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colombia

Mié 15 Mar 2017

El taller internacional “Memoria, verdad y justicia” llega a Colombia

“Memoria, verdad y justicia: Dealing with the Burden of the Past” es el nombre del taller internacional que se realizará en Bogotá del 20 al 24 de marzo en la sede del episcopado y que y que tiene como objetivo brindar espacios de reflexión y diálogo entre personas que viven en diferentes países del mundo que afrontan conflictos armados y grupos de víctimas, de actores de la violencia y miembros la sociedad civil, esta vez, a la luz de la experiencia colombiana. Esta actividad es organizada por la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal, la Asociación de Cooperación para el Desarrollo (AGEH) y la Comisión Alemana de Justicia y Paz. Cerca de 50 personas, entre obispos, religiosos, teólogos, profesores, activistas de derechos humanos y representantes de organizaciones de cooperación internacional, provenientes de algunas ciudades colombianas y de diferentes países de América del Sur, Centroamérica, Europa, Asia y África, estarán presentes durante este encuentro internacional. El evento buscará que los participantes en el taller conozcan, durante cuatro días, distintas realidades colombianas en materia de víctimas, actores de la violencia y actores de paz para realizar intercambios de ideas y generar recomendaciones que puedan ser aplicadas en Colombia, en el marco del postconflicto. Agenda El miércoles 22 de marzo se contempla realizar un acercamiento especial a quienes han sido actores de la violencia en Colombia, los participantes tendrán la oportunidad de visitar por un par de horas la Cárcel la Picota de Bogotá. Un grupo estará conversando con ex miembros de las guerrillas, otro, con (ex) paramiltares. Dentro de las iniciativas que conocerán, se encuentra la de la organización ‘Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria’, que nació en Medellín el 19 de marzo de 1999, mientras varias mujeres se conglomeraban en un plantón donde mostraban las fotos de sus familiares perdidos en diferentes circunstancias. Hoy continúan su lucha por los derechos de las víctimas, por hacer visible la situación de desaparición forzada que padece el departamento de Antioquia y el país, y por buscar caminos de perdón y reconciliación. La visita será realizada por un grupo de 15 participantes durante media jornada de uno de los días del evento, mientras el resto de los asistentes estará en el Centro Nacional de Memoria Histórica ubicado en la capital colombiana. Ésta es la cuarta edición que se realiza el taller, gracias a la cooperación entre la Comisión Alemana de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Alemania y la AGEH. Las anteriores versiones se desarrollaron en Sierra Leona, África Occidental (2009), Uganda, África Oriental (2011) y Burundí, África Oriental (2014). La jornada inaugural contará con la participación del Doctor Jörg Lüer, Director de la oficina de Berlín de la Comisión Alemana de Justicia y Paz, Michael Steeb, Director de la Asociación de Cooperación para el Desarrollo, y Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Entre los obispos extranjeros invitados se encuentran: Monseñor Dr. Heinrich Mussinghof – Obispo Emérito de Aquisgrán, Monseñor Paul Nguyen Thai Hop OP, Obispo de Vinh (Vietnam) y Presidente de la Comisión de Justicia y Paz de ese país; Monseñor Jean Louis Nahimana, Presidente de la Comisión Justicia y Paz de Burundí; Monseñor Paul Vincent Horan, Presidente de la Comisión de Justicia y Paz de Zimbabwe; monseñor Fradereck Chiromba, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Zimbabwe; y Jehan Pereira, Director Ejecutivo del Consejo Nacional de Paz de Sri Lanka. Entre los tópicos específicos que se debatirán durante el desarrollo del taller, se encuentran: - Solidaridad con las víctimas y dignificación de las víctimas. - Principios básicos para afrontar el estigma causado por las injusticias y la violencia, así como las formas de afrontar sus consecuencias. - Iglesias y comunidades eclesiásticas como actores de la reconciliación. Metodológicamente, esta edición de “Memoria, Verdad y Justicia: Dealing with the Burden of the Past” constará de cinco momentos: - Contexto: introducción a “Memoria, Verdad y Justicia” y al contexto colombiano (día 1). - Las víctimas del conflicto armado en Colombia: encuentro y diálogo de subgrupos con grupos de víctimas en diferentes partes del país, seguido por una plenaria (día 2). - Los actores de la violencia: encuentro y diálogo de subgrupos con grupos de (ex) combatientes, seguido por una plenaria (día 3). - Los actores de paz: encuentro y diálogo de subgrupos con grupos de Iglesia, instituciones del Estado y de la sociedad civil que trabajan temáticas de “Memoria, Verdad y Justicia”, seguido por una plenaria (día 4). - Cierre y comienzo: redacción de un pronunciamiento de los participantes, rueda de prensa, eucaristía y acto simbólico de cierre (día 5).

Vie 10 Mar 2017

“Bienvenido Papa Francisco a Colombia”

Con estas palabras el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, saludó la próxima visita del Papa Francisco a Colombia. El arzobispo de Tunja manifestó que la llegada del Sumo Pontífice será un momento de preparación para poder reconciliarnos entre los colombianos. “Recibamos al Palabra de Dios que el Papa nos transmite con fe, esperanza, caridad y con espíritu de reconciliación”, afirmó el prelado. Monseñor Castro agradeció que el Papa Francisco incluya en su agenda la visita a nuestro país y destacó que su presencia no será en un ámbito local, sino hacia todos los colombianos. “Tenemos que entender que no podemos caminar por todo lado con el Papa por un gesto de afecto con él, pero sabemos que su mensaje llegará a todos los colombianos”, manifestó.

Lun 6 Feb 2017

Iglesia ve con esperanza inicio de diálogos con el ELN y ofrece buenos oficios

En la ciudad de Quito (Ecuador), este martes 7 de febrero se abre paso la fase pública de los diálogos entre el Gobierno Nacional y el grupo guerrillero ELN. Como integrante de una comitiva del episcopado colombiano para el acompañamiento de este proceso de conversaciones, el Obispo de Tibú, Omar Sánchez Cubillos, presenciará la instalación de esta mesa que, en sus palabras, ve “esperanzado”. Son más de 300 días desde que en marzo del año pasado representantes del Gobierno Nacional y el ELN firmaron un primer Acuerdo de Diálogos para dar estructura al trabajo de esta mesa negociadora. En este tiempo, las dos partes afinaron sus propuestas, lo que incluyó un pedido expreso a la Iglesia de hacer presencia en el proceso que inicia ahora. Fue especialmente el ELN quién realizó el pedido para que la Iglesia estuviera en la mesa e hizo una invitación a la Conferencia Episcopal. Según Monseñor Omar Sánchez, luego de realizar una reflexión exhaustiva y realizar consultas con el Gobierno Nacional, el Episcopado consideró oportuno aceptar esta invitación de acompañar “un proceso que ayuda a muchos en nuestros territorios, porque el ELN está presente en los territorios en los que estamos”. Además expresó la esperanza de que “nuestras comunidades finalmente respiren el clima de paz que ya han provocado estos acuerdos de La Habana”. Además de monseñor Sánchez Cubillos estarán también acompañando este proceso de diálogo, los obispos de las diócesis de Arauca, Quibdó, Istmina y Cali, quienes participarán en calidad facilitadores y ofreciendo su consejo oportuno cuando así se requiera. El Obispo de Tibú ve el rol de este grupo principalmente en “ser útiles, estar en disponibilidad. En momentos, toda negociación tiene tensiones, posiciones radicales, momentos críticos. Yo esperaría que vamos a ser un elemento útil en estos espacios, o para otras cosas, que tengan referencia a cómo ir haciendo avanzar el diálogo.” Desde hace muchos años, la Iglesia se viene pronunciando de manera extensa sobre el deseo que tiene el pueblo colombiano de llegar a un acuerdo que finalmente le dé vuelta a la página de los conflictos armados, lo que implica la búsqueda de una salida política y negociada al conflicto armado con la guerrilla del ELN. En el Mensaje de la 101ª Asamblea Plenaria de los Obispos de Colombia del 8 de Julio 2016, quedó plasmado un vehemente llamado a la guerrilla del ELN para que, “interpretando el deseo de paz de todos los colombianos, abra sus puertas al diálogo y a la construcción de un país con justicia social desde la participación política y no desde las armas.” Es por ello que preguntado por sus sentimientos hacia el viaje a Quito el obispo de Tibú remarcó que “vamos esperanzados, sabemos que esto es difícil, las mesas de negociación son tensas, son complejas, vamos desafiados, porque queremos ser útiles simplemente y si la complejidad que ofrece esta mesa va a requerir de nuestros buenos oficios, lo haremos con todo agrado, porque se trata de ayudar al país a pasar a la orilla de la paz”. Entrevista: Mons. Omar Sánchez, obispo de Tibú

Mar 17 Ene 2017

Asamblea de Obispos analizará la formación inicial en los seminarios

La formación inicial en los seminarios será el tema central de la 102 Asamblea Plenaria del Episcopado que se realizará en Bogotá del 6 al 10 de febrero. Esta asamblea tiene como objetivo conocer y profundizar las orientaciones contenidas en la nueva Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis de la Congregación del Clero, con el fin de responder con renovado espíritu evangelizador y misionero a los desafíos que plantean los procesos de acompañamiento de los futuros pastores de la Iglesia colombiana. Para el desarrollo de la temática se contará con la presencia de monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, Secretario para los Seminarios de la Congregación del Clero. La Asamblea contará con la presencia de cerca de 90 obispos de todo el país.

Mar 27 Dic 2016

“Den gracias a Dios por todo”

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Cercanos a concluir este año, tenemos la ocasión de vivir la recomendación del apóstol Pablo: “Den gracias a Dios por todo” (1 Tes 5,18). Dar gracias es una forma de leer la historia en clave de verdad y de bondad, es asumir la vida que tiene raíces en el pasado y que extiende sus ramas hacia el futuro, es percibir el paso sigiloso o clamoroso de Aquel que siendo eterno nos acompaña con paternal solicitud en el tiempo. Dar gracias es algo fundamental en el arte de vivir. En este año que culminamos, Dios nos ha mantenido en el milagro de la vida, nos ha permitido avanzar en el cumplimiento de una misión, ha hecho posible el fortalecimiento de relaciones entrañables con tantas personas y el nacimiento de nuevos encuentros por la amistad o el servicio, nos ha dado fortaleza para sobrellevar las pruebas y nos ha llenado los ojos de esperanza para proseguir el camino. Un año atesora tantas experiencias originales e irrepetibles que marcan la más honda identidad de cada persona. A nivel mundial, en este año, hemos vivido acontecimientos que han desconcertado a los sabios, que han mostrado el magnífico e impredecible juego de la libertad humana, que nos han dejado desconcertados al ver que la maldad llega tan lejos o al percibir que la ciencia y la técnica escalan metas tan altas. Nos sentimos protagonistas y a la vez prisioneros en un proceso que en ocasiones nos desespera con su lentitud y en ocasiones nos asusta con su velocidad. Entonces, como Jesús, alabamos al Padre porque a él le ha parecido bien así (Lc 10,21). Este año, en Colombia, todos hemos sentido la necesidad de la paz. Hemos aportado ideas y esfuerzos para diseñarla, conquistarla, protegerla. Como, fundamentalmente, la paz no está por fuera sino por dentro, cada uno le pone su rostro y su medida. Esto mismo nos enfrenta y nos divide. Es dramático y apasionante ser personas humanas, construir juntos una sociedad, establecer un proyecto seguro hacia el mañana. Cuando, al final de todo, no sabemos o no podemos ponemos en las manos de Dios nuestros sueños y nuestras luchas. Entonces, nos da paz saber que él nos lleva y nos hace capaces de crear el futuro. En la Iglesia, entre luces y sombras, hemos continuado la misión de anunciar la fuerza salvadora del Evangelio, de trabajar por la dignidad y los derechos de todo ser humano, de sembrar fraternidad y solidaridad en todos los surcos que se abren, de invitar a levantar el corazón a Dios, fuente de la verdadera alegría. En este sentido, damos gracias por la vida litúrgica en las parroquias, por las iniciativas de evangelización en tantos campos, por el acompañamiento, muchas veces desconocido pero siempre valioso, a los que sufren. Debemos dar gracias por este año que nos condujo de modo particular a contemplar, vivir e irradiar la misericordia de Dios, por la oración silenciosa pero fecunda de tantas personas que ha puesto cimiento a todo lo bueno que hemos hecho, por la vocación de servicio que hemos mantenido en medio de múltiples dificultades, por todos los apóstoles del bien que han surgido y se van formado entre los laicos, por la multiforme labor de las congregaciones religiosas y demás asociaciones católicas, por las pequeñas comunidades eclesiales que se van configurando y están trabajando para que Dios viva y reine en todo. Dar gracias a Dios por lo que hemos vivido en este año nos reconcilia con los demás y con nosotros mismos, nos hace valorar lo que hemos realizado aunque muchas veces no tenga la perfección que queríamos, nos da seguridad y pasión para afrontar con valores ciertos e ideales grandes el año que viene, nos llena de luz y de fuerza al sentir una Providencia que nos supera y que amorosamente nos cuida y nos guía. Como enseña San Pablo, demos gracias a Dios por todo. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 2 Dic 2016

Así le paga el diablo, a quien bien le sirve

Por: Juan Carlos Ramírez Rojas - “Nada te turbe, nada te espante…”, exclamaba santa Teresa de Ávila. Hoy no sorprende que la Corte Constitucional haya declarado inexequible un aparte de la ley 119 de 1994 por medio de la cual se reestructuró el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y se prescribía que la Conferencia Episcopal de Colombia nombrara un delegado para el Consejo Directivo Nacional y en las diversas regiones. La razón de la presencia de la Iglesia en el SENA es multifactorial, entre ellas, que esta institución nació de la mano de la Iglesia, con un objetivo de promoción humana integral y si de algo se puede ufanar la Iglesia Católica es de ser cantera de humanismo. La presencia de la Iglesia en el SENA trasciende el aspecto histórico. Cuando el Evangelio llega a la realidad social la ilumina, la transforma y la Iglesia, responsable de la Evangelización no es ajena a todo aquello que atenta contra el ser humano, “el camino de la Iglesia es el hombre”. El Evangelio no es indiferente a la vida de los hombres. La política, la economía, la cultura, el ocio y sus alternativas, el mundo del empleo y los asuntos laborales, las relaciones sociales, el acceso a la vivienda, la educación y la sanidad, las relaciones internacionales, etc., son cuestiones que afectan a la Iglesia, porque son elementos que forman parte determinante de la vida de cada hombre. No se trata de que ella quiera reivindicar un espacio público que le ha sido usurpado desplazando la fe hacia la interioridad de la conciencia, sino que ella misma es la que se siente impulsada a preocuparse e interesarse por la dignidad personal de cada hombre, dado que ella está afectada por los gozos y esperanzas, angustias y tristezas de los hombres (cf. GS 1). En este sentido, la doctrina social de la Iglesia presta un gran servicio a la acción evangelizadora, a la vez que ella misma capta y se involucra en los aspectos que determinan la vida del hombre como ser social. Esta es la razón por la cual la Iglesia compromete su ser en todas las instituciones que ha creado para que las personas acrisolen su dignidad, sean gestores del bien común, instrumentos vivos de solidaridad y subsidiaridad. Sacar a la Iglesia del SENA bajo el argumento del “Estado laico”, es desconocer la historia, cerrar un espacio de formación ética y moral a una población que no puede ser circunscrita a un simple proceso cognitivo, es negar un derecho fundamental en la formación humana como es la dimensión espiritual, “el fallo de la Corte quiere desconocer todo aquello que no esté de acuerdo con el pensamiento de unos pocos”. La Iglesia es una realidad histórica, jurídica, cultural, teológica que el Estado no puede desconocer, “primero fue sábado que domingo”, y ella como todos los sectores del país tiene el derecho de aportar a la reflexión para la construcción de las políticas públicas. Surge la duda: La llamada doctrina del “Estado Laico” que argumenta la Corte se inspira en el concepto de laicidad, entendido como “mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte o es un laicismo que refleja hostilidad e indiferencia contra la religión y la Iglesia. Queda el tufillo de la segunda. La laicidad del Estado no debe equivaler a hostilidad o indiferencia contra la religión o contra la Iglesia. Más bien dicha laicidad debería ser compatible con la cooperación con todas las confesiones religiosas dentro de los principios de libertad religiosa y neutralidad del Estado. La base de la cooperación está en que ejercer la religión es un derecho constitucional y beneficioso para la sociedad (CPC art.19; Ley 133 de 1994). El Papa Benedicto XVI afirma: “Tampoco es signo de sana laicidad negar a la comunidad cristiana, y a quienes la representan legítimamente, el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales que hoy interpelan la conciencia de todos los seres humanos, en particular de los legisladores y de los juristas. En efecto, no se trata de injerencia indebida de la Iglesia en la actividad legislativa, propia y exclusiva del Estado, sino de la afirmación y de la defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad. Estos valores, antes de ser cristianos, son humanos; por eso ante ellos no puede quedar indiferente y silenciosa la Iglesia, que tiene el deber de proclamar con firmeza la verdad sobre el hombre y sobre su destino” (Congreso nacional de la unión de juristas católicos italianos, 9.12.2006). En el marco del respeto por los fallos de la Corte, la Iglesia no va a renunciar a su misión. El mayor aporte que puede hacer la Iglesia a la sociedad es la evangelización, comunicar a los hombres el mensaje salvador de Jesucristo, muerto y resucitado, y hacerles partícipes de esa experiencia salvífica. El anuncio seguirá siendo explícito, con una dimensión ética, de realización de acciones, cuyo objetivo sea la puesta en práctica de la caridad para que los valores evangélicos alcancen la vida de los hombres en su acontecer cotidiano. Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero CEC

Vie 11 Nov 2016

Pongámonos "de acuerdo"

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo - A partir del plebiscito para refrendar los acuerdos del Gobierno Nacional con las FARC-EP, estamos viviendo en Colombia un momento importante y decisivo. Todos nos hemos venido haciendo conscientes de la necesidad de la paz, que es mucho más que ausencia de guerra y mucho más que un pasajero programa político. Hemos entrado en un proceso de diálogo entre diversas fuerzas políticas y sociales; hemos llegado a un punto de partida para trabajar juntos en un propósito de reconciliación y de desarrollo común. Si la paz es la realización integral de las personas y el auténtico desarrollo de la sociedad que ellas conforman, estamos ante un proyecto siempre en construcción. Por tanto, quisiera que recordáramos algunos valores que es preciso mantener vivos e incorporar cada vez más plenamente a nuestra realidad social, cultural y política. Deben guiar todo lo que pensemos, juzguemos y hagamos; se requiere asumirlos constantemente en una educación personal y ciudadana; hay que lograr que sean parte de un acuerdo general establecido por todos. 1. La verdad. Es la luz que puede guiar todo camino y hacer auténticas y libres las relaciones entre personas. Ordinariamente, en cualquier conflicto lo primero que se pierde es la verdad. Si se quiere superar una confrontación con mentiras y trampas no se hace otra cosa que poner bases a nuevos y más graves enfrentamientos. 2. La libertad. Es el mayor don que puede tener una persona o un pueblo. Es falso cualquier proyecto que quiera garantizar la dignidad y los derechos de la persona humana e implementar un progreso integral en la sociedad sin libertad. Por tanto, hay que cuidar y desarrollar la democracia como un sistema que defiende y promueve la libertad de todos. 3. La unidad. En todo ser humano hay una dimensión asociativa por la necesidad de ayuda mutua. A ella se opone otra fuerza necesaria que lleva a que cada uno se afirme a sí mismo. En este movimiento se inscribe la creación y el funcionamiento de una nación. Conscientes de esta realidad, es preciso integrar la riqueza de nuestras diferencias en función del proyecto común. Destruir la unidad es un suicidio. 4. La honestidad. Es el resultado de los tres valores anteriores realizados en cada persona. Ser honesto es hacerse auténtico, es no dejarse esclavizar ni siquiera por las propias pasiones, es estar unificado por la rectitud de intención. La ausencia de este valor es el origen de la corrupción en las ideas, en los proyectos sociales y en la administración de los recursos. 5. La responsabilidad. Es la posibilidad que tenemos de responder positiva y creativamente a una llamada o a una misión personal o comunitaria. Es la forma de realizar nuestra vida y de aportar al bien de todos. Contra la responsabilidad están el egoísmo, la indiferencia y el mal proceder que nos aíslan o nos llevan a destruir el proyecto común. Es imposible una nación en paz si hay irresponsabilidad, indolencia o mal espíritu en sus ciudadanos. 6. La esperanza. El que siembra, el que construye, el que se proyecta hacia el futuro tiene que hacerlo en esperanza; es decir, en la confianza de conseguir los mejores resultados y de lograr las máximas metas. Sin esperanza no se hace nada; no se puede vivir. La esperanza no es dejar que lleguen por sí mismos los mejores resultados, sino realizar todo lo que nos corresponde con pasión y confiarlo todo a la sabiduría y a la bondad de Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 11 Nov 2016

#AccionesConsciente: Taller Sobrevivientes y gestores de paz

Acciones Conscientes, Tu compromiso con el futuro, es una campaña pedagógica liderada por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) a través de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN). La iniciativa tiene como objetivo incentivar a la población para que, en el marco de la búsqueda de la paz y la reconciliación nacional, lleven a cabo acciones informadas y a conciencia, que contribuyan a la construcción de una cultura de paz enmarcada en el diálogo y encuentro, a partir del análisis objetivo de la realidad y más allá de las diferencias. Nuestra ilusión: una Colombia más unida, que respete la diferencia, que se de la oportunidad de imaginar la paz y que intente un esfuerzo de reconciliación. Tweets by AConscientes