Mié 29 Mar 2023
Bendito el que viene en nombre del Señor
DOMINGO DE RAMOS
EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Abril 2 de 2023
Primera Lectura: Isaías 50, 4-7
Salmo: 22(21),8-9.17-18a.19-20. 23-24 (R. 2a)
Segunda Lectura: Filipenses 2, 6-11
Evangelio: Mateo 26, 14 - 27,66
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
En el domingo de ramos la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar el misterio pascual. Hoy se lee el relato de la Pasión, con el fin de que la Cruz de Cristo domine toda la semana, desde el domingo de ramos hasta el domingo de la resurrección. Dentro de todas las escenas que expone la liturgia de la palabra, el relato de la pasión y muerte de Jesús que presenta Mateo, para inaugurar esta semana mayor, destaca tres escenas en particular:
• Primera, que la última cena de Jesús fue una cena pascual. Lo que estaba mandado a los israelitas de recordar el significado de aquella comida, Jesús lo explica desde el sentido de la nueva cena pascual, que consiste en el carácter sacrificial, de cómo la sangre de Cristo es derramada para la remisión de los pecados.
• Segunda, la escena del monte de los olivos. Resalta la humanidad de Jesús, él siente miedo al vislumbrar que la muerte se avecina, experimenta la traición de sus amigos y la lejanía del Padre.
• Tercera, el Sanedrín legaliza la muerte del inocente, pero Jesús argumenta que su mesianismo no es político, sino que es el Mesías sufriente, manso y humilde.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
De los episodios más sonados en el relato de la pasión son la traición de Judas y las negaciones de Pedro. A pocos días de celebrar la pascua cristiana, el evangelio nos sitúa en el momento inaugural de dicho acontecimiento. Judas toma contacto con la parte contraria y comienza a vislumbrarse de modo definitivo la muerte de Jesús; el traidor pacta el precio que se pagaba por un esclavo. (Ex 21,32). Judas movido por la codicia se aparta del resto de los discípulos para sacar ventaja económica entregando al Señor. Así pues, los tres anuncios de la pasión (Mt 16,21-23; 17,22-23 y 20,17-19) más las palabras de Jesús al terminar el discurso de las parábolas; "sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado" (26,2), tienen un valor profético ya que la muerte pronto llegará. Por su parte Pedro lo negó por tres ocasiones consecutivas, lo seguía de lejos y llegó hasta el punto de afirmar “que yo a ese hombre ni lo conozco”. Al final ambos se arrepintieron. El arrepentimiento de Judas se convirtió en degeneración y se transformó en autodestrucción, puesto que decidió ahorcarse (Mt 27,3-5), Pedro, por su parte, tras su caída se arrepintió y encontró perdón y gracia, debido a que lloró amargamente su pecado. (Mt 26,75).
Con todo, a Judas lo podemos mirar, además de personaje histórico, como a un personaje que desempeña un papel corporativo, en el cual los discípulos de Jesús, de aquel entonces y los de todos los tiempos pueden proyectar su propia vida. La codicia y el deseo de sacar ventajas siempre han sido temas vigentes que pueden llevar a entregar a Jesús, bajo distintas modalidades. Entre ellas: cambiarlo por dinero, por el deseo de estar del lado del más fuerte; o negociarlo por cualquier otra seducción en razón de que él no ofrece las satisfacciones pasajeras que el mundo si brinda. En consecuencia, la pretensión de encontrar la felicidad en realidades distintas a las que Jesús propone, no fue un asunto ajeno para los Doce, ni tampoco lo ha sido para los discípulos de todas las épocas.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
En los compañeros de Judas existió la posibilidad de adelantarse al plan del traidor; esto lo confirma las palabras de Jesús orientadas a los Discípulos: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar". Ellos muy entristecidos dudaban si sería alguno distinto a Judas el que lo iba a traicionar, por eso preguntaban uno tras otro: "¿Soy yo acaso Señor?" Evidentemente contemplaron adelantarse al proyecto de Judas.
¿Qué los haría dudar? Quizá vacilaron en el seguimiento que reclama fidelidad por siempre, pues las expectativas que ellos tenían eran diferentes a las que Jesús les proponía, también es posible que el riesgo que corrían por estar de parte de Jesús los convertía en objetivo de las autoridades judías y romanas. Pero más allá de todo, ¿Cuál sería la razón por la que resistieron a la tentación en este caso? Con precisión no lo sabemos, sin embargo, el evangelio pone de relieve, cómo al comienzo solo uno se apartó del grupo y pactó la entrega de Jesús; mientras el resto permanecía congregado y unido a Jesús, pese a las amenazas que asumían al estar del lado de él.
Hay que poner de relieve cómo los compañeros de Judas siempre se refirieron a Jesús con el título de Señor (Kirios), mientras que Judas fue el único en dirigirse a él como maestro (didaskale). Hay mucha diferencia entre Señor y maestro. Mientras Jesús sea el Señor de nuestra vida resistiremos mejor a las tentaciones de traicionarlo o negarlo, pero si es un maestro más, como cualquier otro líder de la historia, la celebración de estos días santos serán solo manifestaciones externas y sin efectos en el interior del corazón.
Más allá de juzgar la conducta de Judas, ahora se trata, más bien, de revisar nuestra respuesta discipular. A Jesús le pedimos en este domingo de ramos, que nos otorgue la gracia de conocernos más a fondo y que al detectar nuestras motivaciones, elijamos borrar todo comportamiento que se asemeje al de Judas traidor y al de Pedro que lo negó, que, pese a que las tentaciones nos lleven al límite de nuestras fuerzas, aun así, tengamos el valor suficiente para estar del lado de Jesús y no de la parte contraria de él.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
¡Oh Dios! En esta semana mayor, haz que reproduzcamos la acritud de aquella gente que tendía sus mantos por el camino para el paso de Jesús por las calles de Jerusalén, que nosotros tendamos el manto de la generosidad, de la entrega y del desprendimiento de nuestras seguridades. Haz que nuestras certezas las encontremos en ti y en tu Hijo Jesucristo, danos la gracia de demostrar nuestro mejor signo de confianza y fidelidad, siguiendo los pasos de Jesús hasta el final y tomando la propia cruz cada día.
Como las posibilidades de perversión humana son muchas, te imploramos fuerza de voluntad para evitar traicionar la confianza que nos brindas y para apartarnos de todo gesto de negación a tu nombre. Para alcanzar tan nobles ideales, suplicamos la gracia de vivir estos días santos con intensidad, aprovechando todos los medios espirituales que encontremos en el transcurso de estos días santos.
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Recomendaciones prácticas:
• Tener presente que hay tres formas de conmemorar la entrada del Señor a Jerusalén. (MR p. 129 ss.). Convocar para esta procesión de manera especial a los niños y jóvenes.
• Al concluir la procesión y llegar al altar se omiten los ritos iniciales y se prosigue con la oración colecta.
• Para la lectura de la Pasión no se llevan cirios ni incienso, se omite el saludo y la signación del libro; la ausencia de estos signos manifiesta la austeridad de estos días. Al proclamar la muerte de Cristo se debe hacer una pausa para guardar silencio y ponerse de rodillas durante unos instantes.
• Para la lectura de la Pasión se sugiere que se proclame entre tres lectores, y reservar la parte propia de Cristo para que la lea el sacerdote.
• Tener en cuenta que tiene prefacio propio: “La Pasión del Señor”, Misal, p. 138.
• Se puede emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, MR pág. 139.
• Evangelizar la piedad popular: conviene instruir a los fieles en que lo más importante en este día es la celebración de la Misa y, en ella, la lectura de la Pasión del Señor. Es importante realizar la bendición y procesión con su carácter litúrgico y darle el aspecto de una “Puerta de la Semana Mayor. La cual incluye los actos litúrgicos y los de la piedad popular.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Como Iglesia peregrina, hemos caminado durante la cuaresma para llegar a la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Al participar en esta celebración disponemos nuestro ser para recorrer el mismo camino de Jesús que triunfante entra en Jerusalén y sube hacia el calvario para consumar su obra de salvación, verdadero sacrificio que se renueva en la eucaristía.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios nos invita a contemplar a Cristo como el siervo doliente que en la pasión es condenado injustamente para otorgarnos la salvación. San Pablo nos recuerda que Cristo siendo Hijo de Dios al sufrir la humillación, fue exaltado a la derecha de Dios Padre. Que al escuchar la pasión de Cristo permanezcamos en actitud de silencio para contemplar la obra salvífica de Dios que entregó a su Hijo para nuestra redención.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: al Padre que en la pasión nos ha entregado a su Hijo para la salvación, elevemos nuestras suplicas unidos a la oración de toda la Iglesia. Digamos juntos:
R. Por la pasión de tu Hijo, escúchanos Padre.
1. Oremos por el Papa Francisco, para que viviendo la pasión de Cristo nos ayude a entrar en el camino de la purificación a través de la cruz del Señor.
2. Oremos por los gobernantes de las naciones, para que en todo busquen la justicia y el bien entre los pueblos.
3. Oremos por los que sufren, los pobres, los encarcelados y los abandonados, para que la cruz de Cristo sea la fuerza que los conforte durante la prueba.
4. Oremos por lo que se preparan para recibir el bautismo en la vigilia Pascual, para que la gracia de Dios les otorgue la vida nueva del Espíritu.
5. Oremos por todos los que celebramos estos días santos, para que vivamos con espíritu de fe los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Oración Conclusiva
Dios Padre bueno,
escucha las suplicas de tu Iglesia
en oración para que al seguir
el camino de la cruz de tu Hijo
nos dispongamos para ser partícipes
de su gloriosa resurrección.
Por Cristo, Nuestro Señor.
R. Amén.