SISTEMA INFORMATIVO
“El sínodo derrotó los prejuicios y las ideologías, como lo había anticipado el Papa”: P. Raúl Ortiz Toro
Tags: XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos Informe de síntesis de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos conferencia episcopal de colombia iglesia católica colombiana Padre Raúl Ortiz Toro sínodo sobre la sinodalidad
Tras la celebración eucarística de clausura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos desarrollada en Roma durante todo este mes de octubre, presidida por el papa Francisco el domingo 29 de octubre en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, los padres y madres sinodales iniciaron sus viajes de regreso a las comunidades eclesiales de pertenencia, llevando consigo grandes expectativas y tareas a realizar durante este periodo de preparación que culminará con la segunda sesión, en octubre de 2024.
El día anterior había sido presentado el informe de síntesis de la primera sesión, documento que en versión oficial por ahora solo está disponible en italiano, a partir del cual se han generado algunas inquietudes y en el que todos los miembros del Pueblo de Dios estamos llamados a profundizar.
Para iniciar esta camino de discernimiento y retroalimentación, el Departamento de Comunicaciones del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano entrevistó al padre Raúl Ortiz Toro, director del Departamento de Doctrina, sobre algunos aspectos que permiten comprender no solo las propuestas del documento final titulado “Una Iglesia sinodal en misión”, sino, en general, los principales temas tratados durante la XVI Asamblea General.
Padre Raúl, ¿Cree que ya finalizada esta primera sesión de la Asamblea Sinodal se han disipado los temores y tensiones que la antecedieron?
Efectivamente. Sin embargo, recuerdo aquel adagio: “calumniad, calumniad, que algo queda”; es decir, lamento mucho que los profetas de calamidades hayan logrado hacer mella en tantas personas inocentes que desconocen la teología o el derecho canónico al punto de sembrarles desazón y desconsuelo. El mismo Papa Francisco lo advirtió cuando contó que habiendo llamado a unas monjitas, estas le expresaron que tenían miedo del Sínodo porque habían escuchado que allí iban a “cambiar la doctrina”, lo cual no ha pasado para nada. Es lamentable que haya tantos prejuicios, pero a la vez es esperanzador, porque esto quiere decir que los temores eran infundados y que, en verdad, el Espíritu Santo fue el protagonista.
La prensa, que no es nada ingenua, gozó con los que prejuiciosamente anticipaban un cisma, e hizo uso de los detractores del Sínodo que se detuvieron en temas de tono disciplinar, que ahora vemos que no fueron centrales o ni siquiera fueron abordados, como la ordenación de mujeres, el levantamiento del celibato sacerdotal y la bendición de parejas homosexuales. Sabían, pero sin embargo lo callaron, que el Sínodo es un órgano de participación eclesial de carácter consultivo y no deliberativo; y sabían, además, que el sínodo alemán había sido un proceso con una metodología y resultados distinto a lo propuesto por Francisco en el Sínodo sobre la Sinodalidad, dos caminos diferentes, pero tendenciosamente los equipararon como si se tratara de una misma cosa. Esta experiencia debe enseñarnos que la altura de una discusión se basa en la sensatez de los argumentos y no en los prejuicios infundados. En conclusión, el sínodo derrotó los prejuicios y las ideologías como lo había anticipado el Papa.
¿Qué pasará ahora mientras llega la segunda sesión del Sínodo en octubre de 2024?
Hemos entrado a una nueva etapa de discernimiento en perspectiva de retroalimentación. De la consulta a las Iglesias locales entre 2021 y 2022 salieron grandes intuiciones que fueron recogidas en las síntesis nacionales y continentales, que se vieron a su vez reflejadas en el Documento de Trabajo del Sínodo. Durante la Asamblea, las madres y los padres sinodales escucharon la voz del Espíritu Santo, a través de la conversación espiritual, que es un método que no es nuevo en la Iglesia, pero que sí es novedoso en su aplicación durante un Sínodo. Sumado a esto, el silencio fue un protagonista especial que permitió hacer síntesis interior. La espiritualidad de la sinodalidad con base en la escucha en un doble pero único sentido, es decir, del Espíritu Santo y del santo pueblo fiel de Dios, es una riqueza grande que debemos explorar y profundizar en nuestras comunidades eclesiales locales. Para ello, la síntesis de esta primera sesión de la Asamblea Sinodal ha logrado identificar unos temas que en nuestras Iglesias Particulares seguramente se trabajarán con la metodología de conversación espiritual durante este año antes de la segunda sesión.
¿Cuáles son, entonces, esos temas nucleares para el discernimiento?
El documento está organizado de manera tripartita externa e internamente. Es decir, hay 20 temas agrupados en tres grandes bloques y luego cada uno de esos 20 capítulos está desarrollado en tres partes. Los tres grandes bloques son, el primero, el que se refiere a la teología y a la espiritualidad de la sinodalidad, como sentando unas bases argumentativas, pero vivenciales, de lo que se necesita para lograr ser “Una Iglesia sinodal en misión”, que es el nombre que le han dado a esta síntesis. El segundo, es un bloque que se detiene a pensar en las personas, en los sujetos del sentido de la fe (sensus fidei), es decir, todos los miembros del pueblo de Dios en la dinámica de sinodalidad-colegialidad episcopal-primado petrino, desde una perspectiva de comunión para la misión. Finalmente, el tercer bloque trata el tema de los procesos y de las instituciones, y la necesidad de que sean cada vez más sinodales, esto es, que promuevan y faciliten la corresponsabilidad, el liderazgo compartido en la Iglesia.
¿Y esto no es demasiado teórico y quizá reiterativo?
Es necesaria teología; es la sana doctrina según el principio de Tradición que nos legó san Vicente de Lérins en el siglo V: lo que se ha creído siempre, en todos los lugares y por todos. Estas bases iluminan entonces la distribución tripartita interna de cada uno de los 20 temas que han sido tratados así: convergencias, cuestiones que se deben afrontar y propuestas; podríamos decir que esta es la parte práctica; precisamente, aquí es donde se ve que el Sínodo es un órgano consultivo y no fue convocado para cambiar la doctrina. Entonces, por ejemplo, tomemos el tema tercero que es la iniciación cristiana: las convergencias son los principios basilares del tipo: “la celebración de la Eucaristía, sobre todo el domingo, es la primera y fundamental forma en la que el pueblo de Dios se reúne y encuentra” (3 e); en consecuencia, una cuestión que se debería afrontar es que “el sacramento del bautismo no puede ser entendido de manera aislada, al margen de la lógica de la iniciación cristiana, ni tampoco de manera individualista” (3 g); por ello, una propuesta es que “si la Eucaristía da forma a la sinodalidad, el primer paso es obrar en consecuencia con la gracia a través de un estilo celebrativo a la altura del don y con una auténtica fraternidad. La liturgia, celebrada con autenticidad, es la primera y fundamental escuela de discipulado y fraternidad” (3 k). Ningún buen católico podrá resistirse a este tipo de reflexión a la vez tan concreta como trascendente.
¿Cómo se aterriza cada convergencia, cuestión y propuesta del documento final al discernimiento comunitario?
Lo primero es que el documento debe ser leído en el contexto de una espiritualidad de la sinodalidad que tiene de base la conversión permanente, sincera y progresiva, en el ámbito personal y evangelizador. Los principales detractores del Sínodo sobre la Sinodalidad no son los que hablan prejuiciosamente de la metodología o el contenido de la Asamblea sinodal, sino aquellos que no están convencidos de que los tiempos nos desafían a ser una “Iglesia sinodal en misión”, en salida a las periferias. Son las resistencias más peligrosas, las de la inactividad. Se me viene a la cabeza una frase del papa Pío XII que habló en 1950 de “la herejía de la acción”, una acción que no se basa en la ayuda de la gracia y no busca la santidad. Pero ahora podríamos parafrasear al papa Pacelli porque el clericalismo que ha denunciado Francisco ha llevado, más bien, a una “herejía de la inacción”. En algunas comunidades eclesiales la fe dormita porque los agentes de evangelización están cansados, parece que llevaran un peso encima desde hace dos mil años. Por ejemplo, hace poco, en un encuentro ecuménico internacional, la cantidad de jóvenes saliendo a misión – que nosotros llamamos ad gentes – nos dejó atónitos a la vez que preocupados, no solo por la cantidad, sino porque ninguno era católico.
Padre, creo que aún no me ha respondido la pregunta…
Bueno, estaba haciendo un preámbulo, que hace parte de la respuesta: si no hay pasión por evangelizar, ni conciencia de la vocación misionera, la sinodalidad pasará a la historia como una buena idea más, sin mayor trascendencia. ¿Cómo se aterriza, entonces? En primer lugar, aparece el liderazgo de las Conferencias Episcopales; a ellas se les ha pedido que reflexionen sobre varios asuntos, por ejemplo, instituir comisiones de estudio sobre cuestiones discutidas, profundizar las relaciones con las conferencias de la vida religiosa, buscar caminos para la inculturación de la liturgia, usar un lenguaje más cercano en sus documentos, promover las pequeñas comunidades, establecer métodos para rendición de cuentas, recordar la obligatoriedad de los consejos episcopales y de pastoral, y una larga lista.
Creo que las Conferencias Episcopales estudiarán los 20 capítulos de la síntesis y decidirán qué es necesario discernir a nivel parroquial, diocesano, nacional o continental, por supuesto con apoyo de los organismos de participación y corresponsabilidad según cada nivel. Algo muy concreto es que las Iglesias Particulares deberían convertir en hábito el discernimiento a través de la metodología de conversación espiritual, con las herramientas de la escucha y el silencio, haciendo uso del documento síntesis del Sínodo y la experiencia de esta primera sesión que acaba de terminar. En ello, el liderazgo de nuestros obispos, presbíteros, religiosos, religiosas, laicos y laicas es fundamental.
¿Quizá el tema que va a ser más cuestionado sea el número 15 que trata del “Discernimiento eclesial y cuestiones abiertas”?
Como lo decía hace un momento algunas personas se van más por las ramas que por el tronco. Ese capítulo, seguramente, será tratado y discernido sinodalmente por el pueblo de Dios, colegialmente por los obispos y, en últimas, definido por el primado petrino. Los participantes en el Sínodo han asegurado que hablando de estas cuestiones se dieron cuenta de lo importante que es escuchar y hacer silencio para entender los argumentos de los demás (cf. 15 a) sobre todo en temas “controvertidos” como los efectos antropológicos de las tecnologías digitales y la inteligencia artificial, la tensión entre no violencia y legítima defensa, las problemáticas relativas a los ministerios en la Iglesia, los temas que se conectan con la corporeidad y la sexualidad, y otros (cf. 15 b) como la identidad de género y la orientación sexual, el final de la vida, y las situaciones matrimoniales difíciles (cf. 15 g). Algo interesante es que justo en este tema, la síntesis recuerda que la Iglesia ya se ha manifestado en su magisterio sobre tales cuestiones que aguardan a ser “traducidas a iniciativas pastorales apropiadas” (15 g). Esto me parece muy iluminador porque la tendencia que algunos grupos tienen a la reivindicación es suscitada por la marginación; pero si a la persona se le integra en la comunidad de fe, el afecto suscita la conciencia. Es la pedagogía de Jesús con Zaqueo: lo integra y esta acogida le abre los ojos, reconoce sus injusticias y se convierte.
¿Podría dar un ejemplo concreto respecto del ya cuestionado tema 15?
Voy a poner el ejemplo de las personas con orientación sexual diversa porque es uno de los temas por ahora más visibles y controvertidos: la Iglesia tiene sobre este asunto un magisterio muy claro, pero ha costado trabajo aterrizarlo en prácticas pastorales concretas. La diversidad sexual existe, está ahí, como la diversidad religiosa también, no podemos tapar el sol con las manos. Si el Catecismo desde 1992, en el numeral 2358, afirma que las personas con tendencias homosexuales cargan sobre sus hombros “una auténtica prueba” y que “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza”, además de evitárseles “todo signo de discriminación”, ¿cuántas son las parroquias o comunidades que después de tres décadas han considerado al menos implementar una pastoral adecuada para ellas? Las hay, pero son poquísimas. Acoger, formar, exigir, no se trata de hacer lobby por un tema, eso no, sino de ser consecuentes.
El Catecismo es claro al enseñar que a las personas homosexuales se les debe ayudar a realizar en sus vidas la voluntad de Dios, a educar la libertad interior y a que descubran a Jesús como solidario en medio de las dificultades de su condición; solo así puede presentárseles la propuesta del llamado a la castidad que todos hemos recibido. Sin embargo, generalmente saltamos a lo segundo – “sean castos” –, sin haber hecho lo primero – una escuela de acogida y formación cristiana y humana. Volviendo al caso, la reivindicación de quienes solicitan, por ejemplo, la “bendición de una pareja homosexual”, es más bien una reacción de quien nunca ha recibido algo más que señalamientos: si a esa misma pareja se le acoge, se le brinda formación cristiana, se le integra en la comunidad, estoy casi seguro de que nunca exigirá una bendición de su unión, porque el solo hecho de ser acogido ya será asimilado como una bendición.
¿Qué novedades cree que puede haber en este año antes de la segunda sesión del Sínodo?
Me ha llamado la atención que la síntesis nos pide promover, antes de la segunda sesión, iniciativas que permitan un “discernimiento común sobre cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas”, con base en la Palabra de Dios, en las enseñanzas de la Iglesia, en la reflexión teológica y en la experiencia sinodal (15 k). No por ser controvertidas son prohibidas; es mejor tratar estos temas y darles claridad, sobre todo en un contexto como el actual en que todo es cuestionado. Este es otro punto que debe dar tranquilidad a quienes ven con sospecha el Sínodo porque se deja en claro que las fuentes de la Revelación son la Palabra de Dios, escrita y transmitida, interpretada por el magisterio eclesial, con ayuda de los teólogos y el sensus fidei fidelium, es decir, el sentido de fe que tienen los fieles del pueblo de Dios, entre los que se encuentran aquellos estigmatizados por diversas razones: su pobreza, su condición sexual, su discapacidad, su estatus migratorio, etc.
Una gran novedad es que se pide conformar una comisión intercontinental de teólogos y canonistas para estudiar las implicaciones canónicas de la sinodalidad y, al mismo tiempo, se solicita un estudio preliminar para la revisión del Código de Derecho Canónico. Otra novedad es que se invita a que en las iglesias locales haya formación para algunos ministerios como la escucha, la resolución pacífica de conflictos, la misión digital, el acompañamiento a los matrimonios y la práctica del método de conversación espiritual. Además, se recuerda que las parejas que viven “situaciones afectivas y conyugales complejas” (sobre todo los casados por la Iglesia, divorciados por lo civil y vueltos a casar) pueden ser integradas en diversos servicios eclesiales como por ejemplo los organismos de participación, tales como un consejo pastoral parroquial (18 f). Muy seguramente también asistamos, en este año, a la confección de un martirologio ecuménico y quizá la convocación de un sínodo ecuménico, según las propuestas.
¿Y alguna novedad en la renovación de estructuras?
A propósito, una iniciativa que ya veíamos venir, particularmente después de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, realizada en 2021, es la de empezar a pensar, eso sí sin cuestionar la existencia y permanencia de las Conferencias Episcopales, en la creación de Asambleas Eclesiales de carácter permanente, en el orden continental y nacional, con participación de todos los miembros del Pueblo de Dios, que se reúnan bien sea antes o después de las asambleas episcopales (19 m). También la síntesis invita a que en este año se tenga en cuenta en los proyectos pastorales la rendición de cuentas como buena práctica de transparencia en la administración de los bienes (11 k), así como la vinculación serena y bien pensada de sacerdotes que dejaron el ministerio presbiteral para que asuman algunos oficios pastorales discretos (11 l). Especial mención merece la petición de inclusión de mujeres en los organismos de participación eclesial donde se toman decisiones (9 m), la equidad de salarios, que puedan ser jueces en todo tipo de procesos y la continuidad de la investigación teológica y pastoral sobre su acceso al ministerio del diaconado (9 n).
A propósito, ¿Qué dijo el Sínodo sobre el diaconado femenino? Quizá uno de los temas más álgidos…
Algo que debe quedar claro es que la propuesta sinodal versa sobre la ministerialidad en la Iglesia y no sobre la ordenación presbiteral de las mujeres. Son dos cosas distintas y la discusión sobre el diaconado femenino se enmarca en la primera y no en la segunda. Debemos partir de lo que dice el documento Lumen Gentium, a propósito de que existe una relación intrínseca y profunda, pero también una diferencia esencial y no solo de grado, entre los ministerios bautismales y el ministerio ordenado. Me parece importante lo que ha resaltado el Sínodo acerca de la urgente necesidad de desmontar el clericalismo tanto en los presbíteros como en los laicos. Esto explica un tanto el por qué un sector reclama el acceso de la mujer a la ordenación sacerdotal: piensan que en este mundo de luchas por la equidad de género sería inconcebible sostener que un hombre tenga un privilegio y una mujer no. Pero esta lectura es propiamente mundana, en el sentido que el Papa le ha dado a esta palabra. La solución no es que la mujer acceda al presbiterado como privilegio, pues este separa al ministro de la comunidad y perpetúa el clericalismo, sino que el hombre ejerza el presbiterado como un servicio, pues este sí permite la equidad. Solo el servicio nos permite a hombres y mujeres ser las manos y el corazón de Jesús, mientras el privilegio nos separa por géneros.
Ahora bien, las reflexiones sobre el diaconado femenino no van encaminadas al acceso de las mujeres al presbiterado sino al ejercicio del ministerio bautismal. El Sínodo ha expresado que el diaconado permanente fue restablecido a partir del Vaticano II como grado propio y permanente de la jerarquía, pero antes no era así. Hay que decir que, al menos en la historia de la teología, este no es un tema tabú, porque lo que sale de la investigación es que el diaconado femenino estuvo presente en la Iglesia primitiva en el contexto de la praxis bautismal, cuando se necesitaban servidoras de la comunidad para la inmersión de las mujeres adultas en el agua de regeneración; a eso puede referirse, por ejemplo, san Pablo (Rom 16, 1) a propósito de la diaconisa Febe.
Pero volviendo al asunto, podríamos decir que el Papa Francisco ya ha restituido este tipo de diaconado (servicio) como ministerio bautismal sin necesidad de ubicarlo en el orden jerárquico. Esto ha sido posible desde hace un par de años gracias al acceso de las mujeres a los ministerios instituidos, reconocidos públicamente, es decir, el lectorado y el acolitado, además del ministerio de catequista. Así, a medida que se incluye más a la mujer en los ministerios bautismales, en las instancias de gobierno – como pasa ahora en varios dicasterios vaticanos – y en los organismos de participación de las iglesias locales, va cediendo el ánimo reivindicativo como síntoma de exclusión y así nadie puede acusar a la Iglesia de discriminación. A propósito, el Sínodo ha pedido que los diáconos permanentes no se limiten al servicio litúrgico, sino que se enfoquen principalmente en el servicio de caridad. De aquí que resulte muy necesaria y urgente la formación en la sinodalidad, iniciando por nosotros, los que hacemos parte del ministerio ordenado.
Precisamente, no sé si está de acuerdo, en que es importante que las nuevas generaciones de presbíteros y diáconos permanentes sean más “empáticas” con el tema sinodal…
Totalmente de acuerdo; por ello considero que el tema más urgente en el contexto que estamos viviendo en la Iglesia es el número 14 que versa sobre la formación con énfasis sinodal, no solo para todos los bautizados sino, específicamente, para los que optan por el sacerdocio ministerial. Además, este tema no solo está en dicho capítulo sino que aparece transversal en todo el documento; al respecto, las cinco propuestas (14 k,l,m,n,o) son todo un desafío para los obispos, los rectores de seminarios y la pastoral vocacional y sacerdotal ya que se pide una revisión de la reciente Ratio Fundamentalis, que es como la carta constitucional o la bitácora que rige los procesos de formación hacia el presbiterado y el diaconado permanente. Además, se pide que para la segunda sesión se haga una evaluación de la recepción y asimilación del proceso sinodal en estos itinerarios de formación.
Esta propuesta me parece muy pertinente porque si los ministros ordenados no están permeados de la espiritualidad y la teología del Pueblo de Dios, que es la base de la sinodalidad, será difícil lograr esta renovación en la Iglesia. Esto supone seguir avanzando en la “desacademización” de la formación, es decir, que el camino hacia el presbiterado no sea simplemente matricularse en unas materias y vivir herméticamente en un recinto, lo que no pocas veces ha ocasionado ambientes artificiales y aislados de las comunidades cristianas que ocasionan inmadurez afectiva y relacional. Los llamados Seminarios Conciliares lo son porque fueron el magnífico resultado del Concilio de Trento; pero desde que San Carlos Borromeo fundó el primer seminario no han pasado más de 500 años, entonces, ¿cómo se formaron las generaciones de sacerdotes durante los anteriores 15 siglos? Debemos dirigir la mirada a las experiencias significativas y efectivas de esas épocas y a los actuales cambios socioculturales y pensar en Seminarios Sinodales que no se rijan por contenidos académicos sino por el encuentro personal con Jesucristo en las comunidades eclesiales, de tal modo que se permita una mayor inserción en el pueblo de Dios desde los inicios. Pero esto es un tema que no podemos agotar en una pregunta.
¿Algo más que agregar Padre Raúl?
Habría muchos otros temas por tratar, pero por ahora esto es suficiente. Pienso que este Sínodo nos confirma una vez más que la Iglesia está dirigida por el Espíritu Santo. Cuando estudiamos la historia de este misterio divino, no solo como institución humana, encontramos unos momentos especiales en los que se renueva Pentecostés, por ejemplo, la época apostólica y patrística con sus respectivos concilios, el surgimiento del monacato y de las órdenes mendicantes, la Reforma Católica de Trento y sus gloriosas consecuencias, ¡La pérdida de los Estados Pontificios! (que permitió la separación entre el poder político y el servicio eclesial), el Concilio Vaticano II y el actual Proceso Sinodal. No debemos tener la mirada y los oídos tan cerrados a la voz del Espíritu; la Iglesia tiene más de dos mil años, cuenta con la asistencia del Espíritu Santo y es de revelación divina que “el poder del infierno nunca prevalecerá contra ella”.
A continuación, compartimos la versión oficial del documento de síntesis:

Vie 5 Dic 2025
Antes crisis humanitaria, el Cauca lanzará un SOS humano y luminoso por la paz este 7 de diciembre
Ante el agravamiento de la crisis humanitaria, el Cauca emitirá un clamor colectivo este domingo 7 de diciembre. La Arquidiócesis de Popayán, en unión con administraciones municipales, cabildos indígenas, consejos comunitarios afrodescendientes y organizaciones sociales, convoca para este 7 de diciembre el “Día Blanco por la Paz del Cauca”, una acción ciudadana masiva que busca visibilizar la emergencia y exigir protección para la vida.La jornada se centrará en dos actos simbólicos. A las 10:00 a.m., en puntos estratégicos (parques principales) de cerca de 20 municipios, cientos de personas formarán con sus cuerpos las letras “SOS Cauca", creando una imagen aérea contundente de auxilio. Al anochecer, el llamado se volverá íntimo: cada hogar encenderá una vela o luz blanca como símbolo de esperanza y protección familiar.Un mensaje ciudadano para Colombia y el mundoAunque está animado por la Iglesia, el “Día Blanco por la Paz” será una acción principalmente comunitaria. No representa solo una alerta, sino una afirmación de la vida y del tejido social que resisten: un “SOS humano, comunitario y luminoso” que busca interpelar al país y al mundo sobre la urgencia de proteger a habitantes y sus territorios.Un llamado pastoral a romper la indiferenciaEl arzobispo de Popayán, monseñor Omar Sánchez Cubillos, describió el sentido urgente de esta movilización. “Hay momentos en la vida en que necesitamos gritar, pedir auxilio, decir socorro”, afirmó.Su convocatoria es un llamado a la unidad trascendente: “Sintámonos todos parte de este departamento, hermanos entre sí”. El objetivo de esta movilización también es, según sus palabras, “romper la indiferencia” y encontrar “la motivación de sentir compromiso en la construcción de paz”.Un “grito” simbólico ante una crisis que sigue cobrando vidasEste SOS responde a la grave situación documentada por la Defensoría del Pueblo en un informe presentado el pasado mes octubre,“Cauca: Voces que resisten”, que califica la coyuntura como “la continuidad de una grave crisis humanitaria”. El informe reporta para el último año 18 masacres (69 víctimas) y más de 800 homicidios, hechos que identifica como mecanismos de intimidación para forzar desplazamientos. La entidad mantiene cerca de 30 alertas tempranas activas en el departamento, advirtiendo sobre riesgos extremos para comunidades étnicas, líderes sociales y la población civil en general.Una semilla que ya echó raíces: el anticipo de Santander de QuilichaoEl clamor ya comenzó a resonar. Este 3 de diciembre, la Alcaldía, la Iglesia y la comunidad del municipio de Santander de Quilichao realizaron un lanzamiento anticipado, enviando un mensaje firme: “Es momento de que el Gobierno Nacional ponga su mirada en nuestro territorio con inversión social y una agenda clara de paz". Desde allí se exigió a los actores armados: “Respetar a la población civil, que no puede seguir siendo víctima de una guerra que no le pertenece”.Vea a continuación el mensaje del Arzobispo de Popayán:
Jue 4 Dic 2025
Papa León XIV nombra Vicario Apostólico de Leticia: Pbro. John Mario Mesa Palacio
El Papa León XIV nombró al padre John Mario Mesa Palacio, sacerdote de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, como nuevo Vicario Apostólico de Leticia. El padre Mesa, quien desde enero de 2025 se desempeñaba como Director del Departamento de Lugares Eclesiales para la Vivencia de la Comunión de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), había sido también designado por los obispos como animador del Equipo Sinodal Nacional. Ahora sucederá a monseñor José de Jesús Quintero Díaz, quien desde el año 2001 venía pastoreando el Vicariato.Trayectoria del nuevo obispoSe trata de un sacerdote con más de tres décadas de ministerio. La trayectoria de su servicio revela un liderazgo versátil y un profundo compromiso con la formación y la pastoral comunitaria.- Formación y ordenación: Nacido el 8 de junio de 1966 en el municipio de Belmira (Antioquia). Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Diocesano "Santo Tomás de Aquino" de Santa Rosa de Osos y obtuvo una Licenciatura en Filosofía y Educación Religiosa en la Fundación Universitaria Católica del Norte de la misma ciudad. Fue ordenado sacerdote el 23 de noviembre de 1993.- Trayectoria pastoral: Su servicio ha cubierto diversos ámbitos de la vida diocesana. Fue rector del Seminario Diocesano "Santo Tomás de Aquino" entre 2020 y 2022, y anteriormente se desempeñó como vicario de pastoral de la diócesis. Tuvo una amplia experiencia como párroco en municipios antioqueños como Vegachí, Yarumal y Donmatías, y dirigió el Equipo Nacional del Servicio de Animación Comunitaria (SEDAC) de 2010 a 2015.- Servicio nacional: Desde enero de 2025, dirigía el Departamento de Lugares Eclesiales para la Vivencia de la Comunión de la CEC, donde, según una entrevista, su enfoque era "articular y fortalecer la vivencia de la comunión eclesial y la sinodalidad como un 'caminar juntos'".Un desafío misionero en la AmazoníaEl Vicariato Apostólico de Leticia es una jurisdicción territorial de carácter misionero. A diferencia de un obispo diocesano, el Vicario Apostólico ejerce su autoridad como representante directo del Papa. Su historia está marcada por importantes momentos como:- Origen Capuchino: La evangelización del territorio fue confiada a los Frailes Menores Capuchinos de la Provincia de Cataluña en 1904. La Prefectura Apostólica de Leticia se creó el 8 de febrero de 1951, siendo monseñor Marceliano Eduardo Canyes Santacana su primer Prefecto.- Vinculación con Santa Rosa de Osos: Desde 1989, la administración del territorio fue encomendada a la Diócesis de Santa Rosa de Osos, lo que establece el vínculo histórico se servicio y colaboración entre ambas jurisdicciones eclesiásticas.- Creación como Vicariato: Fue elevado a Vicariato Apostólico el 23 de octubre del año 2000. El 7 de abril de 2001, el Nuncio Apostólico de aquel entonces, monseñor Beniamino Stella, proclamó la erección canónica y dio posesión a su primer Vicario Apostólico, monseñor José de Jesús Quintero Díaz.Contexto y relevancia del nombramientoEste nombramiento ocurre en un contexto eclesial que sigue buscando caminos hacia la sinodalidad convocada por el Papa Francisco. Precisamente, el padre Mesa fue designado hace menos de un año para un cargo nacional en la CEC, dedicado a fomentar esta visión comunitaria. Desde entonces, expresó que su trabajo no se limitaba a estructuras físicas, sino que involucraba "a las personas, es decir, a las comunidades que las conforman". Desafío que, posiblemente, inspirará ahora su misión episcopal en la Iglesia en la Amazonía colombiana.
Mar 2 Dic 2025
Conferencia Episcopal presenta la segunda edición de ‘Actualidad Teológica’ con artículos investigativos que responden a desafíos sociales y eclesiales
La Comisión de Doctrina y el Departamento de Doctrina de la Conferencia Episcopal de Colombia presentan la segunda edición del boletín Actualidad Teológica, una iniciativa que busca promover el diálogo entre la teología y los desafíos actuales de la sociedad.Esta entrega reúne siete artículos presentados durante el Coloquio Internacional de Estudiantes y Profesores de Teología, realizado el 22 y 23 de octubre de 2025, en la Universidad Santo Tomás de Aquino, en Bogotá, en articulación con TeoRed, la Red de Facultades de Teología del país.Cuatro de los artículos fueron escritos por docentes de distintas facultades de teología y tres por estudiantes de pregrado y posgrado de diferentes universidades del país.Dignidad de la creación y desafíos éticosEl boletín abre con el artículo Dignidad Animal en la Revelación Bíblica: Un desafío actual, escrito por Kelly Alejandra Tejada Espinosa, estudiante de la Fundación Universitaria Seminario Teológico Bautista. La autora plantea una revisión ética desde la fe frente al trato dado hoy a los animales, partiendo de la Escritura. En su texto, afirma que “la conexión bíblica con los animales provee elementos teológicos que sostienen la dignidad y el valor como criaturas de Dios”, por lo que propone avanzar hacia “un veganismo flexible como praxis en concordancia ética, sin sugerir el veganismo como fin en sí mismo sino como resultado del discipulado y la mayordomía” (gestión responsable de recursos).Complementando esta reflexión ecológica, el artículo Fe y Medioambiente: La respuesta de la Iglesia Católica desde su Doctrina Social, de Jenny Katherine Jiménez Cuesta (Universidad San Buenaventura), destaca que la Iglesia es un actor con autoridad moral en la transformación de la relación humana con el planeta. Su investigación subraya que el desarrollo del magisterio en esta materia ofrece “una acción comprometida, concertada y sostenida en el tiempo” basada en la ecología integral.Teología, cuidado y espiritualidad liberadoraEn clave social, el aporte de María Alejandra Alvarado Navarrete (docente de la Universidad Santo Tomás y de la Pontificia Universidad Javeriana), titulado Teología y salud: Desafíos para la construcción del cuidado y la consolidación de la esperanza en las mujeres que sufren, analiza la experiencia espiritual de mujeres cuidadoras de familiares dependientes de sustancias psicoactivas. El estudio revela que “la fe aparece como espacio de ambivalencia, pero también como posibilidad emancipadora”, al poder convertirse en un motor de protección y dignificación de quienes acompañan procesos de adicción en sus hogares.Diálogo interreligioso y diversidad eclesialEl sacerdote jesuita José Yamid Castiblanco, docente de la Pontificia Universidad Javeriana, presenta El documento sobre fraternidad humana: impacto y desafíos para el diálogo interreligioso, donde profundiza en el texto firmado en 2019 por el papa Francisco y el gran imán Ahmed Al-Tayeb. A su juicio, este documento es “una semilla de esperanza, un signo profético para la paz y la convivencia en un mundo plural”.En ese mismo horizonte, Estiven Valencia Marín (UTP – UCP) reflexiona sobre la pluralidad al interior y fuera de la Iglesia en Apertura ecclesiæ mundum. Allí sostiene que la diversidad de sensibilidades debe asumirse como “una apuesta de la misma Iglesia Católica para la construcción de una sociedad cada vez más justa y solidaria”.Aportes desde la historia y la cultura bíblicaEl docente Alejandro de Jesús García Durán (Unicervantes) revisa críticamente la figura de Arrio en La reivindicación de Arrio. El “mito” del archihereje creado por la ortodoxia, destacando que la imagen del teólogo alejandrino debe ser leída “de manera más serena e imparcial”, a la luz de nuevas investigaciones patrísticas que buscan situarlo en su propio contexto histórico.Cierra esta edición de Actualidad Teológica, el artículo titulado Uso de lo “bíblico” como adjetivo: hermenéutica cultural y bíblica en dos casos contemporáneos, de Fabián Rico Virgüez (profesor de la Universidad Santo Tomás y de la Uniminuto), quien analiza el uso del término “bíblico” en contextos seculares como la música y el deporte. El autor plantea la necesidad de un “desplazamiento epistemológico” para comprender cómo la cultura “reapropia y resignifica lo bíblico” sin referencia directa a la autoridad religiosa.
Lun 1 Dic 2025
La Vida Consagrada: claves de sinodalidad y esperanza en el último episodio de ‘Diálogos en el Atrio’
En medio de un diálogo sencillo que entreteje la reflexión teológica con la experiencia vivida desde su propia vocación, la hermana Gloria Liliana Franco Echeverri, religiosa de la Compañía de María, quien durante ocho años presidió laConfederación Latinoamericana de Religiosos, fue la invitada especial del octavo episodio de 'Diálogos en el Atrio', el videopodcast producido por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).El episodio, lanzado el pasado viernes 28 de noviembre, explora el papel profético de la vida consagrada en el contexto de la sinodalidad, destacándola no como una institución estática, sino como una fuerza dinámica llamada a ser "la centinela vigilante de las llamadas del Espíritu", tal como lo definen el Papa Francisco y los documentos sinodales.Una misión que se ejerce "con", no "por"Uno de los ejes centrales de la conversación con la 'madre sinodal' fue el cambio de paradigma en la misión. La hermana Franco señaló que la labor de la Iglesia y, específicamente, de la vida religiosa, ha evolucionado: "La misión ya no es algo que se hace 'por' los demás, sino 'con' los demás". Esta afirmación, basada en su experiencia en el Sínodo de la Amazonía (2019) y en el de la Sinodalidad, subraya una eclesiología de acompañamiento y humildad, donde el aprendizaje es mutuo.Este enfoque requiere, según sus palabras, una actitud de descalzarse. "Descalzarnos ante el misterio de la vida, descalzarnos ante la tierra sagrada del otro, descalzarnos ante los dolores de nuestro pueblo", explicó, utilizando una poderosa metáfora bíblica para invitar a una escucha humilde y respetuosa.Tres lecciones concretas: lo que la Iglesia puede aprender de la vida consagradaLa hermana Gloria Liliana Franco señaló tres aprendizajes concretos que las parroquias, diócesis y otras comunidades pueden tomar de la vida consagrada para aplicar la sinodalidad:1. Una espiritualidad encarnada: "No hay sinodalidad sin una profunda espiritualidad que la sostenga", afirmó. Explicó que no se trata solo de orar más, sino de cultivar una espiritualidad que "lea la realidad a la luz del Evangelio" y escuche los clamores del pueblo.2. La fraternidad como fundamento: Subrayó la necesidad de "ser radicalmente hermanos y hermanas", acogiendo la diferencia sin miedo y entendiendo al otro no como una amenaza, sino como un regalo.3. La misión compartida: Enfatizó que en la vida religiosa se "discernimos, planeamos y servimos juntos", un estilo que puede inspirar a las comunidades donde a veces persiste la distancia entre sacerdotes, laicos y religiosos.Para ilustrar este camino, compartió la experiencia significativa de la "Casita Sinodal", una iniciativa de la Orden de la Compañía de María en Bogotá, llamada Ruah, que forma a niños de 5 a 9 años del barrio Lomitas, un barrio periférico de la ciudad, en prácticas de sinodalidad."No se trata de debatir o de convencer al otro", describió, "sino de escuchar, discernir y dejar que el Espíritu hable en medio de nosotros". Esta práctica, promovida también por el Papa, ejemplifica cómo crear ambientes donde todas las voces cuenten.Los tres pilares de la vida consagrada hoyDurante este ‘Diálogo en el Atrio’, la religiosa delineó con precisión los desafíos y la identidad de la vida consagrada en el continente, presentando un trinomio articulador: debe ser mística, misión y profecía. "Existimos para eso", afirmó, destacando que la auténtica profecía no se limita al discurso, sino que se encarna en un estilo de vida que hace visible el Reino de Dios mediante la opción por los pobres y la construcción de comunión.En un mundo afectado por la división y la polarización, la hermana Franco destacó que las comunidades religiosas están llamadas a ser signos de comunión, demostrando que es posible vivir la diversidad en unidad. "La vida consagrada está llamada a mostrar que es posible pensar distinto y seguir siendo hermanos", señaló.La coversión en la sinodalidadEl diálogo también profundizó en el significado práctico de la sinodalidad. Para la invitada, este proceso va más allá de las reuniones; es una conversión del corazón que pasa por una necesaria conversión a la escucha y que ayuda a transformar estructuras y procesos, como lo señaló el Documento Final del Sínodo. Aprendido en la vida comunitaria, para la hermana Gloria este caminar juntos implica transformar el ejercicio de la autoridad en servicio, discernir en conjunto y reconocer los dones de cada miembro del Pueblo de Dios.La religiosa conectó esta conversión sinodal con una reforma auténtica de la Iglesia, la cual, en palabras del Papa Francisco que ella citó, comienza con una "reforma del corazón" para luego reflejarse en las instituciones. "Cuando cada uno de nosotros decide vivir el Evangelio con más coherencia...Ahí empieza la verdadera reforma", concluyó.El episodio completo, "Sinodalidad y Vida Consagrada: profecía y esperanza para nuestro tiempo", ya está disponible para su visualización en el canal de YouTube y la página de Facebook de la Conferencia Episcopal de Colombia.Véalo a continuación: