos parroquias que viven el mismo compromiso y se despertará en los jóvenes la pasión misionera para vivirla de alguna de las muchas maneras que estén a su alcance. Fe misionera, fe de primera. Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida en la cual tanto insiste el papa Francisco sobre la base del mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y hagan discípulos de todos los pueblos” (Mc 16,15). DESTACADO: “Colombia necesita un nuevo Pentecostés para colocar a nuestra Iglesia al servicio de la misión en salida” + Luis Augusto Castro Quiroga Arzobispo de Tunja

Jue 9 Jun 2016

Familia escuela de misericordia

Por: Mons. Fabio Suescún Mutis – Los seres humanos no nacemos conocedores del arte de vivir. Somos llamados a realizar un proceso de crecimiento en el cual necesitamos de aprendizaje. El sabio se va haciendo de conocimientos y de la experiencia del diario acontecer. Dios, Maestro insigne, que ha hecho todo bien, regala a la criatura la familia como lugar privilegiado para el crecimiento del ser humano. En el Evangelio se nos dice que el mismo Dios cuando se hizo hombre quiso tener una familia y bajó la mirada de María y José, “iba creciendo en sabiduría en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc. 2,52). Todo en casa enseña y con el ejemplo de los miembros de la familia, se muestra cómo se debe asumir la vida. En el hogar se vive la primera realidad de convivencia. Hay que vivir con otros, hay que aceptar y dejarse enriquecer por la personalidad de los otros. En el hogar, iglesia doméstica, se aprende la convivencia cristiana que tiene su modelo en Dios. Dios que nos ama con amor misericordioso y nos invita a ser como Él, cercano a los débiles para fortalecerlos, amable con los que necesitan comprensión y cariño, bondadoso con quienes esperan ayuda. El creyente debe tener las entrañas compasivas de Dios en el trato con su hermano, en especial con aquel que no puede levantarse por sí mismo. Papá y mamá deben acercar a los niños a la realidad de los más pobres. Pueden enseñar a compartir la ropa, a no desperdiciar la comida ni el agua. Los niños son muy sensibles al dolor humano y su corazón no puede endurecerse por el bienestar y el apego a las riquezas y a los bienes materiales. Deben aprender del desapego generoso y a preocuparse por los que sufren. Un señor contaba que su padre todos los años organizaba “las onces” para los “viejitos” del ancianato de su pueblo. Los niños lo acompañaban a comprar el chocolate, el queso, los panes, los tabacos y eran ellos los que atendían a los ancianos a la mesa. ¿Pasará inadvertida esta enseñanza de misericordia a los niños que vivieron esta experiencia? Estoy seguro de que gestos como este moldearán cristianos compasivos como es compasivo el Padre celestial. + Fabio Suescún Mutis Obispo Castrense

Sáb 4 Jun 2016

Dios ha visitado a su pueblo

Por Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo: - Todo el libro del Antiguo Testamento, en la Palabra de Dios, nos presenta a Dios cercano a su pueblo. Dice la Palabra que “Dios se paseaba por el jardín del Edén” (Gen “,8). “Dios ve el sufrimiento de su pueblo y viene en su ayuda” (Ex 3,7). Ciertamente Dios es infinito y trascendente, pero no es indiferente; es también cercano y comparte el dolor de su pueblo. Por eso, suscita patriarcas, profetas…, hombres y mujeres que en su nombre acompañen a su pueblo. La plenitud de la cercanía divina se da en la persona de Jesucristo, el Señor. Él es Dios con nosotros, es el “amigo que nunca falla” (ya no los llamo siervos, sino amigos), Él es pan partido para darnos su vida (esto es mi cuerpo, está es mi sangre). Dios es compañero de camino (camino de Emaús). El evangelio de hoy es un texto paradigmático que debemos meditar, orar y contemplar con fe y esperanza. Éste precioso texto nos muestra a un Jesús cercano; a un Jesús en la calle, compartiendo los sufrimientos de su gente. Jesús va de camino (la vida es un camino) y allí observa el sufrimiento de una viuda. Es viuda y además lleva a enterrar a su hijo único, es entonces, una mujer absolutamente desprotegida, la misma ley la condenaba a perderlo todo, porque ella no tenía derecho a heredar. Allí actúa Jesús, es su gran momento para acercarse a la “periferia existencial” de la mujer. Detiene la marcha fúnebre, se acerca al féretro y da una orden categórica al cadáver: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!. Dice el texto: “El muerto se incorporó y empezó a hablar y Jesús se lo entregó a su madre”. El maestro y Señor, Jesús, es cercano y con sus actitudes manifiesta: fe en el hombre, respeto profundo, interiorización en la libertad, exquisita comprensión en el gozo y en el dolor del hombre. En este pasaje, como en muchos otros, Jesús es siempre una respuesta de sí rotundo a la vida. Jesús está entre las gentes y con las gentes como un don maravilloso de comunicación. Nunca estuvo el cielo más cerca de nosotros. Y este cielo, posible y realizable, Jesús lo plasmó no sólo en doctrina, sino que fundamentalmente nos dejó unas formas y modos de acción. El evangelio de hoy es un canto a la vida. Jesucristo se enfrenta a la muerte y la vence. Hoy en el evangelio hay dos realidades, la dos grandes realidades del hombre, la muerte y la vida. Hoy a nuestro alrededor están presentes estas dos realidades, y en medio de ellas cada uno de nosotros con dos posibilidades: vencer la muerte o acabar con la vida. Los cristianos sólo podemos estar del lado de la vida pero estando conscientes de que esa elección puede ser, en muchas ocasiones, a costa de lo que podamos entender por bienestar o lo que hoy tan fácilmente llamamos “calidad de vida”. Hermanos, sólo si somos capaces de dar amor al prójimo, sobre todo a los más indefensos (donde la sociedad pone calidad de vida), estamos en el mejor momento de nuestra fe, porque es así como logramos reconocer de hecho y de derecho que el ser humano debe vivir, desde el momento que se anuncia en el seno de su madre hasta el final de su existencia, cuando por la edad vuelve a ser totalmente indefenso. Lo dice el Papa: “Una sociedad es realmente humana, cuando cuida de los dos seres más indefensos, los niños y los ancianos”. ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! ¡Jóvenes adelante!, si hay futuro, no todo está perdido. Jóvenes, ustedes son la esperanza de la sociedad. Jóvenes, vale la pena soñar con una sociedad nueva y esa la deben asumir ustedes. Jóvenes reciban con fe y esperanza la antorcha de nosotros los mayores. Jóvenes aprendan de nosotros lo bueno y corrijan nuestros errores. Ahora hermanos, pongámonos los zapatos y ubiquémonos en la persona de la viuda de Naín, escuchemos lo que nos dice: “Jesús me vio, me comprendió y me amó”. Nuestro gran reto es trabajar en favor de la vida. No podemos ser indiferentes frente a la violencia, frente al aborto y la eutanasia. Todo cristiano, toda persona de fe, tiene que estar en favor de la vida y debe anteponer sus intereses personales, porque la vida es la vida y sin vida no hay nada. Sin amor a la vida nos quedamos sin futuro. Si no amamos la vida no soñemos con la paz, no soñemos ni siquiera con “calidad de vida”, porque ¿cuál calidad de vida sin la vida? Hermanos, por favor, amor a la Palabra, escuchemos la Palabra, vivamos desde la Palabra. Solamente la palabra de Dios puede “consolar” definitivamente, porque solamente Dios puede asegurar la victoria sobre lo que “hace llorar” por encima de todo: la muerte. Es la Palabra de Dios la que vivifica y da esperanza. Hoy también, nosotros, los hombres y mujeres de fe, debemos ir por nuestras calles, campos y ciudades gritando: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! Desde dentro de nuestro corazón, desde un alma enamorada de Dios, amemos al hermano y digámosle: Dios ha visitado a su pueblo, yo lo he experimentado. Por eso, los cristianos tenemos que volver a proclamar desde dentro de nosotros mismos que es una actitud maravillosa de la vida comprender, respetar, amar… Gritémosle al mundo: Vale la pena conmoverse y compadecerse frente al dolor del hermano, eso es lo propio de la fe y del amor verdadero. Nos dice la iglesia: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Jesús. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Gaudium et spes 1). Vámonos pues de nuestra misa con el deseo profundo de compartir la vida cotidiana, los gozos y las esperanzas de los demás, al estilo de Jesús, el Señor. Tarea:Durante esta semana recordemos y practiquemos las obras de misericordia corporales: 1) Visitar a los enfermos 2) Dar de comer al hambriento 3) Dar de beber al sediento 4) Dar posada al peregrino 5) Vestir al desnudo 6) Visitar a los presos 7) Enterrar a los difuntos Por: Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de la Diócesis de Florencia

Vie 3 Jun 2016

Entre desencantos y alegrías

Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez - Han trascurrido 10 años desde que la Corte Constitucional de Colombia, que se ha convertido en “Omnipotente Constituyente”, que va reformando el sentido, y, a veces, la letra de nuestra Constitución, despenalizó el delito del aborto en tres circunstancias. La determinación de esa Corte trajo secreto desencanto entre los abanderados de implantar el aborto porque no fue una “legalización” sino solo “despenalización”, lo cual a quienes rechazamos ese delito nos trajo algo de paz e íntima alegría. Los resultados mismos de los esfuerzos de entidades pagadas por poderosos empeñados en que se le abra paso libre no les han sido satisfactorias, causándoles desencanto, pero alegría de quienes vemos que, a pesar de esos esfuerzos, por la conciencia recta de los colombianos se ha salvado la vida de muchos niños de ese herodiano propósito. Como “un derecho que aún no es fácil ejercer en Colombia”, se ha presentado, esos resultados no satisfactorios a los abortistas, lo cual nos alegra a quienes estimulamos a valientes organizaciones pro vida que han llevado a la reflexión a muchas madres a no mancharse con acabar con el hijo de sus entrañas, y han ofrecido la oportunidad de gozar con sus hijos o hijas, salvadas de las aguas de esa letal corriente. Se sigue insistiendo en el lenguaje de quienes propician el aborto en la desfiguración de la verdad al presentar lo decidido por la Corte como “derecho a abortar”, cuando solo habla de “despenalización” en unos casos. Igualmente, y desde el mismo Ministerio se dio una reglamentación para impulsar esta práctica como si fuera un derecho, y se invirtieron millonadas en propaganda a esto y se quiso violentar la conciencia de los médicos con amenaza de despido si no lo practicaban. Paladina fue la argumentación jurídica contra esa reglamentación por abogados como Luis Rueda, que hizo que se la declarara legalmente insubsistente, algo que nos alegró a los opositores, pero, por influencias de los propiciadores, se la ha seguido manteniendo abusivamente con apoyo del Gobierno, con satisfacción de éstos. Sigue, en el fondo, la discusión sobre la licitud o no de quitar la vida a un niño por nacer, así esté científicamente comprobado que es persona con plenos derechos desde el instante de su concepción, con llamado por esta realidad a que cuando hay conflicto entre su supervivencia y la vida de la madre, para obrar correctamente, se debe buscar salvarlos a los dos y no sacrificar al más débil e indefenso. Es de tener en cuenta que al alegar los tres casos en los que omnipotente Corte declaró despenalizado el aborto se pueden presentar estas grandes objeciones: que se reclame por “violación” cuando no haya sido cierta sino con voluntario consentimiento, y hasta con provocación de la mujer; que en el caso de amenaza a la salud o vida de la mujer haya exageraciones de esa situación, pues en todo embarazo hay algún riesgo; que ante un feto con deformidad, se dé muerte a la creatura habiendo medios médicos para corregirla y salvar al niño, con sentido humanitario, y no con despiadado método hittleriano . Siguen los esfuerzos de partidarios y adversos al aborto, con desproporcionados medios económicos y publicitarios los primeros, pero con fuerza espiritual y conciencia limpia que dan fortaleza a los segundos. Algo de satisfacción por sus logros tendrán los abortistas, pero seguirán teniendo desencantos porque los empeñados en difundir la gran alegría de detener esa matanza de niños por nacer seguiremos luchando por salvar esas vidas, y a las madres librándolas de la inevitable congoja de ser asesinas de hijos inocentes. Está de por medio la vida y salud de ellas, pero hay que lograrlo sin esa horrenda determinación de matar al hijo colocado por permisión divina en sus entrañas, y que les ha dado el grande honor y alegría de ser madres. Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez *Obispo Emérito de Garzón Email: monlibardoramirez@hotmail.com

Mié 1 Jun 2016

El cristo de espaldas

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - Hace pocos días la Corte Constitucional de Colombia ha respondido negativamente a un derecho de petición de un funcionario de la vicepresidencia de la misma Corte que solicitaba quitar el crucifijo de la sala de deliberaciones ubicada en el Palacio de Justicia. Seis votos contra tres dieron como resultado el rechazo de la Corte a quitar el crucifijo del lugar donde hoy está ubicado. En nombre de la laicidad del Estado el peticionario justificó que el Cristo expuesto atentaba contra los derechos fundamentales de los funcionarios que profesan una fe distinta a la católica; en la respuesta, la Corte argumentó pálidamente aludiendo al valor histórico y artístico de la talla, obra de un artista de la Candelaria, y se refirió al hecho de que se trata de un recinto privado aun cuando se deliberen asuntos públicos. Como la Corte Constitucional dejó abierto el debate sobre si en el futuro pueden ubicarse en la Sala otros “símbolos” de distintas religiones entonces un abogado ha presentado un segundo derecho de petición para que – ya que no quitaron el Cristo aludiendo a la libertad religiosa de tenerlo expuesto, respuesta muy constitucional – ahora también se fijen otros símbolos que representen a las diferentes religiones de los colombianos “incluidos los símbolos de la Logia Masónica” por ser “corriente de pensamiento”, para salvaguardar el derecho a la igualdad. Ya van descontando los quince días que tiene la Corte para dar respuesta. La Corte Constitucional de Colombia, con Cristo y todo en su Sala, sin embargo ha dado muestras de que no siempre ha sido cristiana en sus decisiones. Eutanasia, aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, adopción homoparental y otros temas han pasado por la Corte y han salido mal librados desde la óptica cristiana. Que hayan dejado el Cristo allí colgado, como testigo de algunos de sus desafueros, no me parece una victoria de la fe católica sino una evidencia de cómo las convicciones religiosas se han ido trasmutando en ideologías culturales. ¿De qué nos puede servir un Cristo fijado en la pared si sus enseñanzas no están fijadas en el obrar consecuente? Lo necesario es que las dos realidades estén vinculadas: manifestar externamente una convicción interna. Y en el mismo sentido aprovecho para señalar lo siguiente: En días pasados la Corte Constitucional comenzó a hacer jurisprudencia cuando declaró inconstitucional un artículo de la ley que declara la Semana Santa de Pamplona como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. El artículo se refiere a la destinación de recursos públicos para esta actividad religiosa; ya hemos escuchado la voz del Señor Arzobispo de esta ciudad quien ha dejado en claro que la Iglesia no recibe dineros públicos del Estado y que por lo tanto la celebración de la Semana Santa no está en riesgo ya que en realidad son fundaciones, juntas o asociaciones laicales las que reciben estos dineros. Lo que no tiene presentación es que por evitar perder un aporte de dineros públicos estas entidades quieran aparecer como tan independientes de la Iglesia Católica que presenten la Semana Santa como un acto cultural y tradicional sin raigambre religiosa, lo que vendría a ser un contrasentido. Y así se confirma lo que acabo de expresar: No basta con tener un crucifijo en una sala de la Corte o con sacarlo en procesión; tendremos un Cristo de espaldas si el Hijo de Dios pasa a ser mero símbolo cultural. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com