Vie 26 Sep 2025
Recibiste tus bienes en vida
VIGÉSIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOSEPTIEMBRE 28 DE 2025Primera lectura: Am 6,1a.4-7Salmo: 146(145),6c-7.8-9a. 9bc-10Segunda lectura: 1Tm 6,11-16Evangelio: Lc 16,19-31.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónEn la primera lectura, tomada del profeta Amós (6,1-7), se denuncia a quienes se sienten seguros en este mundo, confiados en sus posesiones, se acuestan en lechos de marfil, se arrellanan en sus divanes, comen corderos del rebaño y terneros del establo, viven como insensatos y no se preocupan de la ruina que les acarreará llevar este estilo de vida. El salmo 145 canta la preferencia que Dios tiene para con los oprimidos, los hambrientos, los cautivos, los ciegos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas. La segunda lectura, tomada de la primera carta de Pablo a Timoteo (6,11-16), invita a buscar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre, la vida eterna. Y el Evangelio, tomado de Lucas (16,19-31), con la parábola del rico que banquetea y del pobre Lázaro, inquieta a vivir con la mirada puesta, no solo en este mundo, sino también en la vida eterna. Así, en conexión con las lecturas del domingo pasado, vemos un hilo conductor: nuestra vida futura está marcada por el modo como vivamos la presente.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Jesús continúa su camino hacia Jerusalén y en esta ocasión no se dirige a sus discípulos, sino a los fariseos, quienes lo desprecian, porque Él no vale nada a los ojos de este mundo, es un maldito, no es un bendecido; pues según la doctrina judía, el que posee bienes y riquezas, es un bendecido por Dios, y Jesús es un pobre que no goza de bienes materiales. Si bien, no es pecado tener bienes, el problema puede surgir por el modo como estos son usados.El Evangelio de este domingo es una clara continuación del proclamado el domingo pasado, el cual se refería al administrador inteligente que, cuando supo que lo iban a echar del puesto, fue capaz de levantar la mirada, dejar de mirar solamente el dinero y ver hacia el futuro, cayendo en la cuenta que no bastaban las riquezas de este mundo para vivir bien y que era mejor cultivar amistades para que hubiera quien lo socorriera en el momento de la necesidad.El rico de la parábola de hoy, no fue capaz de levantar la mirada, porque andaba pegado a la mesa, pensando solo en sus banquetes con los que gozaba la vida cada día y en los trajes lujosos que lucía. Cuando fue capaz de levantar la mirada, ya era demasiado tarde. Si en esta vida hubiera levantado su mirada, habría visto al pobre, y si lo hubiera socorrido, este hubiese sido su tabla de salvación o su pasaporte para ingresar a la Patria Celestial.Sin embargo, la parábola más que referirse a la vida más allá de este mundo, se refiere al modo de vivir en esta vida, obviamente, como preparación para la vida más allá de este mundo material.Un primer aspecto que podemos notar en la parábola es que el rico no tiene nombre, mientras que el pobre sí posee un nombre propio. No poseer un nombre, significa no ser alguien, el nombre confiere dignidad. Los dignos a los ojos de este mundo son los ricos, los que gozan de bienes materiales; mientras que los pobres, los “indigentes”, no son personas, no cuentan, son basura y estorbo para la sociedad. A los ojos de Dios, todos valemos mucho, sobre todo los oprimidos, los hambrientos, los cautivos, los ciegos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas, como lo escuchamos en el salmo 145.Un segundo aspecto, que se puede subrayar, es el vestido que usa el rico y el pobre. El pobre cubierto de llagas; mientras que el rico viste finos trajes de lino y de púrpura. El vestido del rico muestra una enfermedad de la sociedad actual, la enfermedad de la apariencia, del llamar la atención; y cuando no se es visto y admirado, se deprime. Se invierten cantidades de dinero, no para crecer y ser mejor persona, sino para aparecer. La Palabra de Dios, nos invita a vestirnos de humildad y mansedumbre, a revestirnos de Cristo.La parábola no habla de un rico que fuera malo y luego debiera ir al infierno; ni tampoco habla de un Lázaro, que fuera bueno y se ganara el cielo. El rico ha tenido la suerte de gozar de sus bienes y el pobre lo único que hace es “nada”, estar sentado: sentado a la puerta del rico, sentado en los brazos de los ángeles que lo llevan, sentado en el seno de Abraham. Por tanto, la parábola nos invita a mirar, no tanto el cielo y el infierno después de nuestra muerte, sino al cielo y al infierno que aquí estamos viviendo y construyendo.Dios nos ha puesto en este mundo, el cual divinamente podría ser un paraíso, pero nosotros los humanos lo hemos vuelto un infierno, es decir, un lugar invivible, donde ningún ser humano puede confiar en otro ser humano, porque puede ser una amenaza, puede ser un peligro y llegar hasta a asesinarlo. Los seres humanos hemos construido barreras y muros infranqueables, donde no podemos pasar de aquí para allá ni de allá para acá, sino que cada uno vive en su mundo solitario e individualista, donde no importa ni interesa las necesidades que el vecino pueda estar pasando. Solo se vive en el propio mundo ególatra e inmanente.Cada día es mayor la división y la separación entre ricos y pobres. Desde mediados del siglo pasado, la Iglesia Latinoamericana, ha denunciado la barrera entre ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres (cfr. Doc. Medellín); y el problema en vez de resolverse se ha agravado. Hoy, el diez por ciento de la población posee más del noventa por ciento de los bienes y riquezas de este mundo; mientras que un noventa por ciento de la humanidad tiene que vivir con el diez por ciento de bienes restante. Mientras unos pocos acumulan, muchos mueren en el hambre y la miseria.Los cinco hermanos del rico, son el Israel del tiempo de Jesús, son las primeras comunidades cristianas del tiempo de Lucas y son los pueblos y comunidades de nuestro tiempo. Ellos también, como el rico, viven en su propio mundo egoísta y avaro. ¿Cómo salvar a estos cinco hermanos? ¿Cómo pasar del egocentrismo a la alteridad, de la propia inmanencia a la trascendencia? Ni, aunque un muerto resucitara, nos cambiaría. Jesús ha resucitado y seguimos en las mismas. El único modo para librarnos del apego malsano a las riquezas y construir juntos un mundo más humano, es escuchando a Dios, dejarnos transformar por Él, permitirle que Él sea el protagonista de nuestras vidas y de nuestra existencia. “Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen”. Escuchando a Dios, quien nos habla a través de los Moisés y los profetas de hoy, y dejándonos transformar por sus palabras y por su estilo de vida, podrá hacerse realidad el sueño de la fraternidad, la solidaridad y la amistad, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?¿Qué tenemos de epulones y qué de Lazaros? Alguna riqueza hemos recibido, material y/o espiritual, que, si sabemos compartirla, en vez de agotarse, se multiplicará en bendiciones, tanto para cada uno de nosotros, como para nuestros hermanos; y tanto para esta vida como para la futura. Y a su vez, somos necesitados, no somos autosuficientes, y esta precariedad y escasez nos hace conscientes de nuestros límites y fragilidades, las cuales nos ayudan a no quedarnos encerrados en nosotros mismos, en nuestra propia inmanencia, sino a saber alzar la mirada para buscar la ayuda necesaria. Además, las propias precariedades nos ayudan a ser misericordiosos antes las precariedades de nuestros hermanos.¿Cuál es el vestido que solemos llevar: vamos revestidos de apariencias y/o revestidos de Cristo? ¿Cuándo se nota que llevamos el vestido de la apariencia y cuándo se nota que vamos revestidos de Cristo?¿Qué mundo estamos construyendo entre nosotros, en nuestros hogares y comunidades? ¿De qué manera estamos aportando para construir un paraíso, donde podamos vivir juntos, de modo tranquilo y pacífico, ayudándonos recíprocamente y construyendo puentes de fraternidad y solidaridad? ¿Y de qué modo estamos dando un grano o un montón de arena para construir un infierno, donde la convivencia se hace imposible, porque prima el yo y se vive a costa de los demás, con tal de alcanzar los propios fines, construyendo barreras infranqueables entre unos y otros, donde no interesa el dolor, el sufrimiento y las necesidades que puedan estar viviendo los demás?Escuchando a Dios y a sus profetas, podemos cambiar, tanto nosotros mismos como este mundo. En este jubileo de la esperanza, sigamos adelante, sabiendo que sí es posible construir juntos un mundo más humano y más vivible, más fraterno y más solidario.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Levantemos la mirada y veamos más allá de nuestra propia nariz, es decir de nuestros propios intereses y necesidades; y veamos, también, las necesidades de nuestros hermanos, especialmente de los más necesitados, y contemplemos en ellos, al mismo Cristo, que sufriente y necesitado, sigue viviendo en medio de nosotros, y que nuestra mirada, no se quede en palabras de compasión sino en acciones de misericordia. Por eso contemplemos esta palabra, poniendo en práctica algunas de las catorce obras de misericordia, sean espirituales o materiales.Recomendaciones prácticas:-4 – 5 de octubre. Jubileo del Mundo Misionero-4 – 5 de octubre. Jubileo de los Migrantes-Día del turismoII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, nos hemos reunido en este lugar, porque Dios mismo nos ha convocado y nosotros nos hemos dejado guiar por su Santo Espíritu para llegar hasta este lugar. Que lo que ahora vamos a celebrar nos ayude a seguir adelante, viviendo con los pies en la tierra y con la cabeza y el corazón en el cielo. Vivamos esta Eucaristía con alegría y gratitud.Monición a la Liturgia de la Palabra En las lecturas de hoy, escucharemos la denuncia que hace el profeta a quienes se sienten seguros en este mundo, confiando solo en sus posesiones materiales y viven como insensatos, sin preocuparse por la ruina que les acarreará ese estilo de vida; mientras que en el salmo constataremos la preferencia que Dios tiene para con los oprimidos, los hambrientos, los cautivos, los ciegos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas. Nos conviene buscar la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre y la vida eterna, como nos lo recordará la segunda lectura que escucharemos. Y orientados por la parábola del rico que banquetea y del pobre Lázaro, que será proclamada en el Evangelio, dejémonos inquietar por la Palabra de Dios, quien hoy quiere seguir transformando nuestras vidas. Acojamos esta Palabra con gozo y atención.Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Creador, fuente de toda bendición, dirijámosle nuestras plegariasR. Padre, fuente de toda bendición, escúchanos.1.Padre Dios, Tú quieres una Iglesia pobre para los pobres. Que tus ministros, tengan entre sus preferidos, a los más necesitados, y puedan socorrerlos con tus misericordias, en el momento oportuno.2.Padre Dios, que en nuestra sociedad cada día disminuya la gran barrera existente entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Que los gobernantes de nuestros pueblos y naciones sepan hacer una justa distribución de los recursos, optando preferencialmente por los más necesitados.3.Padre Dios, tu Hijo Jesucristo hoy sigue mendigando el pan en quienes no tiene lo necesario para sobrevivir. Que quienes estamos a su lado, crezcamos en generosidad y compartamos desde nuestra pobreza.4.Padre Dios, que todos aquellos que participan en el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes, alcancen a experimentar tu misericordia para llevar este mensaje a todos aquellos que esperan en ti.5.Padre Dios, por quienes hemos venido a esta Eucaristía para que, al regresar a nuestros hogares y lugares de trabajo, cooperemos juntos para hacer de nuestras familias, comunidades y vecindarios, espacios de fraternidad, solidaridad y amistad social.Oración conclusivaPadre Dios, acoge los ruegos de tus hijos y, que movidos por las Palabras que hoy nos has dicho, seamos imagen viva de tu Hijo, que vive y reina contigo, por los siglos de los siglos.R. Amén.