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Liturgia

Vie 10 Nov 2017

Para llegar a una vida plena busquemos al Señor

Búsqueda, vela, espera, son palabras que marcan hoy nuestro encuentro con la Palabra. Abramos nuestro espíritu para que la Palabra sea nuestro juez y nos lance a la conversión verdadera para saber esperar al Señor. Primera lectura: Sb 6,12-16 Salmo: Sal 63(62),2.3-4.5-6.7-8 (R. 2b) Segunda lectura: 1Ts 4,13-18 (forma larga) o 1Ts 4,13-14 (forma breve) Evangelio: Mt 25,1-13. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? “Mi alma está sedienta de ti, Dios mío”, resonaba en la proclamación del salmo y de esa manera se convierte en instrumento eficaz para entrar en la comprensión apropiación de esta Palabra. Tanto el libro de la Sabiduría como el texto del Evangelio de Mateo nos presentan la idea de la búsqueda, de la espera y de la vigilia, como categorías existenciales de la vida cristiana. La búsqueda del Señor, como la búsqueda de la sabiduría, son el camino para un resultado que lleve a una vida en plenitud; en este camino ambos (Jesús y la sabiduría) se dejan encontrar y son esperados con vigilancia. En la tónica del final del año litúrgico, esta Palabra se convierte en lámpara para saber esperar y saber buscar. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Apropiarse de la Palabra y dejarla resonar en el corazón implica tener un encuentro personal y comunitario con un mensaje que toca aspectos fundamentales de la existencia. Como ayuda pueden plantearse los siguientes interrogantes: ¿Me siento preparado para el encuentro con el Señor? ¿Qué cosas concretas estoy haciendo para estar en vela y preparado? ¿Con qué tipo de aceite estoy preparando mi lámpara? Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? En medio de los afanes y circunstancias actuales, muchas veces parece que los seres humanos se creen eternos en esencia y de lo que más se huye es de la muerte y por ello, del encuentro con el Señor. Hoy es una oportunidad para insistir en la necesidad de estar preparados y dispuestos, porque en cualquier momento puede llegar el fin de nuestra vida, tal cual como nos lo han dejado ver los desastres naturales que hemos vivido en nuestro país en el último año. Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Estamos en el domingo XXXII del tiempo Ordinario y ya se ha hecho explícito el mensaje escatológico y la necesidad de saldar las deudas y abrocharse los cinturones en la seriedad de la vida cristiana. La eucaristía es la Cena del Señor y en ella pregustamos la gloria, por ello debemos saber entrar en este banquete al que hemos sido invitados. Recomendaciones prácticas: Se podría proponer a los grupos pastorales que en clima de evaluación pastoral del año, presenten, junto a las intenciones y ofrendas de la Misa, los logros de este año, las personas catequizadas, las obras de bien realizadas. Para este domingo puede resaltarse en la cartelera o en un sitio especial expresiones como: “Ya llega, salgan a recibirlo”, “Busquen la sabiduría”. Puede usarse el Prefacio Dominical I: “Misterio Pascual y pueblo de Dios”, p. 383 del Misal.

Vie 3 Nov 2017

Escuchar y vivir en la obediencia de la fe

La asamblea cristiana se reúne en torno a su Señor para entrar en la alegría del día del Señor y, siendo alimentada por la doble mesa de la Palabra y del sacramento, se fortalece para vivir en el camino de los testigos auténticos y coherentes del Señor. Abramos nuestro corazón para participar de esta liturgia y encontrar nuestro camino de servidores y hermanos. Primera lectura: Ml 1,14b - 2,2b.8-10 Salmo: Sal 131(130),1.2.3 Segunda lectura: 1Ts 2,7b-9.13 Evangelio: Mt 23,1-12. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El salmo de este día nos pone en la tónica del abandono: “Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor”; para poder entrar en la comprensión de lo que este final del año litúrgico va haciendo en la comunidad cristiana. El texto profético de Malaquías y su correspondencia con el Evangelio de Mateo, expresan la enorme responsabilidad de quien está al frente de la comunidad y de manera muy extensa, de todo aquel que se aventura a la vida ministerial en medio sus hermanos, ya que es una palabra de juicio frente la falta de coherencia. La responsabilidad va más allá de la palabrería y por eso el evangelista insiste en la actitud equivocada de los fariseos y de los maestros, que buscan ser reconocidos y tenidos en cuenta, ser protagonistas y dominadores, ausentes en la asamblea del servicio, pero presentes en la estantería de los reconocimientos. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Hoy más que nunca, esta Palabra debe llegar a la realidad concreta de la comunidad cristiana, como una Palabra que enjuicia, pero da esperanza y llama a la conversión. Quien se ha metido en el camino del seguimiento del Señor debe plantearse siempre: ¿Doy testimonio de tal manera que mi vida pueda ser puesta como muestra del seguimiento fiel del Señor? ¿He sido juez implacable del actuar de mis hermanos o me he convertido en prójimo que sabe ser hermano y presencia en medio de la comunidad? ¿Busco ser reconocido y ocupar los lugares de honor o entiendo la vida cristiana en la dimensión de la humildad y el anonadamiento? Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? La vida comunitaria, en el contexto de los últimos domingos del tiempo ordinario, debe ser presentada como una oportunidad de balances y evaluaciones sobre el desempeño y vivencia de nuestra vida cristiana. La comunidad se entiende como lugar donde se experimenta la presencia del Resucitado y por ello sólo será verdadera comunidad si se reúne en torno a su presencia en la escucha de la Palabra, en la celebración de la fracción del Pan, animados por la Oración y lanzados a la vivencia de la caridad. En el hoy de la vida cristiana y en el contexto de cada comunidad cristiana, es necesario aprender a escuchar y vivir en la obediencia de la fe, de tal manera que la característica principal sea la coherencia de vida, el testimonio y el compromiso apostólico. Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Reunidos y convocados por el Señor, nos hemos dispuesto en escucha atenta de esta Palabra y nos hemos dispuesto para estar en camino, en disposición de discipulado y por eso hoy, cuando la presencia del Resucitado nos exhorta, debemos salir de esta eucaristía fortalecidos para el testimonio y la coherencia de vida, porque la resurrección no es una historia sino una experiencia profunda que nos exige ser verdaderos testigos, poner el sello de una vida auténtica y fiel. Que, al ser enviados al finalizar la eucaristía, recordemos que seremos enviados a un camino de humildad y de reconocimiento del otro en nuestra vida. Recomendaciones prácticas: Para este domingo puede resaltarse en la cartelera o en un sitio especial expresiones como: “hagan lo que dicen”, “no sean causa de tropiezo para otros”. Puede usarse el Prefacio Dominical VII: “La salvación por la obediencia de Cristo”, p. 389 del Misal. Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario IX, p. 478 del Misal. Debe recordarse que en este domingo puede hacerse una oración especial por la Policía Nacional en su aniversario. Tener presente que: El lunes 6 se celebra la memoria del Beato Jesús Aníbal Gómez Gómez y compañeros mártires. El jueves 09, es la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. El sábado 11 de noviembre, es la fiesta nacional de la Independencia de Cartagena.

Mié 25 Oct 2017

Cuando estamos movidos por el amor a Dios entonces damos amor

Dios nos ama tanto que cada día busca dialogar con nosotros a través de su Palabra que libera y salva. Por eso escuchemos piadosamente lo suave y dulce que es para la vida la Palabra de Dios. Primera lectura: Éx 22,20-26 Salmo: Sal 18(17),2-3a.3bc-4.47+51ab (R. 2) Segunda lectura: 1Ts 1,5c-10 Evangelio: Mt 22,34-40. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el evangelio, que es culmen de la liturgia de la Palabra, que escucharemos este domingo XXX° del tiempo ordinario, se recogen las palabras de Jesús, como en una especie de síntesis, el misterio de la vida de Dios expresada en el amor y la misericordia, dice: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu” y luego añade: “Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 34-40). Así toda la liturgia de la Palabra viene unida por un único hilo conductor: El amor debe vivirse en la vida con una constante entrega y donación de sí mismo. El ejemplo por excelencia del cumplimiento del mandamiento del amor, es el cotidiano actuar de Dios en la historia del hombre. La primera lectura del libro del éxodo dice cómo Dios se dona diariamente aconteciendo en las realidades humanas: “Si el prójimo clama a mí, yo lo escucharé, porque soy compasivo” (Ex. 22, 26). Así mismo el salmo en la liturgia de este domingo canta que Dios tuvo misericordia de su Ungido (Sal. 18, 51b). Y san Pablo, en la carta que escribe a los Tesalonicenses, nos recuerda la imagen perfecta del amor: a Jesús que es el campo de acción de la misericordia de Dios; “por Jesús, a quién Dios resucitó de entre los muertos y por el que nos libra del castigo que viene” (1Tes. 1, 10). El misterio del amor, según la Palabra de Dios, consiste en comprender que el amor a Dios está en directa relación con los hermanos y al mismo tiempo el amor a los hermanos es la directa relación del amor con Dios, a quien hay que amar con toda la vida, en toda la vida y para toda la vida. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Cualquier ser humano cuando siente amor, da amor, por eso quien se siente amado y ama no hará nunca daño. La liturgia de la Palabra nos invita a ser conscientes del amor de Dios que se desborda en nosotros sin ningún interés, simplemente Dios se nos ha entregado totalmente a través de Jesús y nos ha demostrado que siempre será fiel y que cumplirá sus promesas, siempre mantendrá su fidelidad a la alianza aunque el hombre no cumpla con su parte. Podemos pensar que Dios cree en nosotros cada día, ve en nosotros su proyecto, por eso nos ama, porque ve en nuestra pobre humanidad muchas posibilidades de redención. Dios cree que solo amándonos, no castigándonos, podremos abrir nuestra vida a la conversión, sólo la experiencia del amor de Dios derrumbará los muros que hemos puesto en nuestros corazones por el pecado y la maldad, solo algo más fuerte que el pecado, el amor, cuyo rostro es Jesús, podrá cambiarnos los esquemas, sólo si confiamos en el Señor, como el salmista, diciendo siempre con nuestra vida y con nuestro testimonio cotidiano: “Yo te amo señor: tú eres mi fortaleza”. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? La liturgia de la Palabra, a través de la cual el Señor se hace carne en nosotros, nos da dos motivaciones para la vida cristiana: 1) Debemos amar a Dios con todas las fuerzas que pueda manifestar un ser humano: Con toda el alma, con todo el corazón, con todo la mente, es decir, con todo nuestro interior, con todo lo que sentimos, con todo lo que pensamos. La entrega a Dios tiene que ser total, porque la donación que el mismo Dios hizo de sí mismo fue total. En definitiva la primera tarea es hacer que todo lo que hacemos cada día, todo lo que tenemos, todos los que nos encontramos, toda nuestra familia, nuestros compañeros de trabajo, nuestros empleados, amigos, vecinos, amen a Dios. Esto solo será posible si tenemos en cuenta la segunda motivación: 2) Amar al prójimo. Nadie ha visto a Dios, por eso el campo de acción de Dios somos nosotros su hijos; debemos estar atentos porque nuestra forma de comportarnos dice en cuál Dios creemos; cuando estamos movidos por el amor del único Dios entonces damos amor, perdonamos, somos honestos, justos, humildes, cordiales. A veces parecemos hijos del maligno, pues nuestras obras son las del mal, vivimos metidos en un mundo de libertinaje, corrupción, lujuria, desorden, rabias, irrespeto, malas relaciones personales y familiares. Pensemos que cuando vemos un niño le encontramos algún parecido con sus progenitores, así mismo cuando alguien ve un cristiano debería ver algún parecido a su Padre Dios, que solo sabe ser bueno y compasivo con los demás. Hay una tremenda exigencia en el evangelio de este domingo: no es amar a Dios y al otro de cualquier forma, hay que amarlos como a nosotros mismos, esa es la medida; debemos ser conscientes que somos muy condescendientes con nosotros mismos, nos perdonamos fácilmente, nos justificamos, nos aceptamos todos los defectos y hasta los malos gustos, pero al otro no le pasamos ni media; esta es la clave de la medida del amor: en el otro nos tenemos que ver a nosotros, sobre todo si entendemos que somos la Iglesia, miembros del Cuerpo de Cristo, hijos de un mismo Padre, es decir, hermanos. El otro, como repetidamente dice el Papa Francisco: es un don de Dios para mí, es decir, es Dios mismo. Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La oración colecta de este domingo nos invita a pedirle al Dios eterno, que hoy nos permita hacer crecer en nosotros las virtudes teologales, dice: “Dios todo poderoso y eterno aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos”. Nadie puede amar sino tiene fe, sino está movido por la espera ansiosa y paciente del Señor que viene a salvarnos a nosotros que somos su pueblo. Una de las mayores pruebas del amor de Dios es la eucaristía, es Dios diciéndonos y demostrándonos que jamás nos dejará solos, que está aquí y ahora hablándonos y dándose como alimento, por eso el rito es la expresion de un Dios que solo quiere darse totalmente al hombre. Así mismo, esa imagen tan grande de la asamblea reunida para la celebración es signo de lo que Dios espera de nosotros; todos unidos con un mismo corazón, una misma fe, mirando a Cristo, experimentando como hermanos el amor del Padre que se entrega y que a la vez bendice nuestras vidas. Razón tenía San Agustín cuando decia sencillamente: “Ama y haz lo que quieras”, seguramente jamás nos haremos daño. Recomendaciones prácticas: Podría ambientarse algún lugar del templo con el lema de la Conferencia Episcopal para este año: “Dejémonos reconciliar por Dios” (2Cor. 5,20). Hacer una motivación y preparar una jornada para que los fieles se acerquen durante la semana al sacramento de la penitencia, es una de las experiencias más grandes en la que los cristianos experimentan la bondad, la compasión y el amor de Dios. Hacer el rito de la aspersión con el agua bendita, en el acto penitencial, recordándole a la comunidad que una de las mayores pruebas del amor y la misericordia de Dios es haber recibido la gracia del bautismo y el perdón de los pecados. Para el acto penitencial de la Misa se puede seguir el Formulario 3, eligiendo una invocación para el Tiempo Ordinario, p.p. 344 -345 del Misal. Podría hacerse la Plegaria Eucarística "de la Reconciliación II", p. 508 del Misal. Tener presente que: El miércoles 1°, es la Solemnidad de Todos los Santos. El jueves 2, es la Conmemoración de todos los fieles difuntos. El viernes 3, es en Colombia, la Memoria Obligatoria de San Martín de Porres, religioso.

Mar 10 Oct 2017

Dios es Padre de toda la humanidad

La liturgia de la Palabra saca fuera de nosotros cualquier idea que subsista en torno a privilegio, elección excluyente, un Dios para unos pocos. El Dios revelado en las escrituras es Padre de toda la humanidad, se interesa por todos y a todos los quiere en el banquete del Reino. Hagamos vida esta Palabra para vestir el traje digno de tan sublime regalo. Primera lectura: Is 25,6-10ª Salmo: Sal 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. cf. 5a) Segunda lectura: Flp 4,12-14.19-20 Evangelio: Mt 22,1-14 (forma larga) o Mt 22,1-10 (forma breve). Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El don de la salvación prometida por Dios es para todos los pueblos, regalo divino que Israel en tiempos de Jesús no había logrado comprender plenamente a pesar de los anuncios realizados por los profetas. La visión cerrada en algunos miembros del pueblo de la antigua alianza se vio sorprendida por los anuncios hechos por el Hijo del Altísimo, de un banquete en el que los convidados eran “malos y buenos”, llamados todos a la fidelidad a su Señor. La paciencia divina en la construcción del Reino se percibe patentemente en los reiterados envíos de sus servidores (los criados) quienes, convocando al banquete de bodas, apelan a la libertad humana, la misma que hace a los hombres responsables de la situación con que se presentan en la sala de los invitados. El traje, del que habla el evangelista Mateo, no es otro que el de la conducta del hombre, representada en el relato por los intereses que mueven el actuar humano: “uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y lo maltrataron hasta matarlos”. El mismo Cristo fue víctima de esta ceguera y cerrazón del corazón, que hizo al hombre incapaz de contemplar a Dios con rostro humano en medio de ellos. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? No porque nos llamemos cristianos tenemos asegurada la entrada al banquete de bodas o somos invitados con puesto asegurado. Nuestro mundo aqueja de grandes injusticias y males, en lo personal y social. Se percibe la fuerza del mal que esclaviza y pone al hombre al servicio del reino de la tiniebla, de la muerte. Las reiteradas amonestaciones de los profetas, llamando a la obediencia, a seguir los caminos del Señor, fueron también asumidos por Jesús, invitando desde el inicio de su predicación a la conversión, a vivir el espíritu de la ley, a comportarnos como verdaderos hijos de su Padre Dios. Contexto situacional ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Nuestras elecciones, en las que rechazamos la invitación del Señor, para ocuparnos de nuestros propios asuntos, perdiendo el horizonte de eternidad, embebidos en lo terrenal y atados a las ofertas de felicidad de este mundo, solo ocasionan que lleguemos sin el traje apropiado, sin la comunión requerida para vivir eternamente con Dios. Acoger a los mensajeros y el anuncio que se nos hace, es condición para que podamos ser considerados dignos de tan sublime beneficio. Por tanto, no podemos ser indiferentes frente a la misma, no puede ser tomada con ligereza, pues obrando así nos excluimos de “habitar en la casa del Señor por años sin término”, perdemos las bondades con que nos apacienta nuestro “pastor”. El profeta Isaías, al indicar que “el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo”, testimonia el sufrimiento –consecuencias de su obrar equivocado– al que Israel se vio sometido por abandonar a su Señor. Sus males, son los mismos que encontramos hoy en nuestro mundo, cuando el hombre termina por vivir aceptando la muerte de inocentes, la conculcación del derecho de los débiles, la mentira y el engaño, el fraude, la mentira, la falsedad, la infidelidad, la avaricia, la deshonestidad, la violencia. Un hombre vuelto a sí mismo y sin referencia al eterno, termina por destruirse y destruir la obra misma de Dios. Contexto celebrativo ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Venir en este día a la eucaristía no puede reducirse al cumplimiento de un rito por motivos de devoción o piedad. Nuestra presencia debe tornarse en una aceptación a trabajar por hacer cambios en nuestro modo de pensar y actuar, de tal forma que lleguemos a ser cooperadores de los enviados del Señor, es decir todos “discípulos”, amigos de Jesús y colaboradores de su proyecto de salvación de todos los hombres. Una comunidad que no hace esfuerzos por atraer a los lejanos, incluir a todos, por anunciar la buena nueva, por implantar en el mundo los regalos del Mesías, ha desfigurado su propia identidad, ya no es la asamblea del Señor. Pues creyentes y no creyentes reciben a su vez la llamada a la conversión, a transformar el corazón para que Dios esté al centro del mismo. Nos asiste en este empeño la gracia divina, la compañía del Maestro, que no abandona a los que elige, ni deja a la deriva a cuantos le sirven. Recomendaciones prácticas Podría servir para motivar la reflexión de los fieles una cartelera con la siguiente frase: “A todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Se Sugiere el uso del Prefacio Dominical X: "El Día del Señor". Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario VI, p. 477 del Misal. Resaltar la celebración del sábado 21 en torno Santa Laura Montoya, religiosa misionera de nuestra patria. Tener presente que: El miércoles 18 de octubre, es la fiesta de San Lucas, evangelista. El próximo domingo 22 octubre es la Jornada Mundial de las Misiones.

Lun 25 Sep 2017

"No te dejes vencer por el mal, más bien: vence el mal con el bien..."

Somos pecadores a quienes Dios misericordioso llama a la conversión. Escuchemos su Palabra para que abandonemos los vicios y pecados y logremos mantenernos unánimes y concordes como hermanos que somos en la fe, en el culto y en la caridad. Primera lectura: Ez 18,25-28 Salmo: Sal 25(24),4-5ab.6-7.8-9 (R. cf. 6a) Segunda lectura: Flp 2,1-11 (forma larga) o Flp 2,1-5 (forma breve) Evangelio: Mt 21,28-32. CONTEXTO BÍBLICO ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Profecía de Ezequiel nos enseña la responsabilidad personal del hombre ante Dios. Dios es justo y así juzga por lo que hace cada uno usando de su libertad; pero también es misericordioso y acepta al pecador convertido. En el Evangelio de Mateo el Señor Jesús insiste en la responsabilidad ante lo mandado. Dios premia al que se convierte, y castiga al que no cumple pero cree que no necesita conversión. “La Parábola de los dos hijos, con la sentencia de Jesús acerca de Juan Bautista, tiene lugar cuando la disputa de Jesús y los jefes judíos alcanza el nivel más intenso. Israel es el primer hijo, el que dijo SÍ a la ley pero no aceptó la voluntad de Dios; el otro hijo representa a aquellos pecadores que dicen NO al plan de Dios, pero después se arrepienten y, siguiendo el camino de Dios testimoniado por Juan Bautista, aceptan al Mesías. (Biblia de la Iglesia en América, PPC). Está parábola es propia de Mt y, junto con otra (20, 1-16, los trabajadores de la viña), refleja la situación y los celos de la comunidad cristiana procedente del Judaísmo ante la comunidad procedente del paganismo. CONTEXTO SITUACIONAL ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Los “primeros y los últimos” del texto evangélico, persisten en nuestra Iglesia y sociedad de hoy. El Papa Francisco nos lo expone y nos amonesta a buscarle solución a la injusta y estéril situación. “A los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales. Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae. Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?”. Después invoca el Papa la Palabra de Dios: “No te dejes vencer por el mal, más bien: vence el mal con el bien. No nos cansemos de hacer el bien. No nos dejemos robar el amor fraterno” (EG, 101, Rom 12, 21, Gal 6,9). CONTEXTO CELEBRATIVO ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Palabra de Dios nos enfrenta a evaluar la responsabilidad de nuestro pecado personal. En la oración de todos los días aumentemos la fe al decir “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos”. Y en la Misa démosle mayor valor al acto penitencial con el cual la comenzamos. Tomemos la resolución de contribuir a acabar con las divisiones que de hecho aparecen en la propia familia y en el vecindario, en el lugar del trabajo y en las instituciones eclesiásticas. Demos a la Iglesia el consuelo y la alegría de mantenernos unánimes y concordes, humildes y sencillos, como lo pide Pablo en la epístola de hoy (Fil 2, 1-4). Sabemos que nuestra conversión está suscitada y patrocinada por la Misericordia divina; acudamos con la confianza al trono de la gracia (Hb 4,16) pues donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS Comienza el mes de octubre, dedicado a las Misiones y la Propagación de la fe. Preparemos nuestra participación en la colecta mundial del DOMUND el domingo 22 de octubre, y organicemos para estos días la oración por las Misiones. Damos inicio al Mes del Rosario y el próximo sábado es la memoria litúrgica de la Virgen del Rosario. Fomentar la oración del rosario en familia y en las instituciones con intención misionera. Hoy conviene usar el Prefacio Dominical VII: "La Salvación por la obediencia de Cristo", p. 390 del Misal. Imagen tomada de Internet

Mié 20 Sep 2017

Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre

En la Palabra que escuchamos con fe en cada Misa, el Señor nos traza el Camino que nos conduce a la Verdad y nos brinda la verdadera Vida. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 55,6-9[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 145(144),2-3.8-9.17-18 (R. 18a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Flp 1,20c-24.27ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 20,1-16.[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Qué dice la Sagrada Escritura? Para este Domingo XXV la Liturgia nos propone una reflexión sería sobre los planes de Dios y los planes de nosotros, sus hijos, “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos” (Is. 55,8). Así nos dice el Señor en Isaías; y por otra parte, Jesús mismo utiliza una contabilidad, una aritmética que no es la nuestra (Mt 20, 1-15). La razón que ofrece la Palabra para afirmar lo primero es la misma que emplea para lo segundo: “que el malvado regrese al Señor, y Él tendrá piedad” (Is. 55,7); “¿Vas a tener envidia tú, porque yo soy bueno?” (Mt 20,16). Por otra parte, el Señor va más allá de lo que nosotros deseamos o experimentamos; es Él quien mide nuestra capacidad, juzga nuestra labor y nos asigna la tarea. “Si el malvado abandona su camino y regresa al Señor, Él lo perdona (Is. 55,7); “Quiero dar a este último igual que a ti” (Mt 20,14); “Lo importante es que lleves una vida del Evangelio de Cristo (San Pablo a los Filipenses, 1,27). “Mi juez es el Señor” (1 Cor 4,4), “El Señor llegará con fuego y sacará a la luz la obra de cada uno” (1 Cor 3, 13) “Ni siquiera yo mismo me sé juzgar; es el Señor quien juzga. En la alternativa: gozar de Cristo o servir a la comunidad, (cfr. Filipenses 1, 23). Los caminos de Dios son distintos de los caminos del hombre; el tiempo de Dios no es igual, ni corre paralelo al tiempo del hombre. La obra mala del hombre suscita en Dios perdón (Is. 55,6); la obra buena del hombre suscita envidia en otro hombre (Mt 20, 15). La envidia es un pesar del bien ajeno (Astete), Es “vicio capital” es “sentir tristeza por el bien ajeno con inmoderado deseo de hacerlo suyo” (Cat. Igl. Cat, 2539). La envidia comenzó temprano en la Biblia: “Por la envidia del Diablo entró la muerte en el mundo” (Sab. 2, 24). Y se extendió o contagió: a Caín que mató a Abel (Gen 4, 3-8); a Esaú (Gen. 27, 41); a los hermanos de José (Gen 37,4); a Saúl que persiguió a David (1 Sam. 18, 7); hasta llegar al Nuevo Testamento, a los sacerdotes que entregaron a Jesús (Mc. 15,10). Dentro de los apóstoles (los discípulos buenos de Jesús) también se generó la envidia. La escena que en Mt sigue inmediatamente a la que leemos hoy, contrasta radicalmente con ella (Mt. 20, 20): “Los últimos serán primeros y los primeros serán últimos” y enseguida los Zebedeos buscan los primeros puestos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? En tiempo de Nuestro Señor, al igual que en nuestro siglo, los dones de Dios son repartidos en diversa forma a unos y a otros. Queda claro que el Señor da a cada individuo según su capacidad (Mt 25,15). Pero la capacidad no es según lo que nosotros pensemos, sino de acuerdo con la respuesta (la responsabilidad) personal de cada uno. (“Servidor bueno y fiel,” “Siervo malo y perezoso” Mt 25, 23-26). Hoy día también la sociedad es exigente con los que ejercen autoridad. Y cada individuo, dentro de las comunidades humanas (familia, asociación, Iglesia) tiene su modo de exigir y, así, la motivación puede ser injusta y se generan las envidias. Se producen así conductas que son bien conocidas en nuestra tierra, que son antievangélicas y en mucho ilegales: arribismo, corrupción, desigualdad social. Vivimos en una sociedad cada vez más alejada de Jesús y del Evangelio. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Si en algún lugar se aprecia la desigualdad en el intercambio de dones es en la Eucaristía. Nosotros, los convertidos a Cristo, ofrecemos lo mejor que tenemos, “un sacrificio de alabanza, fruto de los labios que confiesan Su nombre” (Hb. 13,15), pero a pesar de nuestra sinceridad, la oblación no es nada junto al Don de Dios, su propio Hijo. Y aunque seamos los más santos ofreciendo a Dios nuestra vida, siempre la recompensa no será proporcional al trabajo realizado; es Dios quien mide y quien se excede, en forma infinita en su donación. Pero el Señor se complace en premiarnos no tanto los méritos sino la actitud de conversión con que nos acogemos a la llamada de Jesús. Lo dice Pablo en la epístola de hoy: “Lo que importa es que llevéis una vida digna del Evangelio” (Fil 1,27). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']RECOMENDACIONES PRÁCTICAS[/icon] Insistir en la expresiones: los planes de Dios no son los planes humanos, "El Señor está cerca de los que lo invocan" Convendría emplear la Plegaria eucarística para diversas circunstancias I: “La iglesia en camino hacia la unidad”, p. 514 del Misal. Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario V, p. 477 del Misal. Como una actividad de pos visita del Papa Francisco convendría seguir las orientaciones y materiales que estará ofreciendo el Comité encargado de la visita, además de todos los esfuerzos de iniciativas locales al respecto. Recordar que: Hoy 24 para nosotros católicos, es la fiesta de María de las Mercedes y Día Nacional del Recluso. Nuestra oración por todos los que están privados de la libertad y sufren. También es día mundial del turismo. El viernes 29 es la fiesta litúrgica de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. El próximo domingo se inicia el mes de octubre, dedicado especialmente al rezo del Santo Rosario y a oración y ayuda a las Misiones.

Vie 15 Sep 2017

No podemos pretender el perdón del Señor si no perdonamos al hermano

El mensaje de la Palabra hoy es fuerte y nos pide un compromiso decidido: no podemos pretender el perdón del Señor si no estamos dispuestos a perdonar a nuestros hermanos. Así nos lo anuncia el mismo Jesús con una parábola que conocemos bien, pero que en este día debe tocar nuestro corazón e impulsarnos a la reconciliación, al perdón y a la fraternidad. Primera lectura: Sir 27,30 - 28,7 Salmo: Sal 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12 (R. 8a) Segunda lectura: Rm 14,7-9 Evangelio: Mt 18,21-35. 1. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La parábola que nos propone el Señor en el Evangelio es supremamente clara y elocuente; está inserta, por demás, en el llamado “Discurso Eclesial”, donde el Señor nos revela el modo como debe vivir la comunidad de discípulos, la Iglesia. El desarrollo mismo de la historia conduce a una sola conclusión: es un imperativo el perdón de las ofensas que recibimos de los hermanos como condición para recibir el perdón del Señor por nuestras propias faltas. Así nos ha enseñado el Señor a orar en el Padre Nuestro. Conviene, para comprender mejor el mensaje, resaltar algunos detalles de la parábola: Sorprende la respuesta del Señor a Pedro: perdonar “setenta veces siete”, lo que en la práctica significa “siempre”. El perdón ilimitado es también un antídoto contra la venganza que quiere tomar más de lo que es justo. En la parábola se subraya la enorme diferencia que existe entre la inmensa cantidad que debe el empleado al rey y la pequeñísima suma que le adeuda el compañero al mismo empleado. La compasión del rey es un anuncio de la misericordia de Dios, que va siempre mucho más allá, tanto que el siervo no recibe un plazo para pagar la deuda, sino el perdón de todo. La actitud del siervo con su compañero contrasta fuertemente con la del rey. Se mencionan acciones bastante duras: lo agarró por el cuello, lo ahogaba, lo estrangulaba. También es duro el “no quiso” que se refiere a la no escucha de las súplicas del compañero, que son una copia exacta de las mismas que él presentó al rey. Los “compañeros se entristecieron”: es una alusión de la preocupación fraterna de la comunidad por quien es víctima del maltrato y de la injusticia. La lectura del Eclesiástico nos presenta el mismo mensaje del Evangelio desde la perspectiva sapiencial. Su proclamación invita a una actitud de vida llena de la sabiduría del Señor, que sabe y práctica el perdón a los semejantes como camino seguro para tener el propio perdón. 1.2 ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? El perdón de las ofensas que sufrimos de parte de nuestros hermanos no es tarea fácil, pero la Palabra nos invita a vivir el perdón como camino de encuentro con Dios y con los hermanos, como ideal de la comunidad de los discípulos de Cristo, como signo de reconocimiento de las propias faltas y de la misericordia que el Señor nos prodiga abundantemente. El cristiano no puede vivir en la lógica de la venganza, que es destructiva y termina por ser la mayor injusticia. La lógica del discípulo, su justicia superior, es la del perdón y la reconciliación. La reconciliación es urgente, porque es el camino para alcanzar los bienes mesiánicos o la reconciliación que Cristo nos alcanzó con su muerte en la cruz. Sólo es posible vivir la reconciliación con los demás cuando tenemos conciencia de la misericordia de Dios con nosotros. Esto significa, que el perdón sólo es posible cuando acudimos a motivaciones de fe, esto es, cuando dirigimos nuestra mirada al Señor El perdón está en el corazón de la vida cristiana: me hace hijo del Padre y hermano de mis semejantes, en comunión con Dios y con los hombres. El perdón no niega la realidad del mal, sino que la supone. Pero precisamente en ella se celebra el triunfo del amor gratuito e incondicional. Un amor que no perdona, no es amor. 2. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Necesitamos escuchar el mensaje del Evangelio de este día y acogerlo con fe, pidiendo al mismo tiempo la fuerza para vivirlo. Es la hora del perdón y de la reconciliación en nuestro país, en nuestros hogares, en nuestras comunidades. Tenemos que pensar en el perdón que el Señor nos regala cada día frente a nuestros propios yerros y dar el paso para perdonar a nuestros semejantes. Necesitamos experimentar la libertad que nos otorga saber perdonar a los demás. Conviene hacer una invitación especial a la reconciliación en el país, que será un don de Dios para todos, después de tanta violencia, destrucción y muerte, cuando estemos dispuestos a dejarnos transformar todos por la lógica del amor que Cristo nos enseñó. 3.Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Eucaristía es el banquete del perdón, porque es el sacrificio que Cristo ofrece al Padre para reconciliarnos con él. En este sagrado banquete tomamos, además, el alimento que nos fortalece para vivir en la dinámica de la reconciliación y del perdón. Recomendaciones prácticas: Puede colocarse en cartelera o lugar visible la frase del Padre Nuestro: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Para el acto penitencial de la Misa se puede seguir el Formulario 3, eligiendo una invocación para el Tiempo Ordinario, p.p. 344 -345 del Misal. Se puede hacer la Plegaria Eucarística "de La Reconciliación" I, p. 501 del Misal. Como actividad de pos visita, conviene recordar en este día algunos de los mensajes que ha dejado el Papa Francisco al pueblo colombiano, especialmente los relacionados con el camino de nuestra nación hacia la paz. Tener presente que: Hoy es el día del Migrante, se recomienda orar por ellos en la Oración de los Fieles. El jueves 21 septiembre, es la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. El próximo domingo que es día del recluso sería oportuno motivar para que se presenten dones para cubrir necesidades de las familias de los hermanos que se encuentran en las cárceles.

Mié 9 Ago 2017

En Jesús encontramos el refugio y la paz

Las lecturas de hoy nos permiten escuchar el llamado de Dios, para encontrar en Jesús el refugio y la paz que tanto necesitamos en medio de tantas dificultades y tormentas que experimentamos en nuestra vida diaria. Él está aquí, conoce nuestra agitación y confusión ante los problemas de la vida y está dispuesto a recibir nuestras angustias. Lo único que nos pide es que cerremos los ojos del alma para decirle con calma que creemos en él y en él confiamos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: 1R 19,9ª. 11-13ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. 8)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Rm 9,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 14,22-33[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1. Contexto bíblico 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El encuentro con Dios. La primera lectura nos presenta a Elías huyendo de las amenazas de muerte de Jezabel. Y después de ser alimentado con un pan privilegiado y misterioso se pone en camino durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llega al Horeb (Sinaí), que es un lugar privilegiado de la revelación de Dios. Se refugia en una cueva para pasar la noche. Luego experimenta una manifestación de Dios, el cual se le revela no en el fuego, ni en el huracán, ni el terremoto sino en el susurro de una brisa suave. A nosotros nos revela que Dios en medio de las dificultades, de las amenazas, de la persecución, de los problemas de la vida siempre se hace presente en forma discreta, suave, ligera para animarnos a seguir adelante, sin vacilaciones, poniendo toda nuestra confianza en Él. “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”. El salmo es una plegaria comunitaria, a la cual Dios responde anunciado a los suyos la paz, la prosperidad y la bendición. Así que ante la angustia, la agitación y la falta de paz, se nos llama a la confianza y abandono en las manos del Señor. En la carta a los Romanos Pablo repasa todo lo que Israel ha recibido: la gracia de la filiación, la presencia de Dios, la alianza, la Ley dada por Dios en el Sinaí, el culto, las promesas, los patriarcas, y recuerda que Cristo mismo, en su existencia terrenal, histórica, ha nacido del pueblo de Dios. Experimenta sentimientos de dolor por la situación del pueblo de Israel. Desearía ser yo mismo un proscrito, separado de Cristo, si esto fuera útil a sus hermanos, los Israelitas. Qué bueno sería que a nosotros, que formamos parte de la Iglesia, nos conmoviera la situación que viven actualmente nuestros hermanos y estuviéramos dispuestos a dar la vida por la salvación de los alejados, de los indiferentes, de los cristianos de nombre. San Mateo en el evangelio: Después de haber alimentado a la multitud que lo seguía, Jesús manda a sus discípulos que vayan a la otra orilla en la barca, y despide a la gente. Mientras tanto, él se retira a la montaña para orar. Por qué Jesús se retira al monte? Para enseñarnos que el desierto y la soledad son propicios cuando debemos suplicar a Dios. También nosotros deberíamos buscar tanto el tiempo, como un lugar tranquilo para nuestras oraciones. Mientras tanto los discípulos, prácticamente obligados, se encuentran en la barca, azotados por una tempestad violenta, solos y a merced de las olas. Hay una enseñanza para que ellos aprendan a soportar valientemente todo lo que les suceda. A la cuarta vigilia de la noche él se acerca a ellos, caminando sobre el mar. Seguramente quería habituarlos a no buscar inmediatamente ser librados de las dificultades, sino a soportar los acontecimientos con coraje. Cuando parece que están fuera de peligro nuevamente experimentan el terror: Los discípulos, viéndolo caminar sobre el mar, se atemorizaron, pensando que fuera un fantasma; y por el miedo comenzaron a gritar. Junto a la tempestad, la aparición del Señor turba todavía más a los discípulos. Así los induce a ser pacientes y constantes en medio de las pruebas y tribulaciones. Pero Jesús inmediatamente les dirigió la palabra diciendo: “Animo, soy yo; no tengan miedo” Con estas palabras se disipan del todo los temores y les renace la fe. Es posible que nosotros no lo veamos en la oscuridad, pero lo podemos reconocer por la voz. Ahora interviene Pedro: Le respondió: “Si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas”. En esto se manifiesta la fe y el fervor de Pedro. El no solo cree que Jesús es capaz de caminar sobre el agua, sino que también puede hacer caminar a otros. Por eso desea acercarse inmediatamente a él. Y él respondió: “Ven”. Y Pedro, bajando de la barca, se puso a caminar sobre las aguas y llegó junto a Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, tuvo miedo. Y comenzando a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. Inmediatamente Jesús, extendió la mano, la agarró y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Este milagro es más extraordinario que aquel de calmar la tempestad. El camina sobre las aguas y concede a otro hacer la misma cosa. Pedro caminaba hacia Jesús, feliz no tanto de caminar sobre las aguas, sino de acercarse a Jesús. Después no logra resistir la violencia del viento, y tiene miedo. No es suficiente estar cerca del Salvador, si no confiamos en Él. Lo que lo hace hundir es la poca fe. Jesús agarra a Pedro y lo sube a la barca. Tan pronto montaron en la barca, el viento cesó. Entonces los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!”. El acento de los textos bíblicos está puesto en la centralidad que debe tener la persona de Jesús en el discípulo y en la comunidad cristiana. Esta presencia es la que infunde paz y confianza para enfrentar las tormentas de la adversidad y las contradicciones de la vida. No olvidemos que esa barca es prefiguración de la Iglesia que tendrá que enfrentar las duras pruebas de la vida. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]