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Opinión

Jue 18 Abr 2019

Confesar la verdad nos hará libres

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Semana Santa es nuestra oportunidad de cruzar la mirada con Jesús, de vivir su PASO por nuestras vidas. La Iglesia en Cali convoca a los fieles y a quienes buscan un nuevo acercamiento a la persona del Señor Jesús, revelación de Dios en nuestra propia naturaleza y realidad humana, a abrirle la agenda, la casa y el corazón a los días santos. Las parroquias y centros de culto estarán también abiertos y dedicados a la liturgia, a las celebraciones y al sacramento de la reconciliación con Dios que el mismo Cristo nos confió. CONFESAR LA VERDAD se ha convertido en el gran desafío de nuestras vidas. Es el acto de encontrarse con Cristo y dejar que él rescate la conciencia de cada persona, difusa en las cosas y afanes de la vida. Tomar conciencia de lo que estoy siendo y haciendo, junto a Jesús, nos abre a la gracia del CAMBIO DE ACTITUD ante la vida, las relaciones con los demás y la percepción de los acontecimientos. Es la gracia de detenerse y agradecer, de escuchar una palabra iluminadora y reconocer mi parte en las cosas. Es la gracia de vivir la vida como proceso de conversión permanente. El sacramento de la CONFESIÓN nos permite este ejercicio de cinco puntos: *examen de conciencia, *contrición de corazón, *propósito de enmienda, *confesión de boca y *satisfacción de obra. Este ejercicio es también el que debemos aplicar a nuestra vida de parejas y esposos, de corrección fraterna en familias y comunidades de vida. Y, por supuesto, en la construcción de paz y reconciliación que las realidades nos reclaman a todos. CONFESAR LA VERDAD que nos hace libres en Jesús y abre la puerta al perdón, la corrección y la reparación es también la opción para una sociedad herida, en la que algunos hacen víctimas a muchos, en la que todos necesitamos oportunidad de vida y de cambio, de reconciliación y paz. Este es el GRAN DESAFÍO que Dios, en Jesús, nos hace ahora y aquí. Respondámosle con decisión. + DARÍO DE JESÚS MONSALVE MEJÍA Arzobispo de Cali

Mié 17 Abr 2019

Y el velo del templo se rasgó por medio (Lucas 23,45)

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - No dejan de ser impresionantes las imágenes del incendio que destruyó buena parte de la Catedral de Notre Dame en París. San Lucas describió el momento de la muerte de Jesús así: “El velo del templo se rasgó por medio… Y toda la gente que había acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvió dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo estas cosas” (Luc. 23, 45. 48- 49). Seguramente estos fueron los mismos sentimientos de dolor del pueblo católico de París, y en general de los católicos del mundo, al ver en vivo y en directo el incendio de la Catedral de París. La sede catedralicia, sede del Pastor Metropolitano, se estaba destruyendo. Desde otra óptica cultural, patrimonial, histórica y artística, esta catástrofe generó también sentimientos de pesar. 856 años de historia amenazaban ruina. Pero hubo signos especiales para destacar. El empeño de los bomberos y voluntarios para evitar la destrucción total, la solidaridad del mundo entero con Francia, también de los líderes musulmanes y de otras confesiones religiosas y líderes políticos. De destacar la unidad de los católicos, que unidos en oración, de rodillas algunos, invocaban la misericordia de Dios, para que, de este fuego destructor, surgiera el fuego de la vida. Así lo interpretó el Arzobispo de París en su mensaje a los católicos de París, invitándolos a la Misa Crismal, que debió convocarla para la Iglesia de San Sulpicio, y en el que dice entender mejor a San Francisco de Asís, cuando escuchó el llamado del Señor para reconstruir la Iglesia, “toda entera”. Desde la fe otro signo que vale la pena destacar: ni la cruz dorada del altar mayor, ni la imagen de la Pietà (María que tiene en sus brazos a Jesús bajado de la cruz), fueron destruidos por el fuego. A sus pies quedaron las ruinas del incendio. María, la madre de Jesús, llora su muerte; María la esposa de la Iglesia llora también por nosotros que somos sus hijos, necesitados de una ayuda Divina para restablecernos, para reconstruirnos, para nacer de nuevo, incluso de las cenizas. “Ni las fuerzas del infierno prevalecerán contra ella” dijo Jesús a Pedro, en relación con la Iglesia. Es cierto. El fuego del pecado que nos quiere dominar, y que se expresó con vehemencia en este signo de París, amenaza la Iglesia, y no solo la Iglesia institución, sino también la Iglesia cuerpo místico de Cristo que somos todos, que requerimos no del fuego que destruye y quema, sino del fuego de la vida, la llama amorosa del Espíritu santo, que nos hace criaturas nuevas. Los signos de los tiempos son claves para descubrir el paso del Señor por nuestra historia. Muchas serán las lecturas de este “espectáculo”. Prefiero invitarlos para leerlo desde la fe y la invitación del Señor a renovar, por un lado, la fe, y por otro la confianza en el Señor y en su Santísima Madre, que lloran ante las cenizas que produce el pecado, pero pueden hacer de la ellas algo nuevo. Nacerá una Iglesia nueva. Todo es posible para aquel que tiene fe. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Sáb 13 Abr 2019

Hagan esto en memoria mía

Por: Mons. Omar Mejía Giraldo - La memoria la podemos entender como el conjunto de imágenes de hechos y situaciones que quedan en la mente de una persona o de una comunidad. Hacer memoria es revivir la vida. Nada más agradable que sentarse con un anciano y escucharle contar historias. Jesús le dice a los discípulos: “Hagan esto en memoria mía”. A la luz de la palabra memoria vamos a interpretar el sentido de la Semana Santa. Se trata de una semana densa en significado y simbología espiritual, a la luz de la vida de Jesús el Salvador y Señor. En la Semana Santa celebramos en esencia lo que es nuestra vida cristiana a la luz del Evangelio. En la Semana Santa celebramos el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús el Salvador y Señor. El ser humano es un misterio, la muerte es un misterio, la vocación es un misterio; en fin, la vida en sí misma es un misterio. Podemos entender la palabra misterio desde la cultura popular y entonces decimos que es todo aquello desconocido y que está fuera del alcance de nuestra capacidad humana. Desde la Sagrada Escritura y desde la teología, la palabra misterio es: “La acción de Dios a través de acontecimientos y palabras”. Entendamos entonces la vida de Jesús el Salvador y Señor como el misterio por excelencia, Él, a través de su encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección nos ha traído la Redención. Por medio de su Vida, Pasión Muerte y Resurrección, Jesús el Salvador y Señor, nos ha ganado para la eternidad. “Él ha venido a curar a quiénes tienen destrozado el corazón” (Cf Lc 4,18). Jesús el Salvador y Señor, “ha venido a traer vida y vida en abundancia” (Cf Jn 10,10). Él ha venido a ser nuestro amigo, “ya no los llamo siervos, sino amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre” (Jn 15,15). Él ha venido a salvarnos, las palabras que Jesús le dirige a Zaqueo son palabras para nosotros hoy, escuchemos: “Hoy ha llegado la Salvación a esta casa…, el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar a quienes andan perdidos” (Cf Lc 19,1-10). Jesús el Salvador y Señor ha venido a traernos la paz, escuchemos la Palabra: “Jesucristo es nuestra paz” (Ef 2,14). Durante la presente Semana Santa dispongámonos a escuchar la voz de Dios Padre que nos habla a través del Espíritu y como a su hijo nos “grita” desde el cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco” (Cf Lc 3,21-22; Mt 3,17). Durante la Semana Santa y siempre, sintámonos hijos amados y predilectos de Dios Padre. Aprovechemos este tiempo litúrgico precioso de la Semana Santa para escuchar la Palabra de Dios, para hacer silencio y disponer nuestro ser a la obra redentora de Jesús el Salvador y Señor. Seamos sensibles al amor de Dios. No perdamos este tiempo oportuno, escuchemos a San Agustín que nos pone en alerta: “Temo a Dios que pasa y no volverá a pasar”. El pasar de Dios por la vida de cada persona y de cada comunidad es siempre un pasar novedoso, porque, Él nunca se repite, Él es el mismo ayer, hoy y siempre, pero cada instante para Dios es novedoso. Que no sea una Semana Santa más, no podemos sumarle años a la vida, sino vida a los años. Permitámosle a Dios que de verdad santifique nuestro tiempo, nuestra historia, nuestras relaciones, nuestra familia, trabajo, afectos, empresa, institución, ciudad, barrio, vereda… ¡Qué el Señor santifique a nuestros campesinos e indígenas! En fin, pidamos al Señor que durante esta semana y siempre, santifique y gobierne nuestra vida, que la haga cada vez más santa, para poder así dar de verdad gloria a Dios y poder servir mejor a los hermanos. En la Semana Santa del presente año vamos a meditar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en la narración de San Lucas. Allí, Jesús el Salvador y Señor, se nos manifiesta orante, misericordioso, cercano, afectuoso, compasivo, misionero, médico, maestro… Aprovechemos su enseñanza, contemplemos su vida y aprendamos de Él a ser mansos y humildes de corazón, porque su yugo es llevadero y su carga ligera (Cf Mt 11,30). La Semana Santa es tiempo para orar, para visitar nuestros templos y centros de culto. La Semana Santa es un tiempo oportuno para escuchar la voz de Dios Padre que nos habla en la liturgia, en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. La Semana Santa es un tiempo para hacer silencio y dialogar con el Señor, a Él sólo se le escucha en el silencio. En Semana Santa incrementemos la “cultura del encuentro”; encontrémonos con Dios, con nosotros mismos, con nuestros hermanos, con la creación. Aprovechemos los espacios de la Semana Santa para restablecer lazos de hermandad y fraternidad entre nosotros. La Semana Santa es tiempo de unidad y paz. Aprovechemos este tiempo espiritual y lleno de gracia para fortalecer nuestra identidad de “cristianos – católicos”. Hagamos de la Semana Santa un tiempo para la misión, recordemos: “Iglesia diocesana, con rostro amazónico, en salida misionera”. Con respeto, responsabilidad y fuerza, (parresia), salgamos a las calles, barrios, veredas, sectores…, como “callejeros de la fe” y propongamos el Evangelio a nuestros hermanos. La Iglesia existe para evangelizar. Evangelizar es hacer que Dios llegue al corazón de cada hombre. Seamos mensajeros del amor de Dios. Caigamos en la nota del Evangelio y hagámonos conscientes que como bautizados somos por esencia misioneros y mensajeros de la Salvación que Jesús el Señor ha venido a traernos. Bautizados y enviados. “Hagan esto en memoria mía”. Celebremos Semana Santa hermanos, con fe y esperanza. Hagamos memoria de la redención traída por Cristo, anunciada por la Iglesia y disfrutada por cada uno de nosotros. ¡Concédenos Padre Santo, vivir una Semana Santa silenciosa, fraterna, en paz y con disposición interior a escuchar tu Palabra! ¡Qué sea una semana oportuna para sanar nuestras heridas! Por eso, aprovechemos también este tiempo para confesarnos, para recibir una asesoría y acompañamiento espiritual. ¡Abramos nuestro ser a Dios! + Omar Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Mié 10 Abr 2019

¡Cristo vive y es joven!

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra -Nada mejor que aludir en esta ocasión, a la Exhortación Post Sinodal que el Santo Padre Francisco acaba de entregar “a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios”, pues resulta muy propicia en este tiempo de preparación cuaresmal y celebración de la Pascua del Señor. Sí, Jesús está vivo, porque ha resucitado y ha devuelto la juventud a un mundo y a una humanidad subyugada por el pecado. Es la nueva creación, fruto de la victoria sobre la muerte y sobre una “cultura” que ha heredado tristezas y periferias existenciales. Profunda reflexión, saber que todo lo que Cristo vivo “toca”, se vuelve joven, se renueva, se llena de vida. Por esa razón el encuentro con Jesús que siempre está con nosotros porque nunca se va, es garantía para empezar siempre a pesar de los miedos, rencores y fracasos. El mismo Papa advierte que estas palabras no son únicamente para los jóvenes sino para todo el Pueblo de Dios, pastores y fieles, invitados a vivir la novedad y la juventud de Cristo. Y que el resultado de estas reflexiones son fruto del discernimiento sinodal consignadas en el Documento final, las más significativas, pero que representan un cúmulo de miles de voces escuchadas a creyentes y no creyentes, estos últimos, que incluso suscitaron en el Papa, nuevas preguntas. Capítulo a capítulo va desarrollando armónicamente una lección de vida partiendo de la presencia protagónica, a los ojos de Dios, en la Sagrada Escritura, de muchos jóvenes elegidos por él para realizar sus planes, teniendo en cuenta las características propias de su identidad; por ejemplo, José, el soñador, que siendo de los pequeños de la familia, en la flor de su juventud le confió una importante tarea en favor de sus hermanos, en Egipto. Del mismo modo, desfilan en esta elección de Dios, Gedeón, Samuel, el rey David, elegido siendo un muchacho y el mismo rey Salomón quien exclama ante el reto de suceder a su Padre “Soy un joven muchacho y no sé por dónde empezar y terminar” (Cfr.IRe 3,7), exclamación similar salida de los labios de Jeremías. Y qué decir de la joven Rut, generosa, comprometida y perseverante para vencer obstáculos y salir adelante. Un paradigma en el Nuevo Testamento, es el joven de la parábola del hijo pródigo, que puede reflejar los deseos de autonomía y libertad que mal interpretados pueden generar un desastre en el proyecto de vida. Pero el resultado que hace ver el Señor, es la capacidad de aquel joven para asumir el cambio, saber volver, saberse levantar. Contrasta con su hermano que no obstante también sus pocos años, tiene ya un corazón envejecido. Pero sin duda es Jesús quien a lo largo de toda su misión, aparece como el siempre joven y por eso sus palabras, sus signos y actitudes son una transparencia permanente del valor propio de ser joven. Jesús es por tanto inspiración para todo joven que busca madurar y cumplir una misión, compartiendo con la familia, con su pueblo, sin aislarse ni separarse, sino que a través de la cotidianidad de la vida, como lo hizo Jesús, reconociendo a su Padre, compartiendo con sus discípulos, compadecido de los débiles y los pobres, los enfermos y los pecadores. No desconoció el sufrimiento ni la incomprensión: “En Jesús todos los jóvenes pueden reconocerse”(Cf # 31). Mirando a Cristo la Iglesia también está llamada a rejuvenecerse, en un tiempo en el que, se notan en su rostro muchas arrugas y sonrojos por las infidelidades de sus hijos, rostro que las nuevas generaciones ayudarán a recrear. “En el corazón de la iglesia resplandece María”. Llamados por el Papa, como lo hiciera en Panamá, en la Jornada Mundial de la Juventud pasada, como el “ahora de Dios”, están llamados los jóvenes a transformar, unidos a todo el Pueblo de Dios, las diversas situaciones que ha generado un mundo en crisis, con un subproducto de crimen organizado, violencia en diferentes formas, esclavitud y explotación sexual, tráfico de drogas, migraciones etc. situaciones muchas veces, en las que son tanto protagonistas como víctimas. Y todo ello, en el vastísimo contexto de un mundo digital. Pero siempre hay una salida con esperanza, porque “Dios te ama”, “Cristo te salva” y, “¡Él vive!, con la fuerza del Espíritu Santo. Fraterno saludo Pascual y bendición. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Jue 4 Abr 2019

El fondo de los problemas sociales

Por: Mons. Luis José Rueda Aparicio - Diversos signos ponen de manifiesto que existe una degradación del ambiente humano y social, el primero de ellos es la subvaloración de la vida humana, el segundo la perdida de la verdad social, el tercero el crecimiento de una economía sin ética y finalmente pretender un desarrollo social sin espiritualidad. Estos cuatro signos son generadores de una realidad social compleja y en degradación. Levantamos la voz y hacemos un llamado a hombres y mujeres de toda raza y condición social, al análisis responsable y a la búsqueda de soluciones que sanen las causas profundas de la enfermedad social y no solamente a los síntomas. En las luchas por la vida, nada contra la vida humana: En distintas regiones del País, en zonas rurales y urbanas, constatamos con dolor que la vida humana se ha banalizado en extremo. Por tal razón es oportuno que, como seguidores de Jesucristo, promovamos y anunciemos con valentía, el Evangelio de la vida: “Trabajar en favor de la vida es contribuir a larenovación de la sociedadmediante la edificación del bien común. En efecto, no es posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano. Ni puede tener bases sólidas una sociedad que —mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz— se contradice radicalmente aceptando o tolerando las formas más diversas de desprecio y violación de la vida humana sobre todo si es débil y marginada”. (Evangelium Vitae No. 101) Cuando la vida de la persona humana está en primer lugar, tanto en la conciencia de los ciudadanos como en las decisiones del Estado, se nos presentan diversos desafíos: Promover y defender la familia como célula vital de la sociedad; darle importancia al sistema de salud para todos; trabajar para que la educación propenda por la madurez integral de niños, adolescentes y jóvenes; educar en la valoración de la sexualidad humana con responsabilidad; luchar abiertamente contra la trata de personas; defender la vida frente a toda forma de atentados; prevenir de manera efectiva la drogadicción y las causas del suicidio; cuidar la casa común uniendo a todas las personas en la búsqueda del desarrollo sostenible e integral. El respeto a la vida de todas las personas, aún de quienes piensan distinto, es el criterio fundamental de cualquier lucha social: “Sólo el respeto de la vida puede fundamentar y garantizar los bienes más preciosos y necesarios de la sociedad, como la democracia y la paz” (Evangelium Vitae No. 101) La verdad es el fundamento del diálogo social: Los conflictos sociales generalmente presentan varios componentes políticos, económicos, ambientales, culturales, etc; de esta manera la solución de un conflicto requiere buscar la raíz originarte, discernir las posibles soluciones, y asumir los compromisos del futuro, para no caer una y otra vez en lo mismo. Lo anterior supone la búsqueda social de la verdad. “El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de esta verdad”. (Caritas in veritate No.5) Existe el grave peligro de confundir la verdad con los poderes, de tal manera que quien tiene más poder, supuestamente es poseedor de la mayor verdad. “Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales”. (Caritas in veritate No.5) Además, las denominadas “verdades a medias” conducen a la soberbia de la ideología, porque no responden a los más profundos interrogantes del ser humano, y muchas veces pretenden ser impuestas como máximas verdades. Buscar la verdad social y vivirla nos hace libres, evita que caigamos en el despotismo, en la manipulación de los medios de comunicación, en la corrupción y en la polarización estéril. La polarización sociopolítica, tiene un alto componente de mentira social presentada como verdad. El único camino para superar la polarización es el esfuerzo permanente de todos por buscar y vivir la verdad social. Cuando los diálogos sociales o los debates públicos se fundamentan en la verdad, crece la confianza, se valora la parte de verdad que el otro tiene, se vive la cultura de la transparencia, se construye el bien común. Sólo la economía con ética conduce al desarrollo humano integral: Cuando la economía va a la par con la ética, se garantiza que la economía sea justa, solidaria y esté al servicio del ser humano, lo libere y no lo esclavice de ninguna manera. Desafortunadamente la economía infectada por el narcotráfico produce una falsa economía, es una narco – economía, con posibilidad de acumulación rápida. Las mafias mueven el dinero en las regiones, compran servicios de grupos armados ilegales para imponerse a la fuerza en los territorios, se aprovechan de las personas y las explotan, generan una economía falsa y sin ética, que tiende a la satisfacción de necesidades inmediatas, pero que no conduce al progreso integral, ni a responder a las necesidades básicas de las personas y las comunidades. Además, la narco – economía, destruye la casa común, desprecia la agricultura limpia, destruye la solidaridad de los pobres, infla los precios en el comercio, y crea una cultura de lo superfluo con una buena dosis de vanidad. El narcotráfico es una de las causas estructurales de la pobreza y subyace en el fondo de muchos conflictos sociales. El desarrollo integral requiere espiritualidad: El desarrollo integral requiere la dimensión espiritual como fundamento, sólo así, se garantiza que dicho desarrollo permita el crecimiento de la persona humana en su totalidad. La espiritualidad de comunión, que es la espiritualidad de la Iglesia, es ante todo la conciencia de las relaciones permanentes de la persona: consigo misma, con las demás personas, con Dios y con la creación. “El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Diosen oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don. Por ello, también en los momentos más difíciles y complejos, además de actuar con sensatez, hemos de volvernos ante todo a su amor. El desarrollo conlleva atención a la vida espiritual, tener en cuenta seriamente la experiencia de fe en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia a uno mismo, de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto es indispensable para transformar los «corazones de piedra» en «corazones de carne», y hacer así la vida terrena más «divina» y por tanto más digna del hombre”. (Caritas in veritate No. 79) La espiritualidad de comunión nos confirma en la misión como servidores del Reino de Dios. En medio de los difíciles conflictos sociales, seguiremos caminando, sufriendo y orando con nuestras comunidades, porque a pesar de todo, tenemos viva la esperanza en el respeto la vida humana, en el diálogo social fundamentado en la verdad, y en la economía al servicio de la persona humana. Es una esperanza en la vida nueva que Jesucristo nos da y que nosotros estamos llamados a acoger en las relaciones sociales. Con el aporte sincero y perseverante de todos, podremos salir de nuestros conflictos, creciendo en la calidad de nuestro ambiente humano y social. Saldremos reconciliados y trabajando unidos por el bien común. Nos anima y fortalece Jesucristo el Señor cuando nos dice: “Tengan valor: Yo he vencido, al mundo” (Jn 16,33). + Luis José Rueda Aparicio Arzobispo de Popayán

Mar 2 Abr 2019

La política es vocación de servicio

Por: Omar de Jesús Mejía Giraldo - “La política es vocación de servicio”, sentenció el Santo Padre muy recientemente, el pasado 4 de marzo de 2019, en reunión de la Pontificia Comisión para América Latina; un espacio en donde, de la mano de algunas universidades de Latinoamérica, se viene liderando formación en Doctrina Social de la Iglesia. Esta formación se dirige fundamentalmente a jóvenes que quieran, mediante la profundización del conocimiento, amar de verdad nuestra Doctrina Social de la Iglesia, como un camino objetivo que brinde claridad, seguridad, inspiración, y, a través del cual se formen como legítimos dirigentes políticos, que se preocupan por el bien común antes que por el bien particular; y que por sobre todo, no estén pensando simplemente en enriquecerse durante su período de administración. El Santo Padre dice: “No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social”. Éste debería ser el principio fundamental de quien pretende aspirar a ser “servidor publico”. Presten atención a esto: “servidor público”, no servidor de mis intereses, ni tampoco los intereses de mi familia, grupo, partido, barrio, sector, vereda o determinada institución. Tengamos todos en cuenta que, con las mismas actitudes con las que se desarrolla la campaña, de cercanía, amistad, desprendimiento, tiempo disponible para los demás, afecto, esas mismas actitudes deben caracterizar a quien ya tiene bajo su poder la administración de lo público; desde luego, con el debido orden y disciplina que exige administrar personas, comunidades y bienes; pero sin perder la humanidad, sin esconderse a las necesidades de la gente. Dicho de otra manera, que el mandatario sea la misma persona que elegimos al término de su campaña. El interés máximo de un gobernante debe ser construir una sociedad en paz. Desde la fe, la paz es un don de Dios; pero desde lo humano, como dice Francisco: “La paz es una construcción artesanal”. Es decir, se debe armar entre todos, sin distinción de credo, raza, clase social, pensamiento, ideología… Desde que el candidato a ser “servidor público” empieza su campaña debe ser un artesano de la paz. Es mentalmente imposible entender que alguien prometa estrategias de paz en su probable futura administración, si desde ahora no está propiciando encuentros de amistad con quiénes, igual que él, están en campaña y poseen la misma posibilidad de ser gobernantes. Es imposible que un candidato sea artesano de la paz, si ya, desde el inicio de su campaña, propicia, impulsa, posibilita, paga o es promotor de insultos, descréditos, chismes, o maltratos a sus “contrincantes” (compañeros de campaña). El candidato honesto, transparente, libre, preparado…, alumbra y brilla con luz propia, y no pretende alumbrar con las debilidades del otro. Escuchemos textualmente al Santo Padre: “La política no es el mero arte de administrar el poder, los recursos o las crisis. La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada. La política es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación de bien común. Solo de este modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las así llamadas “clases dirigentes” crean que ellas son quienes pueden dirimirlo todo… Hacer política no puede reducirse a técnicas y recursos humanos y capacidad de diálogo y persuasión; esto no sirve solo. El político está en medio de su pueblo y colabora con este medio u otros a que el pueblo que es soberano sea el protagonista de su historia”. Quisiera decirles a los candidatos que empiezan a salir a la luz pública aspirando a ser servidores públicos, en mi pobre opinión, que no deben hacer “campañas populistas”. No prometan lo que saben desde ya que es imposible cumplir; no nos creen expectativas falsas, porque estas desengañan muchísimo al pueblo, y hacen que se pierda credibilidad en el poder público de nuestra nación, de nuestra región, de nuestra localidad. Recuerden que deben estar preparados para ejercer competentemente el cargo al cual aspiran. El primer acto de corrupción de un servidor público es aspirar al ejercicio de un cargo para el que no está justamente preparado. Insisto, no hagan muchas promesas. Prometan solamente: administraré con honestidad, honradez, responsabilidad y respeto los bienes de la institución que me propongo gobernar. Cuidaré de las buenas relaciones entre servidores públicos, de tal manera que todos caminemos para el mismo lado. Y, mantendré los mismos ideales y criterios, asegurando cordialidad y disponibilidad para ser cabalmente lo que he prometido ser: “Un servidor público”. Estimados amigos(as), a problemas humanos, soluciones humanas. No crean que todo se soluciona con cámaras, motos, carros, cemento, muros, torres de control, computadores…, no. Es urgente en el Caquetá, en Florencia y en todos nuestros municipios, empezar una campaña de educación en “cultura ciudadana”. En el Caquetá cada municipio necesita urgentemente unidad y disponibilidad entre todos para seguir construyendo cultura con identidad propia. Somos Amazonía, y como tal, es necesario que entre todos, pero sobre todo, a partir de los administradores de lo público, amemos nuestra tierra. Que construyamos desde el amor por lo nuestro y no desde las rivalidades, las envidias y las confrontaciones. Seamos diferentes, ¡qué bueno!, pero desde esa misma diferencia, busquemos lo que finalmente nos une a todos. En lo básico que es lo humano, todos debemos entendernos. ¡Unidos somos más! Querido candidato (a), hoy usted representa a un partido político, pero no olvide, querido amigo (a), que mañana será el “servidor público” de todos. Como gobernante no puede pensar en cosa diferente a la búsqueda del bien común. Por favor, hermanos, piensen en grande, no se limiten a soñar de hoy para mañana. El gobernante tiene que ser un hombre visionario. “Vale la pena soñar”. El gobernante debe administrar de casa y con visión de futuro, con apertura al diálogo y pensando en la fraternidad humana. Si no hay fraternidad en la comunidad, se podrán hacer muchas cosas, pero terminan siendo esfuerzos inocuos, sin sentido y de muy poco alcance. Es la fraternidad humana la que genera credibilidad y hace que las obras materiales se valoren y cuiden. Si el “servidor público” no genera empatía con su comunidad puede hacer mucho, pero no logra nada. Si no hay empatía, no hay apoyo. Recuerde querido amigo (a), que mañana sin crear suficiente empatía con su pueblo, será muy difícil que lo gobierne; porque no encontrará disponibilidad en su comunidad para aceptar sus propuestas, y menos aún, disposición hacia sus normas o sus leyes. Ánimo. Si es posible. El Caquetá es el origen de cosas muy buenas, la gente es trabajadora, emprendedora, generosa, honesta, creativa…; queremos salir adelante necesitamos de su liderazgo, de su capacidad de gestión, pero por sobre todo, necesitamos de su honestidad para hacer que lo poco o lo mucho que se administre, llegue a donde tiene que llegar y no se quede en círculos cerrados y en amigotes de turno, que hoy le hacen cohorte a sus intereses, solo porque ejerce el poder; mañana lo dejarán sólo, defendiéndose de las seguras acusaciones en su contra. Ánimo, si se puede ser honesto. Educar, educar…, es la tarea. Después de la segunda guerra mundial, los americanos le ofrecieron ayuda a Alemania y ellos respondieron: “Ayúdennos a reconstruir al hombre, que luego todos nosotros juntos reconstruiremos el país”. La tarea es reconstruir el tejido social, la familia, la fraternidad común, la unidad en las veredas, sectores, barrios… La meta debe ser apostarle a la formación integral de los niños, adolescentes, jóvenes, en ellos reposa maleable el futuro de nuestra nación, departamento, municipios; ellos serán los servidores públicos muy pronto, ayudémosles a descubrirse a sí mismos, a encontrar todo el potencial de liderazgo implícito en su ser. Por favor, inviertan bien los recursos destinados a la educación y a los programas de bienestar humano. Piensen en la sabiduría de los ancianos y de la gente madura. Ténganlos en cuenta. Ellos son la memoria histórica viviente, cuiden de ellos como un don preciado a los que deben escuchar con atención para que iluminen el camino a seguir. La experiencia no se improvisa, no es fortuita, no se construye sola; ella es un bien que se adquiere como consecuencia de las luchas y los sufrimientos durante el inexorable pasar del tiempo. La política es vocación de servicio. Es urgente querer la ciudad y hacer que todos la queramos. Hagamos que desde los niños hasta los más adultos nos sintamos identificados con las virtudes fundamentales de la ciudad: Tolerancia, autodominio, urbanidad, sociabilidad (Fray Nelson Medina). La ciudad no es estática, toda ciudad es dinámica, porque la constituimos seres humanos que estamos en continúa evolución. Hagamos memoria histórica de nuestra amada ciudad, juntos disfrutemos el presente y soñemos el futuro. Querido candidato, mañana cuando sea nuestro gobernante, tenga en cuenta a todos, para soñar unidos por una ciudad acogedora y soñadora. Todos podemos aportar a su gobierno si usted se abre a escuchar a su pueblo. Caminemos juntos. El futuro está en las manos, en el corazón y en la mente de todos. Su usted se aísla, se queda sólo y será más proclive al error, déjese ayudar. Juntos podemos llegar más lejos. La política es vocación de servicio. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Vie 29 Mar 2019

Distribución y recepción de la Sagrada Comunión

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Desde hace algunos días ha venido circulando por las redes sociales, en especial por WhatsApp, un escrito que puede generar confusión en los fieles, respecto a la recepción de la comunión de manos de los laicos y la recepción de la comunión en las manos. En cuanto a los ministros de la comunión, con una tradición prácticamente centenaria, existen los ministros ordinarios y extraordinarios de la comunión. A este respecto, San Pablo VI, en la Carta Apostólica en forma de Motu proprio Ministeria quaedam, del 1 de enero de 1973, reforma las ordenes menores, y afirma: “El Acólito queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio de él cuidar el servicio del altar, asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la celebración de la Misa; además distribuir, como ministro extraordinario, la Sagrada Comunión cuando faltan los ministros o están imposibilitados por enfermedad, avanzada edad o ministerio pastoral, o también cuando el número de fieles que se acerca a la Sagrada Mesa es tan elevado que se alargaría demasiado la Misa. En las mismas circunstancias especiales se le podrá encargar que exponga públicamente a la adoración de los fieles el Sacramento de la Sagrada Eucaristía y hacer después la reserva; pero no que bendiga al pueblo”. Aplicando las orientaciones de la Santa Sede, la Conferencia Episcopal Colombiana en la Asamblea del mes de febrero de 2004, promulgó la instrucción pastoral sobre la Eucaristía, en la que dispone lo siguiente: “n. 17. En Colombia los fieles recibirán la Sagrada Comunión de pie, acercándose procesionalmente al sacerdote o al ministro de la comunión. n. 18. Se puede recibir la Comunión en la mano en todo el territorio nacional”. Por otra parte, en la Asamblea de febrero de 2015, los Obispos promulgan la Legislación Canónica, Normas complementarias para Colombia, en la que en el art. 1 define la edad y las cualidades de los aspirantes a los ministerios de lector y acólito, dispuestos por el canon 230 del Código de Derecho Canónico. Sin quitar mérito a quienes distribuyen la Sagrada Comunión o a quienes la reciben en la mano, lo mas importante es a quien se recibe. Muchos se fijan más en el ministro que en quien es el Salvador y Redentor. En la teología católica, respecto de la liturgia y el ministro de la misma, se habla del ex opere operantis y el ex opere operato. Es decir, la acción de Dios se realiza siempre en cada celebración litúrgica en favor de sus fieles en virtud de la misión mediadora que posee la Iglesia, ante Cristo que es su cabeza (ex opere operantis) y lo hace incluso a pesar del ministro (ex opere operato). Nadie está obligado a recibir la comunión en las manos, nadie está obligado a recibir la comunión de rodillas, a nadie se le puede obligar a recibir la comunión en la boca (salvo que haya riesgo de irrespeto o no exista la disposición de aseo o decoro que atenten a la dignidad del sacramento), a nadie se le puede prohibir recibir la comunión de rodillas. Estas son las disposiciones de la Iglesia. Por tanto, no se trata de criticar sino de acoger con respeto las diversas formas dispuestas para la distribución y recepción de la Sagrada Comunión. Así las cosas, invitamos cordialmente a todos los fieles a acoger las disposiciones litúrgicas de la Iglesia, pensadas todas en favor de los fieles, y para la mayor gloria de Dios. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mié 27 Mar 2019

San José, justo y custodio

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Hemos celebrado, el pasado 19 de marzo, la Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen María, un día de júbilo y de fiesta en nuestra Iglesia Particular de Cúcuta, ya que no solo veneramos su figura como padre adoptivo de Jesús y modelo de fe en la Iglesia, sino que por él, nuestra Diócesis tiene además un particular cariño, puesto que es el Patrono, de nuestra Ciudad, nuestra Diócesis, el Seminario Mayor, Seminario Menor, y la Catedral. Al poner nuevamente la mirada en San José, debemos descubrir en este hombre sencillo la capacidad que tuvo de asumir en su vida los planes de Dios. Como hombre justo no solo quiso repudiar en secreto a la Virgen María (Mt 1, 19), sino que antes de cumplir una ley humana fue cumplidor de la voluntad divina, como lo afirma San Bernardino de Siena, en uno de sus sermones: “Esa es la actitud justa que admiramos en José, pero es justo no ante la ley de su pueblo, es ante Dios, aceptando totalmente su voluntad, y lo demuestra al alejarse de María en silencio, en secreto. El nos revela el misterio de la concepción virginal del Hijo de Dios en María”. No por ello debemos excluir que humanamente José no siente dudas ante el misterio que está envolviendo su vida y la de su Esposa la Santísima Virgen María, existen dudas sí, pero su amor y su fe en Dios, le llevan a vivir sus dudas en el silencio amoroso de esperar que la obra de Dios se realice en favor de la humanidad y del plan de Salvación que el Padre quiere realizar en su único Hijo. San José como hombre justo (Mt 1, 19), fue elegido por Dios, para que hiciese las veces de padre de Nuestro Señor Jesucristo, y fuese fiel custodio, no solo de la Santísima Virgen María, sino un fiel custodio del Verbo Eterno del Padre, un custodio por amor que desde el momento en que se realiza en la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, la concepción virginal, asume con absoluta fidelidad el encargo de Dios. José trabaja en el oficio de artesano para alimentar y cuidar de su Hijo putativo Jesús y de su esposa María procurándoles todo lo necesario y conveniente para vivir con dignidad. Pero también en el peligro inminente asume su rol de custodio, escucha con fe las palabras del ángel: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2, 13). Al escuchar atento estas palabras del ángel, se levanta y de noche cuida y protege su hogar emprendiendo camino a Egipto. Sin duda que San José es un modelo de virtudes tanto para la Iglesia universal, como para nuestra Iglesia particular de Cúcuta, puesto que el mismo San José revela el gran misterio de la paternidad del Padre Celestial sobre Jesucristo y sobre cada uno de nosotros. San José puede enseñarnos a vivir en el amor al Padre confiando en su bondadosa paternidad. Hoy a muchos padres de familia en esta zona de frontera, San José les muestra el camino para amar, custodiar y cuidar a sus familias, tal como lo afirmó Su Santidad Benedicto XVI: “él, que custodió al Hijo del Hombre. También cada padre recibe de Dios a sus hijos, creados a imagen y a semejanza de Él. San José fue el esposo de María. A cada padre de familia se le confía igualmente, mediante su propia esposa, el misterio de la mujer. Como San José, queridos padres de familia, respetad y amad a vuestra esposa, y guiad a vuestros hijos hacia Dios, hacia donde deben ir (Lc 2, 49), con amor y con vuestra presencia responsable”. Que San José haga de nosotros, hombres y mujeres llenos de Dios, que nos caractericemos por vivir la justicia, asumiendo con fe y amor la voluntad de Dios, para que en el silencio de nuestra oración, en este tiempo de cuaresma, descubramos cuanto nos pide el Padre Celestial, siendo custodios amorosos de los dones, carismas y ministerios, que el mismo Dios nos ha infundido y nos ha confiado. Terminemos esta sencilla reflexión orando a San José con las mismas palabras de San Bernardino de Siena: “Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tus oraciones ante tu Hijo; haz también que sea propicia a nosotros la santísima Virgen, tu esposa, que es madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos infinitos”. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta