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Iglesia

Vie 26 Feb 2021

Obispo de Riohacha preocupado por recrudecimiento de la violencia en La Guajira

Frente al incremento paulatino de la violencia que se ha venido presentando en las ciudades de Riohacha y Maicao, Monseñor Francisco Antonio Ceballos, obispo de esta jurisdicción eclesiástica, ha emitido un comunicado en el que rechaza esta preocupante realidad que afecta la tranquilidad de sus habitantes. “Manifestamos nuestra preocupación y repudio; hechos que, además de afectar la seguridad ciudadana, lastiman la convivencia fraterna y debilitan los fundamentos que garantizan la paz social. Manifestamos, igualmente, nuestra voz de solidaridad con aquellas familias y personas que se han visto afectadas por este fenómeno de muerte e inseguridad”. En el mensaje, el obispo, en unión a sus sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, seminaristas y laicos comprometidos, enumeran una serie de problemáticas sociales y morales que evidencian la desestabilización en estos territorios y que son “causas y males que socavan el valor sagrado de la vida”. “Ante estos hechos, como Iglesia que peregrina en La Guajira, no podemos permanecer en silencio, ni hacer caso omiso de lo que sucede en nuestro entorno, pues es nuestro deber acompañar, persuadir y exhortar al pueblo de Dios, a ejemplo de Cristo Buen Pastor”. En la misiva exhortan a los gobernantes para que impulsen un trabajo más integral que favorezca a la población, especialmente la más vulnerable; a las fuerzas del orden, a velar por la seguridad y la integridad de las personas; a los actores violentos a tener una “conversión de corazón”, y, por último, piden a los fieles católicos y a todas las personas de buena voluntad, a asumir un compromiso de conversión personal, comunitaria y eclesial, y trabajar de manera incansable por la justicia y por la paz social del pueblo guajiro. Finalmente, hicieron un llamado a las directivas de la empresa Cerrejón y a sus trabajadores, para que se abran a un diálogo que “lleve a buscar el bien de la empresa y de cada uno de sus trabajadores y de sus familias”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 26 Feb 2021

La voz del Pastor | 27 de febrero de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 9,2-10.

Vie 26 Feb 2021

Centralidad de la Niñez ofrece 900 becas para agentes multiplicadores

El Programa Centralidad de la Niñez (PCN), instancia conformada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Cáritas Latinoamérica, Fe y Alegría, World Vision y otros socios eclesiales, otorgarán 900 becas para formar a agentes multiplicadores de ternura y buen trato, en el marco de la estrategia continental de prevención y protección de niños y adolescentes, con el apoyo de Kindermissionwerk. El objetivo de esta formación es “crear redes solidarias comprometidas en la promoción de la cultura de los cuidados, protección y eliminación de todo tipo de violencia contra la niñez en escuelas, familias e iglesias” en 22 países de América Latina, el Caribe, EEUU y Canadá, donde el CELAM y las organizaciones socias del PCN tienen presencia. En dos etapas La formación consta de una etapa formativa y de certificación. Iniciará el 01 de marzo y culminará el 31 de mayo de 2021. Los contenidos estarán disponibles en la plataforma elearning del Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (CEBITEPAL). La etapa de certificación comienza una vez recibida la formación online. Los participantes “tendrán 180 días calendario para desarrollar un taller réplica de sensibilización en la organización, institución, parroquia, escuela o comunidad a la que esté vinculado, con un mínimo de 20 personas”. Las personas certificadas se vincularán de manera libre y voluntaria al plan estratégico continental “Cero violencia, 100 por ciento Ternura” para la erradicación de todo tipo de violencia contra la niñez, que las organizaciones socias del PCN han preparado. Proceso de postulación El proceso de formación está estructurado en tres módulos: Principios de Crianza con Ternura, Protocolos de Protección, cultura del buen trato y derechos de la niñez y Formulación de propuestas sociocomunitarias en favor de la niñez. Podrán postularse agentes de pastoral de infancia, docentes, religiosas, sacerdotes, psicopedagogos, líderes evangélicos, catequistas, formadores de infancia misionera, servidores públicos, fundaciones, Organizaciones No Gubernamentales (ONG), o adscritas al Sistema de Naciones Unidas, ubicados en los 22 países de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Canadá. Un requisito indispensable es dominio del español. En la web del Programa Centralidad de la Niñez, los interesados podrán realizar la solicitud de la beca antes del 28 de febrero de 2021, para ello deberán diligenciar una carta de postulación y adjuntar un documento de identidad (cédula, pasaporte, carné electoral). Fuente: Portal Vida Nueva

Jue 25 Feb 2021

«Este es mi Hijo, el amado; Escúchenlo»

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA Febrero 28 de 2021 Primera Lectura: Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18 Salmo: 116(115),10+15.16-17.18-19 (R. cf. 9) Segunda Lectura: Rm 8,31b-35a Evangelio: Mc 9,2-10 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios propuesta para nuestra reflexión y oración nos propone: • Encontrarnos con Dios para escucharlo y obedecerlo. • En la entrega del hijo amado, contemplamos la plenitud de la ley y los profetas. • Vemos la gloria del Hijo que aún no comprendemos en plenitud, porque el Padre no se lo reservó para él. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Abraham, mantiene un permanente encuentro con Dios, quien ahora le pide un paso definitivo en la prueba de su fidelidad: sacrificar a su hijo amado, el de la promesa; nada extraño para él, por el contexto de sacrificios de los demás pueblos a sus divinidades. Era una prueba que lo formaba, que quizás no la entendía, pero sí la obedecía, permanecía en su fe a pesar de su desgracia (cf. Sl. 115, 10-19). Dispuesto a entregar su hijo para probar su fe en la obediencia, sobre el monte que el Señor le indicaba. Dios Padre, no perdonó su propio Hijo, a su Unigénito, para dárnoslo todo en él sin reserva ninguna, por amor a nosotros. Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña escogida por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apóstoles. Todo el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplandor y blancura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para Israel (Moisés y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado, miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo temor. Los discípulos iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presenciar todo el acontecimiento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener silencio como principio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria. Se quedan sin entender nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción del Espíritu Santo, en el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua de Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En la escuela del discipulado cristiano debemos aprender a escuchar la voz de Dios en el Hijo amado del Padre, que nos invita a seguirle sin ningún temor y bajo ningún condicionamiento. Sólo él sabe qué hacemos su santa voluntad, bien como Abraham marchando al monte Moriab, para hacer entrega de lo que más amaba, bien sabiendo colocar toda su esperanza en el Señor su Dios en ese duro momento. “La transfiguración ayuda a los discípulos y también a nosotros, a comprender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero, sobre todo, un regalo de amor infinito por parte de Jesús” (papa Francisco. Ángelus febrero 25, 2218). Igualmente, invitados por Jesús subamos al monte de la transfiguración para que allí él se nos revele, bien como la plenitud de toda esperanza, bien como plenitud de la Ley y de los Profetas. No hay en otro tal certeza puesto que sólo en él está el esplendor de la verdad. En el crecimiento de la fe se nos hace necesario comprender el evento de la transfiguración para poder vivir el acontecimiento pascual. El evento protagonizado por Jesús, que se transfigura sobre el monte, “nos hace comprender mejor también su resurrección. Si antes de la Pasión no se nos hubiera mostrado la transfiguración con la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi Hijo amado’, la Resurrección y el misterio pascual de Jesús no habría sido fácilmente comprensible en toda su profundidad”. (papa Francisco febrero 25, 2218). Es imprescindible escuchar la voz del Maestro, obedecer, subir a la montaña de la cruz y contemplar su gloria de Resucitado. Hoy en medio de las diversas circunstancias en que se vive es necesario, solo desde la transfiguración de Jesús, comprender los sufrimientos de hoy y afianzar nuestra esperanza de salvación. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre Celestial, gracias porque en Abraham, vemos la total confianza de la entrega, en Ti se hace realidad el infinito amor por el hombre y no hubo quien te detuviera en el sacrificio de tu Hijo. Fuiste hasta el final, pero antes les demostraste y enseñaste a sus discípulos quién era verdaderamente Jesús, el portador del esplendor de la verdad, al que había que escuchar porque es la plenitud de la ley, el esperado de los profetas. Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel, siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su resurrección. Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contemplemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó, en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó nuevamente con un sepulcro vacío. Hoy ya los discípulos de Jesús entienden y no pueden callar el anuncio al mundo entero que Jesús vive. Esta es la misión del bautizado y discípulo, proclamar al mundo nuestra salvación por la resurrección, del que se transfiguró en la montaña y se entregó en la cruz. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Celebremos con gozo nuestra fe. Monición a la Liturgia de la Palabra Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria, en su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el sacrificio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento. Oración Universal o de los Fieles Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe: R. Escúchanos Padre, que tanto nos amas 1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos, muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y nos salva. Oremos. 2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos más ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más pobres y débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos. Oremos. 3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la verdad y la vida. Oremos. 4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan ni techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no lo que nos sobra. Oremos. 5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cuaresma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en la fracción del pan de la Eucaristía. Oremos. Oración conclusiva Padre, Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas, te confiamos nuestros deseos. Por Jesucristo nuestro señor. R. Amén

Jue 25 Feb 2021

Reciba Dios en la eternidad a mons. Juan Francisco Sarasti

A través de un comunicado, suscrito por monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de Cali, se informó que el día de hoy, 25 de febrero, falleció en la clínica de Imbanaco, a sus 82 años de edad, el arzobispo emérito de esa jurisdicción eclesiástica, monseñor Juan Francisco Sarasti Jaramillo, tras haber sido diagnosticado con Covid-19. "La Iglesia de Cali con sus obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, comunidades religiosas, grupos apostólicos e instituciones, expresamos nuestra condolencia a su familia y a la congregación de Padres Eudistas; y oramos por su eterno descanso". Por su parte la Conferencia Episcopal de Colombia, se une a este saludo de condolencia, animando a la comunidad a elevar oraciones para agradecer por la vida y el ministerio de este prelado. “Oremos unidos para que Dios conceda la gloria eterna a este servidor fiel, expresando así nuestra fraterna cercanía a la familia Sarasti Jaramillo, a los Padres Eudistas, a las Iglesias particulares de Barrancabermeja, Ibagué y Cali”. Exequias Las exequias, con sus cenizas, se realizarán en la Catedral San Pedro Apóstol de Cali, este sábado 27 de febrero a las 10:00 a.m. Sus cenizas reposarán luego en la cripta de los arzobispos de Cali en la Catedral. Biografía: Monseñor Juan Francisco Sarasti Jaramillo nació en Cali (Valle), el 30 de julio de 1938. Estudió en el Seminario Menor de Cali. Era licenciado en filosofía por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y licenciado en Sagrada Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. El 6 de abril de 1959 se incorporó a la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas). Recibió el presbiterado en Roma, el 30 de marzo de 1963. Fue prefecto de estudios y profesor del Seminario de Pasto. En 1968 fue maestro de novicios de su congregación. En 1969-1970 fue consejero general de dicha congregación religiosa. Entre 1971 y 1974 fue rector del Seminario de Santa Rosa de Osos. Entre 1975-1978 fue secretario del Departamento de Seminarios y Vocaciones del Secretariado Permanente del Episcopado (SPEC) El 8 de marzo de 1978 fue nombrado por Su Santidad Pablo VI obispo titular de Egara y auxiliar del Arzobispo de Cali. Recibió la consagración episcopal el 6 de mayo siguiente. El 23 de diciembre de 1983, el Santo Padre Juan Pablo II lo nombra obispo de Barrancabermeja, posteriormente lo promueve a la Arquidiócesis Metropolitana de Ibagué el 25 de marzo de 1993, y, el 17 de Agosto de 2002, lo nombra arzobispo de Cali. En mayo de 2011, por motivos de salud, presenta su renuncia al cargo de arzobispo de Cali.

Jue 25 Feb 2021

Comunidad Humana y mundo rural: Una relación necesariamente sustentada por valores éticos

El fundamento ético es inherente a la relación que la comunidad humana ha ido trabando con el territorio a lo largo del tiempo. Cuando aquel se desvanece la buena relación se trunca, originándose graves desequilibrios que no solo provocan efectos en el territorio, sino también en la propia comunidad humana. Como indica el Papa Francisco en su última encíclica, «es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia» (Fratelli tutti, 145). Esta afirmación general se encarna de muy diversas formas en el mundo y, a lo largo de la historia, ha tomado cuerpo de maneras distintas. No obstante, hay algo común en todas ellas: la permanencia de valores éticos, más o menos activados, en el quehacer humano a la hora de manejar los recursos naturales, sin los cuales, como se ha dicho, las consecuencias son claramente negativas. Convencidos de la dignidad de la persona y asumiendo la llamada a la fraternidad universal, podemos «soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos» (FT, 127). Más para alcanzar esta meta es necesario que todos tengan la voluntad de aportar, la capacidad para hacerlo y el sacrificio que comporta tal fin. Vertebro mis reflexiones en tres apartados. En el primero, se hace una rápida presentación de algunas claves que perfilan la significación de los territorios rurales en nuestro mundo actual a la luz de algunos datos ofrecidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En el segundo, se abordan los dos conceptos básicos que arman los procesos activos de uso de los recursos naturales en el mundo rural y terminan por crear organismos productores de bienes: la operatividad y la funcionalidad. En el tercero, se reflexiona sobre la necesaria condición derivada de aquella operatividad y funcionalidad: la sostenibilidad que, en otras palabras, es la expresión más evidente de un obrar ético. 1. ¿Son los territorios rurales protagonistas esenciales en nuestro mundo? La realidad de un mundo industrializado y el enorme peso de la población urbana han enmascarado esa otra realidad que, sin embargo, está ahí y, paradójicamente, resulta esencial para la primera. El mundo rural sigue siendo la pieza clave que ha hecho posible, y lo sigue haciendo, el sostenimiento de los ámbitos urbanos donde sociedades terciarizadas se afianzan y, al contrario de lo que pasa en los territorios rurales, muestran signos de evidente vitalidad. Una breve pincelada resulta suficiente para mostrar la importancia de los territorios rurales en el mundo. Lo son por el peso de las extensiones que ocupan, la población que habita en ellos, las personas que trabajan en la agricultura, ganadería y explotación forestal, y las importantes funciones que desempeñan. En efecto, según el Anuario Estadístico de la FAO de 2020, con datos referidos a los años 2017-2018, los terrazgos labrados y los prados y pastos permanentes ocupan en el mundo el 36,9% de la superficie emergida. Asia es el continente más agrario con el 53,7% de su extensión ocupada por tierras de tal condición, mientras Europa tan solo mantiene un 20,9%. Las tierras de cultivo alcanzan en el mundo los 15,6 millones de kilómetros cuadrados (km2), mientras que los prados y pastos permanentes casi duplican esa cantidad y las tierras forestales alcanzan los 40,6 millones de km2. Dicho de otra manera, algo más de dos terceras partes de la superficie emergida de la tierra tienen un recubrimiento agroforestal; es decir, tiene una potencialidad de uso agrario activada o latente. La tendencia desde el año 2000 es creciente para las tierras agrícolas, que han avanzado en unos 75 millones de hectáreas, mientras que las forestales retroceden en unos 89 millones de hectáreas. Algo más de 3.400 millones de habitantes son catalogados como población rural; es decir, están asentados en espacios rurales. Eso significa el 44,8% del censo demográfico del mundo, alcanzando el 58% en África y el 50% en Asia; mientras, en América, es del 19% y en Europa del 25,4%. La población ocupada en labores agrícolas roza los 900 millones, lo que significa el 27% de la población activa total (en el año 2000 era del 40%). África es el continente en el que el peso es mayor, con el 49,3%, mientras que en Europa es del 5,5%. Sin embargo, a pesar de ofrecer un acusado crecimiento en la aportación del sector agrario al PIB mundial entre el año 2000 y 2018, su significación es escasa (sobre el 4%). Por continentes, los contrastes son claros: en África participa del 18,8%, mientras en Europa lo hace con el 1,6%. Los sistemas rurales hacen uso del complejo tecnológico de modo muy dispar. Asia utiliza 178,4 kg de fertilizantes químicos por cada hectárea de cultivo y 3,67 kg de pesticidas/hectárea de cultivo, mientras África tan solo alcanza 25,1 kg y 0,30 kg. Por último, las emisiones provocadas por los manejos agrícolas y ganaderos se cifran en 5.410,5 millones de toneladas CO2 equivalentes y alcanzan los 10.439 millones de toneladas CO2 equivalentes, si se toma en consideración la conversión neta de bosques y las turberas degradadas. Asia es el continente con mayor participación en la generación de estas emisiones con casi la tercera parte de las mismas (1). A la luz de estos datos, se pue- de contestar con fundamento a la pregunta que encabeza este apartado. En efecto, la importancia de los territorios rurales es significativa en nuestro mundo. Ocupan una buena extensión de las tierras emergidas; albergan a una parte cuantiosa de la población mundial y en ellos trabaja un porcentaje elevado de la población activa, aunque las diferencias entre continentes son muy acusadas; la aportación al PIB mundial, sin embargo, es escasa, si bien en el seno de unos continentes su peso es mucho mayor que en otros; y, por último, la aplicación del complejo tecnológico a los sistemas productivos es muy dispar, así como el impacto generado por las emisiones, cosa a tener muy en cuenta. Ahora bien, junto al protagonismo que mantienen los territorios rurales en la hora presente, es necesario reconocer las tendencias que amenazan al mundo alejado de las grandes urbes. A menudo, la falta de servicios y oportunidades en estas zonas está produciendo una dinámica evidente de despoblación y empobrecimiento. Si no queremos ir muy lejos, se habla, con tanta razón como dolor, de la España vaciada, de la España olvidada (un fenómeno que, por cierto, no es exclusivo de nuestro país) (2). Ante ello, el reto consiste en vigorizar el sentimiento de pertenencia, ocupada favorecer el acceso a unos servicios públicos de calidad, reformar inteligentemente el sector agrario, impulsar la actividad económica, diseñar una fiscalidad apropiada a los territorios despoblados, promover la creación de créditos y avales adecuados, dar a conocer la historia y las tradiciones locales, conservar el patrimonio, reforzar la formación y la educación para coser a los jóvenes al territorio, dotar al entorno de tecnología y mejorar las comunicaciones y demás infraestructuras. Son elementos clave para ofrecer oportunidades vitales a las nuevas generaciones. Si dentro encuentran lo que desean no tendrán que buscar fuera. Hay que brindar a quienes pertenece el porvenir un presente atractivo, fecundo y sólido. Será la mejor herramienta para que puedan construir su propio destino y sean dueños de sus propios sueños. El futuro será real y aceptable para cuantos llaman suyo al mañana si existe un vínculo consistente entre persona, comunidad y territorio. De lo contrario, solo contaremos con espacios urbanos masificados y despersonalizados, por un lado, y con regiones rurales abandonadas, empobrecidas y vaciadas, por otro. El siguiente apartado ofrece algunas pistas en este sentido. 2. Los territorios rurales: una creación de la comunidad humana Desde el primer momento en que la comunidad humana se asienta sobre un territorio crea necesariamente lazos con él. Entabla una relación compleja que se manifiesta en una doble cara: la del beneficio que el hombre obtiene para hacer posible su supervivencia y la del sello que imprime en el medio al intervenir sobre él; sello que se visualiza a través del paisaje y se puede medir por los múltiples impactos ambientales producidos. La intervención humana perdura en el tiempo y termina por acrisolar una madeja de relaciones, que podríamos denominar «trabazón», hasta configurar un nuevo organismo; «un todo animado», podría llamarse, evo cando una expresión de Alexander von Humboldt (3). Esa trabazón que ha surgido implica dos acciones esenciales: la operatividad y la funcionalidad. La primera hace referencia al conjunto de técnicas utilizadas para poder transformar el recurso en producto y la segunda al beneficio mutuo que comporta, o debe comportar, para la comunidad humana y para los ecosistemas naturales. No cabe pensar que la comunidad humana y el complejo físico pudieran ser dos naturalezas contrapuestas, antagónicas, que buscan imponerse una a otra. Más bien, forman parte del mismo entramado natural con evidentes características y potencialidades diferentes. Puede que la más sobresaliente sea la responsabilidad de la comunidad humana derivada de su propia condición de libre, inteligente y dotada de ingenio que le permite ejercer un cierto dominio sobre el escenario natural en el que vive y del que se nutre. Dominio que en términos etimológicos nos hace pensar en la construcción de la casa común a la que tantas veces se refiere el Santo Padre. No se trata, obviamente, de un «dominio despótico e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas» (LS, 83), sino de labrar y cuidar la tierra: «Mientras “labrar” significa cultivar, arar o trabajar, “cuidar” significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza» (LS, 67). En efecto, la relación hombre-recurso siempre ha estado sustentada por herramientas materiales y organizativas; unas veces de cariz tradicional y otras más evolucionadas. Ellas han hecho posible el progreso y, en suma, la mejora de las condiciones de vida, no solo en el plano material, sino también en aquellos aspectos más nobles propios de la naturaleza humana, notablemente la cultura. La permeabilidad entre civilizaciones ha facilitado la penetración de esos procesos operativos, impulsados por numerosos entes internacionales, entre ellos la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con el afán de procurar un justo y equitativo desarrollo a todos los pueblos del mundo. Este loable empeño ya posee una primera manifestación del fundamento ético. No basta procurar el desarrollo mediante la enseñanza-aprendizaje de modos más eficientes de operar con los recursos, es necesario hacerlo sin anteponer los intereses propios a los de la comunidad rural que recibe aquellos y eso se llama generosidad. «La convicción del destino común de los bienes de la tierra hoy requiere que se aplique también a los países, a sus territorios y a sus posibilidades» (FT, 124). La funcionalidad del recurso natural es el primer efecto de la acción operativa desplegada por el hombre. Poner a funcionar un recurso es activar sus potencialidades para que pueda cumplir el papel encomendado. Del recurso emanan productos necesarios para la satisfacción de las necesidades de la comunidad humana, al mismo tiempo que aquel, podríamos decir, adquiere mayor plenitud. La funcionalidad del recurso, y más en concreto la del recurso natural para la agricultura, no solo implica, por tanto, la provisión de un bien, sino, sobre todo, el ennoblecimiento del propio recurso al dotarlo de «cultura» y convertirlo en una obra creada por el hombre, no pocas veces dotada incluso de valores estéticos. ¿Alguien puede pensar que la funcionalidad del recurso puede ser encomiable, fructífera y hasta engendrar belleza sin el sustento de un comportamiento ético?. En resumen, tanto la operatividad como la funcionalidad, dos procesos clave en la puesta en marcha de las potencialidades de los recursos naturales, rezuman valores éticos que se pueden concretar, por un lado, en la búsqueda de la equidad - un impacto justo en los beneficios del progreso - y, por otro, en el uso sostenible, duradero y hasta ennoblecedor de lo que ofrece el complejo físico hasta «culturizarlo» en el sentido más noble del término. Tal como recuerda el Sumo Pontífice, «hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura» (LS, 144). 3. El fundamento ético de la sostenibilidad en los territorios rurales Aquella «trabazón» operativa y funcional está sometida a continuos cambios, bien por la mejora del complejo tecnológico utilizado por el hombre, bien porque las demandas sociales se vuelven más exigentes o cambian de orientación. Ese cambio es precisamente el que le dota de vida; carácter ineludible que debe cumplir. Hace ya mucho tiempo que la condición de sostenible se ha vuelto exigible por parte de las instituciones públicas a cualquiera de las acciones que la comunidad humana emprenda en su relación con los recursos naturales; ahí están los programas diseñados a tal fin por los gobiernos y los múltiples foros internacionales que abogan por ello, entre los que descuella la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, consensuada por la comunidad internacional como plan de acción a favor del progreso de las personas y del planeta (4). No obstante, cabe decir que el interés por una conducción sostenible no es ninguna novedad, pues ahí están los manejos tradicionales de los sistemas agrarios que durante siglos supieron extraer lo necesario para la supervivencia, a la vez que cuidaron exquisitamente el recurso. La sostenibilidad ofrece una diversidad de aspectos que la hacen plural. No se puede hablar tan solo de sostenibilidad ambiental, como una acepción exclusiva y unidireccional. Más bien, el horizonte se amplía al dar entrada a las implicaciones sociales, económicas y culturales que también le son consustanciales. Es ahí donde el comportamiento ético da plenitud a la sostenibilidad al dotarla de fundamentos que hacen posible la satisfacción de los bienes necesarios y el progreso de la comunidad humana, al mismo tiempo que procuran la conservación y mantenimiento de los recursos con toda su vigorosa potencialidad para generaciones futuras. La sostenibilidad ambiental debe ser siempre una condición del obrar humano. Al manejar los recursos naturales, el hombre no toma contacto con algo ajeno a él; más bien, acoge en sus manos un recurso que, de tratarlo indebidamente, produce un daño injusto al recurso y un impacto negativo en el hombre. Por tanto, preservar la integridad del recurso se convierte en el primero de los principios éticos a no soslayar nunca. La sostenibilidad social implica tener como prioritaria «la distribución equitativa de los frutos del verdadero desarrollo», como ya señaló san Juan Pablo II (Sollicitudo Rei Socialis, 26). Sería corrupto acaparar por parte de unos pocos, aunque algunos pudieran pensar que fuera legítimo, los bienes fruto de aquella funcionalidad exitosa e incluso dotada de excelente condición por sus efectos ambientales positivos. La equidad es expresión de la solidaridad y, a la vez, debe ser complementada por esta. De este modo, se convierte en el fundamento ético de la sostenibilidad social. La sostenibilidad económica no alude tan solo a la viabilidad de un determinado uso de los recursos naturales por la suficiente aportación pecuniaria. Esto sería restringir el significado a un balance financiero saneado. Más bien, debe entenderse por tal el uso de los recursos económicos de modo transparente y tomar en consideración la función social de la riqueza generada al margen de la satisfacción exigida por parte de la sociedad por el bien material producido. Por tanto, el enriquecimiento de unos pocos y la aparición y consolidación de sociedades desequilibradas económicamente es una perversión del principio ético de la solidaridad que debe regir la sostenibilidad económica. La sostenibilidad cultural alude al respeto exquisito de las culturas diversas que se han generado en los territorios rurales de todo el mundo. La incorporación en cada una de ellas de procesos operativos más eficientes no tiene por qué suponer una «uniformización cultural»; más bien se deben respetar siempre los legados culturales diversos que son manifestación excelente de la creatividad humana. La respetabilidad, por tanto, debe ser un valor ético sustentador de cualquier acción desplegada en el campo del desarrollo y hace posible al mismo tiempo el progreso y la conservación de las culturas. Estos principios éticos - mantenimiento de la integridad del recurso, equidad social, solidaridad económica y respetabilidad cultural - deben regir las cuatro facetas de una sostenibilidad integral a las que nos acabamos de referir. Cabe preguntarse si aquellos son permanentes o adaptativos a las situaciones concretas que se vivan. Dicho de otra manera, ¿hay un cimiento ético duradero inherente a la relación entre la comunidad humana y los territorios rurales? La vigencia de un fundamento ético permanente que anime al quehacer humano en este campo parece del todo plausible. Este fundamento permanente no puede ser maleable a conveniencia; es decir, el hombre no puede hacer «ingeniería ética» o, lo que es lo mismo, crear en cada momento un panel de principios éticos cambiables y acomodables a su interés inmediato y coyuntural. No serían tales. Se cometería el mayor de los fraudes al vaciar de honesto sentido unas palabras biensonantes. Al contrario, estimo que hay un rescoldo permanente, aunque no estable, que bien pudiera calificarse de progresivo; es decir, lleno de vitalidad que se enriquece continuamente y afianza su base cada día por el crecimiento y la fortaleza que entraña el obrar ético de la comunidad humana explicitado por los valores a los que nos hemos referido anteriormente. Como mencionaba el Obispo de Roma, «la solidez está en la raíz etimológica de la palabra solidaridad. La solidaridad, en el significado ético-político que esta ha asumido en los últimos dos siglos, da lugar a una construcción social segura y firme» (FT, 115, nota 88). Conclusión Más que una conclusión es importante provocar una incitación. Una incitación a pensar conjuntamente si el sustrato ético que debe animar toda acción humana puede obviarse o, al contrario, debe fortalecerse y convertirse en un auténtico tamizador que nos oriente sobre la bondad o maldad de nuestra relación con el medio en el que vivimos. Hemos señalado la generosidad como valor ético que debe presidir la acción del desarrollo. También la sostenibilidad como condición necesaria de una saludable funcionalidad de los territorios rurales. En el seno de esta sostenibilidad se ponen en juego valores éticos como la integridad ambiental, la equidad social, la solidaridad económica y la respetabilidad cultural. ¿Acaso alguien puede afirmar que estos no son valores éticos ejercidos por la comunidad humana en su trato con los territorios rurales y las gentes que los habitan? Más bien, me atrevo a decir que, si perdieran vigor o fueran sustituidos por sucedáneos oportunistas, las consecuencias serían muy negativas, tanto para el medio rural como para la humanidad entera. NOTAS (1) Cfr. FAO. 2020, World Food and Agriculture - Statistical Yearbook 2020, Rome 2020. Puede consultarse en: https://doi.org/10.4060/cb1329en. (2) Sobre el panorama español, sigue siendo de gran interés el estudio de D. PEREI- RA JEREZ, F. FERNÁNDEZ-SUCH, B. OCÓN MARTÍN, O. MÁRQUEZ LLANES, Las zonas rurales en España. Un diagnóstico desde la perspectiva de las desigualdades territoriales y los cambios sociales y económicos, Fundación FOESSA, Madrid 2004. Puede consultarse en: https://www.caritas. es/producto/zonas-rurales-espana diagnostico-perspectiva-desigualdades-territoriales-cambios-sociales económicos/ (3) Cfr. A.VON HUMBOLDT, Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo, Imprenta de Gaspar y Roig, Madrid 1874, Tomo I, 1-69. (4) Un amplio comentario sobre esta iniciativa de la ONU puede encontrarse en: J. M. LARRÚ (coord.), Desarrollo humano integral y Agenda 2030. Aportaciones del pensamiento social cristiano a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2020.

Jue 25 Feb 2021

Iglesia: Proyecto de escucha, perdón y reconciliación con víctimas del conflicto

Entre los meses de noviembre de 2020 y febrero de 2021, la diócesis de Yopal, con el apoyo de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y gracias a la solidaridad de la Embajada de Noruega en Colombia, puso en marcha en los municipios de Yopal y Aguazul, departamento de Casanare, una iniciativa denominada "La escucha, el perdón y la reconciliación como estrategias de construcción de paz". Esta iniciativa buscó contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida y mitigar el impacto humanitario que ha dejado el conflicto armado en quienes han sido víctimas del mismo. El desarrollo de esta tarea se materializó, mediante actividades de acompañamiento pastoral e intervención psicosocial a cerca de 60 personas que participaron del proceso. Los promotores de esta iniciativa, indicaron que entre los objetivos centrales de estos espacios de acompañamiento, desarrollados de manera personalizada y grupal, estaban: “brindar una escucha efectiva y reconocer su poder; aportar al respeto por los derechos humanos; y sensibilizar sobre la importancia de dar pasos que permitan dejar de ser solo víctimas, a reconocerse como sobrevivientes”. El proyecto, liderado por monseñor Edgar Aristizábal Quintero, obispo de esa Jurisdicción, contó con la intervención de psicólogos, sacerdotes, agentes de pastoral locales y miembros del equipo de la Secretaría Técnica de la Comisión de Conciliación Nacional. El propósito futuro de la diócesis a partir de este primer paso, consiste en crear un centro de escucha para personas afectadas por el conflicto y para otras personas en condiciones de vulnerabilidad que necesitan ser escuchadas, apoyadas y acompañadas por la Iglesia. El pasado sábado 13 de febrero se llevaron a cabo dos jornadas presenciales de cierre del proceso, una en cada municipio, donde se brindaron espacios de reflexión sobre temas como el perdón y la reconciliación, sanación, apoyo espiritual y resignificación del daño. Fuente: Oficina de Comunicaciones de la CCN

Mié 24 Feb 2021

Obispo de Tumaco: “Que todos seamos defensores y garantes de la vida”

Este es el llamado de monseñor Orlando Olave Villanova, obispo de Tumaco, tras el asesinato de 11 personas este fin de semana en la costa pacífica nariñense. El prelado rechazó estos hechos y lamentó la situación de violencia que se sigue ensañando contra la población. “Queremos enviar un saludo fraternal y de corazón a las familias de aquellas personas que han sido asesinadas, no solamente estas 11 personas que murieron en los últimos días, sino también la muerte de las tres mujeres en el municipio de Satinga, a sus familias nuestra solidaridad y cercanía espiritual”, indicó. Al resaltar que toda vida es sagrada y nadie tiene derecho sobre ella, afirmó que, si alguien tiene deudas con la justicia, son las autoridades quienes deben actuar para sancionar y llevar a los estrados judiciales a quienes cometen las faltas. Por lo que pidió a las autoridades redoblar los esfuerzos para proteger la vida de toda persona. “Las autoridades deben proteger la vida de todas las personas y frente a estos hechos de violencia, pedimos a las autoridades que ayuden en el esclarecimiento de estas muertes y velen porque sus actores vayan a los estrados judiciales”. Finalmente, hizo una invitación a la comunidad para que unidos se busquen caminos que transformen estas realidades de muerte en caminos de reconciliación y paz, pues “no podemos caer en la justificación de la muerte de ninguna persona. En nuestro país no está establecida la pena de muerte, para decir que merece la muerte esta o aquella persona (…) Toda persona, aunque se haya equivocado, tiene derecho a ir a un juicio”.