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José de Jesús Pimiento, el cardenal de los 100 años y los 7 papas
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A menos de 8 días de cumplir sus 100 años de edad, el cardenal colombiano José de Jesús Pimiento Rodríguez concedió una entrevista al diario El Tiempo, donde con toda su lucidez comparte momentos de su vida, su familia y habla sobre la realidad de la Iglesia y el país. Lea la entrevista:
Monseñor Pimiento: ¿100 años son muchos o poquitos?
Dicen que Matusalén cumplió 900, pero sin saber cómo eran las cuentas en ese tiempo, puede que hayan sido 90 no más. No sabe uno. En todo caso, larga o corta, la vida es un don de Dios, y a cualquier edad hay que mirarla como un regalo del Señor.
Para llegar a los 100 años, ¿cuál es la clave: la suerte, la salud o la longevidad?
No. Mi salud no ha sido feliz. Desde mi nacimiento fui raquítico. Una hermana de unos sacerdotes muy importantes en mi diócesis, y a donde me llevaron mis hermanos, dijo, “ese muchachito no se cría”. Era el último de la familia.
¿Pero por qué nació raquítico?
Por pobreza fue más que todo. Mi papá era de Barichara, como mi mamá, y los desterraron por persecución política, y entonces fueron a parar a Zapatoca, pero como pobres. El cura los patrocinó dándoles un trabajo de albañilería, y así construyeron un barrio para San Vicente de Paul como servicio a los pobres.
Pero se crio muy bien, finalmente…
Después de una crisis de salud cambió mi ‘ecología’ cuando me dio una tifoidea. Pasé al otro lado, sin ser tampoco una fortaleza, pero siempre con una salud más o menos pasable.
¿Cuándo toma la decisión de ingresar a la causa del sacerdocio?
Eso no fue improvisado; mi mamá me llevaba todos los días a misa a las 5 de la mañana, yo me lo pasaba dormido allá. Pero eso me aficionó a la eucaristía, sin saberlo. A los 8 años tal vez, fui acólito y eso me acercó más al Santísimo.
Ahí fue como creciendo la vocación. Eso prueba que Dios lo va llevando, sin darse uno cuenta, a comprender que ahí está Él.
Fue ungido como obispo muy joven…
Obispo de 36 años. Fue impactante en el sentido de que mi timidez se resistía…
¿Cuál timidez, monseñor?
La que tengo. La que no se me ha acabado. Por obediencia al papa Pío XII acepté. Primero como auxiliar de Pasto. Y me fueron cambiando. A Montería, después a Garzón y, por último, a Manizales.
Finalmente fue ungido cardenal a los 95 años. La pregunta es: ¿Muy tarde? Ya no podía elegir al próximo Papa… ¿Eso le produjo alguna frustración?
No. Yo estuve casi nombrado en tiempos de Pablo VI. Con él fui muy cercano porque trabajé en la reforma del Concordato. El Papa me recibía con mucho cariño, me daba muchos consejos y nos hicimos amigos, yo lo frecuentaba mucho. En un sínodo en el que participé, encontré en la sede de la sala una tarjetica que decía: “Su Eminencia Reverentísima Cardenal José de Jesús Pimiento” –la tengo todavía– y me dije, ‘¿esto qué significa?’ Yo era arzobispo de Manizales. Esto no tiene sentido. La guardé, no pregunté nada, no sucedió nada. Entonces me dije, ‘el Papa quiso nombrarme, algo hubo por ahí y no sé qué pecado habré cometido que no resultó’.
El nombre del cardenal no lo consultan con el gobierno ni con nadie, sino que el Papa analiza a las personas y las nombra. En todo caso, en esa oportunidad no fui cardenal, y no me afectó en nada.
Años después, el papa Francisco sí lo ungió como cardenal. Pero, ya por razones de salud, usted no pudo acudir al Vaticano a esa ceremonia…
No pude... Tengo un problema circulatorio, y me dijo el médico, “si quiere ir, vaya, pero usted llega a la clínica o al cementerio”.
Haciendo cuentas, monseñor Pimiento, a usted le han tocado siete papas. Contémoslos: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Ratzinger- Benedicto XVI y Francisco… ¿Con cuál de ellos tuvo más cercanía?
Con Pablo VI. Me trataba con mucha familiaridad.
¿Eran del parche, como se dice?
Sí, era una empatía; es que ese hombre era muy grande, tímido también, y enfermo desde niño. Sin embargo, tenía un carisma. Cuando era cardenal solamente, su mirada era penetrante, como rayos X; cuando lo eligieron, el Papa tenía ya una mirada dulce, amable, pero igualmente penetrante.
Y con él le tocó el Concilio Vaticano II…
Todo el concilio. Comencé con Juan XXIII y las tres sesiones siguientes con Pablo VI. Ahí nos conocimos, pero después se volvió una amistad.
¿Y qué piensa del Concilio Vaticano II? ¿Pasó de moda?
Que si se estuviera aplicando, habría menos problemas en la Iglesia y en el mundo. Con la doctrina del concilio, que es el evangelio aplicado, la vida sería muy distinta. Pero no habrá más concilios.
¿No habrá más concilios?
No se puede ya reunir al episcopado, que serían como unos 6.000 obispos; no hay dónde concentrarlos, no hay garantía del secreto de los debates ni se sabe cómo debatir. Ponga a 6.000 obispos a discutir. Sigue el sínodo ideado por Pablo VI; lo creó y lo puso a funcionar. Hoy es simplemente consultivo.
Puede que Francisco reemplace al concilio. Será con representaciones de la Iglesia en todo el mundo, más numerosas desde luego, espero que para hacer un debate humano, saludable y decisivo.
¿Qué opinó de la histórica visita de Francisco a los Emiratos Árabes? ¿Usted imaginó alguna vez que iba a ver al Papa saludándose de beso en la cara con un jerarca del islamismo?
Jesús hoy, Jesús presente. Él hace la presencia de Cristo, y el Cristo de hoy es distinto en la forma de presentación de cuando Él estuvo en la tierra. No es un gesto simplemente humano, como quien dice de afectividad terrena, sino de afectividad espiritual.
¿Qué papel está jugando y debe jugar la Iglesia hoy en el conflicto colombiano?
No hemos acertado siempre. Viene desde la Colonia, pero desde la República comenzó el problema de la Iglesia al no hacerse entender debidamente. Ahí debimos comenzar a hacer una predicación del evangelio de la libertad para que Colombia no empezara a ser un país peleador por la política. No se evangelizó la política en ese momento.
Entonces la política comenzó humanamente, pero entre peleadores. Habíamos peleado con los españoles y quedamos peleando entre nosotros. Los partidos han sido un desastre, y la Iglesia no ha sabido manejarlos tampoco. Ha bregado, pero no ha acertado en hacer de los partidos lo que trata de hacer ahora este Presidente: que el poder no sea para pelear, sino para servir.
Recientemente, en Panamá, el papa Francisco condenó y calificó de terrorismo el atentado del Eln en la Escuela General Santander. ¿Debe la Iglesia católica colombiana seguir ofreciendo sus buenos oficios para un diálogo con este grupo armado?
Cuando cumplan lo que está pidiendo el Presidente. Cuando dejen de ser terroristas y entiendan que esto se tiene que hacer con diálogo. Es que ellos dialogan con bala. Eso no es política, eso es maldad y terrorismo.
¿El Papa ha cambiado su posición frente a Venezuela?
Cuando el papa Francisco respondió al diálogo lo interpretaron mal y él quedó, como quien dice, con la amargura de que su consejo no fue afortunado, fue un fracaso prácticamente. Ahora ya se dio cuenta de que no se puede hablar de diálogo allá porque no hay con quien dialogar. Ya no recomienda eso. Seguramente estará por este muchacho Juan Guaidó, que es una revelación rarísima, un personaje de la nada que aparece con una inteligencia rara y no se atreven a matarlo…
Y no incitando a la violencia sino al entendimiento…
Esa es la sabiduría. Eso es ser un cristiano total. Muy difícil tener esa actitud en ese ambiente. Ahí está Dios cumpliendo la tarea de salvar a Venezuela, porque necesitaba probarla mucho, porque el paternalismo tenía a ese pueblo estupidizado.
Era un pueblo perezoso, inútil, y entonces el castigo o la prueba ha sido muy dura, muy horrible. Este monstruo de hombre, en la historia no ha habido gente así, ni Herodes, ni ninguno. Este es un fenómeno, y el peor ahí es el Cabello porque si a este lo peluquearan, yo creo que las cosas cambiarían. (Risas). Pero no se deja peluquear.
Ahora, si fueran inteligentes se habrían ido ya para Rusia, para China, para Cuba, a gozar de la plata. Son tan brutos que se van a dejar juzgar. ¿Cómo? No sabemos, pero la justicia internacional va a acabar con esos hombres. Por brutos. Yo oro por ellos. No los descarto por enemigos. Hay que orar por esa gente para que se convierta, no para que siga adelante.
Usted tiene estos récords: es el obispo más veterano y el cardenal de mayor edad. ¿Con toda la sabiduría que ha recopilado, cuáles cree que son las mayores debilidades hoy de la Iglesia, además de los escándalos de pederastia? Esta semana, el Papa reconoció que, incluso, curas y obispos han abusado sexualmente de monjas.
La Iglesia es divina por el fundador, pero es humana por nosotros. Tiene todas las flaquezas nuestras. Hay que saber entenderla, no es que sea una prostituta, es una pobre creatura humana que falla. Le falla a Dios. Eso no es que le agrade a Dios, sino que Él lo tolera por su misericordia, y porque quiere salvarnos. Ya Él sufrió todo lo que había que sufrir, para que nosotros no tuviéramos que pagar tanto, pero nos va cobrando con las calamidades. Como dice en la Carta a los Hebreos, Él reprende y castiga como padre, para que se corrijan los muchachos. Y nosotros somos creaturas suyas, y nos corrige, a veces golpeándonos, y golpeándonos muy fuerte.
¿Usted ve que el papa Francisco va por el camino que toca?
Sí, claro. Él está interpretando bien lo que debe hacer. Nos ha dicho un montón de verdades fundamentales, y regaños muy tiernos, que de pronto no hemos entendido.
Hablando de la polarización del país, ¿en la Iglesia, internamente, también hay polarización?
Claro.
¿Disputa de poderes, de ideologías, de tendencias?
Hay cosas, hay teólogos que son herejes, prácticamente. Eso hay de todo. Tenemos que mirarlo como problema humano, y no atribuírselo a la institución, a la sociedad o a la familia de Dios que Él dejó establecida. Ahí está la sabiduría cristiana, saber discernir. Nos falta discernimiento y juzgamos de una vez. ‘Ah no, es que eso está muy mal hecho, y es que ese cura, o ese obispo, o ese…’ Hombre, modérese que es que usted también tiene vigas en el propio ojo y está mirando pajas en los demás.
Monseñor, ¿por qué se retiró el papa Ratzinger?
Por sabio y por santo. Él le había aconsejado ya a Juan Pablo II que renunciara, porque vio que ya no estaba gobernando como debía ser. Juan Pablo tenía otra mente… la mente de que Jesús no se bajó de la cruz, y eso es bonito decirlo porque es místico, pero no es práctico para el gobierno de la Iglesia.
De hecho, en ese tiempo de la enfermedad del papa Juan Pablo II, que fue una gran lección para el mundo, el gobierno de la Iglesia estuvo paralizado. Hasta el punto de que Ratzinger tuvo que llegar a resolver problemas que se han debido resolver antes.
Monseñor, yo lo veo tan bien de salud, tan lúcido y tan placentero que me pongo feliz y le deseo muchos años más de vida. Pero tengo que preguntarle: ¿Qué piensa de la muerte?
Uno tiene que aceptar la limitación humana, aceptar la presencia de Dios y alegrarse y bendecirlo por eso.
¿A los 100 años, le tiene miedo a la muerte?
El miedo normal de todos. La muerte es el encuentro con el Señor y por tanto no debe uno temer. Eso predico. Pero, como la carne humana es tan frágil, pues a mí sí me da susto de cómo me va a pasar, porque no sé si voy a morir de repente, eso sería lo mejor, lo más grato porque no siente uno nada, pero puede ser que muera como un inválido, con alguna enfermedad bien chocante, y entonces a eso le tiene uno como miedo. Pero no al encuentro con Él, que es la maravilla.
Y entonces ya me he ido curando bastante de ese miedo; no me lo puedo quitar, pero ya se me ha vuelto como una confianza en que no va a ser una cosa atormentada, sino algo con luz.
¿Cómo celebrará los cien años, precisamente de hoy en ocho días?
Tocará obedecer a mi familia que me mandó a que hiciera una celebración en Floridablanca. Luego, en Zapatoca y San Gil. Cumpliré los cien años obedeciendo. (Risas).
Fuente: Diario El Tiempo
Vea también el especial que elaboró la arquidiócesis de Bucaramanga, donde el Cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez, confiesa detalles de su vida, su hogar y su vocación pastoral, a puertas de celebrar su aniversario de vida número 100



Pascua y año litúrgico
Lun 7 Abr 2025

Proteger y defender la familia
Jue 27 Mar 2025


Mar 8 Abr 2025
9 de abril: Obispos manifiestan su oración, solidaridad y persistencia en la búsqueda de paz, por la víctimas del conflicto armado en Colombia
En el marco del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado que se conmemorará este miércoles 9 de abril, a través de un mensaje, los obispos de Colombia expresan su cercanía con las comunidades afectadas por la violencia y renuevan su compromiso con la reconciliación y la paz. Como signo de fe y muestra de cercanía con quienes han sufrido en este contexto, los obispos piden a todas las parroquias del país unirse en esta jornada a un toque simbólico de campanas a las 12:00 del mediodía.Inspirados en el Salmo 147 “El Señor sana los corazones quebrantados, venda sus heridas”, los prelados extienden un “abrazo de solidaria cercanía a todas las poblaciones sobrevivientes que por años han padecido diferentes tipos de violencia armada”, recordando a quienes han perdido la vida y a quienes aún luchan por superar las secuelas del conflicto. El mensaje destaca la labor de líderes y organizaciones que, en medio de las adversidades, promueven iniciativas para construir paz y trabajan por la justicia, la verdad y la reparación integral de las víctimas. Los obispos resaltan que su servicio “aporta esperanza a las comunidades que más la necesitan". Expresan que, a través de su trabajo, cada herida es tocada con la ternura de Dios y sanada por la fuerza de la solidaridad. En línea con el Jubileo Ordinario 2025, los obispos insisten en que la paz debe construirse sin olvidar el pasado, transformando el dolor en oportunidades de reconciliación. Hacen un llamado a acompañar los procesos de diálogo, especialmente en las zonas rurales más golpeadas por la violencia, donde “la memoria y la solidaridad con las víctimas se convierte en acción”. Reafirmando su convicción cristiana, recuerdan que “la esperanza no defrauda” y que la paz solo será posible mediante “la escucha, el diálogo, la justicia social y el compromiso en la defensa de los derechos humanos”. Expresan su deseo de que estas convicciones inspiren las decisiones públicas y las políticas de paz, para que Colombia avance hacia “un país reconciliado donde las víctimas del conflicto armado sean protagonistas de una nueva historia de dignidad, inclusión social y verdadera fraternidad”. A continuación vea el mensaje leído por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos:

Mar 1 Abr 2025
Obispos colombianos crean un Servicio para el Perdón, la Reconciliación y la Paz ante profundización de la violencia en el país
En medio de una Colombia cada vez más flagelada por la violencia, el conflicto armado, la desigualdad y la fragmentación social, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) creó un organismo que le permitirá a la Iglesia articular, ampliar y fortalecer su trabajo por la reconciliación y la paz del país. Desde allí, se recogerán importantes experiencias como las que venía adelantando por cerca de 30 años la Comisión de Conciliación Nacional. Se trata del Servicio Episcopal para el Perdón, la Reconciliación y la Paz (SERP), un espacio desde el cual, fiel al Evangelio de Jesucristo y apoyada en su Doctrina Social, la Iglesia buscará fortalecer los procesos de escucha, promoción y educación en la cultura del perdón, la reconciliación y la paz, con mayor contundencia organizacional y un enfoque especial en la realidad de los territorios. Esto implicará el fomento del respeto de los derechos humanos, el Derecho Internacional Humanitario, la justicia y la convivencia pacífica.El primer encuentro oficial de este nuevo Servicio de la Iglesia colombiana se llevó a cabo los días 26 y 27 de marzo en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia. Participaron obispos, sacerdotes y miembros de la sociedad civil con amplia experiencia en temas de paz. Durante la reunión, se definieron las bases pastorales y líneas estratégicas del organismo.Una respuesta pastoral más contundente ante los desafíos del paísLa creación del SERP surge como iniciativa de la Comunidad de Presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia, como una evolución de la Comisión de Conciliación Nacional —creada y convocada por monseñor Pedro Rubiano Sáenz en 1995 para mediar en el conflicto armado estableciendo escenarios de confianza para el encuentro con diversos actores claves para la paz—, pero con un enfoque renovado: trabajar desde las regiones, con líneas pastorales claras, estructuras articuladas, y fomentando la participación de la sociedad civil.“La realidad compleja, cambiante y dramática de la violencia en el país, nos exige focalizar nuestros esfuerzos, como ciudadanos y pastores del Pueblo de Dios, hacia la generación de condiciones de posibilidad que favorezcan la construcción de una paz estable y duradera en nuestros territorios y comunidades; paz que nazca del perdón, la reconciliación, la promoción del desarrollo humano integral, el respeto del derecho internacional humanitario y la justicia, y sea expresión del acontecer del Reino de Dios en nuestro tiempo”, expresaron los integrantes de la Presidencia de la Conferencia Episcopal en su propuesta de creación del Servicio.Este Servicio Episcopal para el Perdón, la Reconciliación y la Paz también recoge la experiencia alcanzada durante varios años por el Consejo Episcopal de Paz (CEP). Estancia que, tras una decisión adoptada por los obispos durante su CXVIII Asamblea Plenaria del mes de febrero, se convierte ahora en la Comisión Episcopal de Paz (CEP), lo que le dará un mayor margen de acción e importancia misional, así como las comisiones de la Conferencia Episcopal de Colombia, desde las cuales los prelados definen el camino de la Iglesia colombiana desde diferentes dimensiones pastorales.Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo de Tunja, vicepresidente de la CEC y presidente de la Comisión Episcopal de Paz, explicó que la iniciativa nace del mandato evangélico: "Somos ministros de la reconciliación. La Iglesia recibe este legado y lo adapta a las circunstancias de Colombia".Tres niveles de acción en el SERPEl SERP articulará tres niveles o grupos de trabajo:1.Comisión Episcopal de Paz (CEP): Definirá líneas, visiones y prioridades pastorales en términos de reconciliación y paz; estará integrada por ocho obispos que representarán las regiones y por un miembro de la Comunidad de Presidencia de la Conferencia Episcopal. Sus integrantes actuales son:Por la Presidencia: Mons. Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo de Tunja. Vicepresidente de la CEC.Provincias de Bogotá – Tunja: Mons. Julio Hernando García Peláez, obispo de Garagoa.Provincias de Bucaramanga – Nueva Pamplona: Mons. Ovidio Giraldo Velásquez, obispo de Barrancabermeja.Provincias de Cartagena – Barranquilla: Mons. Ariel Lascarro Tapia, obispo de Magangué.Provincias de Florencia – Villavicencio: Mons. Luis Albeiro Maldonado Monsalve, Obispo de Mocoa – Sibundoy.Provincias de Ibagué – Manizales: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez, obispo de Armenia.Provincias de Medellín – Santa Fe de Antioquia: Mons. Mario de Jesús Álvarez Gómez, obispo de Istmina-Tadó.Provincias de Popayán – Cali: Mons. José Saúl Grisales Grisales, obispo de Ipiales, y monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura.2. Grupo Asesor: Expertos de la sociedad civil, técnicos y académicos que asesorarán esta misión (antes miembros de la Comisión de Conciliación Nacional).3. Asistencia Técnica: Especialistas a cargo de la ejecución de las iniciativas y el enlace de los componentes.El padre Camilo Bernal Hadad, vicepresidente de la Corporación Minuto de Dios y miembro del Grupo Asesor, quien ha estado acompañando a la Conferencia Episcopal desde la Comisión de Conciliación Nacional durante los últimos 8 años, destacó una de las principales novedades del Servicio: "Antes trabajábamos solo con la presidencia de la CEC; ahora hay un diálogo directo con los obispos que conocen la problemática local".A nivel de la Conferencia Episcopal, este Servicio Episcopal para el Perdón, la Reconciliación y la Paz, también estará apoyado por el Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana y por la Delegación para las Relaciones Iglesia-Estado, desde donde se apoyan los procesos de diálogo con los actores armados, lo que permitirá mayor integración y proyección para esta misión de la Iglesia.Principales dimensiones de trabajo del SERPDurante el primer encuentro, se definieron cuatro ejes centrales para el trabajo del Servicio:Espiritualidad: Base evangelizadora del proceso.Organización: Estructuras territoriales y nacionales para la paz.Articulación: Alianzas con instituciones locales e internacionales.Comunicación: Estrategias para proyectar y conectar iniciativas.Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos enfatizó en el enfoque regional: "Cada obispo llevará este servicio a su territorio"."Entre más semillas de perdón y reconciliación sembremos, más frutos tendrá Colombia", agregó el padre Camilo haciendo énfasis en que el horizonte amplio el SERP será su trabajo por la cultura de paz."No somos técnicos ni políticos, somos pastores"El arzobispo de Tunja y vicepresidente de la Conferencia Episcopal aclaró: "El Papa Francisco nos recordó que somos ciudadanos y pastores. Todo lo que afecte la dignidad humana y la vida nos interesa". El SERP, insistió, priorizará la "artesanía de la paz" —como la llama el pontífice—, es decir, procesos comunitarios que complementen los marcos institucionales. Además, recordó que, como ciudadanos, tienen una responsabilidad grande en este propósito.En ese mismo sentido, el padre Bernal reconoció que, aunque el momento que vive el país es muy complejo, la creación de la cultura de paz es una misión que no da espera y que debe iniciarse desde las mismas familias, sembrando semillas de paz, por pequeñas que parezcan.“Esa va a ser nuestra tarea. Entre más semillas sembremos, más cuidemos y más las reguemos con agua viva del Espíritu Santo, pues esas semillas de perdón y reconciliación y de sanación, van a producir sus frutos, que es lo que nos interesa, que todos caminemos a desarmar nuestros espíritus, a encontrarnos en la diferencia y a construir una patria justa, fraterna, reconciliada y en paz”, concluyó.En contextoLa creación del SERP desde la Conferencia Episcopal de Colombia ocurre en un escenario de persistencia de violencias regionales y crisis humanitarias. Los obispos subrayan que su labor se inspira en el llamado a ser "profetas de esperanza", sin sustituir al Estado, pero acompañando y animando todos los esfuerzos que sean posibles desde lo pastoral y social.Vea el resumen audiovisual y los testmonios a continuación:

Lun 31 Mar 2025
Obispos alertan sobre crisis en el sistema de salud en Colombia, piden acciones urgentes conjuntas y llaman al diálogo
A través de un comunicado, los obispos colombianos manifiestan su preocupación ante los signos de crisis que presenta el sistema de salud del país. Como pastores, hacen un llamado a las autoridades, las instituciones y a la sociedad en general para trabajar de manera conjunta en la búsqueda de soluciones que garanticen el derecho fundamental a la salud para todos los colombianos.En el mensaje, los prelados señalan particularmente situaciones críticas como:- Dificultades en el acceso oportuno a atención médica.- Desabastecimiento de medicamentos esenciales.- Retrasos en diagnósticos y tratamientos, afectando especialmente a pacientes con enfermedades graves.- Crisis financiera en hospitales, clínicas y EPS, generando incertidumbre en trabajadores y proveedores."Estas problemáticas impactan directamente la calidad de vida de la población y no pueden ser menospreciadas", afirmaron.Un llamado a la corresponsabilidadLos obispos recuerdan que la salud es un derecho fundamental y un bien esencial del orden social, por lo que piden al Estado fortalecer políticas públicas que garanticen su cobertura. Además, instan a todos los actores del sistema a evitar la corrupción, la burocracia excesiva y la politización de un servicio que debe estar al servicio del bien común."Todos debemos contribuir con transparencia y solidaridad, buscando soluciones que prioricen la vida y la dignidad de las personas, especialmente de los más vulnerables", señalaron.La Iglesia, dispuesta al diálogo y la construcción de solucionesSiguiendo el llamado del papa Francisco, quien invita a transformar "los signos de los tiempos en signos de esperanza", los obispos ofrecieron su apoyo para facilitar espacios de diálogo y discernimiento entre el Gobierno, las instituciones de salud y la sociedad civil."Creemos en el poder del diálogo sincero y la acción coordinada para superar esta crisis", expresaron, citando la encíclica Fratelli Tutti, donde el Pontífice promueve la fraternidad y la búsqueda del bien común.Un mensaje de esperanza y acciónLos obispos finalizan su mensaje con un llamado a la unidad y la colaboración, destacando que solo mediante el trabajo conjunto se podrán encontrar salidas efectivas a la actual situación."Anhelamos un país donde la salud sea garantizada con equidad y justicia, donde prevalezca el cuidado de la vida y la solidaridad".A continuación el mensaje leído por el Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Germán Medina Acosta:

Mié 26 Mar 2025
De las montañas de Nariño a los campos del Huila: Mons. Jaime Alberto Cabrera Arcos inicia su misión episcopal en la Diócesis de Garzón
Con una solemne celebración en la Catedral San Miguel Arcángel, este martes, 25 de marzo, monseñor Jaime Alberto Cabrera Arcos fue ordenado obispo y tomó posesión como décimo pastor de la Diócesis de Garzón.La ceremonia fue presidida por el Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Paolo Rudelli, y acompañada por quince obispos de diversas regiones del país, así como por sacerdotes, religiosos y fieles laicos de las diócesis de Garzón y Pasto. En su homilía, el representante del papa Francisco trazó un paralelo entre la solemnidad de la Anunciación – fiesta litúrgica celebrada en este día por la Iglesia Universal– y la misión del nuevo obispo: "Al centro de esta solemnidad están dos Sí: el de Dios a la humanidad, expresado por Cristo que dice 'Heme aquí', y el de María, 'Hágase en mí según tu palabra'. Monseñor Jaime será custodio de estos dos Sí: del Sí eterno de Dios a su pueblo y del Sí de la Iglesia que responde con fidelidad", afirmó. El Nuncio subrayó que el ministerio episcopal no es obra humana, sino "obra del Espíritu Santo", el mismo que consagró a Jesús en el Jordán y descendió sobre los apóstoles en Pentecostés. Recordó que el obispo está llamado a ser "signo vivo de la Encarnación":Un llamado a encarnarse en la realidad huilenseCon emotividad, monseñor Rudelli comparó el "Heme aquí” de Cristo con el Sí que el nuevo obispo pronuncia ante su diócesis: "A ti también hoy se te dona un cuerpo: el de esta Iglesia de Garzón. Un cuerpo de carne con rostros, historias, fragilidades y esperanzas. Un cuerpo que deberás amar como el Buen Pastor ama a sus ovejas". Este llamado a la proximidad resonó en el mensaje posterior de monseñor Jaime Alberto, quien prometió caminar junto a su grey: "No vine con equipajes pesados, pero sí lleno de amor. Quiero ser el primero en vivir la comunión, en salir como misionero y en dar testimonio, incluso con mi acento pastuso –que espero se mezcle pronto con el bambuco huilense”. Un llamado a la comunión, la misión y el testimonioEn su primer mensaje como obispo,monseñor Jaime Albertoagradeció el apoyo recibido y enfatizó los tres pilares que marcarán su ministerio:comunión, misión y testimonio. Inspirado en el libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 42-47), señaló que su lema episcopal busca revivir el espíritu de las primeras comunidades cristianas:"Todo giraba en torno al misterio de Cristo, a la fuerza del Espíritu Santo que emanaba como una gran realidad: la comunión. Sin comunión no podemos hacer visible el Reino de Dios", afirmó el nuevo obispo.Frente a la misión, durante su ceremonia de ordenación y posesión también quiso destacar aSan Ezequiel Morenoy al mártirpadre Pedro Ramírez, de quienes reposan sus reliquias en esa diócesis, como modelos de evangelización y entrega.Entre sus prioridades, destacó:- Fortalecer la comuniónentre las 64 parroquias de la diócesis.- Impulsar equipos misionerospara llevar el Evangelio "a todas partes".- Promover el testimonio de fe, especialmente en un año marcado por celebraciones jubilares.Un obispo con raíces nariñenses y corazón huilenseNacido enSandoná, Nariño, y formado en la Diócesis de Pasto, monseñor Jaime Alberto expresó su amor por la tierra huilense, a la que llegó dispuesto a servir:"Vengo desde el sur de Colombia a esta bella tierra que no me vio nacer, pero que empecé a amar entrañablemente. Espero que mi acento pastuso vaya modulando al bello ritmo de un bambuco huilense", expresó el prelado.La ceremonia contó con la presencia de sumadre y hermanos, así como de autoridades civiles y eclesiásticas, entre ellas elarzobispo de Tunja y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, en representación de la Comunidad de Presidencia, elobispo de Pasto, monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro y el obispo de El Espinal, monseñor Miguel Fernando González.En contextoLa Diócesis de Garzón fue creada el 20 de mayo de 1900 por el Papa León XIII.Hace parte de la Provincia Eclesiástica de Ibagué, actualmente cuenta con 64 parroquias y abarca 22 municipios.Vea a continuación la transmisión de la ceremonia: