Jue 2 Mayo 2019
¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,27-32.40b-41 Salmo: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a)
Segunda lectura: Apocalipsis 5,11-14
Evangelio: Juan 21,1-19
Introducción
Las lecturas de este domingo proporcionan una riqueza temática que permite plantear tres temas:
• Después de la Resurrección se muestra la Iglesia naciente, con la predicación activa de los Apóstoles, perseverando en la enseñanza, obedeciendo a Dios antes que a los hombres y sufriendo las persecuciones por causa de predicar a Jesucristo vivo.
• La experiencia de Dios en el creyente que, a pesar de las contradicciones de la vida diaria, las angustias, persecuciones, dolores, sufrimientos, lágrimas, es capaz de perseverar en el Señor; y puede convertir el luto en danza, la debilidad en fortaleza, el dolor y el sufrimiento en alegría y esperanza.
• El encuentro de los discípulos con Jesucristo Resucitado transforma la desolación en consolación, renace la alegría y la esperanza, y convierte a los apóstoles en misioneros, continuadores de la obra de construcción del Reino de Dios.
1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles muestra como el Sanedrín en cabeza del Sumo sacerdote, les prohíbe a los Apóstoles “enseñar en nombre de ese” y los acusan de haber “llenado a Jerusalén con esa doctrina”. Los Apóstoles a su vez les responden: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Cómo ellos se convierten en testigos de la resurrección de Jesucristo y cómo salen contentos por haber sido considerados dignos de sufrir los ultrajes por el Nombre de Jesucristo.
El Salmo 30 (29), resalta la súplica del creyente que clama y llama a Dios, sana su herida, saca su alma del abismo. A partir de esta experiencia el creyente, hace una lectura de la experiencia de Dios que es capaz de visitarlo en medio del sufrimiento con las lágrimas; pero pasado el tiempo, ese sufrimiento se convierte en gozo. Es así, como Dios es capaz de transformar el luto en danza, por estas proezas, el creyente, alaba a Dios por siempre.
La segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis, refleja mediante los órganos del oído y de la visión, la experiencia de Dios. El creyente que ve y escucha a Dios vive recibiendo la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza para Adorar permanente a Dios.
La perícopa del Evangelio, manifiesta tres momentos sublimes en la experiencia de Jesucristo resucitado en la vida de los Apóstoles: 1. Un primer momento de desolación. Los Apóstoles no saben qué hacer, tratan de volver al lugar donde el Maestro los había llamado y escogido. Ante la muerte de Jesús, se pierde la esperanza, y se quiere volver atrás mediante el trabajo cotidiano, a las redes y a la barca. Es una forma de mitigar la tristeza que le ha causado la muerte del Señor. 2. El segundo momento, está iluminado por la pesca milagrosa, los Apóstoles en cabeza del discípulo amado, descubren la presencia del Señor, escuchan y obedecen la Palabra del Señor, y de las aguas vuelven a la tierra, sabiendo que El Señor no ha muerto, está con ellos, renace la esperanza y esto los llena de ilusiones y alegría. 3. Un tercer momento, en el cual el Señor les encarga la misión de continuar predicando el Evangelio y la Buena Nueva de la salvación, se ratifica el amor y el seguimiento del Señor.
2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
La narración evangélica evoca la celebración de la Eucaristía. Así, como en el Evangelio de este domingo se pueden observar tres momentos sublimes, de la misma manera, se pueden vivir estos tres momentos en la Misa: El momento de la desolación; de la consolación; y de la misión. Así, pues, en la Eucaristía, memorial de la Nueva alianza, podemos observar los tres momentos, así:
1. El momento de la desolación, cuando en la primera parte de la Eucaristía, llegamos de la vida en ocasiones cargados con nuestras contradicciones, desesperanzados, tristes y agobiados por los problemas cotidianos y por la carga de nuestros pecados.
En el acto penitencial se nos pide hacer memoria de nuestros pecados y pedirle perdón al Señor, por todos estos momentos de sufrimiento y dolor.
2. En la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía propiamente dicha, nuestros sentidos se abren para que escuchando nos dejemos iluminar por la Palabra del Señor. Como Pedro llegamos a la misa desnudos, desprotegidos y desvencijados, y una vez, que escuchamos al Señor, empezamos a descubrir que Él está allí con nosotros, que no tengamos miedo, que nos revistamos de su gracia, nos cubre y protege. Él nos invita a salir de las aguas que inundan y amenazan nuestra existencia, y nos invita a aterrizar, Él en la Eucaristía, nos prepara el Banquete de la Alianza, su Cuerpo y su Sangre, nos alimenta, nos fortalece, nos invita a hacer comunidad. En comunidad se fortalecen nuestros vínculos, renace en nosotros la alegría y la esperanza. En comunidad permite que escuchemos al Señor en su Palabra. La comunidad permite que trabajemos juntos por una pesca abundante, donde a cada uno no le haga falta el alimento; en este sentido, la comunidad fortalece la fraternidad y se vive la caridad.
3. Tercer momento: Una vez que el Señor nos ha alimentado con su Cuerpo y con su Sangre, salimos de la misa entusiasmados, llenos de alegría y esperanza, el Señor camina con nosotros, como camina con Pedro, ratifica con cada uno de los creyentes su pacto de amor, nos invita a perseverar en el camino de la caridad, y nos encarga la misión de continuar su obra de amor a través de los tiempos y de las naciones. El Señor, nos envía, como envió a sus discípulos. Cada Eucaristía, cuando salimos es a vivir lo que hemos experimentado en comunidad, al salir del templo, cada cristiano, debe sentir que el Señor camina con él, que ratifica su amor por nosotros y nos hace sus discípulos misioneros en el camino de la vida en la edificación del Reino de Dios.
3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad?
Cristo resucitado que nos hace discípulos misioneros que construyen su reino con el amor y la paz; a través de las palabras del Papa Francisco, en la reciente Exhortación Apostólica Gaudete ed Exultate, el llamado que nos hace a la santidad, comentando las bienaventuranzas, dice: ¨dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios¨. Al final del numeral 89 de esta exhortación, acuña una frase, que sin duda alguna pudo haber aprendido de la visita en Colombia, pues nos invita a ser artesanos de la paz, y dice textualmente: “Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza. Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”.
En esta misma línea del mandato que hace el Señor a Pedro y a los discípulos y a través de ellos, a toda la Iglesia, el Papa Francisco exhorta a la comunidad creyente a que seamos discípulos misioneros al encuentro de Jesucristo vivo. “Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio. Se trata entonces de un camino de santidad que se construye con la Gracia que Cristo resucitado infunde en sus apóstoles, discípulos, misioneros, y en toda la Iglesia.
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
El encuentro con Jesucristo resucitado se parece a ese camino que realizó el Señor con Pedro. Tres veces le pregunta el Señor si lo ama, y tres veces le responde Pedro que, sí lo quiere, y en la tercera, Pedro se entristece, pero el Señor lo ratifica en el amor. Varias interpretaciones sugieren que el número tres en la Biblia, es significativo, porque es la forma de ratificar un compromiso, y sellar un pacto; pero también es la forma de recordar las tres ocasiones en que Pedro negó al Señor. De alguna manera, se ve en esta triple pregunta que, por encima de las negaciones, está el amor que consolida el sello de la alianza con el Señor. Así, nosotros, podemos recordar momentos en que con nuestras actitudes, conductas o pecados hemos negado al Señor. Así, como en la Cruz el cayó tres veces, tres veces se levantó; de esta forma, nosotros debemos ratificar ese amor, no nos quedemos anclados en la negatividad del pasado sino que levantándonos de nuestras contradicciones y pecado, podamos con la Gracia del Señor, animarnos a seguirlo, a ser discípulos, a continuar caminando por el camino de la vida, llenos del amor que Él nos regala. El Señor no nos condena, ni se alegra de nuestras contradicciones, sino que nos amina a seguirlo amorosamente en el camino de la vida. No nos cansemos de levantarnos, no nos cansemos de decirle Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te amo, no nos dejemos inundar de desesperanza en el camino de la vida, sino que sigamos diciéndole, sí, Señor, hágase en mí según tu palabra.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Se sigue en el Tiempo pascual, cuyo tiempo se expresa en la alegría de los cantos, orientados al seguimiento y discipulado misionero.
2. Cuidar los signos propios de este Tiempo Pascual: manteles, luces, flores, ornamentos festivos,
3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058.
4. Debido a la temática del amor que presenta la Palabra de Dios, se recomienda tomar la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias IV, con su Prefacio: “Jesús, que pasó haciendo el bien”.
5. Recordar que el viernes 3, es en Colombia la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y día de la Reconciliación.
6. En este día se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.