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Iglesia

Mar 19 Abr 2022

Fallece hermana de monseñor Ricardo Tobón Restrepo

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) expresa su cercanía al arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, por el sensible fallecimiento de su hermana Luz Consuelo Tobón Restrepo. "El episcopado se une en oración para dar gracias a Dios por la vida de la señora Luz Consuelo, pidiendo al Señor la reciba en su Reino. Manifiesta su compañía y solidaridad con la familia de monseñor Ricardo Tobón Restrepo". Las honras fúnebres se realizarán este miércoles 20 de abril, a las 10:00 a.m., en la Capilla del Cementerio Campos de Paz de la ciudad de Medellín.

Mar 19 Abr 2022

Año Jubilar: Bicentenario de la consagración de la Catedral Primada de Bogotá

Este 17 de abril de 2022, al concluir la misa Pascual de la Resurrección, presidida por el arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, se hizo el signo de apertura al Año Jubilar, que conmemorará el bicentenario de consagración de la Catedral Primada de Bogotá, con el lema: ‘Catedral de Bogotá, epicentro de la evangelización y la cultura’. El padre Jorge Gonzalo Marín García, párroco de la Catedral Primada, fue el encargado de dar lectura al decreto de la Penitenciaría Apostólica, expedido en Roma el 26 de febrero 2022. A partir de este momento, se dio apertura al Año Jubilar que irá desde el 17 abril de este año hasta abril 17 del 2023. Según se indica en un mensaje emitido por la oficina de prensa, “esta Arquidiócesis inicia un año de júbilo y gracia en el que se concede benignamente la indulgencia plenaria, cumplida las habituales condiciones por parte de los fieles penitentes”, a quienes asistan o participen de las diferentes actividades y ceremonias litúrgicas programadas en este templo emblemático de Bogotá. “La caridad, la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del romano pontífice, que pueden igualmente aplicarse a modo de sufragio por las almas del purgatorio, asistiendo a la Catedral en peregrinación y cumpliendo devotamente los ritos jubilares; concediendo un tiempo conveniente a la meditación y concluyendo con la oración dominical en símbolo de la fe y la invocación de la bienaventurada virgen María”. Así también, “los ancianos y los enfermos, que por una causa grave no puedan asistir a la Catedral, pueden obtener la indulgencia a través del arrepentimiento de sus pecados, del cumplimiento de las condiciones anteriormente dichas y la adhesión espiritual a las celebraciones jubilares, ofreciendo a Dios misericordioso sus propios dolores e incomodidades”. Concluye la nota señalando que, “para un más fácil acceso al ministerio de la reconciliación, a través de las llaves de la Iglesia y en razón de la caridad pastoral, la Penitenciaría ruega al penitenciario diocesano, al clero de la Catedral, a los sacerdotes provistos de facultades que, con ánimo generoso y pronto, se dispongan a oír confesiones”. Producción musical del Bicentenario Catedral Primada de Bogotá Durante el acto de apertura, el sacerdote Marín García presentó un CD que contiene una obra musical, que recoge obras de seis siglos, interpretadas con el Órgano de la Catedral, compuestas para esta Iglesia, como son: El Magníficat de Gutierre Fernández Hidalgo, del siglo XVI; y las improvisaciones del maestro Juan de Rubia, siglo XXI, organista de la Sagrada Familia de Barcelona – España. El sacerdote explicó que esta es “la primera grabación de este tipo en el país – región, y hace parte de las celebraciones por el bicentenario, siendo iniciativa de Mario Fernando López, del Órgano de la Catedral”. Historia de la Catedral Primada La Catedral Basílica Metropolitana y Primada de la Inmaculada Concepción y San Pedro de Bogotá, más conocida como la Catedral Basílica Metropolitana de Bogotá y Primada de Colombia, ha sido testigo del acontecer de la ciudad y del país, se constituye en epicentro de fe y referente de cultura y arte. Su historia se remonta a la fundación de Bogotá, el 6 de agosto de 1538, cuando Fray Domingo de las Casas, celebró en este lugar la primera misa oficial. Posteriormente, y luego de tres reconstrucciones, en el año 1807, inició la edificación actual del templo, diseñado por Fray Domingo de Petrés, la cual fue consagrada el 19 de abril de 1823. A acogido personajes ilustres, tres pontífices, dos de ellos santos: San Pablo Sexto, San Juan Pablo II y, recientemente, al Papa Francisco, en 2017. Fuente y fotos: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones de Bogotá

Lun 18 Abr 2022

Obispo de Pereira lamenta incendio en templo de Dosquebradas

Al cierre de la Semana Mayor, este domingo 17 de abril, el templo San Marcos Evangelista, del Barrio Santa Isabel, en Dosquebradas (Risaralda), sufrió un voraz incendio que dejó un grave daño estructural y lesionado levemente al párroco el padre Nelson Duque. Monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, obispo de la diócesis de Pereira, lamentó lo sucedido y acompañó al Padre Nelson en la tragedia, y se dirigió al lugar para retirar la reserva Eucaristica, que estaba en el sagrario y que fue preservada del fuego. Según se indicó, las causas del incendio en el templo se atribuyen a unas veladoras que alcanzaron una cortina la cual iba de techo a piso y permitió la propagación de este a través del cielo raso. Fuente y fotos: Of. comunicaciones diócesis de Pereira

Dom 17 Abr 2022

La humanidad necesita un nuevo amanecer, afirma arzobispo de Bogotá

Durante la celebración más grande de la fe cristiana: la Pascua de Resurrección, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado colombiano invitó a pedir al Señor que “quite de nosotros la levadura del pecado, de la mentira, de la injusticia y renueve nuestra vida personal, familiar, social. Haga de nosotros panes ácimos de sinceridad y verdad”. En medio del gozo de la resurrección, del triunfo del amor y de la esperanza sobre la muerte, el prelado señaló cuatro verdades para nuestra vida: El Señor Resucitado acompaña nuestro camino: Nuestro país, la humanidad puede estar triste, pero el Resucitado no se va, siempre nos acompaña, desde el nacimiento hasta la muerte natural. El Señor Resucitado dialoga, escucha, se interesa por nosotros: Permanece cerca, nos acompaña en el camino e ilumina con las Escrituras. El Señor Resucitado es cercano: En la Eucaristía reconocemos al Resucitado y Él se hace presente en medio de nosotros. Cada Eucaristía es presencia del Resucitado, del triunfo sobre el pecado y la muerte; es presencia del Dios vivo, del Dios hermano, del Dios con nosotros. En un mundo amenazado por la Guerra, la Pascua es encuentro con el rostro amoroso y misericordioso de Cristo. El Señor Resucitado nos renueva a todos: El encuentro con el Señor Jesús nos renueva en la alegría, en la vida comunitaria, en la misión. “Volvamos al reencuentro, porque la vida cristiana se vive en comunidad (…) Nos lleva a vivir nuestra condición de misioneros testigos de que Jesús pasó haciendo el bien; lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día. Nos encargó predicar al pueblo y dar testimonio”. “Todos los que creen en Él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados”. Finalmente, monseñor Rueda exhortó a orar por la renovación de la gracia bautismal y para que la Iglesia sea un fermento que ayude a combatir los signos de muerte y de pecado presentes en la humanidad. Acogió a Colombia y al mundo al amparo maternal de María Santísima e insistió en la importancia de cultivar la sinceridad y la verdad, que nos lleva a: - Pasar del orgullo a la humildad. - Reconocer que necesitamos de Dios y de los hermanos. - A encontrar los caminos de la amistad social. - A cultivar el diálogo para solucionar los conflictos - A salir de la crisis de la agresión verbal y el engaño. La celebración del Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, en la Catedral Primada de Bogotá, inició con la procesión con el Resucitado, por el centro de la capital colombiana. Presididos por el padre Jorge Marín, párroco, cientos de personas acompañaron este signo de gozo. El Batallón Guardia Presidencial rindió honores a Jesús Resucitado. Las lecturas de este domingo hicieron eco de la buena noticia de la Pascua: “Cristo ha resucitado”. Nos trasladan a la entrada del sepulcro vacío para ser testigos del triunfo de la vida sobre la muerte; y nos exhortan a vivir unidos a Cristo resucitado, fuente de nuestra vida y razón de nuestra fe. Previo a la bendición final, con la lectura del decreto de la Penitenciaría Apostólica, se dio apertura al Año Jubilar por el Bicentenario de la consagración de la Catedral Primada de Bogotá (1823 -2023). Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones Foto:Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones

Dom 17 Abr 2022

Él había de resucitar de entre los muertos

DOMINGO DE PASCUA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Abril 17 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43 Salmo: 118(117), 1-2.15c y 16a y 17.22-23 (R. 24) Segunda lectura: Colosenses 3, 1-4 o bien 1 Cor 5, 6b-8 Evangelio: Juan 20, 1-9 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”. Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que, con la ayuda del Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz de asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza, que nos convenza de una vez por todas que la muerte no es la última palabra en nuestra existencia. A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente, somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está en medio de nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, de nuestro fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios. Y nos levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la resurrección de Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para el cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos que afligen a la humanidad. La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra vida. Por eso en este Tiempo Pascual que estamos comenzando tenemos que abrirle un surco en nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en frutos de vida nueva. Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala hondo: se entreteje con nuestras dudas, con nuestro ensimismamiento en la tristeza, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas. Cristo resucitado se hunde en nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre la vida y la muerte, entre la esperanza y la desesperación, entre la resignación y la consolación. San Gregorio Nacianceno, predicando en un día como hoy decía: “Ha aparecido otra generación, otra vida, otra manera de vivir, un cambio en nuestra misma naturaleza”. ¡Esa es hoy nuestra seguridad! 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el Evangelio, encontramos dos escenas muy bien tejidas en relación con el sepulcro: la reacción de María Magdalena y la de Pedro y del discípulo amado. Esta última está preparada por la anterior y da la clave con que interpretar el sepulcro vacío: creer sin ver la resurrección de Jesús. La ida de María Magdalena al sepulcro introduce otra ida, la de Simón Pedro y el otro discípulo, “a quien Jesús amaba”. Ambos se mueven por la denuncia del robo del cuerpo del Señor. Así consta que no fueron sus discípulos y que el amor mueve a María Magdalena a ir a encontrar al Señor, aunque siempre es el Señor quien se deja encontrar. La escena de la reacción de Pedro y del otro discípulo destaca la reacción del discípulo amado ante la misma visión: los lienzos puestos en el suelo y el sudario.., puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Son señales que nos remiten a Juan 11, 14, donde el muerto Lázaro sale «atado» . El discípulo amado lo ve y cree. El evangelista no indica, sin embargo, cuál es la reacción de Pedro después de haber visto. Con ello no quiere dejar en mal lugar a Pedro, sino que quiere afirmar que existió un discípulo que creyó en el Señor resucitado antes que las apariciones lo confirmaran. Nadie se esperaba la resurrección de Jesús. Sólo se «ve» desde la fe que surge del amor o de la acogida de la Palabra de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En la mañana del Domingo la única preocupación de los tres discípulos del Señor –María, Pedro y el Discípulo Amado- es buscar al Señor, a Jesús muerto sobre la Cruz por amor pero resucitado de entre los muertos para la salvación de toda la humanidad. El amor los mueve a buscar al Resucitado en ese estupor que sabe entrever en los signos el cumplimiento de las promesas de Dios y de las expectativas humanas. Entre todos, cada uno con su aporte, van delineando un camino de fe pascual. La búsqueda amorosa del Señor se convierte luego en impulso misionero. Como lo muestra el relato, se trata de una experiencia contagiosa la que los envuelve a todos, uno tras otro. Es así como este pasaje nos enseña que el evento histórico de la resurrección de Jesús no se conoce solamente con áridas especulaciones sino con gestos contagiosos de amor gozoso y apasionado. El acto de fe brota de uno que se siente amado y que ama, como dice San Agustín: “Puede conocer perfectamente solamente aquél que se siente perfectamente amado”. ¡Así todos nosotros, discípulos de Jesús, debiéramos amar intensamente a Jesús y buscar los signos de su presencia resucitada en esta nueva Pascua! 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Día de la Resurrección. Resplandezcamos de gozo en esta fiesta. Abracémonos, hermanos, mutuamente. Llamemos hermanos nuestros incluso a los que nos odian. Perdonemos todo por la Resurrección y cantemos así nuestra alegría: Cristo ha resucitado de entre los muertos con su muerte ha vencido la muerte y a los que estaban en los sepulcros les ha dado la vida” (Del Tropario). ________________ Recomendaciones prácticas: • Con las Vísperas del Domingo de Resurrección termina el Sagrado Triduo Pascual (NUALC, n.19). • Para concluir el Triduo Pascual, se recomienda un lucernario antes de rezar las vísperas comunitariamente. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En el alba del domingo, resplandece la luz pascual de Cristo que ha vencido las tinieblas de la muerte. En este solemne día de la Pascua, los cristianos acudimos, como María Magdalena, para encontrar al Resucitado y nos encontramos con el gozo de la Pascua, donde descubrimos la novedad de Cristo vivo en la fracción del Pan. Celebremos con fe este misterio infinito del amor de Dios que nos reconcilia y nos hace hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra La Resurrección del Señor es el centro de nuestra fe, y ha sido predicada desde los comienzos del cristianismo. Por tanto, la importancia de este milagro es tan grande, que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús. Anuncian que Cristo vive, y éste es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive! Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Cristo nuestra Pascua ha resucitado y camina con su pueblo, por eso hoy presentemos nuestra oración confiada al Padre, y digamos juntos: R. Dios de amor, escuchamos. 1. Padre santo, te pedimos por la Iglesia, para que caminemos como compañeros, uno al lado del otro en el mismo camino en este proceso Sinodal. Roguemos al Señor. 2. Padre de bondad, acompaña a nuestros gobernantes, para que el don de la paz que da Cristo resucitado los fortalezca en el trabajo por la justicia y la equidad. Roguemos al Señor. 3. Padre misericordioso, que nos llamas a buscar los bienes celestiales, has que los exiliados y quienes pasan por dificultades, puedan experimentar la fuerza que los lleve a levantar la cabeza y experimentar la libertad que nos das. Roguemos al Señor. 4. Padre amoroso, abre nuestros corazones para que acojamos tu Palabra, santifica esta comunidad que celebra la fe en el Señor Resucitado y danos siempre la gracia de reconocerte en el camino. Roguemos al Señor. 5. Padre Justo, te pedimos por los que estamos aquí reunidos celebrando esta Eucaristía, para que la resurrección de Cristo nos renueve en la fe y el amor. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre santo, que en Jesucristo nos has manifestado tu amor, atiende estas súplicas que te hemos presentado con fe y esperanza. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Dom 17 Abr 2022

Urbi et Orbi: ¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! "¡La paz es posible!"

Dirigiéndose al mundo entero en su tradicional Mensaje de Pascua, Francisco recordó la guerra en Ucrania, a los países atormentados por largos conflictos y violencia y afectados por tensiones sociales y dramáticas crisis humanitarias. "Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que han visto empeorar sus condiciones sociales". “Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Jesús, el Crucificado, ha resucitado”. Fue el saludo del Papa Francisco a los fieles del mundo entero y a los presentes congregados en una soleada plaza de San Pedro, que participaron hoy en la Misa de Resurrección. Francisco presidió la celebración ante unos 100 mil fieles presentes, tras una pausa de dos años debido a la pandemia, en una coloreada plaza de San Pedro decorada con cientos de arreglos florales y adornos. Finalizada la Santa Misa, dirigió el Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo entero) e impartió su Bendición Apostólica desde el Balcón central de la Basílica Vaticana. «¡La paz esté con ustedes!» El Obispo de Roma, remitiéndose al Evangelio de Juan, repitió las palabras pronunciadas por Jesús al presentarse ante “las miradas incrédulas” de los discípulos que lloraban por él y evidenció: “También nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. También nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas” También a nosotros, afirmó Francisco, “nos cuesta creer que Jesús verdaderamente haya resucitado, que verdaderamente haya vencido a la muerte. ¿Será tal vez una ilusión, un fruto de nuestra imaginación? No, no es una ilusión”. “¡Cristo ha resucitado!”, afirmó. “Hoy más que nunca tenemos necesidad de Él, al final de una Cuaresma que parece no querer terminar. Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos. Y en cambio, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo” La paz se logra con las armas del amor de Jesús Para creer en la victoria del amor y en la reconciliación, necesitamos a Jesús Resucitado, añadió el Papa. “Sólo Él puede hacerlo. Sólo Él tiene hoy el derecho de anunciarnos la paz. Sólo Jesús, porque lleva las heridas, nuestras heridas”. Y explicó: “Las heridas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que Él combatió y venció por nosotros con las armas del amor, para que nosotros pudiéramos tener paz, estar en paz, vivir en paz. Mirando sus llagas gloriosas, nuestros ojos incrédulos se abren, nuestros corazones endurecidos se liberan y dejan entrar el anuncio pascual: «¡La paz esté con ustedes!»” Que se elija la paz de Cristo “¡Dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países!” exhortó el Santo Padre, dirigiendo, como de costumbre, su mirada a todas las realidades del mundo necesitadas de esta paz de Jesús. En primer lugar, Francisco recordó a la “martirizada Ucrania”, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la “guerra cruel e insensata”, dirigiendo un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que escuchen el grito de paz de la gente: “Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: «¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?»” “Llevo en el corazón a las numerosas víctimas ucranianas” aseguró el Santo Padre, “los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”. Y mencionando el sufrimiento de los niños ucranianos que “se quedaron huérfanos y huyen de la guerra” el Papa recordó también de manera especial a muchos otros que mueren de hambre o por falta de atención médica, son víctimas de abusos y violencia, “y aquellos a los que se les ha negado el derecho a nacer”. Los signos esperanzadores no obstante la guerra A pesar del dolor de la guerra, Francisco evidenció que no faltan “signos esperanzadores, como las puertas abiertas de tantas familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados en toda Europa”. “Que estos numerosos actos de caridad sean una bendición para nuestras sociedades, a menudo degradadas por tanto egoísmo e individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos.” No olvidar otras situaciones de sufrimiento El Papa pidió que haya paz en Oriente Medio, “lacerado desde hace años por divisiones y conflictos”, en particular, entre israelíes y palestinos, en el Líbano, Siria e Irak. Pidió también paz para Libia y Yemen, Myanmar y Afganistán. Paz para todo el continente africano, especialmente en la zona del Sahel, en Etiopía y en la República Democrática del Congo. Y que no falten la oración y la solidaridad para los habitantes de la parte oriental de Sudáfrica afectados por graves inundaciones. Dirigiendo su mirada al continente americano, el Pontífice pidió que “Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”. También recordó a Canadá, pidiendo al Señor Resucitado que “acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”. Finalmente, recordó que “toda guerra trae consigo consecuencias que afectan a la humanidad entera: desde los lutos y el drama de los refugiados, a la crisis económica y alimentaria de la que ya se están viendo señales”. Sin embargo, subrayó el Papa, ante los signos persistentes de la guerra, Cristo, “vencedor del pecado, del miedo y de la muerte”, nos exhorta a no rendirnos frente al mal y a la violencia” y exhortó: “¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!” [icon class='fa fa-download fa-2x'] BENDICIÓN Urbi et orbi[/icon] Fuente: Vatican News

Sáb 16 Abr 2022

Pascua al estilo sinodal

Por: Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “Dos de los discípulos iban a un pueblo llamado Emaús… En el camino iban hablando de todo lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y siguió caminando con ellos” (Lucas 24, 13 - 35). Este pasaje del encuentro de Jesús resucitado con los discípulos, nos pone en sintonía de fe, para entender mejor lo que significa la Pascua, la victoria de Cristo sobre la muerte, y para indicarnos la forma como debe vivirse en este 2022: Con la pasión, muerte y resurrección de Jesús, la muerte ha sido vencida, hemos sido liberados de las ataduras del maligno, hemos sido recreados en Cristo, por eso damos gracias. Con el don del Espíritu Santo que el Resucitado hace a los discípulos, estamos llamados a tomar conciencia de los compromisos del bautismo, de manera que seamos testigos creíbles de su persona y su mensaje. Con la victoria de Cristo, estamos llamados a morir con Él, para resucitar con Él a una vida nueva. Regenerados en Cristo, no hay lugar para la tristeza, ni para la nostalgia de los tiempos pasados, como lo hiciera el pueblo de Israel añorando los alimentos de Egipto. Es la alegría de la vida nueva que nos permite mirar el futuro con ilusión, aún en medio de las atrocidades del mundo. Con la Pascua de Jesús, debemos ser valientes para vivir cada uno su propia pascua, esto es, dar el paso de la muerte a la vida, de la vida de pecado a la vida de la gracia, de la desesperanza a la esperanza. Con la Pascua que hemos vivido, debemos ser capaces de descubrir a Jesús que se hace compañero de camino, que nos habla, nos instruye, se nos revela y nos fortalece con el fuego que arde en el corazón. Como fruto de la Pascua 2022, debemos imitar a los discípulos, que caminaban juntos con Jesús, que juntos salen presurosos a anunciar “lo que han visto y oído”, que juntos oran con María, que juntos esperan la llegada del Espíritu Santo. En la Pascua 2022, la semilla de la solidaridad, del servicio mutuo, de la ayuda a los más pobres y necesitados, debe dar realmente frutos de caridad eficaz. En la Pascua 2022, el saludo de Jesús Resucitado, “paz a ustedes” deberá resonar sin cansancio. Vivir la pascua, con el corazón, tendrá que hacer de cada uno artesanos de la paz. Con la Pascua 2022, se debe fortalecer nuestro sentido de Iglesia. Somos la Iglesia del Señor resucitado, somos presencia de su amor, somos familias que, caminando unidas, esparcimos el suave olor de Cristo. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Vie 15 Abr 2022

Via Crucis: Mons. Rueda invita a contemplar la verdad que pasa por la cruz

Este Viernes Santo, 15 de marzo, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidió desde la Plaza de Bolívar el Via Crucis, cuyo tema central fue: “El camino de la cruz, camino sinodal y de esperanza”. Durante su recorrido que inició a las 9:00 de la mañana, le acompañaron el padre Jorge Marín, párroco de la Catedral, los sacerdotes del arciprestazgo 1.1 de esta iglesia particular, diáconos, comunidades religiosas, periodistas, laicos y feligreses en general. Primera estación: Jesús es condenado a muerte. En el rostro de Jesús se refleja el rostro de tantos hermanos condenados por la injusticia humana, rostros de tantos que el mundo señala con odio y rencor, rostros de hombres y mujeres que han perdido la esperanza y la alegría, que claman misericordia, que esperan paz. Pedimos perdón: Por no haber caminado al servicio de la justicia que Dios nos ha enseñado. Segunda estación: Jesús carga con la Cruz. Junto al dolor de Nuestro Señor, contemplamos el dolor del mundo, de los que han perdido el norte en sus vidas. Se tú, Jesús amado, la fortaleza en la que se puedan apoyar tantos seres humanos que sufren de soledad. Pedimos perdón: por haber olvidado que la cruz es el altar en el que nuestro salvador se ofrece por amor y que ella es la escalera por la que se asciende a la verdad y a la vida. Tercera estación: Jesús cae con la cruz. Cuantos rostros miran hacia el vacío del mundo. Cuántas veces hemos olvidado el rostro misericordioso de Cristo vuelto hacia el pecador, el rostro sereno y bondadoso, inspirando la confianza necesaria para que el caído pueda levantarse. Pedimos perdón: por las veces que hemos ignorado las caída de nuestros hermanos en este doloroso camino de la historia. Cuarta estación: Jesús encuentra a su Santísima Madre. En el camino de la historia encontramos rostros de madres, hijas, esposas, surcados por lágrimas y por el dolor. En esta estación, sale a nuestro encuentro la Virgen de la Esperanza. Sus ojos purísimos se vuelven fuentes de consuelo y de alegría. Pedimos perdón: por no haber acogido el ejemplo de María, compañera de camino, nuestra Madre fiel, fuerte, generosa, llena de amor y de esperanza. Quinta estación: El cireneo ayuda a llevar la cruz. Ser hoy cireneo, es saber ser misericordia y esperanza que sostiene y alienta para avanzar en el camino de la fraternidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos pasado indiferentes ante el dolor humano. Sexta estación: Jesús deja su rostro en el velo de la verónica. Es el dolor humano en todas sus expresiones, enfermedades que son como espinas, guerras que son como bofetadas, violencias que son como lágrimas que ruedan por el rostro del Salvador. Pedimos perdón: por tantas veces que no valoramos la entrega generosa de las mujeres, fieles servidoras de la esperanza en el camino de la fe. Séptima estación: Jesús cae por segunda vez. Sentimos el dolor de tantos rostros angustiados de los más pequeños, de lo niños inocentes, niños desplazados, con falta de amor, de os que día a día son sometidos a la crueldad y a la inconciencia de la humanidad. Pedimos perdón: por nuestra indiferencia y por las gravísimas omisiones ante tantos dolores del alma y del cuerpo que padecen los niños. Octava estación: Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén. Admiramos y contemplamos la vida de tantas discípulas de Cristo que lo dejaron todo por seguir al maestro. Mujeres consagradas, unidas a la cruz del señor con persecuciones, martirios, incomprensibles. Pedimos perdón: por no haber valorado la generosidad de tantas mujeres que han entregado su vida y su amor por el Evangelio, por no haber valorado su caminar por los senderos de la fe. Novena estación: Jesús cae por tercera vez. Contemplamos el dolor de Cristo, por salvar al mundo fue a buscar a quienes lo desprecian, para ofrecerles su amor. Tendamos la mano a tantos violentos y ayudemos para que puedan hallar oportunidades de reconciliación. Pedimos perdón: por no haber agotado los esfuerzos en la búsqueda de la verdadera paz, por no haber trabajado con fe en la reconciliación de la humanidad. Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Vemos la vida de muchos despojados de sus derechos y valores por un mundo en el que se le arrebata a tantos su dignidad y su identidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos olvidado acompañar con nuestra solidaridad orante y nuestra generosidad gozosa la misión de tantos creyentes que anuncian la fe. Undécima Estación: Jesús es clavado a la cruz. En su crucifixión vemos la vida de todos los sacerdotes del mundo, invitados a realizar en plenitud las gracias de su sagrada misión, vemos el rostro se tantos pastores sacrificados hasta el martirio. Pedimos perdón: por las veces en las que el Misterio Sagrado no ha sido vivido con la entrega y la fidelidad que espera el Pueblo Santo. Decimosegunda estación: Jesús muere en la cruz. Miramos las víctimas de la pandemia, los hermanos de todas las culturas que han sentido el impacto doloroso de la vida amenazada por la enfermedad. Pedimos perdón: por no haber defendido la vida humana desde su comienzo hasta su final, escudos en el temor y en la cobardía. Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz. Vivimos la comunión al avanzar por los caminos de la historia cuando sabemos valorar y agradecer el testimonio de la fidelidad de quienes hemos recibido aliento para avanzar, compañía para proseguir, esperanza para llegar con ellos a la meta de la fe. Pedios perdón: por todas las ofensas a la memoria venerada de nuestros mayores con las que hemos interrumpido el camino del amor que nos ofreces. Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro. Que desde el corazón orante de la Iglesia brote un canto de esperanza para el mundo y una luz de fe que nos lleve a la verdad y ala paz iluminando el camino de fe de la humanidad. Pedimos perdón: por no haber valorado la experiencia contemplativa de quienes lo dejaron todo por centrar su vida en la oración. FUENTE: Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá FOTOS:Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá ENTREVISTA A MONSEÑOR LUIS JOSÉ RUEDA APARICIO Al finalizar el recorrido por las 14 estaciones del santo Vía Crucis, monseñor Luis José Rueda, en el ámbito Nacional, recordó que nos hace falta salir de la indiferencia y trabajar unidos por la paz, buscar juntos las soluciones ante las cruces que lleva nuestro país. Se dirigió también al proceso electoral que vive en este momento Colombia y la violencia que se desata en el territorio nacional.