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evangelio

Jue 20 Mayo 2021

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»

DOMINGO DE PENTECOSTÉS (Misa del día) Mayo 23 de 2021 Primera Lectura: Hch 2,1-11 Salmo: 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Ga 5,16-25 Evangelio: Jn 20,19-23 o Jn 15, 26-27; 16,12-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios nos anuncia: • El Padre de amor cumple la promesa de su Hijo Jesucristo y envía el Espíritu Santo que llena la vida de los discípulos para impulsar la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado. • El soplo de Cristo resucitado infunde el Espíritu de vida en los apóstoles para ser enviados: ellos se encargarán de llevar el perdón de los pecados. • El Espíritu Santo llena el universo como fruto de la Pascua. Hoy nosotros, en la celebración litúrgica, invocamos al Espíritu para que nos anime en el momento presente, sobre todo para que construyamos la unidad de la familia humana. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de los Hechos de los Apóstoles es considerado el “Evangelio del Espíritu Santo”. Esta obra de Lucas nos retrata una Iglesia que todo lo hace por la acción del Espíritu y esto gracias al acontecimiento de Pentecostés. Lucas intenta describir la venida transformadora del Espíritu a partir de signos teofánicos del Antiguo Testamento: el ruido, el viento, las lenguas de fuego. Lo que pretende Lucas es transmitirnos el alcance y las consecuencias de Pentecostés y para eso ha construido un relato que conserva su frescura y actualidad, dos mil años después de haber sido escrito. No sólo narra un hecho del pasado, sino que sirve de modelo para interpretar lo que hace el Espíritu en el “hoy” de la Iglesia. Todo ocurre en aquella casa donde se encontraba la comunidad que se había congregado después de la Ascensión. Adquiere protagonismo el viento huracanado: la lengua griega usa el mismo término para designar viento y Espíritu (Pneuma-Ruah). Del signo de las lenguas de fuego, se desprende el hecho de hablar en diferentes lenguas. Lucas nos presenta una composición muy gráfica para comunicarnos cómo el Espíritu de Dios tomó posesión de aquellos hombres y mujeres. Así, los lectores de todos los tiempos pueden tener clara la imagen de este gran acontecimiento. Hemos sido bautizados todos en un mismo Espíritu. Esta realidad nos la presenta la segunda lectura para que los cristianos recordemos en dónde hemos recibido al Espíritu y para que estemos convencidos de que somos verdaderos portadores del Espíritu Santo. Gracias a Pentecostés, el Paráclito es derramado en los hombres y mujeres de todos los tiempos a través a las mediaciones sacramentales del bautismo y la confirmación. En el Evangelio, Juan nos relata la primera aparición del Resucitado a los Doce, reunidos con las puertas cerradas. El soplo de Cristo, vencedor de la muerte, evoca el soplo creador del Génesis, lo que significa que el Espíritu de Dios realiza la nueva creación, que es consecuencia del Misterio Pascual de Cristo. Para realizar esta obra, los apóstoles son enviados por Cristo, capacitados por el Espíritu. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como la Virgen María y los apóstoles en Pentecostés, así nosotros por el bautismo y la confirmación hemos sido llenos del Espíritu. Así como Cristo fue movido por el Espíritu Santo en todo su ministerio y vivificado por el Espíritu en su resurrección, nosotros debemos ejercer nuestra vida cristiana dejándonos guiar y resucitar por el Espíritu Santo. Si nos fijamos en la secuencia de la solemnidad de hoy, podemos descubrir lo que puede hacer el Espíritu Santo, llegando hasta el fondo del alma para ser nuestro descanso, nuestro gozo, nuestra luz. Debemos asombrarnos cuando esta oración le dice al Espíritu Santo: “Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro”. Para llenar los vacíos del ser humano de hoy es enviado el Espíritu. Él es el amor del Padre y del Hijo y, cuando llega a nuestra vida, nos infunde el verdadero amor que nos hace sentir plenos y dichosos. Hoy acontece la efusión del Espíritu Santo para la Iglesia. Lo que aconteció en Pentecostés se actualiza concretamente en cada Eucaristía, pues el Espíritu vivificador no sólo desciende sobre las especies eucarísticas, sino también sobre la asamblea que celebra: “para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu”. En Pentecostés nació la Iglesia, pero en cada Eucaristía la Iglesia se renueva y renace para ser signo de unidad. De aquí surge el reto para cada bautizado: con el don del Espíritu, el bautizado está llamado a contribuir en la edificación de la Iglesia. No podemos rendirnos en la construcción de la unidad de la Iglesia. Contamos con la fuerza del Espíritu Santo para que los hijos de Dios vivamos la fraternidad y para que todos los seres humanos lleguemos a ser una verdadera familia de hermanos. Claro está que la unidad se comienza a vivir en cada familia, en cada parroquia, en pequeñas comunidades parroquiales para que de ahí se comience a vivir en los diferentes grupos y ambientes de la sociedad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La secuencia de Pentecostés es una oración que viene de la Tradición viva de la Iglesia. Es un texto elaborado para ser orado y para ser contemplado. Primero que todo, oremos con él, pronunciando el mismo grito de la Iglesia que clama en este día: “Ven, Espíritu Divino”. Luego, procuremos contemplar los símbolos y las acciones que encontramos en este himno: luz, huésped, descanso, brisa, etc.; reconforta, riega, sana, etc. De esta manera podremos contemplar las maravillas que obra el Espíritu Santo en la vida humana, en la sociedad, en el universo entero. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Cristo resucitado, glorificado por el Padre, derrama sobre la Iglesia el Espíritu Santo. Hemos llegado al culmen de la Pascua y nuestra alegría es desbordante ya que el Espíritu vivificador renueva el Universo y transforma nuestros corazones. Oremos por toda la Iglesia, por nuestra diócesis, nuestra parroquia y nuestra familia para que el acontecimiento de Pentecostés anime nuestra vida eclesial. Participemos alegres en esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Prestemos toda nuestra atención a la liturgia de la Palabra para poder evocar lo que sucedió en Pentecostés y así contemplar que hoy se actualiza la efusión del Espíritu Santo, Señor y dador de vida, en la Iglesia. Escuchemos atentos la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hoy el Espíritu Santo ha sido derramado en nuestros corazones para recibir vida en abundancia. Por medio de Cristo resucitado, presentamos nuestras oraciones al Padre para pedirle que renueve en nosotros la experiencia de Pentecostés. Por eso decimos: R. Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra 1. Te pedimos, Padre, que el Espíritu Santo siga renovando la vida de la Iglesia para llevar a cabo su misión evangelizadora con el gozo y el entusiasmo de la fe, para que, el Espíritu nos guíe hacia la unidad que Cristo quiere para el mundo entero. Oremos. 2. Te pedimos, Padre, por los gobernantes de las naciones, para que infundas en ellos la sabiduría del Espíritu para orientar a sus pueblos hacia el progreso, la fraternidad, la justicia y la paz. Oremos. 3. Te pedimos, Padre, que el Espíritu Santo resplandezca con su luz en la vida de todos los que sufren por causa de la pobreza, la violencia, la enfermedad, la soledad, para que infundas en ellos consuelo para sus tristezas y fuerza para levantarse. Oremos. 4. Te pedimos, Padre, por nosotros, que estamos recibiendo hoy la efusión del Espíritu Santo, para que llenando de amor nuestros corazones, limpies nuestras culpas y así comencemos a caminar en la vida nueva de Cristo resucitado. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre de la vida, que nos alegras con la efusión del Espíritu Santo. escucha la voz de la Iglesia que te invoca y presenta las necesidades de la humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Mié 19 Mayo 2021

Diócesis de Ocaña adelantará jornada de actualización litúrgica

Como parte del proceso formativo que adelanta la Diócesis de Ocaña en las diferentes áreas pastorales, y en esta ocasión, animados por el Vaticano II que plantea que: “La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda fuerza”, los días 20 y 21 de mayo, esta Iglesia particular desarrollará la Jornada Diocesana de Actualización Litúrgica. Será un momento oportuno para reflexionar desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, sobre el encuentro con Jesucristo en la liturgia, que cada vez está más presente en los distintos aspectos de la vida cristiana. Los temas a abordar durante estos dos días son: "Desde el Pentecostés judío y la entrega de la ley antigua, al Pentecostés Cristiano y la entrega de la nueva ley en el amor oblativo de Cristo resucitado"; y "María y el primer Pentecostés Cristiano". La Jornada está dirigida para sacerdotes, religiosos, religiosas, y laicos. Para participar ingrese al siguiente link [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Vie 14 Mayo 2021

La voz del Pastor | 16 de mayo de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 16,15-20

Vie 7 Mayo 2021

La voz del Pastor | 9 de mayo de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 15,9-17

Vie 30 Abr 2021

«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante»

QUINTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 2 de 2021 Primera Lectura: Hch 9,26-31 Salmo: 22(21),26b-27. 28+30.31-32 (R. 26a) Segunda Lectura: 1Jn 3,18-24 Evangelio: Jn 15,1-8 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El quinto domingo de Pascua se enmarca en la experiencia de la comunidad creyente en torno a la visión del Resucitado y sus consecuencias en la vida concreta de la comunidad. Las lecturas de este domingo nos llenan de esperanza porque se descubre que aunque la incertidumbre de las dificultades puede generar dudas y temores (primera lectura de Hechos 9, 26-31) la asamblea de creyentes es el ambiente vital para la experimentar la alabanza y la presencia del Señor (salmo 22), sabiendo que la comunidad se constituye no en torno al mutuo elogio sino a la dimensión del amor y a la experiencia de creer como adhesión permanente a la persona de Jesús (segunda lectura de 1 Juan 3), lo que lleva a establecer que finalmente no se puede concebir la comunidad de fe sin una creciente y permanente comunión con el Señor, al estilo del sarmiento en la vid (Evangelio de Juan 15). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Lo que dice la Palabra en este domingo se puede enumerar en unos puntos muy concretos: Primera lectura (Hch 9,26-31): Saulo de Tarso es presentado en el texto de los Hechos como un testigo del Señor Resucitado que debe proclamar su testimonio en medio de la comunidad cristiana, de la mano de Bernabé el garante del viaje y hermano mayor en la fe. El v.31 se presenta como una especie de resumen de que acontece en la comunidad pascualizada: vive en la paz en la medida en que se construye y progresa en el temor del Señor. Salmo 22 (21): El trozo que se proclama en este domingo habla de la tumba, de alabanza y del gozo de un anuncio esperanzador, que termina elevando un canto al Señor, que es vida y victoria. Pero termina el trozo de este salmo invitando a la misión, al anuncio de lo que ha hecho el Señor y las maravillas de su poder. Segunda lectura (1Jn 3,18-24): Las cartas de Juan son una maravillosa oportunidad para que la comunidad cristiana se mire en el espejo de su historia y descubra que la fe en el Señor resucitado exige un modo de ser, un modo de vivir que parte de la experiencia del amor fraterno real y sincero (v.18) y que establece una nueva relación de los creyentes con Dios y a través de la experiencia joánica de creer, como adhesión permanente a la persona de Jesús, se pueda generar la comunión. Evangelio (Jn 15,1-8): La alegoría de la vid (que se ubica en el discurso de despedida de Jesús), tiene como tema fundamental el comportamiento (frutos) de la comunidad cristiana, pero el fundamento de todo se da en una instrucción sobre la UNIDAD, es decir, la comunión con Jesús. La vida cristiana no se trata de momentos de efusividad y de compromiso, se trata de PERMANECER en Jesús, es decir, de construir la vida según los criterios y mandatos de Jesús, pero en el ambiente de la comunidad. Lo que hace la comunidad no es el deseo de estar juntos, sino el permanecer unidos a Jesús, allí se haya el verdadero fundamento y por eso no hay que buscar sino aquello que nos une y aferrarnos a él. Ser Iglesia es ser comunidad y ser comunidad es permanecer unidos a Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Pascua es la experiencia transformadora de la vida, es la oportunidad para descubrir la comunidad y en ella entrar en contacto con el Señor. Este quinto domingo de pascua nos habla a los cristianos de Colombia sobre un camino de fe que debe recorrer por la senda del amor y la unidad como frutos de la fe, generando así la vivencia del testimonio fiel en medio de una sociedad que grita su vacío por la falta de unidad y pregona el individualismo como medio de felicidad y realización. En una patria herida por las décadas de violencia, fracturada por las polarizaciones ideológicas y necesitada de procesos serios de sanación frente a su historia, la reciente pandemia nos ha llevado a pensar que el aislamiento nos separa y nos hace incapaces de gustar la presencia del otro, la vida del hermano y del que es diverso. Por eso la Palabra de este domingo es una gran oportunidad para que los cristianos dejemos que ella nos interrogue y nos juzgue, nos haga replantear horizontes nuevos y genere un clima de reconstrucción social y de reconfiguración, para buscar motivos de encuentro y de diálogo y propiciar los frutos que necesita nuestro país: unidos por un mundo nuevo, por una sociedad reconciliada en el amor e impregnada de la fe en el Señor resucitado. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para orar es necesario abrir el corazón y una buena oración en este domingo sería aquella que nos plantea el youcat de oraciones en el tema de la unidad: En el silencio del día que amanece. Inspirada en un texto de la beata María de Jesús crucificado (Mariam d‘Abbellin). Señor Jesús, en el silencio de este día que amanece, vengo a ti, con humildad y confianza. Quiero que me des tu paz, tu sabiduría, tu fuerza para contemplar, con los ojos llenos de amor, la grandeza del universo. Hazme comprender que la gloria de la Iglesia brota de tu cruz, como una fuente viva. Permite que reciba a mi prójimo como a aquel que tú quieres amar por medio de mí. Disponme a servirle con generosidad, y a ayudarle a hacer fructificar todos los dones que tú has puesto en él. Que mis palabras irradien la dulzura, y que mis gestos promuevan la paz. Que en mi espíritu sólo habiten pensamientos generosos. Que mis oídos se cierren a toda calumnia y que mi lengua sólo esté al servicio de la bondad. Pero, ante todo, Señor, permíteme estar siempre alegre y caritativo, para que todos los que están en mi camino adivinen tu presencia y tu amor en mí. Revísteme del resplandor de tu bondad y de tu belleza para que dé testimonio de ti a lo largo de este día. Amén. Para contemplar podemos resumir el mensaje de este domingo en un texto que brota del Evangelio: “El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante”. Si se repite este texto se logra interiorizar que la unidad se busca para que haya frutos. Unido a este elemento es importante establecer compromisos de vida: trabajar por la unidad concreta entre los miembros de la misma comunidad (familia, parroquia, diócesis, etc.) II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Convocados en este día del Señor para permanecer unidos a Él, experimentamos la alegría de saber que el Resucitado no sólo se nos muestra en el camino, sino que continúa alimentándonos en la mesa de la Eucaristía y nos fortalece con su Palabra. Porque queremos responder a la vocación cristiana, debemos creer y amar, y ello sólo será posible si la Pascua rebosa nuestra alegría. Participemos activamente en esta celebración de la fe. Monición a la Liturgia de la Palabra Abramos el oído y despertemos todos los sentidos para reconocer el paso del Señor Resucitado por nuestra vida. La Palabra no es sólo una instrucción, es nuestra brújula en el camino para saber vivir según el querer de Dios y en la experiencia de la comunidad donde somos engendrados. Escuchemos atentos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Atendiendo a la Palabra del Señor que nos recuerda que “Sin mí no pueden hacer nada”, unámonos en oración y con fe de verdadera comunidad expresemos nuestras intenciones. Digamos: R. Mantennos unidos en tu amor 1. Por el Papa Francisco, nuestro obispo N., nuestro párroco N. y todos los ministros de la Iglesia, para que siempre trabajen por el amor y la unidad en la Iglesia. Oremos al Señor. 2. Por los gobernantes de nuestra nación, para que en un proceso de reconstrucción social y sanitaria no olviden que el Señor es el punto de encuentro y en Él se halla nuestra esperanza. Oremos al Señor. 3. Para que, como los testigos de la misión, podamos anunciar que hemos visto al Señor en el camino de nuestra historia: en el pobre, en el enfermo, en el discriminado y despreciado. Oremos al Señor. 4. Por esta asamblea eucarística, para que permanezca unida a su Señor y experimente los compromisos de la Pascua, construyendo comunidades en el amor y la unidad. Oremos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Atiende, Padre Santo, la oración de tu Iglesia que, como una vid, unida a su Señor te presenta su oración. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 23 Abr 2021

La voz del Pastor | 25 de abril de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Juan 10,11-18

Vie 16 Abr 2021

La voz del Pastor | 18 de abril de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24,35-48

Vie 16 Abr 2021

"Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día"

TERCER DOMINGO DE PASCUA Abril 18 de 2021 Primera Lectura: Hch 3,13-15.17-19 Salmo: 4,2.4.7.9(R. cf. 7b) Segunda Lectura: 1Jn 2,1-5a Evangelio: Lc 24,35-48 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de este domingo nos, presenta, entre otros, tres temas para orientar nuestra reflexión: • Identificación del Dios de Israel, como el Dios de nuestros padres, quien es el mismo Dios de Jesús, a quien resucito: “El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres” (Hch 3,13). • El testimonio de quienes fueron testigos de la pasión, muerte y resurrección del Santo y del Justo, el autor de la vida, quien murió por nuestros pecados y los del mundo entero; a quien Dios resucitó de entre los muertos y quien es el Mesías, que está presente en nuestro caminar y nos invita a creer y a trabajar con amor y esperanza en la construcción de caminos de conversión y perdón, de esperanza y encuentro, de convivencia humana y caridad. • San Lucas identifica al discípulo misionero quien reconoce a Jesús y tiene un estilo de vida: de paz y alegría, de conversión y perdón, de encuentro y testimonio; cree que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios venido en cuerpo humano; obedece la Palabra de Dios; y vive la paz y ama, perdona y sirve a los hermanos. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En los Hechos, escuchamos que Pedro inicia su mensaje identificando al Dios de Israel, como el Dios de nuestros padres, quien es el mismo Dios de Jesús, a quien resucito: “El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres” (griego: patearon). E identifica a Dios con estos patriarcas para recordarnos que Abraham, Isaac, y Jacob son los progenitores, “padres”, la fuente originaria, la semilla fundante, del pueblo de Israel. Su siervo Jesús, Cristo, a quien el Dios de Israel “ha glorificado, como lo había prometido a su Hijo amado, Jesús”. Gloria que se refiere al señorío y la majestad de Dios. Gloria de Dios, revelada a la humanidad, principalmente de tres formas: En el tabernáculo y en el templo, a través de la presencia Divina; en obras mesiánicas de Salvación; y en el juicio. Gloria que Dios comparte con Jesús. Gloria de Dios y gloria de Cristo quien revela su presencia en nosotros y en la comunidad, en su obra salvadora y en el juicio. Pedro le habla al pueblo de Jesús de forma categórica: “Dios… ha glorificado a su siervo Jesús, al que ustedes entregaron y de quien renegaron ante Pilato, cuando había decidido soltarlo”, para mostrar que Jesús ha sido traicionado, entregado en manos de pecadores y matado como un criminal. Así deja claro ante la multitud que ellos fueron los responsables de la muerte de Jesús, el Mesías, al exigir que Pilato soltara a un asesino, Barrabás, y condenara a Jesús. Pero Pedro abre la puerta del perdón y advierte “más ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo hicieron, igual que sus autoridades”, con lo que pasa del juicio a la gracia. Por lo que se concluye: Juicio sin gracia destruye, y, a la vez, gracia sin juicio es ‘gracia barata’, “el enemigo asesino de nuestra iglesia” (Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship). Necesitamos el perdón de Dios y nuestro arrepentimiento. El Salmo 4, es una oración de la tarde, con invocación al “Dios de mi justicia” por quien “en paz me acuesto”, con la insistencia en que "Dios es el único necesario". La "confianza" en Dios está en abandonarse en el sueño, en el silencio de esta muerte aparente con la seguridad que vamos a despertar. San Juan, en su primera carta, nos presenta a Jesucristo, sacrificado por nuestros pecados, quien había advertido su muerte para “que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos…”, había invitado a guardar sus mandamientos, a ser fieles, como signo de que lo conocemos, y a amar y alabar a Dios con sentimientos de gratitud. San Lucas identifica al discípulo misionero, quien reconoce a Jesús y tiene un estilo de vida: de paz y alegría, de conversión y perdón, de encuentro y testimonio; diferente al mundo, que sigue el sistema anti-Dios, por lo que rechaza permanecer en Él y vivir como Él, como señales del auténtico cristiano, que cree que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios venido en cuerpo humano; obedece la Palabra de Dios; y que vive la paz y ama, perdona y sirve a los hermanos. Hasta a los mismos discípulos se les dificulta aceptar los acontecimientos de la pasión y muerte, creen que todo había terminado con la muerte del Señor; pero se encuentran con la sorpresa de Dios, al resucitar a Jesús, quien se les manifiesta en el camino de Emaús, en el cenáculo y otros lugares donde irrumpe para quitar el miedo y la pesadumbre e impulsarlos a ser testigos y anunciadores de la nueva verdad: ¡el Señor resucitó! Él quiere reconfortar a los suyos en la fe y que se tome conciencia de su presencia, de su compañía, por eso los invita a que lo toquen, a que le palpen sus heridas y le den comida. Come con ellos y les recuerda los momentos vividos para que se cumpliesen las Escrituras. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El Señor Jesús ayuda a los discípulos a superar el miedo y terror, el espanto y la incredulidad. Les muestra las manos y los pies, diciendo: “¡Soy yo!”, y manda palpar el cuerpo, diciendo: “Porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.” Muestra sus manos y sus pies, porque en ellos están las marcas de los clavos. Cristo resucitado es Jesús de Nazaret, el mismo que fue muerto en la Cruz, y no un Cristo fantasma como imaginaban los discípulos viéndolo. Les pide palpar su cuerpo, porque la resurrección es resurrección de la persona toda, cuerpo y alma. Nada que ver con los griegos y la teoría de inmortalidad del alma o con la reencarnación. Dios, de forma maravillosa, cumplió en Jesús, su designio. Jesús, el enviado, desarrolló la mayor parte de su vida pública en la tierra, con sus discípulos, y les había anunciado todo lo relacionado con Él en las Escrituras, por eso ahora al hablarles les abrió el entendimiento y comprendieron lo sucedido. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El Señor Jesús está presente entre nosotros, pero hoy encontramos opiniones diversas y contradictorias acerca del testimonio que damos los cristianos. Están los que dicen que estamos lejos de ser testigos, que nuestro comportamiento en lugar de ser buena noticia, por ser portadores de la Palabra de Dios, es muy dudoso, temeroso y tímido. Otros opinan que necesitamos experimentar su presencia resucitada para convertirnos y renovarnos, porque nos falta fe. Y están los que afirman que en la medida que reconocemos que su amor actúa en nuestras vidas y nos dejamos llenar de su Espíritu, podemos caminar día a día siendo testimonios vivos para otros hermanos. Este reconocer en nuestro camino al Resucitado, experimentarlo en nuestra vida, nos da el poder ser testigos, ser lámparas y senderos para anunciarlo, como el Mesías. Se trata, por tanto, de invitar a reconocerlo y confiar en su misericordia de Hijo de Dios; dejar las dudas y terror y, por el contrario, verlo y escucharlo en quienes esperan compasión; comprender las Escrituras y tener actitudes de misericordia en la oración y la acción, en la palabra y la vida y en la acogida y el trato; convertirnos y a agradecer el regalo de la salvación con una vida fraterna y solidaria, de perdón y paz; ser apóstoles de misericordia y hacer de los mandamientos vida que nos lleve a amar y servir a los otros y nos prepare para el encuentro definitivo con el Señor, y a vivir de fe y amor para tener fortaleza en la lucha y consuelo en las dificultades. Como la incredulidad y la duda se anidan en nuestro corazón, nos debilitan espiritualmente y nos confunden en las certezas de la fe, necesitamos colocar nuestra vida ante la presencia de Dios y su Hijo Resucitado, que es quien nos ayuda a superar todas las sombras, los vacíos y las fragilidades humanas, nos renueva con su poder y nos impulsa a ser testigos del amor revelado y a asumir nuestra misión como discípulos misioneros suyos. Uno de los modos de encuentro con Jesucristo, y que la celebración Eucarística debe fortalecer en nosotros, son los pobres. El Papa Francisco, en su visita a Colombia y concretamente en su intervención en el ángelus, en Cartagena, nos anima a descubrir cómo el Señor nos enseña y nos habla a través del ejemplo de los sencillos y de los que menos cuentan: “Son los pobres, los humildes, los que contemplan la presencia de Dios, a quienes se revela el misterio del amor de Dios con mayor nitidez”. (Ángelus y visita a la casa santuario de san Pedro Claver, Cartagena, 10 de septiembre 2017). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, nos disponemos a celebrar la Eucaristía en la que el Señor Jesús, que ha resucitado, se hace presente entre nosotros y nos invita a escuchar su Palabra, a compartir el pan y el vino, símbolos de unidad, para disfrutar de su paz y ser testigos de su resurrección, que nos motiva a vivir la vida nueva en Él y con Él. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de este domingo nos presenta el testimonio de quienes fueron testigos de la pasión, muerte y resurrección del Santo y del Justo, el autor de la vida, quien murió por nuestros pecados y los del mundo entero; a quien Dios resucitó de entre los muertos y quien es el Mesías, que está presente en nuestro caminar y nos invita a trabajar con amor y esperanza en la construcción de caminos de conversión y perdón, de esperanza y encuentro. Escuchemos con fe Oración Universal o de los Fieles Presidente: confiados en la presencia del Señor Resucitado y en su amor generoso, oremos a nuestro Padre, diciendo: R. Padre, hazme testigo fiel de fe y amor 1. Dios Padre, que, por medio de tu Hijo Jesucristo, nos llamaste a ser una sola familia, superando toda duda y división, bendice al Santo Padre Francisco y con él a toda la Iglesia, para que unidos sirvamos a los que nos envías. Oremos. 2. Bendice, Padre, a las autoridades, para que sepan solucionar los conflictos, no con la fuerza de las armas, sino con el diálogo constructivo: Oremos 3. Acompaña con tu misericordia, Padre, a los desplazados, los migrantes, los perseguidos a causa de la justicia, para que todos logren el respeto de sus vidas y sus derechos. Oremos 4. Padre, bendice las familias, presencia de tu amor y signo de la unidad en Iglesia, para que tengan espacios de oración común y, unidas en la fe y la caridad, hagan de sus hogares ambientes de acogida fraterna. Oremos. 5. Señor, bendícenos a nosotros, aquí presentes, que hemos escuchado: “Mujer, qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”, para que seamos solidarios con los excluidos y los discriminados. Oremos En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales Oración conclusiva Señor, tu nos dijiste “pedid y se os dará”, Escucha, pues, las súplicas de tu pueblo y fortalécelo con tus bendiciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.