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Lectio Dominical

Vie 3 Dic 2021

Toda carne verá la salvación de Dios

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 05 de 2021 Primera lectura: Baruc 5, 1-9 Salmo: 26(125), 1-2ab.2cd-3.4-5.6 Segunda lectura: Filipenses 1, 4-6.8-11 Evangelio: Lucas 3, 1-6 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios de este domingo nos presenta: * El gozo, la alegría por la presencia de Dios; Él cuida en detalle y con respeto de su pueblo, de cada uno de nosotros, cobijándonos –como un árbol frondoso- para que nuestra vida sea un fruto admirable de santidad. * La alegría por la presencia del Señor se nutre y mantiene por medio de la oración hecha siempre con alegría y absoluta confianza en la providencia infalible de nuestro Señor. * La permanente necesidad de hacer anuncio kerigmático de nuestra fe, al estilo del Bautista; por boca de Juan se anuncia la presencia visible de Dios; por la predicación de la Iglesia se anuncia la alegría de su permanencia. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios, en el libro de Baruc, subraya el valor importantísimo de la alegría que se traduce en gozo. Este gozo es fruto de una relación profunda con el Espíritu de Dios y viene a ser fuerza determinante del actuar, pensar y hablar de una persona. El Salmo responsorial es un canto sublime a la alegría que se debe conservar aún en medio de las adversidades y luchas de la existencia humana. La alegría que viene de Dios no tiene límites, ni está supeditada a los vaivenes del mundo: es permanente por ser don de Dios. En la segunda lectura vuelve a aparecer con fuerza el tema de la alegría que se hace práctica en la confianza que viene a ser el modo de decidir, siempre, en relación con el Señor. Realmente quien confía en el Señor sabe con certeza que lo que Él quiera, eso es lo mejor y más claro para la santificación. La misión de san Juan Bautista fue única y especial: anunciar y mostrar la presencia del Señor entre los hombres. Un bautizado que se toma en serio su vida de relación con Cristo, asume la misma tarea: ser precursor del Señor para los demás, es decir, señalar, con su ejemplo de vida, el camino que conduce hacia Cristo y a la santidad. Juan Bautista fue un ejemplo insigne en todo y por ello se constituye en un excelente estímulo para seguir a Cristo, sabiendo que el modelo es el Señor, pero, los santos nos mueven con gusto a emprender la tarea siempre admirable de ser excelentes discípulos. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Definitivamente el Señor siempre es fiel y acompaña con gran poder y misericordia a su pueblo, cuidándolo de manera especial a través de pastores, profetas y santos. Hoy tenemos la figura de San Juan Bautista; es del único santo, junto con la Virgen Santísima, de quien se celebra la fiesta de su nacimiento y de su tránsito al Cielo. Esto nos da la medida de la grandeza de Juan Bautista en la historia de la salvación, pues, se trata del “Precursor del Señor”, el último de los profetas del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo; el único profeta que pudo ver al Mesías, el esperado de todos los siglos, cara a cara. De él tenemos tanto para aprender: Que Dios siempre tiene misericordia de todos; que hemos de crecer en santidad y afianzar nuestro carácter para no equivocar el camino; que hemos de ser fieles a Dios hasta las últimas consecuencias, sin vender nuestras conciencias ante la doblez de la vida y la injusticia de la inmoralidad. Este Evangelio nos hace proclamar con alegría que la mano de Dios siempre está para acompañar nuestros pasos y llevarnos al feliz término de la santidad y la vida eterna. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es tiempo para vivir la alegría como antídoto para la tristeza. Contrastes que tocan la vida existencialmente y son experiencia de vida, pero, cuando vamos sintiendo que la alegría es, particularmente, un fruto del Espíritu Santo y, por lo tanto, perdura, ¿por qué dar espacio a la tristeza? La tristeza desdice de la esperanza y oculta la alegría que está por sí misma en la persona, gracias al Espíritu Santo. Si esto es así, entonces, recordamos aquel bello verso poético: “Y no estés triste nunca, que es pecado estar triste” (Amado Nervo, 1898). Ciertamente si el pecado nos separa de Dios y la tristeza es opuesta a la alegría que nos trae el buen Señor de Cielo y Tierra, albergar vestigios de tristeza es negar la acción misma de nuestro Señor que trae paz y serenidad, es como “expulsar” al Espíritu de Dios de la vida. Jesús nos enseña que la alegría del mundo no lo es en verdad; dicho de otro modo, no hay mayor tristeza que la alegría mundana porque es un placer que pasa, un gozo fugaz que nos oculta la verdad y nos extravía del buen camino, una dicha que se evapora ingratamente y no deja nada, absolutamente nada. Vale la pena revisar la vida y pensar seriamente: ¿soy feliz? ¿soy alegre? ¿soy triste? Porque, como escribía Santa Teresa de Jesús, “¡cuán triste es Dios mío, la vida sin ti!”. La vida en Dios es alegría notoria, la vida sin Dios es tristeza evidente. _____________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar a las familias para que instalen en sus casas el Pesebre y hacerlo bendecir por el párroco o su vicario. La bendición del pesebre se puede encontrar en el Bendicional nn, 1243-1251. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Al reunirnos hoy para celebrar nuestra fe, damos gracias a Dios por la alegría como don del Espíritu Santo. Lo hacemos en espíritu de gozo al recibir a Jesucristo, Señor nuestro, en su Palabra y Eucaristía. Celebremos esta liturgia con esperanza y amor. Monición a la Liturgia de la Palabra Al escuchar la Palabra de Dios, que siempre es viva y eficaz, atendamos con corazón limpio; la escuchamos en actitud de los discípulos que se nutren de la palabra que sale de la boca de Dios mismo para indicarnos siempre el camino de salvación. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, dirijamos con confianza al Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo Pastor de la Iglesia, nuestra oración y súplica, diciendo: R. Oh Señor, escucha y ten piedad 1. Pidamos al Señor por el Santo Padre Francisco, para que pueda proseguir su camino de confirmarnos a todos la fe y la alegría de nuestro discipulado. Oremos. 2. Por el don de la palabra, para que en este camino del Sínodo nos animemos a hablar con valentía y parresía, integrando la libertad, la verdad y el amor. Oremos. 3. Por los Gobernantes de las naciones; para que el Espíritu Santo los asista constantemente en su tarea, y puedan guiar a los pueblos por senderos de paz y prosperidad. Oremos. 4. Por los afligidos, para que encuentren alivio a sus dolores y sepan conservar la fe en medio de sus penas. Oremos. 5. Por esta Asamblea aquí reunida, para que viva plenamente su realidad bautismal con la alegría propia del Espíritu Santo. Oremos. Oración conclusiva Padre Eterno, reaviva en tu Pueblo Santo la alegría de tu presencia y haz que todos los bautizados sirvamos en la evangelización con gozo y generosidad. Por Jesucristo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 26 Nov 2021

Se acerca su liberación

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Noviembre 28 de 2021 Primera lectura: Jeremías 33, 14-16 Salmo: 25(24), 4-5ab.8-9.10 y 14 (R. cf. 130[129],5) Segunda lectura: 1Tesalonicenses 3, 12 - 4,2 Evangelio: Lucas 21, 25-28.34-36 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios de este domingo nos presenta: * En medio de tantas incertidumbres que nos presenta nuestra época, se levanta la voz de Dios que anuncia el cumplimiento de todas sus promesas, especialmente, de estar siempre con nosotros. * La virtud de la esperanza debe ser siempre una bandera de vida en nuestro camino de fe, pues el Señor siempre nos levanta para seguir amando y sirviendo. * La presencia de Dios en cada persona, en la Palabra, en la Liturgia y en la caridad, son los espacios donde hoy el Señor regresa a nuestras vidas para darnos la liberación integral del poder de pecado y darnos la fuerza en la santificación. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios, en el profeta Jeremías, proclama la fuerza vital de la esperanza para el pueblo; es una determinación clara para aprender a vivir siempre en y de la confianza ilimitada en el poder de Dios, presente en todos los acontecimientos de la vida. Cuánto bien nos hace proclamar desde esta Palabra la esperanza como estilo de vida en medio de tantos y crueles anuncios proféticos de desventura. También, en el trasfondo de la Palabra aparece la confianza (salmo responsorial), como expresión que define nuestra relación don Dios mismo. La confianza es el comportamiento propio de quien se siente hijo del Padre Celestial y experimenta que en Él está todo, en Él se cumple siempre su promesa; que Él provee infaliblemente. De otro lado, cuando la segunda lectura anuncia que el amor debe ser como la medida propia de quien espera en el Señor, viviendo la comunión con los hermanos. No es posible vivir la relación plena con el Señor, aun proyectándonos hacia la eternidad, si no somos conscientes de nuestro deber de ser excelentes prójimos con nuestros hermanos. En el Evangelio, se percibe una clave de vida: vigilancia sin tregua. Cuando nos tomamos en serio la vida, ésta empieza a dar frutos y éstos son para el crecimiento integral de la comunidad, para el bien de la Iglesia del Señor. La vigilancia de la cual habla el Evangelio indica el permanente cuidado que hemos de tener en nuestro modo de vida; un descuido puede ser fatal, pues son muchos los distractores del mundo que aparecen para desviarnos del camino y robarse la semilla de la Palabra sembrada en nosotros gracias a la predicación del Evangelio del Señor. Jesús es claro para darnos a conocer lo peligroso que es estar dormidos sobre los laureles; esa distracción nos puede costar la integridad de la vida interior, nos puede llevar a renunciar a lo esencial de la vida de fe que es la santidad, nos puede ocultar el bien y deslumbrarnos con la falsedad de las “mieles del pecado”. No podemos distraernos en trivialidades que sólo causan profunda tristeza al alma… esto es el engaño terrible del pecado que se nos ofrece como una “sabrosa posibilidad”, pero que se vuelve amargo sabor en lo profundo del corazón. Dios nos libre de descuidarnos en el camino de la fe y de la búsqueda sincera de la alta meta de la vida bautismal: la santidad cristiana. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Empezamos el tiempo santo del Adviento y con éste nos adentramos a pensar muy seriamente en nuestra vida y en lo que en ella debemos hacer. Jesús nos indica claramente que, si nos descuidamos, podemos pasarnos el tiempo haciendo muchas cosas y distraídos en lo que no es fundamental y, nos puede llegar el momento de la muerte y encontrarnos con las manos vacías de las obras que se esperan de un cristiano. El Evangelio es muy claro al decirnos que es urgente estar vigilantes y despiertos, sabiendo que es preciso que todos orientemos nuestra vida hacia Aquél que es la meta última de nuestro camino: Dios mismo. El tiempo de Adviento ha de ser una oportunidad para preguntarnos por la manera cómo hemos vivido la vida y cómo ha sido nuestra respuesta, desde la fe, a esta época compleja que nos ofrece nuevas posibilidades para evangelizar y anunciar la salvación del Señor a muchos que han perdido la ilusión de vivir. Desde ya debemos presentarnos al Señor, suplicándole con ferviente oración que Adviento y Navidad sean tiempos propicios para renovar nuestro amor al Él a la Iglesia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La fuerza de la Palabra de Dios hecha oración nos pone en vigilancia para pensar en nuestra misión de fe, de ser signos de esperanza, especialmente de están más cerca de nosotros y sufren; que la fuerza de la oración nos mantenga a todos unidos en la confianza total en el poder infinito de Dios, proclamando con alegría que confiar en Él nunca nos defraudará. Es un momento privilegiado para descubrir cuán profunda es nuestra fe, cuán grande nuestra solidaridad y cuán seria nuestra responsabilidad. No es tiempo para descalificar, criticar, lanzar insultos o improperios… es tiempo de madurar. El Adviento es tiempo para estar más con el Señor y comprender que el camino de la iglesia en estas nuevas épocas, es un tiempo de testimonio cierto y creíble de la fe que anunciamos. Es tiempo para darnos cuenta que debemos tomarnos en serio la responsabilidad de ser los protagonistas de una vida que profundiza raíces en lo fundamental y comprender que, seguramente, muchas veces nos hemos olvidado de Dios o, sencillamente, le hemos dicho que “se quede allí afuera donde no nos incomode”, pues “queremos hacer vida sin Él”. No olvidemos que lo fundamental es invisible… lo demás… pasa. De allí, que nos recuerde la Escritura: “mantente en pie delante del Invisible como si lo vieras” (Cf. Hb 11,27). _______________________ Recomendaciones prácticas: • Para preparar una buena homilía, los sacerdotes, además de la Lectio Divina en un contexto de oración, pueden leer los numerales 93-96 de la Introducción del Leccionario de la Misa. • Bendecir la Corona de Adviento antecedida de una catequesis sobre su sentido litúrgico. Para esto, recurra al Bendicional, nn, 1235-1242. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa A tí, Señor levanto mi alma (Sal. 24, 1). Con esta aclamación introduce la Iglesia un nuevo ciclo litúrgico del misterio de Cristo, un tiempo que celebra su espera y manifestación, recordando su venida en medio de nosotros. El tiempo de adviento posee dos características: es el tiempo de preparación para la Navidad, solemnidad que conmemora la primera venida de Dios entre los hombres, y, a su vez, nos lleva a reflexionar sobre la segunda venida de Cristo, como juez y Señor de la Historia. Además de los momentos fascinantes y hermosos que tiene este tiempo que hoy estamos comenzando, el proceso sinodal en el que estamos inmersos desde el mes de octubre en nuestra Iglesia diocesana, nos llama a dejarnos educar por el espíritu entrando con audacia y libertad de corazón en un proceso de conversión. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios siempre es viva y eficaz; la escuchamos en actitud discipular, dejándonos tocar por su fuerza que transforma y nos renueva. Participemos en su proclamación y meditemos en el mensaje que el Señor nos anuncia hoy. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, dirijamos con confianza al Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo Pastor de la Iglesia, nuestra oración y súplica, diciendo: R. Señor, escúchanos 1. Por una Iglesia que celebra, para que nuestro camino juntos en los próximos meses se base en la escucha conjunta de la Palabra de Dios y en la celebración de la Eucaristía en la comunión del Pueblo de Dios, oremos al Señor. 2. Por el Santo Padre Francisco, los obispos, los Sacerdotes y ministros de la Iglesia, para que la presencia del Espíritu Santo los renueve constantemente para ser signo de Jesucristo Salvador en las comunidades a ellos encomendadas, oremos al Señor. 3. Por todos los cristianos, para que, convencidos del triunfo de Cristo, puedan ser portadores del Evangelio de la vida a todos los hombres, oremos al Señor. 4. Por todos los que empezamos vivir esta experiencia de fe en el tiempo santo del Adviento, para que, vayamos adquiriendo la mente de Cristo y seamos dignos discípulos de Jesucristo, oremos al Señor. 5. Por los que sufren, los enfermos, los pobres y necesitados, para que la alegría del Espíritu que hace nuevas todas las cosas, los ilumine y sostenga, oremos al Señor. Oración conclusiva Padre de eterna misericordia, comparecemos ante tu trono de bondad, para presentarte nuestras necesidades. Danos las gracias que necesitamos para cumplir con nuestro deber. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 19 Nov 2021

Tú lo dices: soy rey

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Noviembre 21 de 2021 Primera lectura: Dn 7,13-14 Salmo: Sal 93(92),1ab.1c-2.5 (R. cf. Dn 7,14) Segunda lectura: Ap 1,5-8 Evangelio: Jn 18,33b-37 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios de este domingo nos presenta: • El reino de Dios no tiene fin y se manifiesta en el tiempo a través del servicio generoso de la Iglesia y de personas de buena voluntad. • El Reino de Dios es llamado para vivir su admirable majestad que se entiende como su misericordia infinita que santifica al hombre. • Quien ama sirve y quien sirve se dona hasta el límite del sacrificio; el servicio entendido como diaconía es expresión concreta del amor que se ejerce en la donación de la vida integral para los demás. • Los discípulos de Cristo están llamados a vivir en la verdad que viene a ser la expresión de una vida íntegra, sin divisiones interiores ni esclavitudes; servir libera de la esclavitud servil del pecado. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra de Dios, en el profeta Daniel, nos indica que es vital, en la experiencia de fe, crecer en la contemplación del misterio de Dios; aprender seriamente que, para poder servir en la misión evangelizadora, primero se debe orar y estar en permanente comunicación con el Señor; admirarnos de su majestad y de su grandeza y majestad, pero, a la vez, en su cercanía a cada uno de nosotros. Él es soberano de todo, pero, también se goza siendo cercano a sus hijos. También, en el trasfondo de la Palabra aparece la santidad (salmo responsorial), como expresión que define a Dios mismo. Si entendemos la santidad como el fruto de la presencia del Espíritu Santo, se subraya la grandeza que ha hecho en nosotros el Bautismo y la Confirmación que nos ha sellado como hijos de Dios para ser “el suave olor de Cristo” (2 Cor 2,15) y esto es lo que indica la crismación en el Bautismo y en la Confirmación, para ser presencia del Señor: es marcar con el sello del Espíritu la persona, indicar que todo, aún su propia carne, son para Dios y para la santidad. De otro lado, cuando la segunda lectura proclama que Cristo es el Alfa y Omega, nos anuncia la trascendencia de la vida creada por Dios y manifestada en la persona; la temporalidad terminada no indica culminación definitiva de la existencia del ser humano. En Cristo se vive para siempre y esto brota de la vida bautismal. Es bueno pensar que la ausencia física no es desaparición; la sepultura no es cancelación de la memoria; la lápida sólo encierra el signo del cumplimiento de aquel signo evangélico de que la semilla germina al caer en tierra; se sepulta para que haya vida…paradoja extraña y doliente, pero, ciertamente reconfortante. Aparece la expresión “el Rey de los judíos”; contrastan el reinado temporal y el reino eterno; lo primero, nos sugiere la libertad frente a los bienes temporales; lo segundo, que “siendo de la tierra”, tenemos espíritu que nos lanza hacia la eternidad; Dios nos “diseñó” con amor eterno para que, desde la temporalidad, nos lacemos hacia la vida plena y eterna. Recordemos siempre: nuestra visibilidad corporal pasa, pero, la persona vive eternamente. ¡Qué alegría saber que en nuestro interior existe la eternidad en semilla! 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Palabra de Dios en esta solemnidad nos recuerda que el Reino de Dios es servicio y servicio alegre. La lógica de este mundo nos empuja a triunfar, como sea… y el triunfo para la mayoría se mide por las conquistas económicas y los logros humanos, justos y nobles, pero, casi nunca nos detenemos a mediar que la realización plena del ser humano está en el amar a Dios y servirlo generosamente en los demás. Recordemos que nada quedará de nuestra vida en la vida de los demás, si sólo nos preocupamos por conseguir, acumular, “ser y vivir para sí mismo”. Un canto así nos lo recuerda: “amar es entregarse, olvidándose de sí, buscando lo que a otro pueda ser feliz”. La dicha del cristiano está en arraigar su vida en Señor, nutrir su fe en la comunidad eclesial y proyectar todo esto en la vida del servicio. Un buen discípulo no se cansa de servir; creámosle al Señor y pensemos seriamente que la lógica de este mundo nos vuelve seres egoístas, posesivos, acumuladores e indiferentes ante la situación de los demás. La Palabra nos interpela para que no nos dejemos contagiar del virus de la ambición que tiene muchos síntomas, tales como consumismo, indolencia, indiferencia, intolerancia, etc. El reinado de Cristo es servicio. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La expresión celebrativa del reinado de Cristo y su proyección misionera es la Eucaristía y ésta se puede definir como la montaña por donde se llega a la claridad inefable de Dios que es Amor. Y con esto, suplicamos con voz potente al Señor: ¡manda servidores abnegados a tu amplia y profusa mies!... ¡Sí! … manda Señor santos discípulos que muestren a todos, una imagen auténtica de Jesucristo, diácono de la humanidad, pues, en el servicio alegre a los demás, se halla la realización plena de nuestro humano y bautismal. La súplica de este día nos ayude a comprender que Evangelizar es contemplar para anunciar; estar a los pies del Maestro; es penetrar en Dios para descender “al llano” y con kerigmático anuncio decir que el amor está vivo, que nunca muere y es difusivo. Así se podrá decir con certeza que desde aquí está el cielo y se experimenta sirviendo y quien sirve en la Iglesia, reina con Cristo. Un verdadero servidor del Señor, presente en el prójimo, ha de sumergirse en el abismo de Dios, contemplando y anunciando lo contemplado; sólo quien se encumbra, con la fuerza del soplo del Espíritu, a las alturas, puede ver con soberana nitidez desde el ángulo de Dios. No se puede llegar a la altura sin la mano abierta del hermano que se tiende solícita y amable cuando ocurre la caída o ésta se perfila como tentación; no se asciende sin la ayuda del otro; paso a paso… Esta solemnidad, que cierra el año litúrgico, nos recuerda el compromiso bautismal de entregar lo mejor de sí para que otros puedan vivir la experiencia del Resucitado y el gozo de dar sin esperar, sabiendo que hay una lógica i-lógica en el Evangelio: perder es ganar; pues ciertamente es el testimonio de la Cruz de Cristo, el Señor; Él se da totalmente por todos para rescatarnos para su Reino. La dinámica del mundo de hoy nos mueve a buscar lo que queremos, a postrarnos ante la ambición de poseer muchas cosas, a dar rienda suelta a las apetencias de la carne, a pensar de modo egoísta en el bienestar personal… eso es perder la vida, porque “ganamos el mundo” y nos perdemos para Dios y para el prójimo… allí está la pérdida más grande y triste del ser humano: acumular para sí, guardar para sí, vivir para sí; todo esto es cerrarse para los demás y, especialmente, para el Señor nuestro Dios. Cuando nos tomamos en serio el Evangelio, la vida cambia: nos damos con alegría a los demás, compartimos con gusto lo que tenemos, estamos atentos a las necesidades del hermano, trabajamos con gusto y no sólo esperando el salario… todo esto es dar la vida, incluso, sufrir en silencio las críticas, las descalificaciones, las calumnias y hasta persecuciones, sufridas por procurar vivir con coherencia el Evangelio del Señor. No podemos desconocer que asumir ser un buen cristiano nos implica una vida de exigencia mayor, de coherencia vigilante, de renuncias, etc., y esto implica que haya momentos fuertes de purificación… pero, ¡no tengamos miedo! porque el Señor ha vencido el mundo (Cf. Jn 16, 25). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Al reunirnos hoy para celebrar nuestra fe, damos gracias a Dios por la Iglesia, servidora de la Evangelización. Lo hacemos en espíritu de alegría al recibir a Jesucristo, Rey del Universo, en su Palabra y en su Eucaristía. Celebremos esta liturgia con alegría y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios siempre es viva y eficaz; la escuchamos en actitud orante y nos dejamos tocar por su fuerza que transforma y nos renueva. Participemos en su proclamación y meditemos en el mensaje que el Señor nos da hoy, como Iglesia, que comprende que servir es reinar y que el Reinado del Señor es vida eterna. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos, hermanos, a Cristo a quien Dios Padre ha puesto como instrumento de propiciación y ha constituido Rey universal y santificador de cuantos creen en Él. Digamos juntos: R. Qué venga tu Reino, Señor 1. Oremos al Señor por el Santo Padre Francisco y toda la Iglesia, para que, el Espíritu lo ilumine, lo fortalezca y lo llene de sus dones para que siga guiando a la Iglesia según el corazón de Cristo y sirviendo a los demás como expresión de reinado del buen Dios. Oremos al Señor, 2. Oremos al Señor por todos los Ministros de la Iglesia, Obispos, Sacerdote y Diáconos, servidores del Reino, para que, el Espíritu Santo los renueve constantemente para seguir siendo signo de Jesucristo Salvador. Oremos al Señor. 3. Oremos al Señor por quienes nos gobiernan, para que, iluminados del triunfo de Cristo, ejerzan su función como verdaderos servidores de la comunidad para el progreso integral de la comunidad, en espíritu de generosidad y honesta administración. Oremos al Señor. 4. Oremos al Señor por las familias y los jóvenes, para que, suscite en su corazón el anhelo ferviente de continuar sirviendo a los demás, y así el Reino de Dios florezca en lo más íntimo de sus vidas. Oremos al Señor. 5. Oremos al Señor, por los que sufren, los enfermos, los pobres y necesitados; por la anhelada paz en Colombia, para que, la alegría del Espíritu que hace nuevas todas las cosas nos traiga frutos de alegría y paz constantes. Oremos al Señor. Oración conclusiva Padre Santo, confiados en la abundancia de tus dones, te presentamos nuestras intenciones y necesidades. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 11 Nov 2021

Reunirá de los cuatro puntos cardinales a sus escogidos

TRIGÉSIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Noviembre 14 de 2018 Primera lectura: Dn 12,1-3 Salmo: Sal 16(15),5+8.9-10.11 (R.1) Segunda lectura: Hb 10,11-14.18 Evangelio: Mc 13,24-32 I. Orientaciones para la Predicación Introducción De los textos bíblicos en consideración emergen unas ideas para nuestra reflexión: · Los discípulos de Cristo, con discernimiento profético, buscarán siempre los significados de los misterios de Dios en las difíciles circunstancias. · La Iglesia es partícipe de la suerte de la humanidad, realizando el nuevo mundo inaugurado por el Hijo del hombre. · La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. (Caritas in Veritate, 19) 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Iglesia es partícipe de la suerte de la humanidad, realizando el nuevo mundo inaugurado por el Hijo del hombre. La Palabra para este Domingo revela los rasgos fundamentales de la creación que, al final de los tiempos, estarán en plena armonía con la voluntad de Dios. Mientras en el mundo presente "en la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza, y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de la guerra" (Gaudium et spes, 78), el querer de Dios tendrá como telón de fondo la paz y la armonía universales, que son y serán un derecho fundamental de todo hombre, ya que es fruto de la justicia y muchos otros bienes y que, sólo al final de los tiempos, surgirán luego de todos los fracasos experimentados por la humanidad al pretender implantar diversos modelos de sociedad basados en el poder del más fuerte y del uso constante de la violencia y el miedo como medios de sumisión. Es así como lo declaran los hagiógrafos para este este Domingo: La primera lectura del Profeta Daniel expresa la fe en la resurrección de los muertos, resaltando el apoteósico final de los que han mantenido su fidelidad a Dios a través de la enseñanza y práctica de la justicia. En la última página de la monumental reflexión sobre el sacerdocio y el sacrificio de Cristo, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que todos los enemigos de Cristo serán vencidos y puestos bajo sus pies para lograr la plena perfección de los elegidos. El Evangelio de San Marcos describe la inmensa novedad del gran triunfador denominado Hijo del Hombre, título anunciado en el Profeta Daniel 7, que es el gran Salvador potente, que aparece en el esplendor de su gloria divina, para reunir a los elegidos, para hacerlos partícipes de la vida eterna en el reino dichoso del cielo. No hay en Marcos escenas de juicio, amenaza o condena queriendo alimentar la esperanza de aquellos que creen en la victoria final del Mesías, presente ya en la persona de Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Este capítulo 13 del Evangelio de Marcos emplea el lenguaje apocalíptico, que es la manera más apropiada para expresar lo que quiere Dios en medio de ambientes tan horripilantes. La primera comunidad cristiana de Roma, a la que pertenece Marcos, ha contemplado la muerte de Pedro y Pablo, lo mismo que la del emperador Nerón, asumiendo el poder Vespasiano quien, junto a su hijo Tito, propició la caída de la Ciudad Santa y la destrucción del Templo en el año 70, lo que produjo un enorme y nefasto impacto por su teológico significado. Es un contexto dramático por lo que los discípulos de Roma se preguntan ¿qué está pasando? pues no se ve el mundo nuevo anunciado por Cristo; hay mucha injusticia e inmenso dolor, sólo dominan los malos. Es necesario mirar a profundidad para dilucidar el misterio (apocalipsis=quitar lo que impide ver para observar lo que está escondido). Se requiere urgentemente quitar ese velo para ver lo que esconden las circunstancias. Desde la mentalidad evangélica, la mente de Cristo, los dolores padecidos son como los dolores inevitables de un parto, pues algo nuevo está surgiendo. Es el Kayrós de Dios, el tiempo propicio del actuar divino. Esa es la mentalidad que debería prevalecer. Pero la tentación de los discípulos en tiempos de dolor es quedarse con los aspectos de la agonía y la incertidumbre sin apreciar lo nuevo que está brotando: una Iglesia purificada y evangelizadora. Es necesario aprender a ver lo que ve Dios. De acuerdo con la mentalidad judía, y la cristiana, la destrucción del templo y de Jerusalén significa el fin del mundo, pero la interpretación de Jesús es más profunda por lo que acude al lenguaje apocalíptico: el sol se oscurecerá, etc. El sol era considerado como una divinidad en el medio oriente y sus descendientes en la tierra tenían el derecho de gobernar a toda costa. Pero esta divinidad caerá y con él los demás astros del cielo, es decir, los dominadores del mundo. La luna era en Mesopotamia una divinidad que dominaba los ciclos de la vida, y los astros eran las divinidades que habían seducido al pueblo con sus perversiones, por eso, también caerán. Es aquí donde el término “catástrofe” indica una nueva realidad pues significa el “cambio” de algo hacía otra cosa. Los que caen son los poderosos porque son inicuos dominadores, son ídolos creados por fuerzas humanas que engañan con falsas promesas. Entonces, está por nacer el mundo nuevo y es aquí donde surge la figura del Hijo del hombre (Daniel 7). Este profeta nos presenta las imágenes de las bestias que simbolizan la crueldad y la inhumanidad: el León que representa a Babilonia; el oso que representa a los medos por su ferocidad y destrucción; el leopardo que representa los persas, y la denominada “bestia”, la más fuerte de todas, que representa Alejandro magno. A cada poder le sucede uno mucho peor. Surge un quinto, que no es una bestia, con poder y fuerza, siendo un Hijo de hombre, es decir, un humano que viene a inaugurar un reino diferente al de las bestias, que no se deja espantar por los poderes de la tierra porque trae el anuncio del evangelio; es el Hijo del hombre que no domina, sino que ama al extremo y ese es su “poder”; de esa manera inaugura un mundo nuevo. Este Hijo del hombre envía a sus ángeles a reunir a todos los suyos, que están dispersos, desde los confines de la tierra. Ángel significa mediador de la salvación de Dios, es un instrumento en las manos del Señor en favor de los hombres, es decir, un espíritu enviado por Dios desde el cielo, pero, en este caso, la persona humana elegida y enviada por Dios para este propósito. Los ángeles son los hermanos que se mantienen fieles a Dios en medio de las grandes dificultades y reúnen a los dispersos. El evangelio de hoy habla a la realidad eclesial de nuestros tiempos: mentalidad laicista, relajación sexual, indiferentismo, hedonismo, etc., que requiere de una predicación valiente; no se puede presentar el evangelio con reduccionismos, ideologías, timideces o con desvíos; así no se puede reunir a nadie. Hay que presentar el evangelio auténtico, que contiene todo lo que Jesús ha anunciado. La parábola de la higuera representa lo nuevo que ya viene: las dificultades son las señales de que está por suceder un mundo nuevo “una nueva estación” y ya muchos ángeles están reuniendo a los hijos de Dios dispersos. Esta realidad se puede observar; solo basta abrir los ojos porque a Jesús pertenece el futuro. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hace un poco más de un año, el Papa Francisco regaló a la humanidad entera el bello texto de su Carta Encíclica Fratelli Tutti dedicada a la a la fraternidad y a la amistad social. Allí nos previene sobre las nuevas “Situaciones extremas que pueden llegar a presentarse como soluciones en circunstancias particularmente dramáticas, sin advertir que son falsas respuestas, que no resuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregar nuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal. Se trata de la guerra y de la pena de muerte” (255). “No podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya. Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!” (258). Y “Recordemos que «ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante»”(258). “El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a toda la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos”. (269) “Quien derrame sangre humana, su sangre será derramada por otro ser humano» (Gn 9,5-6). Esta reacción de Jesús, que le brotó del corazón, supera la distancia de los siglos y llega hasta hoy como un constante reclamo.” (270). Por tanto, hay que invitar a toda la feligresía a meditar y orar sobre estas crudas realidades, ya que, como cristianos y miembros vivos de la Iglesia, no podemos acoger los métodos del mundo para establecer las “nuevas normalidades” para vivir tranquilos y en paz; tenemos que ser el reflejo vivo del Reino de Dios en medio de los hombres. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos: estamos terminando el año cristiano, el próximo domingo celebraremos la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, quien es el Señor y el futuro de la historia. Hoy, en medio de tantas dificultades, se nos invita como miembros vivos de la Iglesia, a vivir el auténtico amor fraterno que se expresará en las buenas y fraternas relaciones con la sociedad en la que vivimos, caminando cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. Celebremos con inmensa alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos presenta la esperanza viva del Hijo del Hombre, sentado a la derecha de Dios, quien ha creado un mundo según su querer, donde el mal, el pecado, la violencia y la muerte son los enemigos vencidos. Esta realidad está ya presente y hemos de aprender a verla en medio de las circunstancias adversas. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, el amor rompe las cadenas que nos aíslan, tiende puentes, nos permite construir”; roguemos al Padre y presentémosle nuestras intenciones diciendo: R. Que venga a nosotros tu Reino, Señor 1. Por la Iglesia, para que promueva en cada sociedad un crecimiento genuino e integral, a través de la transmisión de los valores como la ética, la bondad, la fe, la honestidad, ante aquellos que fomentan la degradación moral y la destrucción de todo fundamento de la vida social. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que, en sus planes, puedan guiar a sus pueblos hacia el mínimo de conciencia universal y de preocupación por el cuidado mutuo de las personas, promoviendo una cultura moral que les permita trascender más allá de las propias fronteras. Oremos. 3. Por las familias cristianas que pretenden disfrutar de todo lo que ofrece el mundo para que, a imagen del Hijo del hombre, participen en la creación de un mundo nuevo en el que habite la justicia, la paz y la misericordia. Oremos. 4. Por todos nosotros para que, como Hijos de Dios, busquemos el bien y la verdad para no participar de falsas justificaciones que propicien condiciones rigurosas de legitimidad moral ante la posibilidad de la guerra o la pena de muerte. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Padre de infinita bondad, recibe las oraciones que te presentamos con esperanza en esta celebración comunitaria de nuestra fe. Por mediación de Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Vie 5 Nov 2021

Esta viuda pobre ha echado más que nadie

TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Noviembre 7 de 2021 Primera lectura:1R 17,10-16 Salmo: Sal 146(145),7.8-9a.9bc-10 (R. 1) Segunda lectura: Hb 9,24-28 Evangelio: Mc 12,38-44 (forma larga) o Mc 12, 41-44 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios nos exhorta a reflexionar sobre: • La Justicia en la tierra es la consecuencia de vivir la misericordia que viene del cielo. • La pureza de las intenciones se refleja en la gran riqueza de acciones en favor de los hermanos, especialmente los menos favorecidos. • El peligro para la Iglesia si se llegasen a introducir comportamientos ajenos a su naturaleza. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Profeta Elías nos recuerda las fatales consecuencias que caen sobre la tierra cuando se adolece de la falta del sentido de la misericordia, que es el resultado de la idolatría, pues la adoración de dioses falsos sólo genera estructuras de injusticia, ya que ellos supuestamente `piden sacrificios´ especialmente de sangre que, por lo general, la aportan los más débiles y pobres. Esto genera terribles estructuras de pecado e injusticia, situación que no deja a Dios indiferente. Por esta razón el gran Profeta Elías confronta al rey de Israel por dar su apoyo al culto de los ídolos y cuya consecuencia es la agobiante sequía que cae sobre la tierra, la cual ha de ser sufrida por todos, incluido el profeta. En medio de tanta tragedia se hace patente la acción misericordiosa de Dios que, en el salmo de hoy, nos anuncia la generosidad de Dios, que "hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos”. En la Carta a los Hebreos se nos recuerda el gran salto cualitativo de la misericordia, que ya no consiste en hacer obras de justicia externas a la persona, sino en el don total de sí mismo a Dios y que Jesús realiza cuando asume el cruento sacrificio con el que da Gloria al Padre, llegando, así, a la cumbre de la vivencia de este don del sacerdocio, del cual Jesús es el supremo representante. En el Evangelio de San Marcos aparecen los modelos contrastantes de comportamiento, especialmente de los representantes de las cuestiones religiosas. La figura de la viuda pobre es presentada por Jesús como el perenne modelo ideal de comportamiento para la comunidad cristiana. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El Evangelio de Marcos de este domingo nos aproxima a la última semana de la vida pública de Jesús. Es la última de las siete diatribas de Jesús, en este caso, contra los escribas, por lo que recurre a la sátira y a la ironía, ya que Jesús quiere que sus discípulos eviten este tipo de comportamientos dentro de la comunidad, pues serían un peligro para la subsistencia de la misma, porque si dichas actitudes se infiltrasen dentro de la comunidad se tomarían como expresión de la acción de Dios, lo cual afectaría gravemente su imagen y la de la Iglesia, en relación con ella misma y con el mundo. El respeto ha de ser el mismo para todos en su máximo grado, no sólo para los que tienen cargos de responsabilidad; por eso Jesús quiere abrir los ojos a sus discípulos y, en ellos, a todos nosotros. Los escribas, eran los intérpretes oficiales de la Ley, la Torá, pues eran quienes emitían las debidas explicaciones de la ley para que se pronunciasen las sentencias de los tribunales. El Libro del Eclesiástico (Sirácida 38) habla de la actitud de los escribas y el honor que debía tributárseles. Lo que preocupa a Jesús de los escribas es que sus actitudes se podrían replicar en los discípulos: a. Su manera de vestir, que es una expresión de petulancia y exclusión, ya que no quieren que los confundan con la gente simple e ignorante. El sumo sacerdote era considerado el representante de Dios en la tierra por lo que debía ser contemplado por todos, por eso, sus vestidos debían ser espectaculares y por eso llevaba las piedras preciosas en el pecho, signo de las tribus de Israel, y las campanillas en el borde de su vestido que servían para llamar la atención. La casta sacerdotal y, en tono menor, los escribas, se tenía por algo superior dentro de la sociedad y lo manifestaban con la fastuosidad en el vestir que llegaba a extremos teatrales de boato y extravagancia. b. Los saludos debían ser ofrecidos con gran ritual y deferencia por parte de todos. c. Los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes. d. Sus oraciones eran una comedia para convencer a todos de que Dios estaba de su parte. Todo esto era para Jesús una comedia ridícula. Además, algunas de sus acciones eran deplorables, pues devoraban los bienes de las viudas en lugar de ser sus defensores. Por todo eso recibirán una condena mayor. Ahora viene la parte de bella. En el templo, lugar de inmensas riquezas porque recibía dinero proveniente de todo el orbe conocido de parte de los judíos de la diáspora, aparece una viuda pobre, sin ninguna señal que reclame algún respeto en sus vestidos. Ella asistió el templo para cumplir íntegramente la ley haciendo la ofrenda de toda su vida, representada en las desvalorizadas monedas. Jesús invita a sus discípulos a observar un bello ejemplo de la verdadera grandeza: como viuda y como pobre no reclama la atención de ninguno. Al comportarse así hace como Jesús quiere: es una verdadera discípula. Y donde los demás dan de lo superfluo, ella, en cambio, da su vida entera: lo que tenía para vivir. Para ser discípulo no basta con dar una ofrenda económica consistente, sino que se ha de poner toda la vida al servicio del diseño de Dios, entregando la vida como un don de amor a los hermanos. La viuda es una mujer dócil al impulso del espíritu. El evangelio hace notar el contraste entre los que dan de lo que les sobra y los que hacen el don de sí mismos. En San Marcos el servicio del verdadero discípulo ha de ser silencioso sin demostraciones espectaculares. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para un comportamiento como el que pide Jesús en el Evangelio de hoy es necesario cultivar una actitud muy particular: ser castos. Esta actitud, como un gran don de Dios hay que pedirla al cielo y, además, requiere de nuestra máxima donación. Es la suprema enseñanza que nos aporta el Sumo Pontífice, el Papa Francisco, al establecer el Año de San José, del cual estamos en la recta final, y que en su documento oficial Patris Corde nos afirma: “La tradición también le ha puesto a José, junto al apelativo de padre, el de “castísimo”. No es una indicación meramente afectiva, sino la síntesis de una actitud que expresa lo contrario a poseer. La castidad está en ser libres del afán de poseer en todos los ámbitos de la vida. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor. El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz. Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya. La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida. La felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza. El mundo necesita padres, rechaza a los amos, es decir: rechaza a los que quieren usar la posesión del otro para llenar su propio vacío; rehúsa a los que confunden autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción. Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio”. Rogamos para que el Padre del cielo, por su Hijo, casto y obediente, nos permita vivir la lógica de la donación total de nosotros mismos, entregados al auténtico amor, reflejado en relaciones humanas castas, prudentes y misericordiosas como Él quiere. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos, nos alegramos de tenerles hoy aquí, pues la Palabra nos interpela para que hagamos un examen sobre el estado de nuestro corazón, nuestra mente, nuestras actitudes y acciones. El ejemplo de dos viudas nos llevará de la mano para comprender la confianza plena en Dios y la donación de la entera existencia para que nuestras vidas se ajusten plenamente a su querer. Participemos con inmensa alegría de este encuentro con el Señor. Monición a la Liturgia de la Palabra La Iglesia, comunidad de los discípulos y hermanos, requiere de comportamientos apropiados, que, vividos en la fe, nos ayudarán a ser más dóciles a los impulsos del Espíritu. Que este mismo Espíritu nos haga percibir el contraste entre los que dan de lo que les sobra y los que hacen el don de sí mismos, según el Evangelio que hoy se proclama. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, reunidos en nombre de Jesucristo, elevemos con afecto filial nuestra oración a Dios Nuestro Padre, para pedirle por todas las necesidades del mundo, especialmente la justicia. Digamos: R. Padre Santo, te alabamos por tu misericordia 1. Para que la Iglesia, extendida por todas las naciones, conserve la integridad de la fe y el Papa, los obispos, sacerdotes y todos los ministros de la Iglesia, se santifiquen más cada día para bien de la humanidad y propagación del Reino de Dios. Oremos. 2. Para que todos los que van a recibir los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confirmación, obtengan una fe más viva mediante el encuentro personal con Cristo y donen sus vidas como discípulos y misioneros del Reino de Dios. Oremos. 3. Para que todos los que sufren por causa de la enfermedad, el hambre, la incomprensión y la injusticia, sean ayudados por la caridad eficaz de sus hermanos cristianos. Oremos. 4. Para que todos los aquí reunidos, conscientes de ser templos del Espíritu Santo, manifestemos con obras el Misterio de salvación que estamos celebrando. Oremos. Se pueden añadir otras intenciones personales… Oración conclusiva Padre santo, Tú conoces nuestras necesidades, nosotros te las confiamos y sabemos que las atenderás. benignamente dándonos el auxilio esperado. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 28 Oct 2021

«Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu prójimo»

TRIGÉSIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Octubre 31 de 2021 Primera lectura: Dt 6,2-6 Salmo: Sal 18(17),2-3a. 3bc-4. 47+51ab (R. Dt 6,4) Segunda lectura: Hb 7,23-28 Evangelio: Mc 12,28b-34 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios que se nos ofrece para este domingo, nos presenta para nuestra oración: • Dios movido por su infinito amor nos ha creado, nos conserva el ser y nos invita a estar con él en la eternidad. • Por amor envió a su propio Hijo, quien asume nuestra condición humana para ser intermediario entre su Padre y los hombres. • Jesús con sus palabras y obras nos va a enseñar a tener los mismos sentimientos de Dios, amándolo a Él sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, dejando claro que así cumplimos la ley entera. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Evangelio comienza presentándonos a un maestro de la ley que acude a Jesús, admirado por la respuesta dada a unos saduceos (ver versículos anteriores). La pregunta que se le ocurre hacerle es: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Era esta una pregunta común en las escuelas rabínicas. En la respuesta de Jesús, se resalta el monoteísmo israelita, la fe en un único Dios que “reclama” de sus creaturas un amor integral, por eso las palabras “con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El texto también presenta cómo el amor está por encima de todo sacrificio, de nada valen estos sino se hacen con el corazón. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El amor verdadero es lo que da sentido a nuestra existencia, a nuestra vida cristiana y a todo nuestro obrar. Este amor está alejado de todo sentimentalismo, pues no se limita a frases bonitas, sino que implica toda la realidad humana, exige heroísmo, el vencernos a nosotros mismos, superar pruebas, sacrificarnos por el otro, etc. El mismo Cristo con su sacrificio nos da ejemplo de lo que es amar, hasta la muerte y muerte en Cruz (Flp 2,8). La liturgia de la Palabra de este día nos pide amar a Dios con toda el alma, con toda la mente y con todo el ser y amar al otro como a nosotros mismos. Dios nos ha amado hasta el extremo y nosotros como buenos hijos debemos responder con amor. Pero para dar esta respuesta nuestro afecto debe incluir también al otro, al prójimo, por quien Cristo también derramó su sangre. ¿Cómo amaremos a Dios a quien no vemos, si no amamos a nuestros hermanos a quien si vemos? (Cfr. 4. 1 Jn 4,20) 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Santísima Trinidad, gracias por tanto amor que has depositado en mí. Mi existencia, mis hermanos y todo el universo, han brotado de tu infinita caridad, la cual se ha manifestado de forma excelente en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Perdón por no corresponder a ese amor, ayúdame a vivir la verdadera caridad en mi vida, lléname, buen Dios de tu Santo Espíritu que es Amor, para poder amarte a ti y al prójimo como lo quieres Tú. Te lo pido por intercesión de mi madre la Virgen María y de mi padre san José. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos nos hemos reunido en este día, para celebrar la Santa Eucaristía dándole gracias a Dios por todo el amor que ha depositado en nuestros corazones, a la vez que le pedimos nos ayude a corresponder a tantas gracias recibidas y a vivir la caridad para con nuestros hermanos. Participemos con un corazón alegre en estos Sagrados Misterios. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la Palabra en este día nos invita a reflexionar en el mandamiento del amor como principio de vida cristiana. Debemos amar a Dios con toda nuestra alma y nuestro ser, y al prójimo como a nosotros mismos. Tenemos el ejemplo de Jesús, sumo y eterno sacerdote, quien amando a los suyos se ofrece en un sacrificio único y perfecto por la salvación de todos, haciendo de su entrega una ofrenda agradable al Padre. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos, queridos hermanos, a Dios nuestro Padre, que tanto ha amado al mundo hasta el punto de entregarnos a su propio Hijo, como víctima de reconciliación. Digamos: R. Dios de amor escucha y ten piedad 1. Por la Iglesia, para que, a través de la práctica de la caridad con los más necesitados, sea reflejo del amor Divino que alcanza a todo hombre. 2. Por quienes ejercen funciones de gobierno en el ámbito civil, para que orienten sus acciones pensando en el bien común y en la dignidad de la persona humana. 3. Por todos aquellos que durante este tiempo de pandemia experimentan sufrimiento, soledad, cansancio y enfermedad, para que reciban en sus corazones el alivio que trae el Espíritu Santo. 4. Por los aquí reunidos, para que, al recibir estos Sagrados Misterios, encendamos nuestros corazones en el amor del Hijo que se entrega por nosotros en el altar. Se pueden añadir otras intenciones personales. Oración conclusiva Escucha, Padre bueno las súplicas que nosotros tus hijos te hemos dirigido, con la esperanza de que serán escuchadas. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 21 Oct 2021

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación»

JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES Octubre 24 de 2021 Primera lectura: Is 56, 1.6-7 Salmo: Sal 66, 2-3.5.7-8 Segunda lectura: Ef 3 2-12 Evangelio: Mc 16, 15-20 I. Orientaciones para la predicación Introducción • La salvación es para todos los que por la fe se adhieran al mensaje del Señor. • La salvación no es exclusiva para un determinado grupo. • El mandato misionero de Cristo es para ir a anunciar el Evangelio a todo el mundo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de Isaías que leemos este domingo corresponde al Trito-Isaías que a su vez está organizado en tres partes, y en el caso del texto que nos ocupa se ubica dentro de la primera parte de los capítulos 56 al 59, donde se denuncian los aspectos negativos de Israel y se ofrece un mensaje de esperanza para el futuro de la humanidad. Así, el mensaje de este día, nos habla del universalismo de la salvación mediante la figura del lugar de culto como casa de oración, abierta para todos sin excluir a nadie. Esto se debía a que en la época del Exilio se habían presentado muchas dificultades para ofrecer sacrificios en la ciudad de Jerusalén, por lo que los judíos buscaron otro modo de relacionarse con Dios mediante la escucha de la Torá y la oración como medios para comunicarse con Yaveh. Ahora el culto y la relación con Dios no se limita únicamente al templo, sino que se habla del monte como lugar de encuentro y casa de oración, para todos aquellos hombres y mujeres que quieran acceder a la comunión con el Señor. El apóstol san Pablo en su carta a los Efesios nos dice que la salvación no es algo exclusivo del pueblo judío, sino qué por gracia de Dios, a él como anunciador de la Buena Nueva, le ha sido confiado este anuncio que es para todos los pueblos y así se incluye a los gentiles que no pertenecían al pueblo hebreo. A estos se les llama los coherederos de la salvación y con esto se reconoce que los primeros herederos fueron los judíos; a ellos, en primer lugar, se les reveló este mensaje de salvación, pero posteriormente la herencia también se dio para los paganos como coherederos, es decir, que se comparte la herencia de la salvación junto con los judíos. Así, la salvación es una herencia a la que todos podemos acceder por gracia de Dios como don reservado para los hombres y mujeres de buena voluntad que se adhieren a Jesucristo mediante la fe. En el Evangelio nos encontramos con el epílogo de San Marcos donde se narra el envío solemne de los discípulos por parte de Jesús resucitado. El envío es para aquellos que son testigos de la resurrección del Señor, todos los que son discípulos de Cristo y pueden dar testimonio de la buena noticia de la Vida que ha vencido a la muerte. Ese envío es para ir todo el mundo conocido, es decir que no debe quedar ningún lugar sin ser partícipe de este anuncio, por lo tanto, es una tarea ardua y exigente porque son muchos los hombres y mujeres que aún no lo han recibido y para ellos es este mensaje de salvación. De este anuncio también participa la creación como obra salida de las manos de Dios y que experimenta la redención que trae Jesucristo para toda la humanidad. Para recibir la salvación se pone como condición fundamental la fe para el sacramento del bautismo como puerta de entrada a la salvación, de modo que es una tarea que aún se sigue realizando, ya que muchos hombres y mujeres no se han bautizado y necesitan de este anuncio para poder creer. Los discípulos que son enviados tienen la garantía de que no están solos, ellos como enviados serán acreditados por los mismos signos y hechos que acompañaron al maestro. Jesús después de haberlos enviado es elevado al cielo a la diestra de Dios y desde allí sigue acompañando a la Iglesia como aquel que intercede delante de la presencia del Padre para que esta tarea misionera se siga cumpliendo, por eso los discípulos salen a anunciar el Evangelio y son acreditados con los signos que realizan en nombre de Jesucristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La salvación es un don que Dios hace para toda la humanidad, no hay nadie excluido de ella, pues Dios ama a todos sus hijos y su deseo es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, tal como lo recuerda la oración colecta de la misa por la evangelización de los pueblos. Pero para acceder a la salvación solo hay una condición, y es la aceptación de Cristo por la fe, es la fe la que posibilita el sacramento del bautismo como puerta de entrada a la salvación. Por eso, Jesús envía a sus discípulos para que en su nombre anuncien la buena noticia de la salvación, al igual que lo hizo san Pablo en su momento, que abrió paso al anuncio del Evangelio entre los pueblos paganos, también nosotros como bautizados estamos llamados a anunciar esta salvación para que los hombres y mujeres de buena voluntad abracen la fe y reciban el sacramento del bautismo. Es cierto que este mandato misionero aún falta por cumplirse, ya que en el mundo actual son muchos los hombres y mujeres que aún no acogen la fe o muchos no se han bautizado, o incluso habiéndose bautizado se han alejado y permanecen indiferentes viviendo como si Dios no existiera. Por eso nosotros como discípulos del Señor, por el bautismo somos enviados para seguir llevando la buena noticia del Evangelio a todo el mundo, eso es a todos los lugares del planeta donde hace falta este anuncio y un anuncio que hace partícipe a toda la creación, pues también ella como la obra salida de las manos de Dios necesita experimentar la salvación que Dios ha traído para todo el género humano. Para comonecesidad de un encuentro profundo y sincero con el Señor, cara a cara con él, para poder ser testigos de su Palabra, ya que necesitamos experimentar la fuerza de su resurrección, pues Él sigue vivo en medio de su pueblo y no nos ha dejado solos, ante las dificultades o limitaciones de nuestra condición humana, debemos saber que él mismo Cristo nos ha prometido estar con nosotros; los mismos signos y prodigios que él realizó durante su pasó por la tierra, son los mismos signos que nos acompañan a nosotros como sus discípulos, pero necesitamos acercarnos a él por medio de la fe y la oración que son los medios que nos posibilitaran un encuentro personal con Jesucristo para poder tener la fortaleza de quienes le anuncian en la misión. El Papa Francisco en su homilía del 19 de octubre de 2019, nos decía que “la Iglesia, está en misión en el mundo: la fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios; la esperanza nos abre a los horizontes eternos de la vida divina de la que participamos verdaderamente; la caridad, que pregustamos en los sacramentos y en el amor fraterno, nos conduce hasta los confines de la tierra”. Hoy como ayer somos enviados por Jesús para que anunciemos el Evangelio con alegría como lo hicieron los apóstoles que fueron testigos del Resucitado. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En este domingo mundial de las misiones, nos dirigimos a ti, Padre bueno para pedirte que nos concedas un corazón sensible para que podamos adquirir un compromiso misionero, sabemos que en el mundo son muchos los hombres y mujeres que no te conocen o habiendo escuchado hablar de ti, se han alejado por diversas causas. Concédenos la fe y entrega necesaria para que nuestros corazones ardan de alegría y se decidan a anunciarte entre los hermanos para que tu Hijo Jesucristo sea conocido y amado por todos. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos reunimos en torno al altar para dar gracias a Dios por el bautismo que nos inició en la vida de la fe y nos compromete como discípulos y misioneros de Jesucristo para ir por todo el mundo y predicar el Evangelio. Pidamos al Señor que nos permita cumplir su mandato misionero para anunciarlo con alegría. Participemos con fe en esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La salvación es un don que Dios ofrece a la humanidad, todos tenemos acceso a Dios tal como lo relata el profeta Isaías, esto no es para un grupo exclusivo como lo recuerda San Pablo a los Efesios; así, al igual que los discípulos en el Evangelio, nosotros somos enviados a proclamar la buena noticia de la salvación a toda la creación. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Padre, que en su Hijo nos envía como discípulos y misioneros de su Palabra, elevemos nuestra suplica confiada diciendo: R. Padre bueno, ayúdanos a anunciar tu Palabra 1. Por el Papa y los ministros consagrados, para que con su predicación den testimonio de la salvación que Dios ofrece a toda la humanidad. 2. Por los gobernantes, para que garanticen el respeto a la libertad religiosa y se permita el anuncio del Evangelio en todo el mundo. 3. Por las familias, para que sean educadoras en la fe y con su testimonio anuncien el Evangelio de la vida. 4. Por los misioneros, para que con nuestra oración y la ayuda material, sigan anunciando a Cristo con valentía. 5. Por los que no conocen a Cristo, para que reciban el anuncio del Evangelio y abracen la fe que se les predica. Se pueden añadir otras intenciones personales... Oración conclusiva Acoge Padre, nuestra súplica confiada y envía operarios que anuncien tu Palabra a todas las naciones. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

Mié 20 Oct 2021

"Vete, tu fe te ha dado la salud"

TRIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Octubre 24 de 2021 Primera lectura: Jr 31,7-9 Salmo: Sal 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6 Segunda lectura: Hb 5,1-6 Evangelio: Mc 10,46-52 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Los más frágiles y los que sufren también son destinatarios de la salvación. • Cristo es el Sumo Sacerdote que se compadece de nuestro sufrimiento. • Jesús se compadece y cura nuestra ceguera cuando nos acercamos con fe. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Jeremías que normalmente dirige mensajes contundentes al pueblo para exhortarlo a la conversión o para anunciar las consecuencias del pecado, ahora se encuentra ubicado en el reino del Norte y desde allí dirige un mensaje de consolación y de esperanza con un oráculo salvífico enmarcado en el tema de la nueva alianza. Se hace eco del salmo 126,5 y se anuncia un cambio, de modo que lo que en el pasado fue dolor y sacrificio, ahora en el retorno es alegría y triunfo. Así se invita a Judá para que reciba a Israel que llega triunfante como el predilecto del Señor, pues ya terminó el tiempo de la prueba y pueden regresar de la cautividad, de manera que los que antes estaban en envueltos en la fragilidad y el sufrimiento, tal como ocurre con los enfermos, los cojos y los ciegos, ahora experimentan con gozo la salvación que Dios les ofrece. El autor de la carta a los Hebreos, nos presenta a Cristo como el Sumo y Eterno sacerdote que reúne todos las condiciones que se exigían para ejercer el sacerdocio: 1) Es capaz de compadecerse, porque al asumir nuestra condición humana sin cometer pecado conoce el pecado de la humanidad; 2) ya no tiene necesidad de ofrecer dones y sacrificios como lo hacían los sacerdotes, ahora él mismo perpetua el único y definitivo sacrificio con su ofrecimiento en el altar de la cruz; 3) es sacerdote no porque descienda de una familia o casta sacerdotal sino que es sacerdote eterno según el orden de Melquisedec. Por esto es capaz de compadecerse de la humanidad y ahora es entronizado como rey delante del Padre como su Hijo predilecto, el único y eterno sacerdote de la nueva alianza. En el Evangelio nos encontramos con la curación del ciego Bartimeo, un hombre que sale y se pone al borde del camino para esperar que los peregrinos que van hacia Jerusalén le den una limosna y así conseguir su sustento, sin embargo, la situación de este hombre cambia y lo desacomoda se su situación de mendicidad desde el momento que escucha que viene Jesús y es que el camino del discipulado se inicia a través de la escucha para poder llegar hasta el encuentro con Jesús como es el caso de este hombre impedido a causa de su ceguera. El obstáculo de la ceguera no fue un impedimento para que este hombre se encontrara con Jesús de Nazaret, ya que el mismo toma interés en el encuentro con el maestro, y por eso, se pone a gritar usando una expresión de fe y de esperanza cuando lo llama como el Hijo de David, y con esto lo reconoce como el Mesías esperado por el pueblo de Israel, y aunque intentan callarlo no se detiene hasta lograr lo que desea, así se convierte en un ejemplo de superación de las situaciones de marginación a través de la fe y la confianza en Jesús, y al lograr captar la atención de Jesús con una súplica implora la compasión y le pide que le devuelva la vista y acercándose a él deja a una lado el manto, lo único que tenía para abrigarse y guardar su dinero, su única seguridad desaparece porque ahora su única seguridad es el Señor, y por eso da un brinco, indicando que se arroja a los pies de Jesús con una absoluta confianza que él será su salvador y el único que le devolverá la vista. Así, este hombre ciego se encuentra con Jesús quien lo cura por el poder de su Palabra, de modo que lo primero que ve es a Jesús y lo sigue por el camino. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Dios tiene poder para cambiar y transformar todas las situaciones de dolor y de tristeza en oportunidades para experimentar su salvación, tal como lo anuncia el profeta Jeremías. Todos somos llamados a la salvación, es el momento para dejar atrás el dolor y la tristeza porque ha llegado el momento en que Dios actúa y se manifiesta para llamarnos a vivir un nuevo tiempo. La fragilidad y la debilidad manifestada en la enfermedad será transformada en fortaleza y firmeza. Durante la pandemia, hemos experimentado la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la prueba, pero no estamos solos, nuestro Dios se manifiesta y nos dará un nuevo tiempo para experimentar el gozo y el consuelo por la llegada de la salvación. Por ese grande amor que Dios nos tiene nos ha enviado a su Hijo Jesucristo, el cual se ha encarnado y se ha hecho hombre, en todo igual a nosotros menos en el pecado, pero como dice san Ireneo, “se hizo carne de pecado para sacarnos del pecado”, así es el Sumo y Eterno sacerdote, capaz de compadecerse de nuestra flaqueza, de modo que ahora es él quien se ofrece en el altar para expiar nuestro pecado y ser alimento para fortalecer nuestra debilidad. Él es el sacerdote de la alianza nueva y eterna que en la eucaristía se ha quedado con nosotros para darnos la vida eterna. Así, nosotros venimos como peregrinos como el ciego Bartimeo para mendigar su misericordia y pedirle que cure nuestra ceguera, aquella que nos impide acercarnos a su amor, por eso como este ciego del evangelio queremos hacer el camino del discipulado escuchando a Jesús que pasa a cada momento por nuestra vida y quiere encontrarse con nosotros si somos capaces de dejar nuestras seguridades y postrarnos a sus pies para reconocer su señorío en nuestra vida, pues solo él es capaz de curarnos, ya que su Palabra tiene poder y sigue actuando en el momento actual solo necesitamos una fe como la del ciego, una fe que busca, que vence obstáculos, que no se da por vencida, que es capaz de llevarnos a la oración confiada, que nos hace lanzarnos a la presencia de Jesús para tener un encuentro personal con él y experimentar su misericordia. En este tiempo de tantas dificultades para la humanidad, necesitamos recorrer el mismo camino de fe de Bartimeo, para salir de nuestras falsas seguridades y dejarnos encontrar por el amor de Dios manifestado en Cristo. El papa Francisco nos recuerda un aspecto del Evangelio: “Jesús pide a sus discípulos que vayan y llamen a Bartimeo. Ellos se dirigen al ciego con dos expresiones, que sólo Jesús utiliza en el resto del Evangelio. Primero le dicen: «¡Ánimo!», una palabra que literalmente significa «ten confianza, anímate». En efecto, sólo el encuentro con Jesús da al hombre la fuerza para afrontar las situaciones más graves. La segunda expresión es «¡levántate!», como Jesús había dicho a tantos enfermos, llevándolos de la mano y curándolos” (Homilía, 25 de octubre de 2015). También nosotros en medio de esta pandemia, como los discípulos, estamos llamados a salir al encuentro de tantos hombres y mujeres que sufren para animarlos y levantarlos de su enfermedad y ayudarles a experimentar el gozo de la salvación. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy le pedimos al Señor, que como a Bartimeo nos ayude a salir de nuestras seguridades, para ponernos a la vera del camino y tener un encuentro personal con Jesús, un encuentro que nos fortalezca en la fe y nos posibilite la curación de nuestra ceguera, porque necesitamos ver a Jesús para poderlo seguir como sus discípulos. Sabemos que Jesús sigue pasando por nuestra historia personal para compadecerse de nuestro dolor y el sufrimiento de la humanidad, por eso le suplicamos que nos ayude a salir de esta pandemia venciendo los obstáculos y fortalecidos en la fe. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Dios se muestra cercano al dolor y el sufrimiento de la humanidad, Él se compadece de nuestra miseria y nos posibilita un encuentro personal con su presencia sacramental que se ofrece en el altar, por eso, venimos a la eucaristía y le pedimos que como a Bartimeo, nos aumente la fe para seguirlo con alegría como auténticos discípulos suyos. Participemos de este encuentro con el Señor. Monición a la Liturgia de la Palabra El profeta Jeremías anuncia que los más frágiles y lo que sufren también son destinatarios de la salvación. El autor de la carta a los Hebreos, nos presenta a Cristo es el Sumo Sacerdote que se compadece de nuestro sufrimiento. En el Evangelio, Jesús se compadece y cura la ceguera de Bartimeo quien lo sigue como discípulo creyente. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios es padre clemente y compasivo, a él dirigimos nuestra suplica confiada, unidos a la oración de toda la Iglesia. R. Padre Misericordioso, compadécete del dolor de la humanidad 1. Por el Papa y los ministros ordenados, para que sigan anunciando la compasión y la ternura de Dios. 2. Por los gobernantes, para que en medio de pandemia favorezcan la atención sanitaria y prioritaria a los más débiles y desfavorecidos de la sociedad. 3. Por las familias donde hay enfermos, para que unan su dolor a la pasión de nuestro Señor Jesucristo y ella sea medio de purificación. 4. Por los que sufren la enfermedad física o espiritual, para que unidos a Cristo encuentren el don de la salud. 5. Por el personal médico y de salud, para que con su trabajo ayuden al cuidado de la vida y la salud de todos los seres humanos afectados por la enfermedad. Se pueden añadir otras intenciones personales... Oración conclusiva Padre de bondad, tú que eres el médico del cuerpo y del alma, escucha estas suplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo Nuestro Señor R. Amén.