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Lectio Dominical

Mié 16 Sep 2020

“Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”

VIGÉSIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 20 de septiembre Primera lectura: Is 55,6-9 Salmo: 145(144),2-3.8-9.17-18 (R. 18a) Segunda lectura: Flp 1,20c-24. 27a Evangelio: Mt 20,1-16 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Ideas temáticas que surgen de la Palabra de Dios para este domingo: • Esta parábola es una hermosa explicación de la bondad de Dios, aunque con ojos humanos se puede interpretar como injusta la paga, pero, para Dios prima su generosidad. Es lo que demuestra el dueño de la viña: “su generosidad y su justicia”, puesto que llama a trabajar a su viña a todos los que deseen, durante toda una jornada y pagándoles lo acordado. • Igualmente, la actitud de los primeros jornaleros muestra “envidia”, porque sentían que habían trabajado más tiempo. Es el precio que se acordó, no el tiempo trabajado: "…Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete”. Además, no es el mérito de un tiempo más trabajado sino, la gracia que se recibe del ofrecimiento hecho por el dueño de la viña, porque “…los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. Es un regalo de Dios para todos. • La libertad de Dios frente al manejo de sus posesiones que son para todos, observado en el dueño de la viña que llama a quienes deseen trabajar en su posesión durante toda la jornada de trabajo, es un regalo, una ofrenda para quienes lo deseen y en el salario acordado. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelio muestra, una vez más, la pedagogía de Jesús para darle a entender a sus discípulos el Reinado de Dios y la paga o la recompensa que tendrán por la respuesta dada a Dios en la entrega total y disponible al servicio del Reino. Es la parábola de los obreros de la viña que Jesús utiliza para dar a conocer la justicia y la generosidad de su Padre para con quienes le siguen. Es el dueño de una viña que en el tiempo de la vendimia sale a buscar trabajadores para que laboren en sus campos. Este viñador es una persona disponible, no le interesa su tiempo, puesto que sale a la plaza del pueblo en diferentes momentos del día e invita a todos los que quieran trabajar en ella. Él les promete un mismo salario a todos los que contrata, no le interesa la hora en que empiezan a trabajar. ¡Siempre encontró quienes necesitaban trabajo y fueron contratados! ¡A todos los contrata por el mismo salario! Luego, cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno, según lo contratado. Sin embargo, los que llegaron de primero protestaron contra el amo “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”, manifestando su descontento, sintieron que no habían recibido el salario justo, pero como no tuvieron presente que fue lo pactado entre ellos y el dueño de la viña, se le recordó a cada uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos”; esta actitud muestra la generosidad, justicia y bondad de Dios para con los que lo siguen. Se muestra claramente la imagen de un Dios de bondad, que sobrepasa la justicia, a todos los llama a participar de su Reino, no le interesa el momento ni las circunstancias de quienes se lanzan a trabajar con Él, el llamado es para todos, porque “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El dueño del viñedo hace una invitación a todo aquel que quiera ir a laborar en su viña, Él sale en muchos momentos a la plaza a ofrecer trabajo y les promete un salario: ¿Qué significa hoy que Jesús sigue invitando a través de su Palabra a todos los que quieran ir a trabajar a su Viña? Se puede relacionar con el servicio, la ayuda, la colaboración que se presta a la parroquia, a la Iglesia y que recibirá la recompensa del Señor, a pesar de la lucha y el sacrificio de que puede significar. Cada vez que el dueño de la viña sale a la plaza a ofrecer trabajo encuentra gente que quiere ir a realizar esta labor; hasta última hora encuentra quienes quieren ir. Es la disponibilidad, la apertura a la escucha a la invitación de Dios, invita a todos y todos pueden participar del Reino. Es clave la disponibilidad del dueño de la viña y de quienes están buscando empleo, puesto que el viñador les ofrece, los llama, los busca; no interesa el tiempo, el momento, simplemente quiere que muchos vayan a trabajar a su viñedo. La Iglesia en sinodalidad, abierta, en salida y disponible para todos los que quieran participar del Plan de Dios. Para todos, los buenos, los malos, los incrédulos, los pecadores, todos llamados e invitados a ser parte del Reino; todos tienen que aportar, los dones y las gracias recibidas de Dios, así se va construyendo el Reino. Es un llamado a la participación, a la corresponsabilidad y a la generosidad, todos aportan; no interesa lo que cada uno da, sino la forma como lo pone al servicio de los demás, es dar testimonio personal y comunitario, desde los diferentes servicios de pastoral para llevar a todos el Evangelio, que alcance a tocar el corazón de todos los que lo reciban e ir aportando al fortalecimiento del Reino, a los más débiles, a los que tienen hambre, a los más vulnerables, a los migrantes, a los que no conocen a Dios, allí donde hay dolor y miseria, que todos logren la construcción de la paz y del amor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? • Reconstruimos el texto con las frases más impactantes para que nos permita generar espacio para la oración de petición, súplica y perdón. • La oración se centrada en cada una de las horas del día, tiempo en que salió el viñador a hacer la invitación a trabajar en su viña: en la madrugada, a la media mañana, al medio día, a la puesta del sol, al anochecer… • Así, podemos orar con las actitudes del dueño de la viña: generosidad, justicia, gratuidad, don, gracia, entrega, disponibilidad, servicio, ofrenda, apertura, acogida, invitación, llamado…: Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores. Al romper el día nos apalabraste. Cuidamos tu viña del alba a la tarde. Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria no hay trabajo grande. Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores. Das al vespertino lo que al mañanero. Son tuyas las horas y tuyo el viñedo. A lo que sembramos dale crecimiento. Eres Tú la viña, cuida los sarmientos. Hora de la tarde, fin de las labores. Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores, de tus viñadores. (Himno liturgia de las Horas) II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos vivamos esta Eucaristía con un espíritu de apertura y escucha a la voz de Dios, que nos llama a trabajar por la evangelización del Reino. Con fe y esperanza de ser parte de este Plan de Salvación iniciemos esta celebración eucarística. Monición a la Liturgia de la Palabra Hoy, por medio de la Palabra, el Señor se nos invita a participar en la construcción del Reino de su Padre en medio de nosotros. Escuchemos con mucha atención y devoción. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios Padre por todos los hombres y mujeres que son llamados a participar en la construcción del Reino y entreguémosle las preocupaciones y necesidades. Con plena confianza supliquémosle diciendo: R. Dios justo y bondadoso, escúchanos 1. Padre justo y bondadoso, te presentamos a los ministros de tu Iglesia para que fieles a tus mandatos, sean testimonio de santidad en medio de tu pueblo. 2. Padre bueno, te pedimos por nuestros gobernantes, que tienen en sus manos la administración de las riquezas del mundo para que sean justos y fomenten la paz y la libertad. 3. Padre generoso, te entregamos a quienes sufren, especialmente a los migrantes, para que los fortalezcas en sus necesidades materiales, espirituales y de salud y así experimenten tu consuelo y fortaleza. 4. Padre bondadoso que nos llamas a trabajar en tu viña, regala a los presentes y a los que nos acompañan espiritualmente en esta Eucaristía, tu amor misericordioso, la perseverancia en la fe y el deseo de participar activamente en la construcción del Reino de justicia, amor y paz. 5. Padre Misericordioso, te pedimos por los fieles difuntos, de manera especial por aquellos que han fallecido a causa del COVID-19, para que les alcance tu favor y la vida eterna, si es tu voluntad. Oración conclusiva Padre justo y bondadoso que nos invitas a participar en la construcción de tu Reino acoge estas peticiones que te dirigimos. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Vie 11 Sep 2020

“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”

VIGÉSIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 13 de septiembre Primera lectura: Sir 27,30 - 28,7 Salmo: 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12 (R. 8a) Segunda lectura: Rm 14,7-9 Evangelio: Mt 18,21-35 I. Orientaciones para la Predicación Introducción De la Palabra de Dios que se nos ofrece para este domingo, presentamos tres ideas temáticas, que pueden iluminar nuestra reflexión: - Importancia del perdón: el perdón de las ofensas debe caracterizar a la comunidad cristiana. - No hay límite para el perdón, la propuesta es “siempre” - De qué forma se puede acoger al pecador para llevarlo a la reconciliación con la comunidad, donde se debe vivir la solidaridad y fraternidad. Es la comunidad espacio para vivir la experiencia del perdón y la misericordia de Dios. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Existen dos momentos claves en este Evangelio de Mateo para vivir la reconciliación al interior de la comunidad con el tema central del “perdón de las ofensas”: a. El número de veces que se debe perdonar al hermano cuando tiene actitudes y comportamientos ofensivos: ante la pregunta de Pedro “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”, a lo cual Jesús responde: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”; el número siete es perfección, es decir “siempre”, no existe límite, lo cual significa que es importante olvidar todos los insultos, humillaciones, agravios, maltratos y perjuicios que impiden el perdón y la reconciliación y que dificultan el perdón entre los hermanos; es importante hacer sentir la experiencia del perdón desde el corazón, que permite que la misericordia de Dios se haga realidad. No hay que insistir en la ofensa recibida del hermano, al contrario, ¡hay que luchar por olvidarla y de corazón! además, es una forma de ¡combatir la violencia que existe en el corazón del ser humano! ¡Es la enseñanza de Jesucristo, quien perdonó hasta el último momento de su vida! Luego, el perdón es de todos los días y en todos los momentos y espacios de interacción. b. La parábola del siervo muestra la misericordia de Dios y señala lo qué le sucederá a quien no perdona según el corazón compasivo del Padre. Porque el amor de Dios hacia sus creaturas es grande y, además, gratuito; como dice la parábola, es como el Rey que perdonó a aquel súbdito, no solo la deuda sino, aún su vida y la de su familia, en eso consiste la ¡compasión! Pero, el Rey no alcanzó a pensar, cuál sería la actitud del siervo frente a sus deudores, lo más probable es que pensara que actuaría como él: con perdón y misericordia. Lo contrario hizo el siervo, no tuvo sus mismas entrañas, su comportamiento fue de injusticia y cobardía, ni siquiera lo escuchó. La lección que se puede sacar es: ante el amor de Dios, misericordioso y gratuito, que perdona siempre, el actuar del hombre hacia sus hermanos tiene que ser igual, no puede existir ¡incapacidad para perdonar! Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Este evangelio permite orientar a la comunidad sobre la forma de discernir e identificar cómo se debe actuar frente a las ofensas que se reciben del hermano o se dan al hermano, y la respuesta cristiana a esas ofensas que ha recibido desde la mirada de Jesucristo. El perdón se convierte en una necesidad, en una urgencia y una actitud fundamental de todo discípulo de Cristo frente a tantas faltas de amor que se hacen: humanamente es difícil perdonar las heridas que a diario se hacen; hoy se viven procesos de paz donde el perdón y el olvido debe ser lo central de estos procesos, es alcanzar un amor sin límites, como lo propone Jesús, pero se hace tan difícil su práctica: ¡lograr la reconciliación es la propuesta cristiana! ¡Qué difícil es “perdonar setenta veces siete” como lo propone Jesús!, sin embargo, no es imposible, a veces el odio y la venganza son actitudes que hacen sobrepasar la respuesta del ser humano, pero se llega un momento en que se desea dejar tanta intolerancia, insulto, atropello, entre otras actitudes que atentan contra el verdadero amor que no solo se debe demostrar sino, que estamos llamados a vivir… Perdonar 70 veces siete, es decir siempre, debe ser la verdadera actitud cristiana, que muestre la fortaleza, la grandeza y magnanimidad del ser humano, capaz de sentir la verdadera experiencia del perdón y la reconciliación. La cruz es la mejor imagen de que de verdad se puede perdonar y de corazón, ¡es Jesucristo quien perdona hasta la muerte! Toda deuda se puede perdonar todas las veces necesarias, si se deja anteponer el amor a cada una de las circunstancias, tiempo y lugar donde se vive el odio y la venganza. Es la lucha de todo ser humano que quiera vivir la verdadera experiencia de perdonar y ser perdonado, ¡no se puede posponer esta deuda que tenemos con Dios en nuestros hermanos! Hay que vivir espacios alternativos de solidaridad y fraternidad, espacios de acogida y de perdón, donde todos sean bienvenidos. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es importante crear un espacio, lugar y tiempo que permita cuestionar la propia vida y la de la comunidad: ¿Realmente perdonamos “siempre” y en todas las circunstancias de la vida? ¿Sé perdonar y soy capaz de pedir perdón y sentirme perdonado? O, actuamos como el siervo de la parábola, que no sabía de ¡misericordia y compasión! ¡No supo perdonar! ¿Creo en la importancia del sacramento de la reconciliación? ¿Con qué frecuencia lo busco? ¿Existe conciencia de perdón en nuestro corazón? ¿Cómo se percibe? ¿En la realidad de violencia, odios, desamor que se vive actualmente en los diferentes espacios sociales y comunitarios, cómo se manifiesta el perdón y la reconciliación? ¿Cuáles se consideran los verdaderos espacios y momentos para el perdón, la misericordia y la reconciliación? ¿qué gestos de fraternidad en los diferentes espacios donde convivo con los demás (calle, casa, familia, trabajo y otros) tengo? No hay que olvidar que el perdón, la misericordia y la reconciliación son considerados un solo tema en esta Palabra. Perdón basado en el amor sincero, de corazón, que permite convivir los hermanos juntos, en actitud siempre de reconocimiento y reconciliación, en conversión diaria de corazón que conduzca a verdaderos momentos de reconciliación. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos reunidos para celebrar juntos el amor y la misericordia de Dios, en este misterio de entrega total de su Hijo, Jesucristo. Él nos enseñó a perdonar hasta el extremo por eso, somos llamados a expresar nuestra fe con actitudes de perdón y reconciliación. Iniciemos esta Eucaristía con alegría y entusiasmo. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios en este domingo nos recuerda la importancia de perdonar las ofensas y sentirnos perdonados. Jesús nos invita a perdonar sin límites, es decir, siempre. Las lecturas de hoy son de fácil entendimiento, pero exigentes para llevarlas a la práctica en la vida cotidiana. Escuchemos con atención y que el Espíritu de Dios nos regale el don de la conversión para el perdón y la reconciliación. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos con confianza a Dios, nuestro Pedro, las súplicas implorando su misericordia y perdón. Diciendo: R. Que tu misericordia y perdón llegue hasta nosotros 1. Por la Iglesia Universal, para que fortalecida en el amor misericordioso de Dios pueda llegar a procesos de conversión que le permitan vivir en reconciliación, perdón y paz. 2. Por el Santo Padre Francisco, los Obispos, Sacerdotes y Diáconos, para que testimonien la misericordia y el amor de Dios en todas sus actitudes de vida y en sus acciones pastorales. 3. Por nuestro país que continúa buscando la paz y la reconciliación para que, aportando desde nuestra propia vida los valores de perdón y fraternidad, se pueda vivir el proyecto de Jesucristo de donación total. 4. Por los cristianos católicos del mundo entero para que, viviendo la misericordia y el amor de Dios, tengan gestos de reconciliación, y de perdón para con sus hermanos que los ofenden. 5. Por los enfermos que sufren a causa del virus del COVID-19, para que, en medio de sus dolores, encuentren fuerza y alivio en la caridad de los hermanos. 6. Por nosotros aquí presentes para que llevemos la buena noticia de la misericordia y la reconciliación a la que nos invita y capacita Dios, para perdonar y amar a nuestros hermanos. Oración conclusiva Padre, que en tu Hijo Jesucristo nos entregas tu amor misericordioso acoge estas súplicas que te presentamos con la fe y confianza de que serán escuchadas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

Mié 2 Sep 2020

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente"

VIGÉSIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Septiembre 06 de 2020 Primera lectura: Ez 33,7-9 Salmo: 95(94),1-2.6-7ab. 7c-9 Segunda lectura: Rm 13,8-10 Evangelio: Mt 18,15-20 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios en este domingo, día del Señor e inicio de la Semana por la paz, nos ofrece el tema de la conversión inicial y permanente de los hijos de Dios. La conversión inicial, en efecto, parte de la predicación que debe “poner en guardia al malvado”, pero se debe acompañar permanentemente con la llamada “corrección fraterna” y la mediación de la comunidad creyente; así no se deberá nada más que amor a los demás a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo quien nos enseñó que el mandamiento mayor es “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente". Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el texto de Ezequiel, de la primera lectura, Dios le recuerda al profeta su responsabilidad de cumplir la misión encomendada de realizar su programa profético: ser centinela, escuchar a Dios y dar la alarma al pueblo para provocar la conversión. Su función se determina por ser canal de comunicación – oír y hablar –, oír a Dios y transmitir al pueblo, especialmente a los malvados, el mensaje que ha escuchado de parte de Dios, en ello se juega la vida y la muerte, la propia y la de los demás. El salmo contiene dos partes: un Invitatorio (vv. 1-7c) y una sección exhortativa a la fidelidad (cc. 7d-11). Los encargados del culto invitan a la asamblea, mediante este canto invitatorio, a que ingresen procesionalmente al santuario con las actitudes propias para este sublime momento: vítores, aclamaciones, acciones de gracias, bendiciones y postración. Luego, los exhorta a escuchar la voz de Dios para motivar así la fidelidad y la confianza en Dios, pastor de su pueblo. En la segunda lectura, el apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Roma exhorta al amor como fundamento para fortalecer los comportamientos del creyente. El amor es, en efecto, el nuevo principio interior o nuevo mandato que debe unificar todas las acciones del creyente, los mandamientos encuentran en el amor su plenitud; y, por consiguiente, el cristiano está en capacidad de cumplirlos por la vivencia del amor, por ello es la única deuda en su relación con los demás. Esto no es un invento paulino, sino que es la puesta en práctica de las enseñanzas de Jesús, pues cuando, en un pasaje del evangelio, un fariseo le preguntó sobre el mandamiento mayor, Él respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente". Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden la Ley y los Profetas” (Mt 37-40) El pasaje del evangelio está dentro del llamado discurso eclesial de Jesús (18, 1-35), en el que Jesús aborda temas de la vida de la comunidad cristiana; instruye, sobre todo, a los responsables de la asamblea – la Iglesia – sobre el estilo de vida que debe identificar la nueva comunidad creyente. La asamblea de hermanos, así define al otro, no está libre de pecado o errores, lo que la diferencia de otras realidades comunitarias es que al interno de ella los conflictos se resuelven de manera diversa a como los afronta el mundo; aquí en esta comunidad el error no solo afecta la realidad social sino la relación divina, por ello se han de solucionar mediante la reconciliación, el perdón, y aplicando la corrección fraterna para ganar y salvar al hermano, ese es el objetivo fundamental. Para realizar todo este proceso, en medio de la comunidad de hermanos debe imperar la oración con la certeza de la presencia de Jesús entre la comunidad orante. La corrección fraterna y la oración en común van vinculadas, no son dos temas separados. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En los evangelios se ve claro que Jesús tuvo la intencionalidad de formar una nueva comunidad en la cual se transmitiera la Buena Noticia y aconteciera la gracia de la Salvación. Jesús formó esta comunidad con aquellos que él quiso y fue llamando para que estuvieran más cerca de él, a ellos les fue brindando, en muchas oportunidades, una formación particular, “a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado” (Mc 4,34). En Mateo esta comunidad viene definida como Iglesia (ekklesia), no es una comunidad cualquiera sino la Iglesia; a la cual Jesús dota de una responsabilidad para solucionar los conflictos (18, 15-20), que es el texto que este domingo se proclama. Es la comunidad la que, en últimas, tiene la palabra para resolver la situación de los hermanos en situación de pecado. Es importante precisar aquí que no es el único poder que Jesús da a la Iglesia, así, para tener una visión completa de su responsabilidad tendríamos que recurrir a muchas partes de los evangelios. En el pasaje de Mt 18, 15-20 podemos destacar algunos elementos. El miembro de la comunidad es un “hermano”, y aunque haya pecado sigue siendo hermano; la corresponsabilidad del creyente es salvar, ganar al hermano para Dios, a un hermano en forma particular no le corresponde el excluir al hermano, ni siquiera el testimonio de dos o tres, ellos son un eslabón del proceso, todo se hace para atraer a quien se ha apartado por el pecado. Quien tiene la facultad final es la Iglesia, ella tiene el poder de atar o desatar (v.18). La Iglesia tiene este poder, pero no lo usa a su antojo, sino que tiene como modelo último la misericordia infinita de Dios, siempre ha de recurrir a esta medida y para comprenderla debe orar siempre en comunión. El poder que aquí el Señor da a los discípulos encargados de la Iglesia es una extensión del ya dado a Pedro, “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 19. Atar y desatar designan la autoridad para decidir sobre las acciones que están permitidas o prohibidas, es el poder de determinar, en última estancia, si alguien está admitido o excluido de la Iglesia. La responsabilidad individual y comunitaria de la Iglesia está en la línea de la voz profética, cada uno desde el momento de aceptar a Jesús se convierte en profeta, ha de escuchar a Dios y comunicar su palabra a los hermanos. La corresponsabilidad está sobre el anuncio, la evangelización, el ganar a otros para Dios; también lo es en su oración en comunidad y en forma de plenitud cristiana su corresponsabilidad está en el amor. El amor vivido y donado a todos es lo que debe caracterizar a la comunidad creyente, es decir a la Iglesia. Estamos en el contexto de la Semana por la Paz, que inicia en este domingo, y que tiene como objetivo continuar adelantando acciones que nos inviten a seguir dando pasos para la construcción comunitaria de la paz y la reconciliación. Este fue el propósito del Papa Francisco en su visita a Colombia cuando nos dijo: «¡Demos el primer paso!», y que este primer paso sea en una dirección común. «Dar el primer paso» es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Por eso en este primer día de apertura de esta semana por la paz, demos el paso hacia la fe en Dios, renovando la gracia del don de la paz suplicando la bendición de Dios sobre nuestra familias y comunidades, con las mismas palabras de Jesús: “Que descienda la Paz sobre esta casa”, imitando, así, la bendición del papa Francisco a los fieles impartida, desde el Palacio Cardenalicio, para todo el pueblo colombiano, cuando también nos dijo: Quise venir hasta aquí como peregrino de paz y de esperanza, y deseo vivir estos momentos de encuentro con alegría, dando gracias a Dios por todo el bien que ha hecho en esta Nación y en cada una de sus vidas. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Oremos al Señor y supliquémosle por la Iglesia para que siga cumpliendo de manera misericordiosa el encargo dado por Jesús de animar para que todos sus hijos, asumamos el compromiso de la evangelización de ganar a muchos para Dios. Concretamente, en esta semana por la paz, roguemos por los pasos decididos y seguros que podamos dar en acercamiento a los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar, de ser amados sin amar, para que por caminos de la reconciliación busquemos el bien común, la equidad, la justicia, el respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias. Todos somos responsables de que el amor de Dios sea conocido, aceptado y vivido por los hermanos que nunca han escuchado hablar de Jesús, por aquellos que un día escucharon, pero hoy viven alejados de la fe y por los que sí están comprometidos de forma activa en las realidades eclesiales, de este modo todos seremos artesanos de la paz que busca la reconciliación entre los hermanos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos con la certeza que somos la Iglesia del Señor Jesús, despertemos en nosotros esos sentimientos de identidad y compromiso católico y recordemos que el Señor ha prometido hacerse presente en medio de su comunidad, ahora en la Eucaristía, para acompañarnos y bendecirnos. Estamos en el contexto de la Semana por la Paz, que inicia en este domingo, y que tiene como objetivo continuar adelantando acciones que nos inviten a seguir dando pasos para la construcción comunitaria de la paz y la reconciliación. Este fue el propósito del Papa Francisco en su visita a Colombia cuando nos dijo: «¡Demos el primer paso!», y que este primer paso sea en una dirección común. «Dar el primer paso» es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Celebremos con inmensa alegría esta experiencia de encuentro con Jesús y oremos para que esta jornada por la paz traiga bendiciones divinas para nuestra comunidad. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, otra forma como el Señor se hace presente es en la voz de su Palabra; ante ella todo lo que se nos pide inicialmente es tener la capacidad de escuchar la voz del Señor. No perdamos esta oportunidad, estemos atentos a cada palabra de su mensaje y no endurezcamos el corazón. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, con la certeza de que: “…donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, Yo estoy presente en medio de ellos.” Unámonos con fe, diciendo: R. Escucha Padre la oración de tu Iglesia 1. Te pedimos Padre, que bendigas y protejas a tu Iglesia, y la hagas fecunda en el ministerio de cada bautizado, de manera que engendre nuevos hijos para tu Reino y se suscite el llamado de vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y consagrada. 2. Te pedimos Padre, por quienes ejercen el poder de la autoridad en nuestro país, para que no se dejen contagiar por la corrupción, y que en todo asuman el compromiso de servir en bien de las comunidades. 3. Te pedimos Padre, por los enfermos y agonizantes a causa de la pandemia que acecha al mundo, para que por medio de sus dolores encuentren en la cruz de tu Hijo, el consuelo y el alivio a sus sufrimientos. 4. Te pedimos Padre, por las diversas acciones que se realizarán con motivo de la semana por la paz para que, con la asistencia del Espíritu Santo, nuestros hermanos, puedan escuchar la voz de la Iglesia que los llama al perdón, la reconciliación, al amor verdadero. 5. Te pedimos Padre, por cada uno de los que participamos de esta asamblea, para que afiancemos nuestra fe y asumamos la responsabilidad de nuestra salvación y la de los demás; y que este mes de la Biblia nos lleve a escuchar tu voz y asumir con responsabilidad la misión. En un momento de silencio presentemos a Dios Padre nuestras intenciones personales…. Oración conclusiva Dios, Padre de la paz y la reconciliación, que quisiste llamarnos a formar parte de tu familia, la Iglesia; escucha nuestra oración humilde y confiada, que te presentamos. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Mié 26 Ago 2020

La relación íntima y amorosa del creyente con el Señor brota de la iniciativa divina

VIGÉSIMOSEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 30 de 2020 Primera lectura: Jr 20,7-9 Salmo: 63(62),2.3-4.5-6.8-9 (R. 2b) Segunda lectura: Rm 12,1-2 Evangelio: Mt 16,21-27 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En la Palara de Dios que se nos propone en este domingo, podemos individualizar tres ideas para la reflexión: • La experiencia de Dios en la vida del discípulo – misionero de frente a su realidad personal y comunitaria. • El verdadero seguimiento del Señor, incluyendo necesariamente la aceptación del auténtico mesianismo del Hijo de Dios, como se le pide a Pedro, debe superar toda idea preconcebida. • La voluntad de Dios se descubre mediante el discernimiento y tiene unas características bien definidas que incluye todo lo que es bueno, agradable y perfecto. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el libro de Jeremías encontramos diversos pasajes en los que el profeta refleja la experiencia de amor de Dios en su propia vida; en ellos el profeta desnuda su corazón y manifiesta sus sentimientos más profundos. Estos textos son conocidos como “las confesiones de Jeremías”, y que los expertos identifican cinco (Cf. 11,18 – 12,5; 15, 10-21; 17, 1-18; 18, 18-23; y 20, 77-18). La primera lectura de hoy es una sección de la quinta confesión en donde Jeremías atestigua la crisis interna que vivió en medio de su ministerio profético, y que, manifestado a modo de salmo de lamentación, refleja un amor herido o, en parte, decepcionado, pero con la certeza de que Yahvé es el Dios de la Gracia. Así, en efecto, el enamoramiento que describe como una seducción, de frente a la reacción de los que lo escuchan, lo convierte en objeto del “hazmerreir” de la gente, por lo que descubre que su mensaje no es lo que él quiere decir, pues al “gritar violencia – destrucción” entra en crisis porque la “palabra del Señor se le volvió oprobio” y su reacción lo induce a desistir de sumisión; pero finalmente experimenta que Dios y su Palabra siempre se imponen como fuego incontenible. El Salmo contiene una de las más bellas descripciones de la relación íntima y amorosa del creyente con Dios; en él se expresa, en efecto, el ardiente deseo de Dios; hay una cascada de acciones que reflejan esta realidad: madrugar, sed, ansia, contemplar, alabar, orar, bendecir, invocar…; todo apunta a señalar que no hay nada como estar con el Señor, unirse y sostenerse en él es saciarse de paz, gozo y alegría sin igual. Pablo es el enamorado de Dios, su vida es el Señor. Como experiencia y fruto y de este amor anima a los romanos y les dice “los exhorto por la misericordia de Dios” y quiere que esta comunidad lo comprenda; no lo mueve otro interés más que el amor. Inicia esta exhortación animando y orientando sobre el verdadero culto espiritual. Pablo, en esta carta, ya ha dicho que el ministerio apostólico es un culto dado a Dios, “Dios a quien tributo un culto espiritual anunciando la Buena Noticia de su Hijo…” (1,9), así se da culto concreto y de ello nace su compromiso por evangelizar, por dar culto a Dios con esa acción concreta, “de ahí mi ansia por llevarles el Evangelio… del cual no me avergüenzo…” (Cf. 1, 15-16). Por ello, Pablo exhorta a ofrecer la vida entera como ofrenda agradable; se trata de aceptar la Buena Nueva y convertirse en comunicador de ella, dar culto espiritual con todo el cuerpo anunciando la Buena Noticia del Hijo de Dios. El evangelio presenta el anuncio de Jesús sobre su sufrimiento, muerte y resurrección. Este primer anuncio de la pasión expresa su mesianismo en unas categorías que no eran las esperadas por el pueblo, el glorioso servicio del Mesías pasa por el doloroso camino del sufrimiento, muerte y resurrección. La reacción no se hace esperar, y Pedro, que no comprende este camino, se expresa diciendo: “¡No lo permita Dios, Señor, eso no puede pasarte!”; de su parte Jesús corrige, primero a Pedro, haciéndole un nuevo llamado a quitarse de enfrente y a colocarse de nuevo detrás de Él, al tiempo que le evidencia el motivo de su error, “pensar como los hombres y no como Dios”; luego la corrección se dirige también a sus discípulos clarificándoles las condiciones de su seguimiento: “negarse a sí mismo”, “cargar la cruz” y “seguirlo”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La relación íntima y amorosa del creyente con el Señor brota de la iniciativa divina; en efecto, Dios conquista al hombre suscitando en él una renovación y transformación de mente y corazón de modo que el que es tocado por esta acción divina ya no se ajusta a este mundo y sus ofrecimientos, sino que busca experimentar este amor que Dios le ofrece. Así el nuevo amado siente que su gozo, alegría y paz es vivir en la presencia de Dios, unido y sostenido por Él. Cuando de verdad el hombre se siente amado por Dios la vida cambia. Cuando esta experiencia del amor de Dios en la vida del creyente se fortalece y, por tanto, no se deja debilitar, el amado pronto comienza a darse cuenta que en esta relación amorosa hay una responsabilidad qué asumir, porque el amor que siente no puede guardarse, sino que, por el contrario, debe anunciarlo, y compartirlo con los demás, para ello Dios llama y concede carismas o responsabilidades sea como profeta, apóstol o discípulo; en términos de hoy, se trata de asumir el compromiso de ser “discípulo misionero” en el contexto del plan presentado por Jesús para el anuncio del Evangelio. Cuando el discípulo se compromete en su ser misionero, pronto comienza a percibir que el camino se hace tortuoso, similar al de Jesús, lo que realmente le exige renunciar a su forma de pensar, a no dejarse conquistar por el mundo; igualmente, ha de tener presente que en su camino diario es necesario el discernimiento para descubrir la voluntad de Dios y hacerla norma de su vida. En estas circunstancias el caminar para el discípulo se torna difícil porque aparecen diversas reacciones negativas de parte de quienes reciben el mensaje, pues no siempre es recibido con agrado, sino que, muchas veces, la actitud es de rechazo, burla, desprecio, indiferencia, lo que hace que, poco a poco, su grado de compromiso y respuesta se convierta en una cruz que, muchas veces, pesa; pueden surgir, entonces, sentimientos de miedo, angustia, frustración al pensar que se estaba mejor sin asumir estos compromisos en el seguimiento del Señor. Toda esta realidad muestra que muchos creyentes, como el profeta Jeremías, preferirían no acordarse más de Dios y, por tanto, callar y no hablar en su nombre o, como Pedro en el evangelio, afirmar que “eso no puede pasar”. Al confrontar, así, la identidad cristiana con los valores y compromisos del evangelio pueden surgir, entonces, las crisis causadas también por las diversas tentaciones a que están expuestos los diversos agentes de pastoral y que interrogan profundamente la vida del creyente. Cuánto exige asumir en la vida diaria el compromiso cristiano y misionero de seguir coherentemente el camino propuesto por Jesús. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, no obstante, nuestros pensamientos, sentimientos y acciones haznos sentir que tu Palabra es fuego ardiente e incontenible dentro de cada uno de nosotros; que siempre tengamos pastores, como Pablo, que nos exhorten sobre el verdadero culto, el compromiso evangelizador y el discernimiento de la voluntad divina para no caer en lecturas fundamentalistas, fatalistas o superficiales del acontecer divino. Señor, queremos reflejar en nuestra vida de discípulos misioneros el auténtico seguimiento, por ello cada vez que erremos en nuestra forma de pensar y proceder, como pasó con la buena intención de Pedro, que nunca nos falte tu misericordiosa corrección; que tus exigentes palabras sean siempre acogidas por nosotros para que nos indiquen el camino a seguir y, como Pedro en su proceso de maduración en la fe, también podamos decir: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Solo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, que alegría poder reunirnos como Iglesia para celebrar nuestra fe. Que vivamos este momento de gracia como momento íntimo de encuentro con el Señor, dejemos que él nos hable al corazón y aprendamos a ser en verdad discípulos misioneros de su gran amor. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, el Señor Dios nos va a hablar, su amor nos conquistará para que nos sintamos amados por él. Escuchemos con atención y dejemos que su amor se arraigue como fuego en nuestro corazón. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre bueno que nos has llamado a tu seguimiento, escucha los sentimientos y necesidades que se gestan en nuestros corazones. Supliquémosle con fe diciendo: R. Mi alma está sedienta de ti, Señor 1. Señor, que tu Iglesia sea fortalecida por hombres y mujeres que con valentía y entrega asuman la misión evangelizadora y que tu gracia nos dé abundantes vocaciones para el anuncio de tu reino. Oremos. 2. Señor, que los gobernantes de los pueblos reconozcan tu acción y se comprometan convenientemente en valorar adecuadamente la dignidad humana, en buscar mayor fraternidad, solidaridad y unión entre los hermanos. Oremos. 3. Señor, que quienes sufren angustias, problemas y enfermedades a causa de la pandemia que nos azota, puedan encontrar en tu palabra y la solidaridad de las personas la ayuda necesaria que fortalezca sus vidas y corazones con la certeza que tu amor siempre los acompaña. 4. Señor, mira con amor esta asamblea y concede a cada uno lo que más le convenga según tu voluntad En un momento de silencio, presentemos nuestras necesidades personales… Oración conclusiva Padre Santo, Acoge misericordioso las súplicas de este pueblo que busca y tiene ansia de tu salvación. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Jue 20 Ago 2020

Dios otorga el poder de atar y desatar

Predicación Orante de la Palabra VIGÉSIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Primera lectura: Is 22,19-23 Salmo: 138(137),1-2a. 2bc-3.6+8bc (R. 80[79],18) Segunda lectura: Rm 11,33-36 Evangelio: Mt 16,13-20 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La liturgia de la Palabra en este domingo nos presenta las siguientes ideas de reflexión: • Dios llama y la respuesta a su llamado implica un compromiso de vida. • Dios otorga el poder de atar y desatar. • El sentido de la misión y de la persona de Jesús: Mesías e Hijo de Dios 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el transcurrir de la historia de cada persona hay dos realidades que caminan juntas: la vocación y la misión, el llamado y la realización, y en ellas está presente la acción de Dios que es quien da la autoridad para vivir y servir al pueblo, además de la estabilidad y la permanencia en la misión. Desde el momento de la llamada de Dios al profeta Jeremías, vemos que lo compromete y, al entender y aceptar este llamado, él lo asume con valentía. La seducción a la que se refiere el profeta es precisamente el sentimiento de quien comprende cuál es el sentido de la misión a la que Dios lo llama. El profeta sabe que la tarea es difícil y complicada, dura y riesgosa, pero el amor por Dios es tan grande que lo compromete a aceptar a costa de todo, hasta de su propia vida; igualmente sabe que la fidelidad y el amor verdadero logran superar todas las dificultades que se le presenten. Así mismo, san Pablo, quien reconoce el llamado especial que Dios le ha hecho para anunciar la buena nueva a los gentiles, admira, alaba y agradece el plan salvador de Dios, quien dispone todo para el bien, tanto de los judíos, como de los paganos. Ante la soberanía y libertad de Dios, quien salva a todos los hombres, Pablo se siente envuelto en su relación de amor con Dios y desea que todos sus destinatarios se identifiquen con la misión y acojan así la voluntad de Dios, que asuman su misma actitud sin importar las consecuencias que se desprendan del compromiso asumido; de ahí que invite a los romanos a entregarse como ofrenda viva y agradable a Dios, hostias vivas, seguros que Él espera a cada uno de sus seguidores para darles el merecido premio al servidor fiel; esto va en consonancia con el Salmo 137, que canta el amor de Dios que perdura eternamente. El evangelio nos propone, en efecto, la escena de la confesión de fe de Pedro y del reconocimiento de la persona de Jesús y su misión, cuando exclama Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Jesús dirige a Pedro una bienaventuranza por esta revelación que ha recibido de Dios sobre su persona y su identidad, y lo confirma con la fuerza divina en la misión de ser Kefas: piedra o roca, sobre la que edificará la Iglesia, pueblo mesiánico reunido por Jesús, contra la que el poder del mal y de la muerte no podrán. Aunque Pedro es ensalzado por esta revelación y confesión, muy pronto Jesús lo reprenderá llamándolo “satanás,” por pensar según la lógica humana y no según los criterios de Dios. La misión de atar y desatar, como expresión de potestad, bajo el signo de las llaves, expresa la plena autoridad que recibe Pedro de Jesús para confirmar a los hermanos en la fe; y, a su vez, expresa la decisión de Jesús de otorgar el poder de atar y desatar a otras personas diferentes de las que, hasta entonces, teniéndolo y no habiéndolo ejercido en bien del pueblo de Dios, por el contrario, lo debilitaron en la fe y la misericordia de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El modo de actuar de Pedro, que presenta el evangelio, manifiesta la grandeza y la debilidad de la persona humana en quien se conjuga lo divino y lo humano; por eso se descubre la necesidad de contar siempre con la fuerza de Dios, porque para comprender y cumplir la tarea que el Señor propone, hay que tener fe, ser valientes y arriesgarse confiados a realizar aquello que el mismo Jesús asumió y cumplió con valentía hasta su muerte en cruz. Y, por encima de todo, Pedro, con su revelación y con su miedo, es presencia visible de Dios y signo de unidad en la Iglesia. El documento de Aparecida nos recuerda que: “La misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño” DA No. 380. De hecho, la violencia de las persecuciones, la muerte cruel, el abandono humano y la entrega total al sacrificio producen en las personas miedos y deseos de huir, por lo que encaminarse por esa senda “es travesía para valientes”; en efecto, las dificultades, el riesgo y el sacrificio que conlleva el seguimiento de Jesús, implica una entrega y un compromiso de vida. Eso es lo que Pedro ve y trata de evitar y por lo que Jesús lo reprenderá. Hoy el Señor nos invita a contemplar, en primer lugar, la forma como hemos asumido nuestra vocación y misión en respuesta al proyecto de vida; luego, a entrar cada uno en su interior y ver los detalles de fidelidad o cobardía en el compromiso de seguimiento del Señor Jesús. De otra parte, también el Señor nos motiva en concreto a que, especialmente en este tiempo de pandemia, analicemos, seamos sensibles y actuemos sin temores en favor de las personas que sufren a causa de los males que son consecuencia de las diversas formas de violencia ejercidas contra los más débiles, la violencia que se vive en los hogares, en el trabajo y en la sociedad. Estas realidades que vivimos deben movernos a solidarizarnos, de uno y otro modo, con los que están necesitados de nosotros para que podamos vivir nuestra vocación y demos respuesta al Señor de la misión que se nos ha confiado de ser constructores de su Reino. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor tu Palabra es vida y alegría en nuestro caminar, es fortaleza y exigencia en nuestra decisión de ofrecer lo mejor que nos has dado, con la seguridad que nos ayudas a ser fieles en la entrega, a obedecer y a administrar bien la autoridad, a reconciliarnos y dar y recibir el perdón que nos ofreces. Danos la fortaleza y la sabiduría para reconocerte, seguirte con fidelidad y entregarnos con amor a acoger, animar y servir a quienes comparten nuestro caminar. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos reunimos para compartir la presencia de Dios en nuestras vidas, para escuchar su Palabra que nos revela la presencia salvadora de Jesús que nos da vida, y para celebrar en comunidad la vida de la Iglesia, en unidad con la persona de Pedro y su representante el Papa Francisco, sobre cuya roca está construida la Iglesia. Dispongámonos para celebrar con fe y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra que vamos a escuchar nos invita a tener una actitud de reconocimiento de la presencia divina y cómo todo procede de Él, también la autoridad y poder, que da a quienes elige para que comprometan su vida en el servicio en bien de la comunidad que cree y espera. Abramos nuestra vida a la luz y misericordia que Dios nos ofrece en su Palabra que ahora se nos proclama. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles. Presidente: Señor, tu palabra nos ilumina para reconocerte como nuestro Dios y Salvador, por eso con confianza presentamos nuestras peticiones al Padre, diciendo: R. Hijo de Dios vivo, escúchanos 1. Por la Iglesia, para que acompañada por tu Espíritu y en unidad con el Papa Francisco, viva en fidelidad a Jesucristo y se sienta siempre reconfortada en los momentos difíciles. Oremos. 2. Por los Gobernantes de las naciones, para que por tu gracia puedan trabajar unidos durante esta pandemia para promover la justicia y el cuidado especial de los pobres y vulnerables. Oremos. 3. Por las familias, Iglesia doméstica, especialmente las que tienen problemas y dificultades, para que encuentren en la Palabra de Dios luz, paz y fortaleza. Oremos. 4. Por los enfermos, de modo especial por los que se encuentran en estado terminal y los que se sienten solos en el final de su vida, para que experimenten tu presencia salvadora y la paz que les ofreces en la compañía de sus familiares y amigos. Oremos. 5. Por todos los cristianos, para que sepamos reconocer tu presencia en los acontecimientos y realidades de la vida cotidiana y demos testimonio de tu amor con nuestras actitudes de vida. Oremos 6. Por nosotros, nuestros familiares, amigos y personas con quienes compartimos nuestra vida y trabajo, para que sepamos seguir sin miedo el camino que nos conduce a reconócete y vivir la inmensa alegría de tu presencia salvadora entre nosotros. Oremos. Oración conclusiva Padre nuestro que nos has revelado a tu Hijo, acoge la oración que te dirigimos confiados en tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

Mié 12 Ago 2020

“Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”

VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 16 de 2020 Primera lectura: Is 56,1.6-7 Salmo: 67(66),2-3.5.6+8 (R. cf. 4) Segunda lectura: Rm 11,13-15.29-32 Evangelio: Mt 15,21-28 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Interioridad. Conciencia de la elección divina de Israel y su rebeldía. • Exterioridad. Esperanza ante las realidades nuevas, la reconstrucción y la salvación universal. • La actitud del Señor Jesús. Frente a los paganos manifiesta que su misión terrena se limita al pueblo judío, pero luego se abre a todos los que tengan fe. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La perspectiva del tercer libro del profeta Isaías invita a confiar en Dios y estar atentos de la salvación que llega y pide oración, justicia, humildad, tener fe y hacer el bien a todos, más allá de lo legal, lo moral y lo ritual; igual invita a tomar conciencia que la disminución de la fe llevó a buscar en las obras externas un medio para llenar la ausencia de interioridad. San Pablo, recuerda la elección divina y fortalece la esperanza del pueblo al reconocer que “Dios no ha reprobado a su pueblo” que ha caído. Su mundo religioso nacionalista, monopolizador y seguro, que lo llevó a la prepotencia y rebeldía, ahora se convierte “en salvación para los gentiles,” que, sin arrogancias ni encerramientos, aceptan al Salvador; y lo hace con la convicción que llegará el día del gran “misterio”, en el que “todo el pueblo de Israel será salvado.” El Evangelio de San Mateo relata el pasaje de una mujer no judía, de la tierra de los paganos, “cananea,” que suplica a Jesús ayuda para su hija, y Él, primero, es indiferente y luego le niega el pedido justificando su actitud, a tal punto que llega a la dura comparación de establecer la distinción entre los hijos y los perros, los judíos y los paganos, para explicar que su misión se limita a los judíos. Pero ante la actitud de fe firme de la mujer, viene inmediatamente la elocuente excepción: “por su gran fe.” La fe de la cananea es más viva y firme que la del pueblo elegido. Fe que se torna un principio general: la fe es la garantía, con tal que tengan fe, los no judíos tiene los mismos privilegios que los judíos creían tener exclusivamente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El eje de las lecturas es la universalidad de la salvación. Desde antiguo Dios eligió a Israel como su pueblo, mientras que su persona, su amor y sus bondades, son para toda la humanidad, sin exclusividad ni discriminaciones. Dios le responde a un pueblo infiel y sin romper su promesa, por su misericordia perdona la infidelidad de ese pueblo y salva a los extranjeros, que se le adhieren y hacen su voluntad; a la vez que, invita a los judíos a renovar la Alianza y a aceptar la salvación que ofrece en su Hijo Jesús. Esta invitación es para que nosotros hoy; en efecto, como creyentes estamos llamados a que nos examinemos delante de Dios y delante de nuestros hermanos, a que nos coloquemos ante el universalismo de la salvación en la persona del Señor Jesucristo, quien con su actitud dura ante la mujer cananea nos llama la atención para que reforcemos nuestro grado de fe y de fidelidad ante los demás. La presencia divino-humana de Jesús, es signo de interioridad, de fe y de unidad; y al aceptar y experimentar su presencia en nuestras vidas nos lleva a vivenciarlo como el Cristo total, de ahí que la Iglesia es llamada a ser firme en la fe y a prestar atención especial a los más necesitados, mansos y humildes. La palabra del profeta …los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración, se repite en el Señor Jesús: mi casa será llamada casa de oración, y esto nos motiva a dirigir la mirada hacia la actitud intercesora de los discípulos y de San Pablo a reconocer que, como Iglesia, tenemos la misión de interceder ante el Señor por los más necesitados y débiles y que, como discípulos suyos, tenemos también la misión de servirles en sus cuerpos, en sus mentes y en su espíritu. El Señor nos pide actuar consecuentemente, por eso no tolera posturas de falta de coherencia e interioridad o de refugio en el apego a lo religioso, propias del fariseísmo discriminador; esto lo que cuestiona duramente el Señor Jesús. Mientras que la universalidad de la salvación incluye y justifica a los que eran excluidos, los gentiles o paganos, los eunucos, los extranjeros, la tendencia humana es al egoísmo, la envidia y la discriminación. De ahí que el sentido de la misión de la Iglesia es a universalidad, por eso se llama católica. Igualmente, también, tiene el significado maternal, todos son hijos y hacen parte de ella. Todos, hombres y mujeres del mundo, sean del país o nacionalidad que sean, de la cultura o la etnia, clase social o grupo humano, todos están llamados a la salvación, la felicidad y la vida, y para lograrlo basta que tengan fe. Y esta fe llega y crece mediante el testimonio de vida y la predicación de la Palabra . El testimonio de los cristianos está llamado a ser de tal convicción y apertura que contagie la alegría de creer, primero, a todos los que estén cerca y, luego, a los que lleguen de lejos, para que animen a muchos otros que buscan la verdad y para que ayuden a quienes suplican a Dios la ayuda que necesitan, sin sentirse excluidos, sino esperanzados y confiados en su fe. En cuanto a la predicación, el Papa Francisco, en la exhortación sobre la Palabra, mediante la Carta apostólica Aperuit Illis, del 26 de enero de 2020, al instituir el Domingo de la Palabra de Dios, III Domingo del tiempo ordinario y Primer Domingo de la Palabra de Dios, nos dice: “cómo, dónde y a quién el Señor comenzó a predicar”. ¿Cómo predicar? Con una invitación, como el Señor Jesús: convertíos porque está cerca el Reino d ellos cielos”. Mt. 4,17. Mensaje que alegra, en boca del Maestro: “Dios vino a visitarnos en persona, haciéndose hombre... Dios está cerca, descendió a la tierra, se hizo hombre. Eliminó las barreras, canceló las distancias, para que vivamos con Dios y para Dios, con los demás y para los demás, con amor y por amor”. ¿Dónde Predicar? El Señor Jesús comenzó junto al lago de Galilea de los gentiles, desde un lugar fronterizo, desde una periferia. Dios viene a nuestras realidades complejas, a nuestras oscuridades. En las regiones que se consideraban “oscuras. Y ¿predicar quién? A todos en su cotidianidad y donde estén, dispuesto a escuchar y a creer en la Palabra y a aceptar al Señor Jesús, quien comenzó predicando a dos hermanos pescadores, les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Mt. 4,18-19 Los primeros destinatarios de la llamada fueron pescadores… personas comunes y corrientes que trabajaban. Dios llama donde están y como están, para involucrarlos en la misión, y ellos responden a esta llamada dejándolo todo inmediatamente para atenderlo, para escucharlo y para seguirlo. Por eso el pedido del Papa es que hagamos espacio a la Palabra de Dios, para que descubramos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad, que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida. La Palabra nos convoca a abrir las puertas a la esperanza, a llamar a los amados de Dios a la vida, a persistir en la fe de todos los tiempos, ahora centrada en la persona del Señor Jesucristo, por lo que cada día debe ser nueva y magnífica, por ser don del Padre, para todos como hermanos para que contribuyamos con la historia de salvación. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor Jesús, misionero del Padre, nos has comunicado la Buena Noticia del acceso al Reino de Dios, mediante su persona y su palabra; nos llamas y nos haces ver cómo tu misión es universal, para que así nosotros como Iglesia, guiados por tu Espíritu Santo, llevemos a todos el mensaje del amor, de la misericordia, de la fe y la esperanza, que nos trae su salvación. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa El espíritu del Señor nos ha convocado a celebrar su presencia entre nosotros y, así mismo, aviva en nosotros el deseo de escucha de su Palabra que nos impulsa a abrir nuestra mente y nuestro corazón, a evitar exclusivismos y a que disfrutemos la alegría de la salvación, obrada en Jesucristo, para toda la humanidad y la creación. Monición a la Liturgia de la Palabra Las lecturas que vamos a escuchar nos llevan a ver cómo el plan divino de salvación tiene diversas etapas, gracias a la pedagogía divina y a la decisión irrevocable de Dios de elegir a su pueblo, de tratarlo con misericordia ante su rebeldía, de elegirnos a nosotros y abrazarnos con su fraterno amor, y de elegir a toda la humanidad para salvarla. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos y hermanas, presentemos a Dios Padre nuestras oraciones y digamos con fe y esperanza: R. Escúchanos Dios de amor 1. Por la santa Iglesia de Dios, para que, siendo fiel, sea también motivo de entusiasmo y alegría para cuantos buscan la Salvación. Oremos. 2. Por los gobernantes, empresarios y empleadores, para que sus actitudes sean de justicia, equidad, honestidad y de fidelidad ante Dios, y ante la persona humana. Oremos. 3. Por quienes han caído en los vicios, para que encuentren el sentido de la vida y el camino conviene para superar su mal. Oremos. 4. Por las familias que se encuentran en dificultades en sus hogares, en su trabajo, con enfermos o con carencias en su vida cotidiana, para que encuentren personas y medios que les sirvan de apoyo y sostenimiento. Oremos. 5. Por nosotros y por todos los cristianos, para que sepamos dar con firmeza testimonio de nuestra fe en el Señor Jesucristo, nuestro salvador. Oremos. Oración conclusiva Escucha y acoge, Padre misericordioso estas súplicas que te hemos presentado con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Mié 12 Ago 2020

La Asunción de María es la oportunidad para celebrar la fuerza de Dios

LA ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Agosto 15 de 2020 Primera lectura: Ap 11, 19a; 12,1-6a.10ab Salmo: 45(44), 7a+10bc.11-12a.14-15 (R. cf. 10b) Segunda lectura: 1Co 15,20-27a Evangelio: Lc 1,39-56 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • La horripilante escena de un dragón que amenaza la vida de un recién nacido termina con un hermoso canto de alabanza: “nos ha llegado la salvación”, “comienza el reinado de Dios”, “es evidente el poder de Cristo”. Cuando más frágiles nos podemos sentir, más podemos experimentar el poder de Dios. • La segunda lectura también es entusiasmante y positiva: Cristo resucitado vence no solamente la muerte en general, sino que vence la muerte de cada uno de nosotros. Él es la primicia por quien María fue Asunta la Cielo y por quien nosotros recibimos la garantía de una vida después de la vida. • El conocido relato de la Visitación y el himno del Magníficat que lo acompaña, nos invita a hacer nuestro propio himno de alabanza a Dios por tantas cosas grandes que ha hecho Dios en nuestras vidas. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura de esta fiesta de la Asunción está tomada de la mitad del último libro de la Biblia, el Apocalipsis, y describe una visión que tiene lugar en el cielo: una mujer vestida de sol, da a luz un hijo varón; un dragón tenebroso amenaza con devorar al recién nacido; Dios interviene para tomar el niño hacia el cielo y a continuación (aunque esta lucha se omite en el texto que fue proclamado) se desencadena el combate entre Miguel y el dragón, el cual es derrotado y surge un himno de victoria el cual oímos la primera parte que testimonia el cumplimiento de la Promesa de Dios por medio del poder de su Cristo. La segunda lectura toca el elemento central de nuestra fe, que es la Resurrección de Cristo y la promesa de nuestra resurrección después de la muerte, porque si no creemos en la resurrección, si creemos en la reencarnación o en la transmigración de las almas, no podemos llamarnos verdaderamente cristianos. El evangelio nos muestra cómo la lógica de Dios es distinta de nuestra lógica: una mujer embarazada que, en vez de buscar ser cuidada, corre a servir a su parienta que está más necesitada; Un Dios que exalta a los humildes, que colma de bienes a los hambrientos y que es siempre misericordioso. Una lógica que es bien distinta a la lógica de este mundo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Es difícil saber con exactitud cómo fue el final de la vida de la Virgen María. Ni siquiera se sabe con precisión dónde tuvo lugar este evento, pues no sólo en Jerusalén sino también en Éfeso (actual Turquía, a donde habría huido con el apóstol san Juan), existen tradiciones que describen la muerte, la “dormición”, el “tránsito” o la Asunción de María. La fecha también es variable y los diversos textos la ubican entre tres y veinte años después de la Ascensión del Señor Jesús. Cambia igualmente la descripción del evento: en algunos relatos se lo describe durante la vida natural de María; en otros, en el momento de su muerte, en la vía hacia la tumba, o desde la tumba, después de tres días. Algunos narran cómo los apóstoles habrían descubierto un día que la tumba de la Virgen estaba vacía, o cómo ellos la habrían visto elevarse al cielo. La diversidad de detalles no impide constatar la solidez de la tradición que ubica el tránsito de la Virgen en Jerusalén, como lo testimonian textos de los siglos II y III en adelante, escritos en los más importantes idiomas de la época (griego, latín, siríaco, copto, árabe y etíope), y atribuidos a personajes de reconocida autoridad (como San Juan evangelista, Dionisio –supuesto discípulo de Pablo–, o san Melitón de Sardes). María habría terminado su peregrinar terrestre en el Monte Sión, donde actualmente se erige la iglesia de la Dormición (costado suroccidental de Jerusalén, cerca del Cenáculo). Desde allí, su cuerpo habría sido conducido hacia la tumba ubicada en las cercanías del torrente Cedrón y del “Valle de Josaphat” que da paso al monte de los Olivos. Pero nada de eso se narra en los textos bíblicos que la liturgia nos ofrece para la fiesta de la Asunción. De hecho, se nos ofrece un mensaje más profundo: Aunque a simple vista pareciera que la mujer de la primera lectura es la Virgen María (luminosa como el sol, con la luna bajo sus pies y coronada por doce estrellas), los destinatarios del texto, profundos conocedores de la simbología del Antiguo Testamento, identificaban en la mujer al pueblo de Dios que da origen al Mesías, y concretamente la comunidad cristiana, amada por el Señor, quien la colma de sus dones más preciosos; es una comunidad eterna, que no está ya sometida a los vaivenes del tiempo (representado por la luna que permanentemente crece y mengua), que vence el mal (por eso es coronada) y se proyecta como el nuevo Israel (las 12 estrellas). El dragón es símbolo de todas las fuerzas hostiles a Dios: es perfecto para proyectar el mal (tiene siete cabezas), tiene una fuerza monstruosa (tiene diez cuernos) y ha triunfado en muchos campos (tiene siete diademas). Con su cola ha arrastrado un tercio de las estrellas, que representan a las comunidades cristianas del Asia menor, perseguidas y desorientadas. Por eso la mujer huye al desierto por 1260 días, tres años y medio, que según el profeta Daniel (Dn 7, 25), es el tiempo que dura una persecución muy dolorosa. El nacimiento de la criatura no hace tanta referencia al parto de María en Belén sino a la Pascua: Cristo resucitado sale del Sepulcro y, aunque todas las potencias del mal se lanzan contra Él, es acogido por el Padre. El niño es Cristo, que nace de la Iglesia y da origen a una humanidad nueva. Por eso la Iglesia nos ofrece este texto en este día, porque reflejándose en ella, que ha sabido cumplir su misión de madre, descubre la propia identidad para realizar el misericordioso proyecto de Dios: la salvación de toda la humanidad. Eso no se realiza por la eliminación de la muerte biológica, sino transformándola en un nuevo nacimiento. Y eso es lo que contemplamos en esta fiesta mariana: el alba de una nueva humanidad, porque lo que Dios ha realizado en ella es el destino que nos espera a todos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El primero de noviembre de 1950, el Papa Pío XII, recogiendo la tradición de la Iglesia y después de consultar a los Obispos de todo el mundo, proclamó el Dogma de la Asunción, al afirmar como verdad de fe “que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. No por su propia fuerza, sino por la misericordia divina, como lo anticipa en el hermoso cántico del Magníficat. Y así como en su vida realizó maravillosamente el proyecto de Dios que es culminado en su Asunción, nosotros estamos llamados a realizar en nuestra existencia su plan de salvación a resucitar con Cristo y a seguir el camino anticipado por María. Si tomamos conciencia de ello, ¿cómo no reconocer que grandes cosas ha hecho en nuestro favor el Poderoso? ¿Cómo no proclamar un himno de esperanza? La Asunción de María es la oportunidad para celebrar la fuerza de Dios que siempre se hace presente en medio de nuestras dificultades para ayudarnos y para hacer presente su salvación. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy nos reunimos para celebrar no sólo la resurrección del Señor, sino también la fiesta de la Asunción de María Santísima, quien anticipa el camino que Cristo resucitado nos ofrece a todos los creyentes. Dispongámonos a dejarnos alimentar por la Palabra y por la Eucaristía y participemos con fe y con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra En esta fiesta mariana la Iglesia nos propone una visión del Apocalipsis, una proclamación de la fe de san Pablo en la Resurrección de Cristo y de la victoria sobre la muerte y el relato de la visitación con el cántico del Magnificat. Escuchemos con atención para descubrir cuál es el mensaje que esta Palabra nos transmite. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, elevemos nuestras súplicas al Padre celestial, confiados en su infinita misericordia, porque estamos seguros que, así como el Poderoso hizo grandes obras en María, también las ha hecho y las seguirá obrando en favor nuestro. R. ¡Dios todopoderoso, escucha nuestra oración! 1. Oremos por la Iglesia y por todas las comunidades eclesiales, para que en medio de las dificultades siga haciendo presente el mensaje de Salvación de Cristo Jesús y siga siendo luz que oriente el caminar de toda la humanidad. 2. Oremos por nuestros gobernantes, para que, en medio de las dificultades derivadas de la pandemia, puedan conducir a nuestros pueblos hacia el desarrollo y la construcción de una sociedad cada vez más justa y fraterna. 3. Oremos por los enfermos, por los que pasan hambre y necesidad, por los que están solos y desconsolados, para que encuentren en la fe la fuerza necesaria para superar sus dificultades. 4. Oremos por esta comunidad, para que descubra cada día con mayor diafanidad a la Virgen María como el modelo y el camino que nos lleva a Cristo y que nos invita a hacer lo que Él nos dice. Oración Conclusiva Atiende Padre bueno las súplicas que te presentamos con la confianza de los hijos y con la sinceridad de un corazón que te busca y te necesita. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 8 Ago 2020

El Señor se nos sigue manifestando discretamente, en el silencio de nuestro interior

Predicación Orante de la Palabra XIX Dom TO, Asunción y XX Dom TO [1] DECIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 09 de 2020 Primera lectura: 1R 19,9a.11-13a Salmo: 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. 8) Segunda lectura: Rm 9,1-5 Evangelio: Mt 14,22-33 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • “Los Israelitas han abandonado tu alianza, han derribado los altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo sólo y buscan mi vida para quitármela”, dice Elías triste y acongojado. Está cansado de todas sus batallas, busca consuelo en Dios y parece no encontrarlo. • “Siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. Pues desearía ser yo mismo maltratado, separado de Cristo por mis hermanos, los de mi raza…”. En el mismo sentido se manifiesta San Pablo para tratar de explicar cómo el Plan de salvación de Dios no se realiza plenamente, no porque Dios rechace la fragilidad humana, sino que en medio de esa fragilidad permite que experimentemos su misericordia. • “Viendo Pedro la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: ‘¡Señor, sálvame!’. La escena que sigue al conocido pasaje de Jesús que camina sobre las aguas también describe la fragilidad de la condición humana. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos ubica en la primera mitad del siglo IX aC, cuando un general del ejército toma el poder y funda Samaría como nueva capital de Israel, a la que hace una nación rica y poderosa y a la que consolida por medio de matrimonios con extranjeros. De hecho, su hijo Acab se casará con la pérfida Jezabel, hija del rey de Tiro, que impone divinidades paganas, persigue y asesina a los verdaderos profetas, Elías huye hacia el desierto, sube al monte Horeb en el que cuatrocientos años antes Moisés había hablado con el Señor. Pasa la noche en una cueva, de la que Dios lo invita a salir para esperar su manifestación. Pasa un violento huracán, luego un terremoto, después pasa fuego, pero el Señor no está presente en estas violentas realidades. Sólo al final Dios se hace presente en el silencio de una brisa suave. Elías lo reconoce, lo escucha y regresa a cumplir la misión que le encomienda. En la segunda lectura se nos transmite la tristeza de san Pablo porque parte de su pueblo ha rechazado el mensaje de salvación del Evangelio. A pesar de que han pasado casi treinta años de la muerte y resurrección de Jesús, Pablo no se cansa de testimoniar que la Alianza de Dios es irrevocable y que su misericordia es eterna. En el evangelio de san Mateo, el relato de Jesús que camina sobre las aguas sigue a la narración de la multiplicación de los panes. Es de noche y Jesús “obliga” a sus discípulos a subir a la barca mientras él despide a la gente y sube al monte para orar. Al finalizar la noche, los discípulos que están en la barca zarandeada por las olas pues el viento es contrario, no reconocen a Jesús que se acerca. Jesús se identifica con palabras de ánimo y de fortaleza y Pedro, tras pedirle que lo mande a ir hacia él, comienza a caminar sobre las aguas hasta que “le entra miedo” y comienza a hundirse. Jesús lo levanta, suben a la barca, el viento se calma. La escena dramática concluye con una profesión de fe: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La vida es una sucesión de problemas cada vez más complejos. Cuando somos niños experimentamos dificultades y creemos que es el fin del mundo, pero el camino sigue, y en él, las angustias y los conflictos. Muchas veces son consecuencia de nuestros errores pero también hay ocasiones en que los líos parecen generarse incluso cuando tratamos de hacer las cosas bien. El problema del mal, las enfermedades y tragedias, las pandemias y el coronavirus, la pobreza, el hambre, la pérdida del trabajo y otras circunstancias pueden generar cansancio, desesperanza, desilusión y angustia. Al igual que la persecución que experimentaba Elías, la tristeza profunda que manifiesta san Pablo, el miedo de Pedro que se hunde bajo las aguas, la Palabra del Señor en este Domingo quiere ser una voz de ánimo para todos. Como al Príncipe de los Apóstoles, hoy el Señor nos dice a cada uno “¡Ven a mí!”. Como lo proclama san Pablo, la misericordia del Señor es eterna y Él es siempre fiel. Como al profeta, el Señor se nos sigue manifestando discretamente, en el silencio de nuestro interior, en la voz de nuestra conciencia, en las indicaciones de su Palabra, en sus pequeñas y cotidianas indicaciones. En medio de la noche que puede estar atravesando nuestra Iglesia, nuestra familia, nuestra empresa, nuestra economía, sólo existe una realidad capaz de hacer amainar el viento: la fuerza de la fe que surge de la experiencia del amor misericordioso de Dios. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Los Padres del desierto solían plantear a sus monjes una metáfora tomada de la práctica del cazador que cuando descubre la liebre que busca, suelta los perros para que la persigan y capturen porque es un animal sumamente ágil y rápido. Los canes salen veloces tras la liebre, pero poco a poco se van quedando por el camino porque los matorrales y obstáculos hacen que pierdan el rastro. Sólo el perro que nunca pierde de vista a su presa es capaz de alcanzarla y atraparla. Así es la vida cristiana: ninguna circunstancia puede hacernos perder de vista a Jesús que acompaña e ilumina nuestro caminar y nuestra vida. Pidamos al Señor la gracia de ser hombres y mujeres de fe inquebrantable, firmes en medio de las crisis y sólidos para ayudar a los que sufren un poco más que nosotros. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos todos a esta celebración de acción de gracias en la que experimentamos la presencia de Jesús resucitado, vencedor del pecado y de la muerte. Dispongámonos a celebrar nuestra fe y a experimentar la presencia constante y misericordiosa de Dios en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestra sociedad, en las alegrías, pero también en las dificultades que estamos experimentando. Monición a la Liturgia de la Palabra La angustia del profeta al que persiguen para matarlo, la tristeza del apóstol que sufre por amor a su pueblo y el miedo de Pedro que se hunde bajo las aguas por su falta de fe, ilustran las dificultades que podemos estar viviendo en los diversos contextos en los que nos movemos. Traigamos a nuestra mente los problemas que nos agobian o que hacen sufrir a nuestros seres queridos y escuchemos con atención las lecturas que nos traen un mensaje de fe y de fortaleza. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestras súplicas y peticiones al Padre misericordioso con la confianza de los hijos, con la certeza de que él hace posible lo que para nosotros es imposible y nos concede siempre lo que más nos conviene. R. ¡Escucha, Padre, nuestra oración! 1. Te pedimos por la Iglesia, que como la barca de los apóstoles muchas veces tiene que enfrentar vientos contrarios y se ve zarandeada por las olas, para que experimente siempre la serena presencia de Cristo, el Hijo de Dios. 2. Te pedimos por los pastores de la Iglesia, para que siempre den testimonio de fe y de fortaleza, para que puedan caminar sobre las aguas del escepticismo y la incredulidad y puedan conducir a sus rebaños hacia Cristo, el único Salvador. 3. Te pedimos por los que sufren y son perseguidos, de modo especial por los que han perdido las fuerzas y la esperanza, para que encuentren en los que los rodean un testimonio eficaz de tu misericordia. 4. Te pedimos por todas las personas que trabajan en el campo de la salud y por todos los que arriesgan su vida por ayudar a los que más sufren, para que encuentren en la fe en Cristo la fuerza necesaria para ser incansables testigos de tu amor. Oración conclusiva Escucha, Padre bondadoso, las plegarias que te dirigimos con fe en esta celebración de la resurrección de tu Hijo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. [1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.