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Liturgia

Mié 3 Oct 2018

El matrimonio cristiano cumple al plan divino de la creación

La Palabra Divina hoy nos propone, en primer lugar, el relato de la creación de la mujer; luego, nos ofrece el Salmo en el que se recuerda la inmensa dignidad de la que comparte la existencia y le da sentido, gozo y alegría a la familia humana; por su parte, la Carta a los Hebreos nos “hermana” con el mismo Dios; y, finalmente, el Evangelio vuelve a recordarnos que el matrimonio cristiano une al hombre y la mujer como cumplimiento del plan divino de la creación. Primera lectura: Gn 2,18-24 Salmo Sal 126(127),1-2.3.4-5a.5b-6 (R. cf. 5) Segunda lectura: Hb 2,9-11 Evangelio: Mc 10,2-16 (forma larga) o Mc 10, 2-12 (forma breve) ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios expresa en toda su dignidad y plenitud la familia humana, le da origen divino, la eleva a la altísima categoría de generadora de la vida y la santifica con la gracia sacramental que encuentra su origen en la misma voluntad creadora. La institución familiar así consolidada genera la originalidad de la familia cristiana, procedente de la tradición hebraica, santificando la monogamia, proponiendo en la fidelidad conyugal un signo de la acción de Dios, santificando la unión de los esposos, dando sentido a la originalidad de una familia en la que un hombre y una mujer abiertos a la vida, son co-creadores y comparten con el Autor de la vida el honor de generarla, procrearla, dignificarla. La palabra hogar, no sólo identifica un fuego encendido en el que se encuentra motivación para el encuentro, define en su riqueza expresiva la familia como espacio propio para que la vida surja, para que los esposos den significado a su amor generando comunión de bienes y de esperanzas. La familia es el escenario de la primera formación humana para la vida, el espacio propio del perdón que reconcilia y del amor que genera vida. Superadas las ideas de una sociedad que dividía los roles de los géneros, nos propone una complementariedad que respeta su diversidad y la realiza en la comunión, en la unidad, en la complementariedad creativa y gozosa. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Más que citar un párrafo específico del magisterio del Papa Francisco en su visita, debemos recordar el gozo esperanzador que iluminó su corazón al ver que le acogían las familias, al ver el orgullo con el que los padres pedían para sus hijos una mirada y una bendición. En el camino de encuentro y reconciliación que se ha emprendido, ha de rescatarse la institución familiar tan amenazada por las tendencias sociales, por la imposición de una ideología de género que quiere sustituir la originalidad de la voluntad creadora. Hay que reiterar el llamado eclesial que reconoce en la mujer un signo irrefutable del amor de Dios y la pone delante del hombre no para que le sirva sino para que sea amada en su grandeza, en su altísima dignidad, en su misión generadora de vida, en su identidad como madre, en su misión de formadora de la vida, en su carácter de constructora y de determinante de los valores sociales. La invitación a valorarla, a darle su auténtico papel en la sociedad, fue expresada en el discurso del Papa Francisco al CELAM, en el que resaltó la dignidad de la mujer en la gesta evangelizadora y en la creación de la identidad de la actual sociedad humana. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Cristo santifica y da la dignidad sacramental a la unión del hombre y la mujer, retomando y bendiciendo la experiencia ya consagrada en la voluntad del Creador. Ser “una carne” es aprender a sentir en comunión, a vivir en comunión, a dignificar la procreación de la vida, a defender la familia, santuario y realidad no negociable, a prevenir para que no se impongan ideologías que desconocen la voluntad creadora y el original designio de la creación.

Jue 27 Sep 2018

Con varios desafíos concluyó encuentro nacional de liturgia

Con la creación de espacios de formación litúrgica, la reactivación del boletín “Actualidad Litúrgica” y la conformación del grupo “Amigos de la Liturgia en Colombia”, concluyó el Encuentro Nacional de Liturgia que se realizó por estos días en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). El padre Jairo A. Montoya J., Director del Departamento de Liturgia de la CEC, calificó este evento como muy positivo y destacó que su desarrollo se hizo en un ambiente de oración, estudio y reflexión. Al referirse al proceso de formación inicial, el sacerdote explicó que se pretende llegar hasta los Equipos Parroquiales de Animación Litúrgica (EPAL) para desplegar una capacitación que, con innovación y creatividad, fortalezca la celebración y vivencia delMisterio Pascual de Cristo, que continúa actuando su fuerza salvadora en bien de las comunidades. Esta iniciativa contará con el apoyo de la Comisión Nacional de Liturgia (CONALI). Otra de las acciones, es la de reactivar el boletín "Actualidad Litúrgica" que es realizado por el Departamento de Liturgia de la CEC, tiene un enfoque formativo e informativo y está dirigido a obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos comprometidos en el servicio litúrgico. También, destacó que, como iniciativa de los participantes y de liturgistas del país, se conformó elgrupo llamado "Amigos de la Liturgia en Colombia", que tendrá como meta estudiar y profundizar en una reflexión teológico-litúrgica que fortalezca la reflexión, celebración y vivencia de la Pascua, de nuestro Señor Jesucristo, misterio central de nuestra fe. El tema que centró la atención de los participantes versó sobre “La celebración dominical evangeliza la parroquia”. En este marco, algunos desafíos planteados tienen que ver con lacelebración digna de la liturgia, con atención a sus elementos particulares: belleza, decoro, canto, aspersión, Credo, oración común, homilía, oración universal. riqueza del Misal y catequesis litúrgica; elaborar, divulgar y socializar formación en todos los ambientes litúrgicos; fortalecer la unión de los Amigos de la Liturgia; animar los procesos de misión; promover el domingo como día de profundización de la Palabra, estudio y promoción social; la oración de la Liturgia de la Horas, entre otros. El encuentro contó con la presencia de 45 participantes, entre sacerdotes delegados diocesanos, profesores de liturgia, religiosos y laicos comprometidos de diferentes jurisdicciones del país. Tuvo como objetivo profundizar y reflexionar sobre la evangelización de la parroquia a través de la celebración dominical de la misa, la celebración en ausencia del presbítero y la vivencia de la caridad, para ofrecer elementos que fortalezcan su celebración y vigoricen la comunidad.

Mié 12 Sep 2018

¿Quién dicen que soy yo?

Primera lectura: Is 50,5-9a Salmo Sal 115 (114),1-2.3-4.5-6.8-9 (R. cf. Lc 9,57) Segunda lectura: St 2,14-18 Evangelio: Mc 8,27-35 Introducción El encuentro con la Palabra que vamos reflexionar en esta celebración dominical, entre otras, nos ofrece las siguientes ideas temáticas: Reconocimiento y seguimiento de Jesús en una vida manifestada con la Fe y con las obras. Concientizarnos que para vivir hay que morir para resucitar a una vida nueva; tomar la cruz y seguir a Jesús. Ser discípulo misionero implica ser consecuente con la misión de Jesús para alcanzar la herencia prometida de la resurrección. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La liturgia de la palabra, particularmente el Evangelio presenta una especie de confrontación entre lo que la gente pensaba de Jesús, y lo que pensaban sus discípulos, respecto a lo que El proponía para verdaderamente ser sus discípulos. El Evangelio de hoy muestra la diversidad de prospectivas entre Jesús y Pedro, en las cuales, comúnmente nos encontramos nosotros mismos. Nos dice el evangelista Marcos: “En aquel tiempo Jesús partió con sus discípulos hacia una ciudad en torno a Cesarea de Filipo, y por la vía interrogaba a sus discípulos diciendo: “¿quién dice la gente que soy yo?”. Y ellos respondieron: unos dicen que “Juan el Bautista, otros que Elías y otros uno de los profetas”. Pero ustedes replico: ¿y ustedes quién dicen que yo sea? Pedro le responde: “tú eres el Cristo”. Y les impide a ellos de no hablar ello con ninguno. Da la impresión que Jesús, conociendo los pensamientos y la profundidad del corazón de los suyos, con firmeza los saca de los falsos sueños y de las falsas expectativas que tienen a cerca de Él, sorprendiéndolos con su verdadera visión de Mesías: “Y comenzó a enseñarles que el hijo del hombre debía sufrir mucho, ser condenado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, para luego ser asesinado y a los tres días resucitar”, Jesús pronunciaba abiertamente este discurso. Pedro lo llevo aparte y comenzó a reprenderle. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a pedro diciéndole: “apártate de mí satanás, tú piensas como los hombres no como Dios”. No tenía todavía una perspectiva de vida del Maestro: una visión divina, eterna, de grande valentía para difundir el evangelio, sobre todo no podía tener la disposición de poner en riesgo la misma vida terrena, por la vida eterna, como acontecerá después de la venida del Espíritu Santo, en pentecostés. Podemos comprender la perplejidad de los discípulos, que terminará en el miedo y la fuga, el día del arresto de Jesús y durante su pasión y muerte… cómo fueron caídas las esperanzas que habían cultivado. ¿Qué me dice la sagrada Escritura? Será el Espíritu Santo que clarificará el verdadero plan de Dios sobre los discípulos, al punto que, después de pentecostés, serán hombres diversos, de verdad seguidores del Maestro: dejando el miedo, afrontarán todo tipo de obstáculos, de sufrimiento, de persecución, de prueba, hasta el martirio. Tal vez los apóstoles veían en Jesús, que tenía palabras de verdad ligada a la potencia de los milagros, un mañana aquí en la tierra lleno de gloria. Eran de verdad pobres los apóstoles: pescadores sin un mañana… se parecían a tanta gente de hoy que no tenían ni siquiera la fuerza de “soñar”, conscientes de que estos sueños muchas veces son sólo castillos en el aire, golpeados por la fatiga del día a día o, como otros, guiados por un sueño de grandeza humana, sin escrúpulos, marginando la posibilidad de una actitud simple de los apóstoles, que termina siempre en dejar un sin sabor en la boca. Sólo quien ha tenido la fortuna de nacer y vivir en familia, donde la fe estaba en el primer puesto, sin falsas ambiciones, puede entender la belleza de no tener sueños simplemente humanos, sino deseos de la realidad eterna. Hoy la Sagrada Escritura me invita a formular diversas preguntas existenciales para la vida: Aparece la pregunta fundamental que nos podrimos formular personalmente: ¿Quién es Jesús para mí?, ¿cuáles son los tiempos mejores para mí como ser humano? ¿Considero los tiempos en los cuales los sueños terrenos no van más allá de la belleza física, del estar bien y contar humanamente en la sociedad o del tiempo de la simplicidad evangélica, que da espacio a Dios, a las virtudes, a la generosidad en el amor? ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Nos sucede también a nosotros, a veces, de concebir nuestra fe, como una serie de “seguridades” que vienen de Dios, pero como una “garantía” contra las dificultades de la vida. Frente a esta tentación humana, Jesús dice a sus discípulos, y hoy a nosotros: “el que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame”. Sabemos que ningún ser humano puede escapar del sufrimiento y del dolor, o también a momentos de grande angustia, ligados a nuestro ser de creaturas frágiles, sujetos a los límites y a las precariedades de nuestra vida terrena, que se manifiesta de tantos modos. Aparece, en la liturgia de la palabra, el verdadero sentido del “poner a prueba nuestra fe”, confirmar la presencia de Dios en nuestra vida, el amor personal y fiel de cada uno por Jesús. En reiteradas ocasiones Jesús les pedía a sus Discípulos: “Meteos bien esto en la cabeza”. Jesús trata de hacer caer en cuenta a sus discípulos de la novedad de su propuesta de salvación. Debe ser que Jesús sabía bien que sus discípulos eran cabeciduros. O simplemente les pasaba lo que nos puede pasar nosotros, que a veces hay cosas que no nos gusta oír, y que, por lo tanto, no las oímos. Los discípulos, animados por Pedro, habían tomado conciencia de que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios para liberar al pueblo de Israel de la opresión y la injusticia. Esto lo sabe Jesús. Como buen maestro y pedagogo sabe que los discípulos han dado un paso al frente. Ahora saben que él es el Mesías, pero no tienen idea de qué tipo de Mesías es Jesús. Más bien tienen muy claro cómo les gustaría a ellos que Jesús fuese Mesías.Cuando Jesús les da esta trágica noticia: “Al hijo del hombre deberá sufrir mucho y ser entregado en manos de los ancianos y morir”, esta afirmación de Jesús les cambia por completo el horizonte. Por eso, sabía Jesús que les iba a costar comprender su peculiar manera de ser Mesías: estar cerca de los pobres y sencillos, siendo testigo del amor de Dios para los marginados y excluidos y encontrándose con los poderosos sin armas, renunciando a toda violencia. Asumiendo que al final las fuerzas del mal podrían ganar la batalla (¡pero no la guerra!). La muerte no tiene la última palabra. Jesús les anuncia también que al tercer día resucitará. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Como es natural, los discípulos no entendían. Tampoco querían entender algo que estaba tan lejos de sus expectativas. Sentían que lo que decía Jesús era verdad, pero les daba miedo asumir esa verdad. A ellos, como tantas veces a nosotros, les costaba entender que la resurrección pasa por la muerte y que no puede ser de otra manera. La invitación de Jesús sigue vigente para nosotros: “El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa mía y el Evangelio la salvara”. El Papa Francisco continuamente nos invita a ser discípulos misioneros del Evangelio con alegría y venciendo los miedos y temores que puede suscitar la misión, aunque, si a veces, esto implique correr la misma suerte del maestro.

Mié 5 Sep 2018

Cristo acoge e integra a los excluidos

Primera lectura: Is 35,4-7a Salmo Sal 146(145),7.8-9a.9bc-10 (R. 1) Segunda lectura: St 2,1-5 Evangelio: Mc 7,31-37 Introducción Partiendo del Evangelio que se nos ofrece para nuestra celebración en este domingo, presento tres idas temáticas de reflexión: Con la llegada de Jesús se inicia una nueva creación. Jesús inaugura un nuevo tiempo de Salvación, hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Frente a la cultura del descarte Jesús manifiesta una nueva cultura de la acogida y de la integración, restaurando la vida de los excluidos por la enfermedad y el abandono. Jesús, con sus signos de amor y misericordia, capacita al ser humano para ser oyentes del mensaje de salvación, y para anunciar el Evangelio en medio de la mudez insensata del mundo que rechaza la verdad y plenitud de vida en el Señor. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelista San Marcos, relata cómo a Jesús le presentan un sordo que además hablaba con dificultad. Lo presentan no pidiéndole que lo cure, sino que imponga las manos sobre él. Jesús reacciona a la solicitud metiéndole sus dedos en los oídos y tocando la lengua con su saliva. Los gestos de Jesús con el sordo mudo, muestran su deseo de comunicar con alguien que no oye y no puede hablar. Es el lenguaje de los gestos. Se podría pensar que, el sordomudo, representa el mundo pagano: es sordo respecto al proyecto de Dios y mudo porque es incapaz de alabarlo. También para estos llega el poder salvador de Jesús. Nos encontramos con un pasaje exclusivo de Marcos. Con un hecho milagroso situado en un territorio pagano, cerca al lago donde Jesús permanece por algún tiempo, el mar de Galilea, atravesando por la Decápolis, de población pagana, abarcado por la cultura helenista. La multitud reacciona proclamando que Jesús ha venido a inaugurar un tiempo nuevo. En el libro del Génesis (1, 31) al hablar de la creación, se decía “y vio Dios que todo aquello que había hecho era muy bueno” y aquí de nuevo la gente dice: “todo lo ha hecho bien”. Con Jesús estamos al inicio de una nueva Creación. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? En la tradición profética, la sordera o la ceguera eran figura de la resistencia al mensaje de Dios como lo relata el profeta (Isaías 6, 9), pero aquellos que lo padecían no eran conscientes de esto, son otros los que se lamentan del defecto y van donde Jesús. En la primera lectura, el termino sordomudo aparece en Isaías 35, 6, donde se trata del éxodo de Babilonia. En realidad, sordomudos son los discípulos, que no aparecen en la escena, y que no habían comprendido las últimas palabras de Jesús (7, 18). La palabra “balbuciente” indica, en el relato, un individuo que no habla normalmente, en el plano simbólico alude a hablar de los discípulos, que transmiten un mensaje diferente de aquel de Jesús. El obstáculo, que impide a los discípulos aceptar el mensaje de Jesús (sordera) que sugiere el verdadero mensaje (balbuciente) es la ideología nacionalista y exclusiva del judaísmo: creen todavía en la superioridad judía y no quieren aceptar la igualdad de todos los pueblos en relación al Reino. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Papa Francisco, continuamente manifiesta su rechazo a la cultura del descarte, proponiendo una actitud incluyente. La liturgia de la Palabra invita a valorar esta dimensión universal de la propuesta salvadora de Cristo. Jesús aprovecha, esta petición de imponer las manos sobre el enfermo, ante la actitud excluyente de los discípulos. Al entrar en contacto con los otros pueblos (la rivera pagana del lago) los discípulos muestran un total rechazo a todo aquello que no es judío. El verbo suplicar, indica una mayor insistencia que el simple “pedir”, y señala el gran interés de los intermediarios por el sordo. No suplican a Jesús que lo cure, sino que le imponga la mano, gesto que es símbolo de la transmisión de la fuerza vital; con esto bastaría para cambiar la situación. En esta curación se resalta la materialidad de la acción de Jesús (signos y contacto material), la clandestinidad con la cual circunda la acción es la expresión de los sentimientos de Jesús. La acción de Jesús es doble, según el doble defecto del hombre: primero le mete los dedos en el oído, indicando que, no obstante, la resistencia que presentan los discípulos, es capaz de hacer llegar a ellos el mensaje del universalismo. Después le toca la lengua con su saliva. El dedo transmite poder; penetra y abre el oído (salmo 40, 7: has hecho el modo que te escuchara). Los antiguos atribuían a la saliva cualidades curativas: la de Jesús es milagrosa. Alzando los ojos al cielo indica “de donde viene la ayuda” (salmo 121,1; 123,1). Marcos expresa la orden de Jesús con el término arameo, indicando con esto, de nuevo, que el hecho o acción es referida a Israel (Mc. 5,41; 7,11, etc.), en este caso al nuevo Israel, representado por los doce. De hecho, el oído se abre y su hablar es ya sin defectos, en el doble sentido, narrativo y figurado. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Todos y cada uno de los bautizados, han recibido la triple misión de ser sacerdote, profeta y rey; lleva en su ADN espiritual la impronta de ser discípulo misionero. Hemos sido creados por Dios y para Dios en la perfección de todo lo creado. El evangelio de hoy termina diciendo “todo lo ha hecho bien”. Los presentes, extraordinariamente impresionados, lanzan una exclamación que recuerda la acción creadora del Génesis 1, y de la profecía de Isaías 35, 5-6 propuesta en la primera lectura. El creador todo lo ha hecho bien, el redentor recrea con su bondad. Jesús prohíbe divulgar el hecho porque sabe que esta apertura no es definitiva (Mc 8,18). Sin embargo, el reiterado aviso de Jesús, los presentes son optimistas, piensan que todo se encuentra en orden. La impresión es enorme. Algunas veces se exagera la importancia que el evangelio de Marcos atribuye a la prohibición de divulgar la curación, como si Jesús tuviera un secreto para esconder. Cuando pide silencio, obtiene el resultado contrario; cuando más lo prohíbe, más la buena noticia se difunde (Mc 1,28.45). El mensaje se va universalizando sin fronteras y sin exclusión de raza, pueblo y nación. El plural “sordos y mudos”, de la frase final, que se refiere a la única curación precedente, se podría pensar que, insinúa de nuevo que el sordo es una figura representativa. El sordomudo es, por lo tanto, una imagen de toda la humanidad, que tiene necesidad de ser curada. Todo el pueblo es sordomudo. El profeta Isaías anunció un tiempo de salvación, cuando “se abrirán los oídos de los sordos y la lengua de los mudos gritarán de júbilo” (Is. 35,5). Jesús es el salvador esperado. Aquello que era anuncio, ahora es realidad. Una realidad, que se realiza en territorio pagano, porque la misericordia de Dios es para todos los hombres y todos los pueblos.

Jue 30 Ago 2018

Conjuguemos la ley y el amor

Primera lectura: Dt 4,1-2.6-8 Salmo Sal 15(14),2-3a.3bc-4ab.5 (R. 1a) Segunda lectura: St 1,17-18.21b-22.27 Evangelio: Mc 7,1-8.14-15. 21-23 Introducción Anotemos tres ideas temáticas que ofrecen las lecturas que se nos ofrecen para esta domínica: Cercanía de Dios a su creatura humana y justicia de la Ley Divina. Escuchar la Palabra de Dios para ponerla en práctica. Saber conjugar la ley y el amor. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de hoy siguen la línea exhortativa. En la primera, aparece Moisés ejerciendo su liderazgo y exponiendo una serie de leyes y normas que preparan al pueblo para tomar posesión de la tierra que les ha dado Yahvé. Leyes para poner en práctica, crecer en sabiduría y cultivar una sana convivencia que abra caminos para el progreso de la nación, pero, ante todo, leyes y normas para sentir la cercanía permanente de Dios. Se trata, pues, de hacer tomar conciencia al pueblo de que Dios los liberó de la esclavitud de Egipto y los acompaña ahora en su camino hacia una absoluta libertad en una tierra que será propia. Un Dios cercano, justo y fiel. Por su parte, Santiago centra a sus lectores en la necesidad de atender la Palabra de Dios para ponerla en práctica y no contentarse sólo con escucharla. Califica la Palabra de Dios como “ley perfecta de la libertad” que le permite al hombre alcanzar una religiosidad auténtica que agrada a Dios. “Si alguno piensa que se comporta como un hombre religioso y no solo no domina su lengua, sino que conserva pervertido su corazón, su religiosidad es falsa.” Asimismo, en el evangelio de Marcos propuesto para hoy se cuestiona la coherencia religiosa de los discípulos de Jesús, lo que permite al Señor indicar que la salvación del ser humano no tiene su fuente en la observancia legalista, de apariencia externa e hipócrita como la han venido presentando los fariseos con su estilo de vida y práctica de la fe. Propone Jesús, más bien, una observancia al ‘mandamiento de Dios’ desde el corazón del hombre, pues es ahí, en la intimidad de cada ser humano, donde se forman las grandes maldades que manchan al mismo hombre y le impiden ser un instrumento de Dios entre sus semejantes. El corazón humano: fuente de pureza e impureza. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra, contenida en los textos de este domingo, nos anima a descubrir la cercanía de Dios en la cotidianidad de nuestra realidad humana y comunitaria. Las leyes y normas propuestas por Dios como camino de salvación deben comprenderse como el deseo del Padre Bueno de estar cerca de sus hijos para que de los corazones de éstos siempre broten sentimientos y deseos de amor, esperanza, justicia, reconciliación, perdón y paz. Para esto, tenemos que abrirnos a la escucha de la Palabra y llevarla a la práctica en la realidad del día a día. Se trata de una apertura permanente y total que nos conduzca a la conversión para, así, acoger en nuestro corazón la luz del Evangelio. Es en el corazón humano donde nacen la pureza y la impureza. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Vale la pena insistirle a la comunidad en la necesidad de escuchar la Palabra de Dios con actitud propositiva, es decir, siempre dispuestos a nutrirnos de ella para poder ser mensajeros de paz y progreso en nuestras comunidades, líderes de inclusión y defensores de la vida. Ser auténticos y alegres discípulos misioneros del Señor. Es decir, que no basta escuchar la Palabra, comprenderla, reflexionar o predicarla; sino que es “justo y necesario” convertir esa Palabra en estilo de vida, en motor de conversión y en alimento que nutre la esperanza en la vida eterna. Que la Palabra nos conmueva, nos estremezca y hasta nos haga entrar en crisis existencial, para sentirnos necesitados de Dios y, aún más, sentir la necesidad del Señor de querernos cerca de Él. Muy acordes a este tema están las palabras del papa Francisco en su reciente visita a Colombia: “Me dirijo ahora a todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, como quien quiere ser portador de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza. Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz.” (Saludo del Santo Padre al pueblo colombiano, Bogotá, 7 de septiembre de 2017). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Crecer en conciencia sobre el anhelo del Señor de querer estar siempre cerca a todos y cada uno de nosotros, debe animarnos a retomar el camino de la vida con mayor alegría y espíritu de conquista por un proyecto de vida que se extienda hasta la eternidad.

Vie 24 Ago 2018

Vivamos en la libertad del amor

Primera lectura: Jos 24,1-2a.15-17.18b Salmo Sal 34(33),2-3.16-17.18-19.20-21.22-23 (R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 5,21-32 Evangelio: Jn 6,60-69 Introducción Tres ideas fundamentales que, en este XXI domingo nos presenta la Palabra de Dios y que se nos ofrece para nuestra reflexión y vivencia, son: La libertad para decidir servir a Dios. La libertad para elegir la vida de familia. La libertad para decidir seguir a Cristo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos presenta la interpelación de Josué al pueblo de Israel acerca de su decisión para servir al Dios del éxodo, al Dios que los liberó de la esclavitud en Egipto. Y ese cuestionamiento, fuerte y hasta incisivo, lleva consigo no solo palabras exhortativas, sino también el testimonio de quien dirige al pueblo en su camino hacia la tierra prometida: “Yo y los míos serviremos al Señor”, expresó Josué. Esta actitud de liderazgo, sin duda alguna, no dará espera en la reacción del pueblo: “También nosotros serviremos a Yahvé, porque él es nuestro Dios”. Por su parte, Pablo, en la carta escrita a los efesios, expresa consejos prácticos para la vida conyugal, presentándola como reflejo del amor de Cristo por su Iglesia. Se muestra así cómo, desde la familia, iglesia doméstica, también se sirve al Señor. El evangelio de Juan nos recrea un encuentro de Jesús con muchos de sus discípulos. Unos, entre los que está Pedro, deciden seguirlo; y, los otros, que no se dan la oportunidad de estar más tiempo con el Maestro para conocerlo mejor, optan por abandonarlo. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Este domingo, la Palabra de Dios nos exhorta a vivir en la libertad del amor para poder tomar decisiones que favorezcan no solo nuestros intereses particulares, sino también los de la comunidad. Se trata, pues, de una libertad que condiciona las decisiones del ser humano ante la verdad y la mentira, ante lo bueno y lo incorrecto, ante la justicia y los abusos, ante la pobreza y la riqueza… ante la elección radical de seguimiento a Dios y el rechazo a los falsos dioses como el poder para oprimir, el dinero para malgastar y las relaciones por simple satisfacción personal. Retumba hoy en nuestros corazones la pregunta de Cristo a Pedro y al grupo de discípulos que lo acompañaba: “¿Acaso también ustedes quieren irse?” La respuesta a esta pregunta, sin duda, parte en dos la historia de quien decide, libremente, seguir al Señor Jesús, pues se trata de abrirse conscientemente a lo infinito del amor de Dios, liberándose de la angustia y la desesperanza que produce el pecado. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Más que bienestar, éxito o fama, el seguimiento a Cristo nos exige valentía para transformar situaciones oscuras con la luz de Cristo y dejar, como bien lo sugiere la Conferencia Episcopal de Colombia en su lema de este trienio (2018 – 2020), que la “misericordia y la verdad se encuentren, la justicia y la paz se abracen” (Salmo 85,11) Cabe aquí recordar la sabia invitación que nos hiciera el Papa Francisco en su reciente visita a Colombia cuando concluyó en Villavicencio el gran encuentro por la reconciliación nacional: “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno.” Se trata, pues, del compromiso que asumen los seguidores de Cristo de sentirse libres, de renunciar a la caducidad de este mundo para poder tomar decisiones que, inspiradas por el mismo Dios, favorezcan siempre la dignidad humana y honren a nuestro Creador. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Esta palabra nos insta a superar las fronteras de la desidia, de acomodarnos a las situaciones adversas y, más bien, nos anima a estar siempre atentos a encontrar el otro camino, la otra opción, aquello que es compatible con Dios: lo justo, lo noble, lo solidario, lo bello, lo alegre…

Jue 16 Ago 2018

Jesús es el alimento, el perdón y el verdadero camino a seguir

Primera lectura: Pr 9,1-6 Salmo Sal 34(33),2-3.10-11.12-13.14-15(R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 5,15-20 Evangelio: Jn 6,51-58 Introducción Existe, en nuestra cultura y en las sociedades de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y son las encuestas y el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También ante la predicación del Señor Jesús aparece un sondeo de diversas opiniones, con fines educativos y de exhortaciones: estaban entre los que lo oían personas que lo aceptaban y otros que les costaba entenderlo en su discurso del Pan de Vida. En los Proverbios el Señor nos llama a ser sensatos, sabios e inteligentes para que gustemos de su bondadosa presencia. Invitación que nos repite el salmo 33: ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! Igual San Pablo, en su carta a los Efesios, nos recuerda que debemos ser agradecidos y estar atentos para descubrir cuál es la voluntad de Dios y a ser dóciles a su Espíritu que nos conduce por el camino del bien y nos advierte cómo rechazar el mal. Continúa el Señor Jesús el discurso del Pan de Vida y ahora enfatiza que se nos da como pan vivo, su “carne entregada para que el mundo tenga vida.”-cordero-; en lugar del maná, comida que sostuvo temporalmente al pueblo en el desierto. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Nuestro Dios, por su inmenso amor y misericordia, nunca nos abandona, sino que nos cuida siempre y nos da lo que más necesitamos: la vida presente y el alimento para sostenerla; la sabiduría, la inteligencia y la luz del Espíritu que nos permite descubrir su voluntad. Al Señor Jesús, lo celebramos en la Eucaristía, memorial de su entrega, y lo vivimos día a día en la comunión con los otros y con preferencia en la vida fraterna y solidaria cuando compartimos el pan y el amor. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Sagrada Escritura me dice que el pueblo de Dios se vio liberado de la esclavitud del Faraón en Egipto gracias a la sangre y a la carne del cordero que les salvó la vida y les dio fuerzas para iniciar por el desierto el camino de la libertad. El acontecimiento del éxodo dio al pueblo de Dios una vida y libertad limitadas. Ahora el Señor Jesús se hace presente como el liberador y salvador definitivo, por eso se me presenta como el nuevo cordero que da su carne como alimento y su sangre como bebida salvadora para que todo el que lo reciba y tenga vida en plenitud, vida eterna: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.” El Señor Jesús es el pan que me sostiene en el diario caminar, me comunica la paz y me fortalece en las debilidades y carencias cotidianas. Me motiva a trascender y mirar más allá, a nunca desanimarme en medio de la lucha y a rechazar toda situación de desánimo o depresión, de relativismo e indiferencia donde da igual vivir que morir. Cristo me anima a unirme a Él e imitarlo, a escucharlo y recibirlo porque es Él quien sostiene mi vida histórica y me garantiza vida eterna. En la medida que cada uno recibamos al Señor Jesús y dejemos que se haga vida en nuestra vida, viviremos la alegría de construir comunidades de fe, paz y amor. Cristo nos capacita para esta misión, pues Él mismo nos ha: «Yo soy el pan de la vida… El que cree tiene vida eterna». ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Señor Jesús al hacernos parte de su cuerpo y de su sangre salvadora anima nuestra vida, tanto para el tiempo presente, como para el futuro. Por tanto, también Él se hace parte de mis preocupaciones, alegrías y esperanzas, de mis problemas, luchas y logros, a la vez que su voz ilumina toda la realidad de mi historia. Él es el alimento, el perdón y el verdadero camino a seguir. Él es también la voz que nos mueve a rechazar la violencia, el engaño, el aborto y todos los males que atentan contra la vida humana y la casa común, voz de salvación “que debe llegar con fuerza al corazón del hombre para interpelar su libertad, invitándolo a un éxodo permanente desde la propia autoreferencialidad, hacia la comunión con Dios y con los demás hermanos”, como nos lo recuerda el papa Francisco en su vista a Colombia (Encuentro con el Comité Directivo del CELAM, jueves 7 de septiembre de 2017). La violencia es inhumana y todas las actitudes que van contra la persona y la naturaleza nunca construyen y por tanto en nada pueden ser aprobadas por la Iglesia. Al destruir, destruyen el amor, la paz, la fraternidad y, sobre todo, las esperanzas de luchar y mejorar, mientras que la Iglesia debe seguir invitando al bien y predicando los valores del Reino, paz y justicia, vida y verdad, amor y libertad…, sin condenar a nadie. Se puede, aquí, hacer alusión a algunas expresiones de Monseñor Oscar Romero, quien decía: “Cuando se construye así la historia -qué hermoso- coincide con la historia de la salvación; hay paz. Pero esto es muy profundo y no todos lo comprenden, y por eso, dice Cristo, que lo que va a surgir inmediatamente ante esta doctrina es la crítica y la división… una de las cartas más bonitas que llegan en esta semana es aquella que dice: "Lo que más me admira de la Iglesia de estos días es que, a pesar de haber sufrido tantos atropellos y hasta asesinatos, nunca se le ha oído una palabra de odio ni de venganza, sino siempre una palabra de amor y de conversión". ¡Qué bien captan las almas humildes las intenciones de la Iglesia! Y yo me alegro de que así se sienta, mientras que otros siguen tercos en acusar a la Iglesia de violenta y que es causa de los males. Los que escuchan sin perjuicios, sin intereses egoístas, escuchan el verdadero lenguaje de la Iglesia: No a la violencia; un llamamiento a la conversión de los pecadores, como dije aquí el día de las exequias del Padre Grande, "¿Quién sabe si los asesinos de esta víctima me están escuchando por radio? Sepan que no los odiamos, que pedimos a Dios que se arrepientan" y vengan con nosotros un día a recibir el pan que Dios da con un beso de amor, aun a los pecadores, aun a los asesinos. Qué alegría sentiría la Iglesia el día en que todos los que han escrito o pagado escritos o usado armas, a humillar pueblos, o torturando gente con un sentido tan brutal de la vida, se convirtieran, vieran que eso no puede ser y volvieran arrepentidos a pedirle perdón a Dios, que todavía los está esperando. Desde luego que Dios les da vida a los pecadores; es porque está esperando. Ojalá, queridos amigos que me están escuchando (tal vez humillados de lo que han hecho, porque la violencia nunca es un orgullo, y el que golpea a otro hombre siempre siente la vergüenza; él está más humillado que el mismo golpeado) sientan de veras que eso es vergonzoso, sobre todo en un país que se llama civilizado y que si de veras le queremos dar un rostro bello a nuestra patria, lavémosla en la conciencia íntima sobre todo de los que son culpables, causantes, patrocinadores, tolerantes, alcahuetes, de esta situación de muerte que no puede seguir” (Homilía, 14 de agosto de 1977). ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El Señor Jesús al dar su vida, comunicó la vida a la humanidad y a todo el mundo y la sigue comunicando. Hoy al hablarme me anima y me fortalece, me pide aceptarlo y recibirlo para tornarse uno conmigo y hacer que le encuentre sentido a mi vida. Su voz de ánimo y fuerza me comunica su vida abundante, vida que sólo Dios da en el tiempo presente y que, al encontrarle gusto a mi vida, al experimentar la libertad y el deseo de ser feliz en plenitud, me lleva a compartir y servir a los demás, y, al mismo tiempo a querer resucitar el último día, ir más allá de la historia: llegar a mi realización humana, a mi felicidad y vida en plenitud.

Sáb 11 Ago 2018

El Santuario, lugar privilegiado para la Nueva Evangelización

Retomando el llamado del Papa Francisco a revalorizar la piedad popular y en este sentido la importancia de los Santuarios como ambientes evangelizadores, del 6 al 9 de agosto se realizó, en las instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia, el Congreso Nacional de Rectores de Santuarios. En la jornada, convocada por el Departamento de Liturgia, al que pertenece la sección religiosidad popular y Santuarios, participaron 40 rectores, quienes proyectaron las líneas de acción a partir de las que se espera fortalecer FESANCOL (Federación de Santuarios de Colombia) y se eligió el nuevo comité ejecutivo, conformado por: Presidente: Monseñor Gabriel Londoño, rector de Santuario Nuestra Señora de Lourdes (Bogotá). Vicepresidente: Padre Gregorio Ureña, rector del Santuario Divino Niño (Bogotá). Tesorero: Fray Nelson Novoa, rector del Santuario Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Chiquinquirá). Secretario: Padre Orlando Gonzáles, rector del Santuario del Señor de los Milagros de Buga. Vocal: Padre Jesús Pinzón, rector Santuario de Monserrate De otra parte, se plantearon estrategias para fortalecer la relación entre la Federación de Santuarios y la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC); en este sentido, se propuso: potencializar la relación entre el enlace de la CEC (Comisión Episcopal de Liturgia) y la Federación; además, se estableció realizar congresos de Santuarios en los años pares y en los impares reuniones regionales. Frente a los desafío en el acompañamiento, Mons. Noel Londoño, obispo de Jericó, desatacó la importancia que los Santuarios o lugares de peregrinación sean aprobados a partir de la realidad que se vive en cuanto a expresión de la piedad popular y no creados por decreto. También recordó la necesidad de fortalecer la relación entre los Santuarios y el aprovechamiento de la experiencia que tienen algunos erigidos hace más de 300 años. La relación entre los Santuarios de Colombia y de América Latina, a través del Celam, también fue objeto de reflexión durante el congreso que contó con diversos ponentes nacionales e internacionales. A su turno, Monseñor Octavio Ruíz Arenas, Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, profundizó sobre los Santuarios como espacio donde se va para lograr un encuentro con la divinidad. “Peregrinar es caminar con fe, es un acontecimiento de gracia”. Dentro de los ejes temáticos abordados en relación a este aspecto, se habló sobre: la piedad popular y la nueva evangelización; la fuerza evangelizadora de los santuarios; pastoral del encuentro en los santuarios; compromiso de amor y de justicia. Finalmente, el padre Jairo Alberto Montoya, director del Departamento de Liturgia del Episcopado colombiano, profundizó sobre el Santuario: memoria, presencia y profecía del Dios Vivo, explicando que “el nombre de santuario designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, con aprobación del Ordinario del lugar, acuden en peregrinación números fieles. Retomando al Pontifico Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, señaló que “ en los Santuarios se debe proporcionar a los fieles los medios de salvación, predicando con diligencia la Palabra de Dios y fomentando la vida litúrgica”. Respecto al pasado, agregó, “el Santuario se presenta como memoria de que nuestro origen está en el Señor del cielo y de la tierra (…) por tanto, este lugar se presenta como signo de la presencia divina y se constituye como profecía del mañana de Dios en el hoy del mundo”.