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Defendamos la vida humana
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Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - «Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jeremías 1, 5).
La vida humana es sagrada siempre, toda, en todas partes, para todos. Aparece nuevamente en el horizonte de nuestra comunidad el delicado tema de la VIDA HUMANA. Se ha presentado por parte del Ministerio de Salud y Protección Social, el proyecto de una resolución sobre la “Interrupción Voluntaria del Embarazo” -que no es otra cosa que el aborto- en Colombia, mostrado antes de su firma a la comunidad. También en el Congreso se ha expuesto y aprobado en primer debate, un proyecto de ley que reglamenta la eutanasia, que no es otra cosa que un atentado a la vida humana. Se pone pues ante nuestros ojos un delicadísimo tema, el irrespeto y el ataque a la vida humana desde sus primeros momentos de existencia -la concepción- hasta su término natural con la muerte.
La humanidad, sobre todo en las últimas décadas, tiene una rara tendencia al desprecio de la vida. Esta es una constante que ha ido creciendo progresivamente. También entre nosotros, se ha abierto esta puerta con algunas sentencias de la Corte Constitucional, despenalizando el aborto y abriendo la puerta para su realización. Justamente cuando los adelantos de la ciencia han descubierto la admirable maravilla de la vida humana en todas sus facetas, se genera un movimiento que ataca y destruye la grandeza de la existencia humana, que niega el derecho natural a la vida, que atenta contra los que empiezan o contra los que, por una u otra razón, están ante el drama de la muerte, pretendiendo legislar y normativizar acerca de un derecho inalienable e indeclinable como es el de la existencia.
Es oportuno que nosotros, como católicos, reflexionemos profundamente sobre este tema, que es fundamental y toca lo más sagrado de la existencia humana. Todos, tendríamos que entrar profundamente en el misterio de la vida, de sus fundamentos y realidades, en la dimensión de profundo valor que posee y, sobre todo, entrar claramente en su defensa. Se está tocando lo más fundamental de cuanto el hombre tiene, como regalo del Creador.
La esencia misma de la fe, la misma naturaleza humana nos pide defender la vida en su totalidad. En la Sagrada Escritura encontramos claramente el precepto de Dios: “No matarás” (Éxodo 20, 13). El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Número 2258).
Los primeros cristianos, desde los primeros años, entraron claramente a defender la vida humana, respetando este don de Dios. Incluso, en la primera literatura cristiana, al comenzar la predicación del Evangelio, se nos ofrecen ejemplos de esta defensa autorizada de la vida en su origen mismo. En los dos primeros siglos encontramos esta enseñanza: «No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2; cf. Epistula Pseudo Barnabae, 19, 5; Epistula ad Diognetum 5, 5; Tertuliano, Apologeticum, 9, 8). Estas referencias no son únicamente una erudición, nos muestran que la lucha por la vida y su defensa hacen parte de la doctrina misma de los Santos Padres.
Nos extraña profundamente que el mismo Estado, en sus autoridades del poder ejecutivo y del legislativo, tome estas decisiones que atentan contra la persona humana. Es claro que nuestra Constitución, respeta claramente la vida (Artículo 11 de la Constitución) el mismo que argumenta ampliamente la defensa de la vida, que en muchísimos apartes de la Constitución se defiende la existencia humana. Es doloroso, y creo que contra el espíritu de la misma y de los constituyentes, que se vaya abriendo la puerta a un verdadero crimen agravado por la plena convicción que dicen tener quienes proponen la destrucción de la vida, argumentando que la vida puede ser interrumpida, tanto en el momento mismo del nacimiento, como terminarla antes de su término natural.
La gravedad del deseo de reglamentar lo que en mala hora fue aprobado por personas que, sobrepasando los límites de la autoridad, permitieron la práctica del aborto, instruyendo sin cansancio sobre la necesidad de generar leyes en las que se termina abusando de la propia libertad, de la libertad de los demás, de la libertad de la criatura que se está formando y que está en estado absoluto de indefensión.
La Iglesia, Madre solícita, tiene el deber y la obligación de enseñar y actuar, por lo que nos enseña en la ‘Instrucción Donum Vitae’: “Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho [...] El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum Vitae 3).
Por ello, los estados no pueden, por principio, negar el común criterio de defensa de la vida, legislando acerca de cómo suprimirla, extinguirla, suspenderla, negarla. Las leyes emanadas en tal sentido, incluso las propuestas que permitirían el Aborto, son intrínsecamente lesivas de la dignidad humana, ya que no pueden destruir lo que dicen defender, ni negar el derecho a vivir especialmente a los más vulnerables.
El ABORTO, incluso si le cambian el nombre o definición a esta acción inhumana, es un homicidio en toda su realidad, agravado porque se comete contra quien no se puede defender y porque una legislación que va contra el principio fundamental de la vida, contra la vida misma, no es humana y pierde todo el sentido de su autoridad al propiciar la muerte, el dolor, la negación de la vida misma.
La EUTANASIA, el suicidio asistido, es un atentado a la vida humana, una negación del derecho fundamental a la vida, que tiene cada persona y que es inviolable.
Con estas decisiones se está destruyendo y atacando algo que es fundamental para los derechos de la persona humana, su derecho fundamental a la vida y a la existencia.
No dejemos de pensar en la belleza de la persona humana, en la ternura de un niño, en la bondad y alta carga ética de valor de la vida humana. Somos hoy muy sensibles a los derechos de la persona humana, decimos todos defenderlos y promoverlos. Empeñémonos todos en la defensa de la vida humana en todos los momentos de su existencia.
En esta edición de LA VERDAD encontrarán algunos elementos que entran claramente en estos temas, concretamente la Carta que la Conferencia Episcopal de Colombia ha escrito al Señor Ministro de Salud, sobre este delicado argumento.
Gritemos y manifestemos claramente nuestra posición, con un ¡SÍ A LA VIDA!
+ Víctor Manuel Ochoa Cadavid
Obispo de la Diócesis de Cúcuta
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
Lun 2 Dic 2024
Una sociedad que odia a los niños
Jue 28 Nov 2024
Jue 28 Nov 2024
La Cruz, lugar del reinado de Cristo
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Celebramos en este domingo a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. El reinado de Jesús, no es de este mundo, sino que es la instauración del Reino de Dios en la humanidad entera, desde el madero de la Cruz. Jesús durante el desarrollo de su misión siempre esquivó los momentos en que lo iban a proclamar rey, pero cuando iba camino a la cruz, respondiendo a Pilatos, Él comienza a aceptar que es Rey, no a la manera humana, sino desde la lógica de Dios: “Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó: ¿eres Tú el rey de los judíos? Jesús le explicó: mi Reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidoreshubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi Reino no es de este mundo” (Jn 18, 33-36).En la respuesta de Jesús a Pilato queda claro que su reinado no es a la manera humana, ni como lo concibe el poder político del momento, ni como lo esperan muchos de los que lo siguen, sino que su misión es reinar desde el servicio, dando testimonio de la verdad; un reinado que lo vive desde la Cruz, lugar desde donde sirve a la humanidad, perdonando nuestros pecados y dándonos la salvación eterna: “Pilato insistió: Entonces, ¿eres rey?Jesús le respondió: Soy rey, como tú dices: Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37).Esta declaración de Jesús ante Pilatos, que Él es rey, precisamente cuando está a punto de morir en la cruz, deja el camino trazado para el discípulo misionero. Un cristiano es un seguidor del Señor, dando testimonio de Él desde el servicio y el lugar del servicio es el último. En una sociedad donde muchos quieren construirse un trono sobre las cenizas de los demás, Jesucristo Rey del Universo, nos enseña que su reinado es ocupar el lugar de la Cruz, para el servicio a los otros, levantando al que está caído en medio del camino a ejemplo del buen samaritano: “Jesús dirigiéndose a sus discípulos añadió: si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero que el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida?” (Mt 16, 24-26). El camino que el discípulo misionero debe seguir es el camino de la Cruz, renunciando libre y voluntariamente a su propia comodidad, para entregar la vida a Dios y a la Iglesia, para transmitir la fe a otros cumpliendo con el mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el Evangelio: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19-20).En la salida misionera para el anuncio del Reino de Dios, el discípulo misionero tiene la certeza de la compañía de Jesús todos los días hasta el final de los tiempos, pero también sabe con toda claridad, que corre la misma suerte del Señor si se decide a renunciar a sí mismo y cargar la Cruz, reinando con Jesús desde el último lugar. En este sentido, el documento de Aparecida nos dice: “El discípulo experimenta que la vinculación íntimacon Jesús en el grupo de los suyos es la participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas” (DA 131), naciendo de nuevo para poder tener parte de un lugar en el Reino de Dios.Todo el trabajo pastoral y la evangelización que realizamos a lo largo del año, tiene como objetivo hacer que Jesús reine en el corazón de muchas personas y esto será posible si enseñamos a los fieles a renunciar a sí mismos y cargar la cruz para nacer de nuevo desde la Cruz del Señor, transformados por la gracia, para ver el Reino de Dios, “el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3, 3), de tal manera que el proyecto pastoral tiene a Jesucristo Rey como centro, a quien “hay que conocer, amar e imitar, para vivir en Élla vida trinitaria y transformar con Él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste” (Novo Millennio Ineunte 29), que preparamos cada día de nuestra vida centrada en Jesucristo, que reina en nuestro corazón, hasta que podamos decir con entusiasmo“Tú eres el Cristo, venga tu Reino”.Como creyentes en Jesucristo Rey del Universo, tenemos la misión de ser reflejo del reinado de Cristo en el mundo, renunciando a nosotros mismos y cargando con la Cruz, para tener la vida eterna, cumpliendo el mandato misionero que será posible si nos abrimos a la gracia que nos trae Jesucristo Rey para hacernos hombres nuevos en Él, construyendo el Reino de Diosen este mundo, desde la caridad, para llegar un día a participar de la gloria de Dios en plenitud con Jesucristo Rey. Que la Santísima Virgen María, madre de la esperanza y el glorioso patriarca san José, custodio de nuestra vida, alcancen del Señor la gracia para servir desde la Cruz, lugar del reinado Cristo. En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Jue 14 Nov 2024
Una pastoral hecha con ardor
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Durante los dos últimos años, después de llevar a cabo un amplísimo proceso sinodal desarrollado en las parroquias, arciprestazgos y vicarías, buscando dar continuidad a los procesos de evangelización y de pastoral que se han venido realizando en nuestra Iglesia particular, entrego a la comunidad eclesial de la Arquidiócesis de Cali las líneas pastorales generales 2025 – 2027.El objetivo general definido es “propiciar en la Iglesia particular de Cali procesos evangelizadores en y desde el bautismo, de manera que lleven al encuentro personal con Cristo, a través de la misión permanente, sirviendo al desarrollo humano integral y solidario de todos y el cuidado de la casa común”.Como se pueden dar cuenta, no se habla de plan pastoral. El plan o diseño de la acción pastoral, se deja en manos de los párrocos y líderes de pastoral en cada una de las parroquias, instituciones de educación y de pastoral específica. Como arzobispo es mi deber ofrecer unas orientaciones o líneas de acción de carácter general que permitan aplicar las mismas a las distintas realidades.Por otra parte, hemos pensado que el espacio de tiempo no podía ser muy largo, pues si bien es cierto que se necesita vislumbrar o casi anticipar la Iglesia del futuro de forma prospectiva, los cambios son tan profundos y veloces que no permiten definir acciones de largo impacto, y casi ni siquiera las que tienen que ver con otros asuntos, tan necesarios para la pastoral, como los administrativos y financieros. Es por eso que definimos estas líneas para el tiempo inicial de tres años: 2025, 2026, 2027, dando inicio el primero de febrero de 2025, para terminar en enero de 2028.El estilo de la redacción es sencillo, para que sea un instrumento accesible a todos y pueda ser asumido por todos.Bajo la figura del corazón vivo, con circulación de sangre hacia adentro (sístole) y hacia fuera (diástole), hemos definido en cuatro los ejes que animarán la vida pastoral en nuestra arquidiócesis.La sístole está dada por los ejes del bautismo y el año litúrgico; y la diástole, por la familia, la vida y la esperanza.Con la toma de conciencia de la importancia del BAUTISMO, se pretende motivar a que los bautizados se sientan realmente discípulos y en comunidad adquieran una vida bautismal a partir del encuentro personal con Jesucristo. Ello será posible en la medida en que se adquiera el propósito de participar en una propuesta formativa integral disciplinar que responda a la necesidad de vivir el bautismo como proyecto de vida cristiana.Además, consideramos necesario desarrollar una presencia arquidiocesana de formación y acompañamiento del mundo virtual, generando procesos de encuentro personal con Jesús y ayuden a todos a conocer y seguir al gran Maestro que salva y libera.Con el AÑO LITÚRGICO estaremos llamando a los fieles a celebrar la fe que tenemos, pues nuestra fe no es ni puede ser solo conceptual, ni teórica, nuestra fe es celebrativa y testimonial. Valorar el domingo y los tiempos fuertes del año litúrgico ayudan sin lugar a dudas a tomar conciencia de que somos una Iglesia Evangelizada y Evangelizadora, que celebra y testimonia su fe más allá de los ritos, pues la fe debe hacerse vida.Con el eje de LA FAMILIA se está dando respuesta al gran desafío social y de fe que tenemos, que consiste en recuperar el tejido social de la familia, que nace del corazón de Dios, y así asumir los retos de ser testigos y defensores del gran don ofrecido por Dios, que es la vida, así como el cuidado de la casa común.Recuperar la sacramentalidad y el ministerio de la conyugalidad, acompañar a las familias para que sean iglesias domésticas y las familias en dificultad, es algo que urge. También, en ese mismo contexto no se pueden dejar a un lado las acciones orientadas a promover una comunidad parroquial y eclesial inclusiva y dinámica que inspire a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a descubrir y vivir su fe en Jesús de manera activa y comprometida, sin olvidar la cultura del cuidado, pues la Iglesia debe seguir siendo un lugar seguro para todos.Finalmente, LA ESPERANZA. Los tiempos que vivimos no son fáciles y esta virtud teologal se puede perder. Por tanto, se pretende ayudar a los fieles a leer y vivir los signos de los tiempos. El desafío grande que tenemos es acompañar a una sociedad que no tiene ojos para ver lo que Dios nos está diciendo a través de sus signos. Por eso la eficiente y eficaz acción social de la Iglesia, iluminados siempre por el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia, será un motor que ayude a los más pobres y necesitados, de todas las periferias existenciales, a no perder la esperanza. Ante una cultura de muerte que se quiere imponer, nuestras líneas pastorales le apuntan a fortalecer la cultura de la vida y de la paz.Pido a todos los miembros de nuestra familia arquidiocesana a apropiarse de estas líneas pastorales generales, con las cuales se pretende solo hacer posible que el Reino de Dios crezca abundante en cada uno de nosotros.Las ponemos bajo la protección amorosa de Nuestra Señora de Los Remedios, nuestra patrona.Mons. Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali
Vie 8 Nov 2024
Matrimonio y familia: don de Dios
Por Mons. Héctor Cubillos Peña - La vida de pareja, como la de familia, son un don de Dios a la humanidad, que Él ofrece como camino de luz, verdad y amor. La Iglesia está llamada a anunciar la buena noticia sobre el amor humano.1.“Hagamos al hombre nuestra imagen y semejanza” (Gn 1, 26)Con estas grandiosas palabras introduce el Génesis los relatos sobre la creación del hombre como culminación de la obra creadora divina. El “hagamos” está indicando esta determinación eterna de crear al género humano. Según la tradición la Iglesia puede ser considerado como una deliberación de Dios con sus ángeles, o también como la expresión de la consideración del Dios trinitario que determina crear al ser humano en una clara referencia al Hijo encarnado como imagen del hombre.El hombre es descrito como “imagen y semejanza”, lo cual pone de relieve una especial relación con Dios, diferente y superior a la relación con las demás creaturas. “Hagamos” pone de presente que el hombre ha sido creado por Dios, y que éste es su dueño y Señor; de Él procede, en Él existe y hacia Él se orienta en su existencia. De esta verdad no es posible alejarse ni negarla. La afirmación del Génesis de Dios al concluir su obra lo dice todo: “y vio Dios que todo era bueno” (Gn 1, 31)El ser el hombre imagen, ícono y semejanza de Dios, explícita esas realidades propias de lo humano: su ser personal e individual, su capacidad para escuchar y responder, su inteligencia, libertad y voluntad. El hombre y la mujer son semejantes a Dios, pero no iguales. El ser humano es por tanto la obra más perfecta y maravillosa de Dios; colocada por él como centro y señor de la creación; único ser capaz de acoger y corresponder al don de la vida y el amor que el Creador ha establecido conceder a su creatura. De esta condición se desprende su obligación, su valía y su condición sociable.2.“Hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27)Otra de las grandes afirmaciones de la Palabra de Dios es la de que los creó diferenciados hombre y mujer. Esta realidad también ha de verse bajo el principio de la imagen y semejanza; juntos reflejan a Dios. La belleza, las propiedades y características de cada uno de los sexos, son obra del Creador. Lo masculino y lo femenino se expresan y se comunican en todas las dimensiones del ser humano: lo físico, lo intelectual, lo afectivo y lo social. Allí se encuentra por tanto la perfección y belleza de lo humano. Ambos son complementarios y están destinados a la unión. Todo intento de querer modificar o destruir esta condición es un atentado contra el ser humano y contra su Creador. Ambos, pues, han de reflejar en su unión la obra divina, bella y completa de Dios. En el hombre y la mujer unidos se hace presente Dios, porque Él es amor. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6)3.“Y se unirá a su esposa y los dos serán una sola carne, de manera que ya no son dos, sino uno solo” (Gn 2,24; Mc 10,8)Hombre y mujer destinados a ser una sola carne. El término carne como también el de cuerpo designan la persona humana en su totalidad desde la perspectiva de su ser relacional y de presencia en la realidad y la historia. La vocación terrena de hombre y mujer, por tanto, es la de ser pareja y en el matrimonio; que es por tanto unidad y comunión. El amor tiende a la unidad sin que se pierda la diferencia; y, Dios es amor (1 Jn 4; 8). La vida matrimonial conlleva la mutua donación por amor hasta la muerte. El verdadero amor excluye toda forma de violencia, opresión, aniquilamiento o separación. En estos tiempos de sinodalidad, del “caminar juntos” se puede contemplar la vida de pareja y también de familia como ser – “caminar en el amor”. La unidad que una pareja está llamada a alcanzar siempre estará sostenida y alimentada por la gracia el Sacramento del matrimonio. La infidelidad y la separación, de otra parte, lamentablemente siempre estarán al acecho para destruir la relación matrimonial. 4.“Gran misterio es este y yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia” (Ef 5,32)Estas palabras paulinas tocan lo más profundo del diseño de Dios sobre el matrimonio. El término “misterio” designa el querer de Dios que se orienta al bien y la plenitud de la humanidad.La vida de pareja por tanto se puede contemplar a la luz de la súplica de Jesús a su Padre: “Que todos sean uno como tú Padre y yo somos uno” (Jn 17,21). Es el misterio del amor divino en el amor humano. La vida matrimonial y de familia también han de reflejar el amor entre el Padre y el Hijo; por eso es que en concreto la familia es llamada “iglesia doméstica”. Cristo es la cabeza y la Iglesia la familia, son su cuerpo. Cristo entrega su amor y la pareja responde con amor a Él y esto lo testimonia la familia en el amor de esposos y de padres e hijos.ConclusiónLa vida matrimonial como la familiar son un don maravilloso del amor de Dios. Urge en la actualidad anunciar y testimoniar la belleza del amor en pareja para traer a tantos que se encuentran desorientados o engañados por falsas propuestas. El camino del Sacramento del matrimonio es verdadero camino de amor, de felicidad y también de santidad.+HÉCTOR CUBILLOS PEÑAObispo de ZipaquiráMiembro Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia
Jue 7 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Por Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía- Cada gobierno “apellida” su plan de paces con armados ilegales y su propuesta de convivencia ciudadana. Este no es la excepción. Solo que aplicó apenas uno de los cuatro principios para el abordaje de la transformación, señalados sabiamente por el Papa Francisco en “La Alegría del Evangelio” (números 217 al 237): “El todo es superior a las partes”. Los otros tres son:1.”El tiempo es superior al espacio”.2.”La unidad prevalece sobre el conflicto”.3. “La realidad es más importante que la idea”.La idea de “totalidad” de los actores armados, si bien se asume a los “actores de la ilegalidad” contra todo derecho y de “la rebeldía contra todo el sistema”, no integra, directamente, como gran gestor estatal de paz frente al “enemigo interno”, desde el “monopolio de las armas”, la acción de la fuerza pública. Esta ha de ser llamada, no solo a disuadir, sino también a persuadir y a reintegrar, en la protección y defensa del bien común, a quienes se han alzado en armas.Este Gobierno ha dado un primer paso, importante al poner un jurista de talla internacional como ministro de defensa, e iniciar un “despegue de doctrina”, que convertía la fuerza estatal en un enemigo más de la paz y de los derechos humanos y civiles, afectados por la corruptela clasista y mafiosa.Creo que la permanencia y estabilidad en ese propósito se enfrenta con la tentación de agudizar la guerra que le hacen las ultraderechas, a coro con los grupos armados, “pescadores en río revuelto” a cada instante. “Volvimos a lo de antes”, “retrocedimos”: es su canto electorero para volver a los esquemas que llamaron de “seguridad democrática” o de “paz con legalidad”.Pero abrir ventanas de contacto y mesas de diálogo por todos lados, y lanzar propuestas tan audaces como la compra estatal de cosechas de coca y retoma de territorios “con oferta estatal integral”, o de financiar jóvenes pandilleros del conflicto urbano a cambio de que abandonen el asesinato y, por ende, las armas en las calles, son propuestas que requerirían:a) De un músculo muy fuerte de sociedad poblacional en cada territorio; b) De simultaneidad de ceses al fuego y simultaneidad de mesas; c) De concurrencias del Estado en sus instancias local, regional y nacional; d) De la inversión, financiamiento y acompañamiento duraderos por parte de la Nación y de la misma comunidad internacional.Estado, población, concurrencias territoriales y sectoriales, y una “hoja de ruta nacional, son un enorme desafío, que le daría el marco constitucional a la “Ley de paz total”, la 2272 de 2022, focalizando el propósito y confiándole las riendas a las poblaciones que se constituyan, a nivel municipal y de comunas urbanas y resguardos o entidades territoriales étnicas, como ACTOR CIVIL Y COMUNITARIO de la “Paz Total”.En suma, los constitucionalistas y el poder legislativo y judicial, junto al poder ejecutivo del Estado en cada instancia y a los poderes e instituciones sociales, requerirían sintonizarse en la pacificación nacional por vía de “democracia para la paz” , como está en la agenda que venía retomándose entre el ELN y el actual Gobierno.Entre otras, porque entrar de lleno en este segundo punto, seguido después del más motivacional ya firmado, el de “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, podría y debería ser el nuevo arranque de esa envolatada mesa de diálogos.Interesar a la ciudadanía en este propósito resulta apremiante. Casos reiterados como crímenes y asesinatos de niñas y niños, ahora focalizados en el secuestro, abuso y despedazamiento de Sofía Delgado, deberían prevenirse con toda la “voluntad colectiva herida”, el caso de Candelaria y Villa Gorgona en el Valle del Cauca; quizás, con una revalidación ética o moral de la cédula de todo ciudadano, a modo de plebiscito o cabildo y /o audiencias públicas, como mecanismo de sensibilización y prevención de crímenes como este.A grandes males, más grandes remedios, más allá de griterías, quemas, linchamientos, cárcel y castigo, o tontos clamores de “pena de muerte” y cosas similares.Una población empoderada de su convivencia pacífica, de su desarrollo integral y de su solidaridad social, se vuelve actor y protagonista de la construcción de paz, ahora y más allá de uno u otro gobierno.+Mons. Darío de Jesús Monsalve MejíaArzobispo Emérito de Cali