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amazonía

Mar 21 Jul 2020

Dios guía nuestra historia

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Mensaje del arzobispo de Florencia con motivo del primer aniversario de la creación de la Provincia Eclesiástica de Florencia. Saludo cordial de Paz y Bien. Todo lo que Dios crea lo crea por amor, con amor y para el amor. Dios guía nuestra historia. Dios es el Señor de la vida. Dios es y todo lo demás es desde Dios. A Dios demos gracias hoy y siempre, por la obra que ha realizado en nuestra Iglesia Particular, por todo lo que hoy sigue haciendo y por lo que hará hasta los confines de la historia. Hace un año estábamos celebrando con júbilo, con alegría y gozo la ceremonia litúrgica y canónica en la que el Señor Nuncio apostólico, Luís Mariano Montemayor, en representación del Santo Padre Francisco elevaba nuestra Iglesia particular de Florencia a la dignidad de Arquidiócesis metropolitana. Hoy damos gracias al buen Dios de la misericordia, porque “ha estado grande con nosotros por eso estamos alegres” (Cf Sal 125). Damos gracias al Santo Padre, porque se ha dignado mirar con amor y esperanza la Iglesia de la amazonia colombiana. Damos gracias a Dios por tantos misioneros y misioneras que han entregado su vida por la causa del Evangelio en esta porción del pueblo de Dios que peregrina en medio de múltiples sombras y luces de esperanza cristiana. Infinita gratitud a los misioneros capuchinos, a los misioneros del Instituto de la consolata, por donar sus vidas en las selvas húmedas y malsanas de la amazonia de los siglos pasados; gracias, porque ustedes han sido, desde Cristo y con el poder del Espíritu Santo, quiénes han sembrado por primera vez la semilla del Evangelio en estás tierras de “indios” (pueblos originarios), de colonos y mestizos, de campesinos, de hombres y mujeres de tesón y luchadores por forjar un mundo mejor. Hoy es un día para dar gracias a Dios por los obispos, sacerdotes, religiosos (as) y tantos fieles laicos que han asumido con dedicación y esmero la causa del Reino de Dios, en esta porción de Iglesia, que se ha gestado y desarrollado en la amazonía colombiana, sólo y únicamente con el afán de dar gloria a Dios y servir a los hermanos. Gracias a ustedes queridos obispos, sacerdotes, religiosos (as), seminaristas y hermanos todos, por ser fieles al Evangelio. Gracias a todos: a las autoridades civiles, militares y de policía, gracias al mundo de las comunicaciones, gracias a los líderes y demás hombres y mujeres de esta bella amazonia colombiana por acoger con afecto, cariño y esperanza el mensaje del Evangelio que les anunciamos en nombre del Señor. Un año como Arquidiócesis, liderando el trabajo misionero en la amazonia colombiana. Un año con la delicada tarea de ser Sede Metropolitana. Un año de grandes acontecimientos en la Iglesia: Sínodo de la Amazonia, Exhortación apostólica, “Querida Amazonia”. Un año de grandes crisis mundiales y de grandes transformaciones sociales. Un año en el que nos ha correspondido asumir una Pandemia: COVID 19, realidad para la cual ninguno estábamos preparados. Sin embargo, aquí estamos en actitud de esperanza, animados y animándonos unos a otros y diciéndonos: ¡Siempre adelante, Dios guía nuestra historia! Dice la Palabra: “Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré (Mt 11,28). Estimados obispos, queridos sacerdotes, religiosos (as), agentes evangelizadores, misioneros (as), hermanos todos, no pensemos que a nosotros nos ha correspondido vivir el momento más difícil de la historia, por favor, no. Observemos con la lupa de la fe el pasado y nos daremos cuenta como tremendos gigantes, hombres y mujeres de fe, nos llevan sobre sus hombros. Nuestra generación ha sido bendecida, porque hemos sido beneficiados de las Semillas del Reino que han sembrado nuestros mayores. Venimos generalmente de hogares bien constituidos, de una sociedad, por lo menos en su exterioridad, con un nivel económico estable (aunque no todos). Estábamos muy esperanzados y teníamos momentos de cierta placidez, porque, creíamos que habíamos superado una guerra fratricida que nos ha desgastado por más de medio siglo. Teníamos un cierto nivel de alivio. Pero, aquí estamos en un contexto de mundo totalmente novedoso e incierto. Como personas de fe, no podemos perder la esperanza, a nosotros nos corresponde vivir con alegría y serenidad el “instante vital” en el cual estamos insertos. Una vez más y de una manera contundente la historia nos ha dicho: “Somos frágiles y nos necesitamos los unos a los otros”. Nos habíamos creído autosuficientes, creíamos que nos bastábamos solos. El Santo Padre Francisco nos lo ha recordado: “Vamos en la misma barca”. Una vez más la vida nos dice: por esencia somos sociables, sin la comunión con Dios, con los demás y con la naturaleza moriremos, porque todo está interconectado. La vida es una integridad, en la cual entendemos que, si un miembro sufre, todos sufren con él (Cf 1 Cor 11,1-ss). La fe nos enseña que debemos ir siempre hacía adelante en busca de la tierra prometida (Cf Gén 12,1-9). No es tiempo de llorar, no es tiempo de lamentaciones, no es tiempo para estar buscando culpables; en este momento, “quien piensa pierde”. La historia más pronto que tarde, nos explicará el momento histórico que estamos viviendo. Por ahora, asumámoslo sin pusilanimidad, vivámoslo con esperanza, con sensibilidad humana y divina. No nos sentemos a llorar sobre la leche derramada. Es tiempo para la esperanza. Estemos seguros de que la historia venidera no será igual a la de ayer. Ojalá superemos lo odios, las venganzas, los resentimientos, los deseos desesperados por enriquecernos en contra del plan de Dios, destruyendo al ser humano y gastando sin misericordia las riquezas de la naturaleza. En muchas cosas no podemos seguir como antes; por eso, no estemos pensando, ¿y cuando será que volvemos al mundo de antes? ¿Cuándo será el día cero? En nuestra misión y tarea como Iglesia los invito a confiar absolutamente en el amor providencial y misericordioso de Dios. Perdónenme que haga una referencia a mi madre, ella dice: “Dios no se ha muerto ni está enfermo”. Nuestra fe nos enseña que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). “Dios nos primerea en el amor” (Francisco). El amor de Dios que ama tanto e infinitamente al mundo es un amor que se manifiesta en su naturaleza eterna, inmutable, omnipresente, omnisciente y omnipotente (atributos divinos naturales). Y a su vez, es un Dios que se manifiesta en su amor, en su justicia, en la Verdad, en su Sabiduría y en su santidad (atributos divinos morales). Puede ser que esta situación se alargue por mucho tiempo, nadie lo sabe, hoy vivimos en el mundo de lo impredecible, al fin, la fe es búsqueda, expectativa, tensión, camino, desierto. La fe se plenifica en la esperanza y en la caridad. Por eso, en actitud orante, con espíritu sinodal, soñemos la Iglesia como la soñó Cristo, soñemos la Iglesia como la sueña el Santo Padre Francisco, soñemos la Iglesia como la soñamos en las conversaciones callejeras, soñemos la Iglesia como la deseamos tantas veces en nuestros planes de pastoral. Somos Iglesia con rostro amazónico y en salida misionera: soñemos con el Santo Padre con una conversión cultural, social, sinodal y eclesial. Desbórdense, nos decía el Papa Francisco en el sínodo de la Amazonia. Desbordémonos, queridos hermanos obispos en amor por las almas. Dios nos regale celo y creatividad pastoral. Desbordémonos, estimados sacerdotes, en vida divina, en espiritualidad, en Evangelio, en caridad fraterna, en misericordia, en compasión, en entusiasmo y entrega por causa del Reino de Dios. Desbordémonos en amar a los demás, especialmente a los más pobres y necesitados, desde Dios y para la mayor honra y gloria de Dios. Desbordémonos estimadas religiosas (os), seminaristas, misioneros, misioneras, agentes de evangelización en amor por la Palabra, al Magisterio de la Iglesia y en amor a la Santísima Virgen María. Serán guías segurísimos en la iluminación de la realidad que estamos viviendo. Desbordémonos, querida sociedad amazónica, en la búsqueda de una nueva sociedad, una sociedad más incluyente, donde todos, de verdad seamos y nos sintamos hermanos. Líderes religiosos, también de otras confesiones religiosas, somos amazonia, somos territorio, somos identidad regional. Líderes políticos y sociales, institucionalidad, es la hora de la unidad. Solos no somos capaces, solos nos fraccionamos, nos reventamos y nos revientan. Urgente que entre todos luchemos por la dignificación de la salud pública en la amazonia colombiana. El Papa Francisco nos dice: “Una sociedad que descuida a los más frágiles, sobre todo, los niños y los ancianos, es una sociedad enferma”. Urgente, queridos gobernantes, la buena utilización de los recursos públicos, que estos tengan de verdad el fin de prestar un servicio al bien común, por amor a Dios, que estos bienes, sean sagrados. Querida sociedad, por favor, ya, vinculemos la actitud ética en nuestro pensar y actuar cotidiano. Esta pandemia ha puesto a prueba nuestra humanidad. A todos nos ha sacudido, la institucionalidad tendrá que ser diferente a partir de ahora. La Iglesia tendrá que ser la Iglesia de Cristo. La sociedad tendrá que ser una sociedad nueva. Es hora de que todos asumamos nuestra propia responsabilidad. El presente es ya. No esperemos el día cero, quizás nunca llegará, no ocultemos más el misterio de la muerte, a todos nos alcanzará. No centremos nuestra mirada solo en los súper poderes de la ciencia y de la técnica. Recordemos: Dios guía nuestra historia. Es impostergable la necesidad imperiosa de construir una sociedad más fraterna, donde no haya una brecha tan prolongada entre los ricos, los más ricos, los pobres y los más pobres. Caigamos en la nota: No hay actos individuales que no tengan consecuencias sociales, la vida es siempre una vida en común. El nuevo humanismo significa fraternidad universal. Ya se ha dado la revolución industrial, la revolución de la ciencia y la tecnología, estamos en la revolución virtual; el futuro del mundo tendrá que ser una revolución de la fraternidad, comencemos ya. Somos una casa común y una sola familia, como nos lo ha recordado tantas veces el Papa Francisco. ¿Queremos derrotar el COVID? Derrotemos primero nuestros egoísmos, vivamos la solidaridad humana. Seamos cómplices para hacer el bien. Atendamos con urgencia el campo de la salud, cada uno aportemos lo que esté de nuestra parte, hagámoslo pensando siempre en el bien común y no solo en mi propio bien. Seamos solidarios, cuidémonos para cuidar a los demás. Agentes de la salud, gracias por su esfuerzo, por su entrega y por su generosidad. Administradores de salud, por favor, es urgente un plan de salud más proactivo en el tema de la prevención, recuerden el dicho popular: “es mejor prevenir que curar”. Con seguridad que “es menos costoso prevenir que curar”. A todos, un llamado a la esperanza, no a la resignación, ¡de esta salimos todos o nos hundimos todos! No a la nostalgia por volver al pasado. Hoy es el tiempo de Dios. Dios guía la historia. Hoy es la gran oportunidad para que soñemos una sociedad, todos juntos y de la mano de Dios. Hoy es el momento oportuno para decirle a nuestras comunidades ancestrales, ustedes tienen razón, la clave está en el “Buen vivir”. Cada uno de nosotros es indispensable, somos diferentes, pero, aquí esta la clave: desde la diversidad construiremos la unidad. Líderes religiosos, institucionalidad, hermanos todos…, el futuro es ya. Dios guía nuestra historia. Necesitamos seamos próximos unos de otros. Tenemos que ser próximos a los más débiles de la sociedad, no para seguir alimentando su pobreza, sino para que entre todos jalonemos un futuro mejor, donde el “Buen vivir”, no sea un privilegio de unos cuantos, sino un honor de todos. El futuro es ya. ¡Ánimo, de la mano de Dios y juntos podemos!. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Arzobispo de Florencia

Mié 13 Mayo 2020

La Amazonía necesita atención inmediata

Ante la situación humanitaria y sanitaria que se presenta en la Amazonía, Monseñor Héctor Fabio Henao, Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, insta al Gobierno Nacional a tomar medidas inmediatas para garantizar el derecho a la vida y la salud de la población amazónica. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Sáb 2 Mayo 2020

Llamado de los obispos en favor de las realidades indígenas, campesinas y afros

Ante el avance de la pandemia en la Amazonía y Orinoquía colombiana, obispos de estas regiones hacen un llamado urgente a las autoridades y a toda la ciudadanía, para que se actúe de manera efectiva y responsable en la atención a la población, considerando las condiciones y limitaciones que hay en estos territorios. En un comunicado de prensa los obispos reconocen el esfuerzo que viene adelantando el Gobierno para otorgar las ayudas a la población necesitada. Sin embargo “lo exhortamos, a actuar de manera eficiente, al constatar que muchas personas en condiciones económicas precarias y que no están incluidas en los programas de ayuda, no han podido acceder al circuito de entrega de víveres o dinero”. Hacen especial énfasis al recordar que si bien esta pandemia afecta a todos los colombianos, las desigualdades sociales que se viven en estos territorios pueden llegar a afectar en mayor escala a los más débiles y desprotegidos. Resaltan de manera especial su preocupación por lo que está aconteciendo en la cárcel de Villavicencio y con los habitantes de Puerto Leticia. Igualmente, ratifican el llamado a toda la población para que se mantengan cumpliendo con las medidas decretadas por el Gobierno Nacional, para la prevención del contagio masivo del virus. Aunque apuntan “reconocemos que estas medidas son difíciles de cumplir debido, a que, desde antes de estallar la crisis por el COVID19, la población amazónica y en especial los indígenas, campesinos y afros, ya se encontraban en situación de pobreza estructural, en condiciones de inseguridad alimentaria y malnutrición, sin acceso a la salud y al agua potable”. Los obispos se unen al llamado de la Organización de Pueblos indígenas de la Amazonía Colombiana –(OPIAC), en la que solicitan un diálogo urgente con el Gobierno Nacional, regional y otras organizaciones afines al tema, con el fin de buscar soluciones que ayuden a enfrentar este mal de la pandemia. Para este diálogo consideran ellos, es importante contar también con la “participación de las organizaciones indígenas y populares e implementar una estrategia que asegure alimentos y productos de higiene y limpieza, con el fin de afrontar en mejores condiciones la pandemia y la cuarentena durante los siguientes meses”. Por otra parte y en comunión con el llamado que hace la Conferencia Episcopal, de rechazar todo acto violento que atenta contra la vida de las personas, de manera especial contra los líderes y lideresas, instan al Estado a “hacer todos los esfuerzos para avanzar en la implementación de los acuerdos de paz, que daría un respiro y una esperanza al país y en general a las comunidades tan azotadas por las violencias”. “Pedimos acciones urgentes de las autoridades, para tomar las medidas necesarias que permitan frenar esta realidad dolorosa; así como, el poner punto final a la devastadora deforestación de la Amazonía, que en estos tiempos de cuarentena se ha agudizado de manera alarmante”, señala la misiva. Igualmente, animan para que durante este tiempo de pandemia se fortalezcan los espacios de espiritualidad y oración dentro de los hogares, se mantenga alerta frente a cualquier tipo de violencia intrafamiliar y se esté cercano a los más necesitados desde lo que permite el aislamiento social establecido. Finalmente, reafirman el compromiso de la Iglesia para seguir ayudando desde la Pastoral Social y las parroquias, tanto con recursos económicos, materiales y humanos, para aliviar de alguna forma la crisis que está generando esta emergencia sanitaria en la población más vulnerable de estos territorios. El comunicado que fue emitido este primero de mayo fue suscrito por: Mons. Óscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y Arzobispo de Villavicencio; Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de Florencia; Mons. José Figueroa Gómez, obispo de la diócesis de Granada ; Mons. Francisco Javier Múnera Correa, obispo diócesis de San Vicente del Caguán; Mons. Luis Albeiro Maldonado Monsalve, obispo diócesis de Mocoa-Sibundo; Mons. Nelson Jair Cardona Ramírez, obispo diócesis de San José del Guaviare; Mons. Edgar Aristizábal Quintero, obispo diócesis de Yopal; Mons. Jaime Cristóbal Abril González, obispo diócesis de Arauca; Mons. José de Jesús Quintero Díaz, Vicario Apostólico de Leticia; Mons. Héctor Javier Pizarro Acevedo, Vicario Apostólico de Trinidad; Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar; Vicario Apostólico de Puerto Carreño; Mons. Medardo de Jesús Henao del Río; Vicario Apostólico de Mitú; Mons. Raúl Alfonso Carillo Martínez, Vicario Apostólico de Puerto Gaitán; Mons. Joselito Carreño Quiñonez , Vicario Apostólico de Inírida; y Mons. Joaquín Humberto Pinzón, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 14 Feb 2020

Iglesia en América Latina acoge con esperanza exhortación apostólica sobre la Amazonía

Tras la publicación de la Exhortación Apostólica Postsínodal ‘Querida Amazonía’, la Iglesia Católica en América Latina y el Caribe ha manifestado gratitud, alegría y compromiso ante este documento que “nos muestra con claridad que la Iglesia está íntimamente unida con la Amazonía, caminando al lado de los pueblos y comunidades indígenas y de todo lo creado, como su fiel aliada en la defensa y promoción de sus derechos, en la preservación y cuidado del ambiente y en la construcción de una vida digna, como lo expresa el Papa Francisco”. En este sentido, invitan a “los Estados en coordinación con las Conferencias Episcopales de cada país a proteger la Amazonía, enfrentando con decisión: la deforestación, el flagelo de la trata de personas, la contaminación ambiental, entre otros graves problemas, porque la Amazonía es el corazón del planeta”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado del CELAM[/icon] "El Papa nos pone a todos con él a soñar" Así lo ha señalado monseñor Oscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), al referirse al “sueño social, cultural, ecológico y eclesial” presentado por el Papa, que nos recuerda que “el cuidado de la Casa Común, nace del cuidado de la propia vida; del cuidado de los hermanos; del cuidado de encontrarle un sentido profundo a la vida, que solo nos lo puede dar Él, que nos creó, nos conoce, nos ha redimido y nos ha puesto a vivir cómo Él vive, en comunión”. Y es que la exhortación, ha agregado monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo auxiliar de Medellín y secretario general de la CEC, se constituye en “una “propuesta pastoral”, que nos llama a “mirar esas comunidades, a atender a los más pobres, buscar las maneras propias de inculturar el mensaje del Evangelio, pero siempre llevando al encuentro con Dios (…) Nos invita a un nuevo entusiasmo misionero”.

Lun 18 Nov 2019

Iglesia en la Amazonía se proyecta en salida misionera

Tras el Sínodo para la Amazonía y los diversos esfuerzos por fortalecer la pastoral y acción misionera en diversos territorios del país, de manera especial, en las zonas de mayor complejidad para su acceso, el Vicariato Apostólico de Puerto Leguízamo, animado por su obispo, Mons. Joaquín Humberto Pinzón, se encuentra trabajando en el fortalecimiento del plan pastoral desde “procesos de conversión y evangelización que lleven al encuentro con Jesucristo: camino, verdad y vida, en la apropiación de la espiritualidad de la misericordia”. En este sentido, ha explicado Mons. Pinzón, “queremos fijar la mirada en la persona del misionero y en su cuidado. Como nos pide el Sínodo de la Amazonía debemos ser Iglesia samaritana que cuida y, para lograrlo, debemos estar preparados y sentir nos cuidados por Dios”, manifestó en desarrollo de la séptima asamblea de formación permanente del Vicariato, realizada del 12 al 14 de septiembre. Durante el encuentro, acompañados por el padre Manuel Hernando Vega, director del departamento de Ministerios Ordenados y de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia, se reflexionó, entre diversos temas, sobre la persona del misionero, la pastoral presbiteral, la protección de menores y personas vulnerables, la dimensión espiritual como eje unificador de la formación permanente, el seguimiento a Cristo y el discernimiento. En la Asamblea participaron agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos misioneros.

Lun 7 Oct 2019

Inician sesiones de trabajo en el Sínodo Especial para la Amazonía

La jornada, convocada por el Papa Francisco, tiene como propósito “identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, frecuentemente olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también como resultado de la crisis de los bosques amazónicos, pulmón de capital importancia para nuestro planeta”. Durante la sesión inaugural, con un discurso pronunciado ante los padres sinodales en el Aula Pablo VI, el Santo Padre pidió “caminar bajo la guía del Espíritu Santo”, “actor principal del Sínodo”. Recordando las dimensiones que se contemplarán en este encuentro: la dimensión pastoral, cultural, social y ecológica, el Papa insistió en que “nos acercamos con corazón cristiano y vemos la realidad de la Amazonía con ojos de discípulo para comprender e interpretarla (…) También con ojos de misioneros, porque el amor que el Espíritu Santo puso en nosotros nos impulsa al anuncio de Jesucristo”. En el Sínodo participan obispos de los nueve países cuyos territorios abarcan porciones de la Amazonía: 4 de Antillas, 12 de Bolivia, 58 de Brasil, 15 de Colombia, 7 de Ecuador, 11 de Perú y 7 de Venezuela. Sobre las pretensiones y alcances del Sínodo Francisco explicó que “nos acercamos a los pueblos amazónicas en punta de pie, respetando su historia, sus culturas, su estilo del buen vivir, en el sentido etimológico de la palabra, no en el sentido social que tantas veces le damos. Porque los pueblos poseen entidad propia, todos los pueblos, poseen una sabiduría propia, conciencia de sí. Los pueblos tienen un sentir, una manera de ver la realidad, una historia, una hermenéutica, y tienden a ser protagonistas de su propia historia con estas cosas, con estas cualidades”. Finalmente explicó que “estar en el Sínodo es animarse a entrar en un proceso, no es ocupar un espacio en la sala, entrar en un proceso. Y los procesos eclesiales tienen una necesidad. Necesitan ser custodiados, cuidados, como el bebé, acompañados al inicio, cuidados con delicadeza. Necesitan calor de comunidad, necesitan calor de Madre Iglesia”. El documento de trabajo es El Instrumentum laboris, aprobado por el Consejo Presinodal, publicado por el Vaticano el 17 de junio. A continuación, el discurso completo: El Sínodo para la Amazonía podemos decir que tiene cuatro dimensiones: la dimensión pastoral, la dimensión cultural, la dimensión social y la dimensión ecológica. La primera, la dimensión pastoral, es la esencial, la que abarca todo. Nos acercamos con corazón cristiano y vemos la realidad de la Amazonía con ojos de discípulo para comprender e interpretarla con ojos de discípulo, porque no existen hermenéuticas neutras, hermenéuticas asépticas, siempre están condicionadas por una opción previa. Nuestra opción previa es la de discípulos. Y también con ojos de misioneros, porque el amor que el Espíritu Santo puso en nosotros nos impulsa al anuncio de Jesucristo, un anuncio que, todos sabemos, no se tiene que confundir con proselitismo. Pero nos acercamos a considerar la realidad amazónica con este corazón pastoral, con ojos de discípulos y misioneros, porque nos apura el anuncio del Señor. Y también nos acercamos a los pueblos amazónicas en punta de pie, respetando su historia, sus culturas, su estilo del buen vivir, en el sentido etimológico de la palabra, no en el sentido social que tantas veces le damos. Porque los pueblos poseen entidad propia, todos los pueblos, poseen una sabiduría propia, conciencia de sí. Los pueblos tienen un sentir, una manera de ver la realidad, una historia, una hermenéutica, y tienden a ser protagonistas de su propia historia con estas cosas, con estas cualidades. Y nos acercamos ajenos a colonizaciones ideológicas que destruyen reducen la idiosincrasia de los pueblos. Hoy es tan común esto de las colonizaciones ideológicas, y nos aceramos en el afán empresarial de hacerles programas preconfesionales, de ‘disciplinar’, entre comillas a los pueblos amazónicos: disciplinar su historia, su cultura. Eso no. Ese afán de domesticar a los pueblos originarios. Cuando la Iglesia se olvidó de esto, de cómo tiene que acercarse a un pueblo, no se inculturizó, incluso se llegó a menospreciar a ciertos pueblos. Y cuántos fracasos de los cuales hoy nos lamentamos. Pensemos en (Roberto) De Nobili en India, en (Mateo) Ricci en China, y tantos otros. El centralismo homogeneizante y homogeneizador no dejó surgir la autenticidad de la cultura de los pueblos. Las ideologías son un arma peligrosa. Siempre tendemos a agarrar una ideología para interpretar un pueblo. Las ideologías son reductivas y nos llevan a la exageración en nuestra pretensión de comprender intelectualmente, pero sin aceptar. Comprender sin admirar. Comprender si asumir. Entonces se recibe la realidad en categorías. Las más comunes son las categorías de ‘ismos’. Entonces, cuando tenemos que acercarnos a la realidad de algún pueblo, hablamos de ‘indigenismo’, y cuando queremos darle alguna pista de salida a su vivir mejor no le preguntamos, hablamos de ‘desarrollismo’. Estos ismos reformulan la vida desde el laboratorio ilustrado e iluminista. Son lemas que van echando raíces y programan el acercamiento a los pueblos originarios. En nuestro país (Argentina), un lema: ‘Civilización y barbarie’ sirvió para dividir, para aniquilar, y llegó al culmen, hacia fines de los años 80, a aniquilar a la mayoría de los pueblos originarios. Porque eran barbarie, y la civilización venía de otro lado. Es el desprecio de los pueblos. Y eso, voy a la experiencia de mi tierra, esa ‘Civilización y barbarie’ que sirvió para aniquilar pueblos, todavía sigue en mi patria con palabras ofensivas. Entonces se habla de civilización de segundo grado, los que vienen de la barbarie y hoy son los ‘bolitas’, los ‘paraguas’, los ‘cabecitas negras’, siempre ese alejarnos de la realidad de un pueblo calificándolo y poniendo distancia, esa es la experiencia de mi país. Y después, el desprecio. Ayer me dio mucha pena escuchar aquí dentro un comentario burlón sobre ese señor piadoso que llevó las ofrendas con plumas en la cabeza. ‘Díganme: ¿qué diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el tricornio que usan algunos oficiales de nuestro dicasterio?’. Entonces corremos el riesgo de proponer medidas simplemente pragmáticas, cuando por el contrario se nos pide una contemplación de los pueblos, una capacidad de admiración que hagan hacer un pensamiento paradigmático. Si alguno viene con intenciones pragmáticas, rece el ‘Yo pecador’, se convierta y abra el corazón hacia una perspectiva paradigmática que nace de la realidad de los pueblos. No hemos venido aquí a inventar programas de desarrollo social o de custodia de culturas, de tipo museo, o de acciones pastorales con el mismo estilo no contemplativo con que se están llevando adelante las acciones de signo contrario: deforestación, uniformización y explotación. Ellos también hacen programas que no respetan la poesía, me permito la palabra, la realidad de los pueblos que es soberana. También tenemos que cuidarnos de la mundanidad en el modo de exigir puntos de vista, cambios en la organización. La mundanidad se infiltra siempre y nos hace alejar de la poesía de los pueblos. Venimos a contemplar, a comprender a servir a los pueblos, y lo hacemos recorriendo un camino sinodal. Lo hacemos en sínodo, no en mesas redondas, o conferencias ulteriores. Lo hacemos en Sínodo. Porque el Sínodo no es un Parlamento, no es un locutorio, no es demostrar quién tiene más poder sobre los medios y quién tiene más poder entre las redes para imponer cualquier idea o cualquier plan. Esto configuraría una Iglesia congregacionalista. Si pretendemos buscar por medio de las encuestas quién tiene mayoría. O una Iglesia sensacionalista, tan lejana, tan distante de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, o como gustaba decir a San Ignacio, nuestra Santa Madre la Iglesia jerárquica. Sínodo es caminar juntos bajo la inspiración y la guía del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el actor principal del Sínodo. Por favor, no lo echemos de la sala. Se hicieron consultas, se discutieron en las conferencias episcopales, en el Consejo Presinodal, se elaboró el Instrumentum laboris, que como saben es un texto mártir destinado a ser destruido, porque de ahí es como punto de partida para lo que el Espíritu va a hacer en nosotros. Y ahora caminar nosotros bajo la guía del Espíritu Santo. Ahora hay que dejar que el Espíritu Santo se exprese en esta asamblea, se exprese entre nosotros, se exprese con nosotros a través de nosotros y se exprese pese a nosotros. Pese a nuestras resistencias, que es normal que las haya, porque la vida del cristiano es así. Entonces, ¿cuál será nuestro trabajo aquí para asegurar que esta presencia del Espíritu Santo sea fecunda? Primero de todo, orar. Hermanas y hermanos, yo les pido que recemos mucho. Reflexionar, dialogar, escuchar con humildad sabiendo que yo no lo sé todo, y hablar con coraje, con parresia, aunque tenga que pasar vergüenza, decir lo que siento, discernir, y todo esto dentro, custodiando la fraternidad que debe existir aquí dentro. Y para favorecer esta actitud de reflexión, de oración, de discernimiento, de escuchar con humildad y hablar con coraje, después de cuatro intervenciones tendremos un espacio de cuatro minutos de silencio. Alguno decía: ‘Es peligroso, Padre, porque se van a dormir’. La experiencia en el Sínodo sobre los Jóvenes en el que hicimos lo mismo, era más bien la contraria, que tendían a dormirse durante las intervenciones, al menos sobre algunas, y se despertaban en el silencio. Y finalmente, estar en el Sínodo es animarse a entrar en un proceso, no es ocupar un espacio en la sala, entrar en un proceso. Y los procesos eclesiales tienen una necesidad. Necesitan ser custodiados, cuidados, como el bebé, acompañados al inicio, cuidados con delicadeza. Necesitan calor de comunidad, necesitan calor de Madre Iglesia. Un proceso eclesial crece así. Por eso la actitud de respeto, de cuidar la atmósfera fraternal, el aire de intimidad es importante, y se trata de no ventilar todo como viene afuera. Pero no se trata, respecto a quienes debemos informar, de un secreto más propio de las logias que de la comunidad eclesial, pero sí de delicadeza y de prudencia en la comunicación que haremos fuera. Esta necesidad de comunicar fuera a tanta gente que quiere saber, a tantos hermanos nuestros, periodistas, que tienen la vocación de servir a que se sepa, y para ayudar a esto están previstos los servicios de prensa, los ‘briefings’, etcétera. Pero un proceso como el de un Sínodo se puede arruinar un poco si yo, al salir de la sala, digo lo que pienso, digo la mía. Entonces se da esa característica que se dio en algunos Sínodos, del Sínodo de adentro y el Sínodo de afuera. El Sínodo de adentro que sigue un camino de Madre Iglesia, de cuidado de los procesos. Y el Sínodo de afuera que, por una información dada a la ligereza, dada con imprudencia, mueve a los informadores de oficio a equivocaciones. Gracias por esto que ustedes están haciendo. Gracias por rezar unos por otros, y ánimo. Y por favor, no perdamos el sentido del humor. Muchas gracias. Foto internet

Vie 4 Oct 2019

Sínodo debe ir más allá de "discursos verdes"

A tan sólo horas del inicio del Sínodo de la Amazonía, Monseñor Francisco Antonio Ceballos, Vicario Apostólico de Puerto Carreño, en el departamento de Vichada, en el extremo oriental de Colombia, cercano a la frontera sur de Venezuela, es uno de los 15 obispos colombianos que se darán cita en este evento que inicia este 6 de octubre. Son muchas sus expectativas, espera que esta cita sirva para “encontrarnos como hermanos” y “no dar solo discursos verdes”; para él es esencial abordar lo que el papa Francisco propone: una ecología integral, donde las comunidades amazónicas sean las protagonistas. En conversación con Vida Nueva ha dicho que desde su jurisdicción –camino al Sínodo – “hemos hecho varias reuniones con las comunidades, en especial, con los capitanes y gobernadores indígenas para reflexionar sobre Laudato Si’, además, de escuchar sus inquietudes”. Descubrir las semillas del verbo Pese a ser un territorio indígena en más de un 40%, el prelado considera que debe fortalecer esta pastoral, para ello una de las claves será apostar por el laicado. “La evangelización de Puerto Carreño depende mucho de los laicos, podemos llegar más al mundo indígena y a las comunidades colonas si formamos un laicado que responda a estas exigencias”, ha dicho. “No sé si esto sea una frase de cajón, aunque muchos no quieran, el Espíritu Santo ya estaba en las culturas originarias antes de que llegáramos nosotros, es decir, descubrir las semillas del verbo e integrarlas a nuestra espiritualidad occidental me parece que ese es uno de los desafíos más importantes del Sínodo, no para decir quitemos esto y pongamos aquello, sino ver qué hay de bueno en cada Cultura para poder integrarlo”, destacó. También ha aclarado que el papel de la Iglesia es ser referente importante para acompañar a los pueblos originarios en sus luchas, ser aliados, pues hay mucho respeto por la cosmogonía de cada comunidad. Por ello agrega: “los acompañamos en cada proceso ellos mismos dicen que a lo largo del camino van mirando cuál es el compromiso que tienen con la Iglesia”. Iglesia que aprende El prelado ve en la figura del ‘viri probati’ una posibilidad que hay que estudiar, aunque insiste más en los diáconos permanentes, en los catequistas indígenas de la región, porque “encontramos mucha gente con potencialidades que pudiera darle la mano a su comunidad para integrarlos”. Además, es urgente pasar de una Iglesia docente a una Iglesia discente, que aprenda del mundo indígena para entender la espiritualidad que allí hay. “Ellos tienen mucho que enseñarnos, en su cultura existe una gran riqueza”, ha añadido. Un problema de todos A juicio del obispo, “la iglesia colombiana tiene que volcarse hacia la Amazonía, pues es un problema que nos atañe a todos”, porque “muchas veces se piensa que es solo un problema de los vicariatos. Es la casa común y si destruimos moriremos todos”. Aprovechó la ocasión para invitar a sus hermanos obispos “a entender que la Amazonía es un sitio privilegiado de trabajo pastoral”, de hecho, ha mencionado que a través de la Comisión Permanente del Episcopado “tenemos un proyecto que es el de la ‘Hermandad entre las iglesias’, donde proponemos que las jurisdicciones apadrinen a vicariatos y a algunas diócesis mucho más necesitadas”. “De hecho, hemos dependido de Europa y ellos ya no están colaborando”, por tanto “tenemos que ponernos en la tarea de colaborarnos mutuamente, no solo con dinero, sino implicar a toda la Iglesia en el proceso evangelizador y trabajo pastoral”, finalizó. Verdades incómodas En Puerto Carreño la violencia no es la excepción, cuenta que recibió una carta de uno de los líderes indígenas diciendo que lo habían amenazado, “por supuesto, yo saqué un comunicado para pedir a las autoridades asumir las responsabilidades para salvaguardar la vida de nuestros indígenas”. A partir de estas denuncias hechas desde el vicariato ha levantado resquemores por quienes detentan el poder. “Esto no gusta. No le gusta al coronel de la policía, no le gusta al alcalde, no le gusta a nadie porque ellos pretenden tapar muchas cosas, es lo que me parece”. De todo ello saca una conclusión: “El denunciar trae sus problemas, pero la labor nuestra es la labor de la Iglesia, si callan los profetas hablarán las piedras. Esa es la labor del obispo cuidar a su rebaño, estar del lado del pueblo”. Tomado de: Portal web Vida Nueva

Jue 29 Ago 2019

Iglesia se pronuncia ante desastres ambientales y sociales en la Amazonía

En medio de los vastos incendios que azotan la Amazonía y ante la crisis ambiental en el mundo, la Iglesia colombiana expresa su preocupación por “esta grave tragedia” y piden el “compromiso solidario de todos los gobiernos del mundo, pues la crisis ecológica y el cambio climático son amenazas graves para la casa común”. En un comunicado, los obispos hacen un llamado a la comunidad internacional, regional y nacional a “aunar esfuerzos a fin de frenar y prevenir la devastación y la degradación ambiental en la Amazonía”. Invitan a ver esta problemática de manera global y no territorial, considerando la solución desde un enfoque humano y social, “desde los fundamentos de la ecología integral”. “Hay que garantizar, además, el nivel de vida digno para los habitantes de la Amazonía, logrando que se involucren como actores y socios en el cuidado y protección del amplio bioma amazónico”. En su mensaje los prelados evidencian el grave daño que se le está causando, en el caso de Colombia, al extenso y rico territorio de la Amazonía por causa de la deforestación y expresan su cercanía a todas las comunidades que se están viendo afectadas por la destrucción del ecosistema. "Una vez más expresamos nuestro dolor y acompañamos con nuestra solidaridad a los hermanos de los departamentos de Amazonas, Cauca, Caquetá, Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo, Vaupés y Vichada, quienes son testigos impotentes de los abusos de quienes buscan su enriquecimiento particular desde la explotación ambiental de estas tierras (…) El cuidado de la Amazonía será viable en la medida que sintamos como hermanos a sus pobladores", puntualizaron. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]