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La paz es un arte
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Por Mons Omar de Jesús Mejía Giraldo - El hoy de nuestra existencia, es trabajar por la paz. La paz si es posible, pero cuando la asumimos como tarea de todos, cuando la construimos paso a paso, cuando somos conscientes que necesitamos que todos, todos, todos… nos sintamos artesanos y no simples receptores o espectadores pasivos y sobre todo, cuando como personas de fe somos conscientes que éste don preciado es un regalo que debemos pedir a Dios con esperanza y confianza.
1.La iglesia diocesana, constructora de paz
Desde siempre el ser humano ha necesitado construir una sociedad en paz. Basta sólo observar la historia bíblica y comprobamos que la paz es necesario armarla entre todos y no es responsabilidad, deber o derecho, solo de unos cuantos, no. La paz es tarea de todos. En el paraíso el hombre es desobediente a Dios y pierde su armonía…, Caín asesina a su hermano Abel, es condenado a estar vagabundo purgando su pena… El pueblo de Israel es infiel a Dios y termina siendo esclavo de Egipto y de las grandes potencias del momento… Los profetas tienen la tarea de anunciar al “mensajero de la paz”, al Mesías, al Señor. Miremos lo que anuncia Miqueas 5,5: “Y Él será nuestra paz”.
Cuando Jesús, el Señor, mensajero de la Paz, artífice de la Paz, hace su morada entre nosotros, estaba en pleno apogeo el proyecto de “Pax romana”, iniciado por Augusto Cesar (Lc 3,1-6). Con esto, quisiera, desde luego, valorar enormemente el esfuerzo que hacen los gobiernos y la sociedad civil por construir la paz. Todos queremos la paz. La paz es posible. Pero es necesario que entre todos la armemos, que entre todos la construyamos. El Papa Francisco utiliza una expresión oportuna: “Artesanos de la Paz”. De esto se trata, de una paz que se edifique sobre el cimiento de la ética y la moralidad, de la honestidad y el respeto, del perdón y la reconciliación, del amor y la fraternidad.
Con mucha frecuencia nos preguntan: ¿Para la iglesia cuál es el proyecto de paz? ¿La iglesia qué opina del proceso de paz? ¿Qué le va a aportar la iglesia a Colombia para la construcción de la paz? Estas y muchas otras preguntas surgen de los periodistas y de la comunidad. Por favor, no se nos olvide que todos los bautizados somos iglesia y por lo tanto, cuando hablamos de iglesia, estamos hablando de una responsabilidad de todos. Además, para la iglesia, es bien claro que con el concilio Vaticano II, se insertó en su corazón, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, donde la iglesia como “Instrumento Universal de Salvación” (LG 1), se quiso poner acorde con las circunstancias de la época, optó por ser más dialógica y así poder convocar a toda la sociedad a un diálogo más abierto, buscando construir una sociedad fraterna y en paz. Es necesario retomar la constitución dogmática “Gaudium et Spes”. El concilio además, con el objetivo que se propicie una mayor fraternidad entre todos, nos invita a abrir las ventanas de la fraternidad y construir entre todos: Católicos, hermanos separados, las grandes religiones, ateos, agnósticos y personas de buena voluntad un ambiente de paz y fraternidad.
De igual manera es necesario valorar enormemente todos los aportes de los Pontífices: Juan XXIII, Pacem in Terris; Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, sus mensajes de paz…; Juan Pablo II, todas sus encíclicas sociales, los mensajes de paz de cada año (enero 1), populorum progressio, en fin… De igual manera Benedicto XVI, su primera encíclica, “Deus Caritas est”, es toda una encíclica, donde el Papa, propone la construcción de la Paz, como ejercicio fundamental de la iglesia en la vivencia de la caridad cristiana.
El Papa Francisco, con su carisma y entrega es el gran mensajero de la paz en el mundo actual. Durante su pontificado, siempre nos ha hablado e insistido sobre la necesidad de construir un mundo donde reine la paz. Algunos apuntes del Papa sobre la paz: "Es el diálogo el que hace la paz. No se puede tener paz sin diálogo". "El perdón, el diálogo y la reconciliación son las palabras de la paz. A las guerras en enfrentamientos armados se suman guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios también destructivos de la vida, de las familias y de las empresas” (Dic. 12 2013. Primer mensaje de paz). "Hay que derribar los muros de la desconfianza y del odio promoviendo una cultura de reconciliación y solidaridad". "Quien habla de paz y no la hace está en una contradicción. Y quien habla de paz y favorece la guerra con la venta de armas es un hipócrita".
2. El acuerdo paz
Se ha firmado un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las farc., ¿se firma realmente la paz? Seguramente que el acuerdo va a significar muchísimo para éste momento histórico de Colombia y en mundo; desde luego que la firma cuenta, pero, ¿será éste el fin del conflicto? Tengamos en cuanta lo siguiente: La paz no depende solo de la voluntad de dos partes... La paz es construcción de todos. La paz es un proyecto a largo plazo. “La paz es un arte”. La paz es un camino. La paz desde la fe es un don de Dios. Todos, todos…, debemos trabajar por la paz…
¿Cuál debe ser entonces el aporte de la iglesia? Evangelizar, anunciar a Jesucristo, el mensajero de la paz. La iglesia posee la enorme tarea de hacer bien lo que le ha encomendado el Señor: “Vayan por todo el mundo, anunciando el evangelio”; es decir, la iglesia debe anunciar buenas noticias, la iglesia tiene que ser constructora de comunidades fraternas y en paz. La iglesia debe preocuparse en todo tiempo y lugar por hacer bien lo que siempre ha hecho y lo que debe saber hacer: “ser fraterna y acogedora…” La iglesia tiene que ser instrumento universal de salvación” (LG 1). La iglesia no puede olvidar la tarea de ser mensajera e instrumento del Señor para ejercer la misericordia, la compasión y la solidaridad. La iglesia es hogar de perdón y reconciliación. Todo lo que la iglesia realiza en bien de la persona humana es y tiene que ser construcción de paz.
La iglesia no se puede dar el lujo de ser indiferente frente a la paz, pero tampoco puede enredarse en situaciones políticas y quedarse anclada en proyectos meramente humanos. La iglesia no puede olvidarse que su vocación es eterna, trascendental. La iglesia debe recordar continuamente que su alianza es con el Señor y con Él, la alianza es estable y permanente; desde esa alianza eterna, la iglesia sabe que el compromiso por construir la paz, lo asume porque es su vocación, porque es un mandato, porque es un compromiso con Dios y por lo tanto con el ser humano, con la persona, con el hombre, la creatura que Dios ha amado en sí misma, porque es su “imagen y semejanza”.
Por eso, la iglesia sabe que evangelizando está construyendo sociedad y en la medida que edifica comunidades justas y fraternas, le está aportando a la “dignidad de vida” de las personas y por lo tanto, una persona, que siente que su vida es digna vive en paz. La iglesia vive del amor de Dios y desde el amor de Dios ama y sirve a los hermanos. La Madre Teresa de Calcuta solía decir: “El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. La iglesia es servidora de la verdad y por eso es servidora y constructora de paz. La iglesia sabe que su trabajo por la paz es un proyecto de su vocación a lo eterno; por eso, la iglesia para trabajar por la paz, no puede esperar que sea un “mandato del político de turno”, no. La misión implícita de la iglesia es anunciar a Jesucristo “el Príncipe de la Paz”.
3. En Colombia todos tenemos la tarea de ser “Artesanos de la paz”
Ésta expresión del Papa Francisco le ha dado la vuelta al mundo. Es un término que debemos acuñar con todo su imperativo categórico en el Caquetá y en Colombia. Todos conocemos ya sea por información o por vivencia propia lo que ha significado la situación de violencia en nuestra región. Sin embargo, tenemos que decir que éste es un país y un departamento que cuenta con innumerables riquezas, no sólo naturales, sino humanas y culturales. ¡Cómo no valorar el esfuerzo Magno que muchísimas personas a lo largo y ancho de la geografía de nuestra querida Colombia y nuestro querido Caquetá han realizado, para con ello contribuir al desarrollo armónico de ésta bella región del continente americano.
“La Paz en el en Colombia, en el Caquetá”. Quisiera sobre todo insistir en que La Paz la construimos entre todos y a través de los pequeños detalles de cada día. Aprovechó la Palabra de Dios para decir algo al respecto, dice Jesús en el evangelio: “El que les dé a beber un vaso de agua, porque siguen al Mesías, les aseguro que no se quedará sin recompensa” ( Mc 9, 41). Ésta tiene que ser nuestra convicción, todo aquel que aporte desde su vocación, profesional o misión algo por construir La Paz no se quedará sin recompensa. ¿Y cuál será la recompensa final de todo aporte en función de construir La Paz? La respuesta está dada, el resultado del aporte generoso de cada día, a través de los pequeños detalles será la misma Paz.
Pero bueno ¿y qué es La Paz? Desde la convicción de fe, La Paz es un don, lo dice Jesús en el evangelio: “Mi paz les doy y mi paz les dejo” (Jn 20,19-21), “no la doy como la da el mundo”. La Paz recibida como don termina en una “decisión y convicción ética” que implica responsabilidad social y comunitaria. Por eso, desde la fe, debemos también y con mayor razón aportar en la construcción de paz. Desde la humanidad misma, La Paz es una construcción entre todos, por eso, debemos insistir que aunque, en Colombia y en el Caquetá puedan existir convicciones religiosas diversas, pensamientos diferentes, no podemos estar divididos en la lucha por construir La Paz. Otro elemento fundamental a tener en cuenta es saber también qué La Paz es mucho más que ausencia de guerra. La Paz no es simplemente un fin, La Paz es un camino, que tenemos que recorrer todos unidos, unos y otros pensando y construyendo un mismo ideal: la fraternidad y la hermandad.
¿Y cómo construir La Paz? ¿Qué aportes podemos dar cada uno para vivir en paz? Lo primero, primero..., es creer que La Paz es posible. Aunque La Paz, desde luego, cuenta con las circunstancias de cada momento, por ejemplo, el “instante vital” de hoy: los acuerdos del gobierno y las FARC; es necesario comprender que La Paz va muchísimo más allá que los meros acuerdos. Los acuerdos son insumos necesarios para La Paz, si. Pero es urgente comprender que para construir una nación y un departamento en paz, todos debemos sumar en función del bien común y no restar. Todos debemos trabajar por ser justos y honestos… Todos debemos luchar con atrevimiento por erradicar la corrupción…
Vamos todos a aportar herramientas para La Paz, con humildad propongo lo siguiente:
- Conversión de corazón: Desarmemos los espíritus. Conversión en el lenguaje bíblico es volver a la originalidad con la cual salimos del corazón de Dios: “Desde el principio Dios nos creó hombre y mujer, con el fin de constituir una sola carne” (Cfr Mc 10, 2-16). Conversión es entonces respetar la unidad y la unicidad de cada ser humano y aún más, la unidad y la unicidad de cada criatura. En este sentido podemos entender entonces que para construir La Paz es necesario volver a valorar enormemente, como dice el Papa Francisco, ésta casa común, la creación, la que todos debemos amar y respetar como amamos a nuestras propia madre y hermanos (Cfr Laudato si, 1,2). Para armar la paz es necesario respetar los derechos de los demás y vivir con responsabilidad los deberes de cada ciudadano.
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Perdonar: Perdonar no es decir borrón y cuenta nueva, ni pensar, aquí no ha pasado nada, no. Perdonar es reconocer la situación que nos ha llevado a herirnos mutuamente. Perdonar es superar la conflictividad entre tú y yo. Perdonar es superar las pequeñas dificultades de cada día. Por ejemplo: el perdón se vive en cada instante y circunstancia de la vida, se logra cuando una pareja de esposos, van a su lecho de descanso en la noche, después de haberse perdonado y reconciliado, por las pequeñas fallas dadas mutuamente durante el día.
¿Y cómo se da cuenta alguien que ya está empezando a perdonar? Cuando ya no se le desea el mal a la otra persona; cuando se tiene la capacidad de hacerle el bien a la persona que causó la herida; cuando la persona herida es capaz de orar por la persona que le causó el mal. El perdón es sobre todo un don de Dios. Decía alguien: “Perdonar es muy difícil”, cierto, aún más, humanamente, perdonar es imposible. Para perdonar se necesita la gracia de Dios. De ahí la gran importancia de la fe. “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1,37). Todo es posible para quien vive desde la fe. Mario Benedetti, poeta uruguayo, decía: “El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”.
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Fe y esperanza: La fe, decía el Papa Francisco, es “mirar la vida con los ojos de Dios”. En la Sagrada Escritura, Dios siempre, siempre..., manifiesta la esperanza en el hombre. La fe y la esperanza, junto con la caridad, son las tres virtudes teologales que no pueden faltar en la construcción de La Paz. Debemos creer en el otro, tenemos que creer que el hermano quiere y puede cambiar. Es necesaria la esperanza, porque sin ésta virtud no tiene sentido la vida, el ser humano tiene que vivir esperanzado en que un mundo mejor y más fraterno siempre será posible. Sin caridad, no hay operatividad de la fe y la esperanza, porque es la caridad la virtud que finalmente engloba todas las virtudes humanas y sociales. Es la caridad, la virtud que hace creíble las demás virtudes humanas, sociales y religiosas.
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Unidad: Uno de los mayores retos que tenemos en Colombia y en el Caquetá, si queremos vivir en paz es el de creer en el otro y en los otros, creer en todas las instituciones y organizaciones que queremos aportar en la construcción de región. La unidad no es simplemente la suma de esfuerzos, es un inicio, pero no es suficiente. Unidad es capacidad de apostar todos por un mismo ideal. Unidad es interesarnos todos, por un proyecto común. El gran reto que tienen nuestro líderes y gobernantes es precisamente el de luchar por la unidad, para que entre todos construyamos un Caquetá en paz.
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Inversión social de contexto. Somos Amazonia. No podemos olvidar que la Amazonia es el gran pulmón del mundo y por bondad de Dios, por circunstancias mil y sobre todo por amor e identidad regional estamos en el Caquetá, puerta de entrada a la gran Amazonia, constituida por nueve países. Tenemos una gran responsabilidad histórica, estamos en el norte de la Amazonia y todo lo bueno o malo que hagamos los del norte, repercutirá en los del sur. La responsabilidad es inmensa y desafiante. Tenemos que respetar, amar y trabajar todos unidos por preservar este paraíso Amazónico, así le sumamos todos a La Paz.
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Oración. “Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, busquen y encontraran”, con ésta sentencia Jesús el Señor, invita a sus discípulos que tengan confianza en el Padre celestial, quien como ser bueno, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Sin oración no hay vida cristiana auténtica. La oración es para la persona de fe como el aire que respira. La oración es el medio a través del cual hacemos contacto con el Padre misericordioso. Por eso, una de las mayores convicciones que hemos de profesar siempre, siempre…, es la de la oración. Dice la novena de navidad: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Pedir con fe, pedir confiando, pedir con insistencia, pedir con esperanza, esto es lo propio de nosotros. Tenemos que creer en el poder de la oración. Tenemos múltiples caminos pedagógicos para la oración, pensemos por ejemplo: En la Santa Misa, centro y culmen de nuestra vida cristiana. La oración con la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, debe ser nuestro texto de cabecera, allí contemplamos al príncipe de la paz. Si vivimos realmente desde la Palabra y para la Palabra de Dios, construimos paz. Es la Palabra de Dios la mejor herramienta para construir el edificio de la paz. Pensemos simplemente en las bienaventuranzas (Mt 5), “bienaventurados los que trabajan por la paz”. El santo rosario, la historia de amor y devoción a la Santísima Virgen María, es una herramienta maravillosa que muchas personas y culturas han tenido en cuenta en la lucha por la paz. Se trata de un instrumento sumamente sencillo y eficaz. En el santo rosario contemplamos el misterio de la muerte y resurrección del Señor, “príncipe de la paz”. En el santo rosario contemplamos la misión de María, proclama las maravillas que Dios ha hecho en ella. Oremos, oremos con el santo rosario, veremos cuanto bien nos hace y cómo a través de ésta preciosa oración construimos paz y fraternidad.
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Sanación interior. Si algo se convierte en una exigencia fundamental en éste momento histórico es el trabajo mancomunado por la paz interior o sanación de corazón. En Colombia y específicamente en el Caquetá existe mucho dolor y mucho es mucho. La violencia que se ha sembrado en nuestra región ha hecho que incluso por generaciones se viva sumidos en el dolor. Hay dolor por la desaparición forzada de seres queridos, por desplazamientos forzados, por abusos generalizados de las fuerzas que se han diputado y se siguen disputando el territorio… Con mucho dolor nos encontramos al compartir con las gentes del Caquetá: padres asesinados, madres asesinadas, hijos asesinados y desaparecidos, abusos sexuales, violencia intrafamiliar, violencia entre amigos y vecinos…
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Discernimiento y diálogo.
Ninguno nació aprendido, nadie está hecho. El ser humano es un ser en continua evolución. “Es la vida la que lo forma a uno”. Nadie puede decir que posee un dominio absoluto del mundo, ni siquiera del mundo más próximo. ¡Cuantas veces, un simple mugre en el ojo, nos genera molestia y nos quita la paz!.
Discernimiento y diálogo quiere decir, que debemos estar continuamente abiertos a las circunstancias de cada momento histórico, de cada “instante vital” del mundo, de la iglesia, de las comunidades y sobre todo de cada persona. El mejor acompañamiento es el que se hace “cuerpo a cuerpo”. “Nadie es perfecto, pero quien quiere ser nadie”. Absolutamente todos estamos en construcción… Todos aprendemos de todos.
Discernimiento y diálogo para leer los signos de los tiempos, para saber cuál es el camino a seguir. Discernimiento y diálogo para descubrir el querer de Dios en el hoy de la existencia. Realmente, realmente, sólo se cuenta con el momento presente. Por eso, debemos vivir el presente con esperanza y optimismo. No podemos ser aves de mal agüero. No podemos ser profetas del pesimismo. Somos agentes evangelizadores y evangelizar es dar buenas noticias. No se nos olvide lo que decía el Papa Pablo VI: “La iglesia existe para evangelizar”. Tenemos que ser constructores de una nueva civilización, la civilización del amor, de la paz, de la cultura ciudadana, de la cultura de la vida.
Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo
Obispo de Florencia
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
Lun 2 Dic 2024
Una sociedad que odia a los niños
Jue 28 Nov 2024
Jue 28 Nov 2024
La Cruz, lugar del reinado de Cristo
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Celebramos en este domingo a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. El reinado de Jesús, no es de este mundo, sino que es la instauración del Reino de Dios en la humanidad entera, desde el madero de la Cruz. Jesús durante el desarrollo de su misión siempre esquivó los momentos en que lo iban a proclamar rey, pero cuando iba camino a la cruz, respondiendo a Pilatos, Él comienza a aceptar que es Rey, no a la manera humana, sino desde la lógica de Dios: “Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó: ¿eres Tú el rey de los judíos? Jesús le explicó: mi Reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidoreshubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi Reino no es de este mundo” (Jn 18, 33-36).En la respuesta de Jesús a Pilato queda claro que su reinado no es a la manera humana, ni como lo concibe el poder político del momento, ni como lo esperan muchos de los que lo siguen, sino que su misión es reinar desde el servicio, dando testimonio de la verdad; un reinado que lo vive desde la Cruz, lugar desde donde sirve a la humanidad, perdonando nuestros pecados y dándonos la salvación eterna: “Pilato insistió: Entonces, ¿eres rey?Jesús le respondió: Soy rey, como tú dices: Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37).Esta declaración de Jesús ante Pilatos, que Él es rey, precisamente cuando está a punto de morir en la cruz, deja el camino trazado para el discípulo misionero. Un cristiano es un seguidor del Señor, dando testimonio de Él desde el servicio y el lugar del servicio es el último. En una sociedad donde muchos quieren construirse un trono sobre las cenizas de los demás, Jesucristo Rey del Universo, nos enseña que su reinado es ocupar el lugar de la Cruz, para el servicio a los otros, levantando al que está caído en medio del camino a ejemplo del buen samaritano: “Jesús dirigiéndose a sus discípulos añadió: si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero que el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida?” (Mt 16, 24-26). El camino que el discípulo misionero debe seguir es el camino de la Cruz, renunciando libre y voluntariamente a su propia comodidad, para entregar la vida a Dios y a la Iglesia, para transmitir la fe a otros cumpliendo con el mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el Evangelio: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19-20).En la salida misionera para el anuncio del Reino de Dios, el discípulo misionero tiene la certeza de la compañía de Jesús todos los días hasta el final de los tiempos, pero también sabe con toda claridad, que corre la misma suerte del Señor si se decide a renunciar a sí mismo y cargar la Cruz, reinando con Jesús desde el último lugar. En este sentido, el documento de Aparecida nos dice: “El discípulo experimenta que la vinculación íntimacon Jesús en el grupo de los suyos es la participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas” (DA 131), naciendo de nuevo para poder tener parte de un lugar en el Reino de Dios.Todo el trabajo pastoral y la evangelización que realizamos a lo largo del año, tiene como objetivo hacer que Jesús reine en el corazón de muchas personas y esto será posible si enseñamos a los fieles a renunciar a sí mismos y cargar la cruz para nacer de nuevo desde la Cruz del Señor, transformados por la gracia, para ver el Reino de Dios, “el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3, 3), de tal manera que el proyecto pastoral tiene a Jesucristo Rey como centro, a quien “hay que conocer, amar e imitar, para vivir en Élla vida trinitaria y transformar con Él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste” (Novo Millennio Ineunte 29), que preparamos cada día de nuestra vida centrada en Jesucristo, que reina en nuestro corazón, hasta que podamos decir con entusiasmo“Tú eres el Cristo, venga tu Reino”.Como creyentes en Jesucristo Rey del Universo, tenemos la misión de ser reflejo del reinado de Cristo en el mundo, renunciando a nosotros mismos y cargando con la Cruz, para tener la vida eterna, cumpliendo el mandato misionero que será posible si nos abrimos a la gracia que nos trae Jesucristo Rey para hacernos hombres nuevos en Él, construyendo el Reino de Diosen este mundo, desde la caridad, para llegar un día a participar de la gloria de Dios en plenitud con Jesucristo Rey. Que la Santísima Virgen María, madre de la esperanza y el glorioso patriarca san José, custodio de nuestra vida, alcancen del Señor la gracia para servir desde la Cruz, lugar del reinado Cristo. En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Jue 14 Nov 2024
Una pastoral hecha con ardor
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Durante los dos últimos años, después de llevar a cabo un amplísimo proceso sinodal desarrollado en las parroquias, arciprestazgos y vicarías, buscando dar continuidad a los procesos de evangelización y de pastoral que se han venido realizando en nuestra Iglesia particular, entrego a la comunidad eclesial de la Arquidiócesis de Cali las líneas pastorales generales 2025 – 2027.El objetivo general definido es “propiciar en la Iglesia particular de Cali procesos evangelizadores en y desde el bautismo, de manera que lleven al encuentro personal con Cristo, a través de la misión permanente, sirviendo al desarrollo humano integral y solidario de todos y el cuidado de la casa común”.Como se pueden dar cuenta, no se habla de plan pastoral. El plan o diseño de la acción pastoral, se deja en manos de los párrocos y líderes de pastoral en cada una de las parroquias, instituciones de educación y de pastoral específica. Como arzobispo es mi deber ofrecer unas orientaciones o líneas de acción de carácter general que permitan aplicar las mismas a las distintas realidades.Por otra parte, hemos pensado que el espacio de tiempo no podía ser muy largo, pues si bien es cierto que se necesita vislumbrar o casi anticipar la Iglesia del futuro de forma prospectiva, los cambios son tan profundos y veloces que no permiten definir acciones de largo impacto, y casi ni siquiera las que tienen que ver con otros asuntos, tan necesarios para la pastoral, como los administrativos y financieros. Es por eso que definimos estas líneas para el tiempo inicial de tres años: 2025, 2026, 2027, dando inicio el primero de febrero de 2025, para terminar en enero de 2028.El estilo de la redacción es sencillo, para que sea un instrumento accesible a todos y pueda ser asumido por todos.Bajo la figura del corazón vivo, con circulación de sangre hacia adentro (sístole) y hacia fuera (diástole), hemos definido en cuatro los ejes que animarán la vida pastoral en nuestra arquidiócesis.La sístole está dada por los ejes del bautismo y el año litúrgico; y la diástole, por la familia, la vida y la esperanza.Con la toma de conciencia de la importancia del BAUTISMO, se pretende motivar a que los bautizados se sientan realmente discípulos y en comunidad adquieran una vida bautismal a partir del encuentro personal con Jesucristo. Ello será posible en la medida en que se adquiera el propósito de participar en una propuesta formativa integral disciplinar que responda a la necesidad de vivir el bautismo como proyecto de vida cristiana.Además, consideramos necesario desarrollar una presencia arquidiocesana de formación y acompañamiento del mundo virtual, generando procesos de encuentro personal con Jesús y ayuden a todos a conocer y seguir al gran Maestro que salva y libera.Con el AÑO LITÚRGICO estaremos llamando a los fieles a celebrar la fe que tenemos, pues nuestra fe no es ni puede ser solo conceptual, ni teórica, nuestra fe es celebrativa y testimonial. Valorar el domingo y los tiempos fuertes del año litúrgico ayudan sin lugar a dudas a tomar conciencia de que somos una Iglesia Evangelizada y Evangelizadora, que celebra y testimonia su fe más allá de los ritos, pues la fe debe hacerse vida.Con el eje de LA FAMILIA se está dando respuesta al gran desafío social y de fe que tenemos, que consiste en recuperar el tejido social de la familia, que nace del corazón de Dios, y así asumir los retos de ser testigos y defensores del gran don ofrecido por Dios, que es la vida, así como el cuidado de la casa común.Recuperar la sacramentalidad y el ministerio de la conyugalidad, acompañar a las familias para que sean iglesias domésticas y las familias en dificultad, es algo que urge. También, en ese mismo contexto no se pueden dejar a un lado las acciones orientadas a promover una comunidad parroquial y eclesial inclusiva y dinámica que inspire a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a descubrir y vivir su fe en Jesús de manera activa y comprometida, sin olvidar la cultura del cuidado, pues la Iglesia debe seguir siendo un lugar seguro para todos.Finalmente, LA ESPERANZA. Los tiempos que vivimos no son fáciles y esta virtud teologal se puede perder. Por tanto, se pretende ayudar a los fieles a leer y vivir los signos de los tiempos. El desafío grande que tenemos es acompañar a una sociedad que no tiene ojos para ver lo que Dios nos está diciendo a través de sus signos. Por eso la eficiente y eficaz acción social de la Iglesia, iluminados siempre por el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia, será un motor que ayude a los más pobres y necesitados, de todas las periferias existenciales, a no perder la esperanza. Ante una cultura de muerte que se quiere imponer, nuestras líneas pastorales le apuntan a fortalecer la cultura de la vida y de la paz.Pido a todos los miembros de nuestra familia arquidiocesana a apropiarse de estas líneas pastorales generales, con las cuales se pretende solo hacer posible que el Reino de Dios crezca abundante en cada uno de nosotros.Las ponemos bajo la protección amorosa de Nuestra Señora de Los Remedios, nuestra patrona.Mons. Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali
Vie 8 Nov 2024
Matrimonio y familia: don de Dios
Por Mons. Héctor Cubillos Peña - La vida de pareja, como la de familia, son un don de Dios a la humanidad, que Él ofrece como camino de luz, verdad y amor. La Iglesia está llamada a anunciar la buena noticia sobre el amor humano.1.“Hagamos al hombre nuestra imagen y semejanza” (Gn 1, 26)Con estas grandiosas palabras introduce el Génesis los relatos sobre la creación del hombre como culminación de la obra creadora divina. El “hagamos” está indicando esta determinación eterna de crear al género humano. Según la tradición la Iglesia puede ser considerado como una deliberación de Dios con sus ángeles, o también como la expresión de la consideración del Dios trinitario que determina crear al ser humano en una clara referencia al Hijo encarnado como imagen del hombre.El hombre es descrito como “imagen y semejanza”, lo cual pone de relieve una especial relación con Dios, diferente y superior a la relación con las demás creaturas. “Hagamos” pone de presente que el hombre ha sido creado por Dios, y que éste es su dueño y Señor; de Él procede, en Él existe y hacia Él se orienta en su existencia. De esta verdad no es posible alejarse ni negarla. La afirmación del Génesis de Dios al concluir su obra lo dice todo: “y vio Dios que todo era bueno” (Gn 1, 31)El ser el hombre imagen, ícono y semejanza de Dios, explícita esas realidades propias de lo humano: su ser personal e individual, su capacidad para escuchar y responder, su inteligencia, libertad y voluntad. El hombre y la mujer son semejantes a Dios, pero no iguales. El ser humano es por tanto la obra más perfecta y maravillosa de Dios; colocada por él como centro y señor de la creación; único ser capaz de acoger y corresponder al don de la vida y el amor que el Creador ha establecido conceder a su creatura. De esta condición se desprende su obligación, su valía y su condición sociable.2.“Hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27)Otra de las grandes afirmaciones de la Palabra de Dios es la de que los creó diferenciados hombre y mujer. Esta realidad también ha de verse bajo el principio de la imagen y semejanza; juntos reflejan a Dios. La belleza, las propiedades y características de cada uno de los sexos, son obra del Creador. Lo masculino y lo femenino se expresan y se comunican en todas las dimensiones del ser humano: lo físico, lo intelectual, lo afectivo y lo social. Allí se encuentra por tanto la perfección y belleza de lo humano. Ambos son complementarios y están destinados a la unión. Todo intento de querer modificar o destruir esta condición es un atentado contra el ser humano y contra su Creador. Ambos, pues, han de reflejar en su unión la obra divina, bella y completa de Dios. En el hombre y la mujer unidos se hace presente Dios, porque Él es amor. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6)3.“Y se unirá a su esposa y los dos serán una sola carne, de manera que ya no son dos, sino uno solo” (Gn 2,24; Mc 10,8)Hombre y mujer destinados a ser una sola carne. El término carne como también el de cuerpo designan la persona humana en su totalidad desde la perspectiva de su ser relacional y de presencia en la realidad y la historia. La vocación terrena de hombre y mujer, por tanto, es la de ser pareja y en el matrimonio; que es por tanto unidad y comunión. El amor tiende a la unidad sin que se pierda la diferencia; y, Dios es amor (1 Jn 4; 8). La vida matrimonial conlleva la mutua donación por amor hasta la muerte. El verdadero amor excluye toda forma de violencia, opresión, aniquilamiento o separación. En estos tiempos de sinodalidad, del “caminar juntos” se puede contemplar la vida de pareja y también de familia como ser – “caminar en el amor”. La unidad que una pareja está llamada a alcanzar siempre estará sostenida y alimentada por la gracia el Sacramento del matrimonio. La infidelidad y la separación, de otra parte, lamentablemente siempre estarán al acecho para destruir la relación matrimonial. 4.“Gran misterio es este y yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia” (Ef 5,32)Estas palabras paulinas tocan lo más profundo del diseño de Dios sobre el matrimonio. El término “misterio” designa el querer de Dios que se orienta al bien y la plenitud de la humanidad.La vida de pareja por tanto se puede contemplar a la luz de la súplica de Jesús a su Padre: “Que todos sean uno como tú Padre y yo somos uno” (Jn 17,21). Es el misterio del amor divino en el amor humano. La vida matrimonial y de familia también han de reflejar el amor entre el Padre y el Hijo; por eso es que en concreto la familia es llamada “iglesia doméstica”. Cristo es la cabeza y la Iglesia la familia, son su cuerpo. Cristo entrega su amor y la pareja responde con amor a Él y esto lo testimonia la familia en el amor de esposos y de padres e hijos.ConclusiónLa vida matrimonial como la familiar son un don maravilloso del amor de Dios. Urge en la actualidad anunciar y testimoniar la belleza del amor en pareja para traer a tantos que se encuentran desorientados o engañados por falsas propuestas. El camino del Sacramento del matrimonio es verdadero camino de amor, de felicidad y también de santidad.+HÉCTOR CUBILLOS PEÑAObispo de ZipaquiráMiembro Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia
Jue 7 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Por Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía- Cada gobierno “apellida” su plan de paces con armados ilegales y su propuesta de convivencia ciudadana. Este no es la excepción. Solo que aplicó apenas uno de los cuatro principios para el abordaje de la transformación, señalados sabiamente por el Papa Francisco en “La Alegría del Evangelio” (números 217 al 237): “El todo es superior a las partes”. Los otros tres son:1.”El tiempo es superior al espacio”.2.”La unidad prevalece sobre el conflicto”.3. “La realidad es más importante que la idea”.La idea de “totalidad” de los actores armados, si bien se asume a los “actores de la ilegalidad” contra todo derecho y de “la rebeldía contra todo el sistema”, no integra, directamente, como gran gestor estatal de paz frente al “enemigo interno”, desde el “monopolio de las armas”, la acción de la fuerza pública. Esta ha de ser llamada, no solo a disuadir, sino también a persuadir y a reintegrar, en la protección y defensa del bien común, a quienes se han alzado en armas.Este Gobierno ha dado un primer paso, importante al poner un jurista de talla internacional como ministro de defensa, e iniciar un “despegue de doctrina”, que convertía la fuerza estatal en un enemigo más de la paz y de los derechos humanos y civiles, afectados por la corruptela clasista y mafiosa.Creo que la permanencia y estabilidad en ese propósito se enfrenta con la tentación de agudizar la guerra que le hacen las ultraderechas, a coro con los grupos armados, “pescadores en río revuelto” a cada instante. “Volvimos a lo de antes”, “retrocedimos”: es su canto electorero para volver a los esquemas que llamaron de “seguridad democrática” o de “paz con legalidad”.Pero abrir ventanas de contacto y mesas de diálogo por todos lados, y lanzar propuestas tan audaces como la compra estatal de cosechas de coca y retoma de territorios “con oferta estatal integral”, o de financiar jóvenes pandilleros del conflicto urbano a cambio de que abandonen el asesinato y, por ende, las armas en las calles, son propuestas que requerirían:a) De un músculo muy fuerte de sociedad poblacional en cada territorio; b) De simultaneidad de ceses al fuego y simultaneidad de mesas; c) De concurrencias del Estado en sus instancias local, regional y nacional; d) De la inversión, financiamiento y acompañamiento duraderos por parte de la Nación y de la misma comunidad internacional.Estado, población, concurrencias territoriales y sectoriales, y una “hoja de ruta nacional, son un enorme desafío, que le daría el marco constitucional a la “Ley de paz total”, la 2272 de 2022, focalizando el propósito y confiándole las riendas a las poblaciones que se constituyan, a nivel municipal y de comunas urbanas y resguardos o entidades territoriales étnicas, como ACTOR CIVIL Y COMUNITARIO de la “Paz Total”.En suma, los constitucionalistas y el poder legislativo y judicial, junto al poder ejecutivo del Estado en cada instancia y a los poderes e instituciones sociales, requerirían sintonizarse en la pacificación nacional por vía de “democracia para la paz” , como está en la agenda que venía retomándose entre el ELN y el actual Gobierno.Entre otras, porque entrar de lleno en este segundo punto, seguido después del más motivacional ya firmado, el de “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, podría y debería ser el nuevo arranque de esa envolatada mesa de diálogos.Interesar a la ciudadanía en este propósito resulta apremiante. Casos reiterados como crímenes y asesinatos de niñas y niños, ahora focalizados en el secuestro, abuso y despedazamiento de Sofía Delgado, deberían prevenirse con toda la “voluntad colectiva herida”, el caso de Candelaria y Villa Gorgona en el Valle del Cauca; quizás, con una revalidación ética o moral de la cédula de todo ciudadano, a modo de plebiscito o cabildo y /o audiencias públicas, como mecanismo de sensibilización y prevención de crímenes como este.A grandes males, más grandes remedios, más allá de griterías, quemas, linchamientos, cárcel y castigo, o tontos clamores de “pena de muerte” y cosas similares.Una población empoderada de su convivencia pacífica, de su desarrollo integral y de su solidaridad social, se vuelve actor y protagonista de la construcción de paz, ahora y más allá de uno u otro gobierno.+Mons. Darío de Jesús Monsalve MejíaArzobispo Emérito de Cali