Mié 6 Mar 2019
Cristo es Señor que ha vencido la tentación
Primera lectura: Deuteronomio 26,4-10
Salmo: 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15
Segunda lectura: Romanos 10,8-13
Evangelio: Lucas 4,1-13
Introducción:
Durante este primer domingo de cuaresma se nos recuerda que el hombre está sometido a la tentación a lo largo de su vida terrena. La Palabra de Dios nos presenta a Cristo como modelo de Hombre perfecto, que sometido a la tentación venció al tentador. Cristo, “al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado” (Prefacio del Primer Domingo de Cuaresma). En la oración y en la gracia de Dios, encontramos la fuerza para vencer la tentación (CEC 2846-2849).
De las lecturas de este domingo señalamos tres ejes temáticos:
• Dios interviene en la historia y salva al hombre sacándolo de la esclavitud a la libertad.
• Si Jesús es el Señor, no hay otro nombre por el que seamos salvados.
• Cristo es Señor que ha vencido la tentación y nos enseña a vencer al tentador.
1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La lectura del Deuteronomio nos recuerda la historia del pueblo desde que era un arameo errante, sin tierra y sin identidad, hasta que fue constituido en pueblo elegido. Este pueblo, pasa de la esclavitud a la libertad, de la servidumbre a la abundancia, de la opresión en el extranjero al señorío en la tierra propia.
La lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos proclama el señorío de Jesucristo por el cual el hombre se salva, en Él no hay división entre judíos o griegos, ya que todos podemos obtener la salvación.
El texto del Evangelio según San Lucas nos presenta las tentaciones de Jesús en el desierto al inicio de su ministerio público. La tentación es una prueba de la fidelidad por parte del diablo que es el tentador, -aquel que se opone al plan salvífico de Dios-. En el Evangelio, Jesús, el Hijo de Dios, es sometido a la tentación con la consiguiente victoria sobre el tentador. San Lucas resalta de modo especial la figura de Jesús lleno del Espíritu Santo que lo había ungido en el bautismo y empujado por él “fue llevado al desierto”, de modo que Jesús está movido por la acción del Espíritu que obra en Él y lo lleva al lugar de la prueba y allí el Hijo de Dios sale vencedor. El desierto evoca el lugar donde estuvo el pueblo de Israel durante cuarenta años; es también el lugar donde estuvieron Moisés y Elías y, antes del Mesías estuvo Juan el Bautista. El desierto en la Sagrada Escritura, representa el lugar de encuentro de la persona con Dios y consigo misma; es un sitio para la reflexión y la oración.
El evangelista señala que Jesús estuvo en “el desierto durante cuarenta días”, tiempo que evoca los días que estuvo Moisés en el Sinaí; también evoca el tiempo que caminó Elías para llegar al Horeb. El desierto puede ser el lugar geográfico donde habitan las alimañas y los animales salvajes (cf. Lv 16,16; Is 13,21; 34,14; Tob 8,3) o el lugar de encuentro y contacto con Dios (cf. Os. 2, 14-15).
Durante su estadía en el desierto Jesús “estuvo sin comer”, este detalle, nos habla de la importancia del ayuno como privación del alimento para el fortalecimiento de la voluntad que ayuda a combatir al tentador. El tentador se opone a Dios y quiere truncar su plan de salvación, de modo que se aprovecha del momento de más “debilidad” de Jesús, pues en el momento que “sintió hambre” se acerca para ponerle la primera tentación. Es en el momento de mayor fragilidad cuando el demonio presenta la tentación a Jesús, pues en el momento de mayor fortaleza sería más difícil que logre hacerlo caer. Sin embargo, no se debe perder de vista que Jesús estaba guiado por el poder del Espíritu que lo llevó a cumplir la misión que El Padre, le encomendó.
Una vez terminado el periodo de los cuarenta días, “al cabo de ellos, sintió hambre” y llega el momento de la tentación. El diablo quiere confundir a Jesús, “Si eres Hijo de Dios”, pone a prueba su condición filial con un tono de sarcasmo e ironía; quiere poner a prueba la divinidad de Jesucristo y es en ese momento, cuando vienen las tres tentaciones:
• “Di a esta piedra que se convierta en pan”: aquí se representan todas las necesidades básicas de la persona; ya que el alimento es lo necesario para subsistir. Jesús supera la tentación de Israel que anhelaba el alimento de Egipto (cf. Nm 11).
• “Te daré el poder y la gloria de estos reinos”, representa la tentación del poder. El demonio se hace dueño político y dios del mundo, no reconoce que todo poder temporal viene de Dios. Jesús usando el recurso de la Escritura supera la tentación de la búsqueda del poder y la riqueza que contradicen su señorío.
• “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”, esta tentación representa la falsa idea de Dios, en el deseo de tergiversar la Palabra de Dios y dudar de su veracidad.
El relato bíblico nos muestra que Jesús no utilizó su filiación como un privilegio para demostrar su poder, más bien, como Verdadero Hombre, nos enseñó a llenarnos del Espíritu de Dios y, mediante la oración y la penitencia, ser capaces de vencer al tentador con la ayuda de la gracia de Dios. Así, nuestra humanidad encuentra en Cristo al Hombre Perfecto, que superó la tentación de Adán y, como Nuevo Adán, nos lleva a revestirnos de su fuerza para vencer la tentación.
El relato concluye afirmando que “acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno”. Esto significa que, aunque por el momento ha sido vencido el tentador, la acción del mal continúa, ya que como opositor a Dios, busca el momento para volver a presentarse y tentar a Jesús durante el ministerio público.
Es importante caer en cuenta que el diablo se acerca a tentar a Cristo, después de que es Ungido por el poder del Espíritu y antes de iniciar su ministerio público en Nazaret, lo que significa que, cuando Jesús esta más cerca de cumplir la misión que el Padre le ha encomendado, es cuando el diablo quiere tentarlo, para impedir que el proyecto de salvación se lleve a cabo.
2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado. De igual modo, nosotros a lo largo de nuestra vida estamos sometidos a la tentación. Debemos saber que la tentación, no es mala en sí misma ni procede de Dios, lo que nos hace caer en el pecado es consentir la tentación, por ello, en el Padre Nuestro, le pedimos al Padre que nos de la fuerza para no caer en la tentación. La tentación se puede constituir en el momento oportuno para mostrar nuestra fidelidad al Padre, al igual que Cristo fue fiel al proyecto salvífico de Dios. Para poder resistir a la tentación, -al igual que Cristo-, debemos estar llenos del Espíritu que nos ha ungido en el bautismo y mediante la ayuda de la oración y la gracia de Dios, podremos vencer al tentador.
Al igual que Jesús se deja llevar por el Espíritu al desierto, también nosotros debemos dejarnos conducir por el Espíritu, para entrar en el tiempo de la cuaresma como en un tiempo de desierto, que más que como lugar geográfico, debe ser el lugar donde a solas nos encontramos con Dios, para la escucha de su Palabra que nos ayuda en el combate contra el tentador.
El Evangelio nos muestra claramente que cuando más cerca queremos estar de Dios, más se presenta el diablo para oponerse y tentarnos para hacernos caer y, lograr que desistamos en nuestro seguimiento del Señor.
Nos debe llevar a la reflexión, el hecho de que Jesús fue tentado por el mal cuando estaba en un momento de fragilidad o debilidad humana, es decir, que el demonio aprovecha nuestra debilidad para tentarnos. A quien ya está bajo la acción del mal, el demonio ya no tiene necesidad de tentarlo, pero quien se deja llevar por el Espíritu de Dios, sabe que en todo momento estará sometido a la tentación.
Las tres tentaciones a las que estuvo sometido Cristo, son las mismas tentaciones a las que continuamente estamos sometidos nosotros. La cuaresma es el momento oportuno para que mediante la penitencia, la oración, la limosna y el ayuno, fortalezcamos el espíritu para vencer al tentador.
3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?
El Prefacio V de cuaresma señala que en la Iglesia caminamos en “un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal”. Esto nos recuerda que la cuaresma debe ser un espacio de desierto donde entremos en la austeridad y el espíritu penitencial de estos días, para escuchar la Palabra de Dios que nos da la ayuda a vencer la tentación.
El Papa Francisco nos recuerda que la “cuaresma, es tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y el proyecto de Dios. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar.
Las Tres tentaciones que sufrió Cristo. Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos” (Homilía del Papa Francisco el 14 de febrero de 2016 - Primer domingo de cuaresma).
La cuaresma debe ser un tiempo de retiro espiritual en el que fortalezcamos nuestro espíritu para poder luchar contra las tentaciones del maligno.
San Agustín nos dice:
“Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo?... Hubiera podido Cristo impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de El a vencerla” (San Agustín, Coment. sobre el Salmo 60).
El santo cura de Ars en sus sermones nos invita a no dejarnos vencer: “No hemos de forjarnos la ilusión de que vamos a quedar libres de tentaciones que, de una u otra manera, nos atormentan mientras vivamos; por consiguiente, es preciso combatir hasta la muerte. Apenas nos sintamos tentados, hemos de recurrir pronto a Dios, y no cesar de pedir su auxilio mientras dure la tentación, puesto que si el demonio persevera en tentarnos, es siempre con la esperanza de hacernos sucumbir” (Santo Cura de Ars, Sermón sobre las tentaciones).
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
El cristiano que ha sido revestido de Cristo desde el momento del bautismo, tiene la misión de trabajar por anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios en medio del mundo. El diablo siempre se opondrá al cumplimiento de ese proyecto salvífico de Dios y por eso, nos presenta la tentación a la que continuamente estamos enfrentados, de modo que, en este domingo, hemos de mirar a Cristo, que al asumir nuestra humanidad, asumió también la tentación a la que somos sometidos, para enseñarnos a vencerla con la fuerza de su Espíritu. Es aquí donde nosotros, debemos saber que siempre que deseemos trabajar en la edificación del Reino de Dios, estaremos sometidos a la lucha contra el mal. Pero nos debe animar, el hecho de saber que no estamos solos y al igual que Cristo venció, también nosotros podemos resistir a la tentación.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Invitar al pueblo de Dios a vivir la cuaresma como camino de conversión eclesial a través de la escucha de la Palabra, la oración y ayuno.
2. Tener presente que este primer domingo de cuaresma es una llamada a la solidaridad que Jesús comparte con nosotros en la tentación.
3. Se sugiere como fórmula de saludo, la propia para el Tiempo de Cuaresma: La gracia y el amor de Jesucristo que nos llama a la conversión, estén con todos ustedes, Misal, pág. 333.
4. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio el Prefacio: Las Tentaciones del Señor, Misal pág. 79.
5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 80; igualmente, se ofrecen para cada día de la semana.
6. Este domingo se celebra el rito «de la elección» o «inscripción del nombre» para los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, empleando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 799-800 del Misal, Romano.
7. Recordar a los fieles que durante la Cuaresma se desarrolla la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. También que, los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne, que obliga a todos los mayores de catorce años.
8. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de los domingos de Cuaresma, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas se añaden los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario.
Para el tiempo de Cuaresma, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2049 ss.