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Iglesia

Mié 21 Abr 2021

Arquidiócesis de Bogotá: "Acción y Participación de los Fieles- APF"

Con el fin de seguir dando marcha al trabajo pastoral y fortalecer las diferentes obras sociales, educativas, asistenciales, así como el sustento de las 300 parroquias en Bogotá, esta Iglesia particular ha tomado la iniciativa de crear la oficina de "Acción y Participación de los Fieles- APF". Según lo indica un comunicado emitido por la Arquidiócesis de Bogotá, esta oficina se encargará de la “consecución de recursos, la identificación de necesidades, diversificación de acciones y el fortalecimiento de fuentes de ingresos”. Para lograr este objetivo, señalan que trabajarán en la gestión con organizaciones privadas, agencias nacionales e internacionales, públicas y privadas; así como también animarán la participación de la comunidad católica y donantes a través de los medios digitales. Serán tres los pilares que marquen esta tarea: alianzas y cooperación; camino, verdad y vida, y plataforma de crowdfunding. Alianzas y cooperación: Busca y promueve la participación de las empresas, entidades, agencias nacionales e internacionales, públicas y privadas, para la atención de las grandes necesidades de la población del territorio arquidiocesano. Camino, verdad y vida: Se trata de fomentar la participación de los fieles en las distintas acciones de la Iglesia a través de campañas de donación y fidelización de los donantes. Así mismo, busca que las personas se comprometan con alguno de los tres componentes del programa donde se encuentran identificadas y clasificadas las obras de la Arquidiócesis de Bogotá según sus objetivos, como: evangelizar (camino), educar (verdad) y servir (vida). Plataforma de crowdfunding: A través de esta plataforma de recaudación de fondos alojada en la página web de Camino, Verdad y Vida, se visibilizará las necesidades puntuales de las obras sociales de esta Iglesia particular. “Porque la fe es acción” Este será el lema que marque el caminar de APF, “de esta manera nos invita a plasmar en obras nuestra fe, es un llamado a la acción”. Frente a esta iniciativa la Iglesia arquidiocesana exhorta a todos los fieles y personas de buen corazón para que se vinculen con esta noble causa. Para ampliar esta información los interesados podrán ingresar al sitio web https://accionyparticipacion.org/

Mar 20 Abr 2021

Vaticano anima a los artistas a seguir regalando sonrisas

En el XI Día Mundial del Circo, que se celebra cada año el tercer sábado de abril, el cardenal Peter K.A. Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, a través de una comunicación escrita, pidió a los artistas circenses del mundo que, a pesar de las adversidades generadas por la pandemia, no paren de hacer sonreír a los niños y ancianos que sufren. "Pido a los circenses de todas las latitudes que tanto están sufriendo en esta pandemia que lleven el circo, cuanto antes, a los lugares donde sufren los niños y los ancianos: los abuelos y los nietos, que son los espectadores más frecuentes bajo el “chapiteau” (carpa), han sido los que han pagado un precio muy alto y tienen tanta sed como los circenses de una explosión de pura alegría como la que puede dar el circo. Y también los que cuidan tanto su salud necesitan el bálsamo de la risa". afirmó. El prelado, quien a través de este dicasterio se encarga del acompañamiento pastoral de los itinerantes y de todos los cirqueros, lamentó la actual situación que sufren los artistas. "La prolongación de la situación de emergencia y de las medidas para evitar aglomeraciones, amenazaron la industria del circo, así como la existencia misma de estas empresas, a menudo familiares, que tuvieron que endeudarse a la espera de tiempos mejores". Al recordar que esta tarea del circo nació en Europa hace más de 250 años, pidió el apoyo financiero por parte de la Unión Europea y de cada país, asegurando que "están llamados a proteger a los más débiles, así como a los sectores más vulnerables de la economía". [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 19 Abr 2021

Hacia una reforma tributaria más humana que técnica

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona” (Benedicto XVI. Caritas in veritate, 45). En la discusión que se ha abierto en Colombia respecto de la propuesta de la reforma tributaria que ha sido entregada para su estudio y aprobación al Congreso, son muchos los decires en particular sobre el borrador del articulado. Es muy común escuchar que en lo que tiene que ver con la elaboración de las leyes, muchas veces llevan al horno una torta de manzana, y sale un pan. Esto para decir, que en la mayoría de las veces, los borradores borradores son y casi siempre se modifican sustancialmente. Esto quiere decir que, en el caso que nos ocupa de la reforma tributaria, no sobra conocer las propuestas y articulados, pues en sana discusión puede ayudar a los legisladores a mejorarlos, adicionarles otros o eliminarlos y por qué no, a descubrir la oportunidad o no de una decisión. Con esta reflexión no pretendo aproximarme a los artículos y propuestas de reforma, sino al espíritu que ha de animar la realización de la misma, pues si el espíritu está en el vía correcta, sin duda que el resultado será, de pronto no perfecto, pero sí más justo. Un aspecto, que es el que quisiera respetuosamente abordar, es el que tiene que ver con los agentes de la ley, los legisladores y los ciudadanos en general que a través de ellos tienen su representatividad. ¡Cuánto me gustaría que estas reflexiones lleguen a quienes tienen en sus manos el deber de legislar no solo los asuntos pertinentes a la reforma tributaria, sino también en los múltiples aspectos de la vida en Colombia! Como Obispo católico, ¡cuánto quisiera que la luz el Espíritu Santo los ilumine y les ayude a entender la grandeza de su misión! Si lo hacen todos, no importa el grupo político o ideológico al que pertenezcan, podrán poner por obra la principal motivación de la política: el bien común, el bien de la persona y el desarrollo integral de nuestros pueblos. La Doctrina Social de la Iglesia, que aplica de especial manera el mandamiento del amor al prójimo desde lo social, trae un innumerable acopio de reflexiones, mensajes y exhortaciones para que los hombres y mujeres de buena voluntad tomemos conciencia del papel de ser constructores de la gran familia humana. Algunas de sus afirmaciones pueden parecer fuertes y lo son, pues pretenden hacer despertar la conciencia de muchos que nos hemos venido acostumbrando a un estilo de vida sin Dios y sin ley. La Iglesia ha sido abanderada de la defensa de los más débiles, de los pobres. Realiza con valentía la denuncia de la violación de los derechos y la dignidad de los que no tienen voz. Por eso en este acervo de labor profética, la dimensión económica no ha estado ausente en la evangelización. El papa Benedicto XVI regaló a la humanidad la magnífica encíclica Caritas in veritate, en el 2009, sobre el desarrollo humano integral en la caridad y la verdad. Quiso invitarnos a reflexionar entorno de la magistral encíclica Populorum progressio de Pablo VI, que cumplía 40 años de su publicación, la que presenta como la Rerum Novarum de la época contemporánea, ésta última, de León XIII sobre la cuestión social en la época de la industrialización. Partiendo de la afirmación sobre la impostergable necesidad de asumir los parámetros éticos en la implementación de las leyes, quise proponer primeramente la dimensión ética y humana en la aproximación a la economía, pues una economía que no sea de por sí humana, solo conduce a la esclavitud y a la explotación del otro. Ahora bien, la necesidad de hacer una reforma tributaria, que tiene suficientes argumentos para su realización y que nadie puede negar, como la crisis fiscal y económica de todos los sectores de la población por causa, por un lado de la pandemia, pero también por la corrupción tan alarmante que parece como un cáncer que derrumba los fundamentos relacionales de los ciudadanos y las instituciones, se va volviendo cada vez más apremiante. Así las cosas, una reforma como la propuesta y las que vengan, no puede tener la motivación de solucionar solo los problemas de hoy, a manera de bomberos que aparecen para apagar el fuego, sino que tiene el deber que mirar al futuro. La mirada no puede ser de corto plazo, ha de ser también amplia, con la que se busque asegurar el presente y el futuro de la sociedad. Un aspecto clave también para los legisladores, que sin duda es de difícil compaginación, es combinar la respuesta a los dramáticos problemas actuales como el desempleo, la poca capacidad adquisitiva de las familias, la falta de vivienda digna, el hambre, la violencia en todas sus manifestaciones y un largo etcétera, con asentar las bases duraderas que permitan un futuro tranquilo. Las presiones e intereses seguramente son innumerables y requerirá por parte de todos serenidad, estudio y compromiso. Como esto es trabajo de todos, y todos deberemos ser responsables de todo y de todos, el papa Benedicto plantea una cuestión que en Colombia ha cogido una fuerza descomunal. Veamos: “En la actualidad, muchos pretenden pensar que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos. Piensan que son solo titulares de derechos y con frecuencia cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno…. La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético en cuya verdad se insertan también los derechos y así dejan de ser arbitrarios” (CI, 43). Es también común escuchar que “a nadie le gusta que le toquen el bolsillo”. Esto es, que pocos están dispuestos a aportar de lo que es propio para el beneficio común de los demás. Cierto es que las cargas impositivas que tenemos los colombianos son enormes, pero tampoco se puede negar que cuando se da primacía a los derechos individuales, se va opacando poco a poco la dimensión solidaria del ser humano, para dar espacio al egoísmo simple de quien se cree en el derecho solitario de defender sus propios derechos. Cuando en un expendio de cualquier cosa el vendedor pregunta al cliente ¿necesita la factura?, ¿qué hay detrás de esta pregunta? Dicen los expertos que si en realidad todos en Colombia pagáramos como debe ser los impuestos y fuéramos responsables con las obligaciones frente al fisco nacional, no sería necesaria ninguna reforma tributaria y hasta sobraría dinero…. La ética de una economía verdaderamente humana, parte del reto que es necesario recuperar cada vez más la responsabilidad de la ciudadanía, las implicaciones del ciudadano que tiene sentido de pertenencia a su comunidad, a su ciudad, a su región, a su país, al mundo. Limitar los derechos a un asunto personal, lleva también a una esclavitud que solo conduce a la propia y solidaria autodestrucción. De nuevo es necesario decir que todos somos responsables de todos. Así, afirmar tajantemente que esto de la economía y de la reforma tributaria le toca solo al Estado, es una verdad parcial, porque si bien al Estado -estructura- le corresponde liderar, coordinar, ejecutar y administrar la dinámica fiscal del país, los primeros que también debemos participar responsablemente en esta gestión somos los ciudadanos como aportantes y veedores de la misma. Es una realidad innegable que sin Estado no hay sociedad, pero ¿cómo tener un Estado que no ahogue, limite o clasifique la sociedad o al menos a una parte de ella? ¿Cómo garantizar la transparencia en el uso de los recursos que los ciudadanos entregan al Estado? Una pregunta, de no poca monta es necesario plantear: ¿a qué sociedad sirve el Estado? ¿Cuál es su tamaño y cómo está distribuida social y económicamente? ¿Cómo se debería hacer una caracterización de la sociedad que vaya más allá de las estadísticas y encuestas? Y por último, ¿cómo hacer para que efectivamente todos contribuyamos de manera equitativa y proporcional al desarrollo integral de Colombia? Como ayuda respetuosa para los legisladores que tienen en sus manos la tarea de analizar y llevar a cabo la posible reforma tributaria, traigo nuevamente al papa Benedicto XVI, quien con elocuencia y firmeza dirá: “Toda la economía y todas las finanzas, y no solo alguno sectores, en cuanto instrumentos, deben ser utilizados de manera ética para crear las condiciones adecuadas para el desarrollo del hombre y de los pueblos. Es ciertamente útil, y en alguna circunstancia indispensable, promover iniciativas financieras en las que predomine la dimensión humanitaria. Sin embargo, esto no debe hacernos olvidar que todo el sistema financiero ha de tener como meta el sostenimiento de un verdadero desarrollo… Recta intención, transparencia y búsqueda de los buenos resultados son compatibles y nunca se deben separar” (CI, 65) “Necesitamos la reforma para cumplir con los planes sociales”, dijo el señor Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla cuando explica las razones del Gobierno nacional para realizar la reforma tributaria. Aquí entramos en otra dimensión de la economía; la primera que he propuesto es el espíritu humano integral que debe regir los principios de una sana economía, ahora propongo el o los objetivos de la economía en general. Dejo que el sea Magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia el que nos ilustre con su sabiduría: “Los ingresos fiscales y el gasto público asumen una importancia económica crucial para la comunidad civil y política: el objetivo hacia el cual se debe tender es lograr una finanza pública capaz de ser instrumento de desarrollo y solidaridad. Una Hacienda pública justa, eficiente y eficaz, produce efectos virtuosos en la economía, porque logra favorecer el crecimiento de la ocupación, sostener las actividades empresariales y las iniciativas sin fines de lucro, y contribuye a acrecentar la credibilidad del Estado como garante de los sistemas de previsión y de protección social, destinados en modo particular a proteger a los más débiles". (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 355). Se dice que la pandemia ha hecho que muchos de nuestros países, en especial los de Latinoamérica, hubiéramos perdido más de 10 años de lo ganado en desarrollo y crecimiento. La pobreza extrema creció a ritmos agigantados. Por eso las palabras claves -a mi parecer- del objetivo de todo plan financiero macro son desarrollo y solidaridad. Recuperar una mejor calidad de vida y hacernos más humanos, es decir, más solidarios, tiene que ser el fin de un serio plan financiero y fiscal del Estado. No se trata solo de ser solo asistencialistas, sino ayudar al que lo necesita y poner las bases para que su pobreza sea superada. Dios quiera que “los planes sociales” de los que habla el señor Ministro de hacienda no se limiten solo a lo asistencial, sino que miren y conciban lo social como un todo en las que se fortalezcan las relaciones de cada individuo consigo mismo, entre sí y con la casa común que es la naturaleza. Finalmente, en el ejercicio de la economía personal, familiar, colectiva, estatal y ciudadana hay una serie de principios, que también podemos denominar compromisos, que hoy más que nunca toman especial vigencia. La Iglesia los ha propuesto desde siempre y los resume el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 355 así: La finanza pública se orienta al bien común cuando se atiene a algunos principios fundamentales: 1. el pago de impuestos como especificación del deber de solidaridad; 2. racionalidad y equidad en la imposición de los tributos; 3. rigor e integridad en la administración y en el destino de los recursos públicos. En la redistribución de los recursos, la finanza pública debe seguir los principios 1. de la solidaridad, 2. de la igualdad, 3. de la valoración de los talentos, y 4. prestar gran atención al sostenimiento de las familias, destinando a tal fin una adecuada cantidad de recursos”. Como las necesidades y expectativas de la población son tantas, la responsabilidad de los legisladores es superior. Por tanto, espero que estas reflexiones sobre el modo, el cómo y el fin de la reforma tributaria y de la economía en general que he planteado, ayuden a los legisladores y a la ciudadanía a hacer gala de la grandeza y sabiduría que en momentos de crisis han surgido siempre en nuestra querida patria. Dios nos ayude. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Sáb 17 Abr 2021

La caridad del Papa Francisco para los enfermos de COVID en Colombia

El Santo Padre Francisco en un gesto de caridad y afecto hacia Colombia ha hecho llegar por medio de la Nunciatura Apostólica material médico y quirúrgico para la atención de los enfermos de COVID-19. Se trata de cuatro respiradores pulmonares (4) con toda su dotación, una buena cantidad de mascarillas KN 95, Mascarillas de protección MASK, Mascarillas de protección King Mask JR 7001 y 200 gafas de protección. Este material ha llegado a la Nunciatura Apostólica en Colombia, el representante del Santo Padre, monseñor Luis Mariano Montemayor, como Nuncio Apostólico ha hecho todo lo necesario para enviar estos dones a una zona con gran necesidad en Colombia, para la atención de personas necesitadas en el campo médico. Con la ayuda de la Fuerza Aérea de Colombiana y con la colaboración del Obispado Castrense de Colombia, este material ha sido entregado al Obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, para los centros de atención hospitalaria en la ciudad de Quibdó (Hospital “San Francisco de Asis” y la Clínica “Santiago”) que atienden el Departamento del Chocó. Con este gesto de caridad, el Santo Padre Francisco quiere acompañar y ayudar a las personas que se encuentran en dificultades médicas, ocasionadas por la pandemia. Se une este gesto a la continua solicitud del Papa Francisco por Colombia en muchos campos, expresando su solicitud por todas las Iglesias y se suma esta donación a la de otros respiradores que en varias ocasiones han sido entregados durante este tiempo a Colombia por el Papa. Respondamos a este gesto de caridad del Santo Padre, con nuestro afecto y oración por el Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro. Fuente: Oficina de comunicaciones Obispado Castrense de Colombia

Vie 16 Abr 2021

Abierta convocatoria para el VII Salón BAT de Arte Popular

Una de las tantas tareas de la Iglesia católica es evangelizar a través del arte. Por esta razón, el Departamento de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) apoya, una vez más, a la Fundación BAT que avanza en la convocatoria, hasta el 14 de julio, del VII Salón BAT de Arte Popular con el tema: “Colombia y el Medio Ambiente”. “Esta es una gran oportunidad para que los artistas empíricos del país, aquellos que no cuentan con una carrera en artes plásticas, muchos de ellos cercanos a nuestras parroquias, aprovechen esta convocatoria y se inscriban. Así, tantos artistas populares podrán salir del anonimato y presentar sus obras públicamente, lo cual es muy importante para enriquecer el espíritu y fortalecer el talento de todo artista”, dijo el padre Jaime Alberto Marenco, director de comunicaciones de la CEC. Durante el evento de presentación del VII Salón BAT, que se realizó en el Museo Histórico de la ciudad de Cartagena, Ana María Delgado Botero, gerente del Salón de Arte Popular, afirmó que con este proyecto se busca consolidar un espacio para que los artistas autodidactas de los distintos rincones del país puedan obtener un merecido reconocimiento a su labor. La directiva de la Fundación BAT, al invitar a los artistas para que se inscriban y participen, también informó que una de las novedades de este VII Salón es la apertura de un premio en la categoría del arte urbano responsable, creado en conjunto con la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, donde se premiará la mejor propuesta mural o grafiti responsable. En esta séptima versión del Salón BAT se brinda un homenaje especial al artista magangueleño Eduardo Butrón Hodwalker, quien estuvo presente en el evento ianugural y aseguró que esta es “una oportunidad muy importante para que los artistas empíricos se hagan presentes en este salón con sus creaciones, formulando obras con materiales que sacamos del entorno y del medio ambiente y mandar un mensaje a toda Colombia sobre la importancia de mantener nuestros recursos naturales sanos y limpios”. Bases de la convocatoria La convocatoria, que se abrió el pasado 14 de abril, se extenderá hasta el 20 de julio de 2021, y las inscripciones pueden hacerse a través de la página web http://www.fundacionbat.com.co Las exposiciones regionales de selección se llevarán a cabo entre el 2021 y 2022. El Gran Salón y el evento de premiación se realizarán en 2022 y la itinerancia nacional tendrá lugar en los principales museos y centros culturales del país desde el 2022 hasta el 2024. Las exposiciones estarán acompañadas por actividades académicas y pedagógicas, producciones audiovisuales y editoriales. [icon class='fa fa-download fa-2x'] DESCARGAR BASES DE LA CONVOCATORIA[/icon] Quién es Eduardo Butrón Hodwalker Este artista popular de Magangué, Bolívar, resultó ganador del primer premio del VI Salón BAT de Arte Popular con la obra ‘Una mirada desde lo rural’, de acuerdo con el jurado, por la transformación del espacio urbano de Magangué, un municipio que ha sido afectado por los problemas ambientales, el conflicto armado y la delincuencia. Eduardo Butrón lleva más de 25 años recorriendo las orillas del río Magdalena, recogiendo todo tipo de desechos, trasmitiendo con su obra conceptos que van más allá de las formas y colores y haciendo un llamado a la sociedad sobre la urgencia y la responsabilidad de preservar el medio ambiente, convirtiendo las basuras que recoge de las laderas en obras de arte que representen sus raíces, cotidianidad y vivencias culturales. Qué es el Salón BAT Es una plataforma única en su género en Colombia, se inició en el año 2004 y a lo largo de sus seis ediciones se ha constituido como una iniciativa de impacto nacional que promueve el emprendimiento y, fortalece la interacción del público con el arte empírico a través de exposiciones, actividades académicas y pedagógicas, producciones audiovisuales y actividades en ambientes virtuales que fomentan la creatividad y propician la comercialización del arte popular, contribuyendo al desarrollo social y económico del país.

Vie 16 Abr 2021

La voz del Pastor | 18 de abril de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24,35-48

Vie 16 Abr 2021

Mirar con atención para tomar conciencia

Por: Omar de Jesús Mejía Giraldo - En nombre de la Iglesia, “pueblo de Dios”, doy un saludo cordial y fraterno a ustedes estimados sacerdotes. Gracias por su entrega generosa en bien de los fieles de esta cada Iglesia particular. Gracias por su amor y servicio a Dios y a la Iglesia. Dios recompense sus esfuerzos, fatigas y desgaste cotidiano en bien del Reino de Dios. Permítanme, estimados padres, comenzar mi reflexión haciendo referencia a San Ignacio de Loyola, quien sintetiza la vida del cristiano en dos palabras: Amar y servir. Esta, por antonomasia, es la vida de un sacerdote: amar y servir. Esta es nuestra tarea, nuestra misión, nuestro énfasis: amar y servir. Cuando a un sacerdote le dan un cargo “importante”, según el mundo, nos preguntan, ¿y cuáles son sus pergaminos?, nuestra única respuesta es: “Mis pergaminos son: amar y servir”. Estimados padres, nuestra tarea no es fácil, pero tampoco es tarea del otro mundo. Para cumplir con decisión y fidelidad nuestra bonita misión, necesitamos sí, del poder y de la gracia de Dios. Si no es de la mano de Dios, nuestro “oficio”, se vuelve tedioso, aburrido y aburridor. Recordemos aquella bonita sentencia que el arcángel le dice a María: “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1, 37). Mis queridos sacerdotes, con Dios todo ha sido posible. Con Dios todo podrá seguir siendo posible. Eso sí, por favor, les pido que no aflojemos, que estemos pegados de la mano de Él. “Creamos en la gracia de estado”. Todos por el bautismo, la confirmación y el Sacramento del Orden hemos recibido la luz y el poder del Espíritu Santo. En este saludo y encuentro de Pascua sacerdotal, estimados padres, permítanme compartir con ustedes una bonita frase que me encontré de San Agustín en el Oficio de lectura del miércoles Santo y que me ha servido como punto de partida en mi oración personal y para la siguiente reflexión, dice el santo: “Mirar con atención lo que nos ponen delate, equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don”. Mis queridos padres, seguramente que todos hemos predicado muchísimo diciendo que “todo es un don”, ¿creemos de verdad esta preciosa sentencia? La vida es precisamente un don, el don por excelencia, la vida nos es dada. La vida es un regalo. Es pura misericordia divina. ¿Qué es aquello que tenemos qué no hayamos recibido? Todo nos ha sido dado. Dios, la vida, la naturaleza, los amigos, los maestros…, todo nos ha sido dado. Todos los días, si los vivimos anclados en el presente, descubrimos que somos sorprendidos por regalos maravillosos que se dan en cada instante vital de nuestro ser sacerdotal. Uno de los grandes pecados de la modernidad es la falta de atención. Hoy somos muy desatentos, descuidados y despreocupados… Mirar la vida con atención es descubrir que todo es un don, aun el mismo sufrimiento; pensemos por ejemplo en la pandemia. Esta nos ha enseñado que debemos mirar con mayor atención la vida, la salud, la familia, los amigos, la muerte, todo… La pandemia nos ha servido como una gran pedagoga que nos grita a los oídos: “Miren con mayor atención su propia grandeza, la grandeza del otro y la grandeza de la creación”. Y cómo me estoy dirigiendo a sacerdotes, estimados padres, los invito a mirar con atención la grandeza de nuestro sacerdocio. ¿Quién de nosotros se inventó a sí mismo como sacerdote? Somos lo que somos por gracia de Dios y por confianza de la Iglesia. Soy lo que soy, sacerdote, por pura y absoluta gratuidad divina. El sacerdocio se me ha dado por mediación de la Iglesia. Soy lo que soy, por la oración de mi familia y la intercesión de mi comunidad. Mi estimado sacerdote, cuando tengo delante de mí una hostia y un poco de vino para ser consagrados, y por gracia, convertirlos en cuerpo y sangre de Cristo, debo admirar el don que Dios me ha regalado. Cuando absuelvo a un penitente o soy absuelto de mis pecados, debo mirar con atención lo que hago, para caer de rodillas admirado por el don que Dios me ha concedido. Hago lo que hago con su poder y en su nombre… Mirar con atención crea gratitud, admiración, luminosidad… Mirar con atención crea respeto y responsabilidad. Otro de los pecados graves de la modernidad es la superficialidad y nosotros no somos inmunes a este flagelo. Este pecado nos hace ser rutinarios y autómatas; además, nos pone en el mundo de la velocidad vertiginosa y desesperada por adquirir cosas y esto no nos permite mirar con atención los detalles más simples y sencillos de la vida. La plenitud del amor está en saber poner atención. Mirar con atención lo que nos ponen frente es un gran gesto de amor. Sin amor no hay atención, sin atención no hay amor. “Quien vive movido por la fuerza interior del amor, atiende a todo el mundo, pero también, atiende a cada uno según sus necesidades y posibilidades” (Frances Torralba). Quien vive movido por el amor, mira con atención lo que hace en el momento que lo hace. El amor centra. Como sacerdotes, debemos mirar con atención lo que somos y hacemos. Mirar con atención nuestra parroquia, nuestros fieles, la familia, la comida, el espacio en el cual vivimos… Padres, para mirar con atención debemos ser más reflexivos y para ser más reflexivos, es urgente incrementar la cultura del silencio. Si no hay silencio no hay atención, y si no hay atención, no hay contemplación del don. Sin atención no se toma conciencia del don que somos para sí mismos y para los demás. La cultura del silencio es un gran antídoto contra la superficialidad. Otra de las grandes fragilidades del momento histórico que vivimos es el de la velocidad. La prisa, los afanes por producir y dar resultados no nos permiten tener tiempo para la meditación y el silencio. Démonos como tarea, entre nosotros como presbiterio, incrementar la cultura del silencio e impulsarla en nuestros fieles. Esto nos ayudará a mirar con mayor atención nuestra fe y tomar conciencia de la grandeza de este gran don. Señor, ¡Tú en mí y yo en ti, somos una sola cosa! + Omar de Jesús Mejía Giraldo Arzobispo de Florencia

Vie 16 Abr 2021

Cursos de comunicación digital y tradicional para evangelizar

La pandemia nos ha llevado a buscar nuevas formas de comunicación para seguir anunciando el Evangelio. Por ello, la Arquidiócesis de Bogotá en alianza con Unimonserrate, ofrecen los cursos certificados con opción de Diplomado en Comunicación para Evangelizar. Estos cursos iniciarán el 20 de abril y pretenden brindar herramientas para fortalecer la comunicación en las parroquias, comunidades y demás ambientes eclesiales, presentando estrategias para la comunicación en redes sociales, páginas web, plataformas digitales y en el ámbito tradicional u offline, logrando así una mayor incidencia a través de las TIC´S. Completando cuatro cursos se podrá obtener la certificación de Diplomado por la Unimonserrate. Los cursos sugeridos son: * Fundamentos de la comunicación para la evangelización. * Evangelización online y offline. * De la evangelización tradicional a la evangelización digital. * Estrategias 360° para la Evangelización. * Redes sociales para evangelizar. Cada uno de estos módulos, se cursará en cinco semanas, se tendrá comunicación virtual con el tutor dos veces por semana y se recibirá la certificación en habilidades comunicativas para la evangelización. Cada curso tiene un costo de $75.000 pesos, en caso de tomar todo el diplomado el costo es de $280.000 pesos. La inscripción podrá realizarse en el siguiente ENLACE: