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catatumbo

Jue 30 Oct 2025

Las diócesis de Ocaña y Tibú llevan un mensaje de esperanza al Catatumbo con la Virgen de Torcoroma

Entre el 15 y el 19 de octubre, las diócesis de Tibú y Ocaña unieron esfuerzos para realizar la peregrinación de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma por el Catatumbo. Esta iniciativa, que da continuidad a una tradición de más de 40 años de la Diócesis de Ocaña, tuvo como propósito acompañar espiritual y pastoralmente a las comunidades de esta región marcada por la violencia, llevando un mensaje de fe, consuelo y esperanza.La peregrinación atravesó el corazón del Catatumbo, visitando comunidades profundamente devotas a la Virgen María. Pasó por los municipios de Convención, Teorama y El Tarra; y por los corregimientos de Filo El Gringo, Orú, Versalles y Pacelli, hasta llegar al municipio de Tibú. En cada lugar, la presencia de la imagen fue acogida con fervor, convirtiéndose en signo de la cercanía maternal de María con su pueblo.“Desde el corazón episcopal de monseñor Orlando y monseñor Israel, nace el deseo de que la Virgen venga a peregrinar por estas tierras del Catatumbo”, expresó Luis David Ramírez, secretario de la Oficina de Pastoral de la Diócesis de Ocaña.Este año, la peregrinación tuvo como objetivo renovar la esperanza, fortalecer los lazos de paz y reavivar la fe de una población que ha vivido meses de intensos enfrentamientos entre grupos armados. “Se ha bañado de sangre el territorio por todo lo que ha correspondido a estos diez meses de guerra, pero pudimos ver esa bandera de la paz que se ondeaba y que no era solamente una ayuda, sino que fue poder ver la fe y la esperanza protegidas por la Virgen Santa”, afirmó el padre Miguel Durán Sánchez, vicario general de la Diócesis de Ocaña.La devoción a la Virgen de Torcoroma, conocida también como “la Morenita”, tiene su origen hace 314 años, cuando en la montaña Torcoroma —al sur de Ocaña— unos jóvenes campesinos encontraron en la astilla de un árbol la imagen de la Virgen María. Desde entonces, millones de fieles han acudido a su intercesión, y por cuatro décadas su imagen ha recorrido los territorios de la región como signo de fe y unidad.“El paso de la Virgen fue totalmente trascendental. Las comunidades, por un instante, salieron de su casa, pudieron compartir de nuevo la fe y vivir la experiencia del Señor alrededor de este milagro de la aparición de la Santísima Virgen María”, destacó el padre Durán.Durante la peregrinación también se reconoció la realidad social del Catatumbo, una región que continúa enfrentando situaciones de violencia, riesgos humanitarios y limitaciones económicas. El padre Miguel Durán, vicario general de la Diócesis de Ocaña, señaló que, a pesar de estas dificultades, las comunidades mantienen una profunda fe y un fuerte deseo de paz. Destacó que la Iglesia permanece cercana a las familias del territorio, acompañándolas espiritual y humanamente y animando los esfuerzos comunitarios por la reconciliación y la convivencia.Vea a continuación el informe audiovisual:

Lun 17 Feb 2025

Catatumbo: entre el dolor y la esperanza. Un llamado a la paz y a la reconciliación.

Por. Pbro. Mauricio Alejandro Rey Sepúlveda - El Catatumbo es una región colombiana que ha sido testigo de una impresionante diversidad natural y cultural, pero también de una prolongada historia de conflicto y violencia. A pesar del sufrimiento que ha marcado su historia, el Catatumbo es un territorio de esperanza, donde las comunidades, a través de su resiliencia, han logrado mantener la fe en un futuro distinto. Desde una perspectiva cristiana, no podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de las víctimas ni ante la urgente necesidad de justicia y reconciliación. El Evangelio nos llama a ser constructores de paz, a reconocer la dignidad intrínseca de cada ser humano y a trabajar incansablemente por una sociedad basada en el amor, la solidaridad y el perdón.1. UNA HISTORIA DE DOLOR Y RESISTENCIASituado en el noreste de Colombia, en el departamento de Norte de Santander, el Catatumbo es una región donde conviven contrastes profundos: una naturaleza prodigiosa, una cultura campesina ancestral y, lamentablemente, una historia de violencia que ha dejado huellas indelebles. Su posición estratégica en la frontera con Venezuela, sumada a su abundancia de recursos naturales, ha convertido a este territorio en un espacio disputado por diversos actores armados y económicos.A pesar de la violencia persistente, el Catatumbo también es un símbolo de resistencia y esperanza, donde las comunidades han demostrado que es posible luchar por la vida, la dignidad y la paz, incluso en las circunstancias más adversas.1.1. El conflicto y sus raíces estructuralesLa región ha sido un epicentro del conflicto armado colombiano. Su localización geoestratégica, la riqueza en recursos naturales y la ausencia de un Estado fuerte han propiciado que el Catatumbo se convierta en un escenario en disputa entre grupos armados, narcotráfico y economías ilícitas.Durante años, las comunidades han sufrido desplazamientos forzados, desapariciones, masacres y otras violaciones a los derechos humanos. La falta de oportunidades económicas y la exclusión social han perpetuado un ciclo de violencia que parece interminable. El Papa Francisco, en Fratelli Tutti, nos recuerda que “la guerra es el fracaso de la política y de la humanidad” (§261). Este conflicto refleja una crisis social profunda que solo podrá resolverse con justicia, equidad y un auténtico compromiso con el bien común.1.2. Las víctimas: rostros concretos del dolorDetrás de las cifras y los informes estadísticos se encuentran los rostros concretos del sufrimiento: niños y niñas que han crecido en medio del miedo, campesinos desplazados de sus tierras, familias destruidas por la violencia. Jesús nos enseña que “lo que hicieron con uno de estos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25,40), invitándonos a reconocer el rostro de Cristo en aquellos golpeados por la guerra.La Iglesia ha acompañado a estas víctimas, brindando consuelo, promoviendo la memoria histórica y ofreciendo espacios para la sanación. Sin embargo, el camino hacia la paz exige mucho más que asistencia; requiere justicia, reparación y transformación estructural.2. MÁS ALLÁ DEL DOLOR: LA ESPERANZA COMO PROYECTO DE VIDALa esperanza no es una emoción pasajera ni un simple deseo de que las cosas mejoren. Para la tradición cristiana, la esperanza es una virtud teologal que impulsa a la acción, a la construcción de un futuro distinto, fundamentado en la confianza en Dios y en el compromiso con el prójimo. San Pablo nos recuerda: “La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5).En el Catatumbo, la esperanza se convierte en un verdadero proyecto de vida cuando las comunidades, a pesar de la adversidad, deciden resistir con dignidad, reconstruir sus vidas y trabajar por una paz duradera. Esta esperanza cristiana no es ingenua ni pasiva; es una fuerza transformadora que se traduce en iniciativas concretas de reconciliación, justicia y desarrollo integral.2.1. Iniciativas de paz y reconciliaciónDesde las mismas comunidades han emergido valientes esfuerzos para reconstruir el tejido social. Algunas de estas iniciativas incluyen:Proyectos de economía solidaria: Diversas organizaciones campesinas han impulsado alternativas productivas como el café orgánico y el cacao, demostrando que es posible generar desarrollo sin recurrir a economías ilícitas.Espacios de diálogo y reconciliación: Líderes comunitarios, excombatientes y víctimas han participado en procesos de encuentro donde, desde la verdad y el reconocimiento del daño causado, han dado pasos hacia el perdón.Educación para la paz: Escuelas, parroquias y grupos juveniles han desarrollado programas de formación en resolución de conflictos y derechos humanos, inspirados en el Evangelio.Estos esfuerzos reflejan el mandato de Cristo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). La paz no es solo un anhelo, sino una tarea concreta que exige compromiso y valentía.2.2. La esperanza que se construye en lo cotidianoEl Evangelio nos enseña que la esperanza no surge de grandes discursos, sino de acciones concretas. Jesús, en su ministerio, ofreció signos de esperanza a los marginados, sanando a los enfermos, devolviendo la dignidad a los excluidos y proclamando el Reino de Dios. Siguiendo su ejemplo, en el Catatumbo la esperanza se traduce en:Familias que reconstruyen sus vidas tras el desplazamiento: Muchas familias regresan a sus tierras con la firme convicción de que pueden empezar de nuevo, confiando en la providencia de Dios y el apoyo de la comunidad.Mujeres que transforman su dolor en liderazgo social: Víctimas de la guerra, muchas mujeres han decidido organizarse en asociaciones para defender los derechos humanos y promover iniciativas de paz.Jóvenes que apuestan por la educación y el servicio: En medio de la violencia, los jóvenes son luz de esperanza cuando eligen la educación, el arte, el deporte y el servicio social como herramientas para cambiar su entorno.Estas pequeñas acciones nos recuerdan la parábola del grano de mostaza (Mt 13,31-32): la esperanza cristiana, aunque nace en la fragilidad, puede crecer y convertirse en un motor de transformación.2.3. El Papel de la Iglesia como Constructora de PazLa Iglesia ha jugado un papel fundamental en la construcción de paz en Colombia. En el Catatumbo, sacerdotes, religiosas y agentes pastorales han acompañado a las comunidades, ofreciendo refugio, esperanza y orientación espiritual.Desde la Doctrina Social de la Iglesia, se destacan tres pilares esenciales para la paz:1. La dignidad humana como base de toda acción social.2. El destino universal de los bienes y la justicia social.3. El diálogo como camino ineludible para la paz.El Papa Francisco ha señalado que la paz no se logra solo con acuerdos políticos, sino con un proceso profundo de reconciliación que transforme las estructuras de pecado.3. UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN Y EL COMPROMISOEl Catatumbo refleja la crisis moral y social que atraviesa Colombia. Su transformación no depende únicamente de cambios políticos, sino de una conversión profunda en nuestra manera de entender la vida en sociedad.3.1. La conversión del corazón como primer pasoLa paz comienza en el interior de cada persona. Jesús nos llama a revisar nuestras actitudes y a vivir centrados en el amor y el servicio: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34). La violencia se manifiesta no solo en las armas, sino también en la indiferencia, la corrupción y la falta de solidaridad. Cada cristiano está llamado a ser un instrumento de reconciliación.3.2. La responsabilidad de la sociedad y el EstadoLa paz requiere también compromisos estructurales. No podemos ignorar la responsabilidad del Estado en la protección de los derechos de las comunidades del Catatumbo, exigiendo políticas públicas que garanticen el acceso a la tierra, la educación, el empleo digno y la protección de los líderes sociales.CONCLUSIÓN: LA ESPERANZA QUE NACE DEL EVANGELIOEl Catatumbo nos interpela a no rendirnos ante la violencia. Como cristianos, estamos llamados a ser constructores de paz, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien con su entrega en la cruz venció el odio y nos enseñó el poder del amor y el perdón. Que María, Reina de la Paz, acompañe a las comunidades del Catatumbo y nos inspire a comprometernos con una Colombia reconciliada y fraterna.Pbro. Mauricio Rey SepúlvedaDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas Colombiana

Jue 23 Ene 2025

Colombia se une a la VI edición del Domingo de la Palabra de Dios: una jornada de fe y esperanza en medio del dolor

En un momento en el que Colombia enfrenta profundas heridas sociales, marcadas por el deterioro del orden público en varias regiones y, de manera particular, la grave crisis humanitaria que se vive en el Catatumbo, la Conferencia Episcopal invita a los fieles a volver la mirada hacia la Palabra de Dios como fuente de consuelo y guía. Esto, en el contexto de la VI edición del Domingo de la Palabra de Dios convocado por el papa Francisco, que se celebrará este domingo 26 de enero. El Domingo de la Palabra de Dios, instituido por Santo Padre en 2019, es una jornada que busca destacar la importancia de la Sagrada Escritura en la vida cotidiana de la Iglesia y de nuestras comunidades, recordando que la Palabra de Dios no solo está escrita en un libro, sino que permanece siempre viva, tangible y transformadora.“Espero en tu Palabra” (Sal 119,74): el lema del 2025Enmarcada en el Jubileo de la Esperanza, esta edición tiene como lema un versículo del Salmo 119: “Espero en tu Palabra”. Según el Dicasterio para la Evangelización, estas palabras reflejan un grito de esperanza que brota del corazón humano en momentos de angustia, reconociendo en Cristo crucificado y resucitado, la respuesta única y fiel a las tribulaciones.“La esperanza cristiana no defrauda”, reitera el documento preparado por este organismo de la Curia Romana como subsidio litúrgico para guiar a las comunidades parroquiales en la celebración de esta jornada. Este documento puede ser descargado aquí.Un especial de preparación en la Arquidiócesis de BogotáComo parte de las iniciativas nacionales, la Arquidiócesis de Bogotá, a través de su coordinación arquidiocesana de Animación Bíblica de la Evangelización y en colaboración con el canal Cristovisión, ha organizado un especial audiovisual de preparación para el sábado 25 de enero. Este evento será transmitido desde las 7:00 a.m. a través del canal Cristovisión y las redes sociales de la arquidiócesis (@Arquidiocesisbo). Entre las actividades destacan:- Lectio Divinaa las 8:20 a.m., dirigida por Juliana Triana, directora del Programa de Ciencias Bíblicas de Uniminuto.- Conversatorio sobre el Jubileo y la Palabra de Dioscon el padre Jerson Rincón, coordinador de Animación Bíblica de la Evangelización.- Eucaristíaa las 12:00 m., presidida por el padre Jerson Rincón.- Charla formativasobre la centralidad de la Palabra de Dios en la vida del creyente, a la 1:00 p.m.- Santo Rosarioa las 5:00 p.m., dirigido por Lazos de Amor Mariano.Fragmentos de este especial serán retransmitidos el domingo 26, permitiendo que más fieles participen en esta jornada de reflexión y esperanza.Jornada Nacional de Oración por el Catatumbo y por la paz de ColombiaCoincidiendo con el Domingo de la Palabra, este 26 de enero también se llevará a cabo la Jornada Nacional de Oración por el Catatumbo y por la paz de Colombia. Convocada por los obispos del país, esta iniciativa busca unir a los colombianos en una petición de reconciliación y justicia para una región golpeada por la violencia, promoviendo un mensaje de paz en comunión con la esperanza que inspira la Palabra de Dios.Para el desarrollo de esta jornada en las parroquias, el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano también ha preparado un subsidio litúrgico que puede ser descargado aquí.

Mar 21 Ene 2025

Obispos colombianos claman por el fin de la violencia en el Catatumbo y convocan a una jornada nacional de oración por la paz

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) expresa su profundo dolor y rechazo por la grave crisis humanitaria que viven las comunidades de la región del Catatumbo; llama al cese de hostilidades entre los actores armados; y renueva su compromiso con las víctimas y la construcción de paz. Además, convoca a una jornada de oración que se llevará a cabo el próximo domingo 26 de enero en todos los templos del país.
A través de un comunicado, los obispos alzan su voz ante la escalada de violencia que ha cobrado decenas de vidas y provocado el desplazamiento de miles de familias en el departamento de Norte de Santander. A los actores armados, los exhortan para que se respeten los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Al Gobierno Nacional, le piden retomar los diálogos "con determinación" y avanzar en la implementación de los acuerdos firmados.“No solo vulneran los derechos humanos fundamentales, sino que agudizan el sufrimiento de niños, mujeres y personas en estado de indefensión, desgarrando el tejido social y humano, y abriendo nuevas heridas a la nación (...) La violencia engendra más violencia, genera pérdidas humanas irreparables, siembra más odio, división y pobreza...”, señala el texto.El Episcopado Colombiano manifiesta su solidaridad con las comunidades y diócesis más afectadas por esta tragedia: Tibú, Ocaña y Cúcuta. En este sentido, reafirman su compromiso de seguir presentes en el territorio, brindando ayuda humanitaria, apoyo psicosocial y asistencia espiritual."Reiteramos nuestro esfuerzo por trabajar junto a las comunidades en la reconstrucción del tejido social y la promoción de iniciativas de reconciliación y paz", agregan.En el comunicado, los obispos destacan que la paz es posible y que cada acción solidaria representa un paso hacia la restauración de la dignidad y la esperanza en las comunidades afectadas, por lo que invitan a todos los colombianos y a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos en la atención a las víctimas y en la construcción de una paz estable y duradera.Jornada de oración por el CatatumboComo un gesto de fe y esperanza, y una invitación a reavivar la esperanza en un país reconciliado y en paz, los obispos convocan a los colombianos para que se unan a una jornada especial de oración por la paz el próximo domingo 26 de enero en todos los templos del país:“Conscientes del poder de la oración, confiamos que, con la ayuda de todos, se pueda superar la multiplicidad de conflictos que lastiman al país desde hace demasiado tiempo”, concluye el mensaje.Para ello, el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano preparó una guía que puede ser descargada aquí.Este comunicado fue presentado en la mañana de este martes 21 de enero en Cúcuta, durante una rueda de prensa. En representación de la Presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia, estuvieron en el espacio el Director de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, el padre Martín Sepúlveda Mora y el Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, el padre Mauricio Rey Sepúlveda. Además, sacerdotes de las diócesis presenentes en el Catatumbo dieron a conocer algunas de las principales acciones que la Iglesia ha estado adelantando en la región para acompañar a las comunidades afectadas.Vea la transmisión de la rueda de prensa a continuación:Vea a continuación algunos pronunciamientos adicionales que se han dado desde la Iglesia sobre este tema:

Lun 8 Nov 2021

“Quiero servir al Catatumbo con el propósito de ayudar a ver la luz que hay en este lugar de Colombia”

Estas fueron las palabras del sacerdote Israel Bravo Cortés, quien luego de hacerse público su nombramiento como obispo de Tibú, dirigió un mensaje al pueblo de Dios que peregrina en estas bellas tierras del Catatumbo. El obispo electo ha dicho que se considera discípulo de Dios, por tanto se atreve a escucharlo y seguirlo esforzándose por vivir el Evangelio, y es así, como ha indicado, asumirá en obediencia este nuevo encargo pastoral en el Norte de Santander. “A lo largo de mi existir le he pedido al Señor que guíe mis pasos, que me diga por dónde ir. Sé que solo me pierdo y con Él en mi vida he podido amar y servir con alegría. Hoy Él me pide un nuevo servicio en la Iglesia, así lo entiendo. No soy ni el mejor ni el peor, pero siempre he sido un discípulo de Dios que se atreve a escucharlo y a seguirlo, alguien que se esfuerza por vivir el evangelio y compartirlo con los demás. Así recibo este encargo del Papa Francisco de pastorear la Iglesia particular de Tibú”. Comparó su nombramiento con la multiplicidad de rayos que suelen caer durante el año en esta región del país, fenómeno que es conocido por los indígenas Motilón Bari con el nombre de “Catatumbo”, y agregó, que si bien para muchos estas centellas de luces pueden producir temor, suspenso e incertidumbre, para otros puede ser “un faro de luz que embellece la oscuridad”. “Con este sentir, quiero ir al Catatumbo: con el deseo de compartir la luz que engalana mi vida y la de muchos creyentes, la luz de Cristo, y poder así poner mis capacidades y fuerzas al servicio de los más pobres y necesitados”. El sacerdote dijo no sentirse solo para asumir este nuevo encargo pastoral que la Iglesia le encomienda, por lo que advirtió que desea seguir compartiendo esa luz con los demás y continuar el recorrido que otros han emprendido tanto en lo pastoral como en lo social. En este contexto recordó a quienes han pasado por estas tierras dejando su huella. “Sé que ya son muchos los testigos de la fe que han dado su vida por la evangelización de esta Iglesia particular y que hoy son muchos los incansables discípulos misioneros que han cultivado y construido su vida y ministerio en esta tierra: laicos, sacerdotes diocesanos, religiosas y religiosos, misioneros, catequistas, benefactores. Espero seguir contando con su invaluable y vital entrega”. Al dirigirse a los hombres y mujeres que habitan esta región del Catatumbo, les manifestó su unión y cercanía para estar con ellos, resaltando su valentía y coraje con la que han tenido que afrontar los diferentes conflictos sociales que allí están presentes, como son la violencia, el narcotráfico, los cultivos ilícitos, entre otros. “Junto a ustedes, espero crecer en la fe, proclamar la buena nueva que Cristo nos trajo y, sobretodo, insistir en que no podemos dejar que la violencia en todas sus formas apague la luz de la verdad y las grandes esperanzas de todos los hijos e hijas de Dios que habitan aquí”. Para este nuevo prelado, que lleva marcada su vida pastoral con 25 años de servicio como sacerdote, no hay una experiencia en particular que le haya marcado su vida, pues resaltó que cada tarea que realiza la hace con cariño y esto, le ha dejado grandes satisfacciones, desafíos y aprendizajes. Su conocimiento sobre esta región en el Catatumbo no le es del todo desconocido, pues observó que de niño su familia habitó estas regiones, así también de seminarista y sacerdote tuvo la oportunidad de vivir algunos momentos pastorales, además de conocer parte del clero. "No conozco tanto la región como quisiera (...) es una realidad nueva para mí y vamos a ir conociendo un poquito más, haciendo lo que mejor se pueda (...) tengo en mente llegar pronto a trabajar. El plan de vida que hay que hacer ya está definido en el Evangelio, hay que vivir la caridad y buscar la dicha del Señor siendo pobres en el espíritu, sabiendo dar la vida y no perder la sensibilidad, buscando trabajar por la justicia y la paz, tratando de no dejar de construir siempre una sociedad mejor”, puntualizó.

Mar 25 Feb 2020

"Pedimos soluciones de afuera y las merecemos, pero en ellas no están todas las salidas": obispo de Tibú

Ante la actual situación que afronta el Catatumbo, el obispo de la diócesis de Tibú, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, ofreció un mensaje a la comunidad de fe y a todos los que hacen parte de esta región del país, para que vean en esta crisis grandes oportunidades y actúen de manera particular como parte de la solución de los problemas. “Estamos unos y otros diciendo sobre nuestra realidad siempre lo mismo y culpando a los mismos (…) Si no somos capaces de leer correctamente lo que nos está pasando y nos quedamos atrapados en las coyunturas sin ir a la raíz de nuestros problemas, no sabremos apostar por una solución efectiva”, afirmó el prelado. Sostuvo que es importante conocer el territorio que se habita, sus dinamismos, sus intereses y protagonistas para no hacer lecturas básicas que arrojen soluciones erradas. “Creemos que conocemos nuestro territorio, pero puede ser que no sea así, no parece que nos esforcemos en relacionar todo lo que hay en él (…) Nuestro conocimiento es pobre si lo hacemos desde nuestros intereses particulares y limitados o simplemente desde lo que los otros nos dicen; tal vez no estamos haciendo el diagnóstico correcto y por eso nos enfocamos en soluciones erradas”. Monseñor Sánchez asintió que, si bien se tiene la potestad de exigir desde afuera a las instancias garantes por el respeto a los derechos de las personas, también es un hecho que esto ha permitido una parálisis y una justificación para no actuar internamente, por lo que animó a reflexionar en familia y a nivel comunitario en la construcción de un futuro compartido. “Queremos y pedimos soluciones de afuera y las merecemos, pero en ella no están todas nuestras salidas de fondo, nuestros problemas salen también de adentro (...) Los invito a pensar a cada uno en su futuro personal; aquí, en este territorio de bondades y dolores, pensemos en nuestro futuro con nuestra familia, para dónde vamos con ella, pensemos en nuestro territorio, qué futuro nos espera. Cada campesino humilde, cada comerciante, cada transportador, cada pobre y cada rico, el adulto y el joven, los doctos y los sencillos, tenemos que pensar en esto ahora sin buscar culpables que es lo más fácil y suele ser una trampa que nos impide mirar hacia adentro y hacia adelante”, aseveró. Al recordar, desde el cristianismo, que Dios siempre está con su pueblo y no lo abandona, que las soluciones no son simples porque los problemas son complejos y, por esto, “no hay que perder el aliento, la cordura, la sensatez ni el interés para seguir trabajando con persistencia y realismo contra todo lo que nos hace daño y particularmente a esta tierra bendita (…) Porque esta tierra necesita un proceso fuerte y claro para pasar de los criterios que nos están finalmente destruyendo a los criterios de Jesús que dan vida”. Finalmente, dijo que la crisis que vive actualmente el Catatumbo no es una crisis social sino humana, “no se trata de volver a esa normalidad por la que todos claman, que es dolorosamente anormal y, por tanto, no tiene ingredientes de solución plena para todos”. Aseguró que es importante ir a la raíz de los problemas donde se necesitará de la ayuda de todos para llegar a la verdadera libertad de los pueblos: “un pueblo de Dios que camina hacia la verdadera libertad, este es un pueblo valiente, trabajador, inquebrantable, capaz de levantarse siempre y de seguro que así saldremos adelante”.

Lun 11 Feb 2019

El Catatumbo, realidad de la Colombia profunda

Temor, miedo, zozobra y convivir con la cultura de la muerte es el pan de cada día de más de un millón de personas que habitan a lo largo y ancho de la región del Catatumbo en nuestro país. Las extensas siembras y cultivo de la planta de coca es la bandera que marca este territorio, regido además, por toda clase de acciones ilícitas y desorden moral. Conviviendo con esta realidad, la presencia de la Iglesia no está al margen. Todo lo contrario. Su trabajo es relevante pero prudente y laborioso. A través de sus representantes los obispos y presbíteros escuchan, ven y tienden puentes de diálogo entre las partes enfrentadas, como el ELN y el EPL, entre otros grupos armados vigentes en esta zona. Atienden a la sociedad civil y pastorean a una comunidad que vive entre la incertidumbre por sobrevivir y el miedo. Paciencia activa La Iglesia también proporciona esperanza en este territorio donde la tensión es continua, que sueña que el Catatumbo algún día pueda vivir en paz. Son muchos, también, los actores que intervienen para aportar un cambio positivo y de renovación en estas tierras, como la cooperación de organismos internacionales como la OEA, las Naciones Unidas, embajadas, organizaciones campesinas, entre otros. Y, por supuesto, animan a que el Estado, fije sus ojos en esta cruda realidad y se logre un cambio en este territorio. Recordemos que el Catatumbo o Región del Catatumbo, como también se le conoce, pertenece al departamento de Norte de Santander, en el noroccidente de Colombia y se extiende hasta la zona de Maracaibo en la República Bolivariana de Venezuela, por lo que se considera una región “transfronteriza”. Cuenta con 33 municipios y una población con alrededor de 1.200.000 habitantes. El obispo de la diócesis de Tibú, Ómar Alberto Sánchez Cubillos, perteneciente a la orden de los dominicos, concedió a la oficina de comunicaciones de la arquidiócesis de Bogotá una entrevista y describe con sus palabras la realidad de esta región del país. Fuente: Of. de comunicaciones arquidiócesis de Bogotá

Vie 12 Oct 2018

Situación de orden público es compleja en el Catatumbo

Así lo aseguró el obipo de Ocaña, Monseñor Ángel Villa Vahos, en una entrevista concedida al periódico El Nuevo Siglo. El prelado expresó su preocupación por los últimos casos de secuestros en la zona, la falta de inversión social y por la 'incipiente' implementación de los acuerdos de paz. EL NUEVO SIGLO:¿Cómo está la situación de orden público en Norte de Santander? GABRIEL ÁNGEL VILLA:En estos momentos estoy fuera de la región, porque estoy participando en el Sínodo sobre los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional, pero por medio de los medios digitales estoy enterado de lo que sucede en la zona. Como bien sabemos, de tiempo atrás viene una lucha entre los grupos el Eln y el Epl por el dominio de la zona. Esto se ha agudizado en distintos momentos, sobre todo en algunas áreas como Vellavista, Convención, Acarí y parte de El Carmen y Teorama. Se han presentado en estos días secuestros, como el del niño Cristo José, que fue liberado, pero sigue secuestrado el señor Jesús David Castilla, comerciante de la ciudad de Ocaña, y tuvimos noticias del secuestro de un señor Vergel, de la Playa de Belén. Por lo tanto, la situación es compleja y la gente vive con miedo de lo que puede suceder en la zona. ENS:¿Cómo es esta zona? GAV:Como bien sabe, se trata de la región del Catatumbo, una región rica en muchos recursos naturales, como la madera, también la palma, el carbón, pero está también infectada por la siembra de la coca y esto se convierte en combustible que enciende en todo momento situaciones sociales difíciles, por lo tanto, es una situación compleja que esperamos pueda tener el mejor desenlace en el resto de los años. ENS:¿Qué espera para la zona? GAV:Lo que la región requiere siempre es inversión social. Todavía hay mucha escasez en vías de comunicación para sacar los productos de los campesinos, lo que tiene que ver con carreteras terciarias; falta mayor número de educadores; puede faltar en algunos de los pueblos inversión en acueducto y alcantarillado. Son situaciones que hacen entender que se necesita mucho la inversión. Esta, que ha sido una región de frontera, siempre ha sido descuidada. ENS:¿Cómo ha sido su trabajo pastoral? GAV:El trabajo pastoral siempre ha sido con la gente, acompañándolos en las distintas situaciones. Tenemos un plan de pastoral que también logra priorizar lo que más necesita cada población. Hay algunas zonas que requieren una atención especial en la pastoral social, lo que se hace en zonas de conflicto por medio de fundaciones caritativas a nivel de Iglesia. Lo que más valora la gente es la presencia del sacerdote, que nunca abandona a sus comunidades, la cercanía, la compañía y el buscar alternativas para solucionar las distintas situaciones. ENS:¿Y el tema de la implementación de los acuerdos de paz con la Farc, cómo avanza? GAV:En Norte de Santander la presencia de las Farc no fue tan fuerte. Allá hay presencia más activa del Eln. Solamente hubo un campamento en la zona de Tibú y unos pocos que había de las Farc. Parece que están retornando a actividades de beligerantes, por lo tanto, los acuerdos en Norte de Santander todavía son muy incipientes. En la región no se notan los efectos de los acuerdos con las Farc, porque la realidad es distinta a otras zonas del país. ENS:¿Cómo le ha ido en Sínodo? GAV:Son tres semanas y cada uno de los padres que asiste, los distintos obispos, tienen la oportunidad de hablar. La primera semana trata de la realidad, lo que se ha llamado reconocer la situación de los jóvenes en el mundo. La Iglesia está presente en los cinco continentes. La segunda semana es interpretar esa realidad, saberla leer a la luz del Evangelio, de las ciencias sociales y la última semana es elegir. Es decir, qué acciones podríamos tener para ayudar a los jóvenes en esta época. Hemos reconocido los valores de los jóvenes, pero también la problemática que viven. Fuente: El Nuevo Siglo