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papa francisco

Mar 29 Nov 2016

El Papa envía su pésame por las víctimas del accidente aéreo

El Papa Francisco, a través de la Secretaría de Estado Vaticana, envió un mensaje al obispo de la diócesis de Sonsón Rionegro, monseñor Fidel León Cadavid Marín, para transmitir su sentimiento de pesar a todas las personas y familias de las víctimas del accidente aéreo ocurrido en Antioquia. “El Santo Padre, hondamente apenado al conocer la dolorosa noticia del grave accidente aéreo que ha ocasionado numerosas víctimas, eleva oraciones por el eterno descanso de los fallecidos”. “Asimismo, ruego a vuestra excelencia que transmita el sentido pésame de Su Santidad a los familiares y a cuantos lloran tan sensible pérdida, junto con expresiones de afecto, solidaridad y consuelo a los heridos y afectados por el trágico suceso”, agrega. El desafortunado accidente aéreo que trasladaba a los jugadores y cuerpo técnico del equipo de futbol brasilero Chapecoense, ocurrió en el municipio de La Unión, Antioquia y deja hasta ahora un saldo de 76 personas fallecidas y 6 heridos.

Vie 25 Nov 2016

Claves para entender la carta apostólica “Misericordia et Misera”

Frente a la reciente carta apostólica “Misericordia et Misera”, firmada por el Papa Francisco el domingo 20 de noviembre y presentada públicamente este lunes 21, el padre Juan Álvaro Zapata Torres, secretario adjunto del episcopado colombiano, señala algunos puntos claves para comprender este documento. El sacerdote indica que el Pontífice expresa en esta carta la misericordia y la miseria, “que es como San Agustín alude a la referencia del encuentro de Jesús con la mujer adúltera, donde se muestra esa miseria del hombre, pero al mismo tiempo se muestra sobre ella la misericordia de Dios”. Así mismo explica, que en el mensaje del Papa, aunque se refiere al cierre litúrgico del año Jubilar de la Misericordia, invita para que se mantenga vivo ese don de Dios “este debe seguir actuante y vigente en la esencia de la vida de la iglesia y por lo tanto hay que seguirlo suscitando y promoviendo a todos los hombres y mujeres”. Insiste en la necesidad de vivir una misericordia donde cada colombiano erradique de su corazón el odio, la ira y la venganza contra los demás y busque por el contrario el bienestar del hermano. El presbítero recuerda la invitación que hace el Papa a los sacerdotes para que preparen “diligentemente la predicación en las eucaristías, porque es una manera de expresar la cercanía y la misericordia de Dios”. Sumado a esto, el sacerdote dice que la carta apostólica hace referencia a la facultad que el Papa Francisco extendió, para que todos los sacerdotes del mundo, en cualquier época del año, puedan absolver el pecado del aborto. Insistiendo en que una persona que ha practicado el aborto y se arrepienta de este acto, podrá acercarse al sacramento de la confesión. “El obispo de Roma insiste que este acto (abortar) es un delito grave porque es matar a un ser vivo y más aún una persona indefensa en el vientre materno. Y cuando una mujer se arrepiente realmente, le duele lo que ha hecho por ignorancia, por presión o cualquier otra razón; o la persona que le práctico el aborto se arrepiente de este pecado puede acercarse al sacramento de la confesión y recibir la misericordia de Dios”. Por último el sacerdote invita a todos los creyentes para que conozcan el documento y lo reflexionen. Leer: carta apostólica “Misericordia et Misera” Entrevista: P. Juan Álvaro Zapata

Vie 25 Nov 2016

Aprovechar bien el nuevo año litúrgico

Por Mons. Ricardo Tobón - Tenemos que reconocer que en nuestra sociedad están creciendo la ignorancia y la indiferencia en materia religiosa. Tal vez, lo más preocupante es que esto afecta a los mismos que se dicen creyentes. Es como un “ateísmo interior”, que silenciosamente está socavando la fe y la coherencia de muchos cristianos. No pocas personas se están acostumbrando a vivir tranquilamente sin Dios. Han ido cortando la comunicación con él; no buscan el sentido de la existencia en él; no sienten que él motive y oriente su comportamiento. Esto conduce, frecuentemente, a una visión materialista de la vida y a rendirle culto a ciertos ídolos. No podemos quedarnos tranquilos frente al debilitamiento de la fe de algunos católicos, frente a la descristianización de las familias, frente a la fuga de miembros de la Iglesia hacia las sectas o el mundo de la indiferencia. Cada uno de nosotros es responsable de estos hermanos, que pueden mostrar inconsistencia en su relación con Dios. No podemos permanecer pasivos y contentos con lo que tenemos o simplemente conservando la estructura y prácticas del pasado. Ante esta inquietante realidad debemos encontrar un llamamiento imperioso a la conversión, al compromiso pastoral y a estar abiertos a la creatividad del Espíritu. El primer paso que debemos dar es vivir más auténticamente nuestra fe y nuestra relación con Dios, evitando la superficialidad, la rutina y la exterioridad. Debemos avanzar en una nueva evangelización y en fomentar la acogida fraterna en medio de nuestras comunidades. Debemos promover una liturgia viva, donde todos podamos tener la participación consciente, activa y fructuosa que ha pedido el Concilio Vaticano II. Me parece que el comenzar un nuevo Año Litúrgico es una oportunidad privilegiada para ofrecer esa fuente primaria y necesaria donde todos podemos beber la vida cristiana y atraer a muchos alejados a una relación con Dios “en espíritu y verdad”. La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o de un grupo. Es el ejercicio mismo del sacerdocio de Cristo. En ella los diversos elementos significan y realizan la santificación de cada persona y de toda la comunidad. A través de ella se celebra la fe y se consolida la unidad del Cuerpo del Señor. La liturgia invita a asumir un compromiso transformador de la vida, a trabajar por la venida del Reino de Dios. La liturgia cristiana es una peregrinación que va llevando a la transfiguración del mundo y de la historia. Iniciar un nuevo Año Litúrgico es comenzar a recorrer un camino a través del cual hacemos memoria y vivimos todo el misterio de Cristo. Por medio de sus distintas etapas o tiempos se celebran y actualizan los acontecimientos más importantes del plan de la salvación, mediante un itinerario de fe que nos permite experimentar y apropiarnos todo lo que el amor de Dios ha hecho por nosotros. De esta manera, el Año Litúrgico es memoria de las acciones salvíficas de Dios, es presencia de Cristo que nos involucra en su Pascua, es anuncio profético de una plenitud que viene. Para lograr esto es preciso promover una verdadera pastoral litúrgica que haga de esta estructura el lugar donde los creyentes celebran, viven y maduran su fe. Lo cual pide que esta fe sea suscitada y formada por una evangelización concreta y por una catequesis sistemática. Igualmente, se necesita una espiritualidad litúrgica para que cada miembro de la Iglesia a través de este itinerario se vaya configurando cada vez más a su Señor y aprenda a vivir en la caridad “los mismos sentimientos que tuvo Cristo”. No desaprovechemos esta oportunidad que nos da el comenzar un Año Litúrgico para avivar la fe de la comunidad cristiana y para ofrecer un espacio acogedor de vida nueva a los alejados. Monseñor Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 23 Nov 2016

Perdonar el aborto

Por Pbro. Raúl Ortiz Toro - Tamaña sorpresa nos ha dado el Papa Francisco en su Carta Apostólica “Misericordia et misera” firmada el pasado 20 de noviembre, cuando en el numeral 12 declara que “de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario”. Algunas consideraciones nos resultan: En primer lugar, el Papa evita hablar de la pena que conlleva cometer el delito-pecado del aborto que es la excomunión latae sententiae, ya que no hace parte de su lenguaje; sin embargo, el canon 1398 lo deja en claro aun cuando Francisco no lo aluda explícitamente. En segundo lugar, esta Carta traerá implicaciones en el Código de Derecho Canónico, sobre todo en lo que respecta al título “De la cesación de las penas” pues las disposiciones y el lenguaje canónico están acomodados a la remisión exclusiva del Ordinario de lugar (generalmente se trata del Obispo) y excepcionalmente el sacerdote que es delegado como penitenciario (canon 508), el que confiesa al penitente en peligro de muerte (canon 976) y el que confiesa al penitente con agobio moral (canon 1357). Tercero, el Papa deja en claro que todo esto se lleve a cabo “no obstante cualquier cosa en contrario” lo que nos permitiría pensar que el Obispo en su diócesis puede dar indicaciones precisas de tono pastoral; se me ocurre, solo como hipótesis, que el Obispo podría decirles a sus recién ordenados que se abstengan de absolver este pecado durante el primer año de ministerio mientras adquieren una práxis penitencial más adecuada. Pero también que inste a sus sacerdotes a que se cercioren de la contrición en el penitente, absteniéndose de absolver a quien no muestre verdadero arrepentimiento: muchos casos se han visto de personas que confiesan el pecado sin sentir dolor por haberlo cometido o, como lo adujo el Papa en otro lugar (en el libro entrevista “El nombre de Dios es misericordia”), ni siquiera sienten dolor por no sentir dolor. De todos modos, se nos viene a los sacerdotes un gran desafío y es la atención esmerada y medicinal a estas personas que, generalmente, llegan desechas al confesionario. Lo hemos hecho en este pasado Jubileo como excepción y debemos ahora implementarlo como regla. Cuando he tenido la oportunidad de dictar cátedra de “Audiendas” (que es el curso para confesores) insisto en que al penitente se le encamine a la práctica de penitencias que lo conviertan en “Apóstol de la Vida”. En otras palabras suelo poner estas tres prácticas penitenciales: 1. La oración: de sanación espiritual para sanar las heridas que deja este hecho y aliviar los recuerdos cargados de culpa, sobre todo, acompañada de alguna práctica de piedad como, por ejemplo, tres visitas al Santísimo o la Novena a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de los niños no nacidos. En esa oración recomiendo orar por las parejas que pasan por la tentación de abortar para que encuentren la fuerza de Dios para evitar ese pecado. 2. El testimonio: Sin contar la historia personal, el penitente es invitado a dar consejo a tiempo y a destiempo, sobre todo a quienes quieran atentar contra la vida. Se les invita a que defiendan siempre en sus conversaciones una posición decidida en favor de la vida humana. 3. La caridad: Hay muchos niños que necesitan del apoyo de personas que sean sensibles a sus necesidades; el penitente debe ser invitado a que ejerza la caridad y el servicio con niños que bien podrían ser sus hijos. Bien podría haber otras penitencias adecuadas como medicina para aliviar el dolor moral de quien ha cometido este pecado; lo importante es que sean proporcionales al pecado cometido y no vayan a ser tomadas simplemente como una práctica vacía. Por Pbro: Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor de Popayán rotoro30@gmail.com

Mié 23 Nov 2016

Papa Francisco anuncia tema para la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá

El papa Francisco ha elegido el tema a partir del cual se desarrollará la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en 2019 en Panamá. Según ha informado la oficina de prensa del Vaticano, el lema escogido por el Pontífice es: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra". Asimismo el Pontífice anunció los temas de las dos Jornadas Mundiales de la Juventud 2017 "El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí" y 2018 "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios", los mismos precederán a la celebración internacional del evento, programado en Panamá para dentro de tres años. El Papa Francisco ha invitado a los jóvenes a ser memoria del pasado, tener valentía en el presente y ser esperanza para el futuro, animada de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La noticia se da luego del anuncio en el mes de octubre, de la próxima Asamblea del Sínodo de los obispos con el tema: “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Y de la reciente Carta Apostólica: “Misericordia et misera”, como signo de esperanza ante un presente y futuro en el que los jóvenes son también protagonistas en la Civilización del Amor. La Iglesia joven de Colombia también se prepara en camino de fe, esperanza y caridad para el Sínodo, como también para la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, a través de la consolidación de la Pastoral Juvenil y la puesta en marcha del Plan Nacional 2016 – 2020. La Jornada Mundial de la Juventud se realiza anualmente en cada diócesis del mundo en el Domingo de Ramos, con una ceremonia principal en el Vaticano, desde 1986. Y se alterna con un gran encuentro internacional cada tres años en una gran metrópoli.

Lun 21 Nov 2016

Carta apostólica del Papa Francisco invita a seguir viviendo la misericordia

Con el fin de llamar a los cristianos a asumir la misericordia como una actitud y un camino a seguir en el futuro, el Vaticano dio a conocer hoy la carta apostólica “Misericordia et misera” (La misericordia y la miserable). En este documento el papa Francisco recuerda a los fieles que la misericordia “manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio”. La carta fue presentada como cierre del Año Jubilar, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. En su carta, Francisco recordó el modelo de Jesús, quien incluso en el último momento de su vida terrena, mientras estaba siendo crucificado, tuvo palabras de perdón, y sostuvo que “nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios queda sin el abrazo de su perdón”. El Papa hizo referencia también a la experiencia intensa de la mirada amorosa de Dios durante el año jubilar, y aseguró que “no podemos permanecer indiferentes, porque ella cambia la vida”. Concluido el Jubileo, “es tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina”, insistió Francisco y llamó a los creyentes a estar atentos y dispuestos a descubrir nuevas obras de misericordia, y realizarlas con generosidad y entusiasmo para combatir las “nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar: carta apostólica “Misericordia et misera”[/icon] Fuente: Agencia católica AICA

Vie 18 Nov 2016

¿Se clausura el año de la misericordia?

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo: El Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, se ha clausurado el 13 de noviembre en todas las diócesis del mundo y una semana después, en la solemnidad de Cristo Rey, se clausura también en Roma. Ha sido un año de gracia en el que toda la Iglesia ha vivido la experiencia de la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, y ha recibido la misión de anunciarla a todo el mundo. Nos ha permitido sentir de nuevo el abrazo de Dios. Ha sido una llamada, un despertar, un relanzamiento de la vida a partir de la certeza de que Dios nos ha amado primero, nos ha perdonado, nos acompaña y remedia las carencias de ser o de bien que se dan en nuestra miseria humana. Pero el Año de la Misericordia no puede pasar sin habernos dejado una nueva forma de pensar, de vivir y de ser misericordiosos como el Padre. En nosotros tiene que quedar para siempre la experiencia de la compasión de Dios que nos ha sido revelada en Jesucristo y que se vuelve una fuente permanente de alegría, de serenidad, de libertad y de paz. En efecto, hemos aprendido a interpretar y a realizar nuestra vida desde el camino de felicidad que nos propone en el Evangelio, desde el perdón que Él nos ofrece siempre, desde el amor creador con que nos trabaja cada día. Este Año Jubilar debe continuar despertando en nosotros la misericordia que habita en nuestro corazón de hijos de Dios, colmados de su amor. De esta manera, la misericordia debe ser la vía maestra que lleve a la Iglesia a cumplir su misión de ser un signo vivo del amor del Padre santo y providente. Y, por lo mismo, será para cada uno de nosotros una llamada a hacernos cargo, a través de las obras de misericordia, de las dificultades y debilidades de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres, que son los privilegiados del amor paterno de Dios. El Jubileo continuará manteniendo en nosotros la certeza clara de que somos peregrinos en camino hacia la meta que es Dios y que la Puerta Santa para entrar es Cristo. En verdad, Cristo es la epifanía definitiva de Dios, que nos enseña a ser hijos y a ser misericordiosos a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de su misma vida en la Liturgia a lo largo del año, de la vivencia pascual en los sacramentos particularmente la Eucaristía, de la alegría de la fraternidad en cada comunidad cristiana y del mandato misionero de entregar a otros el Evangelio que hemos recibido. A lo largo de este año, con buena voluntad, cada uno ha buscado recibir y dar los mejores frutos. Dios ve el corazón y conoce los esfuerzos que hemos hecho. El Año de la Misericordia en realidad no se termina; es como un horizonte que nos seguirá mostrando nuevas riquezas y nuevas posibilidades, que es preciso aprovechar. Es como un surco que quedó sembrado y ahora nos corresponde continuar cultivando con responsabilidad y esperanza las plantas que nos darán una fecunda cosecha. Es como un acicate, cargado de humanidad, que seguirá impulsando nuestras vidas hacia la santidad, el apostolado y la caridad con todos. Cerrar el signo exterior, la Puerta Santa, no significa que las gracias de este año dejen de estar presentes en nosotros. El Año de la Misericordia es como un gran río que se alarga en la llanura del mundo y de la historia y cada gota irá regando la vida de los hombres y los pueblos con el consuelo y la alegría del Evangelio. Es como un libro que quedará abierto; cada página continuará revelando el resplandor del amor de Dios y cada página seguirá siendo una oportunidad para que escribamos nuestros actos de misericordia con los demás. El Año de la Misericordia no se acaba; tiene la fuerza vivificante del río, tiene la fascinación del libro que ofrece cada día una página nueva. + Monseñor Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 24 Oct 2016

Jubileo en la recta final

Por el Pbro. Raúl Ortiz Toro - Tomemos aire después de estos días de agitación social y política y concentrémonos en nuestra tarea específica: evangelizar y como fruto de la evangelización vendrá lo mejor para Colombia. Entramos en la recta final del Jubileo Extraordinario de la Misericordia que concluirá el 20 de noviembre; pienso que ya debemos ir haciendo una evaluación de este Año Jubilar que nos ha traído muchas oportunidades de probarnos en el ejercicio de la misericordia. La invitación para este año fue la de tomar las obras de misericordia corporales y espirituales para hacer con ellas una especie de escuela. Algunos dicen que las obras de misericordia corporales pueden llegar a ser más “fáciles” pues se trata simplemente de dar, mientras que las espirituales ahondan más en el darse. Pero es una conclusión muy superficial; de todos modos, no podemos negar que una mala interpretación de: dar de comer, dar de beber, vestir, hospedar, visitar, enterrar, puede hacernos concluir que se trata simplemente de acciones que no comprometen mucho sino que se pueden despachar con un poco de dinero. Pero el cristiano que sabe entender estas obras corporales de misericordia, sabiendo que en el necesitado se sirve a Cristo, sabrá que no es solamente dar algo sino servir a Alguien. Desde un horizonte más alegórico y espiritual, quiero compartir con ustedes una genuina interpretación patrística de estas obras de misericordia corporales desde la perspectiva de Nueva Evangelización. Un Anónimo del siglo IV, escribiendo sobre el evangelio de San Mateo (capítulo 25) anota con respecto a dar de comer y dar de beber: “Los doctores dieron a los hambrientos de justicia el alimento de la doctrina con qué nutrirse y engordar para la realización de buenas obras, y administraron a los sedientos del conocimiento de Dios la bebida de la Verdad”. Orígenes de Alejandría (siglo III) sobre vestir al desnudo dice: “Igualmente vestimos a Cristo desnudo cuando recibimos de Dios el vestido de la sabiduría, para enseñar a otros con la doctrina y vestirlos de entrañas de misericordia, de bondad, humildad y mansedumbre”; de nuevo el escritor Anónimo: “Quien visita a los enfermos y a los afectados por la enfermedad de los vicios carnales, y les aplica la medicina de la doctrina, cura a Cristo en ellos… quien visita a los presos que están bajo la custodia del pecado, puede sacarlos de esa cárcel infernal por medio de la Palabra”. Esta interpretación nos invita a ver la misericordia en perspectiva misionera; por ello el afiche Domund 2016 tiene como lema: “La Misión: compendio de todas las obras de Misericordia” y el mensaje del Santo Padre se titula: “Iglesia misionera, testigo de misericordia” ya que el discípulo misionero en salida evangelizadora se convierte en agente de misericordia. Anuncia la Palabra y con ella llega Cristo al corazón del que tiene hambre de justicia, sed de Verdad, y necesidad de vestido de sabiduría, visita de medicina curativa y doctrina liberadora para el cautivo. La obra de misericordia que compendia todas las obras de misericordia se llama así: Evangelización. De modo que ya terminando este Jubileo debemos hacer el examen sobre qué tanto nos empeñamos en el apostolado de la misericordia, qué tanto evangelizamos y dimos a conocer a Jesucristo. Nos serviría mucho que nuestros grupos apostólicos y todos los agentes de pastoral nos examinemos desde esta perspectiva. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com