Pasar al contenido principal

san lucas

Lun 24 Oct 2022

25 de octubre | Lectura del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21

EN aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas». 20 Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó». Palabra del Señor.

Jue 20 Oct 2022

Voz del Pastor | 23 de octubre de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 18,9-14

Vie 30 Sep 2022

Voz del Pastor | 02 de octubre de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 17,5-10

Mié 14 Sep 2022

No pueden servir a Dios y al dinero

VIGÉSIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Septiembre 18 de 2022 Primera Lectura: Am 8, 4-7 Salmo: Sal 113(112), 1-2.4-6.7-8 (R. 9, 19a) Segunda Lectura: 1Tm 2, 1-8 Evangelio: Lc 16, 1-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El Dios altísimo que se abaja para mirar su creación, para levantar lo que está por el suelo, nos ejemplifica para fomentar el bien de todos desinteresadamente, especialmente de los necesitados. En la liturgia de este domingo, la Iglesia acoge el mensaje del Señor, que manifiesta su benevolencia hacia los pobres y rechaza la instrumentalización de estos, ello no implica de ninguna forma el desprecio de quienes han sido constituidos en autoridad, porque Él quiere que todos los hombres se salven. El Directorio Homilético, respecto del mensaje de los textos sagrados correspondientes a este día, propone algunas líneas de meditación, por ejemplo: el llamado al «amor a los pobres», la insistencia en que «nadie puede servir a dos señores [Dios y el dinero]» y la importancia de «orar en favor del otro, no por los propios intereses» (cf, Directorio Homilético, Apéndice I, ciclo C, Vigésimo quinto domingo del Tiempo Ordinario). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La lectura de la profecía de Amós (Am 8,4-7) está inserida en el contexto propio de algunos capítulos que transmiten las consecuencias negativas que sobrevendrían al pueblo de Samaria por sus conductas corruptas, si bien siempre con la apertura al anuncio de la restauración que vendrá por el Mesías. Con esta claridad, el Señor advierte, por medio del profeta, que no olvidará jamás la instrumentalización de los necesitados, concretamente en el rechazo de los pobres y en la eliminación de los humildes de la nación (v. 4), en el robo de estos por medio del precio de usura, de la medida fraudulenta de su alimento básico, el grano (v. 5), y del usarlos aprovechando su situación de indigencia (v. 6). El contenido del salmo de respuesta (Sal 112,1-2. 4-6. 7-8) continúa la defensa del pobre en medio del llamado a la alabanza divina por la compasión del Señor (vv. 1-2), que se abaja desde su posición “altísima” para mirar su creación (vv. 4-6); esa concepción tiene una repercusión en el ámbito social, a saber, el rescate de la fama del pobre ante la situación de los más favorecidos, los príncipes de su pueblo (vv. 7-8). La segunda lectura, tomada del capítulo segundo de la Primera carta a Timoteo, propone «que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven»; sin embargo, es cierto que algún contenido del pasaje puede estar ligado, en el contexto litúrgico, a los pasajes anteriores, como el llamado a la unidad en la oración para superar las iras y las divisiones (v. 8) con la mediación de Cristo, que vino a la humanidad para la salvación de todos, evitando el desprecio de los favorecidos, los reyes y de aquellos que han sido constituidos en autoridad, en eminencia (v. 2). El pasaje evangélico de Lucas (Lc 16,1-13) tiene como enseñanza principal, e intencionalmente en afinidad con la primera lectura y el salmo que la sigue, una sentencia del Señor: «no pueden servir a Dios y al dinero» (v. 13). La fidelidad en el uso de las cosas de este mundo, es ampliada por mucho con la fidelidad al Señor, para ello se propone el ejemplo negativo del administrador o mayordomo de los bienes de un hombre rico que, habiendo conocido la noticia de su despido a causa del despilfarro de los haberes del patrón, se dedica a ganarse injustamente el aprecio de los deudores de su amo rebajándoles la deuda (vv. 1-7). Si bien lo anterior es reprochable, porque es una muestra de astucia inmoral («mayordomo malo», v. 8), esta sagacidad debería ser implementada, en cambio, para buscar la fidelidad al Señor (cf. vv. 10-13). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Sagrada Escritura, como sabemos, no da una calificación inmoral al dinero en sí mismo, como tampoco al salario devengado como fruto del trabajo o a las riquezas, que pueden crecer a lo largo de la vida, en cambio rechaza, desde el Antiguo Testamento, el dar el corazón a los bienes, el uso de los mismos para obras de injusticia y el ser faltos de compasión con los más necesitados, por mencionar un poco. Justamente en el día del Señor, memoria de la Resurrección, pensemos como el dinero, en este mundo, puede pretender quitarle el señorío a Dios. El día de la Resurrección de Jesucristo, «los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que vinieran los discípulos y llevarse el cuerpo, le han visto: le han visto vivo y resucitado. Los enemigos le han visto, y después han fingido que no le habían visto. ¿Por qué? Porque fueron pagados. Aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: “Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra Dios”. Y aquí está el dinero que hizo cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callar» (FRANCISCO, Audiencia general 31 de marzo de 2021). En el salmo, el orante, eleva a Dios su alabanza porque se fija en la humillación de los marginados para enaltecerlos ante los poderosos del mundo; esto es cuánto ha hecho con su Hijo Jesucristo, con María su Madre y con la multitud de los fieles. Esta actitud divina del abajamiento a la miseria humana, para levantar al necesitado, es una motivación a la caridad efectiva también en el ámbito de la celebración, en la que se comparte la mesa común de la Palabra y de la Eucaristía. El cristiano tiene ante sí, en esta celebración, la evidencia de la injusticia e inequidad existentes en el mundo, la urgencia de la caridad y el rechazo al odio de clases, que es promovido por algunos sectores de la sociedad. De hecho, la instrucción de la Iglesia para la propuesta de las intenciones que debiera contener la oración de los fieles, incluye la oración por los que gobiernan y por la salvación de todos los hombres, por la humanidad (cf. Sacrosanctum Concilium, 53; IGMR 70). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Esta oración nos puede ayudar a interiorizar lo propuesto por la selección de textos presentados en la liturgia de la Palabra y a suplicar lo que necesitamos para vivir con mayor compromiso la misión: «Oh Padre, que nos llamas a amarte y servirte como único Señor, ten piedad de nuestra condición humana; sálvanos de la codicia de las riquezas y concédenos que, levantando al cielo manos libres y puras, te demos gloria con toda nuestra vida». El señorío único de Dios, pensemos, implica amar y respetar su voluntad respecto de los más necesitados y acatar su advertencia sobre el riesgo de permitir al apego al dinero avanzar sobre el “espacio” que corresponde únicamente a él, el de la adoración. Para contemplar nos pueden servir las imágenes que tenemos por proximidad con la celebración del domingo anterior, del Dios que rescata lo perdido («levanta de la basura al pobre») incluso cuando “tiene más”, porque cada uno es importante para Él: recordemos el gozo que experimenta quien recupera una oveja perdida, aun teniendo cien; el gozo de la mujer que encuentra una moneda (dracma) perdida, aun teniendo diez; y el gozo del padre que recupera a su hijo perdido, aun teniendo otro, porque aquel había partido de la casa paterna y de su tierra a dilapidar la herencia reclamada al padre y esto es perdición. El Señor no está de acuerdo con divisiones e iras entre los que conformamos la humanidad, en cambio nos impulsa a la fraternidad solidaria. La promoción de los marginados y el rechazo a la injusticia, siempre en el amor a cada miembro de la familia humana, es un reflejo del encuentro con Jesucristo en nuestra vida. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Día del Migrante II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hemos sido congregados por el Señor, para vivir este encuentro de unidad por excelencia, para tomar parte en la mesa común de los hermanos, para comulgar con el santo alimento de la Palabra y de la Eucaristía; esto nos impulsa a abandonar toda actitud que encubra la desigualdad y la injusticia, a buscar la hermandad en medio de la tentación propuesta por la división. ¡Únicamente en Dios está la salvación para todos! Monición a la Liturgia de la Palabra En la santa Palabra, que ahora será proclamada, Dios manifiesta su voluntad, aquella que nos orienta; acojámosla, pues es verdadera riqueza que nos impulsa a dar gloria al Señor con nuestras vidas, en obras de justicia y caridad. ¡Atentos! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Amados hermanos y hermanas, elevemos súplicas y oraciones a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y pidamos, por la mediación única de su amado Hijo Jesucristo, que nos asista con su Espíritu para pedir como conviene. R. Señor, socorre a tu pueblo. 1. Por la santa Iglesia, para que venciendo cualquier tentación mundana se dedique a la edificación de tu Reino en las obras del amor y la justicia. Oremos. 2. Por los gobernantes y cuantos han sido constituidos en autoridad, para que sean genuinos administradores del bien común en sus diversas formas y luchen contra la marginación de los menos favorecidos Oremos. 3. Por los que sufren aflicción a causa de enfermedades o pruebas, para que reciban tu consuelo y valentía, respaldados por nuestra cercanía y misericordia. Oremos. 4. Por nuestra comunidad parroquial, para que se nos conceda el llevar adelante la vida sin descuidar las necesidades del prójimo en servicio humilde a sus necesidades. Oremos. 5. Por los migrantes, refugiados y personas desplazadas, para que puedan encontrar comunidades seguras y amorosas, así como la oportunidad de salir adelante. Oremos. Oración conclusiva Dios omnipotente y eterno, Tú que eres el único Señor y quieres ser amado, sobre todo, escucha las oraciones de tu pueblo para que cumplamos plenamente tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 2 Sep 2022

Voz del Pastor | 04 de septiembre de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 14,25-33

Vie 12 Ago 2022

Voz del Pastor | 14 de agosto de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 12,49-53

Vie 22 Jul 2022

Voz del Pastor | 24 de julio de 2022

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Lucas 11,1-13

Vie 27 Mayo 2022

Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA ASCENSIÓN DEL SEÑOR Mayo 29 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1, 1-11 Salmo: 47(46), 2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6) Segunda lectura: Efesios 1, 17-23 ó Hb 9, 24-28; 10, 19-23. Evangelio: Lucas 24, 46-53 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La riqueza de la solemnidad que celebramos hoy alcanza para un amplio número de temas reflexivos, puesto que subraya el triunfo final de la humanidad de Cristo el Señor, cuyo principio de dicha humanidad tuvo comienzo con la encarnación. De lo anterior dan fe: Los relatos de la infancia de Jesús (Mt 1—2; Lc 1—2), el prólogo de san Juan (1,1-18) y el cántico de Filipenses (2,5-11). A partir de la victoria de la humanidad de Cristo, tres temas orientan nuestra reflexión: • El primero es la difusión del evangelio, pues uno de los deseos finales del Resucitado consistió en la proclamar la conversión para el perdón de los pecados. Para este fin los agentes fueron los discípulos, testigos de los misterios de la pasión y resurrección del Señor. • El segundo punto de reflexión lo ocupa nuestras aspiraciones de vida: Resulta llamativo cómo los discípulos contemplaban, con la mirada fija al cielo y postrados ante el Resucitado, el misterio de la ascensión. Sin embargo, los compromisos cotidianos de la vida no son menos importantes que la actitud de adoración, las palabras de los dos hombres vestidos de blanco de Hch 1,10-11, aplican también para nosotros, no quedarnos simplemente mirando al cielo y desentendidos de la misión en esta tierra. • En tercer lugar, conviene reflexionar sobre la promesa del Espíritu Santo, la recepción del Espíritu Divino otorga la fuerza para el éxito de la misión de todos los bautizados, cuyo efecto resulta palpable primero, en Jerusalén, después Judea y Samaría y, finalmente en los confines de la tierra (Hch 1,8). El misterio de esta promesa queda en suspenso hasta cuando se desvele en la Solemnidad de Pentecostés el próximo domingo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Lucas presenta en el evangelio de manera tan resumida las últimas manifestaciones de Cristo resucitado, que si no tuviéramos más que esta página evangélica sentiríamos la tentación de colocar el relato de la ascensión el mismo día que el de la resurrección y el de las apariciones. No obstante, el mismo autor, informa expresamente, en los Hechos de los Apóstoles, que entre la resurrección y la ascensión de Jesús pasaron cuarenta días. (Hch 1,3). Se pone de relieve en la orientación teológica de Lucas, que el evangelio será predicado a todas las naciones para que se conviertan y obtengan el perdón de los pecados, el punto de partida de esta expansión victoriosa será Jerusalén. (Lc 24,47; Hch 1,8). Ante semejante misión se requiere que los apóstoles tengan conciencia de su deber y de su fuerza. Su deber es dar testimonio de la verdad: “Vosotros sois testigos de estas cosas” (Lc 24,48). Su fuerza reside en la presencia del Espíritu Santo, cuya promesa les renueva Cristo: “Y saber que yo les envío la promesa de mi Padre” (Lc 24,49), “vosotros seréis bautizados con el Espíritu dentro de pocos días” (Hch 1,5). Así pues, Lucas insiste en el evangelio como en Hechos sobre la presencia nueva de Jesús en la Iglesia a través del Espíritu Santo y en la responsabilidad de sus discípulos de ser sus testigos en la tierra. La ascensión del Señor al cielo resalta la soberanía del Resucitado sobre la humanidad entera y sobre todo el mundo. Así lo menciona el salmo 46 que reporta expresiones como: “El Señor es emperador de toda la tierra, Dios es el rey del mundo, Dios reina sobre las naciones”. El beneficio para nosotros de esta soberanía es que involucra a quienes creemos en Él, Cristo como cabeza de la Iglesia, revela el estado en el que también estará su cuerpo místico (nosotros los bautizados que somos su Iglesia). Desde esta perspectiva se comprende la expresión de la carta a los Hebreos: “Tenemos entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús” (Hb 10,19), con lo cual el texto propone el camino nuevo y vivo que el Señor ha inaugurado para nosotros. En el conjunto de las escenas de la Ascensión la gente se sentía animada por una fe capaz de todas las conquistas, los discípulos regresaron no con la tristeza de la despedida, sino con la alegría de la promesa, pues estaban continuamente en el Templo contemplando a Dios, por eso fue que los Once volvieron a Jerusalén dóciles a las últimas recomendaciones del Resucitado. (Lc 24,52; Hch 1,12). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La solemnidad de este día nos sitúa en la meta que ha logrado Cristo resucitado. La expresión cielo donde ascendió el Señor, es la vida eterna a le que estamos destinados todos los bautizados. De ahí que esta solemnidad nos centra en la esperanza de lo que será nuestro futuro, la vida eterna. La carta a los Hebreos concluía afirmando: “Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa” (Hb 10,23). En este orden de ideas la oración colecta nos anima a “exultar de gozo porque la ascensión de Jesucristo es nuestra victoria, y donde nos ha presidido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo”. La certeza del futuro que anhelamos y que nos espera, no dispensa de las responsabilidades en esta tierra. El libro de los Hechos afirma: “Galileos, que hacen ahí parados mirando al cielo?” La satisfacción de quedarnos mirando al cielo y esperando que lleguemos a él, sin compromisos serios en este peregrinar por la tierra, sigue vigente en muchas comunidades. Nuestra fe, nuestras ilusiones y esperanzas no se reducen a este mundo que pasa, pero mientras estemos en él, nos compete ser testigos de Cristo resucitado. Hechos de los Apóstoles insiste en esta responsabilidad: “Cuando el Espíritu descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos”. Es necesario expresar con palabras y, sobre todo, con acciones que Cristo resucitado sigue presente en medio del mundo; en consecuencia, conjuguemos la doble dimensión que expone esta solemnidad de Jesús: por un lado, aspirar al futuro que nos espera con la mirada lanzada al cielo y por el otro, testificar ante los demás la presencia viva y operante de Cristo resucitado que hoy asciende al cielo entre aclamaciones y al son de trompetas. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Te agradecemos Padre porque nos ofreces la certeza de cómo nuestro destino no termina aquí en la tierra, sino que se abre la esperanza hacia la vida eterna, donde todo será amor, paz, alegría y bondad, así quedarán aniquilados el luto, el llanto y el dolor. Te damos gracias oh Jesús por subir como nuestra cabeza al cielo y manifestar la victoria a la que aguardamos todos como Iglesia, tu cuerpo, que cree y aguarda la vida sin ocaso. Frente a tan altas aspiraciones, todos en general y cada uno en particular, comprometámonos a ser testigos del Señor en la familia y los demás ambientes en los que desempeñamos la vida, de modo que mostremos el rostro de Cristo resucitado y ascendido al cielo, a los enfermos, marginados y a los menos tenidos en cuenta de la comunidad. _________________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. • Motivar la participación a la Misa de la Vigilia de Pentecostés. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, hoy nos congrega la Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos. Este hecho sella la entrada definitiva de la humanidad de Jesús a la presencia de Dios Padre; y es para nosotros motivo de esperanza, dado que nos invita a pensar en nuestro destino final, que no será otro que anhelar estar en la presencia del Padre. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios se nos revela en la novedad de su Palabra. La riqueza del mensaje de hoy nos ilumina y orienta para comprender este misterio de glorificación y el compromiso que implica ser testigos de este acontecimiento. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre eterno, nos sabemos hijos tuyos, por eso, en confianza te presentamos las necesidades que nos afligen, seguros de ser escuchados y atendidos por tu prodigiosa eficacia en favor nuestro. Oramos juntos diciendo: R. Por la Asunción de tu Hijo, escúchanos Señor. 1. Te pedimos, Señor, por tu Iglesia, para que asumiendo con compromiso el anuncio del Evangelio, proclame a todos tu mensaje de salvación. 2. Te suplicamos, Señor, por quienes aún no han recibido la riqueza de tu Palabra, para que el mensaje llegue y toque sus corazones. 3. Te presentamos Señor, a quienes, alejados de ti, no han reconocido la presencia de tu Hijo en medio de ellos. 4. Te entregamos, Señor, a los enfermos y desvalidos, para que, sostenidos por tu presencia amorosa y cercana, asuman con esperanza su dolor. 5. Te ofrecemos, Señor, esta comunidad, que celebra con gozo la Ascensión de tu Hijo a los cielos, para que se afiance la fe que los anima. Oración conclusiva Dios nuestro, que has querido elevar a tu Hijo a tu presencia, te pedimos por su intercesión, escuches nuestras súplicas y nos alcances los bienes que proceden de tu amor y clemencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.