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iglesia católica

Mié 4 Mayo 2022

Cómo financiar proyectos en el banco de iniciativas interreligiosas

En el marco de la Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos, el Ministerio del Interior ha creado el Banco de Iniciativas Interreligiosas en convenio con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que está encaminado a brindar apoyo y financiación a los proyectos de incidencia social que presenten las entidades religiosas que participan en el mapeo y caracterización del sector religioso en las regiones y distritos. En el sitio de internet www.sectorreligioso.com puede encontrarse toda la información relacionada con la convocatoria cuyo plazo límite de aplicación fue ampliado hasta el 30 de mayo de 2022. El Departamento de Promoción de la Unidad y del Diálogo (PUD) del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) sigue promoviendo la participación de las organizaciones católicas en estos escenarios de modo que la Iglesia Católica no se margine de los procesos de la política pública del sector religioso. Durante un encuentro virtual organizado por este Departamento con los delegados de las Jurisdicciones para la Política Pública de Libertad Religiosa, con la participación de la Dirección de Asuntos Religiosos del Mininterior y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estos entes explicaron que, en la presente convocatoria, la financiación dará prioridad a los proyectos que estén relacionados y encaminados a la prevención del suicidio. Por ejemplo, un colegio de identidad católica, la Pastoral Social de una diócesis, la parroquia de un vicariato, una fundación sin ánimo de lucro, un grupo juvenil, una comunidad religiosa, etc., podrían proponer proyectos de carácter ecológico, deportivo, recreativo, cultural, académico o presentar una propuesta de emprendimiento o una línea socioeducativa, un programa de formación, campañas comunicativas o espacios de atención y escucha, que tengan como objetivo la prevención del suicidio. Este Banco de Iniciativas Interreligiosas busca apoyar financieramente 89 iniciativas o emprendimientos con un presupuesto de cuatro millones de pesos para cada propuesta ganadora. Para mayor información, las organizaciones católicas proponentes pueden contactar el Departamento PUD a través del correo electrónico pud@cec.org.co y el whatsapp 3138290260.

Mar 3 Mayo 2022

El trabajo: un valor familiar que santifica

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Al comenzar este mes de mayo, celebramos con toda la Iglesia la fiesta de san José Obrero, patrono de los trabajadores, procla­mado por el papa Pío XII en 1955 en un discurso pronunciado en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, con la presencia de un grupo de obreros. Allí el Papa dijo: “El humilde obre­ro de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de us­tedes y de sus familias”, proclaman­do con ello a san José, maestro de la vida interior y del silencio, patrono de todo ser humano que se dedica al trabajo digno y necesario para la sub­sistencia personal y de la familia. El magisterio de la Iglesia siempre ha reflexionado ampliamente sobre la dignidad del trabajo humano, como una manera de construir persona, fa­milia y sociedad, así lo expresó san Juan Pablo II en ‘Laborem Exercens’, Encíclica que trata sobre el trabajo humano: “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la na­turaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido se hace más huma­no” (LE 9), destacando con esto que el trabajo tiene la misión de dignifi­car y enriquecer a todo ser humano, que con su esfuerzo transforma su en­torno y también le ayuda a desarrollar sus talentos que ha recibido de Dios. Vivimos en un mundo donde lo mate­rial está teniendo prioridad sobre los valores y las virtudes del Evangelio y por eso al venerar a san José Obrero, se recogen las actitudes de su fideli­dad silenciosa, de la sencillez de vida y del trabajo digno, libre de toda ava­ricia y falto de transparencia que co­rrompe el corazón, para orientar toda actividad laboriosa, hacia un trabajo digno que pone su foco en el servicio a la persona, al bien común y al bien­estar de la familia y de la comunidad. Así lo expresó el Papa Benedicto XVI en ‘Caritas in Veritate’: “Un trabajo que, en cualquier so­ciedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libre­mente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y muje­res, al desarrollo de la comunidad; un trabajo que de este modo haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que per­mita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos…. Un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito per­sonal, familiar y espiritual” (CIV 63). Con esta concepción humana, cristia­na y espiritual del trabajo que dignifi­ca al ser humano, se concibe toda ac­tividad laboriosa como una vocación que viene de Dios y una misión que enriquece a la sociedad, con un valor familiar que, en la sencillez de la vida de un obrero, se hace también cons­tructor del Reino de Dios en medio de la comunidad. Así lo expresa San Juan Pablo II cuando afirma: “El tra­bajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre. En conjunto se debe recordar y afirmar que la familia constituye uno de los puntos de re­ferencia más importantes, según los cuales debe formarse el orden socio-ético del trabajo humano” (LE 10). San José fiel custodio de Jesús le enseñó el arte de trabajar y con ello dignificó toda actividad humana ho­nesta y sencillas que sirve a cada fa­milia para llevar el pan a la mesa de sus hogares. Así lo ex­presa Aparecida cuan­do afirma: “Jesús, el carpintero (Cf. Mc 6, 3), dignificó el trabajo y al trabajador y re­cuerda que el trabajo no es un mero apén­dice de la vida, sino que constituye una dimensión fundamen­tal de la existencia del hombre en la tierra, que garantiza la digni­dad y libertad del ser humano” (DA 120), contribuyendo con ello al desarrollo integral de cada persona. En la espiritualidad del trabajo hu­mano también se reconoce la fatiga, el esfuerzo y a veces el dolor de cada día, en una tarea que resulta exigen­te, pero que también debe ayudar a la santificación de cada uno, uniendo el sacrificio y la fatiga a la Cruz reden­tora de Nuestro Señor Jesucristo. Así lo expresa Aparecida cuando afirma: “Damos gracias a Dios porque su palabra nos enseña que, a pesar de la fatiga que muchas veces acom­paña el trabajo, el cristiano sabe que este, unido a la oración, sirve no sólo al progreso terreno, sino también a la santificación personal y a la construcción del Reino de Dios” (DA 121), de tal manera que a ejemplo de San José Obrero, se debe aprovechar el trabajo que cada uno realiza, para convertirlo en instru­mento que busca la santidad personal y familiar. Los animo a que sigamos adelante con la alegría de la fe, la esperanza y la caridad que se solidifica con el ejercicio del trabajo humano, siendo misioneros para proclamar el Evan­gelio de Jesucristo, fortaleciendo desde Nuestro Señor, la dignidad de la persona humana, la vida, la fami­lia, el trabajo, y de esta manera, vivir en la sociedad perdonados, reconci­liados y en paz, a ejemplo de la fa­milia de Nazaret. Encomiendo a la fiel custodia de san José a todos los trabajadores, que se esfuerzan por dar testimonio de honestidad y honradez con la misión que realizan cada día. En unión de oraciones, sigamos adelante. Reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Lun 25 Abr 2022

Monseñor Juan Carlos Barreto nuevo obispo de la Diócesis de Soacha

Monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, fue nombrado por el Papa Francisco como nuevo obispo de la sede vacante de Soacha, en el departamento de Cundinamarca, convirtiéndose en el tercer prelado desde que se fundó la diócesis en el 2003. Este jerarca sucederá a monseñor José Daniel Falla Robles, quien el primero de mayo de 2021, falleciera a causa de complicaciones por coronavirus. Biografía de monseñor JUAN CARLOS BARRETO BARRETO Nació en el Guamo (Tolima) el 26 de diciembre de 1968. Ordenado sacerdote el 30 de enero de 1993, para la Diócesis de El Espinal Cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Misionero del Espíritu Santo de la Ceja (Antioquia). En la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma obtuvo la licenciatura en Teología Espiritual. En la Fundación Universitaria Católica del Norte obtuvo la licenciatura en filosofía y educación religiosa yy la maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía en la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Ha ocupado los siguientes cargos pastorales: Párroco en el Divino Niño y en la parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, delegado diocesano para la Infancia Misionera; formador y rector (2009-2021) del Seminario Mayor La Providencia. El 30 de enero de 2013, el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo de la Diócesis de Quibdó. El 9 de marzo de 2013 en la Catedral de Nuestra Señora del Rosario de El Espinal, recibió la ordenación episcopal. El 16 de marzo de este mismo año toma posesión de la sede en Quibdó. En julio de 2021, fue elegido por la CXI Asamblea Plenaria del Episcopado, como presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social - Caritas Colombia. El 25 de abril de 2022, el Papa Francisco lo nombra obispo de la Diócesis de Soacha.

Vie 22 Abr 2022

Instalación de la mesa de diálogo entre la Iglesia católica y el Estado colombiano

El jueves 21 de abril de 2022 en la sede de la Conferencia Episcopal se llevó a cabo la instalación de la Mesa de Diálogo entre la Iglesia católica y el Estado colombiano según la Resolución 0658 del Ministerio del Interior (del 19 de mayo de 2021) “con el fin de acordar los mecanismos, las temáticas y la normativa para adoptar las políticas públicas concernientes al estatus de la Iglesia católica”. La Mesa estuvo presidida, por parte de la Iglesia católica, por el Señor Arzobispo de Bogotá y Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, y por parte del Ministerio del Interior, por el titular de esta cartera, Doctor Daniel Palacios Martínez. El diálogo entablado en un clima de cordialidad y escucha atenta permitió abordar algunas de las propuestas realizadas por la Iglesia católica frente a temáticas que conciernen su estatus en Colombia como la defensa de la Ley Concordataria, la protección del derecho a la libertad religiosa y de cultos, a la objeción de conciencia en diversos contextos, el trabajo en común y normativas frente a contenidos sociales, administrativos y políticos, así como la participación de la Iglesia católica en la política pública de Libertad Religiosa y de Cultos. El Ministerio del Interior invitó a replicar en las regiones este tipo de mesas de diálogo entre la Iglesia católica y los mandatarios locales, a nivel departamental y distrital, con el fin de adoptar las políticas públicas pertinentes. Además, se invitó al Departamento de Promoción de la Unidad y del Dialogo de la Conferencia Episcopal de Colombia y a la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior a darle continuidad y seguimiento a las conclusiones a las que se llegaron para que esta recién instalada Mesa de Dialogo, sea un mecanismo que salvaguarde la participación de la Iglesia en diferentes contextos sociales y políticos en los que podría ser marginada. Participantes en la Mesa de Diálogo: Por parte del Ministerio del Interior de la República de Colombia: Dr. Daniel Palacios, Ministro del Interior; Dra. María Paola Suárez, viceministra de Relaciones Políticas; Dr. Víctor Alejandro Rhenals, director de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior. Por parte de la Iglesia católica: Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia; Monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia; monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia; monseñor Edgar de Jesús Quintero Aristizábal, obispo de Yopal y presidente de la Comisión Episcopal para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y del Diálogo Interreligioso – PUD; padre Rafael Castillo Torres, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas Colombia; y el padre Raúl Ortiz Toro, Director de los Departamentos de Doctrina y PUD. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar Resolución 0658 del Ministerio del Interior[/icon]

Lun 11 Abr 2022

Celebrar bien y participar con fe

Se aproxima la fiesta mayor de los cristianos: la Pascua de Resurrección. - Estuvo caracterizada hasta hace poco por una especie de alto en el camino de toda la sociedad para darle un realce especial. Eso ya no es así y los cristianos, en concreto los católicos, deben hacer todo lo posible para que estos días tengan el carácter espiritual que les da la identidad específica y profunda. Todavía el calendario civil facilita las celebraciones religiosas dejando como días festivos el Jueves Santo y Viernes Santo, que se complementan con el Domingo de Ramos, la Vigilia de Resurrección el sábado en la noche, y el Domingo de Pascua. Queda aún, ciertamente, una buena posibilidad de realizar cuidadosamente las celebraciones de los días santos de la fe católica. Para que lo anterior sea realizable, la Iglesia y el pueblo de Dios cuentan con los sacerdotes que presidirán las liturgias de los días santos. Es de la mayor importancia que todos los actos que se realizan en la Semana Mayor estén preparados en la mejor forma posible y, sobre todo, celebrados con todo el cuidado e importancia que les corresponden. La liturgia de la Iglesia, celebrada con respeto y esmero, es de por sí toda una catequesis y posee un lenguaje muy propio, lleno de signos y palabras que alimentan y visibilizan la fe en los fieles. No conviene que las celebraciones de estos días santos se presten para ensayos, cosas raras, omisiones indebidas, pues se desdibuja el contenido de lo que se celebra y se debilita la fe. Ojalá cada sacerdote esté desde ahora preparando cada detalle de las celebraciones que presidirá y preparando muy sesudamente sus predicaciones para que los misterios de Dios sean expuestos y dados en abundancia a todos los fieles. En esta línea, no es de menor importancia la participación consiente y activa de todos los católicos que harán presencia en templos y otros lugares de celebración. Por fortuna, hoy en día este tipo de participación es más notoria en todos los niveles de la vida eclesial. Sin embargo, no está de más insistir en la conveniencia de aproximarse a los días santos habiendo realizado la confesión sacramental. De igual manera, de instruirse previamente para que se pueda obtener un mayor fruto de cada una de las celebraciones litúrgicas, que son abundantes en estos días. Una persona bautizada que realice todo el itinerario litúrgico y de actos piadosos que la Iglesia ofrece en la Semana Mayor podrá obtener mucho fruto para su vida espiritual y para su propia conversión. Conviene insistir, como se hace desde hace varios años en la Iglesia, en la importancia de que cada bautizado se preocupe por celebrar cristianamente estas fiestas de la Pascua y los días que la preceden. El “gran enemigo” hoy en día es el carácter absolutamente disoluto y vacacional que ha transformado unos días santos en simples días de recreación. Colombia tiene el privilegio de que no hay municipios sin parroquias y que en prácticamente toda la geografía nacional hay sacerdotes llevando las celebraciones de la fe. En el lugar que se encuentre un creyente comprometido puede contar con que la Iglesia le ofrecerá las celebraciones principales de su fe. Ojalá los fieles correspondan al esfuerzo que el clero hace en estos días por llevarle los misterios santos. Finalmente, celebrar bien la Semana Mayor y participar con gozo de este momento eclesial, ayuda mucho a mantener viva la fe, a consolidar la identidad de cada creyente y a darle a la sociedad colombiana, siempre agitada y polarizada, unos momentos de reposo, reflexión y fraternidad que están haciendo mucha falta. Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones Fuente: Dirección El Catolicismo

Mié 30 Mar 2022

Diplomado: Administración y Gestión de la Radio Comunitaria

La Asociación de Emisoras en Red de Antioquia (ASENRED), de la cual es miembro la Diócesis de Sonsón - Rionegro, ofrece el Diplomado: Administración y Gestión de la Radio Comunitaria. Se trata según lo manifiestan sus organizadores, de un proceso de formación donde se facilitarán herramientas que permitan luego adelantar una tarea de reingeniería en las emisoras, tales como: "Planeación estratégica y la consolidación de servicios y productos mediante la construcción de planes de negocio y mecanismos de gestión, que consoliden la Emisora Comunitaria". El diplomado tendrá una duración de 120 horas y está dividido en 6 módulos, cada uno de 20 horas. Se realizará en sesiones sincrónicas y asincrónicas, con el acompañamiento de uno o varios expertos en cada módulo. MÓDULO 1: Marco Normativo de la Radio Comunitaria MÓDULO 2: Contratación MÓDULO 3: Aspectos Jurídicos, Financieros y Fiscales de las ESAL MÓDULO 4: Planeación Estratégica de la Empresa Radial MÓDULO 5: Formulación y Gestión de Proyectos MÓDULO 6: Mercadeo Costos Los interesados deberán hacer una inversión de $ 200.000.oo Inscripciones El proceso de inscripción es individual y se deberá realiza a través del siguiente link https://asenred.q10.com/Preinscripcion o digitando en el navegador de su preferencia la siguiente dirección electrónica: asenred.q10.com/Preinscripcion [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar más INFORMACIÓN[/icon]

Jue 17 Mar 2022

Obispos peregrinan a Arauca y expresan solidaridad con la Iglesia y sus comunidades

Entre el 14 y el 16 de marzo, se reunieron en la Diócesis de Arauca los obispos que conforman la provincia eclesiástica de Nueva Pamplona. El propósito de la visita fue manifestar el apoyo y cercanía al obispo de esta jurisdicción, monseñor Jaime Cristóbal Abril González, a la Iglesia y la comunidad en general de este territorio, que viene siendo golpeada por la violencia. Monseñor Jorge Alberto Ossa, arzobispo de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona, expresó que esta visita manifiesta la cercanía, fraternidad y compromiso por la paz, que Iglesia tiene para con el pueblo araucano que sufre el flagelo de la violencia. “La provincia eclesiástica de Nueva Pamplona fue a visitar al hermano obispo, Jaime Cristóbal Abril González, para expresarle nuestra fraternidad, nuestra unión en la Iglesia de hermanos en el episcopado, nuestra oración y ferviente compromiso por la paz, para que él y el pueblo de Arauca sientan que la Iglesia es una familia, que cuando un miembro sufre, sufre con él y que cuando está alegre, celebra con él”, afirmó el prelado. Con el fin de acompañar y visitar a las comunidades, los obispos hicieron un itinerario por los municipios de Arauca, Tame, Fortul, Saravena y Arauquita. Haciendo presencia en el Santuario Mariano Diocesano «La Negrita de la Cordillera, del Piedemonte y la Sabana», donde realizaron el Santo Rosario por la paz; además durante el trayecto estuvieron en las parroquias de Nuestra Señora de la Asunción en Tame, Nuestra Señora del Carmen de la Esmeralda, en Fortul y San Lorenzo de Arauquita, en Aruauquita; Finalmente hicieron un recorrido por el sector del dique del río Arauca, y visitaron los albergues de migrantes (SEDAMI) que tiene la pastoral social diocesana. Este peregrinaje estuvo acompañado con la réplica de la conocida “Cruz de la Paz” que reviste gran valor, pues representa los 60 años de hermandad entre la diócesis alemana de Aquisgrán (Aachen) y la Iglesia Colombiana. Esta Cruz tiene una particular importancia social e histórica porque está asociada a peregrinaciones y actividades que han contribuido a consolidar la paz en Aquisgrán, amenazada por la violencia y la guerra. En este contexto dijo el arzobispo de Nueva Pamplona: “Queremos con este signo de la Cruz, expresar allí, que el Señor sigue cargando con el dolor y el sufrimiento del pueblo araucano y de Colombia (…) Nosotros les expresamos esa íntima unión y les decimos que el Señor está allí y sigue cargando con nuestras debilidades y flaquezas, pero que nos llama a que nos dejemos reconciliar con él y con el hermano”. El prelado advirtió que esta visita fue un peregrinaje para orar y suplicar la paz de estos territorios, “no es una manifestación, ni reclamos de acuerdos, sino un compromiso porque en primer lugar la paz es un don de Dios y en segundo, un compromiso del cristiano”. Obispo de Arauca agradece gesto de cercanía de sus hermanos en el episcopado Por su parte, monseñor Jaime Cristóbal Abril González, obispo de la Diócesis de Arauca calificó esta visita de los obispos como un signo de esperanza y fraternidad para alcanzar la paz en esta región tan golpeada. Expresó su agradecimiento hacia sus hermanos obispos, el clero, religiosas y fieles que hicieron posible el desarrollo de esta peregrinación. “Fue una visita muy significativa, muy especial, de fraternidad, de cercanía y un testimonio, desde la unidad en la fe, de oración por la paz. Fue una expresión de solidaridad para con todas las personas que, de manera particular, a lo largo de este año 2022 han tenido que sufrir a causa de la violencia”. Agregó que, “ojalá estos signos nos sigan uniendo como realidad de provincia y nos sigan impulsando en nuestra labor evangelizadora”, por lo que pidió de manera especial la intercesión de María Santísima, en la advocación de la Negrita de la Cordillera del Piedemonte y La Sabana; de Santa Bárbara, patrona de Arauca; y del beato mártir, Jesús Emilio Jaramillo Monsalve. Finalmente, observó que es su deseo y el del pueblo araucano, que este gesto de solidaridad, sea un “testimonio del llamado a aquellas organizaciones violentas para que ojalá cesen su accionar, se permitan el respeto del Derecho Internacional Humanitario, que obviamente, parte del respeto a la vida y a la dignidad de toda persona. El llamado es a buscar caminos realmente de reconciliación y de paz entre todos”, puntualizó. Asistieron a esta reunión los señores obispos de la provincia eclesiástica de Nueva Pamplona: monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona; monseñor José Libardo Garcés Monsalve obispo de Cúcuta; y monseñor Israel Bravo Cortés, obispo de Tibú. Les acompañó espiritualmente monseñor Luis Gabriel Ramírez Díaz, obispo de Ocaña, quien por dificultades de desplazamiento no pudo asistir a la reunión.

Jue 10 Mar 2022

A ejercer la democracia

Ha llegado el momento para que los colombianos elijan a las personas que los representarán en el congreso de la República. Como representantes a la cámara o como senadores. Las circunstancias políticas actuales, tanto a nivel interno como externo, ameritan que los ciudadanos se tomen muy en serio su derecho y deber a votar y escoger libremente a quienes consideren lo pueden hacer de la mejor manera posible. No es suficiente la crítica feroz que suele darse en torno al Congreso. En todo caso, este cuerpo colegiado es el origen de las leyes de las República y no es sabio desentenderse de su composición. Además, tiene la tarea de ser como el garante de la democracia en nuestra nación, y todos los analistas coinciden en señalar que ésta se encuentra bajo asedio en el mundo entero. Vale la pena destacar que la democracia colombiana, aun siendo bastante imperfecta, permite tanto las campañas como la libre elección por parte de los nacionales. Debates, concentraciones, foros, publicidad, publicaciones políticas, todo esto que ahora es tan visible, es signo de que tenemos una democracia palpitante y que abarca a la mayoría del territorio del país. Todo lo que conllevan las campañas políticas es un buen indicador de que en Colombia hay gusto por la democracia y que hoy, prácticamente nadie, está dispuesto a ser gobernado a nivel local o nacional, sin ser antes escuchado y tenido en cuenta. De la misma manera, desde aquí debe nacer la capacidad de reconocer a quienes triunfan y la de darle espacio a las llamadas oposiciones, las cuales finalmente sirven para controlar posibles desmanes de las mayorías. Y no está de más que el ciudadano se haga consiente de lo importante que es su presencia en las urnas para dar paso a personas que realmente merezcan por méritos e integridad realizar la tarea legislativa de la nación. Y, al mismo tiempo, cerrar el paso a quienes han hecho de la política un negocio, un nido de corrupción sin límites, una actividad hereditaria, una toma del poder para su propio provecho. Hoy, cada persona mayor de edad llamada a elegir cuenta con muchos medios para informarse verazmente de los programas de los candidatos a senado y cámara, lo mismo que de su probidad ética para aspirar a ocupar una curul. Se requiere una ciudadanía cada vez más activa en este sentido o de lo contrario sus quejas caerán en el vacío o se le devolverán al no participar debida y cuidadosamente en la contienda electoral. ¡Cuánto mal hace cada voto cambiado por un tamal, un mercado o unas tejas! Mucho más de lo que el “beneficiario” pudiera imaginarse. La Iglesia, en su largo deambular por la historia, ha realizado su misión bajo todo tipo de modos de gobiernos y ninguno le es desconocido y tampoco absoluto. En medio de la limitación de cada uno de ellos, sin embargo, ha visto en la democracia un modelo político que abre muchas posibilidades a todos los ciudadanos, cuando funciona bien. Y por eso mismo la Iglesia anima, como ya lo han hecho recientemente los obispos católicos de Colombia, a que todos los bautizados y a todas las personas de buena voluntad se conviertan en verdaderos actores políticos de su propia vida, de sus familias y de toda la sociedad. Hay campo para ello y es necesario aprovecharlo para que no sea ocupado indebidamente por nadie. Y la Iglesia también conoce los dolores y despojos del autoritarismo y de las dictaduras y por eso los desaconseja de plano. Que cada colombiana y cada colombiano manifiesten su amor a la patria haciéndose verdaderos actores de la democracia, con el voto libre e informado. No es poco lo que está en juego y a todas luces está claro que se requieren mujeres y hombres nuevos, íntegros y capaces, para darle más impulso al progreso de Colombia. En la actualidad, más que el miedo, lo que debe mover a la ciudadanía es un sueño de construcción del bien común, de la convivencia pacífica y de la justicia social extendida hasta el último rincón de Colombia. Y de la protección de la libertad. Imposible ser pasivo en esta hora crucial de la nación. Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones Fuente:Dirección El Catolicismo