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¿Qué nos mueve a esperar a Cristo?
Tags: adviento plan nacional de predicación
Si escuchamos con atención las lecturas bíblicas de hoy, podremos descubrir la esperanza que debe movernos a recibir con fe al Mesías Salvador. Dejemos que la Palabra nos toque el corazón, de modo que lleguemos a la celebración del nacimiento del Hijo de Dios con las mejores disposiciones interiores.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Miqueas 5,1-4a[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 80(79),2ac+3b.15-16.18-19 (R. cf. 4b)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hebreos 10,5-10[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 1,39-45[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
En la proximidad de la celebración del Nacimiento del Salvador, podemos acercarnos a la Palabra de Dios con algunas preguntas: ¿Qué nos mueve a esperar a Cristo?, ¿qué debe dejar en nuestro corazón la llegada del Mesías?, ¿cómo nos preparamos interiormente para la Navidad?
El profeta Miqueas, cuyo oráculo se orienta a la llegada del Mesías, nos ofrece las primeras pistas. El pequeño trozo profético nos habla de retorno a la tierra prometida, de habitar tranquilos en ella, de fraternidad universal; pero no se trata de realidades que van a surgir por el acaso o por las componendas políticas, sino por la venida del Mesías, que es llamado el “Jefe de Israel”, el que “pastorea con la fuerza del Señor”, el que es “nuestra Paz”.
El salmo transforma las realidades anunciadas por el profeta en una súplica comunitaria llena de confianza y de esperanza. Los ruegos son enfáticos; reclaman la acción misericordiosa del Pastor de Israel: “restáuranos”, “escucha”, “despierta tu poder y ven a salvarnos”, “vuélvete”, “fíjate”, “resplandece”. Y se concluye con un propósito que asegura la firme permanencia en el Señor: “no nos alejaremos de ti”.
La carta a los Hebreos nos presenta la realidad de la Encarnación del Hijo de Dios en su sentido más profundo. Podemos decir que en este texto debemos descubrir la esencia de la fiesta que celebramos: Cristo entra en nuestro mundo, con un cuerpo como el nuestro, asume nuestra humanidad, para hacer la voluntad del Padre, que es que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4). Cristo, con su nacimiento, nos revela el amor infinito del Padre y su designio de salvarnos.
El pasaje Evangélico, que es el centro del mensaje de la Palabra, nos presenta justamente un reconocimiento de Isabel: ella declara bienaventurada a María por el “fruto bendito de su vientre” y porque “ha creído” que las promesas del Señor se cumplirán. Se trata de un encuentro celebrativo, cargado de fe y de alegría por la actuación salvífica de Dios.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
Navidad, para muchos, es sinónimo de regalos y de fiestas. Lamentablemente la sociedad de consumo se ha encargado de desviar esta celebración hacia el comercio y ha opacado, quizás anulado completamente, los anhelos y esperanzas más profundas del ser humano que sólo se pueden conseguir en el encuentro verdadero con Cristo Salvador.
La Palabra, en este día, nos reorienta hacia el pesebre y a la contemplación del misterio de salvación en el nacimiento del Mesías.
Como Isabel, reconozcamos el fruto bendito del vientre de la Virgen; y como María, mantengamos nuestra dicha en la fe cierta de que el Señor cumple sus promesas. La celebración de la próxima Navidad debe asegurar nuestra fe y nuestra esperanza. El Niño es “Dios con nosotros”, Él viene a revelarnos la voluntad salvífica del Padre porque se ha hecho hombre para conseguirnos, con la oblación de su cuerpo, aquello que no logran los sacrificios y holocaustos.
Siguiendo el anuncio de los profetas, no nos quedemos en la espera de cosas superficiales y materiales, ni nos entretengamos únicamente en festejos pasajeros. El Niño que nacerá en el pesebre, y que hemos de recibir en la fe, nos regala realidades definitivas y fundamentales: la plenitud de nuestra vida, la paz que tanto anhelamos, la alegría verdadera, la unidad para nuestras familias, la fraternidad, la posibilidad de habitar seguros en la tierra que él mismo nos ha dado. La Navidad, como lo enfatizan las lecturas, debe convertirse en una fiesta de retorno al amor de Dios, para nunca alejarnos de Él.
Si recibimos a Jesús en nuestro corazón, si vivimos la Navidad en la fe y la esperanza, podremos experimentar la transformación de nuestro mundo, porque en todo nos conducirá el verdadero y único Pastor. Celebrar el nacimiento del Señor nos debe llevar a sembrar en el mundo el amor, la justicia, la solidaridad que Jesús nos trae. .
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
La celebración Eucarística de este domingo de Adviento debe convertirse en la mejor preparación para celebrar el nacimiento del Señor, ha de ser el ambiente más propio para dar gracias a Dios, para revisar la propia vida de frente al amor del Señor, para interiorizar la fiesta de nuestra salvación.
Insistamos en que la Navidad no puede ser una fiesta vacía, superficial y pasajera; sino el encuentro con el amor eterno del Padre, manifestado con toda plenitud en el nacimiento de su Hijo.
[icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon]
- Puede encenderse la cuarta luz de la corona de Adviento.
- Convendría destacar hoy la escena de la Visitación, en carteleras o si es posible disponerla con las imágenes sagradas.
- Proponer a los fieles que visiten a los más necesitados de la comunidad, llevándoles una voz de esperanza y algún presente.
- Insistir en la necesidad de prepararnos para celebrar bien el sacramento de la reconciliación, con un corazón lleno de sincera conversión.
- Recordar que esta semana:
- El viernes 25 de diciembre, es la Solemnidad del Nacimiento del Señor (día de precepto); tiene: Misa de la Vigilia (tarde del jueves 24, hasta las 8:00 p.m.), Misa de medianoche (desde las 8:00 p.m. del jueves 24), Misa de la aurora y Misa del día (viernes 25). Los sacerdotes pueden presidir o concelebrar tres Misas, con tal que se celebren en las horas indicadas.
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
Lun 2 Dic 2024
Una sociedad que odia a los niños
Jue 28 Nov 2024
Vie 14 Dic 2018
Con alegría esperamos al Salvador
La alegría atraviesa el mensaje de la palabra que ilumina este camino a la celebración de la natividad de Jesús, una expresión que tiene tres niveles Pero, esa alegría se va a expresar en tres niveles distintos: El primero, lo reseñará Sofonías en la exaltación realizada a la hija de Sion, alegoría presente en los evangelios, en la figura de María, la madre del Salvador. El segundo nivel, será el propuesto por el salmista, que invita a la asamblea a exaltar de Júbilo al reconocer la presencia del Santo de Israel. El tercero, va a estar representado en la carta a los Filipenses en donde Pablo, invita a la comunidad a permanecer vivos y alegres en el Señor; de esta manera la liturgia nos va a invitar a gozarnos en el Señor en la actitud permanente de la conversión, como lo encontraremos en el relato del evangelio de Lucas. Primera lectura: Sofonías 3,14-18a Salmo: Isaías 12,2-3.4bcd.5-6 (R. cf. 6) Segunda lectura: Filipenses 4,4-7 Evangelio: Lucas 3,10-18
Jue 13 Dic 2018
Dios está en medio de ti y del pueblo
Hay un motivo concreto para no temer ni desfallecer y es que Dios está en medio de ti y en medio del pueblo. Todo ello se manifiesta en alegría, gozo y en júbilo, pero también en dos realidades concretas: conversión del corazón y en obras concretas de caridad. Esas dos respuestas son el resultado de la pregunta: ¿Qué tengo que hacer? Vive el reino: conversión y obras de caridad. Tareas: Vive con gozo y alegría los nueve días de la novena. Muestra tu conversión con una obra de caridad, especialmente con los más vulnerables. Comparte con alegría el gozo de saber que Dios vive en medio de ti y en nuestro pueblo.
Vie 7 Dic 2018
Preparemos el camino para la llegada del Mesías
Las lecturas de la Sagrada Escritura en este domingo segundo de Adviento nos trasmiten: Un pregón o anuncio de la llegada del Mesías. Una invitación a prepararle el camino y allanar sus senderos. Un modelo de espera en la figura de Juan, el Bautista Primera lectura: Baruc 5,1-9 Salmo: 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6 Segunda lectura: Filipenses 1,4-6.8-11 Evangelio: Lucas 3,1-6 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Podemos partir del pasaje evangélico que ubica en la línea de la historia de la salvación el más grande acontecimiento: el nacimiento del Mesías. Juan Bautista se presenta como instrumento de Dios para el cumplimiento de la promesa divina con una vocación profética específica: “preparar los caminos del Señor” para que “toda carne vea la salvación de Dios”. Esta misión, a partir de la citación de Isaías, es descrita como hacer que lo escabroso se allane, que lo hondo se alce, que lo torcido se enderece, para que el Señor encuentre un camino llano, fácil, recto. El texto de Baruc acude a la misma imagen, pero aplicándola al pueblo de Israel que, con la conducción del Señor, podrá volver a su tierra, reunirse y caminar seguro, protegido, confiado en la acción misericordiosa de Dios. El bien conocido salmo 125 celebra justamente este retorno de Israel a la tierra prometida con tonos de alegría, de cánticos, de contemplación de la acción maravillosa de Dios. La carta de San Pablo a los Filipenses puede leerse también como una celebración de la acción de Dios en la vida de la comunidad. Al mismo tiempo es una invitación a la confianza, a la perseverancia, a la cooperación en la tarea misionera, al crecimiento permanente en el amor mutuo; todo para llegar al día de Cristo, su segunda venida, limpios, irreprochables y cargados de frutos de justicia.
Jue 6 Dic 2018
Preparemos el camino del Señor
Existen muchas formas de preparar el camino del Señor, por ejemplo: la conversión, el bautismo, la oración alegre y viviendo la auténtica alegría cristiana. Quitemos del corazón el luto y la aflicción que comprimen al ser humano porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres: Tareas: Revisa qué quita la alegría de tu corazón. Reafirmate en el motivo de la alegría: Dios está contigo. Pregúntate cómo estás preparando el camino del Señor. ¿Ya hiciste el pesebre en tu casa? ¿Tu oración cómo va? ¿Ya preparaste la confesión de este tiempo?