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Lectio Dominical

Mié 11 Nov 2020

"La espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción"

TRIGÉSIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 15 de noviembre Primera lectura: Pr 31,10-13.19-20.30-31 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. 1a) Segunda lectura: 1Ts 5,1-6 Evangelio: Mt 25,14-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Ideas fuerza que nos ofrece la Palabra de Dios: • Los cristianos están llamados a vivir preparados y dispuestos para dejar que Dios se revele en sus vidas. • Es importante la guarda del respeto y del amor, como interpretación y vivencia del temor de Dios. • Es necesaria la decisión, disposición y administración del Reino de Dios, para heredar la vida eterna, a través de la imagen del banquete festivo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El último capítulo del libro de los proverbios está dedicado a destacar las virtudes y el valor que significa los dotes de una mujer en el contexto de un libro que está basado en las enseñanzas de carácter religioso y moral, que anticipan el plan de preparación virtuoso del que Pablo le habla a la comunidad de Tesalónica, casi como un presagio de la disposición en el contexto cristiano a la parusía. Mientras que el evangelio de Mateo en el capítulo 25 narrará tres parábolas (las 10 vírgenes, los talentos y el juicio final), en este domingo -XXXIII del tiempo ordinario-, la liturgia nos invita a detenernos en la «parábola de los talentos» y en ella, el evangelista nos insta a observar con atención el ejemplo de los tres siervos que ajustan su relación con el amo por medio de la administración de sus talentos, recordando así la vocación al servicio, propia de la vida cristiana. Los cristianos están llamados a vivir preparados, dispuestos y dedicados a dejar que Dios se revele en sus vidas. Por ello las virtudes que el libro de los Proverbios muestra en la mujer que, con su manera de ser, honra y hace magna la vida del hogar, ponen de manifiesto, lo que el autor sapiencial repite en la descripción de la mujer. El texto reiterará y centrará las acciones que ella puede hacer por medio de sus manos; por ello en la destreza y sostén para manejar lo material, el texto le dará un reconocimiento a la habilidad que tiene ella para manejar el hogar. Mientras que, en la relación con los más necesitados, la mujer hacendosa, abre y extiende sus manos, porque en su corazón siempre hay generosidad y bondad para darle a los demás, aquello que hace parte de sí misma. De esta manera la mujer debe ser exaltada, porque por su capacidad de hacer las cosas con sus manos, ella se convierte en un ejemplo para la comunidad y no sólo para su casa. La recitación del salmo 127 con el estribillo: «dichoso el que teme al Señor», le recuerda al creyente la importancia de guardar respeto y amor, como interpretación del temor, más allá de la comprensión primaria de asociarlo con el miedo. De allí que el recuerdo para que el hombre obtenga la bendición, por parte de su Dios, viene a ser la prosperidad por siempre como promesa que Dios cumple en quienes lo honran y buscan con sincero corazón. La unidad narrativa del evangelio de Mateo en el capítulo 25 contiene tres parábolas en las que se destacan tres verbos para acoger el Reino de Dios, disponer, administrar y heredar. Sin embargo, para este domingo, la parábola sobre la que recae la liturgia es aquella de los talentos. Ella relata la decisión que toma un hombre que, al partir al extranjero, confía sus bienes a tres de sus sirvientes. La parábola de los talentos es desafiante porque confronta al lector con la capacidad que tienen los siervos escogidos para administrar los talentos que les han distribuido. El amo para asignar los talentos debe conocer muy bien las facultades y capacidades que los siervos tienen porque sólo así les podrá dar según su capacidad de administrar aquello que les será confiado. El texto pone de manifiesto que, no sólo el amo, conoce a sus siervos, sino que ellos también conocen muy bien a su amo. Por ello hay en los siervos comprometidos una moral de responsabilidad que los lleva a ser merecedores de aquellos decoros que provienen de su patrón; de allí que el entrar en el banquete de su Señor se convierte en el mayor premio obtenido por aquellos administradores honrados y buenos. La infelicidad de aquel que, por miedo al amo, entierra el talento recibido, deja en claro, que no se hace merecedor del banquete del amor que su señor ha reservado para los que han renunciado a la pereza y desidia, sino que, al contrario, se hacen dignos del premio y herencia de su señor, solo aquellos que vencen la desidia como una tentación constante a no querer hacer nada por los demás. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La palabra de Dios en este domingo nos recuerda que el cristiano es siervo del Señor, y que tal y como la mujer del libro de los Proverbios, administra bien sus dones por medio de las obras de sus manos, de la misma manera el Señor pone su confianza en las capacidades que cada uno de sus siervos tiene. Él es el Señor de la vida quien conoce bien a cada uno de los que asumen su compromiso como siervos del amor. Es así como cada servidor está llamado a no compararse ante los otros, sino que debe, reconocer aquello con lo que Dios mismo lo ha dotado y responder a su vocación con generosidad y bondad. De este modo, la labor del siervo es reconocer que debe dar buenos fruto y que sus dones los debe poner al servicio de los demás, teniendo en cuenta su entorno. Por tanto, rechazar el don es enterrar el talento del servicio y disponibilidad a salir de sí para darse a los demás. En la esperanza de una segunda venida del Señor como lo dice Pablo, los talentos que nos vienen de Dios no son para sí, al contrario, deben contribuir con la esperanza y la alegría que tenemos de acoger y dar fruto, desde el servicio, en favor de los más vulnerables de la sociedad, tal como lo invita constantemente a vivir el Papa Francisco, especialmente, con su ejemplo de acogida a los migrantes. Si aceptamos y estimamos la vida como un tesoro invaluable, tendremos que reconocer que somos portadores de muchos talentos y que, como lo reitera el Papa Francisco, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, tener cuidado de los demás (Cfr. Catequesis, 24 abril 2013). De esta manera el cristiano busca cómo vivir de una forma libre y disponible el amor que viene del Señor, para compartir con los demás lo mejor de sí como una consecuencia del amor a Dios, a través de los demás y en sus respectivas comunidades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Este domingo es un espacio privilegiado para pedirle al Señor que renueve en cada cristiano, la capacidad de entender el valor que proviene de los talentos o dones recibidos, por la gracia del amor a Dios y por medio del servicio. Los frutos abundantes del servicio del siervo honrado y cumplidor estimulan al siervo a seguir dando frutos desde sus capacidades. Solo cuando el siervo se abre a la obediencia hacia el amo, extiende su bondad sobre los demás en quienes reconoce el amor de su Señor y Dios. Por tanto, insistirá el Papa Francisco que en consonancia con el apóstol Pablo "la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción. Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo" (ídem) II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Este domingo todos estamos llamados por Dios a vivir en comunidad el misterio de su amor por medio de la celebración de la eucaristía. Sean todos bienvenidos al banquete del amor pascual, en donde todos estamos llamados a dar lo mejor de sí, para el bien de la comunidad y así poder darle cumplimiento al mandato del Señor de amarnos todos como hermanos. Dispongamos nuestros corazones para acoger con alegría los dones que el Señor nos dará con su palabra y su pan partido y repartido con amor. Participemos con fe. Monición a la Liturgia de la Palabra La escucha de la Palabra de Dios en este contexto celebrativo nos invita a reflexionar sobre nuestras obras y la respuesta que le damos al Señor por medio de la comunidad, en la justa y recta administración de los talentos que hemos recibido de su bondad. Que esta liturgia de la Palabra nos siga disponiendo a la espera gloriosa de la segunda venida de nuestro salvador. Escuchemos con el corazón y la mente abierta el mensaje que nos trae el Señor. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, para que nuestro Padre amoroso escuche las súplicas de su pueblo y nos prodigue lo que, por su voluntad, sea para el bien de todos y digamos: R. Padre misericordioso escucha nuestra oración 1. Por el Papa y todos los obispos para que sean ejemplo de servicio en nuestras comunidades y, así, todos busquemos dar lo mejor de nosotros mismos por el bien de la comunidad. Oremos al Señor. 2. Por la Iglesia para que, a ejemplo de la mujer virtuosa del libro de los Proverbios, busque ser protectora de la vida y ejemplo para la sociedad, en el servicio y el amor por los más necesitados. Oremos al Señor. 3. Por los gobernantes de nuestro país, para que no desperdicien los dones que les han sido otorgados para administrar y trabajar por el bien común y, desde el servicio, multipliquen sus obras a favor de la vida. Oremos al Señor. 4. Por los que sufren y pasan necesidad, para que experimenten la fuerza de Dios y la solidaridad de los creyentes, y no se dejen vencer por las dificultades. Oremos al Señor. 5. Por nuestra comunidad para que sea dócil a la escucha de la Palabra y sirva con la alegría del amor de Dios presente en su corazón. Oremos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha Padre de misericordia las súplicas que te dirigimos con fe y esperanza Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mié 4 Nov 2020

“Mi alma está sedienta de ti, Dios mío”

TRIGÉSIMOSEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 8 de noviembre Primera lectura: Sb 6,12-16 Salmo: 63(62),2.3-4.5-6.7-8 (R. 2b) Segunda lectura: 1Ts 4,13-18 Evangelio: Mt 25,1-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • La búsqueda, la espera y la vigilancia, son categorías existenciales de la vida cristiana. • La búsqueda del Señor y de la sabiduría son el camino para una vida en plenitud. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? “Mi alma está sedienta de ti, Dios mío”, resonaba en la proclamación del salmo y de esa manera se convierte en instrumento eficaz para entrar en la comprensión y apropiación de esta Palabra. Tanto el contenido del libro de la Sabiduría como el texto del Evangelio de Mateo nos presentan la idea de la búsqueda, de la espera y de la vigilancia como categorías existenciales de la vida cristiana. La búsqueda del Señor, como la búsqueda de la sabiduría, son el camino para una vida en plenitud; en este camino ambos (Jesús y la sabiduría) se dejan encontrar y son esperados con vigilancia. En el contexto de la etapa final del año litúrgico, esta Palabra se convierte en lámpara para saber buscar y saber esperar el don de Dios que da sentido a la vida del cristiano. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Apropiarse de la Palabra y dejarla resonar en el corazón implica tener un encuentro personal y comunitario con ella para que toque e ilumine aspectos fundamentales de la existencia del hombre. Como ayuda pueden plantearse los siguientes interrogantes: ¿Me siento preparado para el encuentro con el Señor? ¿Qué cosas concretas estoy haciendo para estar en vela y preparado para cuando el Señor venga? ¿Con qué clase de aceite estoy preparando mi lámpara? En medio de los afanes y circunstancias actuales, muchas veces parece que los seres humanos se creen eternos en esencia y de lo que más se huye es de la muerte y por ello, del encuentro con el Señor. Hoy es una oportunidad para insistir en la necesidad de estar preparados, dispuestos y vigilantes porque en cualquier momento puede llegar al termino de nuestra vida, siguiendo las palabras del Señor, a la hora que menos lo piensen llegará el Hijo de Dios. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Estamos en el domingo XXXII del Tiempo Ordinario y ya se ha hecho explícito el mensaje escatológico y la necesidad de saldar las deudas y abrocharse los cinturones en el compromiso de una vida cristiana que testimonie la disposición para acoger al Señor cuando venga. Por eso unidos a la oración de la Iglesia en este domingo suplicamos al Señor: “Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos cumplir libremente tu voluntad.” (Oración colecta, Misal Romano p. 322). La eucaristía es la Cena del Señor y en ella pregustamos la gloria eterna, por ello debemos saber entrar a este banquete al que hemos sido invitados. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con las lámparas encendidas y el corazón en vela hemos venido a este banquete, ansiosos de alimentarnos de la Palabra y del cuerpo y sangre de Cristo. Dejemos que la Eucaristía sea hoy la celebración de la comunidad en la fe y que juntos podamos seguir en la búsqueda de la verdadera sabiduría. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra Búsqueda, vela, espera, son palabras que marcan hoy nuestro encuentro con la Palabra. Abramos nuestro espíritu para que ella sea nuestro juez y nos motive a la conversión verdadera para saber esperar al Señor. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con las lámparas en nuestras manos, presentemos nuestras oraciones al Padre y digamos: R. Atiende, Señor, nuestra oración 1. Para que el Papa y todos los ministros de la Iglesia sepan conducir al pueblo santo en la espera y búsqueda de su Señor. Oremos. 2. Para que los gobernantes sean fieles al mandato recibido y promuevan la paz y la justicia en todos los lugares. Oremos 3. Por los que sufren y viven tristes, para que la lámpara de sus esperanzas no se apague y se vea alimentada con el aceite de la fraternidad. Oremos. 4. Por nosotros y la comunidad cristiana, para que estemos siempre preparados al encuentro del Señor, con obras de misericordia y de justicia. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Atiende, Padre santo, las oraciones confiadas de tus fieles, Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Mié 28 Oct 2020

Dios nos hace un llamado a todos a la santidad

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS 1° de noviembre Primera lectura: Ap 7,2-4.9-14 Salmo: 24(23),1-2.3-4ab.5-6 (R. cf. 6) Segunda lectura: 1Jn 3,1-3 Evangelio: Mt 5,1-12a I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Dios nos hace un llamado a todos a la santidad. • Somos peregrinos, vamos caminando hacia Alguien que es en verdad definitivo; nuestra vida es un constante caminar en busca del Señor, nuestro corazón lo anhela. • Quien busca al Señor deberá esforzarse, seguir caminando y experimentar en la cotidianidad de su vida que a los valores del Reino se oponen varios valores del mundo de hoy. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la celebración de la solemnidad de Todos los Santos, la liturgia de la Palabra nos recuerda el llamado que Dios nos hace a la santidad, por eso el texto de la Sagrada Escritura que prevalece con fuerza es el relato de las bienaventuranzas, que son el proyecto que Jesús tiene para que todos nosotros seamos perfectos como el Padre es perfecto, para que seamos semejantes al mismo Jesús, así nos los recuerda la segunda lectura de la primera carta de San Juan: “Sabemos que cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él y lo veremos tal cual es” (1 Jn 3, 2). Los textos de la Palabra de Dios para esta solemnidad nos recuerdan que vamos caminando, que somos peregrinos y que hay Alguien que es en verdad definitivo, por eso cantamos en el salmo: “Este es el grupo que busca la Señor” (Sal. 23, 6), nuestra vida es un constante caminar en busca del Señor, nuestro corazón lo anhela, así mismo lo expresa el libro del Apocalipsis: “Estos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus vestidos y los han blanqueado en la sangre del cordero” (Ap. 7, 14). En definitiva, quien busca al Señor deberá esforzarse, deberá seguir caminando y experimentando en la cotidianidad de su vida que a los valores del Reino se oponen varios valores del mundo de hoy, pero que cuando caminamos debemos pensar, sobre todo, en la meta, Cristo, que es el que nos hace felices, el que nos permite vivir en la comunión de los santos, es decir en la vida de la Iglesia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Los discípulos del Señor tenemos que aceptar en nuestras vidas el proyecto de Dios, que supera cualquier expectativa, pues los valores del Reino siempre estarán vigentes; quienes fueron detrás de Jesús y aceptaron su proyecto nunca quedaron defraudados, experimentaron sacrificios y grandes esfuerzos, pero Dios cumplió su promesa. La promesa de la vida feliz y plena es una realidad cuando abandonamos los proyectos caducos que nos trazamos personalmente y aceptamos el del Señor que nos hace pasar por la cruz del sufrimiento y el sacrificio para llegar con Él a la gloria del cielo. El llamado a la santidad que Dios hace a través de su Palabra les permite a los discípulos entender que aceptando el proyecto de Dios siempre estaremos en contravía del mundo, pero será en estos momentos de testimonio, de instauración del Reino de Dios donde seremos santificados y gozaremos de la felicidad que solo puede darnos Dios, que no solo nos da la vida, sino que la plenifica y la restaura. Dios no nos enseña un camino fácil, nos enseña a elegir el único Camino, el camino que da la vida, es decir, Cristo mismo. La celebración de la Solemnidad de todos los santos nos llena de mucha fe y esperanza al saber que en unas personas podemos ver cumplidas ya las bienaventuranzas, esto significa, entonces, que cada bautizado, aceptando el proyecto de Dios, puede participar de la comunión de los santos mientras peregrina en esta tierra. Pero ¿cuál es en realidad el proyecto que Dios nos traza en las bienaventuranzas? El proyecto del Señor es aquello en lo que debemos trabajar cada día para ser semejantes a Jesús, el Hijo amado de Dios (1 Jn. 3, 2). Con las bienaventuranzas el Señor nos está diciendo cómo son sus discípulos, nos cuenta cómo se ven y qué hacen. Los discípulos del Señor son: pobres de espíritu, mansos, saben llorar el dolor propio y el de los demás, viven con hambre y sed de justicia, son misericordiosos, tienen limpieza de corazón, trabajan por la paz y saben afrontar las dificultades que trae el seguimiento de Jesús. Cuánto tiene para decirnos el Señor con este proyecto en la realidad en que vivimos hoy, sobre todo en nuestras familias, nuestros trabajos y nuestra patria; pequeños espacios rodeados de corrupción, deshonestidad, mediocridad, viviendo en la ley del menor esfuerzo. Cómo es de suave y dulce a nosotros hoy esta Palabra de Dios, que nos hace entender que las cosas valiosas de la vida solo pueden conseguirse con esfuerzo, que la vida, la paz y la libertad, los dones más preciados que tenemos como bautizados, solo pueden vivirse aceptando el proyecto de Dios, que no es un proyecto que lleva al vacío, sino que dignifica a todo ser humano. Esta Palabra de Dios debe ayudarnos a pensar en la necesidad que tenemos todos de limpiar nuestros corazones; “Dichosos los limpios porque ellos verán a Dios”: Aceptar a Dios en nuestras vidas es la única manera para purificar nuestras malas intenciones, para salir de esos escenarios de angustia, de corrupción, de infidelidad, de maldad, de pobreza espiritual. Solo Dios puede purificarnos de los más perversos anhelos y afanes desenfrenados y malintencionados, solo la Palabra de Dios puede cuestionarnos por dentro, entrar en nosotros y remover aquellas oscuridades e incertidumbres en las que a veces vivimos por puro egoísmo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El Papa Benedicto XVI decía: “Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (Hch 4, 12). En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro” (Discurso inaugural Aparecida). Efectivamente, sin Cristo estamos perdidos, nos sumergimos en un mundo de angustia y de sin sentido en la vida. Solo aceptando la vivencia en la comunión de la Iglesia, la propuesta amorosa y salvadora de Dios podremos encontrar respuestas para seguir caminando con decisión. Precisamente la oración colecta para esta Solemnidad de todos los santos nos recuerda que la intercesión de éstos es para nosotros un camino que nos permite alcanzar de Dios la misericordia y el perdón, paso fundamental para poder sentirnos en la comunión de los santos que profesamos con tanta fe en el credo; dice la oración: “Te rogamos, por las súplicas de tan numerosos intercesores, que en tu generosidad nos concedas la abundancia deseada de tu gracia”; además el prefacio nos recuerda que unidos en la eucaristía, vamos caminando alegres hacia la patria futura: “Hacia ella, peregrinos, nos apresuramos jubilosos, encaminados por la fe y compartiendo la alegría de la Iglesia por la glorificación de sus miembros más eximios, en quienes nos concedes ayuda y ejemplo para nuestra debilidad”. Que como María, la Madre del Señor, la primera discípula, la que va delante en la comunión de los santos, seamos capaces de aceptar el proyecto de Dios por encima del nuestro, para que alegres anunciemos las maravillas que Dios hace en nosotros cada día. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta celebración eucarística se hace realidad lo que en cada solemnidad expresamos cuando profesamos la fe: “creo en la comunión de los santos”. Peregrinos en este mundo, celebramos el amor y la misericordia de Dios que nos alimenta con la Palabra y el Cuerpo de su Hijo amado; por eso sintámonos, desde ya, unidos a la Iglesia celeste que intercede por nosotros en la comunión de los santos. Dispongámonos con fe a participar con alegría en la eucaristía. Monición a la Liturgia de la Palabra “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. A través de su Palabra Dios se hará carne en nosotros para purificar nuestros corazones, por eso estemos atentos como verdaderos discípulos para escuchar con fe y acoger con compromiso, el proyecto que Dios tiene para sus fieles. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios Padre, creador del universo entero, para que en comunión con todos los santos del cielo alcancemos bendiciones en esta tierra y digamos confiados: R. Padre de la vida, escúchanos 1. Por la Iglesia santa de Dios, para que siempre se conserve unida en la oración y así sea luz para todo el mundo. Roguemos al Señor. 2. Por los gobernantes de todos los pueblos, para que fomenten siempre la dignidad humana con proyectos de justicia y de paz. Roguemos al Señor. 3. Por todos los enfermos de nuestra comunidad y por todos los que sufren, para que la oración que hacemos en la comunión de los santos los llene de consuelo, de esperanza y de salud. Roguemos al Señor. 4. Por nuestra comunidad parroquial para que aceptando el proyecto de las bienaventuranzas que Jesús nos propone podamos alcanzar la patria celeste y la participación plena en la comunión de los santos. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre de todo lo creado, escucha estas súplicas de Tu Iglesia, que peregrina en esta tierra anhelando la patria celeste. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 22 Oct 2020

¿Cuáles son nuestros deberes para con el prójimo?

TRIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 25 de octubre Primera lectura: Éx 22,20-26 Salmo: 18(17),2-3a.3bc-4.47+51ab (R. 2) Segunda lectura: 1Ts 1,5c-10 Evangelio: Mt 22,34-40 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • ¿Cuáles son nuestros deberes para con el prójimo? (1L) • ¿Por qué es importante abandonar los ídolos para servir a Dios? (2L) • ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? (Ev) 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este domingo trigésimo del Tiempo Ordinario ofrece una línea de reflexión presentada en tres escenarios que llaman la atención: San Mateo en su evangelio presenta la enseñanza de Jesús sobre el más importante de los mandamientos amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma con todo el ser. ("con todo el corazón": cita de Deuteronomio 6,5). Jesús añade que el segundo mandamiento es semejante: amar al prójimo como a uno mismo (Lv 19,18). A lo largo del año este pasaje (entre los tres sinópticos que lo reproducen) se lee hasta siete veces en las eucaristías dominicales y feriales. Al acércanos al texto del libro del Éxodo, en la primera lectura vemos como en realidad el Señor confirma lo que ya había expresado el Antiguo Testamento. Escuchamos las prescripciones que se debían observar en relación con los extranjeros, con las viudas, los huérfanos y aquellos que se veían en la necesidad de pedir prestado o dejar objetos en prenda para poder obtener lo necesario para la vida. Hoy escuchamos unas pocas normas, referentes a la justicia social, o sea, a nuestros deberes para con el prójimo: cómo tratar a los inmigrantes y forasteros, a los pobres y débiles. Prepara así el libro del Éxodo lo que Jesús va a contestar sobre cuál es el mandamiento principal. Y en la primera carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses la enseñanza es profunda y de inmensa actualidad: no se puede separar el amor a Dios, del amor al prójimo, porque el Señor es compasivo y se cuida de todas sus creaturas. El apóstol Pablo alaba la fe de aquella naciente Iglesia y comprueba que el crecimiento espiritual se debe, en primer lugar, a la potencia del Espíritu Santo. Los Tesalonicenses se han vuelto a Dios para servirlo, y viven aguardando la venida de Cristo a quien Dios resucitó de entre los muertos. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En este segundo momento de la predicación orante, tengamos tres pensamientos: No podemos olvidar lo esencial. ¿Cuál es el mandamiento principal? Los judíos tenían centenares de preceptos: exactamente 365 "negativos" y 248 "positivos" (los primeros empiezan por "no…", y los otros por "debes..."). No es de extrañar. Toda sociedad organizada tiende a multiplicar con el tiempo sus leyes y normas. A muchos nuestra religión les puede parecer un poco complicada y difícil de entender. Hoy necesitamos en la Iglesia concentrarnos en lo esencial para desprendernos de añadidos secundarios y quedarnos con lo importante: amar a Dios con todas nuestras fuerzas y querer a los demás como me quiero a mí mismo. El amor lo es todo. Amar a Dios "con todo el corazón", o sea, ponerle a él por delante de todo lo demás, es el primer mandamiento: escuchar su Palabra, encontrarnos con él en la oración, amar lo que ama él, hacer nuestro proyecto de vida contando con él, lo que se nos pide en la vida es amar. Ahí está la clave. Lo esencial es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor... Pablo alaba a los de Tesalónica porque "abandonando los ídolos, se volvieron a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero". Es un aspecto que hemos de recordar todos, en medio de un mundo que tiende a privilegiar los horizontes meramente materialistas y hasta idolátricos. La única tarea. Hacemos en la vida muchas cosas. Nos movemos y agitamos buscando muchos objetivos. Pero, ¿qué es lo verdaderamente importante? ¿qué es lo que tenemos que hacer para poder acertar? Definitivamente Jesús lo resumió todo en el amor. Todo se reduce a vivir el amor de Dios y el amor a los hermanos. Según Jesús, de aquí se deriva todo lo demás. San Agustín tiene un texto admirable que comenta el evangelio de hoy: “El amor de Dios es el primero como mandamiento, pero el amor al prójimo es el primero como actuación práctica. Aquel que te da el mandamiento del amor en estos dos preceptos, no te enseña primero el amor al prójimo, y después el amor a Dios, sino viceversa. Pero como a Dios no lo vemos todavía, amando al prójimo tú adquieres el mérito para verlo; amando al prójimo tú purificas tu ojo para ver a Dios, como lo afirma san Juan: “Si no amas al hermano que ves, ¿cómo podrás amar a Dios a quien no ves? (Cf. 1 Jn 4, 20). Si sintiendo la exhortación para amar a Dios, tú me dijeses: “muéstrame a aquel que debo amar”, yo no podría responderte sino con las palabras de san Juan: “Ninguno jamás ha visto a Dios” (Cf. Jn 1,8). Pero para que tú no te creas excluido totalmente de la posibilidad de ver a Dios, el mismo Juan dice: “Dios es amor. Quien permanece en el amor permanece en Dios” (1 Jn 4, 16). Tú, por lo tanto, ama al prójimo y mirando dentro de ti donde nazca este amor, en cuanto te es posible, verás a Dios”. San Agustín. Tratado sobre san Juan Tratt. 17, 7-9. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Al final del día la Iglesia hace el rezo de completas y en ella se realiza un breve examen de conciencia en el que nos debemos preguntar ¿he amado?, ¿o bien me he buscado a mí mismo, he pensado solo en mis intereses, y he tratado con indiferencia al prójimo? Esto vale para el ambiente de una familia o el de una comunidad religiosa o el de una comunidad parroquial o también el de la sociedad en la que vivimos. El mandamiento del amor es una de esas consignas de Jesús a sus seguidores que, si nos la creyéramos de veras y la pusiéramos en práctica, cambiaría el mundo como con un fermento activo. A propósito de este tema el Papa Francisco nos dice:“La señal visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar el amor de Dios al mundo y a los demás, a su familia, es el amor por los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está encima del elenco de los mandamientos. Jesús no lo coloca en el vértice, sino al centro, porque es el corazón desde el cual debe partir todo y hacia donde todo debe regresar y servir de referencia. Ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de ocuparse de las personas más débiles como el forastero, el huérfano, la viuda... A este punto, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. No podemos separar más la vida religiosa, de piedad, del servicio a los hermanos, de aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos dividir más la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la cercanía a su vida, especialmente a sus heridas. Acuérdense de esto: el amor es la medida de la fe. Tú ¿cuánto amas?... Jesús abre un claro que permite ver dos rostros: el rostro del Padre y aquel del hermano... Y deberíamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer el rostro de Cristo en él: ¿somos capaces de esto?”. (Ángelus, 26 de octubre de 2014). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos, cada celebración de la eucaristía es un rayo de ese sol sin ocaso, que es Jesús resucitado. Dispongamos todo nuestro ser para participar en la misa dominical que significa entrar en la victoria del Resucitado. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios, expuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder del Espíritu Santo, y manifiesta el amor del Padre. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Como Iglesia, reunidos en torno a Jesucristo, supliquemos al Padre y entreguémosle las necesidades de nuestros hermanos, los hombres, diciendo: R. Padre bueno, escúchanos 1. Para que la Iglesia ejerza su misión pastoral con espíritu de servicio y entrega. Oremos al Señor. 2. Para que los gobernantes sean siempre fermento de amor y busquen vivir el mandamiento principal. Oremos al Señor. 3. Para que en el corazón de todos los hombres crezcan siempre sentimientos de paz, de justicia, solidaridad y amor a los hermanos. Oremos al Señor. 4. Para que los enfermos especialmente los agonizantes, encuentren consuelo en tu cruz que es signo de esperanza y de fe. Oremos al Señor. 5. Para que siempre fortalezcamos el deseo de crecer en el conocimiento y el amor a Jesucristo. Oremos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha, Padre, nuestras humildes oraciones. Tú que eres la fuente de toda gracia y bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 15 Oct 2020

El cristiano está llamado a vivir en el mundo sin ser del mundo

VIGÉSIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 18 de octubre de 2020 Primera lectura: Is 45,1.4-6 Salmo: 96(95),1+3.4-5.7-8.9-10a+c (R. 7b) Segunda lectura: 1Ts 1,1-5b Evangelio: Mt 22,15-21 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Dios realiza su plan de salvación en el mundo valiéndose de los seres humanos. • El cristiano está llamado a vivir en el mundo sin ser del mundo. • La autoridad humana viene de la autoridad divina y Dios la permite para establecer el orden en el mundo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el texto de Isaías se describe la acción de Dios a través de Ciro, rey de Persia que gobernó del 550 al 530 a.C., bajo cuyo reinado terminó la cautividad babilónica. El profeta describe al rey como el ungido del cual se vale Dios para realizar su designio de salvación en medio de su pueblo. Algo importante en el texto, es el respeto que Dios manifiesta por la libertad y las decisiones humanas que la gobernante toma con relación al pueblo, a través de estas acciones y del obrar humano, Dios manifiesta su cercanía con el pueblo y va acompañando su destino. El rey es el instrumento humano escogido por Dios para conducir la historia de su pueblo. Un detalle importante del texto es la mención que se hace de Ciro como ungido no por la perfección humana de su persona sino en relación a la misión que Dios le permite ejercer en favor del pueblo; por esta razón, el gobernante es el ungido de Dios porque es preferido para liberar al pueblo del dominio Babilónico. Un detalle que no se puede dejar pasar en el texto es la afirmación “Soy yo, Yahveh”, con ella, se reafirma que Dios es único - el monoteísmo bíblico-, pero también se deja claro que el primer lugar es para Dios y el papel o la mediación del hombre en este caso del gobernante, es secundaria. En todo caso, con el profeta enfatiza que es Dios quien conduce la historia, pero se vale de la actuación del hombre. En el Evangelio se presenta la discusión en torno a la moneda con la figura del emperador que circulaba entre los habitantes del Imperio y que se consideraba una ofensa para el culto judío ya que tenía la figura de Tiberio Cesar emperador de la época y el cual era considerado una divinidad, a tal punto que en la moneda rezaba la siguiente frase: “Tiberio César, Augusto hijo del divino Augusto, supremo sacerdote”, esta inscripción era ofensiva para el culto monoteísta del pueblo judío ya que se consideraba una idolatría tener otra divinidad distinta de Yahveh. La pregunta que le hacen a Jesús va en un doble sentido, por un lado, la cuestión de la idolatría y por el otro, la obligación de cumplir la ley civil pagando el tributo al Cesar. Frente a esta cuestión, Jesús responde sabiamente: dar al Cesar lo que es del Cesar, es decir, cumplir la ley civil sin que esta nos aparte del culto dado a Dios, y a Dios lo que es de Dios, es decir, no olvidar que el primer lugar es para Yahveh, ya que solo a él se debe dar honor y gloria. En otras palabras, podemos expresar que el cristiano vive en el mundo sin ser del mundo mientras cumple con las normas y leyes civiles siempre y cuando estas no vayan en contra de su conciencia moral y no lo aparten de Dios ni lo mundanicen. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Podemos destacar tres énfasis de la Palabra de Dios este domingo: • Dios guía la historia y se vale de la actuación de los hombres. En el caso descrito por el profeta Isaías se relata la acción de Dios que respeta nuestra libertad; pero va conduciendo la historia a través de los hechos humanos, en el caso de un gobernante bueno, en cuanto este se deja conducir por Dios y obra con rectitud, pero también encontramos el caso del mal gobernante o de la persona que actúa mal, en ese caso, Dios respeta la libertad del hombre que obra mal, pero es de aclarar que ese pecado trae consecuencias para todo un pueblo y también ahí Dios permite esas consecuencias sin que eso signifique que busque nuestro mal, ya que Dios respeta las decisiones de los hombres aunque estas sean equivocadas y traigan consecuencias para todos. En todo caso es importante que el gobernante reconozca que su autoridad viene de Dios a quien corresponde el primer lugar, un ejemplo claro que nos encontramos, es el caso del Rey Salomón que para gobernar a su pueblo pido la sabiduría divina. • El cristiano puede dar testimonio de su permanencia en el mundo cumpliendo con los deberes civiles, pero sin dejar que su corazón se contamine con la maldad y la idolatría del mundo. El testimonio de una vida comprometida con el evangelio es una forma sencilla y eficaz para evangelizar; de modo especial en la familia y en los ambientes de trabajo o lugares donde nos encontremos. En este domingo se celebra la jornada mundial de las misiones y es importante recordar que todos somos misioneros por el bautismo y estamos llamados a evangelizar en medio del mundo donde nos encontramos. • Un escrito anónimo de los padres de la Iglesia comenta este evangelio y nos recuerda que: “La imagen de Dios no ha sido pintada en oro, sino moldeada en los hombres. La moneda del César es de oro; la moneda de Dios es el hombre. En las monedas se ve al César; en los hombres se reconoce a Dios. Por tanto, dad vuestras riquezas al César, pero reservad para Dios la inocencia exclusiva de vuestra conciencia, donde se ve a Dios. La imagen del artesano esculpió́ la imagen del César, grabándola con caracteres corruptibles. Sin embargo, la mano divina estampó con diez cinceles vivos la imagen de Dios en el hombre”. Por lo tanto, el hombre debe buscar las cosas de Dios que lo ha creado y ha dejado su imagen grabada en el corazón. La imagen del César pasa; mientras que la imagen de Dios grabada en el hombre, permanece para siempre. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, te pedimos que nos ayudes a actuar correctamente para que tu designio salvífico en la historia humana se cumpla a través de nuestras acciones libres y responsables. Concédenos la capacidad de estar en el mundo cumpliendo con los deberes que son necesarios para mantener temporal de las cosas, pero sin dejarnos contaminar por la maldad y la idolatría del mundo. Ayúdanos a ser cristianos comprometidos con la construcción de un mundo mejor donde demos testimonio del amor a Dios y al prójimo. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Dios nos llama a estar en el mundo y dar testimonio de nuestra vida cristiana anunciando el Evangelio sin dejar que nuestro corazón se mundanice, por eso venimos a esta celebración eucarística a tributar a Dios el honor y la gloria, reconociendo su grandeza y su amor en medio de su pueblo. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios se vale de las acciones humanas para guiar y conducir la historia. Toda autoridad humana viene de la autoridad de Dios que gobierna el mundo, pero mientras estamos en el mundo, los seres humanos debemos cumplir con las obligaciones establecidas por los gobernantes, pero sin olvidarnos de Dios a quien corresponde el honor y la gloria. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios Padre lleno de amor dirige nuestra historia y nos acompaña en nuestro camino respetando nuestra libertad. A él dirigimos nuestra mirada y elevamos nuestra súplica confiada diciendo: R. Padre santo, escúchanos 1. Concede fortaleza y sabiduría a la Iglesia para continuar anunciando el Evangelio a todas las naciones. 2. Otorga rectitud y discernimiento a los gobernantes para que trabajen por el bien común y establezcan el orden entre los pueblos. 3. Bendice y santifica a la familia para que se consolide en la unidad, el respeto y el diálogo en cada uno de sus miembros. 4. Acompaña y dirige los pasos de todos los bautizados, para que con nuestro testimonio de vida seamos discípulos y misioneros de Jesucristo. 5. Conforta y auxilia a los enfermos, especialmente a los que sufren a causa del COVID-19, para que sientan tu presencia en medio de las pruebas y sufrimientos que padecen. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Recibe, oh Dios, nuestras oraciones que te presentan tus hijos que se dirigen a ti con fe y esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Mar 6 Oct 2020

“La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie"

VIGÉSIMOCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO[1] 11 de octubre Primera lectura: Is 25,6-10a Salmo: 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. cf. 5a) Segunda lectura: Flp 4,12-14.19-20 Evangelio: Mt 22,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Todos estamos invitados a participar del gran banquete que Dios ha preparado para todas las naciones. • La salvación es para toda la humanidad. • Para participar de ese gran banquete es necesario tener el traje adecuado, es decir, estar en comunión con el Señor. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías describe de modo simbólico un gran banquete que se realiza sobre la montaña de Sion, por lo que todo el universo es invitado a participar de este festín que se ofrece de modo gratuito. Los grandes banquetes se celebraban con un motivo muy especial, por lo que la gran ocasión que menciona Isaías es la salvación que Dios ofrece a todos los pueblos y naciones, por ello, se habla de exceso de comidas y manjares para que todos queden saciados, mostrando con ello que Dios nos otorga sus dones en abundancia. El banquete se realiza sobre la montaña para mostrar que es el lugar del encuentro con Dios y destacar la trascendencia, ya que Dios es quien ofrece el banquete e invita a todos a participar de la mesa de la salvación. El profeta anuncia que habrá abundancia de vinos, lo que significa dos cosas: por un lado, la alegría y, por otro, la llegada de los tiempos mesiánicos; por lo que todo se presenta en ambiente de fiesta, se elimina la tristeza y el dolor, y solamente quienes participen del festín podrán superar el duelo y las lágrimas. El llamado a la participación en el banquete, que presenta el Evangelio, es para todos, aunque inicialmente sea dirigido a un grupo particular, en un segundo momento, se extiende a todos los que se encuentran en los cruces de los caminos. Es decir, en primer lugar, la llamada se dirigió al pueblo judío y debido al rechazo de la invitación, se hace un segundo llamado para todos los pueblos y así se manifiesta la universalidad de la salvación. El texto del Evangelio está presentado en clave de alianza y por eso, se habla de las bodas del hijo del rey en la que Dios hace alianza con su pueblo, pero respeta la aceptación o el rechazo de parte de todos, ya que la salvación se ofrece, pero no se impone a nadie, pues Dios siempre respeta la libertad del hombre y una muestra de esto, es el rechazo que se hace del primer llamado y la buena voluntad de participar en el banquete de los segundos invitados. El vestido juega un papel importante en la parábola, ya que es condición indispensable que los invitados lo tengan puesto para participar en el banquete. Tiene muchos significados, entre ellos que se resalta la dignidad de la persona, la gracia y la fe. Pero aquí lo tomamos como símbolo de la comunión, ya que estar todos vestidos del modo adecuado representa la unidad en medio de la diversidad de los invitados y se asemeja a la comunión para poder participar dignamente del banquete. La comunión con Cristo es necesaria para poder recibir la salvación que nos ofrece, en este sentido se aplica la invitación de San Pablo a revestirse de Cristo (Gal. 3, 26-27). Así se deja el hombre viejo y nos revestimos del hombre nuevo por medio del sacramento del bautismo. Tener el traje adecuado indica la disponibilidad para la participación en el banquete que el Señor nos ofrece. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dios prepara un banquete para sus hijos, pero para participar de él nos pide tener algunas disposiciones que son necesarias: • Entrar en contacto con él y aceptar su invitación genera un ambiente de familiaridad y cercanía, ya que Dios siempre se nos adelanta y dispone todo para que sintamos que es un Padre bueno que cuida de sus hijos y busca su salvación. • Una alegría desbordante, pues la salvación es motivo de gozo. La abundancia del vino en la Biblia indica la llegada de los tiempos mesiánicos que cambia la tristeza en alegría y el llanto lo transforma en gozo, ya que la intervención de Dios siempre se da en favor del hombre. • Vestir el traje adecuado para participar del banquete es la condición para estar en comunión con el anfitrión de la fiesta. Dios nos pide estar en armonía con él, pues la salvación es una oferta que se le hace al hombre y depende de su disponibilidad acogerla o rechazarla. El hombre manifiesta la comunión con Dios en la disposición interior para acoger los dones que se le ofrecen. La invitación del Señor es para todos, ya que no excluye a nadie. Así nos lo recuerda el mismo Papa Francisco: “La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a nadie: por eso el banquete de los dones del Señor es universal, para todos. A todos se les da la posibilidad de responder a su invitación, a su llamada; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o exigir una exclusiva. Todo esto nos induce a vencer la costumbre de situarnos cómodamente en el centro, como hacían los jefes de los sacerdotes y los fariseos. Esto no se debe hacer; debemos abrirnos a las periferias, reconociendo que también quien está al margen, incluso ese que es rechazado y despreciado por la sociedad es objeto de la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios a las fronteras de la «iglesita» —nuestra «pequeña iglesita»— sino a dilatar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios. Solamente hay una condición: vestir el traje de bodas, es decir, testimoniar la caridad hacia Dios y el prójimo” (SS. Francisco - Angelus, octubre 12 de 2014). Vivamos con alegría esta celebración dominical y como familia congregados en torno al banquete de la Palabra y la eucaristía, participemos de la fiesta que el Señor ha preparado para todos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, danos disponibilidad para acoger la invitación que nos hace y ser partícipes de su banquete; alegría, para contagiar del gozo de sentirnos salvados por el Señor; fidelidad para mantenernos en comunión con el Señor y llevar con dignidad el vestido de la gracia bautismal. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con gozo en el corazón nos acercamos al banquete que el Señor ha preparado para nosotros en este día de fiesta, por eso nos reunimos en torno al altar para presentar nuestra vida y el fruto de nuestro trabajo diario, con el deseo de permanecer unidos a Cristo que hoy se nos ofrece como alimento único y verdadero. Dispongámonos a participemos con fe en esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos recuerda que Dios nos prepara un banquete y espera a que le respondamos con generosidad mediante nuestra participación y el uso del traje adecuado para la fiesta. El apóstol Pablo nos recuerda que el cristiano no está solo frente a las dificultades, pues todo es posible en Cristo que nos fortalece. Escuchemos con fe y alegría la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Padre de bondad, elevemos nuestras suplicas unidos a la oración de toda la Iglesia. Digamos con fe: R. Dios de amor, escúchanos 1. Para que la Iglesia se renueve constantemente a la luz del Evangelio y consolide nuevos vínculos de unidad entre los pueblos. Oremos 2. Para que los gobernantes encuentren caminos que busquen fomentar la fraternidad, la justicia y la reconciliación entre los miembros de sus comunidades. Oremos 3. Para que la familia como Iglesia doméstica crezca en el amor, el diálogo y el respeto. Oremos 4. Para que los enfermos y quienes padecen en el cuerpo o en el espíritu se fortalezcan en la fe y reciban paz y consuelo en sus dificultades. Oremos 5. Para que nuestra comunidad cristiana se revista de la fuerza del Espíritu y participe con dignidad del banquete de la mesa del Señor. Oremos En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Padre bueno y misericordioso acoge favorable las súplicas que te dirigimos con fe y esperanza Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén. [1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.[1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.

Mar 29 Sep 2020

Él hará que la piedra desechada se convierta entonces en piedra angular

VIGÉSIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 4 de octubre Primera lectura: Is 5,1-7 Salmo: 80(79),9+12.13-14.15-16.19-20 (R. cf. 15c) Segunda lectura: Flp 4,6-9 Evangelio: Mt 21,33-43 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Este domingo nos ofrece unas lecturas que nos pueden hacer reflexionar sobre tres temáticas, las cuales pueden complementarse, la una con la otra: • Por una parte, el profeta Isaías, narra una parábola sobra la viña del Señor, la viña del Señor es el pueblo de Israel; en la misma línea temática, se articulan las estrofas del salmo 80(79). • La segunda lectura de la carta del apóstol a los filipenses, viene educando a la comunidad y les brinda unos consejos finales, que tienen que ver con la oración a Dios, una oración de súplica y acción de gracias que se hace agradable a Dios. • El Evangelio de Mateo, presenta la parábola de los viñadores homicidas, que no reconocen a los administradores de la viña, y asesinan al hijo del dueño de la viña, para apropiarse de ella. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Se evidencia una línea temática que traspasa la primera lectura del profeta Isaías, el salmo 80 (79) y el Evangelio del Señor. Así, de esta manera los tres temas propuestos inicialmente, pueden complementarse ampliamente, adoptando un único tema a desarrollar que es la Viña del Señor, tratando de señalar las complementariedades y ampliaciones de significado que da el Evangelio. El profeta Isaías muestra que Dios es el viñador, el dueño de la viña, que prepara de manera cuidadosa y hasta amorosa el terreno para quienes han de dar fruto en esa viña. Se presenta una comparación entre la viña que el dueño preparó para que diese uvas con la calidad de la cepa, y en cambio dio agraces, es decir, un fruto agrio, zarzas y espinos. La consecuencia es que este terreno se convierte en desierto, un lugar donde no se puede sembrar nada. El siguiente elemento importante para destacar, es la viña, símbolo del pueblo de Israel, a quién Dios, desde la salida de Egipto donde se encontraba esclavo, fue liberado (salmo 80), y le va preparando un terreno, una tierra prometida, para que alcanzase su liberación y diese frutos de justicia y honradez; sin embargo, lo que ha producido son asesinatos y desolación en el territorio. El evangelista San Mateo desde el capítulo 19, viene desarrollando la narrativa de cómo será la próxima venida del Reino de los cielos; por ello, pone en labios de Jesús, esta parábola de los viñadores homicidas, situando el énfasis, no tanto en el terreno que representa al pueblo de Israel que da frutos agrios como lo muestra Isaías, sino en la manera cómo el pueblo creyéndose dueño de la viña, asesina a los administradores de la viña, focalizándolo en la muerte del Hijo del dueño de la viña. La consecuencia es que Dios, dueño de la viña, arrancará ese pueblo, y arrendará su viña a un pueblo que le produzca frutos; y centra la atención en una figura arquitectónica de la piedra angular que es desechada, mostrando que es a Jesús, el Hijo de Dios, a quien desechan, e identificando los viñadores homicidas con los sacerdotes, fariseos y, en general, con el pueblo judío que rechaza al mismo Hijo de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Una primera aproximación que se puede hacer de estos textos, puede partir de identificar la viña del Señor, como la tierra entera e identificarla con el cuidado de la casa común, teniendo en cuenta que la humanidad, si no administra rectamente, cuida y protege la tierra que el Señor le dio, las consecuencias son irreversibles, evidenciando cómo la tierra se va arideciendo, a causa de la explotación minera, extracción de hidrocarburos, contaminación y explotación de los recursos naturales de manera indiscriminada, que no permite que haya cultivos; las consecuencias son desastrosas para la misma humanidad que no cuida y administra rectamente la viña del Señor que le ha dado a administrar. También, se puede aplicar esta parábola de la viña, al pueblo de Israel, pero a todos los pueblos, a quienes Dios se les ha manifestado, y que progresivamente se van secularizando, desconociendo al mismo Dios, Padre y Creador. El ser humano que se va ensoberbeciendo y creyéndose hasta dios sin Dios, se cree el dueño de toda la creación, y dispone irresponsablemente los recursos para su propio beneficio de manera egoísta, sin pensar en las consecuencias. El ser humano que desconoce la obra de Dios en su vida, se aleja progresivamente, y se vuelve un asesino, cometiendo injusticias, arideciendo su vida y no permitiendo que el fruto del Reino crezca ni madure en él. El Evangelio da un paso más en la interpretación de la parábola de los viñadores homicidas e identifica de manera significativa, los administradores que han ido preparando el camino para que reconozcan al Hijo del Dueño de la Viña. Son los innumerables profetas, sacerdotes, misioneros, religiosos, religiosas, consagrados, que administran los bienes del señor, sin creerse dueños, pero que, por su justicia y honradez, les viene como consecuencia la persecución, el rechazo y hasta los asesinatos de muchos de ellos. El texto muestra de manera magistral cómo el Hijo del Dueño de la viña, Jesucristo, es rechazado, expulsado y asesinado por el mismo pueblo; a Él Dios lo resucita, rescatando y haciendo un nuevo pueblo que lo sirva en justicia y santidad. La Parábola de los viñadores homicidas, muestra un tema que brinda significación amplia; y es la manifestación de Dios no solo al pueblo escogido Israel, sino que brinda la universalidad de la salvación para todos los seres humanos de buena voluntad, que, trascendiendo las razas, nacionalidades, culturas, e incluso religiones crean en el Hijo de Dios, Jesucristo. Él es la piedra angular desechada por los arquitectos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Palabra de Dios este domingo nos sitúa en una serie de interrogantes que nos empujan a identificar en qué lugar me ubico. ¿Qué clase de terreno soy? ¿soy de la viña que produce frutos, en abundancia para la mayor gloria de Dios o por el contrario soy terreno árido, baldío, en el cual la Palabra de Dios no ha renacido y no da futo, o da frutos agrios de maldad que no ayudan a la construcción del Reino de Dios? Por otra parte, la parábola de los viñadores homicidas, me interroga si soy de esos viñadores que asesinan la palabra, que critican a los profetas que preparan el camino del Señor; o soy de los profetas, que siembran la palabra, permanecen fieles y justos, a pesar de las contradicciones y persecuciones que se produzcan por el hecho de creer en Jesucristo, y tratar de llevar una vida coherente con el Evangelio. Finalmente, en relación con la misión y configuración, el Evangelio interroga: ¿cómo es mi relación con Jesucristo, lo acepto, lo glorifico en mi vida, o lo crucifico, lo rechazo, no es la piedra angular que rige mi vida y mis actos?; o ¿soy el administrador fiel y justo que busca anunciar su palabra y permanece fiel a pesar de las críticas y consecuencias que se deriven de su seguimiento? II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos y hermanas bienvenidos a la Eucaristía dominical, donde como pueblo creyente en Dios, nos comprometemos a construir su Reino, dando frutos de amor, paz, y justicia para toda la humanidad, y en donde la Palabra y el Cuerpo de Cristo nos nutren y nos fortalecen para ser un pueblo santo que tiene como meta el reino y como mandato la ley del amor. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra El banquete de la Palabra nos presenta a Jesucristo como la piedra angular sobre la cual debemos edificar toda nuestra vida. Seamos administradores fieles y solícitos que hacen la voluntad de Dios escuchando y poniendo en práctica su Palabra. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: El Dios, dueño de la viña, nos ha puesto como administradores, dirijamos humildemente nuestras plegarias aclamando: R. Dueño de la viña, escucha nuestra oración 1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos; para que como administradores de la heredad que el Señor ha puesto en nuestras manos produzcamos frutos de justicia y santidad. Roguemos al Señor. 2. Por los presidentes, gobernadores, alcaldes y administradores públicos; para que sepan orientar los recursos de manera honrada, hacia la protección del medio ambiente y el cuidado de la creación. Roguemos al Señor. 3. Por los niños y jóvenes, para que les enseñemos a administrar rectamente sus vidas y orientar sus decisiones hacia el bienestar común, y así puedan dar frutos abundantes de paz, amor y reconciliación para todos. Roguemos al señor. 4. Por las vocaciones a la vida religiosa, sacerdotal y matrimonial, para que en el ejercicio del discernimiento puedan dar frutos abundantes para la mayor gloria del Reino de Dios. Roguemos al Señor. 5. Por los cristianos perseguidos para que, siendo fieles en medio de las persecuciones, el Señor les de fuerza en la tribulación y perseverancia en el bien obrar. Roguemos al señor. 6. Por todos los que han muerto víctimas de las persecuciones: sacerdotes, religiosas, consagrados y fieles laicos, para que el Señor los premie con la palma de la vida eterna. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Atiende benigno Señor estas súplicas, que te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Mar 22 Sep 2020

“Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren la dentera”

VIGÉSIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 27 de septiembre Primera lectura: Ez 18,25-28 Salmo: 25(24),4-5ab.6-7. 8-9 (R. cf. 6a) Segunda lectura: Flp 2,1-11 Evangelio: Mt 21,28-32 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En esta reflexión la Palabra de Dios puede abordarse desde tres puntos de vista: • La justicia de Dios y la justicia humana. El profeta Exequiel expone el principio de justicia que existía entre los judíos, que juzgan de injusto ante lo que les manda Dios. Este principio de justicia se muestra en el Evangelio de Mateo mediante el ejemplo de los hijos que son encomendados a realizar una tarea por su padre. • El Señor, Camino, Verdad y vida. El salmista 25(24), ora al Señor, para que rija sus caminos, para que lo instruya rectamente, para que le enseñe la verdad. Es el sendero de quien sigue al Señor. • El ejemplo de Jesús de humildad y unidad con la Encarnación. La carta del apóstol San Pablo a los filipenses, manifiesta la ejemplaridad de Jesús, que siendo Dios se humilló para salvar a la humanidad; a partir de este testimonio paradigmático, el Apóstol invita a la comunidad y todo oyente de la Palabra a que incorpore en su vida los mismos sentimientos de humildad que vivió Jesucristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Se desea hacer una aproximación al primer punto propuesto sobre la justicia de Dios y la justicia humana. El profeta Ezequiel muestra en el capítulo 18 un proverbio que se había vuelto común para juzgar a las personas: “los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren la dentera” (Ezequiel 18, 2). En otras palabras, que los hijos sufren las consecuencias del pecado de sus padres. El Profeta Ezequiel en su tiempo supera el adagio, diciendo que cada persona asume la responsabilidad de sus actos; es decir, los hijos no cargarán con las consecuencias de los errores que hayan cometido sus padres o su generación. Sin embargo, la comprensión de la justicia de Dios, no es comprendida por los seres humanos, y atañen que el proceder de Dios es injusto. El texto avanza en un paso más, y es que si alguien que ha llevado una vida disoluta y se convierte se salvará; también, al contrario, quien ha sido bueno y no persevera hasta el final se condenará. La perícopa del Evangelio según San Mateo 21, 28-32 pone en labios de Jesús una sencilla parábola que ejemplariza y da plenitud al proverbio y muestra el proceder justo de Dios Padre para con sus hijos. El hijo que en un principio dice obedecer el mandato de su Padre de manera inmediata, al final no hace la voluntad del Padre; al contrario, el hijo que en un principio expresa no obedecer a su Padre, al final se arrepiente y cumple la voluntad de su Padre. Las consecuencias se desencadenan en una aparente ley de contrarios, porque quien dice si y luego dice no, se condena; en cambio, quien dice no y al final se arrepiente y dice sí, se salva. Es más, el Evangelio concluye con una caracterizaron de estas personas, que debió escandalizar a los judíos piadosos, y que sigue escandalizando a los creyentes de hoy; puesto que no se trata de un juicio genérico de personas, sino que nombra unas categorías de personas que llevan una vida disoluta: publicanos y rameras, pero que al escuchar la palabra de Dios, creen, se convierten, se arrepienten, cambian de conducta y se salvan; mientras que quienes se tienen por justos y creyentes, ni viendo a Jesús creen ni se arrepienten. Llama la atención que el texto no habla de condena, si no, que las prostitutas y publicanos llegan antes al Reino de Dios. Todavía hay un elemento más que presenta el texto que da pie a un profundo discernimiento, y es que los publicanos y las rameras, se convierten no porque Jesús les haya predicado; sino por la predicación y el testimonio de Juan el Bautista, quien caminaba en justicia; mientras que los sumos sacerdotes y los ancianos del Templo ni viendo a Jesús creen, ni se arrepienten, ni se convierten. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Todavía hoy en nuestra sociedad se mantiene la concepción religiosa de este proverbio: “los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren la dentera” (Ezequiel 18, 2); cuando se piensa o se siente que una persona no ha podido superar algún sufrimiento o enfermedad se asocia a alguna especie de castigo que viene de la generación de su familia. El criterio evangélico llama la atención en cuanto asumir la responsabilidad de los propios actos sin echarle la culpa a los demás. Existen dos actitudes que se pueden presentar en el ser humano, la persona que empieza siendo buena y termina haciendo el mal; y la actitud opuesta, la persona que empieza actuando mal, se convierte y termina siendo buena. Entre el tema del bien y el mal hay un puente: la perseverancia. Hay una indicación profunda no simplemente a asumir unos cuantos actos de bondad, sino todo lo contrario a perseverar haciendo el bien. San Pablo en la II carta a los Corintios 12, se interroga, porqué queriendo hacer el bien actúa el mal, manifestando la ambigüedad del corazón humano, pero a la vez, invita a vencer el mal a fuerza de bien con la Gracia de Dios. La Parábola del Evangelista Mateo pone la justicia de Dios en un puente de relación familiar entre la obediencia de los hijos a su Padre, indicando, en el fondo, la relación con Dios Padre y nosotros sus hijos. La justicia de Dios pasa por la obediencia; pero no simplemente una obediencia que se profesa con los labios, sino con las acciones, con el testimonio, con la vida; de nada me sirve decir Señor, Señor, y no cumplo, no hago la voluntad de Dios. La auténtica justicia cambia, se transforma cuando se hace la voluntad divina. El otro elemento que destaca esta parábola, es que no debemos juzgar a las personas por sus apariencias, ni condenar a las personas porque lleven una vida disoluta, desordenada y hasta pecadora, debemos orar por ellas y ayudarles en su conversión; ya que hasta los publicanos y prostitutas se convierten; y tener cuidado con las personas que se creen buenas, pero van acumulando pesares, van arrugando el corazón y se van llenando de pesares a tal punto que amargan su vida y terminan actuando mal. Dice un adagio popular: no hay mal que por bien no venga, perseveremos haciendo el bien y venzamos el mal a fuerza de bien que, a su tiempo, la perseverancia en el bien actuar, dará su fruto. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Supliquémosle al Señor, nos asista con la gracia del Espíritu Santo para que, actuando en justicia, podamos hacer la voluntad de Dios, sin juzgar a las personas por sus apariencias, y que se puedan convertir, crecer y perseverar en el bien obrar. El encuentro con Jesucristo transforma la vida, no basta leer la Palabra y escucharla, hay que vivirla y actuarla con el buen testimonio. En el diario vivir se debe orar por la conversión de los pecadores y la perseverancia en el bien obrar hasta el final de nuestros días, dejando al juicio misericordioso de Dios la salvación de las almas, pues como dice el adagio popular: caras vemos, corazones no sabemos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La Eucaristía es el sacramento del amor donde Cristo, se nos entrega en su Palabra que es Justicia y, en su Cuerpo y Sangre, que es alimento, que ayuda a transformar la vida de pecado en obras buenas que nos conducen a la vida eterna. Vivamos este encuentro fraternal, escuchando su Palabra y alimentándonos con su Cuerpo y Sangre. Monición a la Liturgia de la Palabra Escuchar la Palabra de Dios, dispone la mente y el corazón a actuar el bien, y resistir al mal, además anima a obedecer para actuar en la justicia de Dios. Venciendo al mal a fuerza de bien, escuchemos con fe y atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos a Dios Padre, las súplicas que como hijos le confiamos, y digámosle animados: R. Padre, de bondad escucha y ten piedad 1. Por la Iglesia y sus ministros para que, en el ejercicio de la predicación de la Palabra, actúen obedeciendo a Dios y actuando con justicia y verdad. Roguemos al Señor. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que iluminados por los dones del Espíritu Santo, dirijan los destinos de los pueblos en beneficio de la construcción del bien común. Roguemos al Señor. 3. Por los abogados, congresistas, legisladores, para establezcan leyes justas que ayuden a fortalecer en el bien a las personas que se hayan equivocado en el camino de la vida. Roguemos al Señor 4. Por las familias, especialmente por los padres, para que en la educación de sus hijos les ayuden a discernir el bien del mal y sepan escoger la voluntad de Dios. Roguemos al Señor. 5. Por nosotros aquí reunidos, para que, fortalecidos por la gracia, seamos capaces del bien actuar en medio de las contradicciones que nos presenta el mundo. Roguemos al Señor. 6. Por los moribundos, especialmente los que se encuentran afectados por la pandemia, para que al final de sus días, alcancen el arrepentimiento de sus pecados y la justicia misericordiosa de Dios. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Dios Padre, justo y misericordioso, atiende estas súplicas que te presentamos, con fe y alegría. Por Jesucristo Señor Nuestro. R. Amén