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Dios ahora nos habla a través de su Hijo
Tags: navidad plan nacional de predicación
La Palabra, el Hijo de Dios se hace carne de hombre. Y Dios Padre, que antiguamente habló mediante los profetas, nos habla ahora por el Hijo. Esa Palabra nos da la vida si nosotros lo recibimos, como lo sugiere el evangelista San Juan.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 52,7-10[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hebreos 1,1-6[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 1,1-18[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
Hoy leemos y celebramos los versículos más importantes de toda la Biblia “La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Es decir la segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, sin dejar de ser Dios, se hace hijo del Hombre. La pregunta es ¿Por qué el Verbo se hizo carne? Lo respondemos en el Credo: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. Dice un Padre de la Iglesia: “La humanidad, esclavizada por el pecado, conmovió tanto a Dios, que lo hizo bajar a visitar nuestra naturaleza humana” (S. Gregorio Niseno, citado por C I C, 457). Así que hoy celebramos al Dios misericordioso que “obedece” a la creatura, como una madre que hace caso al niño. Esta visita de Dios al hombre es la Encarnación, y tiene estas características: ─ No es por un tiempo como en el Viejo Testamento; Cristo vino para quedarse; “Habitó entre nosotros” (Jn 1, 14), dice el Evangelio; y quiere significar “se estableció entre nosotros” para siempre. ─ Vino para todos, no para una nación, como en el Antiguo Testamento. El Profeta Isaías (primera lectura) nos dice: “Hasta el último confín de la tierra verán la victoria de nuestro Dios” (Is. 52,10). ─ Vino a traer el mensaje de Dios, por eso el que viene es Palabra (Jn 1,1). La Epístola nos dice: “De muchas maneras nos habló Dios, pero ahora nos habla por su Hijo, el heredero de todo” (Heb. 1, 2).
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
Llega Jesús, ya lo sabemos. Nace en una pesebrera, es verdad; está con sus padres, vienen los ángeles, los pastores, los magos, ¡qué bien! Llega también Herodes, ¡qué mal!. Y ahora en 2015, nace Jesús para mí y para tí. Y tú y yo lo recibimos, y lo acogen también los ángeles y los pastores de hoy. Sin embargo, lo rechazan los Herodes de hoy, los que no quieren ver nada de la religión. Y hay algo peor: los indiferentes, los que no se inmutan por la venida del Mesías anunciado, del Salvador; los que no saben nada del Emmanuel que pone su tienda en medio de nosotros; los que no se avergüenzan de esa frase bíblica tan preocupante, anunciadora de la crisis de la cruz: “Vino a los suyos y a los suyos no lo reconocieron”. Los “suyos” no son los de otras religiones, sino muchos de los bautizados, que no viven su fe. Estos “suyos” estaban ocupados comprando los aguinaldos; consumiendo comida y licores en una fiesta sin homenajeado; pensando en que la empresa me autoriza para no trabajar, sin darme razón; anhelando poder vender artesanías o adornos extranjerizantes, o vestimentas despampanantes o hasta vulgares, o viajes para alejarse de Dios, no para buscarlo. Esta es la realidad de nuestro tiempo “sagrado” de Navidad: Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron (Jn 1, 10).
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
La celebración de anoche, la Misa de gallo, constituye la más tierna belleza de la Liturgia, y cautiva por igual a infantes, jóvenes y adultos. Es celebración del corazón más que de la mente: sentimos que ya llegó. Nos habíamos dedicado durante nueve días a rezarle a Jesús: “Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”. Y Él escuchó nuestra oración. Por eso “nuestro corazón” se regocija en el Señor. Eso es la celebración de anoche, pero la de hoy día es de otro carácter: es de fe. Debemos decir: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, y en Jesucristo su único Hijo, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y se encarnó de María, y se hizo hombre” (cfr. Jn 1, 14). Así, nuestra Misa de Navidad no se puede quedar en el Pesebre. Quizás hemos acompañado a los niños a ver al Niño Jesús, tal vez nos gozamos con la música navideña o nos exageramos en las comidas de diciembre. Pero no: ya los domingos de Adviento nos prevenían que la fe al ir unida a la moral. Así decía San Pedro “Mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre inmaculados e irreprochables” (2Pe 3. 14). De ahí los propósitos para este tiempo de Navidad que comienza hoy y concluye en la Epifanía. ─ Es un tiempo alegre, la penitencia ya pasó. Dice Isaías: “Romped a cantar en coro, que el Señor consuela a su pueblo (Is 52,8). ─ Es un tiempo santo: No se puede desperdiciar; sea que trabajemos o que vayamos de vacaciones, aprovechemos para conocer a Jesús y aprender a seguirlo. ─ Es un tiempo de ocasiones preciosas de recibir a Jesús que llega. En la Palabra, en la Eucaristía o en los desposeídos, allí encontramos a Jesús. Y recordemos: “Aquellos que sí lo recibieron, recibieron el poder de ser hijos de Dios” (Jn 1, 12). ─ Es un tiempo de vida familiar: La Familia de Jesús, José y María constituye el ejemplo que nos ilumina y nos motiva para vivir nuestra vida familiar en la fe y en el servicio mutuo. De esto hablaremos sin duda el próximo domingo.
[icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon]
- Felicitar a las familias (e instituciones) que han armado el pesebre o nacimiento y que han hecho la novena; igualmente resaltar el haber seguido la tradición de la corona de Adviento.
- Comentar otros signos que ayudan a la devoción y al sentido del Nacimiento del Señor, como el árbol de Navidad y las tarjetas; advertir que estas han de ser “cristianas” y ojalá en ediciones en beneficio de obras sociales o religiosas.
- En la liturgia: El Gloria ha de ser más solemne que nunca, y en el Credo hay genuflexión a las palabras “Se encarnó”.
- Comunicar los horarios festivos subsiguientes: Sagrada Familia, Inocentes, Madre de Dios, Epifanía.
- Seguramente muchos no participaron en la Misa de media noche. Entonces puede organizarse una procesión interna de niños que lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre.
Matrimonio y familia: don de Dios
Vie 8 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Jue 7 Nov 2024
Jue 3 Ene 2019
Rindamos un homenaje amoroso a nuestro Señor
Estas fiestas que estamos celebrando tienen un propósito reconocer que Jesús es el Hijo de Dios, que nació en Belén, que él es la luz que irradia el mundo, él llena el mundo de alegría, gozo él es el distribuidor de la gracia de Dios. Reconocer todo esto nos pide rendirle un homenaje, adorarlo, rendirnos a su presencia, rendirnos a sus pies y tributarle un homenaje amoroso con la entrega espiritual y material. Eso es adorar al Señor Jesús. Tareas: Asiste a la Eucaristía y arrodíllate en el momento de la consagración. En tu habitación o en algún lugar haz el ejercicio de arrodillarte y adorar al Señor. Como los reyes, haz una buena ofrenda al Señor.
Jue 3 Ene 2019
Caminemos hacia Jesús
En esta solemnidad la Palabra de Dios nos presenta a Jesús como luz que ilumina a todos los pueblos: Algunos buscan y siguen esa luz y brota un encuentro que se convierte en adoración, junto a la transformación de la vida de quien adora. Otros, por su parte, prefieren las tinieblas y, preocupados por sus intereses, realizan planes homicidas contra quien es la Luz. En definitiva, el anhelo de la Iglesia es que todos los pueblos caminen hacia la luz y se dejen atraer por ella, y, al mismo tiempo, abran su corazón a los sentimientos que esa luz irradia, tales como la alegría y la esperanza. Primera lectura: Isaías 60,1-6 Salmo: 72(71), 1-2.7-8.10b-11.12-13 (R. cf. 11) Segunda lectura: Efesios 3,2-3a.5-6 Evangelio: Mateo 2,1-12
Dom 30 Dic 2018
María guarda todo en su corazón
En el Evangelio que se nos propone en esta solemnidad de Santa María Madre de Dios, podemos reflexionar en tres actitudes: La glorificación de los pastores al salir al encuentro del Salvador. El amor de María que como madre ama entrañablemente a su hijo y como creyente y testigo de las acciones amorosas de Dios, guarda todo en su corazón. La misión que Jesús tiene de salvar la humanidad y hacernos hijos libres del Padre Dios. Primera lectura: Números 6,22-27 Salmo: 67(66),2-3.5.6+8 Segunda lectura: Gálatas 4,4-7 Evangelio: Lucas 2,16-21
Jue 27 Dic 2018
Dios está presente en la familia
Igual que Jesús quiso hacer parte de la familia humana, unámonos con la Sagrada Familia de Jesús, María y José, para agradecer y alabar a Dios, que nos hizo parte de su familia divina. Por eso esta fiesta tiene dimensión universal, en la Iglesia, y se celebra, generalmente, el Domingo después de Navidad. Es la fiesta que nos recuerda que Dios está presente en la familia, donde se hace vida por excelencia: vida divina y vida humana. JESÚS, el Hijo de Dios, nace de María, la Madre que lo acoge y acompaña con su ternura; es cuidado por José, en la familia humilde, pobre y sencilla de Nazaret; y es asistido por su Padre Dios, quien en su Hijo nos da la Luz que nos ilumina, nos diviniza y nos salva como personas, familias, pueblos y naciones. Celebremos con gratitud y alegría. En esta fiesta las lecturas del Eclesiástico, salmo 128, Hebreos y del Evangelio de San Juan, nos propone reconocer la presencia y la acción de Dios en: Las formas de vida y las realidades históricas de nuestras familias, para potenciar las virtudes y las cualidades de obediencia, respeto y honra a nuestros padres y, en ellos, a Dios y, así, alcanzar sus bendiciones. La familia de Nazareth, desde donde el Señor Jesús se une a nuestra historia, espera que lo reconozcamos para hacernos Hijos de Dios y salvarnos. En nuestra disponibilidad de amar, para superar la ley que nos hace correr el riesgo de perder el amor, el sentido y la razón de ser de nuestra vida cristiana. Primera lectura: Eclesiástico 3,2-6.12-14 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83],5a) Segunda lectura: Colosenses 3,12-21 Evangelio: Lucas 2,41-52