Vie 27 Jun 2025
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
DÉCIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOSOLEMNIDAD SANTOS PEDRO Y PABLOJUNIO 29 DE 2025Primera lectura: Hch 12,1-11Salmo: 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9 (R. 5b)Segunda lectura: 2Tm 4,6-8.17-18Evangelio: Mt 16,13-19.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLas realidades de la vida se configuran en preguntas que interpelan nuestro existir. Hoy es un día para responder con claridad y precisión quién es Cristo para nosotros. La liturgia nos introduce en este mensaje, a través de la Palabra:-En el libro de los Hechos, contemplamos la acción del Señor, quien, por medio de un ángel, libera a Pedro de la prisión, mostrándonos su poder y providencia.-El Salmo 34(33) nos invita a una comunicación plena con Dios, quien escucha y responde a quienes lo buscan con sinceridad.-En la segunda carta a Timoteo, el apóstol, con una franqueza soberana, reconoce que su partida está cerca, reflejando la actitud de quien ha vivido con plenitud su vocación y ha puesto su confianza en Dios.1.Lectio: ¿Que dice la Sagrada Escritura?La liturgia de este domingo nos presenta la pregunta más íntima y decisiva en la vida cristiana: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro, con la certeza del que verdaderamente sigue al Señor, responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.Este diálogo nos invita a descubrir aquello que sostiene y da sentido a nuestra existencia. Pedro no solo reconoce a Jesús como el Mesías esperado, sino como el Hijo del Dios que nos da la vida. Y lo hace desde su experiencia personal: ha caminado junto a Él, ha sido testigo de sus milagros, ha visto a Jesús devolver la vida a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naím, sanar a leprosos, restaurar la dignidad de la mujer hemorroísa. Su testimonio brota de un corazón que ha aprendido a confiar plenamente en Cristo.A esta confesión de fe, Jesús responde con una promesa definitiva: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. En este encuentro se sella una amistad para la eternidad, en la que Pedro, figura de la firmeza y la fidelidad, es llamado a ser fundamento visible de la Iglesia. No se trata de una construcción sobre arena, sino sobre la roca de quienes, con su vida y su testimonio, enfrentan dificultades y resisten las tormentas.La Iglesia está edificada sobre Cristo, sostenida por su presencia viva y guiada por el Espíritu Santo. Es Él quien nos concede la fe para creer y dar testimonio, incluso con la propia vida, de que Jesús es el Salvador del mundo.Hoy es el tiempo de reafirmar nuestra cercanía con el Señor. Solo desde un discernimiento sincero y realista podremos responder, con la misma profundidad y convicción de Pedro, la pregunta que sigue resonando en nuestro corazón: ¿Quién es Dios para mí?2.Meditatio: ¿Que me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?La Iglesia se edifica sobre pilares inamovibles, y Pedro y Pablo son prueba de ello. Hombres llenos del Espíritu Santo, conscientes de que sus palabras eran proféticas y necesarias para la humanidad. Sus vidas, marcadas por la fragilidad humana y, al mismo tiempo, por la fuerza transformadora de la gracia, son testimonio fehaciente de la presencia de Dios en la historia que Él mismo quiere construir con su pueblo.Ninguno de nosotros puede eximirse de la responsabilidad de edificar la Iglesia que el Señor desea: una comunidad marcada por la bondad y por signos concretos del amor de Dios entre nosotros. Nuestra debilidad no debe ser una excusa para alejarnos de esta misión. Pedro, quien negó al Señor, y Pablo, quien persiguió a los cristianos, fueron elegidos para llevar la fragancia del Evangelio al mundo, un Evangelio que huele a amor entregado y que se expresa en la donación de la vida por los demás.También nosotros debemos sentirnos llamados, aunque nuestros nombres no figuren en la lista de los apóstoles. Dios nos elige en nuestra sencillez, como parte de una Iglesia formada por personas comunes, sin ansias de reconocimiento, pero con el deseo profundo de construir la vida cristiana con gestos concretos de amor y comprensión. Es en esa entrega cotidiana donde descubrimos la presencia viva de Dios entre nosotros.3.Oratio y Contemplatio: ¿Que suplicamos al señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?La solemnidad depende de quien hace las cosas con amor, y en especial con amor divino. A Pedro se le dijo: “Te daré las llaves del Reino de los Cielos”, pues cada uno de nosotros y en la medida de nuestras capacidades, lo que hemos hecho a lo largo de nuestra existencia, es construir el reino de los cielos. El señor ha puesto en cada uno de nosotros, su confianza. Esa confianza se convierte día tras día en esperanza, porque la esperanza hace alusión al amor cristiano, que nunca, pero nunca defrauda, porque esta cimentada en la roca del amor perpetuo, que solo Cristo, nos hace conocer en los detalles pequeños.En este año 2025, el año del jubileo de la esperanza, es donde debemos testimoniar de una manera superior, la confianza que, puesta en el Señor, nos llevará a la práctica del amor, que caracteriza el reino de Dios. Donde lo que importa es llamarnos hermanos, porque lo somos, y tenemos el mismo destino, La santidad.Recomendaciones prácticas:-Jornada del Óbolo de San Pedro.II.MONICIONES Y ORACION UNIVERSAL O DE FIELESMonición introductoriaHoy celebramos la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia y testigos del Evangelio hasta la entrega total de sus vidas. En su testimonio encontramos el ejemplo de un amor profundo y comprometido con Cristo y su Iglesia. Que esta Eucaristía renueve en nosotros el deseo de ser discípulos fieles y valientes.Monición a la Liturgia de la PalabraResponder al llamado de Jesús implica testimoniar con la propia vida que Dios está vivo y actúa en medio de su pueblo. La Palabra que hoy escucharemos nos invita a construir la Iglesia con nuestra entrega cotidiana, siguiendo el ejemplo de Pedro y Pablo, quienes, fortalecidos en la fe, dedicaron su vida a proclamar el Evangelio.Oración Universal o de los fielesPresidente: En esta solemnidad de los santos Pedro y Pablo, testigos y pilares de la Iglesia, presentemos al Señor nuestras súplicas, confiando en su amor providente.R/. Que tu amor fortalezca nuestra fe.1.Por el Papa Francisco, los obispos, sacerdotes y diáconos, para que, con su testimonio de vida y fidelidad al Evangelio, fortalezcan la fe del pueblo de Dios. Oremos.2.Por los gobernantes del mundo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, promuevan la justicia, la paz y el bien común. Oremos.3.Por los más necesitados, los pobres, los enfermos y los que sufren, para que, descubriendo en ellos el rostro de Cristo, sepamos asistirlos con la ternura y misericordia de Dios. Oremos.4.Por quienes se han alejado de la fe, para que, con un corazón abierto y humilde, redescubran la belleza de la Iglesia fundada sobre Pedro y Pablo. Oremos.5.Por todos nosotros, reunidos en esta celebración, para que, con sencillez y espíritu de servicio, llevemos el Evangelio a las comunidades donde el Señor nos ha enviado. Oremos.Oración conclusivaPadre Santo, escucha nuestras súplicas y concédenos, por la intercesión de los santos Pedro y Pablo, la gracia de ser testigos valientes de tu amor en nuestro tiempo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén