Vie 23 Jun 2017
DAR EL PRIMER PASO ¿Hacia dónde?
Con gran alegría hemos recibido la noticia, que el papa Francisco visitará en el mes de septiembre y por cuatro días, nuestro país. Sin duda alguna, es un acontecimiento providencial que vivimos, porque viene el mensajero que anuncia la paz, la salvación y que trae buenas nuevas (Is 52,7), para este pueblo colombiano crucificado por tantas realidades que degradan su dignidad.
Esta visita apostólica debe ser sinónimo de alegría para todos los colombianos sin excepción alguna, porque el mensaje de paz, de buena nueva y como tal, el plan salvífico de ese Padre de amor, de misericordia y Dios de todo consuelo, está dado para todos (1Tm 2,4), por ende, nos invita a dar el primer paso. Pero, ¿dar el primer paso hacia dónde? El primer paso debemos darlo en particular y como sociedad hacia la conversión, el amor y el seguimiento al resucitado.
Es decir, el paso hacia la conversión (Mc 1, 15) significa un sincero arrepentimiento del pecado y un apartarse de ese pecado que degrada nuestra dignidad como seres humanos y como hijos de Dios. Dicho de otra manera, es momento de romper con esa indiferencia globalizada, cómoda y relativista, que multiplica todo tipo de injusticia social, corrupción y violencia hacia los pobres, los que sufren, los excluidos y silenciados al margen de la historia. En últimas, es hora de apartarse de esa indiferencia que activa la economía de la exclusión y que da lugar a la llamada cultura del descarte (Evangelii Gaudium, 54), para dar paso bajo el principio de misericordia, a aquella cultura que, promulgando la vida, la esperanza, la caridad, siembra la paz.
Asimismo, dar un paso hacia el amor como ley de vida para corresponder al reino de Dios (Mc 12, 28-31; Lc 14, 12-14), significa ver al prójimo con ojos de misericordia y caridad. En otras palabras, en la medida en que seamos capaces de ver al otro –a ese que es totalmente diferente y que en ocasiones no aceptamos– con una mirada caritativa, podremos paulatinamente caminar juntos hacia la civilización del amor y construir con ello, un modelo de sociedad más humano. Por último, dar el paso al seguimiento de Jesús, no es otra cosa que estar abiertos, dispuestos a servir y acoger la misión de evangelizar a otros (Mc 1, 16-20; Mt 16, 24. 28, 19-20), que todavía no conocen de este misterio.
Hacia ese trípode –conversión, amor y seguimiento– debemos dar el primer paso, antes, durante y después de la visita del Santo Padre, con un oído atento y un corazón dispuesto a la escucha de la Palabra. No quiero terminar esta reflexión sin antes recordar que el Papa no viene a Colombia a apoyar a un partido, movimiento o a un político en particular. Viene –como se dijo al comienzo–, como mensajero de paz que anuncia la salvación, que anima a la reconciliación y la esperanza. Que no turbe nuestro corazón el sensacionalismo mediático de algunos sectores, que sólo buscarán impedir que nos preparemos debidamente ante este acontecimiento providencial.
Desde ya: ¡Bienvenido papa Francisco!
Ismael José González Guzmán, PhD (c)
Director Ejecutivo del Centro Estratégico de Investigación, Discernimiento y Proyección Pastoral de la Conferencia Episcopal de Colombia
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