Mié 23 Mar 2022
Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Marzo 27 de 2022
Primera lectura: Josué 5, 9a.10-12
Salmo: 34(33), 2-3.4-5.6-7 (R. cf. 9a)
Segunda lectura: 2 Corintios 5, 17-21
Evangelio: Lucas 15, 1-3.11-32
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
En este domingo la misericordia se hace parábola. El rudo llamado al arrepentimiento que escuchamos el domingo pasado se encuentra hoy con la contraparte: el oasis del rostro de Dios en la Parábola del Padre misericordioso (o “del hijo pródigo”), la parábola de la misericordia por excelencia. En el trasfondo del evangelio de hoy tenemos la enseñanza de Jesús: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6,36).
La finalidad de la parábola es mostrarnos el carácter, la grandeza y las características de la misericordia de Dios para con los pecadores arrepentidos. De esta manera comprenderemos la praxis de misericordia de Jesús, que escandalizó a la gente piadosa de su tiempo, y también las actitudes que debemos tomar ante el Dios que nos perdona y ante el hermano que debemos perdonar, porque él nos sigue diciendo: “Todo lo mío es tuyo” (15,31), es decir, que hagamos nuestra su misericordia .
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El Evangelio nos presenta la parábola del Padre Misericordioso. Uno de sus hijos, el menor, pide la herencia, se va a otras tierras y la malgasta. Luego arrepentido vuelve a la casa paterna, y su padre lo recibe con alegría. La parábola está cargada de signos: el gesto de divisar al hijo desde lejos y correr hacia él, expresa la providencia misericordiosa de Dios. La acción paterna de calzar, vestir y colocar el anillo manifiesta como el padre le devuelve al joven pecador su estado de hijo. El beso del padre significa el perdón.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Como hemos señalado desde el comienzo, el centro de la parábola está en el encuentro entre el hijo menor y su padre. Hacia allá apunta toda la primera parte. Los siervos y el hijo mayor logran comprenderlo, se les vuelve un enigma. Poniendo la mirada en el eje focal de la parábola, vemos en el colorido de las imágenes una catequesis sobre la misericordia:
1. El hijo arrepentido va hacia su Padre, pero al final es el padre el que “corre” hacia su hijo, impulsado por la “conmoción” interior. Esta agitación interna que se vuelve impulso de búsqueda es lo que se traduce por “misericordia”: puesto que el hijo nunca se le ha salido del corazón, la visión del hijo en su humillación y sufrimiento descompone el distanciamiento que toma quien ha sido herido en su dignidad.
2. El sentimiento interno se explicita en siete gestos de amor que reconstruyen la vida del hijo disipado. La misericordia reconstruye la vida del otro:
a) “Lo abraza”: el padre se humilla más que el mismo hijo. No espera sus explicaciones. No le pide purificación previa al que viene con el mal aspecto de la vida disoluta, contaminado en el contacto con paganos y rebajado al máximo en la impureza (legal y física) de los cerdos; el padre rompe las barreras. No hay toma de distancia sino inmensa cercanía con este que está “sucio”, para él es simplemente su hijo.
b) Lo “besa”. El beso es la expresión del perdón paterno (como el beso de perdón de David a su hijo Absalón en 2ªSamuel 14,33). Nótese que el perdón se ofrece antes de la confesión de arrepentimiento del hijo.
c) Le manda poner “el mejor vestido”: el padre le restituye su dignidad de hijo y le confirma sus antiguos privilegios. El vestido viejo, su pasado, queda atrás.
d) Le manda poner “el anillo”. Este anillo es un simple aderezo estético; puesto que en la antigüedad el anillo formaba parte de las insignias reales (ver 1ª Macabeos 6,14) y con él se sellaban las grandes transacciones, se trata de un gesto inaudito para con un hijo derrochador de plata. ¡Qué confianza la que este padre tiene en la conversión de su hijo!
e) Le manda poner “sandalias”: este era un privilegio de los hombres libres, incluso en una casa sólo las llevaba el dueño, no los huéspedes. Este gesto es una delicada negativa al hijo que iba a pedir ser tratado como jornalero.
f) Hace sacrificar el “novillo cebado”, el animal que se alimentaba con más cuidado y se reservaba para alguna celebración importante en la casa.
g) Convoca una “fiesta” con todas las de la ley: la mejor comida, música y danza. La fiesta parece desproporcionada, pero el padre expone el motivo: el gran valor de la vida del hijo. Esto llama la atención: la casa cambia completamente.
3. En esta parte central de la parábola está el punto de confrontación que manda al piso los mezquinos paradigmas de relación humana representados en el rol que juega el hijo mayor en la parábola:
a) El problema no es simplemente “estar” con el padre, sino de qué manera se está. Mientras el hermano mayor mide su relación con el padre a partir del cumplimiento externo de la norma y su expectativa es la proporcional retribución, la relación entre el padre y el hijo menor se rige por el amor, en el cual lo que importa no es lo que uno le pueda dar al otro sino el hecho de ser “hijo”. Sale a flote en inmenso valor de la relación y de su verdadero fundamento. Basta recordar qué es lo que le duele al Padre: la “perdida”, y para él lo “perdido” no fueron los bienes sino “el hijo mío”.
b) El hijo menor admite que ha “pecado”, pero el fondo de su pecado es el abandono de la casa, es decir, el rechazar ser hijo. Pedir la herencia es declarar la muerte del padre, es decir la muerte de la relación padre-hijo. Por eso dice: “pequé contra el cielo y ante ti). La vida disoluta es el resultado de una vida autónoma que excluye la relación fundante. En el perdón se reconstruyen todos los aspectos de esta relación y esto es lo que importa en primer lugar: un hijo que redescubre el amor paterno y que se goza en ello porque resurge con una nueva fuerza de vida. El hijo mayor, en cambio, aún en casa, seguirá viviendo como un extraño.
c) El redescubrimiento de la filiación lleva a la recuperación de la fraternidad. Por eso el Padre se permite corregir al hermano mayor: le sustituye el “¡Ese hijo tuyo!” por “¡Este hermano tuyo!”. Los caminos de reconciliación con el hermano deben partir del encuentro común en el corazón del Padre, allí donde “todo lo mío es tuyo”.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Padre Dios, gracias por tu infinita misericordia, por recibirme en tu casa y revestirme con el traje de la gracia. No merezco tanto amor, pues mis pecados han sido muchos, sin embargo, tu amor infinito lo supera todo. Ayúdame a ser reflejo de tu misericordia en mi hogar, en mi trabajo, en mi comunidad, que pueda ayudar a muchos para que se den cuenta que hay un Padre que los espera cada día.
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Recomendaciones prácticas:
• Hoy se permite el sonido de los instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Hermanos, nos congregamos en este Día santo, para adorar a Dios, quien en su infinita misericordia nos ofrece el perdón y la paz. Nos unimos a Cristo nuestro redentor para ofrecer al Padre Misericordioso, la ofrenda de nuestro corazón contrito. Celebremos con fe esta Santa Eucaristía.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Dios Padre mantiene abiertas las puertas de su corazón para recibir al pecador arrepentido, y en su hijo Jesús nos invita a la reconciliación. En él pasamos de la antigüedad del pecado a la novedad de la gracia. Por eso libres de nuestro oprobio, nuestros labios proclaman diciendo: “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Hermanos: para seguir a Jesús no hay otro camino que el de la renuncia y la Cruz. Convencidos de esto, elevemos nuestra oración a Dios Padre, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por el papa Francisco, por los obispos, presbíteros y diáconos, y por cuantos han decidido seguir a Jesús en la vida consagrada, para que sean conscientes de la tarea que han recibido y la vivan siempre con fidelidad, roguemos al Señor.
2. Por todos los gobernantes de las naciones y de los pueblos, para que mantengan vivo su interés por cosechar frutos de justicia y de paz, roguemos al Señor.
3. Por el ejercicio de la autoridad y la participación en el Pueblo de Dios. Para que las raíces Sinodales de la Iglesia fructifiquen en nuevos modos de estar al servicio de los demás en todos los niveles del Cuerpo de Cristo, roguemos al Señor.
4. Por cuantos sufren por causa de la enfermedad, la pobreza, el desempleo, el secuestro y la cárcel, para que tengan experiencia del amor infinito de Dios y vivan profundamente este tiempo cuaresmal, roguemos al Señor.
5. Por todos los que participamos en esta eucaristía, para que al salir de ella pongamos en práctica lo que hemos vivido y celebrado, roguemos al Señor.
Oración conclusiva
Dios Padre,
lleno de amor y de misericordia,
escucha nuestra súplica confiada,
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.