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Predicación Orante de la Palabra

Vie 29 Ago 2025

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos

VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOAGOSTO 31 DE 2025Primera lectura: Sir 3,17-19.28-29Salmo: 68(67),4 y 5ac. 6-7ab.10-11 (R. cf. 11b)Segunda lectura: Hb 12,18-19. 22-24a Evangelio: Lc 14,1.7-14.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLos textos bíblicos de este domingo nos presentan tres ideas temáticas: La primera lectura es una exhortación al hombre intelectual sumido en la arrogancia de quien cree tener gran dominio de la ciencia y del conocimiento, a vivir en la humildad que le permitirá temer a Dios siguiendo sus mandatos y vivir bien; la segunda lectura expresa la bondad y la belleza de la nueva alianza como respuesta a los judíos que se habían convertido al cristianismo y añoraban la religión en la que se habían formado sintiendo nostalgia por sus tradiciones antiguas y es así como el autor de la carta, quiere abrirle los ojos comparando la primera alianza que se llevó a cabo en el Sinaí con la segunda alianza realizada por Cristo y que tiene como símbolo la nueva Jerusalén y en el Evangelio, el reino de Dios está insinuado en un banquete al que asiste Cristo en persona y que tiene unas normas para participar en él y dos actitudes para poder acceder: la humildad y el amor desinteresado al prójimo especialmente al marginado y al más vulnerable.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La humildad es una cualidad que implica el desapego a lo material y la ayuda al prójimo, y es por esta razón que se convierte en una de las virtudes más valiosas que puede tener una persona a la hora de vivir en sociedad; la palabra humildad proviene del vocablo latino humillitas, que a su vez tiene la raíz humus, que significa tierra; de ahí que la palabra está relacionada con la aceptación de nuestras propias limitaciones y bajezas; además, el humus es aquello de lo cual la naturaleza se desprende pero que a su vez la enriquece, la fertiliza y la hace crecer; la humildad entonces nos habla de liberarnos de lo accesorio para poder desarrollar lo esencial.El Evangelio nos recuerda que Jesús participaba con frecuencia de banquetes en los que se reunía con publicanos, pecadores, escribas y fariseos porque para él no hay separación entre seres humanos puros e impuros ya que todos son hijos de un único Dios; cabe señalar que Jesús tomó la decisión de vivir humildemente y de aceptar lo que las personas le ofrecían en sus casas, que además eran un lugar privilegiado para enseñar, sobre todo cuanto estaba en la mesa, a sus discípulos y a los demás comensales.En la comunidad cristiana en el tiempo de Lucas, había algunos miembros con el afán de ocupar los primeros puestos, de sentir el deseo o la codicia de ser grandes y de hacerse servir de los otros; es el mismo Jesús, quien no quiere que aparezca este comportamiento competitivo entre los miembros de la comunidad cristiana y por eso expresa que “todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido”.Finalmente, en la parábola, la enseñanza de Jesús sobre los puestos que ocupan los comensales en la mesa no es solo una norma de urbanidad y educación sino, sobre todo, una enseñanza sobre la actitud religiosa que tiene que ver con el puesto en el banquete del reino de Dios, es decir, en la comunidad cristiana: el primero es el último, es el que sirve, es el humilde de la primera lectura; “Cuánto más grande seas, más humilde debes ser y así obtendrás el favor del señor” (Eclesiástico 3, 18)2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?La comunidad de discípulos de Jesús vive sus relaciones con unas reglas de juego diferentes a las estipuladas por la sociedad, es decir, el que quiere sobresalir es ubicado en el último lugar y a la persona que es humilde y no busca ningún protagonismo ni reconocimiento es promovido a los primeros lugares.El señor Jesús nos motiva para que cambiemos los sentimientos y motivaciones que impulsan nuestras acciones, para que desterremos los cálculos interesados y las componendas egoístas y para que nos donemos y sirvamos al prójimo sin esperar recompensa ni premios.El que es humilde de corazón no se considera poseedor de la verdad y es capaz de abrirse y disponerse a trabajar para sacar adelante las iniciativas de los demás miembros de la comunidad, rechazando las actitudes discriminatorias y acogiendo la diversidad como una herramienta para el crecimiento de la comunidad.Vivir en la humildad es reconocer nuestras posibilidades y limitaciones, aceptando como acto de generosidad la ayuda de otros hermanos, abriéndose a la acción de Dios y evitando el orgullo y la autosuficiencia que conduce al creyente a cerrase a los demás y a la gracia de Dios.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Hemos reflexionado en la enseñanza de Jesús sobre la humildad y la inclusión en el Reino de Dios, en un contexto donde las jerarquías sociales y las apariencias a menudo dominan y donde el Señor nos llama a un camino diferente, uno que se basa en el amor y la generosidad hacia los demás, especialmente hacia los más necesitados, por eso te decimos: Señor, permite que en nuestros banquetes cristianos no invitemos sólo a nuestros amigos y familiares que pueden devolver el favor, sino que abramos nuestras puertas a los pobres y a todos aquellos que necesiten de nuestra ayuda y servicio; permítenos también, Señor, entender que el verdadero valor de nuestras acciones radica en el amor desinteresado que mostramos hacia los demás desde la humildad y la generosidad como virtudes que nos acercan más a Dios y a nuestros hermanos.La invitación es para que nos acerquemos a la contemplación con base en las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos ser más inclusivos en nuestros círculos sociales? ¿De qué manera podemos servir a los que están en necesidad? ¿De que manera podemos aplicar a nivel personal y comunitario el querer de Jesús en el Evangelio: “Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”? Interioricemos también la Palabra de este Domingo a partir de la práctica personal de estas máximas: “Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios”, “Dios revela sus secretos a los humildes” y “No te sientes nunca en el puesto principal”.Recomendaciones prácticas-Pensemos en iniciativas comunitarias que buscan ayudar a los más vulnerables, como los comedores sociales que alimentan a los que no tienen hogar o los programas de orientación para jóvenes en riesgo.-Jornada DONA NOBIS: Plan de sostenimiento de la Obra Evangelizadora de Colombia.II. MONICIÓN INTRODUCTORIA DE LA MISA Y ORACION DE LOS FIELESIntroductoria de la MisaQueridos hermanos, una vez más el Señor nos reúne en torno al altar, congregados como hermanos y peregrinos de la esperanza en busca de construir una sociedad cada vez mejor, al estilo de Cristo, el príncipe de la paz; con gozo acogemos el mandato del amor fraterno que Jesús nos regala y que se evidencia en la humildad y sencillez de vida que llevemos, junto con la caridad que manifestemos a los hermanos; oremos para que, con la ayuda divina, podamos vencer la soberbia y orgullo que el mundo nos ofrece y vivamos la humildad que Cristo nos enseña.A la liturgia de la PalabraAhora vamos a alimentarnos del banquete de la Palabra: guiados por el libro del Eclesiástico, aprendamos a hacernos pequeños en las grandezas humanas para alcanzar el favor de Dios que, como dirá el salmo, es padre y protector de los desvalidos y prepara casa para los pobres; junto con la carta a los hebreos, entendamos que estos nuevos mandatos son parte de la Nueva Alianza que en Jesús se ha establecido y que, como dice el Evangelio de Lucas, consiste en no buscar la primacía ni la retribución, sino en ser humildes y desinteresados, y así la paga será en la resurrección y no en lo pasajero de la humanidad.Oración de los fielesHermanos, oremos a Dios, Padre misericordioso, que quiere que nos configuremos a imagen de Jesucristo en el servicio y la humillación y, confiados en su bondad, oremos diciendo:R. Escúchanos, Padre de amor.1.Te pedimos, Padre, por la Iglesia y sus ministros para que, fieles a Cristo, se esfuercen por anunciar el Evangelio a todos los hombres, especialmente a los pobres y necesitados, que son los preferidos de Jesús.2.Te pedimos, Padre, por los gobernantes de las naciones, para que sirvan a los territorios que tienen bajo su cuidado con sencillez y humildad, y sin discriminar a ninguna persona.3.Te pedimos, Padre, por los pobres, enfermos, tristes y excluidos de la sociedad, para que encuentren en los cristianos un apoyo en sus necesidades.4.Te pedimos, Padre, por todas las personas que ayudan a la obra evangelizadora de la Iglesia Colombia por medio de la DONA NOBIS, para que les concedas abundantes bendiciones.5.Te pedimos, Padre, que nos ayudes a todos los que celebramos esta eucaristía, a vivir sin buscar reconocimientos humanos, sino a servir con humildad y sin esperar nada a cambio.Oración conclusivaPadre de bondad, acoge con amor nuestra oración en favor de toda la humanidad para que juntos, asistidos por tu Espíritu, seamos capaces de caminar en la esperanza de ser tus testigos y conseguir la paz que deseamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.

Vie 8 Ago 2025

Estad atentos y vigilantes

DÉCIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOAGOSTO 10 DE 2025Primera lectura: Sb 18,6-9Salmo: 33(32),1 y 12.18-19. 20 y 22 (R. cf. 12b)Segunda lectura: Hb 11,1-2.8-19 (forma larga)Evangelio: Lc 12,32-48 (forma larga) o Lc 12,35-40 (forma breve).I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónHablar del Reino de Dios nos invita a adentrarnos en una reflexión profunda sobre nuestra fe, ya que este concepto es, a la vez, vasto y esencial en la vida cristiana. La riqueza de los textos bíblicos que abordan el Reino nos ofrece diversas perspectivas y matices, lo que puede hacer que su comprensión parezca inabarcable. Sin embargo, hay un elemento constante y central que lo define: la actitud de esperanza y preparación con la que lo esperamos.El Reino de Dios no es simplemente una realidad futura; es una promesa que nos interpela aquí y ahora. Nos llama a vivir de manera coherente con nuestra identidad como bautizados, como miembros del pueblo elegido por Dios. Esta preparación no es pasiva, sino activa, implicando una transformación diaria de nuestra vida, guiada por los valores del Evangelio. Somos llamados a caminar en fe, sabiendo que hemos sido elegidos para formar parte de la salvación que Dios ofrece a la humanidad.El Evangelio de hoy nos recuerda que todos estamos invitados a ser parte de ese rebaño único bajo un solo Pastor, Jesús. Pero esta invitación no basta con recibirla; es necesario responder con una fe firme y una confianza plena en la providencia divina. La fe sólida no solo nos ancla en la certeza de la promesa de Dios, sino que también nos motiva a vivir con una actitud vigilante y constante. En esta vigilancia no hay espacio para el descuido espiritual; más bien, se trata de mantener nuestros corazones abiertos y nuestras manos dispuestas al servicio, siempre atentos a los signos del Reino que ya comienza a manifestarse en el presente.Prepararnos para la venida gloriosa del Señor implica cultivar en nuestro interior una disposición constante hacia el amor, la justicia y la paz. Cada acción, por pequeña que sea, puede ser una expresión de nuestra fe y un testimonio de que el Reino está cerca. Así, aguardamos con alegría y esperanza, no como quienes temen lo desconocido, sino como quienes se saben profundamente amados y llamados por Dios a participar en su gloria.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El Evangelio de Lucas nos presenta una invitación clara y desafiante: buscar el Reino de Dios con una actitud que trascienda las aspiraciones y deseos de los poderosos de este mundo. Este llamado no solo es una exhortación a renunciar a las ambiciones terrenales, sino que plantea un cambio radical en la forma de vivir, pensar y actuar. El Reino de Dios no se construye con los mismos valores que guían a las estructuras de poder humanas; exige otros comportamientos, otros principios y, sobre todo, una orientación hacia lo trascendente.Las parábolas que Lucas utiliza para ilustrar la vigilancia y la fidelidad son, en este sentido, una guía para entender la actitud que el cristiano debe asumir. No se trata solo de esperar pasivamente, sino de vivir en un estado de responsabilidad activa, conscientes de que nuestra existencia tiene una dimensión espiritual y trascendente. Esta responsabilidad se funda en la certeza de que nuestra vida está en las manos de Dios, lo que no implica evadir las tareas y los desafíos de este mundo, sino afrontarlos con una perspectiva diferente, sabiendo que nuestra meta última no está aquí.En esta dinámica, el Reino de Dios no se reduce a un ideal lejano o a una recompensa futura; es también una realidad que nos impulsa a vivir el presente con una entrega generosa y comprometida. Servir a los demás, especialmente a los más pobres y necesitados, no es una opción adicional, sino una parte esencial de nuestra vocación cristiana. Somos administradores de los bienes y dones que Dios nos ha confiado, y como tales, tenemos el deber de ponerlos al servicio de los demás con fidelidad y dedicación.La parábola nos habla de un Dios que un día se ceñirá para servirnos, un gesto profundamente simbólico que revela la grandeza de su amor y su voluntad de compartir su gloria con aquellos que han sido fieles. Pero mientras llega ese día, se nos invita a vivir en constante vigilancia, no como un estado de ansiedad, sino como una actitud de preparación activa. Trabajamos, construimos, servimos y ayudamos, porque sabemos que nuestras acciones tienen un valor eterno.Este mensaje es, en última instancia, una llamada a confiar plenamente en Dios y a vivir de acuerdo con los valores del Reino: justicia, solidaridad, humildad y servicio. Al hacerlo, no solo esperamos el encuentro definitivo con Dios, sino que también hacemos presente su Reino en el aquí y el ahora, convirtiendo nuestras vidas en un testimonio vivo de su amor y su promesa.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?El Evangelio nos invita a una esperanza que no depende de nuestros méritos, sino del amor incondicional de Dios. Jesús nos dice: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros su Reino”. Este mensaje nos asegura que la meta está garantizada, no por lo que hacemos, sino por la bondad infinita de Dios, quien nos llama a participar en su Reino, que es Él mismo, plenitud y felicidad para todos.Esta certeza transforma nuestra forma de ver la vida, llevándonos a reconocer a nuestros hermanos, especialmente a quienes sufren, como un tesoro. “Dad limosna, haceos talegas que no se echan a perder”, nos invita Jesús, llamándonos a compartir lo que somos y tenemos, y a colocar nuestro corazón en Dios y en los demás. “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.La esperanza cristiana no es pasiva ni evasiva; es una fuerza que dinamiza nuestra vida. Como afirma Nietzsche: “Si tenemos un para qué, encontraremos un cómo”. En la fe, nuestra meta no es un lugar distante, sino una experiencia viva del Padre y la comunión con los hermanos, que ya comenzamos a disfrutar aquí y ahora. Jesús nos llama a estar vigilantes y activos: “Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva”. Dichosos los que el Señor encuentra en vela, pues Él mismo se ceñirá y los servirá. Este encuentro con el Señor no es solo un evento futuro, sino una realidad que vivimos en cada acto de amor y servicio.Vivir con esperanza es caminar con el corazón puesto en Dios, sabiendo que nuestra meta es Alguien que ya camina con nosotros. La vigilancia, la comunión y el servicio son los pilares para vivir en el Reino de Dios, tanto ahora como en la eternidad.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Es importante recordar que la esperanza cristiana no es solo una espera pasiva, sino un impulso activo hacia una vida de servicio y vigilancia. Al hablarnos de la promesa del Reino de Dios, nos llama a vivir de manera coherente con esa esperanza, sabiendo que no dependemos de nuestros méritos, sino del amor incondicional de Dios. Este amor nos invita a reconocer a los demás, especialmente a los más necesitados, como un tesoro digno de nuestro esfuerzo y atención. Jesús nos desafía a no guardar nuestro corazón solo para nosotros, sino a compartir lo que somos y tenemos, a poner nuestras prioridades en el servicio a Dios y a nuestros hermanos.Como cristianos, esta invitación no es solo un mensaje de consuelo, sino un compromiso concreto a vivir con esperanza en lo cotidiano. Jesús nos llama a estar vigilantes y activos, participando en la construcción del Reino de Dios aquí y ahora. Vivir con esperanza significa que cada acción, por pequeña que sea, puede reflejar el amor de Dios y acercarnos a esa plenitud que nos promete. No se trata solo de esperar el futuro, sino de transformar el presente a través de la comunión con Dios y el servicio a los demás. Así, el cristiano está llamado a ser un testigo vivo de la fe, llevando a cabo en su vida diaria los principios del Reino, con un corazón que busca siempre el bien de los otros.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la MisaMovidos por un corazón entregado al Señor disponemos nuestra vida para esperar en el Señor, por ello, con la convicción de nuestra fe, iniciemos nuestra celebración eucarística disponiendo nuestro ser en actitud expectante y activa para ser testigos del Reino de Dios.Monición a la Liturgia de la Palabra La primera lectura, del libro de la Sabiduría, y el pasaje del Evangelio de Lucas nos revelan con certeza que Dios viene, invitando al creyente a una espera vigilante. La carta a los Hebreos refuerza esta actitud, fundamentándola en la fe y poniendo a los patriarcas como ejemplo de confianza. En comunión con los creyentes de todos los tiempos, proclamamos con el salmo responsorial: "Nosotros esperamos en el Señor".Oración Universal o de los Fieles Presidente: Confiando en la promesa de Dios y en su amor incondicional, presentemos nuestras peticiones ante Él, pidiendo por la gracia de vivir conforme a su Reino.R/. Te rogamos, oye nuestra oración.1.Por la Iglesia, para que sea siempre un testimonio de esperanza activa, que impulse a sus miembros a vivir el amor y el servicio con generosidad. Roguemos al Señor.2.Por los gobernantes y responsables de la justicia, para que trabajen con sabiduría y compasión, promoviendo el bienestar de los más necesitados. Roguemos al Señor3.Por todos los hermanos que sufren, especialmente los más pobres y marginados, para que encuentren en nosotros un tesoro de solidaridad y amor. Roguemos al Señor.4.Por cada uno de nosotros, para que nuestra esperanza en el Reino de Dios nos inspire a vivir con vigilancia, servicio y comunión con nuestros hermanos. Roguemos al Señor.Oración conclusivaAyúdanos, Señor, a vivir con esperanza activa, vigilantes en el servicio y siempre dispuestos a compartir lo que somos con nuestros hermanos. Que tu Espíritu nos guíe en cada paso, para que seamos verdaderos testigos de tu Reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.R. Amén.

Vie 18 Jul 2025

Andas inquieta y preocupada con muchas cosas

DÉCIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOJULIO 20 DE 2025Primera lectura: Gn 18,1-10aSalmo: 15(14),2-3a.3bc-4ab.5 (R. cf. 1a)Segunda lectura: Col 1,24-28Evangelio: Lc 10,38-42.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónDios siempre nos habla, se acerca a cada uno de nosotros, camina con nosotros, es el Dios que está presente, no es el Dios que desde la distancia adoctrina a su pueblo, ordena y da preceptos, el Dios con nosotros, el Dios cercano que vive y entiende nuestra vida, que nos ama con nuestras cualidades y valores, pero también conoce, entiende nuestras debilidades, no para “alcahuetearnos” sino para llamarnos a la conversión, a la santidad y de manera personal nos dice que debemos dejar para poder acercarnos a él, para vivir a plenitud la fe, así como al joven rico le invita a dejar “su” riqueza, a Marta “sus” afanes, también a cada uno este domingo nos invita a poner nuestra mirada en Él y dejar todo aquello que nos distrae de su presencia.Este domingo décimo sexto, la Iglesia nos invita a acercarnos a la palabra de Dios desde el libro del Genesis, escuchar la riqueza de la carta a los colosenses y seguir deleitándonos y alimentándonos del evangelio de San Lucas. Podemos destacar algunas ideas de los textos sagrados:·En el libro del Genesis se nos relata como Dios, ese Dios cercano, se acerca a Abrahán, pasa al frente de su tienda. Abrahán levanta su mirada y ve “que había tres individuos parados a su vera” (Gn. 18,2). Es interesante resaltar como Abrahán muestra una actitud de hospitalidad, de generosidad con los visitantes, quizás, según algunos biblistas, no reconoció en ellos la presencia de Dios, pero sí tuvo una actitud de acogida, de ofrecerles alimento y descanso a aquellos visitantes que habían llegado hasta su tienda. Se da un anuncio y una gran bendición, se anuncia que Abrahán será padre, Sara tendrá un hijo. Para cuando “Él” vuelva serán padres.·El apóstol Pablo, siempre cumpliendo su misión de evangelizar a tiempo y destiempo (2 Tim. 4,2) manifiesta que une sus propios sufrimientos a los sufridos por Cristo en su pasión, ofreciéndolos por el cuerpo del señor, que es la Iglesia. Es la entrega total del apóstol a Cristo, ofrece toda su vida en favor de la comunidad, de los creyentes.·El evangelio de San Lucas nos invita a mirar hacia Betania, a un hogar donde dos hermanas reciben y acogen a Jesús. Esta acogida es vivida, llevada a cabo de maneras distintas, una se sienta a los pies para ESCUCHAR y la otra de pie, de un lado para otro busca ATENDERLE. Cada una ofrece a Jesús un gesto de acogida, buscan demostrarle que es importante para ellas y sobre todo que le aman. Sin embargo, Jesús hace hincapié en un detalle, los afanes y las inquietudes con la que muchas veces vivimos nos alejan de lo realmente esencial y darle sentido a lo que hacemos día a día.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El texto del libro del Genesis y el evangelio hacen énfasis en la actitud de la acogida y el servicio. Abrahán acoge a tres individuos, les ofrece su hospitalidad, les presta acogida. En Betania, Marta y María acogen, reciben a Jesús y ambas mujeres, de maneras distintas buscan atender y servir a Jesús. De una manera sencilla, concreta, pero clara, el evangelista manifiesta que Marta, de acuerdo a las costumbres judías, pone todo su empeño en atender a Jesús. Ella cumple con el “deber de cocer el pan, cocinar, servir al varón, lavarle los pies, estar al servicio de todos” (cf. El Camino abierto por Jesús. José Antonio Pagola. Lucas. Pg. 182). Por el contrario, y quizás en contra de las costumbres y normas, María se sienta a los pies de Jesús para escuchar con atención su palabra. No se preocupa por “hacer cosas”, más bien lo escucha, dispone su corazón para atender a su enseñanza despreocupándose de lo que debería estar haciendo, pone toda atención en su palabraMarta, atareada, le recrimina a Jesús el no importarle que María la haya dejado sola con el servicio. Marta, de acuerdo a sus convicciones y su educación, le pide a Jesús que le ayude para que su hermana cumpla con su deber. Jesús, lleno cariño para con Marta le manifiesta que hay muchas cosas importantes, pero que solo una es esencial.1.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Al escuchar la palabra de esta dominica, se nos invita a mirar esa doble realidad que reflejan las hermanas de Betania, la contemplación reflejada en María y la acción representada en Marta. En una sociedad como la nuestra, donde se debe hacer tantas cosas, el tiempo no alcanza, se debe ser productivos, no se puede perder el tiempo, existe la tentación de idealizar la actitud de Marta, gastar el día haciendo cosas, cumpliendo con los deberes, produciendo para ganar y vivir mejor.Pero también habrá otros, que mal utilizado la figura de María, justifiquen el no cumplir con los deberes, con las responsabilidades, creer que “se los merecen todo” de gratis.Es interesante ver en este texto como Jesús de una manera sencilla nos invita a darle el valor que le corresponde a cada cosa, de una manera tranquila, lleno de serenidad nos enseña a través de la respuesta que le ofrece a Marta a que debemos apuntarle en nuestra vida, no solo en la dimensión espiritual sino familiar, social. Jesús no regaña a Marta por estar realizando las labores propias de la mujer que acoge y sirve a su huésped, pues incluso de muchas maneras, Él mismo en otros pasajes del evangelio, invita a ponerse al servicio de los demás, a vivir la experiencia del amor a Dios y al prójimo con acciones reales y concretas. Sin embargo, exalta la opción tomada por María como “la mejor parte que nadie le quitará.Jesús valora la decisión de María de sentarse a sus pies para escucharlo. Seguramente ese mismo día o al día siguiente María tuvo que dedicarse a las tareas del hogar, a las labores propias se las mujeres de su época, pero en ese momento concreto escogió lo que era necesario e importante, “estar” con el Señor, escucharlo, alimentarse de él, de su sabiduría. María le ofrece a Jesús lo mejor que tiene, su presencia, su vida, su atención, se entrega totalmente. En medio del ritmo de vida que llevamos en la actualidad, con la tentación del activismo, la exterioridad, la superficialidad y la necesidad de “producir”, el evangelio nos invita, nos enseña que no podemos dejarnos desbordar por el ritmo que nos exige el mundo, siempre va ser necesario, sano, regenerador tomar al “ritmo de Dios”, para ser capaces de poner en segundo lugar los afanes cotidianos, la inquietud por tantas cosas, de manera que podamos dedicar tiempo y sentarnos a los pies del Señor, escuchar su voz, hacer silencio para oírlo a Él, poner en pausa nuestra vida por unos momentos para descansar y retomar fuerzas, para llenarnos de sabiduría, fortaleza, entendimiento, de todos sus dones y gracias.Muchas veces podemos pensar que sacar el tiempo para orar es dejar de hacer cosas productivas o buenas, invertir tiempo en escuchar a Dios es dejar de hacer buenas obras, orar y contemplar no pueden ser considerados pérdida de tiempo; orar y contemplar es buscar espacios para alimentarnos y fortalecernos y poder así darle sentido y fuerza a lo que hacemos, darle un verdadero sentido al trabajo, al estudio, a la vida matrimonial, incluso al descanso y el ocio. La madre Teresa de Calcuta, una mujer profundamente apostólica, que dedicó su vida al servicio de los demás, nos enseña que hay que trabajar incansablemente, pero sin olvidarnos de la oración y la contemplación para poder amar de verdad al otro, al prójimo, para “hacer mucho” en bien de los demás.Ahí es donde podemos comprender que Jesús no le pide a Marta que deje se cumplir con sus tareas y deberes, Jesús le pide que no permita que la cotidianidad y las labores diarias la llenen de inquietud y preocupaciones, el trabajo diario no puede ser una carga y motivo para alejarnos de Dios. Jesús le enseña a Marta que, para darle sentido a las labores diarias, al cumplimiento de los deberes, debemos darnos el espacio para la oración, para “estar” con Él, es necesario descubrir que hay momentos para dedicárselos a Dios, y allí tomaremos fuerza para cumplir con nuestros deberes. Marta le pregunta a Jesús que, si no le importante que María la haya dejado sola con todo el servicio, que si no le importa que ella esté atareada realizado todo el servicio y atendiéndolo. La respuesta de Jesús es que sí, a Él le preocupa que ella este viviendo así, por eso la invita a entender que en ese momento lo más importante es escucharlo, sentarse a compartir con Él. El Señor quiere que nosotros estemos bien, siempre se preocupa por nuestra felicidad y por ello nos invita a no dejarnos llevar por el ritmo desbordante del activismo, del ruido ensordecedor, nos invita a descansar en Él, poner en silencio nuestros labios y escucharlo.2.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Muchas veces, como Marta, nos sentimos cansados y atareados, el peso de nuestras responsabilidades, los compromisos nos abruman, a veces percibimos que quienes están a nuestro alrededor no valoran los esfuerzos que realizamos, muchas veces los demás se nos convierten en “una carga” percibimos que los otros no se esfuerzan tanto como quisiéramos. En medio de esas realidades que vivimos, nos llega la fatiga, el cansancio, la falta de sentido, Por eso, hoy el Señor nos llama por nuestro nombre…… y nos recuerda que hay una cosa que es necesaria e indispensable, “estar con Él, contemplarlo, escucharlo” Señor, ayúdanos a trabajar con entrega, dedicación y responsabilidad como Marta, pero también danos la dicha de, a ejemplo de María, sentarnos a tus pies, contemplar tu rostro, danos la gracia de orar siempre, de escoger la mejor parte. No permitas que nuestra vida transcurra en los afanes del mundo o en hacer cosas desbordadamente, danos la gracia de ser orantes y trabajadores, de orar con fe y trabajar con dedicación, danos la gracia incluso de convertir las labores diarias en oración, en una ofrenda a ti. Amen.Recomendaciones prácticas:-Fiesta Nacional: Día de la Independencia.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos congregamos como familia cristiana para celebrar la Eucaristía consientes del llamado que Dios nos hace a ser peregrinos y voceros de la Esperanza. Por eso dispongamos para alimentarnos de la Palabra y de la Eucaristía y así, darle sentido y fuerza a nuestra vida y a la realidad que nos rodea. Con alegría y esperanza iniciemos nuestra celebración:Monición a la Liturgia de la Palabra A ejemplo de María, la mujer de Betania, dispongamos nuestro corazón para escuchar a Jesús, para dejarnos alimentar por Él y permitir que el renueve y refresque nuestra vida con su palabra.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con humildad y confianza ofrezcamos Dios, que siempre nos escucha, nuestras necesidades y nos unimos diciendo:R. Te pedimos Señor.1.Por el Papa Francisco, los obispos y todos los sacerdotes, para que sigan anunciando con valentía el Evangelio. Oremos.2.Por nuestros gobernantes, para que promuevan la paz en el mundo Oremos.3.Por aquellos que se sientes cansados y agobiados, que no le encuentran sentido a su vida, para que, encontrando a Jesús, puedan llenar su vida del verdadero gozo y paz interior. Oremos.4.Por Colombia, para que al recordar la fiesta de la independencia seamos capaces de trabajar por el bien de nuestro país.5.Por cada uno de nosotros, de nuestras familias, para que no nos dejemos llevar por el afán de cada día, por el activismo y siempre nos acerquemos a aquel que es la fuente de agua viva, Jesucristo. Oremos.Oración conclusivaEscucha Señor nuestras oraciones, mira las necesidades que hay en nuestro corazón, danos la gracia de experimentar siempre tus bendiciones. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 11 Jul 2025

Haz esto y tendrás vida

DÉCIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOJULIO 13 DE 2025Primera lectura: Dt 30,10-14Salmo: 69(68),14.17-18. 30-31.33-34.36ab y 37 (R. cf. 145[144], 18)Segunda lectura: Col 1,15-20Evangelio: Lc 10,25-37.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa Palabra de Dios nos ha acompañado a lo largo de este año para que vivamos con gozo el Jubileo haciéndonos conscientes que somos testigos de la Esperanza.Al meditar los textos de esta dominica podemos resaltar algunas ideas:-Dios, por amor, le entrega al hombre sus decretos y mandatos para que al cumplirlos experimente la vida verdadera y reciba abundantes bendiciones disfrutando de una vida plenamente feliz. (Dt. 30,9) Por ello, el autor sagrado nos recuerda que sus mandamientos no son una carga pesada, imposible de llevar, nadie puede decir que no puede cumplirlos. El mismo Señor a través del autor sagrado, afirma que es posible cumplirla, está al alcance, está muy cerca, tan cerca que está en “tu corazón y en tu boca, para que la cumplas”-El apóstol San Pablo en su carta a los colosenses nos recuerda que el centro de nuestra fe es Cristo, que es “imagen del Dios invisible, primogenitor de toda la creación... todo fue creado por él y para él” (Col.1, 15-16), en nos congrega en la Iglesia para que podamos vivir la fe como una comunidad, cuyo principio y cabeza es Él. En Cristo podemos realmente sentir que somos hermanos llamados a vivir el amor y la fraternidad.-Hoy más que nunca se nos hace un llamado urgente a volver la mirada a Dios y escuchar sus mandatos y cumplirlos, pero no de una manera mecánica o teórica. El Señor graba en el corazón del hombre su palabra para que tengamos la fuerza necesaria para poner en práctica el mandamiento del amor a Dios a través de la caridad y la misericordia con el prójimo, no importa quien sea. El creyente está invitado a amar a Dios con todas las fuerzas, solo Él puede darle plenitud a su vida, sentido, vitalidad, trascendencia, pero amor a Dios se debe materializar, hacer tangible en el amor “al otro”, no es posible amar a Dios si no se ama al hermano, al que más lo necesita. (1 Juan 4:20)1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El centro del mensaje de la liturgia de este domingo es la Palabra por medio de la cual Dios nos habla de manera constante. Él ha querido a través de la historia comunicarse con el ser humano para revelarle sus designios de amor, manifestarle su cercanía, mostrar que es el Dios que camina con el hombre. Cuando acogemos la Palabra de Dios con un corazón humilde, experimentamos una fuerza interior, un gozo que transforma nuestra vida, dinamiza nuestro caminar por esta tierra. La Palabra de Dios de una manera maravillosa produce frutos abundantes, nunca queda estéril (Isaías 55,11), siempre transforma el corazón, los sentimientos, da paz y sanación a quien la escucha, llena de consuelo, serenidad, da fuerza y valor en la prueba.Pero, de una manera clara, la liturgia de la palabra de este domingo nos asegura que quien escucha la Palabra y la guarda en el corazón experimenta un llamado a vivir el mandamiento del amor a Dios a través del amor al prójimo, viviendo cada día la caridad y la misericordia, no como un simple precepto impuesto y difícil de cumplir. El creyente escucha la Palabra de Dios, se alimenta de ella, la guarda en el corazón y de él brota un manantial para la vida eterna (Jn. 4,13-14). Acoger en el corazón la Palabra, lleva al hombre a poner por encima de todo la vivencia del amor al prójimo sin importar si es amigo, conocido o no, lo que importa es amar sin medida, sin límites y con hechos concretos, sin esperar nada a cambio a ejemplo del samaritano.2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?En una sociedad como la nuestra, globalizada, con adelantos tecnológicos y científicos que hacen más “fácil” la vida, con tratados, convenios e integraciones en diferentes campos de la sociedad para buscar el progreso económico, social, político, vemos también como la guerra, el hambre la injusticia, las desigualdades sociales y la falta de oportunidades aún persisten y el ser humano esta quizás lejos de crear una sociedad justa, equitativa y con oportunidades para todos. Pero, ante este panorama, a veces desalentador, se nos recuerda que somos peregrinos de la esperanza, hombres y mujeres de fe, llamados a dar testimonio de Jesucristo y llenar de luz y gozo la vida del mundo, no dejarnos derribar por el pesimismo. Precisamente Jesús, en la parábola del buen samaritano, nos dice que, por encima de cualquier prejuicio, el amor debe ser la manera de asumir y vivir la experiencia de la fe, el amor a Dios se debe materializar en el amor al prójimo, al más próximo y con especial cuidado al que más necesita. El mandato del amor no puede llevarnos a discriminar o escoger a quien amar, no permite que aislemos a los demás. El amor debe unirnos, buscar la felicidad de todos, el amor debe llevar a crear la verdadera fraternidad humana.Este llamado a escuchar la Palabra y ponerla en práctica amando al prójimo debe ser, para cada una de nuestras comunidades cristianas y para nuestras parroquias, un estilo de vida, realmente formamos comunidad cuando nos reunirnos en torno a la escucha de la buena noticia del evangelio y damos testimonio de Jesús amando sin medida, siempre, sin condiciones. No es algo fácil, no es sencillo amar así, pero debemos en nuestras comunidades comprometernos todos los días a vivir así, al estilo de Jesús.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?“Miren como se aman” (Mc. 6,1-6). La mejor manera de dar testimonio de la buena noticia de Jesucristo es parecernos cada vez más a Él, es vivir de una manera coherente con la fe y practicar la caridad. Por eso pedimos a Dios que nos de la gracia y la docilidad para escuchar con el corazón su Palabra, ponerla en práctica y así poder dar testimonio a nivel personal y comunitario, que podamos sembrar la semilla del amor y la paz en cada lugar donde nos encontremos, que podamos ser signo de esperanza en medio de tantas realidades de muerte, de violencia, de injusticia. Pidamos a Dios que no nos cansemos de amar, ser solidarios, misericordiosos, que nuestras comunidades parroquiales sean lugares de acogida y encuentro con Dios y con los hermanos.Recomendaciones prácticas:-Motivar para que, de manera personal y familiar, cada uno de los fieles fortalezca la lectura orante de la Palabra de Dios, aprovechando incluso los medios tecnológicos que tenemos a nuestro alcanceII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos congregamos como comunidad cristiana para alimentarnos del altar de la Palabra y de la Eucaristía, para escuchar a Jesús y comer de su cuerpo y beber de su sangre que se nos ofrece como como alimento verdadero y así fortalecer nuestra vida y poder ser verdaderos y auténticos cristianos, que sepamos, día a día, amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a nosotros mismos. Unamos a toda la Iglesia y celebremos con fe y devoción el banquete de la Eucaristía.Monición a la Liturgia de la Palabra En la liturgia de la palabra se nos invita a escuchar siempre la Palabra de Dios, acogerla con el corazón para así ponerla en práctica por medio de la vivencia de la caridad y la misericordia, especialmente con los más necesitados, con atención escuchemos al Señor que quiere hablarnos y llenar de esperanza nuestra vida.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con la certeza de saber que Dios siempre nos escucha, presentemos ante Él nuestra suplicas y necesidades diciendo:R. Escúchanos Señor.1.Por la Iglesia universal, para que siga anunciando la Palabra de Dios con valentía y entrega y sea testimonio del amor de Dios pata con los más necesitados. Oremos.2.Por los gobernantes de todas las naciones y de manera especial los de nuestro país, para que promueva leyes que busquen el progreso y el bienestar de todos. Oremos.3.Por los que más sufren, por los que están tristes o faltos de esperanza para que buscando siempre a Dios puedan recibir consuelo y fortalezca. Oremos.4.Por nosotros, reunión en esta asamblea Eucarística para que, a ejemplo del buen samaritano, seamos capaces de extender siempre la mano para ayudar a quien más lo necesita, descubriendo el rostro de Jesús en el que sufre. Oremos.Oración conclusivaEscucha Señor las suplicas que hemos colocado sobre tu altar y fortalécenos con tus bendiciones para ser signo de esperanza para nuestros hermanos.R. Amén.

Vie 13 Jun 2025

El Espíritu de la verdad os guiará

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDADJUNIO 15 DE 2025Primera lectura: Pr 8,22-31Salmo: 8,4-5.6-7.8-9 (R. 2a)Segunda lectura: Rm 5,1-5 Evangelio: Jn 16,12-15.I.Orientaciones para la PredicaciónDios se reveló como Único y Verdadero a lo largo del Antiguo Testamento; una vez ya estaba afianzada esta verdad fundamental y el Pueblo de la Alianza lo había comprendido, aunque muchas veces era infiel, en la plenitud de los tiempos, este mismo Dios nos reveló su misterio íntimo, es decir, un Dios que es uno, pero no solitario, pues es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por el misterio pascual del Señor Jesús y en virtud de su Espíritu, que es el Espíritu del Padre, se nos ha comunicado y nos ha hecho partícipes de su vida divina.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?En la primera lectura de la Solemnidad del día de hoy se profesa la fe en un Dios único y verdadero, punto de llegada de la fe del Pueblo de la Alianza, después de un largo camino de reflexión y meditación de las acciones salvíficas del Todopoderoso e iluminado por su Santo Espíritu; en este mismo pasaje, ya se anuncia de forma velada al Hijo, que se intuye como sabiduría creada, reflejo de aquella increada, la segunda Persona de la Santísima Trinidad. En el Salmo responsorial se alaba a Dios por la obra de sus manos, particularmente del hombre, la obra por excelencia del Creador, a quien le compartió el dominio inteligente sobre toda la creación y sobre sí mismo, pues lo dejó en manos de su propio albedrío.En el Evangelio Jesús se proclama como el Hijo, que revela al Padre y anuncia el envío del Espíritu Santo, quien tomará de lo suyo que, a su vez, lo ha recibido del Padre; de esta manera, se nos revela el misterio de la Santísima Trinidad, del Dios único en tres personas. Por último, en la segunda lectura se nos invita a contemplar el gran designio amoroso del buen Dios que se nos ha dado completamente en u Hijo y se nos comunica por medio de su Espíritu, para que tengamos acceso al Padre y participemos de la plenitud de vida y de amor trinitario. Esta última y consoladora verdad es la que reflexionaremos a continuación.2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Dios Padre se nos ha dado completamente en su Hijo, quien lo entregó todo en la cruz para que tengamos vida y vida en abundancia; resucitado y sentado a la derecha del Padre derramó sobre nosotros su Espíritu, que es el del Padre. De esta manera, Dios uno y trino ha sido derramado en nuestros corazones y hemos sido introducidos en la vida divina, que es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Dios nos creó a su imagen y semejanza; Él es Trinidad de personas, comunión íntima de vida y amor. Nosotros, desde el bautismo, hemos sido insertados en esta corriente de gracia y de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y desde este centro estamos llamados a convertir nuestra vida en una donación permanente, a imagen del mismo Dios. De esta manera, contribuiremos a reflejar su amor misericordioso y bondadoso en medio de un mundo que cada die pierde más el sentido de lo sagrado y la necesidad de los valores superiores.Dios es amor y bienaventuranza ad intra y para participar de su felicidad creó al género humano y el universo como espacio para la comunión de la creatura con el Creador. Solamente buscando a nuestro Hacedor y dejándonos insertar en la corriente de amor y donación de la Trinidad, podremos alcanzar la felicidad que tanto anhelamos y que el Poderoso a puesto en nuestros corazones como el deseo más hondo, pues es el deseo de Dios, fuente y el origen de nuestro ser.Lo más contrario a nuestro ser humano y cristiano es el egoísmo, esa tendencia a vivir centrados en nosotros y en nuestros intereses. Esta es la causa de todos los males que asolan a la humanidad. Si cada uno de nosotros trabajamos con decisión y determinación por irlo erradicando de nuestra vida en todas las manifestaciones, entonces este mundo irá siendo transformado por quien es Amor y la fuente del amor, pareciéndose cada vez más a ese paraíso que Dios soñó para nosotros, pero que por el pecado lo perdimos.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Señor, ayúdanos a comprender que Tú eres Amor, un Amor grande y poderoso, que nos ha creado para participarnos de su bienaventuranza y que si sus palabras son exigentes, es porque quiere lo mejor y lo más grande para cada uno de nosotros, pues cuando nos llama a la existencia sueña para nosotros un paraíso que, si bien perdido por el pecado, su inmenso amor lo ha hecho nuevamente posible por la encarnación y el misterio pascual del Hijo, quien por su Espíritu nos hace partícipes de su filiación.Señor, concédenos la gracia de comprender que nuestro ser, imagen del suyo, está llamado a la donación y que solamente en esta actitud diaria de entrega a su gloria y al bien de toda la humanidad, es como nosotros podemos llegar a esa bienaventuranza a la que estamos llamados, ya desde esta vida, pues la felicidad no es algo, sino tener a Alguien, tenerte a Ti en nuestros corazones.Señor, fortalécenos para que todos los días estemos en una actitud de alabanza a tu gloria excelsa, por medio de una vida que se deja guiar por tu Espíritu y, así, podamos superar ese repliegue tan fuerte hacia nosotros, hacia una vida centrada en nuestros gustos y caprichos, que nos lleva por los caminos de la destrucción y la muerte, tanto para nosotros como para los demás, y nos impide gustar de tu amor y de tu misericordia.Señor, infunde en nuestros corazones la fuerza de tu santo Espíritu, para que en la vida de cada día nos dejemos guiar por las enseñanzas de tu Hijo, encarnándolas en las acciones, reacciones y comportamientos más ordinarios y, de esta manera, podamos reflejar tu amor que solamente sabe darse y entregarse, disimulando y perdonando toda ofensa y, sobre todo, esforzándonos por hacer el bien, manifestado en el servicio desinteresado y generoso.Recomendaciones prácticas-Día del Padre.-14 – 15 de junio. Jubileo del Deporte.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La Eucaristía es la acción de gracias por excelencia a Dios uno y trino por toda su obra salvífica en beneficio del género humano. Dispongámonos a participar de esta celebración con espíritu de gratitud y de alabanza al Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, uno en tres personas.Monición a la Liturgia de la Palabra Dios nos ha ido revelando de manera progresiva su intimidad que es amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; escuchemos con atención las lecturas que hoy se nos ofrecen para comprender la hermosa pedagogía divina que nos invita a dejarnos sumergir en esa corriente de vida y de amor de Dios uno y trino.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios Padre, por mediación de Jesucristo, en el Espíritu y encomendémosle todas nuestras intenciones y necesidades.R/ Te lo pedimos Señor.1.Por la Iglesia, para que, guiada por el Espíritu Santo, sea un faro de luz y santidad en el mundo y acompañe con amor a sus sacerdotes en su camino de fidelidad a Cristo2.Por los gobernantes de las naciones, para que se dejen guiar por la sabiduría encarnada, reflejo de la fuente de todo bien, y que se nos comunica por su Espíritu.3.Por quienes sufren en el cuerpo o en alma, para que al contemplar al Dios que es comunión de vida y de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, encuentren la fortaleza para seguir adelante y ofrecer sus padecimientos, comprendiendo que el buen Dios amor coronará sus sufrimientos con vida plena y bienaventurada.4.Por los padres de familia, para que, fortalecidos por la gracia de Dios, sean reflejo del amor y la providencia del Padre celestial en sus hogares.5.Por los deportistas, para que la celebración del Jubileo los anime a desarrollar sus capacidades a través de la sana competencia.6.Por quienes nos encontramos celebrando esta Eucaristía, para que Dios uno y trino nos atraiga a su vida íntima de comunión y amor y experimentemos el gozo de su amor misericordioso y bondadoso.Oración conclusivaRecibe Padre santo estas súplicas que te hemos dirigido con fe y confianza, por mediación de tu Hijo, quien vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.R. Amén.

Vie 30 Mayo 2025

Fue llevado hacia el cielo

SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUAASCENSIÓN DEL SEÑORJunio 01 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11Salmo: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)Segunda lectura: Efesios 1,17-23Evangelio: Lucas 24,46-53I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónCuarenta días después de la resurrección, Cristo, como cabeza de la Iglesia, asciende a los cielos para que nosotros, como miembros de su Cuerpo Místico, podamos alcanzar su misma victoria. Antes del acontecimiento de la Ascensión, el Resucitado envía a los Once a proclamar el Evangelio al mundo entero. Cristo se marcha físicamente, pero permanece vivo en su Iglesia que tiene la misión de anunciar la buena noticia y de bautizar a todo el que crea. Nosotros, los discípulos de Cristo de este tiempo presente, mientras contemplamos al Señor que asciende, nos alegramos hasta el punto de entonar todas las alabanzas y aclamaciones que salen de nuestro corazón como aquella del salmo: “Dios asciende entre aclamaciones”.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Podemos tomar la primera lectura de esta solemnidad de la Ascensión como punto focal para la comprensión de las demás perícopas que la acompañan en la liturgia de la palabra (teniendo en cuenta que el pasaje del Evangelio que corresponde para este año en el ciclo C, está tomado del relato evangélico compuesto por san Lucas, quien igualmente escribió los Hechos de los Apóstoles). Hoy se nos presenta el prólogo del libro de los Hechos para que los oyentes podamos captar su conexión con el Evangelio. Así, la vida de la Iglesia (narrada en la segunda parte de la obra lucana) queda firmemente enraizada en el ministerio de Jesús. En los primeros versículos de los Hechos apostólicos (igual que en los últimos versículos del Evangelio de Lucas), se manifiesta que la vida de la Iglesia deberá comenzar en Jerusalén (es evidente el interés teológico de Lucas por colocar a la Ciudad Santa como punto de partida de la expansión de la Iglesia hasta los confines de la tierra: cf. Lc 24,47; Hch 1,8). Allí la comunidad recibirá la promesa del Espíritu Santo y así queda patente el vínculo entre el misterio de la Ascensión y el acontecimiento de Pentecostés, vínculo que también Jesús expresó cuando afirmó que se marchaba para que vinera el Paráclito (cf. Jn 16,7). Tanto la primera lectura como el Evangelio nos presentan una descripción del misterio de la Ascensión, precedido por las últimas instrucciones del maestro para sus discípulos. Aunque tienen claras diferencias en su manera de orientar el tema, ambos textos hacen referencia a la misión que el Resucitado ha querido encomendar a los apóstoles: su voluntad consiste en comunicarles el Espíritu Santo para que sean testigos y vayan a anunciar la Buena noticia; en el caso del evangelio, el anuncio aparece expresado como predicación de la conversión y el perdón. La tarea evangelizadora tiene su fundamento en la experiencia de ser testigos del Resucitado, llenos de la fuerza (dynamis) del Espíritu. Los dos pasajes coinciden en referirse a los apóstoles o a los discípulos como testigos y también coinciden en hacer alusión al Espíritu Santo como fuerza, aunque en el texto del Evangelio la tercera persona de la Trinidad no aparece con el nombre propio: sólo es mencionada como poder que viene de lo alto y como promesa del Padre. A todo lo mencionado anteriormente hay que añadir la alusión al universalismo de la Iglesia con las palabras “hasta los confines del mundo” (Hch 1,8) y “todas las naciones” (Lc 24,47). La Iglesia es esencialmente misionera y sus fronteras serán las del mundo. En cuanto al relato de la Ascensión, el texto de Hch se distingue por la referencia a ciertos detalles: la aparición de la nube, signo bíblico de la presencia divina; las palabras alentadoras de los personajes celestiales; el mensaje para la Iglesia en la expectativa del regreso de Jesús. Mientras tanto, la breve narración de Lucas destaca el hecho de la Ascensión como separación o alejamiento de Jesús en relación con sus discípulos, así como el acto de bendecirlos mientras subía al cielo. Llama la atención que los discípulos respondan al misterio de la ascensión con la postración y con alegría en su retorno al templo de Jerusalén. En la segunda lectura (Ef 1,17-23) el apóstol Pablo, a manera de oración, manifiesta que el cristiano necesita ser iluminado por Dios para comprender la riqueza de la gloria que le espera en el cielo, gracias al poder de Cristo resucitado y glorificado. Y esto porque conocer la futura herencia por la fe significa poseerla ya anticipadamente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como consecuencia de la encarnación del Hijo de Dios, podemos afirmar con toda seguridad que donde esta Cristo, está su Iglesia y estamos todos los bautizados. Esto significa, de cierta manera, que, si Cristo está en el cielo, los que somos de Cristo (cf. 1Cor 15,23) ya estamos con Él y podemos aspirar a disfrutar de su gloria. Claro que tenemos que esperar a que llegue el momento definitivo. No obstante, Cristo nos está preparando un lugar (cf. Jn 14,3), un lugar en el cielo al que aspiramos, mientras en la vida diaria trabajamos por la santidad. Con la esperanza de llegar al cielo es que se mueve nuestra vida cristiana, en medio de los gozos y las fatigas de cada día. Por eso tienen sentido las palabras del apóstol Pablo cuando necesitamos comprender cuál es nuestra esperanza pues es muy fácil olvidar cuál es la meta de nuestra vida, en medio de tantas cosas que tenemos que pensar y que hacer, en medio de los afanes y preocupaciones de cada día. Cristo en el cielo nos dice: “Tú meta es el cielo”. Y si hay una meta que vale la pena, también valdrán la pena todos nuestros esfuerzos aquí en la tierra: los esfuerzos de todos los hombres y mujeres para sacar su vida adelante, sobre todo cuando las crisis económicas y sociales nos golpean; los esfuerzos por conseguir una sociedad llena de paz, justicia y progreso; los esfuerzos por aprender a amarnos entre hermanos; y qué decir de los esfuerzos por anunciar el Evangelio, la misión que nos encomienda Cristo resucitado.En nuestro camino hacia el cielo, contamos con el ancla de la esperanza, tal y como lo ha señalado el Papa Francisco en la Bula de convocación del año santo que estamos viviendo: “La imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta esperanza, mucho más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo” (SNC 25). Al concluir esta meditación no podemos olvidar que, para la acción misionera de la Iglesia y para la vida de sus discípulos, el Señor nos ha prometido el Espíritu Santo. La presencia visible del Verbo encarnado culmina con su Ascensión, pero toma protagonismo la acción del Espíritu Santo que es fuerza para ser testigos de Cristo (cf. Hch 1,8), fuerza en nuestro camino hacia el cielo. Litúrgicamente, la espera de esta promesa será el motor que mueva nuestro interior durante esta última semana de Pascua que comienza hoy y que nos llevará a la solemnidad de Pentecostés. Que cada día podamos invocar: “Ven Espíritu Santo”.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra oración ha de ser necesariamente una mirada dirigida al cielo. En el cielo está Cristo que mira con misericordia las situaciones difíciles que debemos pasar en la tierra. La Ascensión del Señor, según nos lo recuerda san León Magno, lejos de desanimarnos, aumenta nuestra fe, ya que nos empuja a creer sin vacilación en la presencia invisible y sacramental de Cristo en la Iglesia. Con esta fe pidamos por toda la humanidad y por las dificultades que pasa en estos tiempos.El tiempo pascual está llegando a su fin, pero la alegría pascual tiene que ser más fuerte que nunca. Esta alegría deben contemplarla en nuestra vida todos los que nos rodean. Es la alegría que se nutre de la esperanza de la vida futura que nos garantiza Cristo con su Ascensión. No nos dejemos robar ni la alegría ni la esperanza. _______________________Recomendaciones prácticas:· Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales· Día del Campesino· 7 – 8 de junio. Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas ComunidadesII. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa 
Llegados a este punto culminante del tiempo Pascual nos disponemos a celebrar el gran acontecimiento de la Ascensión del Señor. Nos alegramos con esta solemnidad porque Cristo sube al cielo para mostrarnos el camino y, al mismo tiempo, se ha quedado con nosotros en la Iglesia para sostenernos. Que se acreciente cada vez más nuestro gozo pascual para ser verdaderos testigos y anunciadores del Evangelio. Monición a la Liturgia de la Palabra 
Al escuchar la Palabra de Dios en este domingo, la Ascensión de Jesús se nos manifiesta como un acontecimiento actual. Hoy es el día en que Cristo es glorificado y hoy Cristo renueva nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor para convertirnos en testigos de la Pascua, en testigos de Aquel que está sentado a la derecha del Padre.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, acudamos con confianza a Jesucristo, el Señor, que habita en la Iglesia, que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre para ser nuestro mediador. Digamos llenos de esperanza:R. Señor Jesucristo, tú eres el rey de la gloria1. Por la Santa Iglesia de Dios para que alcance la unidad que quiso para ella su fundador y, fiel a su misión, anuncie el Evangelio a toda criatura. Oremos.1. Por los enfermos para que el Padre, que glorificó el cuerpo de su Hijo, cure también los dolores de nuestra carne y nos haga descubrir la esperanza a la que hemos sido llamados.Oremos.1. Por los que realizan la tarea de las comunicaciones en la Iglesia para que el Espíritu Santo guíe su apostolado. Oremos.4. Por todos los campesinos, para que el Señor bendiga su trabajo, sus cultivos y cosechas. Oremos.5. Por todos los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades que celebran su Jubileo, para que este momento especial que la Iglesia les ofrece, sea de provecho en su vocación. Oremos.Oración conclusiva
Señor nuestro Jesucristo, que, para manifestar las maravillas de tu majestad, subiste al cielo ante tus apóstoles; concédenos la ayuda de tu bondad y, según tu promesa, permanece siempre con nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.R. Amén.

Vie 23 Mayo 2025

La paz os dejo, mi paz os doy

SEXTO DOMINGO DE PASCUAMayo 25 de 2025Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29Salmo: 67(66),2-3.5.6 y 8Segunda lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23Evangelio: Juan 14,23-29I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónAntes de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), Jesús les habla a los discípulos de aquello que acontecerá luego del Misterio Pascual de su muerte, resurrección y ascensión. Jesús quiere dejarles muy claro que Dios seguirá habitando en medio de la comunidad apostólica con una presencia nueva y auténtica. El Padre y el Hijo vendrán a los discípulos que guarden la palabra del Hijo amado; y el Espíritu Santo se pondrá también a su lado para recordarles el mensaje del Evangelio. La Iglesia tendrá como garantía para sus decisiones esta gracia del Espíritu Santo y de esta manera avanzará firme en su camino hacia la Nueva Jerusalén. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El mismo Señor que amó a los suyos hasta el extremo los fue conduciendo para que aprendieran a amar a su maestro. Luego de la Pascua, los discípulos podrán amar a Jesús con más fuerza y de esta manera el Padre y el Hijo vendrán a habitar en sus corazones. Como garantía del amor que los discípulos experimentarán por su Maestro, ellos guardarán su palabra, es decir, el mandamiento nuevo del amor, que grabarán en sus mentes y corazones y lo llevarán a la vida mediante su entrega total. Si la encarnación fue un acto de amor del Padre (cf. Jn 3,16), la inhabitación del Padre y del Hijo será un acto especial de amor para con los discípulos. En el momento previo a su partida Jesús tiene la oportunidad de hablarles directamente ya que está todavía a su lado, pero también aprovecha para infundirles esperanza para el futuro ya que el Espíritu Santo, presentado por Jesús como el “Paráclito”, mantendrá viva y operante su enseñanza. El término Paráclito puede traducirse en el sentido de alguien que “se pone el lado”. Por ende, se puede comprender que, cuando el Maestro ya no esté físicamente al lado de los suyos, el Espíritu Santo se colocará a su lado para acompañarlos y enseñarles la verdad. El Espíritu es enviado en nombre de Jesús porque manifestará a los hombres lo que Jesús significa para ellos. Jesús afirma que es conveniente su partida ya que, si no se marcha, no podrá enviar al Espíritu (cf. Jn 16,7). Por otra parte, Jesús revela con contundencia la misión del Espíritu Paráclito: él dará a los discípulos la capacidad de comprender el significado pleno de todo el magisterio de Cristo (cf. 1Jn 2,27), guiando a la Iglesia hacia la verdad completa (Jn 16,13). Enseñar y guiar son aspectos de la única función del Espíritu. Al despedirse, Jesús les ofrece su paz y los invita a creer en su palabra. También los llama a no dejarse vencer por la tristeza y el miedo que pueden entrar en su corazón. Él les asegura que volverá, pero mientras tanto tiene que marcharse y ellos tienen que alegrarse ya que su próxima glorificación tendrá consecuencias para la salvación de la humanidad. Conectando el Evangelio con la primera lectura, vemos como en los acontecimientos que nos relatan los Hechos de los apóstoles se hace realidad la misión del Espíritu Santo. Luego de que la corriente judeocristiana insistiera en que los nuevos seguidores de Cristo debían circuncidarse, el Concilio de Jerusalén establece que los gentiles no necesitan someterse a la ley mosaica de una manera tan estricta. Estamos ante un momento crucial de la historia de la Iglesia naciente, guiada por el Espíritu Santo, ya que se reconoce oficialmente el valor de la misión evangelizadora que se viene desarrollando entre los gentiles. Esta escena pretende poner en evidencia la importancia de la comunidad cristiana de Jerusalén como la Iglesia Madre que debe guiar y apoyar a sus hijas, las iglesias filiales que han surgido a sus alrededores. Con relación a la segunda lectura, hoy es presentada la Jerusalén mesiánica. Se trata de la revelación de la Ciudad perfecta, colocada en el monte Sión, rodeada por una muralla, que aguardan los cristianos, plenitud de la vida del pueblo de Dios que camina en la historia. Es la Ciudad que comenzó a tomar forma con las doce tribus de Israel, luego fue fundamentada en los apóstoles del Cordero y ahora se manifiesta con sus puertas abiertas para todas las naciones. Si en el Evangelio de hoy Jesús nos promete que Dios habitará en sus discípulos, el libro del Apocalipsis nos dice que llegaremos a gozar en plenitud de la presencia de Dios, sin necesidad de santuario porque el mismo Dios y el Cordero serán el Todo de esta Nueva Jerusalén celestial.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Cristo, el Hijo de Dios, que se encarnó de María, la Virgen y murió por nuestra salvación, ha resucitado para que todos los hombres y mujeres de todos los tiempos gocen y experimenten la presencia del Dios vivo y verdadero, Dios eterno y misericordioso. Su presencia ha bajado del cielo para habitar en los discípulos que aman a Cristo; los discípulos del Señor, por su parte, tienen ahora la posibilidad de encaminar su vida hacia la Nueva Jerusalén, la Ciudad perfecta donde Dios nos iluminará y nos amará para siempre.Nos puede ayudar mucho una profunda reflexión del Papa Benedicto XVI. Al plantearse la pregunta sobre ¿Cuál es la prioridad de la Iglesia?, el mismo Papa respondía: “En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado” (Carta a los obispos de marzo de 2009).Si el Padre y el Hijo y también el Espíritu Paráclito quieren hacer morada en sus discípulos, como nos lo expresa el mismo Jesús en el Evangelio de este domingo, la Iglesia, como templo santo donde habita la presencia divina y sacramento universal de salvación, tiene la misión de responder al querer de su Señor abriendo a los hombres el acceso a Dios. En este sentido, la Palabra de Dios nos interpela a todos los bautizados porque, primero que todo, cada uno debe acoger la invitación del Papa Francisco: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él” (EG 3). Quien recibe la gracia de encontrarse con Cristo, entra en la experiencia de amar a Cristo, sabiéndose amado por él. Es decir, el que encuentra realmente a Cristo puede llegar a amarlo y, amándolo, guardará su palabra y, así, se harán realidad las palabras del Maestro: “vendremos a él y haremos morada en él”. Para el Evangelista Juan guardar la palabra de Jesús es guardar el mandamiento nuevo del amor, lo que quiere decir que el encuentro con Cristo conlleva a que la Santa Trinidad habite en nosotros; como consecuencia de esta inhabitación de Dios en nosotros, su presencia amorosa desemboca en el amor que se hace vida para con los hermanos, entregando nuestra existencia por los amigos, tal y como lo hizo el Hijo de Dios. El Espíritu Santo Paráclito sé encargará de revelarnos el sentido pleno de toda esta enseñanza de Jesús, mensaje que debe hacerse vida primero en nosotros, los que conocemos, amamos y seguimos a Cristo, para que luego nos convirtamos en misioneros que abramos a muchas personas el acceso al Dios de la Vida que ha destruido la muerte para restaurar nuestra vida: el Dios que se ha revelado en Cristo crucificado y resucitado, como dice el Papa Benedicto. Como consecuencia de la resurrección de Cristo que nos trae la salvación, él nos otorga su paz, una paz que se sale de nuestros esquemas humanos para darnos plenitud de vida en Dios. Además, cuando Jesús promete a sus discípulos que volverá, podemos entender que después de glorificado permanece para habitar de una manera nueva en la vida de la Iglesia que peregrina en la historia y en la que todos somos llamados a ser peregrinos de esperanza. No obstante, también creemos que retornará en la Parusía para hacernos participar de la Ciudad Santa y escatológica en la que no necesitaremos ni templo ni luz artificial porque Dios será Todo en todos. Esta es nuestra esperanza, esa esperanza que el Papa Francisco nos llama a renovar en este año santo. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Podemos acercarnos al salmo responsorial de este domingo (Sal 66), contemplándolo a la luz de las lecturas bíblicas que lo acompañan. Con el canto de este salmo, los discípulos de Cristo estamos invitando a todos los pueblos de la tierra para que alaben al Señor como su Creador y Salvador. El salmo pone en evidencia el deseo de la Iglesia: que toda la humanidad llegue a conocer al Dios vivo y verdadero para que el Padre y el Hijo vengan a morar cada persona. Por otra parte, orando con este salmo podemos renovar nuestro ardor misionero, ya que el hecho de pensar en todos los pueblos de la tierra nos debe impulsar para la evangelización. Contamos con la ayuda del Espíritu Santo Paráclito: su luz nos recordará el mensaje que Jesús nos dejó en el Evangelio._______________________Recomendaciones prácticas:•30 de mayo – 1 de junio. Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Mayores.•El viernes comienza la Novena de Pentecostés.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la MisaQueridos hermanos: seguimos celebrando este glorioso tiempo pascual que el Señor nos regala en el marco de este Año Santo, año de júbilo para alegrarnos como peregrinos de esperanza. Hoy la palabra de Dios nos recordará que Cristo ha resucitado para que todos los hombres y mujeres experimentemos la presencia del Dios vivo y verdadero. Él nos ama con amor eterno y quiere venir a habitar en nuestros corazones. Con esta motivación, participemos con fe de esta Eucaristía. Monición a la Liturgia de la PalabraComo comunidad parroquial nos hemos reunido hoy en asamblea para escuchar la palabra salvadora de Cristo Resucitado. Guardemos esta palabra para que el Padre y el Hijo vengan a vivir en nosotros y para que recibamos al Espíritu Santo. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios nuestro Padre que quiere habitar en aquellos que lo aman y guardan su Palabra, elevemos nuestras plegarias por medio del Hijo y animados por el Espíritu Santo. Como peregrinos de esperanza, oremos juntos diciendoR. Quédate, con nosotros, Señor.1.Por la Iglesia universal para que, cumpliendo amorosamente su misión de evangelizar a todos los pueblos, manifieste al mundo la presencia renovadora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos. 2.Por la paz del mundo para que experimentemos aquella Paz que Cristo resucitado nos ofrece, aquella paz que sólo proviene de Dios y que es fruto del Espíritu Santo. Oremos. 3.Por todos los que sufren en nuestra parroquia para que encuentren en esta comunidad de bautizados el consuelo y la caridad que los puede levantar de sus tristezas y ayudar en sus necesidades. Oremos. 4.Por nosotros, reunidos como comunidad parroquial, para que reconozcamos la presencia del Padre y del Hijo en medio de nosotros, así como la guía luminosa del Espíritu que nos recuerda el Evangelio. Oremos. 5.Por las Familias, los Niños, los Abuelos y los Mayores, para que del Jubileo que celebrarán, sean fortalecidos en su fe y los valores cristianos para construir una mejor sociedad. Oremos.Oración conclusivaDios de amor que te dignas habitar en tus discípulos misioneros.Escucha estas súplicas que te presentamos comunitariamenteya que unidos en la plegaria, nuestra oración es más fuerte.Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.

Vie 16 Mayo 2025

Como yo os he amado, amaos también unos a otros

QUINTO DOMINGO DE PASCUAMayo 18 de 2025
Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27Salmo: 145(144),8-9.10.11-12.13ab (R. cf. 1b)Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5aEvangelio: Juan 13,31-33a.34-35I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducción- Cercana la hora de dar la vida por sus amigos, el Señor les entrega el mandamiento nuevo del amor. Los discípulos están llamados a acoger este mandato descubriendo la novedad de amar según Dios: se trata de amar como Cristo, amar desde Cristo, amar en Cristo.- Gracias a la misión evangelizadora de la Iglesia, se sigue abriendo para toda la humanidad la puerta de la fe. Es el mismo Dios quien abre esta puerta en el corazón de cada persona y esto nos alienta para perseverar en el anuncio de la Resurrección de Cristo.- También nos anima la esperanza del cielo nuevo y la tierra nueva. El amor de Dios se encargará de hacer nuevas todas las cosas y, para esto, desde ya debemos dejar que el Señor haga morada nuestras vidas. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?En el contexto de la misión de Pablo y Bernabé que se relata desde Hch 13,1, la liturgia nos presenta la conclusión de este viaje con el retorno a Antioquía, desde donde habían partido. Se percibe en los apóstoles el gozo y la gratitud por las comunidades evangelizadas pues son animadas para afrontar las pruebas, son guiadas por los presbíteros y el Señor les ha abierto la puerta de la fe a los gentiles. Pablo y Bernabé narran lo vivido, comprendiendo que Dios ha hecho la obra junto con ellos.En la segunda lectura nos encontramos ante uno de los pasajes más significativos del Apocalipsis. Allí se puede notar el empeño del autor en hacer sentir la Nueva Creación con todas sus implicaciones y consecuencias. Se presenta la Nueva Jerusalén (que representa a la Iglesia) engalanada como novia para el gran desposorio escatológico con su Dios, la nueva y definitiva alianza. La voz que proviene del trono expresa una decisión irrevocable de Dios: habitar con la humanidad.Enseguida de la escena del lavatorio de los pies y del anuncio de la traición de Judas, comienza el gran discurso de despedida de Jesús, habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), la hora de ser glorificado por Dios (Jn 2,4; 7,30; 12,23). Consciente de su paternidad espiritual para con sus discípulos y del poco tiempo de presencia física en medio de ellos, Jesús les entrega el mandato nuevo de amarse. No se puede perder de vista que el amor es algo más que un mandamiento: es un don que procede del Padre por Jesús y es otorgado a los que creen en él. En ese sentido Jesús ama a sus discípulos como el Padre lo ha amado (cf. Jn 15,9) y ellos deben amarse a la manera como Él ha entregado la vida por ellos, sus amigos (Jn 15,13).2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Hoy más que nunca los discípulos de Cristo hemos de manifestar al mundo la esencia de nuestra identidad, que al mismo tiempo es la herencia que el Señor nos dejó en la Última Cena: amar. Aquel amor que lo llevó al sacrificio de la cruz es el amor que destruye la muerte con su resurrección. Por eso también podemos afirmar que el gran fruto que debe brotar en la vida un discípulo que ha resucitado con Cristo es la práctica del amor a los hermanos; signo de que el cristiano realmente camina en senderos de vida nueva es que se esfuerza por configurar su vida con el mandamiento nuevo del amor.En su reciente encíclica Fratelli Tutti el Papa Francisco nos recuerda que «un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud “si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”» (n. 87). Esta es la verdad que está a la base de la fraternidad y la amistad social que promueve en su carta. Refiriéndose al valor único del amor nos sigue enseñando Francisco: «La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es “el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana”. Sin embargo, hay creyentes que piensan que su grandeza está en la imposición de sus ideologías al resto, o en la defensa violenta de la verdad, o en grandes demostraciones de fortaleza. Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13)» (n. 92).Por tanto, si queremos ser fieles a la enseñanza pascual que el Señor nos ofrece debemos volcarnos hacia cada persona que nos encontremos en el camino de la vida para buscar su bien: «El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos» (n. 93). Y recordemos: sólo amaremos al otro verdaderamente si lo hacemos como Cristo, desde Cristo y en Cristo; he ahí la novedad de su mandato.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?En la oración nos dirigimos al Dios Amor y nuestra plegaria debe estar llena de amor a Dios y a los hermanos. Gracias a que en la oración experimentamos el amor infinito, total e incondicionado de Dios por cada uno nosotros, se hace posible un amor al prójimo visible, solícito y atento. Sin embargo, en medio de nuestra fragilidad que limita nuestra capacidad de amar, nuestra petición ha de ser simple, pero firme: Señor, enséñanos a amar como tú nos has amado.Para que se refleje en nuestra vida el don del amor podemos meditar esta enseñanza de H. J. M. Nouwen: «Antes que nada, en el amor a Dios me descubro a “mí mismo” de un modo nuevo. En segundo lugar, no nos descubriremos sólo a nosotros mismos en nuestra individualidad, sino que descubriremos también a nuestros hermanos humanos, porque es la gloria misma de Dios la que se manifiesta en su pueblo a través de una rica variedad de formas y de modos». II. Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la MisaQueridos hermanos y hermanas: En medio de la desbordante alegría de la Pascua, hoy Cristo resucitado nos recuerda el mandamiento nuevo del amor, la señal por la que nos reconocerán como sus discípulos. Celebrar esta eucaristía es celebrar el Amor que vencido la muerte y compartir la vida en fraternidad, como hermanos en Cristo. Participemos con fe. Monición a la Liturgia de la PalabraYa que el Señor nos ha abierto la puerta de la fe, acojamos su Palabra con alegría. Ella nos garantiza que, con Cristo resucitado, nos espera una vida renovada y nos invita a practicar la caridad a ejemplo de Jesús que nos amó hasta el extremo de dar la vida por nosotros.Oración Universal o de los FielesPresidente: Habiendo escuchado la Palabra que Dios nos comunica, y como un acto de amor para con nuestros hermanos, oremos al Padre por medio de Cristo, vencedor de la muerte, suplicando por toda la familia humana. Digamos juntos:R. Tú que eres la vida y la resurrección, escúchanos.1. Por la Iglesia universal. Que la vida de todos los ministros ordenados, religiosos y laicos sea señal de que el amor según Cristo es el único camino hacia la plenitud de cada persona humana. Oremos.2. Por una espiritualidad del caminar juntos. Que nos formemos como discípulos de Cristo, como familias, como comunidades y como seres humanos, a través de nuestra experiencia de este camino Sinodal. Oremos.3. Por los gobernantes. Que, movidos por una caridad sincera y desinteresada, puedan realizar obras que realmente contribuyan al progreso íntegro de todos los pueblos y de cada ser humano. Oremos.4. Por nosotros que, celebrando esta liturgia pascual, hemos escuchado el mandato nuevo del amor. Que esta caridad, que se fundamenta en Cristo, nos ayude a reconocer, valorar y amar a cada persona. Oremos.Oración conclusivaPadre de amor,que con la resurrección de tu Unigénitonos infundes vida en abundancia.Escucha estas plegarias que te presentamos.Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.