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Iglesia

Mar 13 Abr 2021

Unidos en oración por el aniversario episcopal del presidente de la CEC

Los obispos de Colombia expresan un saludo especial a monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal (CEC), por su 25 aniversario de ordenación episcopal y le agradecen por su servicio fiel a la Iglesia. Asimismo, aradecen a Dios por el fecundo ministerio de monseñor Urbina, siempre manifestado en el servicio a las comunidades de las jurisdicciones que lo han tenido como pastor, así como en la presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia. Monseñor Oscar Urbina, nacido en la vereda El Peñón, del municipio de Arboledas, en Norte de Santander, el 13 de abril de 1947, recibió su ordenación presbiteral el 30 de noviembre de 1973, de manos del Cardenal Aníbal Muñoz Duque. Cinco años después (1978) fue enviado a Roma a realizar la Licenciatura y el Doctorado en Filosofía como alumno del Colegio Pio Latinoamericano y de la Pontificia Universidad Gregoriana. En marzo de 1996, fue nombrado por Su Santidad Juan Pablo II como Auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá y el 13 abril del mismo año recibió la ordenación episcopal. Fue también Juan Pablo II quien lo nombró, en noviembre de 1999, obispo de la Diócesis de Cúcuta. Y, más tarde, en noviembre de 2007, el Papa Benedicto XVI lo nombró Arzobispo de Villavicencio. El 5 de julio de 2017, en la 103 Asamblea Plenaria del Episcopado, fue elegido presidente de la CEC para un periodo de tres años (2017-2020), el cual se ha extendido porque la pandemia ha impedido la reunión presencial de los obispos para elegir nueva junta directiva.

Mar 13 Abr 2021

En los próximos días de pandemia: retos para la familia

Como parte de las acciones que ayudarán a animar el Año de la Familia convocado por el Santo Padre el pasado 27 de diciembre de 2020, el Departamento de Matrimonio y Familia de la Conferencia Episcopal de Colombia y la Fundación Familias Fuertes, invitan a las familias para que a partir del 14 de abril y durante 21 días, se atrevan a vivir cada día un reto como experiencia de fe y fortalecimiento al núcleo familiar. La pandemia del Covid-19 ha puesto a las familias en una situación excepcional. En muchos hogares estos espacios de confinamiento han servido para fortalecer esos lazos familiares que ya existían; pero, en otros, ha sido una carga difícil de llevar, propio de muchos factores que convergen al interior del hogar, como: la falta de diálogo, la violencia, el desempleo, entre otros. Frente a esta compleja realidad, la Iglesia busca caminos que permitan llegar y acompañar a estas familias. Por ello, propone un material radiofónico que contiene reflexiones y propuestas cortas, aplicables al bienestar de las familias y orientadas a partir de la exhortación apostólica Amoris Laetitia «La alegría del amor». Cómo participar Se ha creado la cuenta gratuita de Telegram https://t.me/FundacionFamiliasFuertes Así, desde un teléfono móvil, los interesados podrán unirse a este canal e interactuar para asumir esta gran aventura. Para mayores informes, también pueden enviar un mensaje al darle click a este enlace https://wa.me/5214622511017 donde brindan asesoría si presentan inconvenientes para ingresar.

Vie 9 Abr 2021

Obispos agradecen mensaje del Papa Francisco

Los obispos de la costa pacífica y suroccidente del país expresaron su agradecimiento al Papa Francisco por su cercanía y solidaridad, luego de recibir un mensaje del Santo Padre en el que los anima a continuar trabajando unidos en la construcción de la paz. En un video-mensaje, monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó, aseguró que “el testimonio y las enseñanzas del Santo Padre han sido fundamentales para el desarrollo de nuestra labor misionera en medio de estas comunidades que han sufrido tanto del abandono estatal como de diversos tipos de violencia”. Finalmente, monseñor Barreto imploró de Dios las luces necesarias para “continuar adelante acompañando a nuestras comunidades en la esperanza de un futuro mejor”.

Vie 9 Abr 2021

Papa Francisco se solidariza con la región del Pacífico y suroccidente de Colombia

En un mensaje a nombre del Papa Francisco, firmado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, frente al insistente llamado de los obispos del Pacífico y suroccidente del país en la búsqueda de la paz, el Pontífice condena los hechos de violencia en estos territorios y expresa su cercanía a las comunidades que padecen estos sufrimientos. La misiva, dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Óscar Urbina Ortega, indica que: "Al recibir la triste noticia de los repetidos actos de violencia que sufren los habitantes de la región del Pacífico y suroccidental de vuestro país y sabiendo del empeño de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos en la búsqueda incesante por constituir lazos de paz en la entera región, el Santo Padre reitera su firme reprobación a estos episodios de violencia y manifiesta su cercanía a las personas que están en medio de tanto sufrimiento”. Asimismo, el Secretario de Estado expresa que el Santo Padre ora de manera especial por el eterno descanso de las víctimas e invoca la maternal intercesión de la Virgen María. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 9 Abr 2021

La voz del Pastor | 11 de abril de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20,19-31

Vie 9 Abr 2021

¡Jesucristo ha resucitado! ¡Aleluya!

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - En la noche santa de la Pascua, la Palabra de Dios resonó en el sepulcro y liberó a Jesús de las garras de la muerte. “No tengan miedo; sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado” (Mt 28, 6). Este anuncio contiene toda nuestra FE, toda nuestra ESPERANZA y toda la CARIDAD, que se tiene que hacer real en nuestra vida cristiana en este tiempo en que hemos venido asumien­do las consecuencias de esta pandemia; pero, que, desde la alegría de los hijos de Dios, descubrimos la luz de la FE que da sentido a nuestra vida. Continuemos viviendo estos momentos de prueba con la valentía de ser testi­gos de Cristo y comunicando esta verdad a nuestros hermanos, sacán­dolos del sinsentido, del aburrimiento y la desesperanza. Llevemos a un mundo confundido e inquieto la maravillosa noticia que santa Teresita del Niño Je­sús repetía: “¡Todo es gracia! Existe el perdón de los pecados, existe la absolu­ción para el pecado del mundo. Cristo Resucitado es nuestra reconciliación, nuestra paz y nuestro futuro”. Jesucris­to Resucitado es nuestro futuro, Él es la única esperanza que nos da paz en todos los momentos y circunstancias de la vida. Dejemos a un lado nuestras amarguras, resentimientos y tristezas. Oremos por nuestros enemigos, perdonemos de co­razón a quien nos ha ofendido y pida­mos perdón por las ofensas que hemos hecho a nuestros hermanos. Deseemos la santidad, porque he aquí, que Dios hace nuevas todas las cosas. No tema­mos, no tengamos preocupación algu­na, estamos en las manos de Dios. La Eucaristía que vivimos con fervor, es nuestro alimento, es la esperanza y la fortaleza que nos conforta en la tribu­lación y una vez fortalecidos, queremos transmitir esa vida nueva con mucho entusiasmo a nuestros hermanos, a nuestra familia, porque ¡Jesucristo ha resucitado! ¡Aleluya! La vida del Resucitado hace que nuestro cora­zón esté pleno de gra­cia y lleno de deseos de santidad. La voluntad de Dios es que seamos san­tos, recordando que la santidad es ante todo, una gracia que proce­de de Dios. En la vida cristiana hemos de intentar acoger la santidad y hacerla realidad en nuestra vida, mediante la caridad que es el camino preferente para ser santos. El profundo deseo de Dios es que nos parezcamos a Él siendo santos. La caridad es el amor, y la san­tidad una manifestación sublime de la capacidad de amar, es la identificación con Jesucristo Resucitado. El caminar de hoy en adelante, afron­tando los momentos de prueba, lo va­mos a hacer como María al pie de la Cruz. Recordemos que toda la FE de la Iglesia quedó concentrada en el co­razón de María al pie de la Cruz. Mien­tras todos los discípulos habían huido, en la noche de la Fe, Ella siguió creyen­do en soledad y Jesús quiso que Juan estuviera también al pie de la Cruz. Lo más fácil en los momentos de prueba es huir de la realidad, pero por la gra­cia del Resucitado que está en nosotros, vamos a permanecer todo el tiempo al pie de la Cruz, ese es nuestro lugar, ese es el lugar del cristiano que se identifica con Jesucristo. En la Muerte y Resurrección de Cristo hemos sido rescatados del pecado, del poder del demonio y de la muerte eterna. La Pascua nos recuerda nuestro nacimiento sobrenatural en el Bautismo, donde fuimos constituidos hijos de Dios, y es figura y prenda de nuestra propia resurrección. Nos dice san Pablo: Dios nos ha dado vida por Cristo y nos ha resucitado con Él (Cfr. Ef 2, 6). La gran noticia de la Re­surrección del Señor es el anuncio de la Iglesia al mundo, desde la mañana de Pascua, hasta el final de los tiempos. Jesucris­to Resucitado, cambia el curso de la historia porque significa que la vida ha vencido sobre la muerte, la justicia sobre la iniqui­dad, el amor sobre el odio, el bien sobre el mal, la alegría sobre el abatimiento, la felicidad sobre el dolor y la bienaven­turanza sobre la maldición. Todo ello, porque Jesucristo Resucitado es nuestra esperanza, sobre todo en este tiempo de prueba, tormenta e incertidumbre que hemos vivido en esta pandemia; pero, con la Esperanza puesta en Él, que es nuestra fortaleza. La esperanza en la resurrección debe ser fuente de consuelo, de paz y fortaleza ante las dificultades, ante el sufrimiento físico o moral, cuando surgen las con­trariedades, los problemas familiares, cuando vivimos momentos de cruz. Un cristiano no puede vivir como aquel que ni cree, ni espera. Porque Jesu­cristo ha resucitado, nosotros creemos y esperamos en la vida eterna, en la que viviremos dichosos con Cristo y con to­dos los santos. Aspiremos a los bienes de arriba y no a los de la tierra, vivamos ya desde ahora el estilo de vida del cielo, el estilo de vida de los resucitados, es decir, una vida de piedad sincera, alimentada en la oración, en la escucha de la Palabra, en la recepción de los sacramentos, espe­cialmente la confesión y la Eucaristía, y en la vivencia gozosa de la presencia de Dios. Una vida alejada del pecado, de los odios y rencores, del egoísmo y de la mentira; una vida pacífica, honrada, austera, sobria, fraterna, edificada sobre la justicia, la misericordia, el perdón, el espíritu de servicio y la generosidad; una vida, cimentada en la alegría y en el gozo de sabernos en las manos de nues­tro Padre Dios. Procuremos llevar la alegría de la Re­surrección a la familia, a nuestros lu­gares de trabajo, a la calle, a las rela­ciones sociales. El mundo está triste e inquieto y tiene necesidad, ante todo, de la paz y de la alegría que el Señor Resucitado nos ha dejado. ¡Cuántos han encontrado el camino que lleva a Dios en el testimonio sonriente de un buen cristiano! La alegría es una enor­me ayuda en el apostolado, porque nos lleva a presentar el mensaje de Cristo de una forma amable y positiva, como hicieron los Apóstoles después de la Resurrección. Los invito a seguir en ambiente de ora­ción, de alegría pascual y gozo por la Resurrección del Señor. Que la oración pascual nos ayude a seguir a Jesús Re­sucitado con un corazón abierto a su gracia y a dar frutos de fe, esperanza y caridad para con los más necesitados. Nos ponemos en las manos de Nuestro Señor Jesucristo, que es nuestra espe­ranza y bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María y del Glorio­so patriarca san José, que nos protegen. En unión de oraciones, reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta

Vie 9 Abr 2021

“Via lucis”: para reflexionar la Resurrección de Cristo

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Liturgia, pone a disposición el “Via lucis” (Camino de la Luz), un documento con catorce estaciones para contemplar momentos destacados de los evangelios tras la Resurrección de Jesús. El “Via Lucis” constituye una práctica reciente de contemplación, reconocida oficialmente por la Iglesia católica en el directorio sobre la piedad popular y la liturgia (n.153, 17 de diciembre de 2001). [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 8 Abr 2021

La fe fruto de la resurrección de Cristo

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA o de la Divina Misericordia Abril 11 de 2021 Primera Lectura: Hch 4,32-35 Salmo: 118(117),2-4.15c-16a+17-18. 22-24 (R.1) Segunda Lectura: 1Jn 5,1-6 Evangelio: Jn 20,19-31 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En los textos litúrgicos de este segundo domingo de pascua, conocido como domingo cuasimodo o domingo de la misericordia, podemos extraer las siguientes ideas: • La paz como don de Cristo Resucitado. • El Espíritu Santo regalo Pascual de Cristo. • La fe fruto de la resurrección de Cristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el texto el santo Evangelio según San Juan, que se proclama en toda la Iglesia, encontramos en todo el desarrollo de la escena, la presentación de Cristo Resucitado a la comunidad discipular reunida con las puertas cerradas por miedo a los judíos y les saluda con la paz. Cristo se presenta y disipa los miedos que experimentan los discípulos inundándolos de paz y alegría, aunque al principio resultaba algo chocante porque no estaban preparados para este acontecimiento que era algo imposible, impensable, increíble e inimaginable, pero es la realidad. Las apariciones de Jesús, deja estupefactos, aterrorizados y asombrados a los discípulos, tanto es así que no lo podían creer, pero era la realidad que Cristo está vivo y su misma persona se les ha manifestado, que no es un fantasma, no son visiones, es Él mismo en persona y una prueba de su vivencia son sus llagas en su cuerpo, producto de los clavos y de su cruz como sumo testimonio de amor, por eso sus llagas gloriosas no desaparecen. A partir de ese momento los discípulos comenzaron a creer en la resurrección, desde ese momento no pudieron callar esta experiencia con Jesús resucitado. Gracias al testimonio de los discípulos, la iglesia sigue anunciando a todos los hombres de todo tiempo que Cristo resucitó y como regalo nos da su paz que no es del mundo, porque él es el Señor, el Salvador del mundo y Príncipe de paz, nos da la fe y el mejor don sobre el mundo, el Espíritu Santo. El Espíritu Santo regalo Pascual de Cristo, es el don más preciado de Jesús Resucitado, ya que este es donado para dar fortaleza a los discípulos para que puedan dar testimonio de él en medio del mundo sin tener miedo. El Espíritu Santo en la vida de los discípulos, tiene como misión hacerle recordar las enseñanzas de Jesús y de acompañar a los discípulos en la misión encomendada de ser comunicadores de paz, de perdonar, ser misioneros de la misericordia, en otras palabras, es hacer presente a Cristo en la Misión en la Palabra y los Sacramentos. La fe es producto del encuentro con la persona de Jesús, que es un encuentro renovador y transformador, este don recibido de parte de Cristo Resucitado se ve reflejado en la comunidad que comparte y pone sus bienes al servicio de la comunidad, como lo diría San Lucas, en su obra de los Hechos de los apóstoles, los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, todo lo ponían en común, por la fe como don o regalo es salir al encuentro de Cristo en el hermano y en la comunidad que se reúne y comparte. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Hoy quiero hacer eco a la palabra de Santo Tomás dichas el en evangelio: Señor mío y Dios mío, nos enseña a mantener una relación con Cristo resucitado en la fe y la adoración, a través la Palabra de Dios y los Sacramentos. Por último, la Palabra me invita a descubrir a Cristo como fuente de fe, paz y alegría, dejándome inundar de su alegría y gozo, dando testimonio de Él ante los hermanos que viven en tristeza, angustias y temor, que puedan sentir la presencia renovadora y transformadora de la Resurrección. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, Jesús, derrama sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que nos guie e ilumine con su luz, para que reconociendo que Tú eres fuente de fe y paz, pueda ser tu testigo en medio del mundo, tu presencia viva y actuante en la Iglesia, la palabra y los Sacramentos, alejen de nosotros todo miedo, temor y tristeza, conviértelos en alegría y gozo. Amén II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos y hermanas, en este segundo domingo de pascua seguimos inundados del gozo y de la alegría de Cristo resucitado y celebramos el día de la misericordia. Iniciemos este encuentro de fe, amor y paz. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La paz, la caridad y la fe son dones de la pascua de Cristo que regala a la Iglesia, como discípulos y apóstoles de Cristo Resucitado, tenemos como misión ser testigos de la misericordia compartiendo con todos los mismos dones recibidos de él. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: la misericordia y la fe se encuentran y nos enseñan que todo contribuye para el bien de quienes Dios ama. Como apóstoles de su Misericordia, oremos a nuestro Padre diciendo: R. Señor, de la misericordia escúchanos 1. Por la Iglesia: el Papa Francisco, los obispos, presbíteros y diáconos para que, siendo testigos de Cristo resucitado, sigan anunciando al mundo la fe y la paz. Roguemos al Señor. 2. Por nuestros gobernantes: presidente, gobernadores y alcaldes, para que se hagan partícipes de la alegría de la Resurrección y, animados e impulsados por Cristo, trabajen por el progreso de los pueblos para una vida mejor. Roguemos al Señor. 3. Por todos nosotros para que nos hagamos solidarios con los más pobres y necesitados de nuestra comunidad, ayudándoles con nuestra oración y ayuda económica. Roguemos al Señor. 4. Por nuestra comunidad parroquial para que sea impulsada por la alegría de la Resurrección Cristo, de tal modo que sean testimonio de luz ante la sociedad. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Dios, Padre compasivo y misericordioso, recibe bondadoso nuestras peticiones con las cuales también deseamos dar gloria y honra a tu Nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén