Jue 11 Nov 2021
Reunirá de los cuatro puntos cardinales a sus escogidos
TRIGÉSIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Noviembre 14 de 2018
Primera lectura: Dn 12,1-3
Salmo: Sal 16(15),5+8.9-10.11 (R.1)
Segunda lectura: Hb 10,11-14.18
Evangelio: Mc 13,24-32
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
De los textos bíblicos en consideración emergen unas ideas para nuestra reflexión:
· Los discípulos de Cristo, con discernimiento profético, buscarán siempre los significados de los misterios de Dios en las difíciles circunstancias.
· La Iglesia es partícipe de la suerte de la humanidad, realizando el nuevo mundo inaugurado por el Hijo del hombre.
· La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. (Caritas in Veritate, 19)
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La Iglesia es partícipe de la suerte de la humanidad, realizando el nuevo mundo inaugurado por el Hijo del hombre.
La Palabra para este Domingo revela los rasgos fundamentales de la creación que, al final de los tiempos, estarán en plena armonía con la voluntad de Dios. Mientras en el mundo presente "en la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza, y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de la guerra" (Gaudium et spes, 78), el querer de Dios tendrá como telón de fondo la paz y la armonía universales, que son y serán un derecho fundamental de todo hombre, ya que es fruto de la justicia y muchos otros bienes y que, sólo al final de los tiempos, surgirán luego de todos los fracasos experimentados por la humanidad al pretender implantar diversos modelos de sociedad basados en el poder del más fuerte y del uso constante de la violencia y el miedo como medios de sumisión. Es así como lo declaran los hagiógrafos para este este Domingo:
La primera lectura del Profeta Daniel expresa la fe en la resurrección de los muertos, resaltando el apoteósico final de los que han mantenido su fidelidad a Dios a través de la enseñanza y práctica de la justicia.
En la última página de la monumental reflexión sobre el sacerdocio y el sacrificio de Cristo, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que todos los enemigos de Cristo serán vencidos y puestos bajo sus pies para lograr la plena perfección de los elegidos.
El Evangelio de San Marcos describe la inmensa novedad del gran triunfador denominado Hijo del Hombre, título anunciado en el Profeta Daniel 7, que es el gran Salvador potente, que aparece en el esplendor de su gloria divina, para reunir a los elegidos, para hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso del cielo. No hay en Marcos escenas de juicio, amenaza o condena queriendo alimentar la esperanza de aquellos que creen en la victoria final del Mesías, presente ya en la persona de Jesús.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Este capítulo 13 del Evangelio de Marcos emplea el lenguaje apocalíptico, que es la manera más apropiada para expresar lo que quiere Dios en medio de ambientes tan horripilantes. La primera comunidad cristiana de Roma, a la que pertenece Marcos, ha contemplado la muerte de Pedro y Pablo, lo mismo que la del emperador Nerón, asumiendo el poder Vespasiano quien, junto a su hijo Tito, propició la caída de la Ciudad Santa y la destrucción del Templo en el año 70, lo que produjo un enorme y nefasto impacto por su teológico significado. Es un contexto dramático por lo que los discípulos de Roma se preguntan ¿qué está pasando? pues no se ve el mundo nuevo anunciado por Cristo; hay mucha injusticia e inmenso dolor, sólo dominan los malos. Es necesario mirar a profundidad para dilucidar el misterio (apocalipsis=quitar lo que impide ver para observar lo que está escondido). Se requiere urgentemente quitar ese velo para ver lo que esconden las circunstancias.
Desde la mentalidad evangélica, la mente de Cristo, los dolores padecidos son como los dolores inevitables de un parto, pues algo nuevo está surgiendo. Es el Kayrós de Dios, el tiempo propicio del actuar divino. Esa es la mentalidad que debería prevalecer. Pero la tentación de los discípulos en tiempos de dolor es quedarse con los aspectos de la agonía y la incertidumbre sin apreciar lo nuevo que está brotando: una Iglesia purificada y evangelizadora. Es necesario aprender a ver lo que ve Dios. De acuerdo con la mentalidad judía, y la cristiana, la destrucción del templo y de Jerusalén significa el fin del mundo, pero la interpretación de Jesús es más profunda por lo que acude al lenguaje apocalíptico: el sol se oscurecerá, etc.
El sol era considerado como una divinidad en el medio oriente y sus descendientes en la tierra tenían el derecho de gobernar a toda costa. Pero esta divinidad caerá y con él los demás astros del cielo, es decir, los dominadores del mundo. La luna era en Mesopotamia una divinidad que dominaba los ciclos de la vida, y los astros eran las divinidades que habían seducido al pueblo con sus perversiones, por eso, también caerán. Es aquí donde el término “catástrofe” indica una nueva realidad pues significa el “cambio” de algo hacía otra cosa.
Los que caen son los poderosos porque son inicuos dominadores, son ídolos creados por fuerzas humanas que engañan con falsas promesas. Entonces, está por nacer el mundo nuevo y es aquí donde surge la figura del Hijo del hombre (Daniel 7). Este profeta nos presenta las imágenes de las bestias que simbolizan la crueldad y la inhumanidad: el León que representa a Babilonia; el oso que representa a los medos por su ferocidad y destrucción; el leopardo que representa los persas, y la denominada “bestia”, la más fuerte de todas, que representa Alejandro magno. A cada poder le sucede uno mucho peor. Surge un quinto, que no es una bestia, con poder y fuerza, siendo un Hijo de hombre, es decir, un humano que viene a inaugurar un reino diferente al de las bestias, que no se deja espantar por los poderes de la tierra porque trae el anuncio del evangelio; es el Hijo del hombre que no domina, sino que ama al extremo y ese es su “poder”; de esa manera inaugura un mundo nuevo.
Este Hijo del hombre envía a sus ángeles a reunir a todos los suyos, que están dispersos, desde los confines de la tierra. Ángel significa mediador de la salvación de Dios, es un instrumento en las manos del Señor en favor de los hombres, es decir, un espíritu enviado por Dios desde el cielo, pero, en este caso, la persona humana elegida y enviada por Dios para este propósito. Los ángeles son los hermanos que se mantienen fieles a Dios en medio de las grandes dificultades y reúnen a los dispersos.
El evangelio de hoy habla a la realidad eclesial de nuestros tiempos: mentalidad laicista, relajación sexual, indiferentismo, hedonismo, etc., que requiere de una predicación valiente; no se puede presentar el evangelio con reduccionismos, ideologías, timideces o con desvíos; así no se puede reunir a nadie. Hay que presentar el evangelio auténtico, que contiene todo lo que Jesús ha anunciado. La parábola de la higuera representa lo nuevo que ya viene: las dificultades son las señales de que está por suceder un mundo nuevo “una nueva estación” y ya muchos ángeles están reuniendo a los hijos de Dios dispersos. Esta realidad se puede observar; solo basta abrir los ojos porque a Jesús pertenece el futuro.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Hace un poco más de un año, el Papa Francisco regaló a la humanidad entera el bello texto de su Carta Encíclica Fratelli Tutti dedicada a la a la fraternidad y a la amistad social. Allí nos previene sobre las nuevas
“Situaciones extremas que pueden llegar a presentarse como soluciones en circunstancias particularmente dramáticas, sin advertir que son falsas respuestas, que no resuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregar nuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal. Se trata de la guerra y de la pena de muerte” (255). “No podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya. Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!” (258). Y “Recordemos que «ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante»”(258). “El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a toda la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos”. (269) “Quien derrame sangre humana, su sangre será derramada por otro ser humano» (Gn 9,5-6). Esta reacción de Jesús, que le brotó del corazón, supera la distancia de los siglos y llega hasta hoy como un constante reclamo.” (270).
Por tanto, hay que invitar a toda la feligresía a meditar y orar sobre estas crudas realidades, ya que, como cristianos y miembros vivos de la Iglesia, no podemos acoger los métodos del mundo para establecer las “nuevas normalidades” para vivir tranquilos y en paz; tenemos que ser el reflejo vivo del Reino de Dios en medio de los hombres.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Queridos hermanos: estamos terminando el año cristiano, el próximo domingo celebraremos la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, quien es el Señor y el futuro de la historia. Hoy, en medio de tantas dificultades, se nos invita como miembros vivos de la Iglesia, a vivir el auténtico amor fraterno que se expresará en las buenas y fraternas relaciones con la sociedad en la que vivimos, caminando cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. Celebremos con inmensa alegría.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios nos presenta la esperanza viva del Hijo del Hombre, sentado a la derecha de Dios, quien ha creado un mundo según su querer, donde el mal, el pecado, la violencia y la muerte son los enemigos vencidos. Esta realidad está ya presente y hemos de aprender a verla en medio de las circunstancias adversas. Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Hermanos, el amor rompe las cadenas que nos aíslan, tiende puentes, nos permite construir”; roguemos al Padre y presentémosle nuestras intenciones diciendo:
R. Que venga a nosotros tu Reino, Señor
1. Por la Iglesia, para que promueva en cada sociedad un crecimiento genuino e integral, a través de la transmisión de los valores como la ética, la bondad, la fe, la honestidad, ante aquellos que fomentan la degradación moral y la destrucción de todo fundamento de la vida social. Oremos.
2. Por los gobernantes de las naciones, para que, en sus planes, puedan guiar a sus pueblos hacia el mínimo de conciencia universal y de preocupación por el cuidado mutuo de las personas, promoviendo una cultura moral que les permita trascender más allá de las propias fronteras. Oremos.
3. Por las familias cristianas que pretenden disfrutar de todo lo que ofrece el mundo para que, a imagen del Hijo del hombre, participen en la creación de un mundo nuevo en el que habite la justicia, la paz y la misericordia. Oremos.
4. Por todos nosotros para que, como Hijos de Dios, busquemos el bien y la verdad para no participar de falsas justificaciones que propicien condiciones rigurosas de legitimidad moral ante la posibilidad de la guerra o la pena de muerte. Oremos.
En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales.
Oración conclusiva
Padre de infinita bondad,
recibe las oraciones que te presentamos con esperanza
en esta celebración comunitaria de nuestra fe.
Por mediación de Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.