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Iglesia

Dom 15 Abr 2018

Obispos de Colombia expresan condolencias por periodistas ecuatorianos asesinados

Los obispos colombianos lamentamos profundamente y rechazamos rotundamente el asesinato de los tres periodistas ecuatorianos del diario El Comercio. Nos unimos de modo especial a sus familias y a sus colegas periodistas, haciéndoles llegar nuestras más sentidas manifestaciones de dolor y cercanía. Les aseguramos, además, nuestras oraciones. Hacemos llegar a nuestros hermanos obispos del Ecuador un fraterno y solidario saludo, pues conocemos bien cuánto, como pastores del pueblo de Dios, se empeñaron en suplicar la liberación de los periodistas secuestrados. Hacemos un llamado a quienes siguen acudiendo a cualquier forma de violencia: las armas y la muerte no consiguen nada, !no más secuestro y no más guerra!

Jue 12 Abr 2018

La misión de la Iglesia que peregrina en la Orinoquía

Por: Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar - Colombia tiene una frontera con Venezuela de 2.219 kilómetros, de los cuales 534, el 24%, corresponden al departamento del Vichada, ubicado geográficamente en el extremo oriental de Colombia y formando parte de la cuenca hidrográfica del Orinoco y Meta. Venezuela no era un país de emigrantes, todo lo contrario, ha sido una de las naciones latinoamericanas que ha albergado en su territorio a más inmigrantes, provenientes en su mayoría de América, Europa, el Medio Oriente y países del Este Asiático. En los años setentas, en el “boom” del petróleo, un alto número de colombianos marcharon al país vecino buscando mejorar su situación económica o huyendo de la violencia. Pero ahora las cosas se han invertido. Desde que llegó al poder Hugo Chávez en 1999, y particularmente durante los cinco años de gobierno de Nicolás Maduro, esta situación se ha agravado convirtiéndose en una de las principales fuentes de emigración en el mundo. Esa crisis de la hermana república de Venezuela ha convertido a Colombia en lugar de recepción y de tránsito; los transeúntes, preferencialmente van buscando alcanzar los países del sur del continente, en donde algún miembro de su núcleo familiar se estableció anticipadamente, antes de que la situación se agravara, o donde prevén mejores condiciones económicas y posibilidades de trabajar y vivir dignamente. A Puerto Carreño los venezolanos llegan en menor escala con respecto a Cúcuta, Santander, Arauca o la Guajira, pues las distancias y los altos costos del transporte aéreo, terrestre o fluvial, para llegar al interior del país, les impiden utilizar esta frontera. Muchos de quienes llegan al país, ya sea con la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, con pasaporte, o ilegalmente por las muchas trochas que existen, se quedan, o van y vienen, como es el caso de los “bachaqueros” que deambulan por las calles vendiendo algunos productos de la canasta familiar, o se ubican estratégicamente en las esquinas, de tal manera que con facilidad puedan cargar sus cosas cuando aparece la policía requiriendo documentos. Según estadística proporcionada por el Puesto de Control Migratorio Fluvial, el flujo migratorio en el 2017 en Puerto Carreño fue de 3.557 personas; fueron devueltos por no presentar los requisitos de ingreso al país o haber ingresado por lugar no habilitado 7.130 personas. En los primeros cuatro meses del 2018 ingresaron 5.118 venezolanos al país. Las autoridades migratorias devolvieron 1.694 ilegales. Pero más los que ingresan por las trochas que por los puestos de control. Teniendo en cuenta de que la población de Puerto Carreño se estima en 21.000 habitantes, la proporción de los que se quedan es muy alta. Lo cierto es que en Puerto Carreño han aumentado los robos callejeros, a casas y a establecimientos públicos; la prostitución galopa por sus calles; las riñas callejeras, la tasa de homicidios ha crecido; el microtráfico y la drogadicción va en aumento; las enfermedades de transmisión sexual, son cada día más frecuentes; la unidad familiar, ya resquebrajada, se ha empeorado; la cárcel ya no tiene cupo para tanta gente, de los cuales 9 son venezolanos; y si a esto le agregamos la trashumancia de algunos miembros de las comunidades indígenas, la situación se hace más tétrica. Acoger, acompañar y consolar es nuestra misión Ante esta crisis humanitaria los cristianos no podemos ser sordos y ciegos, pues Dios se nos ha revelado como alguien que está siempre a favor de los que sufren, los maltratados, los pobres. Lo dice la Biblia en el libro de Judit 9, 11: Tú eres el Dios de los humildes, defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados. Para Jesús los pobres eran los favoritos del Padre; Él mismo se identificó con los pequeños, con los que tienen hambre, con los que están desnudos, los enfermos, los encarcelados (. Mt 25, 40). Desde los pobres Jesús nos llama a la conversión, desenmascara nuestro bienestar, cuestiona nuestra manera de vivir la fe, rompe nuestros esquemas y nuestra tranquilidad. El Papa Francisco en múltiples ocasiones y escenarios se ha dirigido a los cristianos y a la comunidad internacional, a fin de despertar nuestras conciencias ante la tragedia del desplazamiento. Dirigiéndose a los participantes del Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el Papa dijo: “La tragedia de estas gentes sólo la puede describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza. Allí pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas, -lo he dicho a las autoridades de todo el mundo-, como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio, sino más bien, muchos de aquellos que se niegan a recibirlos. Nadie debería verse obligado a salir de su patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras, y es triple si, al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se le desprecia, se le explota e incluso se le esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades”. La actitud de la Iglesia debe ser la del samaritano, sin lugar a dudas; es decir, acoger, acompañar y consolar. Al decir de Johann Baptist Metz con “una mística de ojos abiertos”, o una espiritualidad de responsabilidad absoluta hacia los que sufren llevándoles a recobrar la esperanza y la posibilidad de una vida mejor. Más que dar comida, abrigo, medicina, etc., que si bien es lo primero, y se ha hecho con la ayuda de Cáritas Internacional y la Pastoral Social Nacional, hay que dar esperanza a quienes la han perdido ante los múltiples intentos fallidos de recuperar la institucionalidad, la paz, el poder adquisitivo, etc. “La esperanza es algo constitutivo en el ser humano… El hombre no solo tiene esperanza, sino que vive en la medida en que está abierto a la esperanza y es movido por ella”. Desde la óptica cristiana nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo resucitado. Solo desde él a los cristianos se nos desvela el futuro último que podemos esperar para la humanidad, el camino que puede llevar al ser humano a su verdadera plenitud y la garantía última ante el fracaso, la injusticia y la muerte. La resurrección es la última palabra sobre el destino final de todos, como dice Pablo a Timoteo: “Cristo es nuestra esperanza” (1 Timoteo 1, 1). Dios quiera que tantos hombres y mujeres que han dejado su tierra, su familia, su patria, sus pequeñas seguridades, encuentren en nuestras iglesias y comunidades cristianas un refugio en donde puedan llorar sus desgracias y en donde logren recuperar sus fuerzas. + Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar Obispo Vicariato Apostólico de Puerto Carreño

Mar 10 Abr 2018

Iglesia de frontera firma declaratoria en defensa de los migrantes

Ante la difícil situación que atraviesan los migrantes, prelados de Colombia y Venezuela, se reunieron para analizar y buscar acciones pastorales conjuntas que ayuden a solventar esta crisis que crece cada día más. Al cierre de esta reunión, los presentes emitieron una declaratoria en la que manifiestan con gran preocupación la creciente oleada de migrantes a las ciudades fronterizas como Puerto Carreño y Puerto Inírida. “La llegada de ciudadanos de Venezuela no se va a detener. La magnitud que ya tiene la crisis venezolana y, sobre todo, las mínimas posibilidades para que se resuelva o minimice en el corto plazo, podrían desbordar nuestras precarias estructuras de acogida y las posibilidades de ofrecer una mínima ayuda”. La misiva advierte, que el crecimiento de inmigrantes está generando inseguridad, desconfianza y en algunos casos xenofobia por parte de algunos pobladores, que ven en los venezolanos una amenaza al comercio, por lo que piden una mayor presencia del gobierno municipal y departamental. “Aún, sabiendo de que esta tarea la deben asumir los entes gubernamentales, como Iglesia, tenemos la firme voluntad de acoger, escuchar y acompañar a nuestros hermanos venezolanos, de tal manera que puedan vivir con dignidad en este lado de la frontera que los acoge”. Por último piden a las jurisdicciones eclesiásticas, entidades públicas y privadas realizar un acuerdo de voluntades, que ayuden a incidir positivamente en la promoción integral de la población más vulnerable. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon] Este encuentro se realizó en Puerto Carreño, en las instalaciones de Ceres Uniminuto. Asistieron por Colombia: Mons. Joselito Carreño Quiñónez, Vicario Apostólico de Inírida; Mons. Raúl Alfonso Carrillo Martínez, Vicario Apostólico de Puerto Gaitán, Mons. Francisco Ceballos Escobar; Monseñor Héctor Fabio Henao, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Caritas Colombia; y por Venezuela: Padre Dagoberto Zambrano, representante de la diócesis de San Fernando de Apure y el padre Félix Brito, del Vicariato de Puerto Ayacucho.

Lun 9 Abr 2018

Pascua, fuerza imparable

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Estamos de nuevo en Pascua. Hacer memoria de la muerte y resurrección de Cristo es celebrar el poder del Amor que es Dios; de ese Amor que nos ha hecho pasar de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida; de ese Amor que es hoy como ayer fuente que mana vida y esperanza. Este es el fundamento de la vida cristiana. En verdad, Cristo Resucitado es nuestra roca, nuestra seguridad, el faro en las tormentas que amenazan nuestra existencia de chocar contra la nada y que, en la fuerza de Pentecostés, nos muestra lo trascendente como el horizonte en el que debemos vivir y dar nuestro testimonio. Es ciertamente la fe en la resurrección de Cristo la que ha irrigado la vida y la misión de la Iglesia a lo largo de la historia. El fundamento de nuestra condición de bautizados y la Buena Noticia que llevamos es él, Jesús resucitado, el Señor. Todos los santos y santas, en la diversidad de sus dones y de su servicio a la humanidad, han bebido de esta fuente de vida que es el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Ellos son para nosotros testigos de que la fe en Cristo transforma la existencia, que ella inspira un arte de vivir que nos hace libres y felices. Es en el Evangelio donde los santos de todos los tiempos han encontrado la luz para esclarecer el sentido profundo y último de la existencia humana, para contribuir a renovar las cultura en los períodos particularmente difíciles, para ser los servidores de todos los que están abandonados, heridos o excluidos. Ellos han hecho así visible la razón de ser de la misión de la Iglesia: dar al mundo en Cristo una fuente de renovación y de salvación con la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Es el misterio de Pascua el que nos hace capaces de avanzar en aguas profundas y de lanzar las redes sin perder la esperanza. Por el contrario, cuando la desconfianza y el fatalismo invaden poco a poco nuestro compromiso y nuestro fervor, es el signo de que hemos tomado distancia con la fuente que nos hace vivir o que todavía no la hemos descubierto. Es el Resucitado el que nos envía a este mundo inquieto y lleno de expectativas para despertarlo a la verdadera vida y a la esperanza. No hay noche en esta tierra que no permita descubrir al menos una pequeña luz. En la luz de Pascua, nosotros creemos que ninguna puerta está definitivamente cerrada y continuamos adelante en el empeño de vivir y ayudar a vivir la resurrección. Esto nos lo recuerda el Papa Francisco: “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto” (EG, 276). Y nosotros, aun siendo frágiles como vasos de barro, somos portadores de un mensaje de amor, de verdad, de justicia y de esperanza que es único, vital y salvador para nuestro mundo. Así, cada vez que acogemos el Evangelio de Cristo en lo más profundo de nuestro ser, encontramos la fuerza del Espíritu Santo, para salir de nuestras preocupaciones y darnos a los demás siendo para ellos signos visibles de aquel que es, hoy como ayer, la Luz del mundo, el Camino, la Verdad y la Vida. Por eso, nos felicitamos todos en estas fiestas de Pascua y continuamos con gozo el camino. Aleluya, el Señor ha resucitado. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 6 Abr 2018

Asamblea Nacional de la Unión Apostólica del Clero (UAC)

La jornada, que se desarrollará del 18 al 20 de abril, tiene como objetivo fortalecer la vida y los servicios de la Unión Apostólica del Clero (UAC) en Colombia y su misión con los presbiterios diocesanos. Para ello, se tiene previsto un compartir de experiencias de servicio a otros sacerdotes y la reflexión de las orientaciones actuales de la Iglesia en este campo. Los ministros ordenados de las Diócesis y otros servidores del clero interesados en compartir con la UAC deben confirmar su asistencia a través del email: unionapostolicadecolombia@gmail.com El encuentro se realizará en la Casa de las Hermanas Adoratrices (Carrera 8 # 27B – 29 Sur, Barrio 20 de Julio, Bogotá – Tel:2787324 / Cel: 3106136480. Aporte económico: $200.000 (doscientos mil pesos).

Jue 5 Abr 2018

“Gaudete et exsultate”: Nueva exhortación apostólica del papa Francisco

El Vaticano presentará, el próximo lunes 9 de abril, la Exhortación Apostólica del Papa Francisco “Gaudete et Exsultate”, sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo. En la presentación, que tendrá lugar en la Sala de Prensa de la Santa Sede, participarán el vicario general para la diócesis de Roma, monseñor Angelo de Donatis, el periodista Gianni Valente, y Paola Bignardi, de la Acción Católica. “Gaudete et exsultate” es la tercera exhortación apostólica del papa Francisco, después de la “Evangelii gaudium” sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, publicada el 24 de noviembre de 2013, y “Amoris laetitia” sobre el amor en la familia, publicada el 19 de marzo de 2016.

Mié 4 Abr 2018

Un sínodo de los jóvenes

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - De forma similar como el Santo Padre Francisco, quiso afrontar la realidad de la familia en la Iglesia y el mundo de hoy, convocando una Asamblea del Sínodo, que concluyó con la importante Exhortación Apostólica (Amoris Laetitia), se ha ocupado ahora de los jóvenes en general y en la diversidad de situaciones en que se encuentran. Quiere conocer de cerca su percepción de la realidad, sus retos y desafíos como también sus sueños y proyectos de vida, para ayudar a su acompañamiento. Lo motiva sin duda, la complejidad del mundo y culturas actuales en que se mueven los jóvenes y el no pequeño desafío que tiene la misma Iglesia para realizar su misión evangelizadora, dirigida a las nuevas generaciones, representadas en tantos niños y personas jóvenes. Para ello ha convocado también la siguiente Asamblea del Sínodo (octubre 2018), que se ocupará, como es sabido, del tema “Jóvenes, Fe y Discernimiento vocacional”. En coherencia con esa necesidad de conocer de cerca lo que pasa en cada persona para ayudarla, el Santo Padre desea que por encima de todo se “escuche” a los jóvenes, de tal manera que puedan aportar ellos mismos, la materia prima fundamental para el discernimiento que luego harán los Padres sinodales. El Pre-sínodo convocado para finales de marzo de este año, con la presencia de 305 jóvenes de todo el mundo, de diferentes credos o sin ellos, más la intervención, vía redes sociales, de cerca de 15.000, constituye un enorme riqueza y hace efectivo en la práctica, poder conocer de primera mano lo que piensan los jóvenes y sus expectativas en relación con su vida, la Iglesia, la sociedad y un mundo por construir. El resultado de esta reunión presinodal no ha podido ser mejor, tal como lo revela el documento por ellos elaborado y que fuera entregado el pasado 28 de marzo al final del discernimiento que allí se realizó. “Este documento es una síntesis donde expresamos algunos de nuestros pensamientos y experiencias… Es una reflexión sobre realidades específicas, personalidades, creencias, y experiencias de jóvenes de todo el mundo. Este documento está destinado a los Padres sinodales, como una orientación que les ayude a comprender mejor a los jóvenes…” expresan al inicio del texto. Con autenticidad declaran que “Esperamos que la Iglesia y otras instituciones puedan aprender de este proceso presinodal y escuchar la voz de los jóvenes”. Es de admirar, indudablemente, la profunda libertad, autenticidad y sentido crítico con los que asumen los diferentes ítems que se van desarrollando en cada una de las partes del documento. Empezando por los desafíos y oportunidades de los jóvenes en el mundo actual, se refieren a las inquietudes sobre la formación de la personalidad, la relación con la diversidad, los jóvenes y el futuro, la tecnología y, la búsqueda de sentido de la existencia. En la segunda parte se ocupan más del tema de la vocación, presentando lo relativo a los jóvenes y Jesús, la relación con la iglesia, el sentido vocacional de la vida y su discernimiento así como lo que atañe al acompañamiento esperado por ellos. Una tercera parte presenta lo que anhelan los jóvenes en relación con la acción educativa y pastoral de la Iglesia, identificando lo que se desea como estilo de iglesia, el protagonismo de los jóvenes, ambientes donde quisieran ver más presente a la Iglesia, los escenarios comunes que se deberían consolidar para la acogida a los jóvenes, así como los diversos instrumentos que pueden ser utilizados para el trabajo en favor de las nuevas generaciones. Recomendable y además muy saludable para hacer un humilde examen autocrítico de nuestra tarea eclesial, motivado por quienes tienen ya la responsabilidad de asumir en adelante la misión toda del Pueblo de Dios, en la parte que les corresponde. Con mi fraternal saludo Pascual. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga

Mié 4 Abr 2018

El Celam inicia una caminata continental en favor de la niñez

El Departamento de Justicia y Solidaridad (Dejusol) del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) a través del Programa Centralidad de la Niñez anunció el inicio de la caminata continental “Huellas de Ternura” para sensibilizar a familias, escuelas e iglesias a favor de los niños y advirtiendo sobre las consecuencias de la violencia en las relaciones entre niños y adultos. La Caminata Huellas de Ternura –explican desde el Celam- es una acción de movilización social de carácter ecuménico, enmarcada en la Campaña “Necesitamos a Todo el Mundo: Cero Violencia, 100% Ternura”, que impulsan las organizaciones socias del Programa Centralidad de la Niñez (PCN), con miras a sensibilizar respecto al flagelo de la violencia contra la niñez en todas sus manifestaciones, proponiendo la Ternura como modelo de crianza y cuidados. La caminata –que iniciará el próximo 7 de junio- atravesará América Latina y el Caribe, desde la frontera de Tijuana (México) y San Diego (Estados Unidos) hasta la Patagonia, denunciando las diversas formas de violencia que se ejercen contra los niños. Pasará de país en país, quedándose unos 15 días en cada uno. A su paso por el continente irá generando diversas actividades formativas, de movilización social, comunicacionales, litúrgicas y lúdicas, que pongan el bienestar de los niños en el centro de las acciones pastorales y las políticas públicas. Finalizados los días en cada país, “un embajador de la Ternura” viajará al siguiente país portando un “barrilete de los Colores”, símbolo de la caminata, que irán tejiendo los niños y niñas de cada lugar, hasta llegar a su destino final, donde será elevada como expresión pascual del triunfo de la Ternura en nuestro Continente. Desde 2009 el Dejusol estableció una mancomunidad interinstitucional a través del Programa Centralidad de la Niñez con World Visión América Latina y Pastoral da Criança Internacional de Brasil. En la actualidad esta alianza la integran como nuevos socios Cáritas Latinoamericana y la Federación Internacional Fe y Alegría. A la caminata también se suman importantes organizaciones de trabajo de infancia en el continente entre los que están: Pastoral da Criança Internacional de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), el Departamento de Vida, Familia y Juventud del Celam, Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (Aler), Sembradores de Paz e Infancia Misionera Colombia de Obras Misionales Pontificias. Fuente: Agencia católica AICA