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Iglesia

Jue 25 Feb 2021

Comunidad Humana y mundo rural: Una relación necesariamente sustentada por valores éticos

El fundamento ético es inherente a la relación que la comunidad humana ha ido trabando con el territorio a lo largo del tiempo. Cuando aquel se desvanece la buena relación se trunca, originándose graves desequilibrios que no solo provocan efectos en el territorio, sino también en la propia comunidad humana. Como indica el Papa Francisco en su última encíclica, «es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia» (Fratelli tutti, 145). Esta afirmación general se encarna de muy diversas formas en el mundo y, a lo largo de la historia, ha tomado cuerpo de maneras distintas. No obstante, hay algo común en todas ellas: la permanencia de valores éticos, más o menos activados, en el quehacer humano a la hora de manejar los recursos naturales, sin los cuales, como se ha dicho, las consecuencias son claramente negativas. Convencidos de la dignidad de la persona y asumiendo la llamada a la fraternidad universal, podemos «soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos» (FT, 127). Más para alcanzar esta meta es necesario que todos tengan la voluntad de aportar, la capacidad para hacerlo y el sacrificio que comporta tal fin. Vertebro mis reflexiones en tres apartados. En el primero, se hace una rápida presentación de algunas claves que perfilan la significación de los territorios rurales en nuestro mundo actual a la luz de algunos datos ofrecidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En el segundo, se abordan los dos conceptos básicos que arman los procesos activos de uso de los recursos naturales en el mundo rural y terminan por crear organismos productores de bienes: la operatividad y la funcionalidad. En el tercero, se reflexiona sobre la necesaria condición derivada de aquella operatividad y funcionalidad: la sostenibilidad que, en otras palabras, es la expresión más evidente de un obrar ético. 1. ¿Son los territorios rurales protagonistas esenciales en nuestro mundo? La realidad de un mundo industrializado y el enorme peso de la población urbana han enmascarado esa otra realidad que, sin embargo, está ahí y, paradójicamente, resulta esencial para la primera. El mundo rural sigue siendo la pieza clave que ha hecho posible, y lo sigue haciendo, el sostenimiento de los ámbitos urbanos donde sociedades terciarizadas se afianzan y, al contrario de lo que pasa en los territorios rurales, muestran signos de evidente vitalidad. Una breve pincelada resulta suficiente para mostrar la importancia de los territorios rurales en el mundo. Lo son por el peso de las extensiones que ocupan, la población que habita en ellos, las personas que trabajan en la agricultura, ganadería y explotación forestal, y las importantes funciones que desempeñan. En efecto, según el Anuario Estadístico de la FAO de 2020, con datos referidos a los años 2017-2018, los terrazgos labrados y los prados y pastos permanentes ocupan en el mundo el 36,9% de la superficie emergida. Asia es el continente más agrario con el 53,7% de su extensión ocupada por tierras de tal condición, mientras Europa tan solo mantiene un 20,9%. Las tierras de cultivo alcanzan en el mundo los 15,6 millones de kilómetros cuadrados (km2), mientras que los prados y pastos permanentes casi duplican esa cantidad y las tierras forestales alcanzan los 40,6 millones de km2. Dicho de otra manera, algo más de dos terceras partes de la superficie emergida de la tierra tienen un recubrimiento agroforestal; es decir, tiene una potencialidad de uso agrario activada o latente. La tendencia desde el año 2000 es creciente para las tierras agrícolas, que han avanzado en unos 75 millones de hectáreas, mientras que las forestales retroceden en unos 89 millones de hectáreas. Algo más de 3.400 millones de habitantes son catalogados como población rural; es decir, están asentados en espacios rurales. Eso significa el 44,8% del censo demográfico del mundo, alcanzando el 58% en África y el 50% en Asia; mientras, en América, es del 19% y en Europa del 25,4%. La población ocupada en labores agrícolas roza los 900 millones, lo que significa el 27% de la población activa total (en el año 2000 era del 40%). África es el continente en el que el peso es mayor, con el 49,3%, mientras que en Europa es del 5,5%. Sin embargo, a pesar de ofrecer un acusado crecimiento en la aportación del sector agrario al PIB mundial entre el año 2000 y 2018, su significación es escasa (sobre el 4%). Por continentes, los contrastes son claros: en África participa del 18,8%, mientras en Europa lo hace con el 1,6%. Los sistemas rurales hacen uso del complejo tecnológico de modo muy dispar. Asia utiliza 178,4 kg de fertilizantes químicos por cada hectárea de cultivo y 3,67 kg de pesticidas/hectárea de cultivo, mientras África tan solo alcanza 25,1 kg y 0,30 kg. Por último, las emisiones provocadas por los manejos agrícolas y ganaderos se cifran en 5.410,5 millones de toneladas CO2 equivalentes y alcanzan los 10.439 millones de toneladas CO2 equivalentes, si se toma en consideración la conversión neta de bosques y las turberas degradadas. Asia es el continente con mayor participación en la generación de estas emisiones con casi la tercera parte de las mismas (1). A la luz de estos datos, se pue- de contestar con fundamento a la pregunta que encabeza este apartado. En efecto, la importancia de los territorios rurales es significativa en nuestro mundo. Ocupan una buena extensión de las tierras emergidas; albergan a una parte cuantiosa de la población mundial y en ellos trabaja un porcentaje elevado de la población activa, aunque las diferencias entre continentes son muy acusadas; la aportación al PIB mundial, sin embargo, es escasa, si bien en el seno de unos continentes su peso es mucho mayor que en otros; y, por último, la aplicación del complejo tecnológico a los sistemas productivos es muy dispar, así como el impacto generado por las emisiones, cosa a tener muy en cuenta. Ahora bien, junto al protagonismo que mantienen los territorios rurales en la hora presente, es necesario reconocer las tendencias que amenazan al mundo alejado de las grandes urbes. A menudo, la falta de servicios y oportunidades en estas zonas está produciendo una dinámica evidente de despoblación y empobrecimiento. Si no queremos ir muy lejos, se habla, con tanta razón como dolor, de la España vaciada, de la España olvidada (un fenómeno que, por cierto, no es exclusivo de nuestro país) (2). Ante ello, el reto consiste en vigorizar el sentimiento de pertenencia, ocupada favorecer el acceso a unos servicios públicos de calidad, reformar inteligentemente el sector agrario, impulsar la actividad económica, diseñar una fiscalidad apropiada a los territorios despoblados, promover la creación de créditos y avales adecuados, dar a conocer la historia y las tradiciones locales, conservar el patrimonio, reforzar la formación y la educación para coser a los jóvenes al territorio, dotar al entorno de tecnología y mejorar las comunicaciones y demás infraestructuras. Son elementos clave para ofrecer oportunidades vitales a las nuevas generaciones. Si dentro encuentran lo que desean no tendrán que buscar fuera. Hay que brindar a quienes pertenece el porvenir un presente atractivo, fecundo y sólido. Será la mejor herramienta para que puedan construir su propio destino y sean dueños de sus propios sueños. El futuro será real y aceptable para cuantos llaman suyo al mañana si existe un vínculo consistente entre persona, comunidad y territorio. De lo contrario, solo contaremos con espacios urbanos masificados y despersonalizados, por un lado, y con regiones rurales abandonadas, empobrecidas y vaciadas, por otro. El siguiente apartado ofrece algunas pistas en este sentido. 2. Los territorios rurales: una creación de la comunidad humana Desde el primer momento en que la comunidad humana se asienta sobre un territorio crea necesariamente lazos con él. Entabla una relación compleja que se manifiesta en una doble cara: la del beneficio que el hombre obtiene para hacer posible su supervivencia y la del sello que imprime en el medio al intervenir sobre él; sello que se visualiza a través del paisaje y se puede medir por los múltiples impactos ambientales producidos. La intervención humana perdura en el tiempo y termina por acrisolar una madeja de relaciones, que podríamos denominar «trabazón», hasta configurar un nuevo organismo; «un todo animado», podría llamarse, evo cando una expresión de Alexander von Humboldt (3). Esa trabazón que ha surgido implica dos acciones esenciales: la operatividad y la funcionalidad. La primera hace referencia al conjunto de técnicas utilizadas para poder transformar el recurso en producto y la segunda al beneficio mutuo que comporta, o debe comportar, para la comunidad humana y para los ecosistemas naturales. No cabe pensar que la comunidad humana y el complejo físico pudieran ser dos naturalezas contrapuestas, antagónicas, que buscan imponerse una a otra. Más bien, forman parte del mismo entramado natural con evidentes características y potencialidades diferentes. Puede que la más sobresaliente sea la responsabilidad de la comunidad humana derivada de su propia condición de libre, inteligente y dotada de ingenio que le permite ejercer un cierto dominio sobre el escenario natural en el que vive y del que se nutre. Dominio que en términos etimológicos nos hace pensar en la construcción de la casa común a la que tantas veces se refiere el Santo Padre. No se trata, obviamente, de un «dominio despótico e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas» (LS, 83), sino de labrar y cuidar la tierra: «Mientras “labrar” significa cultivar, arar o trabajar, “cuidar” significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza» (LS, 67). En efecto, la relación hombre-recurso siempre ha estado sustentada por herramientas materiales y organizativas; unas veces de cariz tradicional y otras más evolucionadas. Ellas han hecho posible el progreso y, en suma, la mejora de las condiciones de vida, no solo en el plano material, sino también en aquellos aspectos más nobles propios de la naturaleza humana, notablemente la cultura. La permeabilidad entre civilizaciones ha facilitado la penetración de esos procesos operativos, impulsados por numerosos entes internacionales, entre ellos la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con el afán de procurar un justo y equitativo desarrollo a todos los pueblos del mundo. Este loable empeño ya posee una primera manifestación del fundamento ético. No basta procurar el desarrollo mediante la enseñanza-aprendizaje de modos más eficientes de operar con los recursos, es necesario hacerlo sin anteponer los intereses propios a los de la comunidad rural que recibe aquellos y eso se llama generosidad. «La convicción del destino común de los bienes de la tierra hoy requiere que se aplique también a los países, a sus territorios y a sus posibilidades» (FT, 124). La funcionalidad del recurso natural es el primer efecto de la acción operativa desplegada por el hombre. Poner a funcionar un recurso es activar sus potencialidades para que pueda cumplir el papel encomendado. Del recurso emanan productos necesarios para la satisfacción de las necesidades de la comunidad humana, al mismo tiempo que aquel, podríamos decir, adquiere mayor plenitud. La funcionalidad del recurso, y más en concreto la del recurso natural para la agricultura, no solo implica, por tanto, la provisión de un bien, sino, sobre todo, el ennoblecimiento del propio recurso al dotarlo de «cultura» y convertirlo en una obra creada por el hombre, no pocas veces dotada incluso de valores estéticos. ¿Alguien puede pensar que la funcionalidad del recurso puede ser encomiable, fructífera y hasta engendrar belleza sin el sustento de un comportamiento ético?. En resumen, tanto la operatividad como la funcionalidad, dos procesos clave en la puesta en marcha de las potencialidades de los recursos naturales, rezuman valores éticos que se pueden concretar, por un lado, en la búsqueda de la equidad - un impacto justo en los beneficios del progreso - y, por otro, en el uso sostenible, duradero y hasta ennoblecedor de lo que ofrece el complejo físico hasta «culturizarlo» en el sentido más noble del término. Tal como recuerda el Sumo Pontífice, «hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura» (LS, 144). 3. El fundamento ético de la sostenibilidad en los territorios rurales Aquella «trabazón» operativa y funcional está sometida a continuos cambios, bien por la mejora del complejo tecnológico utilizado por el hombre, bien porque las demandas sociales se vuelven más exigentes o cambian de orientación. Ese cambio es precisamente el que le dota de vida; carácter ineludible que debe cumplir. Hace ya mucho tiempo que la condición de sostenible se ha vuelto exigible por parte de las instituciones públicas a cualquiera de las acciones que la comunidad humana emprenda en su relación con los recursos naturales; ahí están los programas diseñados a tal fin por los gobiernos y los múltiples foros internacionales que abogan por ello, entre los que descuella la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, consensuada por la comunidad internacional como plan de acción a favor del progreso de las personas y del planeta (4). No obstante, cabe decir que el interés por una conducción sostenible no es ninguna novedad, pues ahí están los manejos tradicionales de los sistemas agrarios que durante siglos supieron extraer lo necesario para la supervivencia, a la vez que cuidaron exquisitamente el recurso. La sostenibilidad ofrece una diversidad de aspectos que la hacen plural. No se puede hablar tan solo de sostenibilidad ambiental, como una acepción exclusiva y unidireccional. Más bien, el horizonte se amplía al dar entrada a las implicaciones sociales, económicas y culturales que también le son consustanciales. Es ahí donde el comportamiento ético da plenitud a la sostenibilidad al dotarla de fundamentos que hacen posible la satisfacción de los bienes necesarios y el progreso de la comunidad humana, al mismo tiempo que procuran la conservación y mantenimiento de los recursos con toda su vigorosa potencialidad para generaciones futuras. La sostenibilidad ambiental debe ser siempre una condición del obrar humano. Al manejar los recursos naturales, el hombre no toma contacto con algo ajeno a él; más bien, acoge en sus manos un recurso que, de tratarlo indebidamente, produce un daño injusto al recurso y un impacto negativo en el hombre. Por tanto, preservar la integridad del recurso se convierte en el primero de los principios éticos a no soslayar nunca. La sostenibilidad social implica tener como prioritaria «la distribución equitativa de los frutos del verdadero desarrollo», como ya señaló san Juan Pablo II (Sollicitudo Rei Socialis, 26). Sería corrupto acaparar por parte de unos pocos, aunque algunos pudieran pensar que fuera legítimo, los bienes fruto de aquella funcionalidad exitosa e incluso dotada de excelente condición por sus efectos ambientales positivos. La equidad es expresión de la solidaridad y, a la vez, debe ser complementada por esta. De este modo, se convierte en el fundamento ético de la sostenibilidad social. La sostenibilidad económica no alude tan solo a la viabilidad de un determinado uso de los recursos naturales por la suficiente aportación pecuniaria. Esto sería restringir el significado a un balance financiero saneado. Más bien, debe entenderse por tal el uso de los recursos económicos de modo transparente y tomar en consideración la función social de la riqueza generada al margen de la satisfacción exigida por parte de la sociedad por el bien material producido. Por tanto, el enriquecimiento de unos pocos y la aparición y consolidación de sociedades desequilibradas económicamente es una perversión del principio ético de la solidaridad que debe regir la sostenibilidad económica. La sostenibilidad cultural alude al respeto exquisito de las culturas diversas que se han generado en los territorios rurales de todo el mundo. La incorporación en cada una de ellas de procesos operativos más eficientes no tiene por qué suponer una «uniformización cultural»; más bien se deben respetar siempre los legados culturales diversos que son manifestación excelente de la creatividad humana. La respetabilidad, por tanto, debe ser un valor ético sustentador de cualquier acción desplegada en el campo del desarrollo y hace posible al mismo tiempo el progreso y la conservación de las culturas. Estos principios éticos - mantenimiento de la integridad del recurso, equidad social, solidaridad económica y respetabilidad cultural - deben regir las cuatro facetas de una sostenibilidad integral a las que nos acabamos de referir. Cabe preguntarse si aquellos son permanentes o adaptativos a las situaciones concretas que se vivan. Dicho de otra manera, ¿hay un cimiento ético duradero inherente a la relación entre la comunidad humana y los territorios rurales? La vigencia de un fundamento ético permanente que anime al quehacer humano en este campo parece del todo plausible. Este fundamento permanente no puede ser maleable a conveniencia; es decir, el hombre no puede hacer «ingeniería ética» o, lo que es lo mismo, crear en cada momento un panel de principios éticos cambiables y acomodables a su interés inmediato y coyuntural. No serían tales. Se cometería el mayor de los fraudes al vaciar de honesto sentido unas palabras biensonantes. Al contrario, estimo que hay un rescoldo permanente, aunque no estable, que bien pudiera calificarse de progresivo; es decir, lleno de vitalidad que se enriquece continuamente y afianza su base cada día por el crecimiento y la fortaleza que entraña el obrar ético de la comunidad humana explicitado por los valores a los que nos hemos referido anteriormente. Como mencionaba el Obispo de Roma, «la solidez está en la raíz etimológica de la palabra solidaridad. La solidaridad, en el significado ético-político que esta ha asumido en los últimos dos siglos, da lugar a una construcción social segura y firme» (FT, 115, nota 88). Conclusión Más que una conclusión es importante provocar una incitación. Una incitación a pensar conjuntamente si el sustrato ético que debe animar toda acción humana puede obviarse o, al contrario, debe fortalecerse y convertirse en un auténtico tamizador que nos oriente sobre la bondad o maldad de nuestra relación con el medio en el que vivimos. Hemos señalado la generosidad como valor ético que debe presidir la acción del desarrollo. También la sostenibilidad como condición necesaria de una saludable funcionalidad de los territorios rurales. En el seno de esta sostenibilidad se ponen en juego valores éticos como la integridad ambiental, la equidad social, la solidaridad económica y la respetabilidad cultural. ¿Acaso alguien puede afirmar que estos no son valores éticos ejercidos por la comunidad humana en su trato con los territorios rurales y las gentes que los habitan? Más bien, me atrevo a decir que, si perdieran vigor o fueran sustituidos por sucedáneos oportunistas, las consecuencias serían muy negativas, tanto para el medio rural como para la humanidad entera. NOTAS (1) Cfr. FAO. 2020, World Food and Agriculture - Statistical Yearbook 2020, Rome 2020. Puede consultarse en: https://doi.org/10.4060/cb1329en. (2) Sobre el panorama español, sigue siendo de gran interés el estudio de D. PEREI- RA JEREZ, F. FERNÁNDEZ-SUCH, B. OCÓN MARTÍN, O. MÁRQUEZ LLANES, Las zonas rurales en España. Un diagnóstico desde la perspectiva de las desigualdades territoriales y los cambios sociales y económicos, Fundación FOESSA, Madrid 2004. Puede consultarse en: https://www.caritas. es/producto/zonas-rurales-espana diagnostico-perspectiva-desigualdades-territoriales-cambios-sociales económicos/ (3) Cfr. A.VON HUMBOLDT, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo, Imprenta de Gaspar y Roig, Madrid 1874, Tomo I, 1-69. (4) Un amplio comentario sobre esta iniciativa de la ONU puede encontrarse en: J. M. LARRÚ (coord.), Desarrollo humano integral y Agenda 2030. Aportaciones del pensamiento social cristiano a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2020.

Jue 25 Feb 2021

Iglesia: Proyecto de escucha, perdón y reconciliación con víctimas del conflicto

Entre los meses de noviembre de 2020 y febrero de 2021, la diócesis de Yopal, con el apoyo de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y gracias a la solidaridad de la Embajada de Noruega en Colombia, puso en marcha en los municipios de Yopal y Aguazul, departamento de Casanare, una iniciativa denominada "La escucha, el perdón y la reconciliación como estrategias de construcción de paz". Esta iniciativa buscó contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida y mitigar el impacto humanitario que ha dejado el conflicto armado en quienes han sido víctimas del mismo. El desarrollo de esta tarea se materializó, mediante actividades de acompañamiento pastoral e intervención psicosocial a cerca de 60 personas que participaron del proceso. Los promotores de esta iniciativa, indicaron que entre los objetivos centrales de estos espacios de acompañamiento, desarrollados de manera personalizada y grupal, estaban: “brindar una escucha efectiva y reconocer su poder; aportar al respeto por los derechos humanos; y sensibilizar sobre la importancia de dar pasos que permitan dejar de ser solo víctimas, a reconocerse como sobrevivientes”. El proyecto, liderado por monseñor Edgar Aristizábal Quintero, obispo de esa Jurisdicción, contó con la intervención de psicólogos, sacerdotes, agentes de pastoral locales y miembros del equipo de la Secretaría Técnica de la Comisión de Conciliación Nacional. El propósito futuro de la diócesis a partir de este primer paso, consiste en crear un centro de escucha para personas afectadas por el conflicto y para otras personas en condiciones de vulnerabilidad que necesitan ser escuchadas, apoyadas y acompañadas por la Iglesia. El pasado sábado 13 de febrero se llevaron a cabo dos jornadas presenciales de cierre del proceso, una en cada municipio, donde se brindaron espacios de reflexión sobre temas como el perdón y la reconciliación, sanación, apoyo espiritual y resignificación del daño. Fuente: Oficina de Comunicaciones de la CCN

Mié 24 Feb 2021

Obispo de Tumaco: “Que todos seamos defensores y garantes de la vida”

Este es el llamado de monseñor Orlando Olave Villanova, obispo de Tumaco, tras el asesinato de 11 personas este fin de semana en la costa pacífica nariñense. El prelado rechazó estos hechos y lamentó la situación de violencia que se sigue ensañando contra la población. “Queremos enviar un saludo fraternal y de corazón a las familias de aquellas personas que han sido asesinadas, no solamente estas 11 personas que murieron en los últimos días, sino también la muerte de las tres mujeres en el municipio de Satinga, a sus familias nuestra solidaridad y cercanía espiritual”, indicó. Al resaltar que toda vida es sagrada y nadie tiene derecho sobre ella, afirmó que, si alguien tiene deudas con la justicia, son las autoridades quienes deben actuar para sancionar y llevar a los estrados judiciales a quienes cometen las faltas. Por lo que pidió a las autoridades redoblar los esfuerzos para proteger la vida de toda persona. “Las autoridades deben proteger la vida de todas las personas y frente a estos hechos de violencia, pedimos a las autoridades que ayuden en el esclarecimiento de estas muertes y velen porque sus actores vayan a los estrados judiciales”. Finalmente, hizo una invitación a la comunidad para que unidos se busquen caminos que transformen estas realidades de muerte en caminos de reconciliación y paz, pues “no podemos caer en la justificación de la muerte de ninguna persona. En nuestro país no está establecida la pena de muerte, para decir que merece la muerte esta o aquella persona (…) Toda persona, aunque se haya equivocado, tiene derecho a ir a un juicio”.

Mié 24 Feb 2021

Un acercamiento a la incidencia política de la Iglesia católica

El pasado 18 de febrero, se llevó a cabo el IV Foro de incidencia política y opinión pública, el cual tuvo como temática, ¿Cómo la Iglesia católica desarrolla procesos de incidencia a nivel regional, nacional e internacional? El evento fue transmitido de manera virtual por la página de Facebook del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana (SNPS/CC) y los panelistas fueron: monseñor Héctor Fabio Henao, director del (SNPS/CC), monseñor Omar Alberto Sánchez, arzobispo de Popayán y la hermana Carmen Ugarte, coordinadora de Talitha Kum en México. El espacio se llevó a cabo en marco del Diplomado en Fe y Política implementado por la Escuela de la Caridad y organizado por la Fundación Universitaria Unimonserrate y por el SNPS/CC. El Padre Enán Xavier Humánez, subdirector del SNPS/CC, dio la bienvenida compartiendo una reflexión que invitó a la oración por los políticos y gobernantes de todas las naciones, para que puedan aplicar su vocación con dignidad y guiados por el Espíritu Santo. Durante la intervención de monseñor Héctor Fabio Henao, se planteó que como Iglesia se ha trabajado con el verbo incidir de forma transversal. Por un lado, desde la reflexión y oración para poner en las manos del Señor cada paso que se da en beneficio a los más vulnerables y, por otro lado, desde la educación, para conocer el trabajo de la justicia social desde el evangelio y poder trazar una estrategia con las personas que están involucradas de base en los problemas sociales. Durante la exposición, monseñor se refirió a la dignidad humana como hilo conductor de la presencia de la Iglesia, “es muy importante la incidencia en favor a la dignidad humana, hacer que sea el eje central de todas los planes y programas que se desarrollan a nivel del Estado y preguntarse sobre cómo trabajar para alcanzar niveles de vida dignos”, afirmó. Como respuesta a este tipo de necesidades, compartió que se acoge al mensaje del Papa Francisco quien ha caracterizado el proceso de atención y respuesta a la población migrante con los verbos: acoger, proteger, promover e integrar, procesos que también son aplicados para la construcción de paz, segundo tema referenciado durante el foro. La construcción de paz consiste en el esfuerzo por mantener las iniciativas locales de paz que se tienen alrededor del país y trabajar desde lo que monseñor Henao denominó, estrategia levadura, “consiste en entender el proceso como si se tratara de la transformación o el crecimiento producido por la levadura, lo que buscamos es que a partir de la incidencia se puedan trasformar las realidades y empiecen a crecer nuevas semillas gracias a todo un proceso de discernimiento, de trabajo con las comunidades y de impacto”. El Director cerró su intervención invitando al trabajo colectivo para la reconstrucción del tejido social por medio de la dignificación humana e insistió en que no es posible lograr cambios con acciones separadas, se trata de darle continuidad a las acciones para que se conviertan en políticas públicas estables y eficientes en los territorios. El segundo panelista fue monseñor Omar Alberto Sánchez, quien ha trabajado con distintos procesos comunitarios en sectores apartados del país. Planteó que desde su experiencia la Iglesia tiene un valor y rol en cada territorio, hay sectores en donde hay extrema ausencia por parte del Estado y es en esos lugares donde se tienen altas expectativas de las obras de la Iglesia. El arzobispo de Popayán considera que Iglesia es en términos generales un actor neutro que, al mismo tiempo, tiene la firmeza de estar al servicio del territorio. Por ejemplo, manifiesta que en el Catatumbo se han hecho esfuerzos para crear economías de paz y fortalecer las Juntas de Acción Comunal, proceso que le permite a la comunidad transformar sus realidades y afrontar las situaciones sociales. Durante su intervención hizo referencia a las distintas formas de leer la realidad. “La incidencia social dependerá del modelo, de la identificación de actores sociales involucrados en las situaciones y de la herramienta de lectura de realidad que tengamos para poder ser más asertivos”, aseguró el prelado. Finalmente compartió que en el territorio se está jugando el desarrollo y la paz del país, manifestó su preocupación por la multiplicación de grupos armados en todas las regiones, ya que, ellos tienen una apuesta de orden territorial, “estamos obligados a seguir construyendo de forma más inteligente y de apropiarnos de los territorios, no podemos pasar por alto estas realidades”, concluyó. La última intervención en el foro la realizó la hermana Carmen Ugarte, coordinadora de Talitha Kum en México, la red internacional de la vida consagrada en contra de la trata de personas. “Como Iglesia afirmamos que la trata de personas es una ofensa a la dignidad humana, los procesos de incidencia espirituales y políticos que hacemos desde Talitha Kum son desde lo personal y colectivo, porque nos interesa llegar a todas las personas: a las víctimas, a los tratantes, a toda la iglesia, a la sociedad civil y a los gobiernos”, afirmó la religiosa. Asimismo, manifestó su preocupación, ya que ha sido una de las economías ilícitas que más está teniendo fuerza en el territorio latinoamericano, “la trata de personas resulta ser una economía ilegal rentable, porque con el caso de la droga, se consume y se acaba, mientras que, una mujer la pueden explotar sexualmente una y otra y otra vez”, manifestó la coordinadora de Talitha Kum (México). Explicó que su accionar como red va dirigida a la atención a víctimas, a trabajos de educación y de prevención. A su vez, hizo referencia a que desde el 2014, como Iglesia se ha presentado especial atención al fenómeno de trata de personas, ya que, el Papa Francisco creó el grupo Santa Marta para la lucha contra la trata de personas, una asociación única y global entre las fuerzas del orden y la Iglesia católica. Cerrando el evento, los penalistas resolvieron alguna de las inquietudes de público y monseñor Héctor Fabio Henao se refirió a los tres principales ejes de incidencia que la Conferencia Episcopal de Colombia y el SNPS/CC ha pensado y desarrollado para el territorio nacional. En primer lugar, los procesos de incidencia para la recuperación del tejido social y económico por los impactos del Covid-19; en segundo lugar, la incidencia para la implementación de los Acuerdos de Paz y la protección a líderes sociales y a comunidades; y por último, la incidencia en la Amazonía y bosque tropicales, desde un enfoque de medio ambiente. Fuente: Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombia

Mar 23 Feb 2021

Seminario: “La Figura del Padre a la Luz de Patris Corde”

Con motivo de la celebración del Año de San José y del Año de la Familia que iniciará el 19 de marzo, los Departamentos de Matrimonio y Familia - Promoción y Defensa de la vida de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), realizarán el sábado 27 de febrero, a partir de las 9:00 a.m., el seminario “La Figura del Padre a la Luz de Patris Corde (Con corazón de padre)”. Según lo describió el padre Juan Carlos Liévano, director de estos departamentos en el episcopado, este espacio será un momento para reflexionar alrededor de los contenidos y la aplicabilidad de la carta apostólica Patris Corde del Papa Francisco y, de manera especial, se profundizará en la importancia de la figura paterna en la familia. “Con el seminario se busca aprovechar al máximo el contenido de la carta apostólica y, a su vez, abordar su aplicación en la vida cotidiana con el fin de contribuir a fortalecer la importancia de la figura paterna dentro del núcleo familiar”. Agregó, además, que “al interior de muchos hogares se vive una crisis por la ausencia de la figura paterna, resquebrajando así la institución familiar”. Monseñor Oscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, será el encargado de hacer la apertura a este acto eclesial que se realizará de manera virtual, igualmente le acompañará monseñor Édgar de Jesús García Gil, obispo de Palmira y presidente de la Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia de la CEC. Actuarán como ponentes: • Monseñor Flavio Calle Zapata, arzobispo emérito de Ibagué. Tema: Una mirada desde el Papa Francisco al corazón de San José. (Patris Corde) • Dr. Jaime León Pareja Pareja, presidente de REDCOFAM. Tema: Crisis de la paternidad. • Dr. Andrés Cano, profesor de la Universidad de La Sabana y coach de familia. Tema: La Importancia de la figura paterna en la familia. Público al que está dirigido Podrán participar los agentes de pastoral, las familias en general y a todos los que quieran profundizar en el tema de la paternidad. Cómo participar Los interesados en participar lo podrán hacerlo inscribiéndose antes del 25 de febrero, a través del siguiente link:[icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] También podrá seguir la transmisión a través del Facebook Live de la Conferencia Episcopal de Colombia /episcopadocol Horarios para la transmisión en los diferentes países: 08:00 a 12:00 hora México/Centroamérica 09:00 a 13:00 hora Colomba/Washington 10:00 a 14:00 hora Venezuela 11:00 a 15:00 hora Sudamérica 15:00 a 19:00 hora Europa Central

Mar 23 Feb 2021

Orientaciones pastorales sobre las celebraciones de Semana Santa 2021

La Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, ha publicado una nota relacionada con las celebraciones de la Semana Santa de este año; dicha comunicación está firmada por el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de este Dicasterio. Se trata, en efecto, del ofrecimiento de orientaciones concretas para ayudar a los obispos en la valoración de las situaciones concretas que se viven y en procurar el bien espiritual, tanto de los pastores, como de los fieles, para vivir esta Semana Santa que se avecina. En primer lugar, el Purpurado hace un llamado a los Obispo para que, como moderadores de la vida litúrgica en sus respetivas Iglesias y teniendo presente la realidad que se vive, tomen decisiones prudentes para que las celebraciones litúrgicas puedan desarrollarse con fruto y en bien de las almas a ellos confiadas; igualmente, recuerda y recomienda, tener presente el Decreto emitido por esta Congregación, el año pasado, y las orientaciones que allí se ofrecen para las celebraciones de la Semana Santa, de modo que oriente las determinaciones que deben guiar las próximas celebraciones pascuales. En efecto, afirma: “Se recuerda de nuevo a los Obispos el Decreto emitido por este Dicasterio, por mandato del Santo Padre, el 25 de marzo de 2020 (Prot. N. 154/20) en el que se ofrecen algunas orientaciones para las celebraciones de la Semana Santa. Tal pronunciamiento es válido también para este año. Se invita, por tanto, a releerlo con vistas a las decisiones que los Obispos tendrán que tomar con respecto a las próximas celebraciones pascuales en la situación particular de su país”. Seguidamente, el Cardenal Sarah, presenta unas recomendaciones concretas para ser tenidas en cuenta: Reconociendo la ayuda ofrecida por los medios de comunicación social en el apoyo y la cercanía brindada a los pastores en relación con sus fieles, y reconociendo resultados tanto positivos, como problemáticos, sugiere el Cardenal que “para las celebraciones de la Semana Santa se sugiere facilitar y privilegiar la difusión mediática de las celebraciones presididas por el Obispo”, invitando “a los fieles que no podrán participar presencialmente a unirse a las celebraciones diocesanas” manifestando así la unidad. Igualmente, aconseja que “se debe prestar atención” en todas las celebraciones “a algunos momentos y gestos particulares, respetando las exigencias sanitarias”. También dice que “la Misa Crismal puede trasladarse a otro día adecuado”, con el fin de favorecer una mayor participación de pastores, ministros y fieles. “Para las celebraciones del Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y Vigilia Pascual, se aplican las mismas orientaciones del año pasado”. Y, por último, sugiere acompañar “la oración en familia, personal” con el ofrecimiento de “subsidios adecuados y potenciando algunas partes de la Liturgia de las Horas”. Finalmente, el Prefecto Sarah, afirma que la Congregación agradece a los Obispos y las Conferencias Episcopales por haber respondido pastoralmente a una situación en constante cambio durante todo el año. Así, dice que “somos conscientes de que las decisiones adoptadas no siempre han sido fáciles de aceptar”; pero se han seguido buscando “garantizar que los santos misterios se celebren de la manera más eficaz posible para nuestras comunidades, respetando el bien común y la salud pública”. Fuente: Departamento de Liturgia - Conferencia Episcopal de Colombia [icon class='fa fa-download fa-2x']Leer ORIENTACIONES PARA SEMANA SANTA[/icon]

Lun 22 Feb 2021

El “Jesús, Habitante de Calle” llega al cerro tutelar de Monserrate

El pasado viernes 19 de febrero en el Santuario del Señor de Monserrate, fue bendecida la escultura “Jesús, Habitante de Calle”, por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, dijo que este monumento devela el rostro sufriente de tantos migrantes y personas habitantes de calle, a los que hay que prestar mayor atención. A la inauguración asistieron el rector del santuario de Monserrate, padre Jesús Pinzón, los obispos auxiliares Pedro Salamanca y Luis Manuel Alí; el vicario para la Dimensión Social de la Evangelización, monseñor Jaime Mancera, y el secretario de la Nunciatura Apostólica en Colombia, monseñor Giovanni Bicchierri. La jornada inició con Lectura del texto bíblico sobre la pasión de Cristo, continuó monseñor Luis José Rueda con la meditación sobre el texto bíblico (San Marcos 15,21-39). Posteriormente, siguieron las palabras de la hermana Nohemí Sánchez, Hija de la Caridad Sierva de los hermanos de la calle, Fray Gabriel Gutiérrez más conocido como “Fray Ñero”, director de la Fundación Callejeros de la Misericordia y además también de dos ex habitantes de la calle. Luego, se dio paso a la presentación de la escultura por monseñor Luis Manuel Alí y la bendición a un costado del templo de la escultura por monseñor Luis José Rueda Aparicio. La escultura La obra fue donada por un feligrés de la arquidiócesis de Los Ángeles, por intermediación de monseñor Luis Manuel Alí Herrera. Es hecha de bronce, de tamaño natural, presenta a un hombre anónimo, con su cara y manos escondidas debajo de una manta. Sin embargo, las heridas abiertas en sus pies revelan que se trata de Jesús. “Estoy muy feliz de tener al “Jesús, Habitante de Calle” en Bogotá, es un gran honor para mí. Hace muchos años cuando creé la escultura por primera vez, me encontraba en Toronto, Canadá. Vi una persona sin hogar en medio del invierno cubierta con una manta, volví al estudio y no pude olvidar a esa persona, sentí que acababa de ver a Jesús. Entonces empecé a crear una figura de Cristo como ninguna otra, donde su cuerpo se encuentra cubierto y la mayoría de su cuerpo también” indicó Tim Schmalz. El papa Francisco, bendijo el modelo pequeño de la escultura y afirmó que era una excelente y hermosa representación de Jesús. La obra ha sido puesta en varios lugares del mundo como la Catedral Nacional en Madrid (España), también en la Catedral de Nueva York y en y Cafarnaúm en Tierra Santa entre otras. “Creo que el lugar escogido en Bogotá para instalarla, es muy simbólico, porque no solo pertenece a la montaña, sino que tiene toda la vista a la ciudad y en ese sentido Jesús estará mirando todo el país, que cubrirá con su manta simbólica a toda Colombia, afirmó Schmalz. Fuente: Of. Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá Fotos y video:Of. Comunicaciones de la Arquidiócesis de Bogotá

Lun 22 Feb 2021

Comienza Itinerario de Espiritualidad para la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe

Como camino de preparación a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que se realizará del 21 a 28 de noviembre de este año, en la Basílica de Guadalupe, México, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), ha elaborado el primer subsidio del Itinerario Espiritual. Según lo explicó el ente eclesial con este material se busca "ir fomentando la participación del pueblo de Dios que vive su fe en las diferentes realidades presentes en el continente (...) Además, acompañar el caminar de la Iglesia en preparación a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe". Este subsidio es el primero de una serie de recursos que se irán publicando de forma bimestral y podrá ser trabajado durante los meses de febrero y marzo. El tema de este encuentro inicial es “La identidad de los discípulos y discípulas misioneros”, teniendo como lema “Discípulos y discípulas para el Reino”. "La propuesta es entrar en el itinerario de los discípulos misioneros, en comunidad de iguales, caminando juntos, en sinodalidad. Desde esa perspectiva, el primer encuentro propone conocer la realidad y la identidad de los discípulos misioneros según el Documento de Aparecida". [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]