SISTEMA INFORMATIVO
La paz es un arte
Tags: Paz Iglesia Mons Omar Mejía acuerdos
Por Mons Omar de Jesús Mejía Giraldo - El hoy de nuestra existencia, es trabajar por la paz. La paz si es posible, pero cuando la asumimos como tarea de todos, cuando la construimos paso a paso, cuando somos conscientes que necesitamos que todos, todos, todos… nos sintamos artesanos y no simples receptores o espectadores pasivos y sobre todo, cuando como personas de fe somos conscientes que éste don preciado es un regalo que debemos pedir a Dios con esperanza y confianza.
1.La iglesia diocesana, constructora de paz
Desde siempre el ser humano ha necesitado construir una sociedad en paz. Basta sólo observar la historia bíblica y comprobamos que la paz es necesario armarla entre todos y no es responsabilidad, deber o derecho, solo de unos cuantos, no. La paz es tarea de todos. En el paraíso el hombre es desobediente a Dios y pierde su armonía…, Caín asesina a su hermano Abel, es condenado a estar vagabundo purgando su pena… El pueblo de Israel es infiel a Dios y termina siendo esclavo de Egipto y de las grandes potencias del momento… Los profetas tienen la tarea de anunciar al “mensajero de la paz”, al Mesías, al Señor. Miremos lo que anuncia Miqueas 5,5: “Y Él será nuestra paz”.
Cuando Jesús, el Señor, mensajero de la Paz, artífice de la Paz, hace su morada entre nosotros, estaba en pleno apogeo el proyecto de “Pax romana”, iniciado por Augusto Cesar (Lc 3,1-6). Con esto, quisiera, desde luego, valorar enormemente el esfuerzo que hacen los gobiernos y la sociedad civil por construir la paz. Todos queremos la paz. La paz es posible. Pero es necesario que entre todos la armemos, que entre todos la construyamos. El Papa Francisco utiliza una expresión oportuna: “Artesanos de la Paz”. De esto se trata, de una paz que se edifique sobre el cimiento de la ética y la moralidad, de la honestidad y el respeto, del perdón y la reconciliación, del amor y la fraternidad.
Con mucha frecuencia nos preguntan: ¿Para la iglesia cuál es el proyecto de paz? ¿La iglesia qué opina del proceso de paz? ¿Qué le va a aportar la iglesia a Colombia para la construcción de la paz? Estas y muchas otras preguntas surgen de los periodistas y de la comunidad. Por favor, no se nos olvide que todos los bautizados somos iglesia y por lo tanto, cuando hablamos de iglesia, estamos hablando de una responsabilidad de todos. Además, para la iglesia, es bien claro que con el concilio Vaticano II, se insertó en su corazón, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, donde la iglesia como “Instrumento Universal de Salvación” (LG 1), se quiso poner acorde con las circunstancias de la época, optó por ser más dialógica y así poder convocar a toda la sociedad a un diálogo más abierto, buscando construir una sociedad fraterna y en paz. Es necesario retomar la constitución dogmática “Gaudium et Spes”. El concilio además, con el objetivo que se propicie una mayor fraternidad entre todos, nos invita a abrir las ventanas de la fraternidad y construir entre todos: Católicos, hermanos separados, las grandes religiones, ateos, agnósticos y personas de buena voluntad un ambiente de paz y fraternidad.
De igual manera es necesario valorar enormemente todos los aportes de los Pontífices: Juan XXIII, Pacem in Terris; Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, sus mensajes de paz…; Juan Pablo II, todas sus encíclicas sociales, los mensajes de paz de cada año (enero 1), populorum progressio, en fin… De igual manera Benedicto XVI, su primera encíclica, “Deus Caritas est”, es toda una encíclica, donde el Papa, propone la construcción de la Paz, como ejercicio fundamental de la iglesia en la vivencia de la caridad cristiana.
El Papa Francisco, con su carisma y entrega es el gran mensajero de la paz en el mundo actual. Durante su pontificado, siempre nos ha hablado e insistido sobre la necesidad de construir un mundo donde reine la paz. Algunos apuntes del Papa sobre la paz: "Es el diálogo el que hace la paz. No se puede tener paz sin diálogo". "El perdón, el diálogo y la reconciliación son las palabras de la paz. A las guerras en enfrentamientos armados se suman guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios también destructivos de la vida, de las familias y de las empresas” (Dic. 12 2013. Primer mensaje de paz). "Hay que derribar los muros de la desconfianza y del odio promoviendo una cultura de reconciliación y solidaridad". "Quien habla de paz y no la hace está en una contradicción. Y quien habla de paz y favorece la guerra con la venta de armas es un hipócrita".
2. El acuerdo paz
Se ha firmado un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las farc., ¿se firma realmente la paz? Seguramente que el acuerdo va a significar muchísimo para éste momento histórico de Colombia y en mundo; desde luego que la firma cuenta, pero, ¿será éste el fin del conflicto? Tengamos en cuanta lo siguiente: La paz no depende solo de la voluntad de dos partes... La paz es construcción de todos. La paz es un proyecto a largo plazo. “La paz es un arte”. La paz es un camino. La paz desde la fe es un don de Dios. Todos, todos…, debemos trabajar por la paz…
¿Cuál debe ser entonces el aporte de la iglesia? Evangelizar, anunciar a Jesucristo, el mensajero de la paz. La iglesia posee la enorme tarea de hacer bien lo que le ha encomendado el Señor: “Vayan por todo el mundo, anunciando el evangelio”; es decir, la iglesia debe anunciar buenas noticias, la iglesia tiene que ser constructora de comunidades fraternas y en paz. La iglesia debe preocuparse en todo tiempo y lugar por hacer bien lo que siempre ha hecho y lo que debe saber hacer: “ser fraterna y acogedora…” La iglesia tiene que ser instrumento universal de salvación” (LG 1). La iglesia no puede olvidar la tarea de ser mensajera e instrumento del Señor para ejercer la misericordia, la compasión y la solidaridad. La iglesia es hogar de perdón y reconciliación. Todo lo que la iglesia realiza en bien de la persona humana es y tiene que ser construcción de paz.
La iglesia no se puede dar el lujo de ser indiferente frente a la paz, pero tampoco puede enredarse en situaciones políticas y quedarse anclada en proyectos meramente humanos. La iglesia no puede olvidarse que su vocación es eterna, trascendental. La iglesia debe recordar continuamente que su alianza es con el Señor y con Él, la alianza es estable y permanente; desde esa alianza eterna, la iglesia sabe que el compromiso por construir la paz, lo asume porque es su vocación, porque es un mandato, porque es un compromiso con Dios y por lo tanto con el ser humano, con la persona, con el hombre, la creatura que Dios ha amado en sí misma, porque es su “imagen y semejanza”.
Por eso, la iglesia sabe que evangelizando está construyendo sociedad y en la medida que edifica comunidades justas y fraternas, le está aportando a la “dignidad de vida” de las personas y por lo tanto, una persona, que siente que su vida es digna vive en paz. La iglesia vive del amor de Dios y desde el amor de Dios ama y sirve a los hermanos. La Madre Teresa de Calcuta solía decir: “El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. La iglesia es servidora de la verdad y por eso es servidora y constructora de paz. La iglesia sabe que su trabajo por la paz es un proyecto de su vocación a lo eterno; por eso, la iglesia para trabajar por la paz, no puede esperar que sea un “mandato del político de turno”, no. La misión implícita de la iglesia es anunciar a Jesucristo “el Príncipe de la Paz”.
3. En Colombia todos tenemos la tarea de ser “Artesanos de la paz”
Ésta expresión del Papa Francisco le ha dado la vuelta al mundo. Es un término que debemos acuñar con todo su imperativo categórico en el Caquetá y en Colombia. Todos conocemos ya sea por información o por vivencia propia lo que ha significado la situación de violencia en nuestra región. Sin embargo, tenemos que decir que éste es un país y un departamento que cuenta con innumerables riquezas, no sólo naturales, sino humanas y culturales. ¡Cómo no valorar el esfuerzo Magno que muchísimas personas a lo largo y ancho de la geografía de nuestra querida Colombia y nuestro querido Caquetá han realizado, para con ello contribuir al desarrollo armónico de ésta bella región del continente americano.
“La Paz en el en Colombia, en el Caquetá”. Quisiera sobre todo insistir en que La Paz la construimos entre todos y a través de los pequeños detalles de cada día. Aprovechó la Palabra de Dios para decir algo al respecto, dice Jesús en el evangelio: “El que les dé a beber un vaso de agua, porque siguen al Mesías, les aseguro que no se quedará sin recompensa” ( Mc 9, 41). Ésta tiene que ser nuestra convicción, todo aquel que aporte desde su vocación, profesional o misión algo por construir La Paz no se quedará sin recompensa. ¿Y cuál será la recompensa final de todo aporte en función de construir La Paz? La respuesta está dada, el resultado del aporte generoso de cada día, a través de los pequeños detalles será la misma Paz.
Pero bueno ¿y qué es La Paz? Desde la convicción de fe, La Paz es un don, lo dice Jesús en el evangelio: “Mi paz les doy y mi paz les dejo” (Jn 20,19-21), “no la doy como la da el mundo”. La Paz recibida como don termina en una “decisión y convicción ética” que implica responsabilidad social y comunitaria. Por eso, desde la fe, debemos también y con mayor razón aportar en la construcción de paz. Desde la humanidad misma, La Paz es una construcción entre todos, por eso, debemos insistir que aunque, en Colombia y en el Caquetá puedan existir convicciones religiosas diversas, pensamientos diferentes, no podemos estar divididos en la lucha por construir La Paz. Otro elemento fundamental a tener en cuenta es saber también qué La Paz es mucho más que ausencia de guerra. La Paz no es simplemente un fin, La Paz es un camino, que tenemos que recorrer todos unidos, unos y otros pensando y construyendo un mismo ideal: la fraternidad y la hermandad.
¿Y cómo construir La Paz? ¿Qué aportes podemos dar cada uno para vivir en paz? Lo primero, primero..., es creer que La Paz es posible. Aunque La Paz, desde luego, cuenta con las circunstancias de cada momento, por ejemplo, el “instante vital” de hoy: los acuerdos del gobierno y las FARC; es necesario comprender que La Paz va muchísimo más allá que los meros acuerdos. Los acuerdos son insumos necesarios para La Paz, si. Pero es urgente comprender que para construir una nación y un departamento en paz, todos debemos sumar en función del bien común y no restar. Todos debemos trabajar por ser justos y honestos… Todos debemos luchar con atrevimiento por erradicar la corrupción…
Vamos todos a aportar herramientas para La Paz, con humildad propongo lo siguiente:
- Conversión de corazón: Desarmemos los espíritus. Conversión en el lenguaje bíblico es volver a la originalidad con la cual salimos del corazón de Dios: “Desde el principio Dios nos creó hombre y mujer, con el fin de constituir una sola carne” (Cfr Mc 10, 2-16). Conversión es entonces respetar la unidad y la unicidad de cada ser humano y aún más, la unidad y la unicidad de cada criatura. En este sentido podemos entender entonces que para construir La Paz es necesario volver a valorar enormemente, como dice el Papa Francisco, ésta casa común, la creación, la que todos debemos amar y respetar como amamos a nuestras propia madre y hermanos (Cfr Laudato si, 1,2). Para armar la paz es necesario respetar los derechos de los demás y vivir con responsabilidad los deberes de cada ciudadano.
-
Perdonar: Perdonar no es decir borrón y cuenta nueva, ni pensar, aquí no ha pasado nada, no. Perdonar es reconocer la situación que nos ha llevado a herirnos mutuamente. Perdonar es superar la conflictividad entre tú y yo. Perdonar es superar las pequeñas dificultades de cada día. Por ejemplo: el perdón se vive en cada instante y circunstancia de la vida, se logra cuando una pareja de esposos, van a su lecho de descanso en la noche, después de haberse perdonado y reconciliado, por las pequeñas fallas dadas mutuamente durante el día.
¿Y cómo se da cuenta alguien que ya está empezando a perdonar? Cuando ya no se le desea el mal a la otra persona; cuando se tiene la capacidad de hacerle el bien a la persona que causó la herida; cuando la persona herida es capaz de orar por la persona que le causó el mal. El perdón es sobre todo un don de Dios. Decía alguien: “Perdonar es muy difícil”, cierto, aún más, humanamente, perdonar es imposible. Para perdonar se necesita la gracia de Dios. De ahí la gran importancia de la fe. “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1,37). Todo es posible para quien vive desde la fe. Mario Benedetti, poeta uruguayo, decía: “El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”.
-
Fe y esperanza: La fe, decía el Papa Francisco, es “mirar la vida con los ojos de Dios”. En la Sagrada Escritura, Dios siempre, siempre..., manifiesta la esperanza en el hombre. La fe y la esperanza, junto con la caridad, son las tres virtudes teologales que no pueden faltar en la construcción de La Paz. Debemos creer en el otro, tenemos que creer que el hermano quiere y puede cambiar. Es necesaria la esperanza, porque sin ésta virtud no tiene sentido la vida, el ser humano tiene que vivir esperanzado en que un mundo mejor y más fraterno siempre será posible. Sin caridad, no hay operatividad de la fe y la esperanza, porque es la caridad la virtud que finalmente engloba todas las virtudes humanas y sociales. Es la caridad, la virtud que hace creíble las demás virtudes humanas, sociales y religiosas.
-
Unidad: Uno de los mayores retos que tenemos en Colombia y en el Caquetá, si queremos vivir en paz es el de creer en el otro y en los otros, creer en todas las instituciones y organizaciones que queremos aportar en la construcción de región. La unidad no es simplemente la suma de esfuerzos, es un inicio, pero no es suficiente. Unidad es capacidad de apostar todos por un mismo ideal. Unidad es interesarnos todos, por un proyecto común. El gran reto que tienen nuestro líderes y gobernantes es precisamente el de luchar por la unidad, para que entre todos construyamos un Caquetá en paz.
-
Inversión social de contexto. Somos Amazonia. No podemos olvidar que la Amazonia es el gran pulmón del mundo y por bondad de Dios, por circunstancias mil y sobre todo por amor e identidad regional estamos en el Caquetá, puerta de entrada a la gran Amazonia, constituida por nueve países. Tenemos una gran responsabilidad histórica, estamos en el norte de la Amazonia y todo lo bueno o malo que hagamos los del norte, repercutirá en los del sur. La responsabilidad es inmensa y desafiante. Tenemos que respetar, amar y trabajar todos unidos por preservar este paraíso Amazónico, así le sumamos todos a La Paz.
-
Oración. “Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, busquen y encontraran”, con ésta sentencia Jesús el Señor, invita a sus discípulos que tengan confianza en el Padre celestial, quien como ser bueno, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Sin oración no hay vida cristiana auténtica. La oración es para la persona de fe como el aire que respira. La oración es el medio a través del cual hacemos contacto con el Padre misericordioso. Por eso, una de las mayores convicciones que hemos de profesar siempre, siempre…, es la de la oración. Dice la novena de navidad: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Pedir con fe, pedir confiando, pedir con insistencia, pedir con esperanza, esto es lo propio de nosotros. Tenemos que creer en el poder de la oración. Tenemos múltiples caminos pedagógicos para la oración, pensemos por ejemplo: En la Santa Misa, centro y culmen de nuestra vida cristiana. La oración con la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, debe ser nuestro texto de cabecera, allí contemplamos al príncipe de la paz. Si vivimos realmente desde la Palabra y para la Palabra de Dios, construimos paz. Es la Palabra de Dios la mejor herramienta para construir el edificio de la paz. Pensemos simplemente en las bienaventuranzas (Mt 5), “bienaventurados los que trabajan por la paz”. El santo rosario, la historia de amor y devoción a la Santísima Virgen María, es una herramienta maravillosa que muchas personas y culturas han tenido en cuenta en la lucha por la paz. Se trata de un instrumento sumamente sencillo y eficaz. En el santo rosario contemplamos el misterio de la muerte y resurrección del Señor, “príncipe de la paz”. En el santo rosario contemplamos la misión de María, proclama las maravillas que Dios ha hecho en ella. Oremos, oremos con el santo rosario, veremos cuanto bien nos hace y cómo a través de ésta preciosa oración construimos paz y fraternidad.
-
Sanación interior. Si algo se convierte en una exigencia fundamental en éste momento histórico es el trabajo mancomunado por la paz interior o sanación de corazón. En Colombia y específicamente en el Caquetá existe mucho dolor y mucho es mucho. La violencia que se ha sembrado en nuestra región ha hecho que incluso por generaciones se viva sumidos en el dolor. Hay dolor por la desaparición forzada de seres queridos, por desplazamientos forzados, por abusos generalizados de las fuerzas que se han diputado y se siguen disputando el territorio… Con mucho dolor nos encontramos al compartir con las gentes del Caquetá: padres asesinados, madres asesinadas, hijos asesinados y desaparecidos, abusos sexuales, violencia intrafamiliar, violencia entre amigos y vecinos…
-
Discernimiento y diálogo.
Ninguno nació aprendido, nadie está hecho. El ser humano es un ser en continua evolución. “Es la vida la que lo forma a uno”. Nadie puede decir que posee un dominio absoluto del mundo, ni siquiera del mundo más próximo. ¡Cuantas veces, un simple mugre en el ojo, nos genera molestia y nos quita la paz!.
Discernimiento y diálogo quiere decir, que debemos estar continuamente abiertos a las circunstancias de cada momento histórico, de cada “instante vital” del mundo, de la iglesia, de las comunidades y sobre todo de cada persona. El mejor acompañamiento es el que se hace “cuerpo a cuerpo”. “Nadie es perfecto, pero quien quiere ser nadie”. Absolutamente todos estamos en construcción… Todos aprendemos de todos.
Discernimiento y diálogo para leer los signos de los tiempos, para saber cuál es el camino a seguir. Discernimiento y diálogo para descubrir el querer de Dios en el hoy de la existencia. Realmente, realmente, sólo se cuenta con el momento presente. Por eso, debemos vivir el presente con esperanza y optimismo. No podemos ser aves de mal agüero. No podemos ser profetas del pesimismo. Somos agentes evangelizadores y evangelizar es dar buenas noticias. No se nos olvide lo que decía el Papa Pablo VI: “La iglesia existe para evangelizar”. Tenemos que ser constructores de una nueva civilización, la civilización del amor, de la paz, de la cultura ciudadana, de la cultura de la vida.
Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo
Obispo de Florencia
"Nuestro pueblo gime de dolor": Pro-Vicario de Guapi
Mar 5 Nov 2024
Matrimonio y familia: don de Dios
Vie 8 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Jue 7 Nov 2024
Vie 1 Nov 2024
“Yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20)
Por. Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Estamos culminando el mes de octubre con la certeza de seguir avanzando en la conciencia misionera de cada uno de los bautizados, cumpliendo el mandato del Señor “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado” (Mt 28, 19). Frente a la misión llegan también momentos de incertidumbre, por las dificultades que hay que afrontar cada día, incluso el rechazo de muchos al mensaje de salvación. Frente a esta realidad, el evangelizador no ha de desfallecer, debe seguir adelante con la gracia que viene de lo alto para continuar la tarea, que no es propia, sino del Señor, y Él mismo nos ha dado la certeza que no estamos solos, pues nos ha dicho: “Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).Evangelizar es la misión de la Iglesia y está en nuestras manos ser instrumentos disponibles para cumplir con esta tarea que le da identidad a la Iglesia. San Pablo VI así lo enseña: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (Evangelii Nuntiandi, 14), para que muchos experimenten la alegría del Evangelio y den sentido a sus vidas, como lo afirma el Papa Francisco: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudium, 1).Dejar entrar a Jesús en la propia vida, en la vida familiar, es tener la garantía de que Él llega para permanecer, Él estará con nosotros todos los días, en los momentos fáciles y difíciles; en las alegrías y en la Cruz, ahí está el Señor caminando con nosotros, siendo soporte y alivio, dándonos esperanza en la tribulación. Aparecida nos ilustra esta realidad cuando afirma: “Todos nosotros como discípulos de Jesús y misioneros, queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo. Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (Documento de Aparecida, 30), porque Jesús camina con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos.El mundo que está sin Dios se queda sin esperanza y entra en el vacío y en la tristeza más profunda; el Señor quiere quedarse en el corazón de todos hasta el final de los tiempos, pero hay que permitirle la entrada, hay que dejarse encontrar por el amor de Dios que salva, que perdona, que purifica y llena de alegría el corazón. El Papa Francisco insiste en la alegría que da el encuentro con el amor de Dios y lo expresa así: “Sólo gracias al encuentro con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada. Llegamos a ser plenamente humanos cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora, porque si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? (EG 8).La presencia del Señor en nuestra vida hasta el final de los tiempos, le devuelve el sentido y la alegría a la existencia humana y aún en medio de las dificultades, existe serenidad y armonía, porque mirar y contemplar el Crucificado, fuente de nuestra salvación, llena el corazón de paz. Esta realidad interior que se vive al experimentar el amor de Dios, es lo que se transmite en el nombre del Señor en el trabajo misionero, de tal manera que, no se necesita mucha ciencia humana para evangelizar, basta experimentar el amor de Dios, “si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús” (EG 120).Esta fue la experiencia de los primeros discípulos del Señor, ellos después de experimentar el amor de Dios, de inmediato salieron con gozo a transmitir lo que estaban viviendo en sus vidas y lo hacían con gozo y convicción “hemos encontrado al Señor” (Jn 1, 41), y esta es la misión nuestra: vivir el amor de Dios en la propia vida y querer extender ese amor a otros siendo auténticos misioneros del Reino de Dios, porque “todos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su Palabra, su fuerza, y le da un sentido a nuestra vida” (EG 121).Como creyentes en Jesucristo, sigamos en salida misionera haciendo discípulos misioneros del Señor, haciendo anuncio del Señor diciendo: “Tú eres el Cristo, envíanos Señor”, comenzando ese anuncio en el propio hogar y en el entorno en el que vivimos. Que la Santísima Virgen María y el glorioso patriarca san José, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo el fervor misionero para cumplir con el mandato del Señor de ir por todas partes a hacer discípulos misioneros del Señor, con la certeza que Él está con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos (Cf Mt 28, 20).En unión de oraciones.Reciban mi bendición.Mons. José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Mar 22 Oct 2024
Dos Grandes Misioneros
Por Mons. Orlando Antonio Corrales García , Arzobispo Emérito de Santa Fe de Antioquia - El Domingo 20 de Octubre celebramos en toda la Iglesia la Jornada Mundial de las Misiones y por este motivo, todo el mes de Octubre se llama el Mes Misionero. Por esto les presento en esta reflexión a dos grandes misioneros, cuya Memoria litúrgica tenemos en estos próximos días: San Juan Pablo II y San Antonio María Claret.El martes 22 tenemos la Memoria litúrgica del Papa San Juan Pablo II. En el inicio solemne de su pontificado, el 22 de Octubre de 1978 en la Plaza de San Pedro, resonó la voz potente del nuevo Papa, venido de Polonia, que exhortó a toda la Iglesia, más aún, a toda la humanidad, a abrir las puertas a Cristo el Salvador de todos los hombres. Este es el anuncio Misionero que debe llevarse a todos los rincones de la tierra: proclamar que Cristo es el Salvador y que todos los hombres y mujeres, son invitados a abrir las puertas del corazón a Cristo, para que sea El quien dé sentido a la vida de cada persona.No cabe duda que este Papa fue un gran misionero y por ello viajó a tantos países del mundo, con el único objetivo de llevar el mensaje de la Salvación, la buena noticia del amor de Dios a todos: sus numerosos viajes, al igual que sus incontables documentos, tuvieron y tienen todavía hoy el propósito de acercar a hombres y mujeres de todas las culturas y lenguas, a Dios, para descubrir y experimentar su amor de PadreDestaco entre sus documentos, la Encíclica Redemptoris Missio: La Misión del Redentor, publicada el 7 de Diciembre de 1990, cuyo subtítulo es: Sobre la permanente validez del mandato misionero. Trata de la urgencia de la actividad misionera en estos tiempos. Tiene 8 capítulos, que me permito enunciar:1. Jesucristo, único Salvador.2. El Reino de Dios.3. El Espíritu Santo, protagonista de la misión.4. Los inmensos horizontes de la misión Ad gentes.5. Los caminos de la misión.6. Responsables y agentes de la pastoral misionera.7. La cooperación en la actividad misionera.8. Espiritualidad misionera: «El verdadero misionero es el santo».El jueves 24 celebramos la Memoria litúrgica de San Antonio María Claret. Nació en España y como sacerdote, predicó durante varios años en la región de Cataluña. Durante toda su vida desplegó un gran ardor misionero. Fue nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba, entregándose con gran generosidad a su tarea misionera en esa Isla del Caribe. Su gran espíritu misionero lo impulsó – por inspiración divina – a fundar la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como los Misioneros Claretianos, que hacen presencia en 68 países, entre ellos Colombia. Están presentes en varias Diócesis de nuestro país, muy especialmente en Quibdó, Chocó. También están presentes en Medellín.San Antonio María Claret dio está definición del misionero: «Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todos el mundo en el fuego del divino amor. Nada me arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas».Que el ejemplo y el dinamismo de estos dos grandes misioneros, nos impulse para vivir la Misión de manera permanente, como debe ser, no sólo en algunos momentos.
Mié 16 Oct 2024
Todos llamados al seguimiento de Jesús
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta - Avanzamos en el mes de octubre dedicado en la Iglesia a la oración, reflexión y ayuda a las misiones, con el llamado a tomar conciencia de la tarea evangelizadora de la Iglesia, que en salida misionera, sigue llamando a todos al seguimiento de Jesús.En el pasado, en la familia se transmitían las verdades fundamentales de la fe, que permitían al niño y al joven optar por el Señor; hoy la parroquia en salida misionera, debe convocar mediante el proceso evangelizador, para que el seguimiento de Jesús sea una realidad en muchos hogares y ambientes. La tarea de la Iglesia sigue siendo la de cumplir con el mandato del Señor de ir a todos para anunciarles el mensaje de salvación, la Buena Nueva del Evangelio.San Pablo VI así lo enseña cuando afirma: “No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva su inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro: ¡A todo el mundo! ¡A toda creatura! ¡Hasta los confines de la tierra! Como una llamada a no encadenar el anuncio evangélico limitándolo a un sector de la humanidad o a una clase de hombres o a un solo tipo de cultura” (Evangelii Nuntiandi, 50). Este llamado que nos hace el Papa nos tiene que mover a todos a desarrollar la creatividad para llegar a los distintos sectores de la parroquia.Hay que salir del ámbito del despacho parroquial. En palabras del Papa Francisco, hay que tener presente llegar con la evangelización a los tres ámbitos de la pastoral: “En primer lugar el ámbito de la pastoral ordinaria, animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la comunidad. En segundo lugar, el ámbito de las personas bautizadas que no viven las exigencias del bautismo, no tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de la fe. Finalmente, está el ámbito de quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado” (Evangelii gaudium, 14). Revisando nuestra acción misionera en el proceso evangelizador, hemos cuidado con diligencia el primer ámbito de la pastoral, encendiendo el corazón de los fieles que conservan una fe católica intensa y sincera, buscando que los creyentes respondan cada vez mejor y con toda su vida al amor de Dios.Nos hace falta ir a buscar a los que están en el ámbito de los que no viven las exigencias del bautismo, que es un grupo amplio de fieles. Y mucho más descuidado, se encuentran los del tercer ámbito, aquellos que no conocen a Jesucristo o lo rechazan abiertamente. El mandato de la salida misionera debe abarcar el segundo y tercer ámbito, y para llegar a todos, debemos convocar a los que tenemos en el primer ámbito de la pastoral, para que se comprometan en el anuncio gozoso del mensaje de Jesucristo en todos los ambientes, recordando lo que nos dice el Papa Francisco que: “los cristianos tienen el deber de anunciar el Evangelio sin excluir a nadie, no como quien impone una obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable” (EG 14).En el credo proclamamos que la Iglesia es católica, esto quiere decir universal, y la universalidad tiene que estar en la mente del evangelizador, para llegar con la fuerza del Evangelio a todas partes. Recordemos que el Señor es quien conduce la misión; nosotros somos instrumentos que entregamos nuestra vida al servicio del Evangelio. Esta certeza nos ayuda a vencer los miedos de entrar a ciertos sectores de la sociedad y arriesgarnos a ir; aún si nos rechazan en un primer momento, no desistir en la tarea evangelizadora, ya que sabemos, vamos en el nombre del Señor y tenemos la certeza de que Él mismo nos ha dejado en el Evangelio: “sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).Esto implica tener fervor por la evangelización, que en el misionero se percibe con fuerza cuando está en gracia de Dios. Un sacerdote, un misionero en gracia de Dios, es capaz de salir de su habitual situación de confort y dar la vida por Jesucristo. No es posible ser un misionero fervoroso estando en situación permanente de pecado. Todos somos pecadores, pero lo que se espera de un sacerdote, de un misionero es que no permanezca en situación de pecado por mucho tiempo, que, frente al pecado, busque de inmediato el sacramento de la confesión, reciba el perdón, y sienta la necesidad de ir a anunciar la misericordia de Dios por todas partes.Frente a esta realidad, necesitamos comunicar que todos están llamados al seguimiento de Jesús. Queda de parte del misionero hacer vida el llamado del Papa Francisco cuando dice: “la actividad misionera representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia y la causa misionera debe ser la primera” (EG 15), de tal manera que lo tenemos que hacer presente con la salida misionera a la que estamos convocados todos, con la conciencia de que: “cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).En nuestra Diócesis de Cúcuta estamos con la disponibilidad de cumplir el mandato del Señor, de convocarlos a todos para que sigan a Jesucristo que es Camino, Verdad y Vida, que nos lleva hasta el Padre Celestial. Que la Santísima Virgen María, estrella de la evangelización y el glorioso patriarca san José, fiel custodio de la fe, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo el fervor pastoral, para estar siempre en salida misionera.En unión de oraciones, reciban mi bendición.
Vie 11 Oct 2024
‘La paz les dejo, mi paz les doy’
Por. Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - La sociedad se encuentra hoy sobre arenas movedizas entre el amor y el odio, la tristeza y la alegría, la felicidad y la infelicidad, la violencia y la indulgencia. Una sociedad polarizada que se debilita por las verdades a medias difundidas a través de las redes sociales, por la politiquería e incoherencia de cientos de servidores públicos, por el sensacionalismo de algunos medios de comunicación o el sectarismo de algunos periodistas y, por la indiferencia de numerosos ciudadanos.Una sociedad en la que nos estamos dividiendo entre buenos y malos, entre los que dicen trabajar por la paz y los mal llamados ‘enemigos de la paz’, entre un nutrido grupo de ciudadanos que creen que es posible la convivencia pacífica y aquellos que ven detractores en los que manifiestan desacuerdo, entre los que supuestamente creen en el cambio y los que piensan que ese cambio no se ha dado. Mientras todo esto va acrecentándose los grupos alzados en armas y las bandas criminales continúan su avanzada disputando territorios donde el poder de las armas y las drogas silencia conciencias y mata sueños de niños, adolescentes y jóvenes; donde hombres y mujeres ven cómo se tejen hilos de violencia, venganza, miedo, olor a muerte. Una disputa por territorios en diversas zonas a los que la fuerza pública pareciera, no puede llegar.No ignoramos cómo nuestra fuerza pública honrando su amor a la patria sigue batallando tratando de generar una mayor confianza institucional y credibilidad en los colombianos, intentando mantener los ánimos para defender los derechos humanos, la convivencia y la soberanía nacional, sujetos al irrespeto de los ciudadanos como consecuencia de una inversión de los valores sociales y el cuestionamiento de la autoridad. En este contexto podemos comprobar una dolorosa realidad, la ausencia de liderazgo y una juventud, entre los 19 y 37 años de edad que está diluyéndose en el entramado social.Siento dolor al constatar la cantidad de jóvenes privados de la libertad recluidos en los centros penitenciarios de Colombia; experimento dolor ante la constatación de jóvenes consumidores activos, inyectándose heroína y desertando de sus carreras profesionales para sumergirse en las nuevas tecnologías que haga más fácil la consecución del dinero o los logros de metas e ideales. Asimismo, el índice de suicidios en aumento en el departamento del Quindío (34 en lo que va corrido de este 2024) y el aumento de niños menores de nueve años consumidores cocaína, como denunció este mismo diario, tiene que preocuparnos.Yo creo en la paz y como padre y pastor siento que debemos seguir luchando superando las diferencias, la envidia, la desconfianza, la avaricia, que trae consigo turbulencia y ruido (St 3,16-4,3). Hago un llamado a las fuerzas vivas de la sociedad a que unamos nuestros esfuerzos en beneficio de una nación en paz para lo cual debe brillar la justicia, la equidad, la verdad y el amor.Hago un llamado al señor Presidente a que como líder de los colombianos entienda que su gobierno es para todos, le ruego buscar consensos, buscar un acuerdo nacional y evitar confrontaciones, rivalidades, conflictos y divisiones. Hago un llamado a los violentos para que depongan las armas de la guerra y se abran al diálogo con gestos y hechos concretos de paz y de justicia.Hago un llamado a todos los ciudadanos para que nos comprometamos como artesanos de la paz; es urgente abrir el corazón al Príncipe de la paz, a Jesús, que nos dice: ‘la paz les dejo, mi paz les doy’ (Jn 14, 27); esa paz que trae consigo serenidad y calma y que se construye desde la fuerza del perdón y la reconciliación.No perdamos más tiempo en discusiones vanas, tengamos la disposición interior para que, superando las diferencias, nos sintamos hermanos y juntos seamos signos de amor, unidad y paz.+Carlos Arturo Quintero GómezObispo de la Diócesis de Armenia