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conferencia episcopal

Vie 12 Jun 2020

Una pastoral familiar activa en tiempo de pandemia

Durante la primera se mana de junio de 2020 se reunió de manera virtual el equipo nacional de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), presidida por monseñor Édgar de Jesús García Gil, donde se analizó y compartió el accionar de esta dependencia en tiempo de pandemia. Algunos de los aspectos positivos que se fueron dando en este espacio de diálogo, fue el resaltar el fortalecimiento que en muchos hogares se ha ido dando durante este tiempo de confinamiento, es decir más diálogo y compartir de tareas entre sus miembros; otro aporte ha sido el aprendizaje que en familia se ha generado sobre las realidades tecnológicas. Pero también, se tocó el tema de la violencia intrafamiliar, que, según informes ha ido creciendo por cuenta del encierro, al respecto los asistentes resaltaron la tarea que algunas Iglesias Particulares han ofrecido a las familias, como líneas telefónicas disponibles para el acompañamiento y escucha de las víctimas; creación de espacios virtuales de apoyo a las familias con un equipo interdisciplinario de sacerdotes psicólogos y parejas, estos, reciben cada 8 días un proceso de formación y actualización virtual. “La comisión de familia se ha fortalecido y organizado para apoyar estas situaciones, y ha evidenciado la necesidad de dar inicio a procesos de formación virtual a más agentes de la pastoral familiar, con el fin de acompañar las necesidades de las familias”, señala un mensaje ofrecido por el Comité. Por otra parte, al hacer un balance de lo que ha marcado el Mes de la Familia, que finaliza este próximo 14 de junio, y que fue propuesto por el departamento de Matrimonio y Familia de la CEC y la Comisión Nacional de Matrimonio y Familia, se informó que las jurisdicciones al respecto han desarrollado las catequesis interactivas sugeridas por esta Institución, compartiendo fotos y videos de los trabajos adelantados. “Las familias que se han integrado a la celebración del mes de la familia solicitan no dejarlos solos y que se extienda el número de temas motivando a las familias a formarse en nuevos temas de actualidad como depresión, cansancio del encierro. Esta situación ha servido para enfocar y desarrollar el trabajo de familia porque están todos juntos para ser evangelizados”, señalan. Como fruto de esta reunión se avanza en las siguientes acciones: La creación de un centro de escucha familiar donde se desarrollen habilidades de escucha y se ayuden a matrimonios en crisis; alianzas con el Dr. Armando Duarte especialista en familia y residente en México y la doctora Carolina Barreto especialista en educación en casa, para el desarrollo de procesos de formación; y finalmente, se continuará de manera virtual el acompañamiento a los delegados diocesanos de la pastoral familiar.

Mié 3 Jun 2020

El misterio trinitario es para vivirlo, pues para eso nos lo reveló Jesús

Primera lectura: Éx 34,4b-6.8-9 Salmo: Dn 3, 52ac.53a+54a.55a+56a (R. 52b) Segunda lectura: 2Co 13,11-13 Evangelio: Jn 3,16-18 Introducción Un solo Dios y Tres Divinas Personas, es la profesión de nuestra fe, la que los Apóstoles recogieron de labios de Jesús y transmitieron, la que creyeron desde el primer momento todos los cristianos, la que el Magisterio de la Iglesia ha enseñado desde siempre. El Catecismo de la Iglesia Católica nos orienta: El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios. La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria". "El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de éste al Hijo, del Padre y del Hijo en comunión" (S. Agustín, Trin. 15,26,47). Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9). "La fe católica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Symbolum "Quicumque"). Las personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo. (CIC 261 – 267) Toda la vida sobrenatural del cristiano se orienta a ese conocimiento y trato íntimo con la Trinidad, que viene a ser «el fruto y el fin de nuestra vida». Para este fin hemos sido creados y elevados al orden sobrenatural: para conocer, seguir y amar a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. De estas divinas Personas, el cristiano llega a tener en esta vida «un conocimiento experimental» que, lejos de ser una cosa extraordinaria, está dentro de la vía normal de la santidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la Primera lectura se nos muestra el misterio de un Dios compasivo y misericordioso. A pesar de la infidelidad del pueblo de Israel, Dios no lo aparta de su amor. Él lo sigue atrayendo con sus lazos de amor y perdón. El Salmo es un hermoso himno, cantado por tres jóvenes israelitas, que, pese a la situación dramática de persecución en la que se encontraban, alaban a Dios. Ellos, metidos en el horno ardiente, a causa de la fe, no dudan en cantar, en alegrarse, en alabar. El dolor rudo y violento de la prueba desaparece, parece casi disolverse en presencia de la oración y de la contemplación. Precisamente esta actitud de confiado abandono suscita la intervención divina. Pablo nos exhorta a vivir en la alegría y en la unidad, teniendo la certeza de que tenemos un Dios cercano, que sale al encuentro del hombre por Cristo, para ofrecerle su amistad, amor y comunión. Para Juan, lo más importante es recordar que Jesucristo es verdaderamente el Dios Encarnado, el Verbo de Dios que existía junto a Dios desde la Eternidad y nos lleva a la vida eterna. ¿Qué ha hecho Dios por amor? Nos ha dado el regalo más grande que puede ofrecerse; darse a sí mismo, entregarse a la humanidad en la persona de Jesucristo, su Unigénito. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Santísima Trinidad es, sin duda alguna, el mayor Misterio de nuestra fe: un sólo Dios, en tres Personas divinas. Como católicos y como cristianos, estamos obligados a creer esta Revelación que se nos presenta en las Escrituras: un Dios que es Padre, que es Hijo y que es Espíritu Santo. El peligro a que está sometida esta verdad de fe es el verla como un misterio inescrutable. Efectivamente lo es, pero al revelarnos Jesucristo el misterio trinitario del único Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, quiso descubrirnos, ante todo, un misterio de vida y no un enigma religioso para que lo descifremos. Tanto amó Dios al mundo… Las lecturas de hoy nos llevan a ver la Santísima Trinidad de manera viva y no conceptual, pues se muestra a Dios operando por amor la salvación del hombre. En efecto, esto queda contemplado en la frase que abre la lectura del pasaje del evangelio: «Tanto amó Dios al mundo que (le) entregó a su único Hijo, para que no parezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna» (Jn 3,16). El motivo de la entrega es el amor de Dios al mundo, y la finalidad de ese don personal en Cristo, es la salvación y vida del hombre por la fe. Jesús es, pues, el gran signo o sacramento del amor trinitario a la humanidad, patente en la encarnación, vida, mensaje, pasión, muerte y resurrección. El Dios revelado por Jesucristo, imagen visible del mismo, aunque trascendente no es un Dios lejano e inaccesible sino próximo al hombre; un Dios que es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad; un Dios que, pese a nuestra infidelidad, permanece siempre fiel. Ese es el Dios de nuestra fe: el Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro. A partir de la encarnación de Jesús, Hijo del Padre, el Dios cristiano no se puede comprender ni definir sino en referencia a Cristo que es la imagen y revelación siempre actual del Dios uno y Trino. La entrega de su Hijo al hombre por parte de Dios, como oferta de salvación, es perenne. Es decir, no queda en hecho pasado, sino llega hoy en el acontecer humano de nuestra vida, de nuestro mundo, de nuestra comunidad de fe; especialmente por el anuncio del evangelio y por los sacramentos en los que Dios opera la redención humana. Del Dios comunidad al hombre en relación… Dios no es un ser solitario, cerrado en un círculo hermético de un eterno silencio, sino que, por ser trino, es amor y alteridad. En términos psicológicos, se puede intentar explicar el dogma trinitario: El amor del Padre, el «Yo», al comprenderse y reflejarse a sí mismo engendra al «Tú», que es el Hijo; y del amor mutuo de ambos procede el «Nosotros», que es el Espíritu Santo, don y devolución de amor, comunicación y diálogo. Después, como consecuencia y por amor, comunicación y diálogo. Después, como consecuencia y porque la Trinidad ama al hombre que creó, abre y agranda el círculo, admitiéndonos en su órbita divina como hijos por medio de Cristo. El misterio trinitario es para vivirlo, pues para eso nos lo reveló Jesús. Esa es la manera de entenderlo. Y se vive y se atiende, experimentando y vivenciando en la fe la relación filial con Dios por medio del Espíritu de Cristo que habita en nosotros. Vida y fe, oración y formación han de combinarse en nuestra existencia cristiana. No puede bastarnos saber cosas sobre Dios y hablar de Él. Hemos de llegar a encontrarnos y conversar con Dios mediante la oración y el diálogo personal. Esa es la vía evangélica que nos mostró Jesús: Primeramente, apertura y escucha de Dios y su Palaba; después respuesta y oración; y seguidamente, amor a nuestros hermanos los hombres porque Dios los ama y se refleja en ellos, especialmente en los más pobres porque son los hijos de Dios nuestro Padre que hace salir el sol cada mañana sobre todos ellos. La gracia de Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo… Esta fórmula trinitaria, probablemente de origen y uso litúrgico en las comunidades apostólicas, atribuye a cada persona de la Trinidad un don o una función, aunque toda esta acción salvadora es común en la Santísima Trinidad: La gracia de Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo… Ella muestra todo un programa de vida en el amor fraterno. Unión para la alabanza al Dios Uno y Trino en la comunidad de fe, esperanza y amor que nos une en Cristo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Trinidad se nos revela para que cultivemos esa imagen con la que fuimos formados y sellados. Somos hechos y estamos bautizados a imagen y semejanza de Dios, Uno y Trino. La Santísima Trinidad es una comunidad de amor que nos habla con fuerza sobre la donación, la comunicación y la comunión, las tres dimensiones que constituyen la comunidad perfecta. Supliquemos esta gracia: • DONACIÓN: Que a ejemplo de Dios Padre que se nos ha dado a su Hijo, de Jesús que dio su vida por rescate nuestro, podamos, guiados por la luz del Santo Espíritu, darnos en servicio a los demás. Que nuestra vida sea un continuo despojo de nosotros mismos y que en ella resplandezca la gracia de Dios Uno y Trino. • COMUNICACIÓN: Apertura trinitaria, diálogo permanente y sabiduría compartida. • COMUNIÓN: En la Trinidad las personas no sólo están unidas, sino que son Uno, sin perder su identidad. No sólo se pone en común lo que se tiene o lo que se piensa, sino lo que se ES. Este es el gran deseo que manifestó Jesús para nosotros en la Última Cena: «para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros» (Juan 17, 21).

Vie 29 Mayo 2020

Domingo de Pentecostés

Primera Lectura: Hch 2,1-11 Salmo: Sal 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 Evangelio: Jn 20,19-23 Introducción Los cincuenta días que ha conmemorado la Iglesia en la pascua, culminan con una fiesta de origen campesino, en la cultura judía, llamada Pentecostés; esta celebración, es adoptada por el cristianismo y va a simbolizar, la forma en que, el Señor, aviva las fuerzas de una comunidad eclesial que, camina inspirada por la fuerza y el poder del Espíritu Santo, el mismo que se hace presente en la fundación de las primeras comunidades cristianas. El mismo que hasta nuestros días, sigue prolongando la experiencia de un Dios que se queda con su pueblo y, en él vierte todo su amor de Padre, por medio de su Hijo y con la potencia trasformadora de amor que inflama el Espíritu Santo en sus dones, ministerios, carismas y acciones. Es de esta manera como en la liturgia de la palabra, en esta solemnidad que llena de alegría y esperanza a la comunidad: • En este pasaje lucano, en oración, se hace visible el relato del Pentecostés, no deja elementos sueltos, todo aquello que narra tiene coherencia y fundamento. • El salmista pone su confianza en el poder de su único Dios y Señor y, por ello, alaba a Dios con todas sus fuerzas, mente y ser. • San Pablo, por su parte, en su relato, hace énfasis en la unicidad que aporta la fuerza del Espíritu Santo en la comunidad. • San Juan, en este pasaje del evangelio, centra el foco de atención en la vida de una comunidad apostólica, la cual, recibe el soplo del Espíritu Santo de parte de su maestro y Señor. Razón por la cual los apóstoles se dispondrán a perdonar pecados y en esa liberación, recibirán el envío a evangelizar. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El relato lucano del Pentecostés es una exaltación de la acción del Espíritu Santo, en la conformación del ideal de la Iglesia desde su comprensión en las primeras comunidades cristianas. El pueblo reunido a la espera de la efusión del Espíritu Santo era diverso en su nivel cultural y múltiple, por ende, en la manera de hablar, pensar y vivir. De allí que Lucas señale la participación de doce nacionalidades diversas, dejando ver la complejidad que podía significar la comunicación de aquellos coprotagonistas de la acción. El mismo texto de los Hechos, presenta a los apóstoles reunidos en el cenáculo, aclarando que ellos estaban “sentados”, queriendo expresar, que el fuego del amor del cual quedará inflamada la comunidad, pondrá a los seguidores del Señor en acción, por ello, el relato tiene dos escenarios, al interior y al exterior del recinto en donde se da el gesto de la manifestación paráclita, en una escena rodeada de fuego y diversidad. La perícopa usa una forma de comparar algunos signos presentes en el relato, por ello subraya que el Espíritu Santo descendió -como- ráfagas de viento. Es así como la presencia en Jerusalén de “hombres piadosos”, que residían allí, provenientes de distintas partes del mundo, le dan al Pentecostés, un matiz universal y multicultural. Por ello, no en vano, Lucas alistará en el texto la presencia de partos, medos, elamitas, cretenses y árabes, al igual que nombrará residentes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Cirene y Roma; todos ellos, le darán una fuerte connotación de la diversidad y, al tiempo, universalidad de la salvación que ha venido a traer Cristo. La catolicidad en la fiesta del Pentecostés, está reflejada en la muy rica y prolifera participación cultural que, el narrador, de los Hechos, plasma en la descripción que hace de aquellos que fueron testigos directos de la acción abrazadora del fuego del Espíritu Santo. Continuando con la mirada en los textos de esta liturgia, el salmo 104 está cargado de figuras y representaciones de Dios como luz o esplendor. Por ello, la presencia glorificada de Dios en el texto, es una evocación de la fuerza que emana un Dios que da vida y genera confianza con su eterno poder. Por esta razón, la aclamación del salmista, es una invitación a alabar la bondad y fuerza de ese Dios que se hace presente e ilumina la vida e historia de su pueblo. En la segunda lectura, la figura con la que el apóstol Pablo representa a la Iglesia en la primera carta a los Corintios, es la del cuerpo, de allí que concentre su reflexión sobre la manera en cómo se manifiesta la Iglesia unida en la diversidad de órganos que tiene el cuerpo. Pero, la evocación y similitud que quiere establecer, el apóstol, se centrará en la diversidad, conexión directa con el relato del Pentecostés. La representación de la unidad está escenificada en el bautismo, pues por medio de él, el Espíritu Santo, purifica y santifica a los miembros del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia. Por esto en el marco de la solemnidad del Pentecostés, el texto del evangelio de Juan, comienza con una precisión de carácter cronológico: “la tarde del primer día de la semana”, si se tiene en cuenta el momento en que surgen los relatos joánicos, se puede constatar, que ya hay una vasta experiencia por parte de las comunidades cristianas, que tenían la asamblea de los domingos como una evocación de la resurrección de Jesús. Pero, en el texto no todo es festivo, el miedo ha invadido el corazón de los apóstoles, que se encuentran encerrados por miedo a los judíos, por tal razón, la presencia del resucitado, como portador de paz, es un preludio del fuego que abrazará la vida e invadirá los corazones de los creyentes. Así, la presencia de Jesús en la comunidad como el portador de paz, “paz a ustedes”, se convierte en una manera clara de descubrir que la paz que porta Jesús no es la misma que los apóstoles reclamaban de su maestro (Lc 12, 51). Por tanto, la paz que porta el Señor, es la presencia viva y ardiente del Espíritu de amor del Padre. El Resucitado soplará sobre su comunidad como signo de vida y al tiempo envío misionero. Por esta razón, la figura de Jesús soplando en el texto, nos remonta al Génesis en donde Dios mismo, insufla sobre el hombre y de allí recibirá vida el ser humano. De esta manera, el soplo es la vivencia creadora de Dios, el mismo que encargará a su comunidad la concomitante tarea de perdonar y retener los pecados, como signo de liberación y sanación al tiempo, de esta forma, el texto del evangelio les recordará a los creyentes, su vocación de bautizados y portadores, por ende, de la fuerza y los dones del Espíritu Santo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Pentecostés es el cumplimiento de la promesa de amor del creador, que insufla vida sobre todo aquello que alienta vida; de la misma manera que el Hijo, en la figura de Cristo, porta la paz y sopla su Espíritu, renovando todo aquello que vibra con la fuerza del Creador. Por tanto, la Iglesia que se reúne en el primer día de la semana, está invitada a reavivar su fe bautismal por medio de: • Una contemplación de la figura del Espíritu Santo, que, para el cristiano, es el amor del Padre que se derrama por la humanidad, en el irresistible amor de Dios por su creatura más amada. • En Pentecostés, se celebra, la fuerza del Espíritu Santo presente en los ojos y oídos del creyente. • Si en el texto Veterotestamentario, en Pentecostés, Dios renovaba su alianza con el pueblo, en el Nuevo testamento, Dios renueva su pacto de amor con la Iglesia y la santifica con el fuego ardiente de su Santo Espíritu. Es así como en la celebración del Pentecostés se actualiza, el deseo de una Iglesia que vive por el bautismo de la fuerza del Espíritu Santo y que se hace don que santifica, protege e impulsa a anunciar con la Palabra y el testimonio la Buena Noticia del evangelio, el cual renueva y, al mismo tiempo, libera del pecado entendido este -como llevar la vida por mal camino-. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la celebración de la fiesta del envío de la Iglesia a evangelizar, con la fuerza del Espíritu Santo, se hace propicio renovar las promesas del bautismo como signo de unión con el deseo de Cristo de enviar a su Iglesia a contagiar con la fuerza de su Espíritu, a todos aquellos que quieran vivir del amor misericordioso del Padre; pues en esta celebración, la Iglesia de nuevo se siente animada e impulsada a proclamar el amor de Dios presente en el Hijo y derramado con su Espíritu de amor. Por ello, como lo menciona el papa Francisco en diversas ocasiones: “en medio del frenesí de la sociedad actual, es el Espíritu Santo quien pone orden en medio de los afanes de la vida”, por ello no se puede dejar pasar la ocasión para que la comunidad de fe, pida la gracia del amor que proviene del Padre para poder discernir en medio de las turbulencias de la vida, qué es lo que proviene de Dios y qué es aquello que aleja al creyente del reconocimiento del amor de Dios presente en la vida. Es así como Pentecostés es la oportunidad de renovar el llamado a la santidad, pues, el Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, tal y como lo menciona el papa Francisco diciendo en Gaudate et exsultate: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo”. Por ello, celebrar esta fiesta al cierre de la pascua, se convierte en una manera de recordar la vocación a la santidad, a la cual la Iglesia ha sido y seguirá siendo llamada. Recomendaciones prácticas: 1. Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo. 2. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. 3. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el “Reunidos en comunión” propio. 4. Misa Vespertina de la Vigilia: Esta Misa de la vigilia puede celebrarse de forma más extensa o más abreviada

Mié 27 Mayo 2020

Así va el proceso de solicitud de apertura de templos

En un comunicado, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) da respuesta a las inquietudes manifestadas por diversas personas frente a la reapertura de los templos para las celebraciones litúrgicas con la participación de los fieles y explica los caminos que se han adelantado frente al Gobierno Nacional para que se dé vía libre a esta solicitud, cumpliendo por su puesto con los protocolos de bioseguirdad requeridos. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 22 Mayo 2020

Llamado de la Iglesia frente a emergencia sanitaria en centros penitenciarios

Ante la compleja emergencia sanitaria que se está viviendo en los centros penitenciarios del país, la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social "Urge para que se aborde la crisis humanitaria en los centros penitenciarios, con medidas que respeten la dignidad humana y protejan la salud de los reclusos". "La Iglesia católica, a través de diversos medios, desde hace mucho tiempo viene denunciando la crítica situación de las cárceles del país, sin que se haya avanzado en las soluciones prometidas. Ahora, evidenciamos con dolor que la pandemia ha agravado las condiciones de hacinamiento e insalubridad ya presentes en estos centros", señala una misiva emitida por esta Institución. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 14 Mayo 2020

Mayo 15: Día Internacional de la Familia

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Familia, que desde el año 94 propone la ONU cada 15 de mayo, la Iglesia católica en nuestro país a través de la comisión episcopal y del departamento de matrimonio y familia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), animan a vivir este día con espíritu de esperanza, solidaridad y con mucha creatividad dentro los hogares colombianos. El padre Juan Carlos Liévano, director de este departamento, recuerda cómo "en este tiempo de pandemia la incertidumbre y el estrés aumentan dentro de los hogares, generándose en algunos casos violencia intrafamiliar", por lo que el sacerdote invita a brindar un mayor apoyo y acompañamiento a las familias que puedan estar pasando dificultades. Cabe recordar que ante la realidad actual a causa de la pandemia, la Conferencia Episcopal ha propuesto vivir el "Mes de la Familia" que se extenderá hasta el próximo 14 de junio, bajo el lema “Con María, hacemos experiencia de Iglesia doméstica”. Para vivir esta celebración, apoyados en plataformas de encuentro e interacción virtual y en un trabajo articulado por regiones, la CEC ofrece una serie de catequesis interactivas que ayudarán a vivir este mes de la familia. 'Descargue insumo para las catequesis Descargue instructivo para delegados Descargue carta para los delegados El material también presenta actividades sugeridas para vivir en el hogar durante el Mes de la Familia. Foto: Tomada de internet

Mar 5 Mayo 2020

Presidente de la CEC motiva ‘Mes de la Familia’

Conscientes que la unidad familiar en época de pandemia puede verse afectada por el hecho de estar juntos todo el tiempo, la Iglesia católica, a través de monseñor Óscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal, ofrece cuatro motivaciones que permitirán avivar la alegría y la fe en los hogares colombianos. Fortalecer la concordia en nuestros hogares con una esperanza renovada. Al recordar que la pandemia por coronavirus ha permitido rescatar el hogar como primer espacio de acogida, acompañamiento y protección de la vida, también afirma que es el momento para ser un mejor padre de familia, mejor hijo, mejor hermano o mejor abuelo. “Caminar hacia el horizonte de un mejor entendimiento y de una mejor comprensión, en esto el Señor los acompañará”. Valorar las riquezas que Dios ha dado a cada uno dentro del hogar. Al respecto, pide a cada miembro de la familia valorar el don que Dios le ha dado en la vida y reconocer lo positivo que hay en cada uno de sus familiares, esposos, padres, hijos, hermanos, tíos y abuelos. Esto, asegura, “ayudará a ver y reconocer cuánta bondad, paciencia, valentía y fe existe en cada uno, sacando así adelante ese tesoro que Dios les ha dado para ser luz para los otros”. Mirar las otras familias y acompañarse. El también arzobispo de Villavicencio alienta para que miren la cuarentena, por un lado, para fortalecer la unión al interior de la familia; pero también para ser puente de escucha, consejo, acompañamiento y consuelo para otras familias que, posiblemente, lo estén necesitando. Confiar en la Virgen a través del rosario. Pide confiar los hogares colombianos bajo la protección de la Santísima Virgen María, ofreciendo cada día el santo rosario, para que las familias una vez finalice esta crisis sanitaria salgan fortalecidas. “Como madre ella fue parte de la familia más maravillosa, sencilla, trabajadora, de oración. Que el amor de ella los acompañe, los bendiga, los ayude a hacer esta valoración para que saquemos lo que otros no nos van a dar, para hacer que en el futuro sean mejores nuestros hogares”. Catequesis virtuales en el ‘Mes de la Familia’ Recordemos que ante la realidad actual a causa de la pandemia por coronavirus (Covid-19) y bajo el lema “Con María, hacemos experiencia de Iglesia doméstica”, la Conferencia Episcopal de Colombia, a través de la Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia, ha propuesto la vivencia del ‘Mes de la Familia’ que inició el pasado 3 de mayo y se extenderá hasta el 14 de junio. Por lo anterior, y apoyados en plataformas de encuentro e interacción virtual y en un trabajo articulado por regiones, se propone una serie de catequesis para vivir y aplicar en familia. Este material propone tópicos como: Familia, fuente de reconciliación y perdón; la madre, reflejo de la ternura de Dios; los hijos como don de Dios; en la vejez seguirán dando frutos; hermanos, tíos, primos, expresión de la comunión y el amor que se expande; una experiencia de amor confiado y compartido; y paternidad fuente del amor recíproco. 'Descargue insumo para las catequesis Descargue instructivo para delegados Descargue carta para los delegados El material también presenta actividades sugeridas para vivir en el hogar durante el Mes de la Familia.

Dom 3 Mayo 2020

Presidente de la CEC a obispos y sacerdotes

En el marco de la fiesta del Buen Pastor, que la Iglesia católica celebra el cuarto domingo de pascua, el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Óscar Urbina Ortega, envía un saludo especial a los obispos y sacerdotes del país, recordándoles que este momento que vive el mundo pide de todos los pastores ir adelante del rebaño para impulsar la apertura de nuevos caminos de fe y esperanza. “Que la fuerza del camino sea el testimonio sencillo entregado a nuestros hermanos, especialmente a los que sufren (…) Este momento complejo del mundo nos está diciendo que se abre también la puerta a un nuevo instante de la historia para que seamos buenos pastores, porque así abriremos caminos de futuro y esperanza para la Iglesia y la sociedad”. Por último, pide orar por el crecimiento de las vocaciones y felicita a todos los que han recibido del Señor el llamado al sacramento del sacerdocio.