Lun 4 Ene 2016
Dejémonos empujar a la misión
La voz del Señor que abre el cielo es la que confirma y empuja la misión de Jesús para que alcance hasta los límites del orbe, dejemos que esta misma Palabra abra nuestros corazones y nos empuje a la misión. Escuchemos.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 42,1-4.6-7[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 29(28),1a+2.3ac-4.3b+9b-10 [/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34-38[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 3,15-16.21-22[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
Con el genio de un pintor la liturgia de la Palabra de este domingo, quiere seguir esclareciendo el rostro de Dios, revelando su misterio, durante 3 domingos el ciclo C se dedica a dibujar o a revelar la epifanía de Dios. Hoy estamos ante esta segunda pincelada, que está a punto de dejar la obra de Dios bellamente representada ante los ojos humanos.
A diferencia de los otros evangelios para Lucas Juan está en un segundo plano, nunca se afirma que bautice a Jesús, la fuerza para Lucas va a radicar en el Espíritu Santo que unge al Señor y en la voz del cielo que confirma la identidad de Jesús y su misión.
Para el evangelista tanto el Jesús como su bautismo inauguran el tiempo nuevo: la irrupción de Dios en la historia, por eso la espera del pueblo no se va a cumplir con el signo de la conversión propuesto por Juan, sino por la profundidad del bautismo cristiano. Aquel solo era con agua, este en cambio es con Fuego y Espíritu, aquel solo llevaba a la conversión, el nuevo bautismo no solo constituye el perdón de los pecados, sino que abre el cielo y da la filiación divina. Por eso no está reservado solo a unos cuantos, sino que está dado para todos, pues como afirma Pedro en casa de Cornelio “Dios no hace acepción de personas”, esta dimensión universal de la fe, querida y esperado por la profecía de Isaías 42 que leemos hoy, se cumple por la revelación suprema de Jesús, luz de las naciones.
Las lecturas lejos de buscar retratar los elementos antiguos del bautismo de Juan o de cualquier otro rito de aquel tiempo están expresando la novedad del bautismo cristiano: Es una acción trinitaria para regalar al hombre, a todos los hombres, el don de la filiación divina, el don de sentirse hijos muy amados, los predilectos, sin embargo esto no puede quedarse ahí, sino que, siguiendo la lógica del evangelio de Lucas, debe llevar a cada fiel a vivir la dimensión misionera de su fe, pues los textos de la Palabra que leemos en este día así lo demuestran y exigen.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
La gran herida de la pastoral en este tiempo es el olvido de la maravilla de ser hijos. Si en los cristianos la dignidad de la filiación divina fuera explicita, seguramente no existirán las injusticias y vejámenes que contemplamos ante nuestros ojos. Cada uno se esforzaría por vivir como exige la dignidad a la que ha sido llamado y por permitir que los otros también vivieran como hijos.
La dignidad que hemos adquirido en el bautismo no es accidental, sino esencial, hace parte de nuestra condición de vida cristiana. El problema nace cuando a causa de la cerrazón del corazón no escuchamos la voz del Padre y no vivimos la unción del Espíritu que hemos recibido y que nos ha cristificado. Una pastoral adecuadamente iluminada por la Palabra tendría que llevar a cada fiel a vivir su dignidad cristiana, a que anuncie a los demás aquella realidad que poseen y así lograr juntos la construcción del Reino de Dios en medio de los hombres, por eso todo bautizado debe vivir su fe en clave de misión, pues la fe que no se comparte se estanca, se pierde, en cambio como decía san Juan Pablo II: La fe crece dándola.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
Estamos celebrando el jubileo de la misericordia y el primer paso para sentir este don maravilloso del corazón del Señor no es sentirnos pecadores, sino sentirnos hijos. Esta dimensión tendría que marcar todo nuestro caminar durante este año, pues al experimentar dicho don: al sentir que también a nosotros, como a Jesús, el Padre nos llama sus hijos, nos unge con el Espíritu y nos envía a toda la tierra, tendría que convertirse en la consigna de toda nuestra vida. En la fiesta de la Epifanía, Dios se nos ofrecía pequeño y débil, ahora en su bautismo se nos presenta como el ungido y como el hijo ¿estamos viviendo estas realidades en nuestra historia de vida personal? Ahora que, con este domingo, estamos concluyendo la celebración de las fiestas de navidad y estamos a punto de iniciar la primera parte del tiempo ordinario, ¿Qué tanto hemos descubierto la cercanía de Dios que nos hace miembros de su familia? ¿Estamos siendo nosotros la presencia de Cristo?
[icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon]
Sería conveniente administrar el sacramento del bautismo en este día.
Si no se administra el sacramento del bautismo, podría usarse el rito para la bendición y la aspersión del agua, p. 1053 del Misal Romano, que ocuparía el lugar del acto penitencial.
Recordar que:
Hoy finaliza el tiempo de Navidad y desde mañana, lunes 11 de enero, comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, que se prolonga hasta el martes 9 de febrero.
Se sigue el formulario de la Misa para la semana I del Tiempo Ordinario, p. 291 del Misal Romano. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 1ª semana.