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evangelio

Vie 6 Ago 2021

La voz del Pastor | 08 de agosto de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Juan 6,41-51

Mié 4 Ago 2021

«Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo»

DECIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 8 de 2021 Primera lectura:1R 19,4-8 Salmo: Sal 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9 (R. cf. 9a) Segunda lectura: Ef 4,30–5,2 Evangelio: Jn 6,41-51 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Las lecturas de hoy tienen muchos paralelos con las lecturas del Domingo pasado: • No son los israelitas los que se lamentan porque no tienen que comer en el desierto, sino el profeta que se siente derrotado en una batalla que ha durado años contra un culto idolátrico impulsado por la reina Jezabel. • Y así como Dios da al pueblo el maná para peregrinar cuarenta años hacia la Tierra prometida, Dios da al profeta el alimento y la fuerza para peregrinar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb, el monte de la Alianza. • En la segunda lectura, san Pablo sigue animando a los efesios a llevar una vida según el Espíritu Santo, como imitadores de Dios y testigos de su amor. • Y en el Evangelio Jesús continúa presentándose como el Pan vivo bajado del cielo para dar vida eterna a todos los que crean en él. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto del primer libro de los Reyes requiere conocer un poco el contexto del reinado de Ajab en Israel (874-853 a.C.), lleno de prosperidad, obras monumentales, comercio y pacto con los pueblos vecinos. Pero Ajab se casó con Jezabel, la hija del rey de Tiro, que quiso imponer en Israel el culto a Baal y a Astarté, ídolos paganos, alejándolos de la fe en el Dios que los había traído de Egipto a la Tierra prometida. A la persecución religiosa se sumaron la corrupción moral (y los sacrificios humanos, cf. 1Re 16) y las injusticias sociales (como el asesinato de Nabot, cf. 1 Re 21). Jezabel quiso imponer sus creencias valiéndose de numerosos “profetas” de Baal a los que se opuso el profeta Elías, quien debió enfrentar largos y numerosos conflictos y persecuciones. Pero al final, Elías se siente abandonado y derrotado, desanimado y sin fuerzas para seguir defendiendo la fe verdadera. Primero se esconde y luego quiere huir hacia el sur, hacia el Horeb, hacia el monte santo en donde cuatrocientos años antes Moisés vio al Señor e Israel hizo una Alianza con Dios. Para ello comienza a atravesar el desierto del Sinaí pero las fuerzas lo abandonan y es ahí donde se inserta el texto de la primera lectura en la que Elías se desea la muerte. Pero un ángel del Señor lo alimenta y le da fuerzas para enfrentar las penalidades de su peregrinación, y camina cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al Horeb. En la segunda lectura, prolongación de la del pasado Domingo, san Pablo continúa exhortando a los efesios y a nosotros, para que vivamos una vida coherente con el Espíritu Santo con el cual fuimos sellados el día de nuestro bautismo. No se trata solamente de que “nos portemos bien”, o que “seamos buena gente”, o realicemos actos de filantropía, sino de que seamos “imitadores de Dios”. Nuestra vida moral, por tanto, debe evitar los vicios y practicar las virtudes a ejemplo de Cristo, quien se ofreció en sacrificio. sacrificio (sacrum fare) es decir “consagró su vida”, al igual que nosotros debemos santificar nuestra vida, hacer presente el amor de Dios en todo lo que hacemos y decimos. Por eso el apóstol comienza por elencar seis vicios que se deben evitar en nuestras relaciones con los demás, porque en los distintos contextos en los que nos movemos, en la comunidad familiar, educativa o laboral, las dificultades y tensiones se multiplican y podemos acostumbrarnos a actuar como no debiéramos. La amargura hace ácido nuestro vocabulario y nos volvemos ofensivos. La ira nos hace perder el control frente a lo que hacemos y decimos. La cólera nos llena de furia, nos hace sordos frente a lo que nos dicen y nos hace enzarzarnos en discusiones inútiles. Los gritos tratan de acallar las palabras de la otra persona y nos tornan violentos. La maledicencia nos lleva a caer en el placer morboso del chisme, de divulgar el mal, los errores y las debilidades ajenas. Y la maldad nos daña el corazón multiplicando y atrayendo otros comportamientos que dañan a la comunidad. Pablo concluye mostrando la actitud positiva que debe caracterizar el comportamiento del cristiano, amable, compasivo y con capacidad de perdón. Como lo hace Dios con nosotros y como lo sigue haciendo Cristo a través de nosotros. El evangelio nos presenta a los judíos que reaccionan contra la pretensión de Jesús que escuchábamos el Domingo pasado: “Yo soy el pan de vida”. Por eso la lectura dice que los judíos “murmuran”, pero el verbo griego expresa mucho más que hacer comentarios en voz baja y describe a los que rechazan y consideran inaceptable que Jesús pretenda ser Dios mismo, el Señor de la Vida, que da Vida eterna porque es el Pan bajado del Cielo. A los judíos les cuesta aceptar su divinidad porque lo conocen como “el hijo del carpintero” y conocen a su familia. Por ello Jesús insiste en que descubrir, aceptar y recibir “el pan de Vida” no es una conquista del hombre sino un don de Dios. De ese Dios que enseña por medio del Espíritu. Y que el creyente que recibe este don, necesita “comer su carne”, es decir, aceptar que en esa realidad humana del “hijo del carpintero”, se manifiesta Dios en todo su poder, capaz incluso de resucitar a los creyentes. Jesús es el pan vivo, bajado del cielo, para dar vida al mundo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La realidad de Elías es la misma nuestra, cuando los conflictos, los chismes, los problemas, la envidia y la mezquindad nos abaten y nos destruyen. A veces hasta perdemos la esperanza y nos desilusionamos de los otros, de nosotros mismos, y hasta de Dios. Por eso es importante que en medio de las dificultades seamos capaces de descubrir esos ángeles que Dios nos envía para despertarnos, para ayudarnos, para animarnos a recomenzar. Es llamativo que Dios no le evita a Elías las fatigas del viaje por el desierto, no le ahorra penas ni lo transporta milagrosamente hasta la meta. No. Le ofrece la fuerza por medio del alimento para que haga lo que tiene que hacer. Los problemas y las dificultades son para afrontarlos, no para ignorarlos. Tomemos conciencia de las circunstancias que en este momento nos causan amargura o desesperación, percibamos lo que Dios nos está pidiendo, descubramos los ángeles que nos envía y retomemos las fuerzas necesarias para llegar a nuestras metas. Y de la misma manera, esforcémonos por ser ángeles para los que a nuestro alrededor se sienten desanimados y desesperanzados. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, dice el Señor. Y este proverbio se puede aplicar a lo que dice san Pablo. Vemos las fallas en los demás pero no nos damos cuenta de nuestras propias deficiencias. Por eso, tomar conciencia de nuestros errores es el primer paso para cambiar, y las palabras del apóstol nos dan la oportunidad para examinar nuestras reacciones, nuestro vocabulario, nuestro comportamiento. Y a comprometernos, delante del Señor y de nuestros hermanos, en esta Eucaristía, a eliminar la amargura, la ira, la cólera, los gritos, la maledicencia y la maldad en nuestros comportamientos y palabras. Y a imitar lo que hace Dios con nosotros, siendo benévolos, misericordiosos, amorosos, prontos al perdón. Cuando Juan en su evangelio habla de “los judíos”, no se refiere a los que habitan en Judea o a los miembros del pueblo de Israel, sino a los que se oponen a Jesús y rechazan reconocerlo como Cristo. El evangelio de hoy le habla a ese pequeño “judío” que todos llevamos dentro y que nos impide aceptar completamente a Jesús como Salvador. Es fácil, en efecto, reconocer a Jesús como un maestro, un profeta, un hombre excepcional. Pero asumirlo personalmente como Dios y salvador, y dejar moldear nuestra vida con los valores y principios de su Evangelio es muy difícil. Reconocerlo como “pan de Vida”, “comer su carne”, imitarlo y hacerlo presente con nuestras palabras y acciones, permitiendo “que se nos vea” el Espíritu que recibimos en el bautismo, es toda una misión. Pidámosle al Señor esa gracia, ese don, ese regalo en esta Eucaristía. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Después de comulgar, sacramental o espiritualmente en esta Eucaristía, hagamos un acto de fe en Jesús como Pan de Vida. Pongamos nuestras vidas en sus manos, los problemas que afrontamos, las dificultades que parecen no tener solución. Y pidámosle al señor que nos dé la fuerza y la sabiduría para salir adelante, para cambiar en nuestra vida todo aquello que debemos cambiar y para ayudar a los que enfrentan dificultades mayores que las nuestras. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy nos reunimos para celebrar la Eucaristía y para recibir a Jesús, el Pan de Vida que ha bajado del cielo para darnos vida eterna. Dispongámonos a reconocer a Jesús como nuestro Dios y Salvador y abramos nuestro corazón a su Palabra, que nos ofrece indicaciones muy concretas para vivir como discípulos del Señor y como hermanos todos. ¡Bienvenidos a participar con alegría! Monición a la Liturgia de la Palabra El profeta Elías se siente tan desesperado, que se desea la muerte. Muchos de nosotros también nos podemos sentir sobrepasados por los problemas y por eso escuchemos con atención lo que hace Dios con él por medio de su ángel. San Pablo continúa exhortándonos a ser santos y nos propone un camino concreto: imitar en nuestra vida, con nuestras palabras y obras el amor y la misericordia que Dios tiene con nosotros. Y el Evangelio continúa profundizando la enseñanza de Jesús que se proclama como el Pan de Vida. ¡Escuchemos con atención! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, elevemos nuestras súplicas al Padre celestial, confiados en su infinita misericordia, porque estamos seguros que siempre nos concede lo que más nos conviene. R. ¡Dios todopoderoso, escucha nuestra oración! 1. Oremos por la Iglesia y por todas las comunidades eclesiales, para que en medio de las dificultades siga haciendo presente el mensaje de Salvación de Cristo Jesús y siga transmitiendo coraje y fortaleza a los que se sienten abatidos y desilusionados. 2. Oremos por nuestros gobernantes, para que, en medio de las dificultades derivadas de la pandemia, puedan conducir a nuestros pueblos hacia el desarrollo y la construcción de una sociedad cada vez más justa y fraterna. 3. Oremos por los enfermos, por los que pasan hambre y necesidad, por los que están solos y desconsolados, para que encuentren en la fe la fuerza necesaria para superar sus dificultades. 4. Oremos por los profetas modernos, que tienen que luchar contra corriente, que tienen que enfrentar críticas y persecuciones, para que nunca se desanimen, y oremos por cada uno de nosotros para que encarnemos en nuestra vida esa vocación que recibimos en el bautismo a ser Profetas del amor de Dios y del Evangelio de Cristo. Oración conclusiva Atiende, Padre bueno, las súplicas que te presentamos con la confianza de los hijos y que te presentamos por intercesión del Pan de Vida, Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 30 Jul 2021

El que viene a mi no tendrá hambre, y el que cree en mi no tendrá sed

DECIMOCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 1 de 2021 Primera lectura: Ex 16,2-4.12-15 Salmo: Sal 78 (77),3+4bc.23-24.25+54 (R. cf. Jn 6,32) Segunda lectura: Ef 4,17.20-24 Evangelio: Jn 6,24-35 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Los textos de la Liturgia de la Palabra nos invitan a: • Crecer en el optimismo, en la fe y en la esperanza porque Dios nunca nos abandona en las dificultades. • Pero eso implica un compromiso para que los creyentes marquemos la diferencia en nuestra forma de actuar frente a los criterios del mundo. • Y para eso necesitamos alimentarnos de Jesucristo, que se hace pan para darnos Vida Eterna. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos ofrece el relato de lo acaecido inmediatamente después del éxodo, cuando los israelitas se tienen que enfrentar a las duras condiciones del desierto y empiezan a quejarse, idealizan el estado en el que vivían como esclavos, pero al menos tenían garantizada la comida. El pueblo le reclama a Moisés y a Aarón y Dios les promete un alimento de cereales en la mañana (el maná) y de proteínas en la tarde (las codornices). En la segunda lectura se toma un texto de la segunda parte de la carta a los Efesios, que, según el estilo epistolar de la época y propio de los escritos paulinos, es la parte “práctica” en la que el apóstol señala las implicaciones que la fe en Cristo tiene para la vida de los creyentes. En el fragmento de hoy se insiste en que los cristianos “no podemos comportarnos como los paganos, no podemos dejarnos engañar por las pasiones, sino que debemos llenarnos del Espíritu para ser criaturas nuevas. El Evangelio es continuación del texto del domingo pasado, el relato de san Juan de la multiplicación de los panes, y presenta lo que parece un diálogo de sordos: Jesús habla del pan celestial, que da vida al mundo, y los discípulos se ilusionar con un pan material, sin entender que lo que Jesús quiere es que experimentemos el amor del Padre y lo reconozcamos en el que Él ha enviado, su Hijo Jesucristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como el pueblo de Israel peregrinó en el desierto hacia la tierra prometida, somos peregrinos en este mundo y también a nosotros se nos puede olvidar de dónde venimos y a dónde vamos. Y en medio de las circunstancias de la vida, podemos quejarnos y lamentarnos de la situación que vivimos, en esta pandemia, por las difíciles circunstancias que atravesamos (a nivel económico, laboral, relacional, etc.), y lo más fácil es caer en la tentación de compararnos, que es la fórmula infalible para llenarnos de amargura. No podemos caer en el pesimismo, en el derrotismo, en la desesperanza. Así como el Señor cuidó de su Pueblo peregrino en el desierto, sigue cuidando de nosotros y colmando de bendiciones nuestra vida. Abramos los ojos para reconocer el amor Providente de Dios y demos testimonio de los milagros y prodigios que sigue operando en la historia y en nuestra vida. Por el contrario, el Señor nos invita a abrir los ojos y a redescubrir las bendiciones con las que nos colma día tras día, para que a partir de esa experiencia podamos marcar la diferencia en nuestra vida, con la vida de personas que viven en pecado o que no han experimentado la misericordia de Dios. Siempre tenemos la tentación de volver a introducir en la propia vida la conducta y los razonamientos paganos. Hoy el Apóstol nos vuelve a decir con toda la firmeza de su argumentación: “entre ustedes, ¡no sea así!” Si a nuestro alrededor todo el mundo dice mentiras, o groserías, no es fiel a sus palabras o a sus promesas, se deja corromper en sus principios y en sus valores, el cristiano tiene que marcar la diferencia. Estamos llamados a ser testigos, a ser luz del mundo”. En el Evangelio hay una pregunta que es sumamente actual, y es cuando los discípulos interrogan a Jesús: “¿Qué debemos hacer para cumplir las obras de Dios?” y Jesús responde: “¡La obra de Dios es creer en aquel que él ha enviado!” Pero… ¿cómo vamos a creer en Él si no lo conocemos? Por eso una invitación concreta de este Domingo es a que creamos en Jesús, conociéndolo cada día más. Y ¿cómo podemos conocerlo? En primer lugar, conociendo su Palabra, leyendo y meditando la Escritura, concretamente el Nuevo Testamento. Al comienzo del texto de hoy, Jesús les dice que ellos lo buscan porque “comieron de ese alimento” (la multiplicación de los cinco panes y los dos peces). Muchos estudiosos consideran que los cinco panes se refieren a la Ley (los cinco primeros libros de la Escritura, el Pentateuco), y los dos peces señalan las otras dos grandes secciones de la Biblia hebrea (los Profetas y los “otros Escritos”). Y Jesús les dice a sus discípulos que deben buscar es “el pan que dura para la vida eterna” y luego hace referencia a sí mismo como el enviado del Padre. Si la Toráh (Ley), los Nebiim (profetas) y los Ketubiim (escritos) tienen sentido para los cristianos es porque los leemos a la luz de Jesucristo. ¡Conozcamos más el Nuevo Testamento! 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la Eucaristía los creyentes reconocemos a Jesucristo como el Pan que da Vida, que alimenta nuestro Espíritu, que nos orienta por medio de su Palabra. Creer en el que el Padre ha enviado es hacer vida la Vida nueva que nos ofrece, es hacer presente su amor con nuestras palabras y con nuestras obras. En medio de las dificultades e incertidumbres, pidamos con todas las fuerzas: “¡Señor, danos siempre de ese pan!”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos todos a esta celebración de acción de gracias en la que experimentamos la presencia de Jesús que se hace alimento, verdadero Pan de Vida para fortalecernos en medio de las dificultades. Dispongámonos a celebrar nuestra fe y a experimentar la presencia amorosa y providente de Dios, que nos anima a ser testigos de los valores y principios del Evangelio. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La angustia de los israelitas que se enfrentan a las dificultades de peregrinar el un desierto después de haber huido de Egipto nos invita a pensar en las dificultades que cada uno de nosotros vive en este momento de su existencia y que hacen que a veces nos sintamos abatidos y derrotados. Pero el Señor se hace siempre presente y Jesús, el Pan de Vida nos fortalece y nos anima para que nuestro comportamiento sea distinto, marque la diferencia, ilumine a los que están a nuestro alrededor y para que vivamos en santidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dirijamos nuestras súplicas y peticiones al Padre misericordioso con la confianza de los hijos, con la certeza de que él hace posible lo que para nosotros es imposible y que nos fortalece con el Pan de Vida para enfrentar y superar las dificultades. R. ¡Escucha Padre nuestra oración! 1. Te pedimos por la Iglesia que, como el pueblo de Israel, tiene que enfrentar dificultades en su peregrinar por la historia, para que experimente siempre la presencia providente de Dios que la guía y la conforta. 2. Te pedimos por los pastores de la Iglesia para que, como Moisés y Aarón, puedan guiar siempre a su pueblo, fieles a la verdad, testimoniando el amor y orientando a toda la humanidad hacia el encuentro con Cristo, verdadero Pan de Vida. 3. Te pedimos por los que sufren y son perseguidos, y de modo especial por los que han perdido las fuerzas y la esperanza, para que encuentren en el testimonio de solidaridad y fraternidad de los que los rodean el nuevo maná que renueva la fé y la esperanza. 4. Te pedimos por todas las personas que trabajan por el desarrollo humano integral y por todos los que arriesgan su vida por ayudar a los que más sufren, para que encuentren en Cristo, Pan de Vida Eterna, la fuerza necesaria para ser incansables testigos de tu amor. Oración conclusiva Escucha, Padre bondadoso, las plegarias que te dirigimos con fe, por intercesión de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 30 Jul 2021

La voz del Pastor | 01 de agosto de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnMarcos 6,24-35

Vie 23 Jul 2021

«Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron»

DECIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 25 de 2021 Primera lectura:2R 4,42-44 Salmo: Sal 145 (144),10-11.15-16.17-18 (R. cf. Mt 6,11) Segunda lectura: Ef 4,1-6 Evangelio: Jn 6,1-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Elíseo, varón de Dios, es el heredero del espíritu de Elías (cfr. 2Re 2, 15). El continuará incansablemente la defensa del yahvismo puro. Elíseo se vale de esta ocasión para demostrar una vez más que él no es más que el portavoz del Señor. Por medio del profeta, el Señor hace oír su voz y manifiesta su voluntad. El Antiguo Testamento es sombra y figura del Nuevo. Jesucristo realizará obras semejantes a la de los profetas antiguos; pero Él es más que profeta, pues es el Verbo encarnado; la revelación del Padre. Decir un solo cuerpo, un Señor, una fe, un Bautismo es hablar de una llamada urgente a la unidad. La vocación cristiana, por la que todos hemos sido constituidos uno, exige mantener esta unidad lograda con la muerte de Cristo. En ocasiones exigirá sacrificios; de aquí que Pablo recuerde su situación de prisionero por la causa del Señor. Se recomiendan, por lo tanto, las llamadas virtudes sociales, que regulan las relaciones existentes entre los miembros de la comunidad cristiana: humildad. Esta vinculación entre los fieles está exigida por la unidad, que es característica primordial de la Iglesia. Siete son los motivos que reseña el apóstol, agrupados bajo tres elementos: la Iglesia, Cristo y el Padre. Todos formamos un solo cuerpo, vivificado por un mismo Espíritu; y todos abrigamos la misma y única esperanza: la herencia celestial. Dentro de la Iglesia, todos proclamamos a Cristo como único Señor; profesamos la misma fe que nos salva; y por el mismo Bautismo hemos sido configurados con Cristo muerto y resucitado. En fin, todos adoramos a un solo Dios, que es el Padre común de todos, por habernos constituido hijos adoptivos. La multiplicación de los panes revela a Jesús como el Mesías, que alimenta con el nuevo maná al nuevo pueblo de Dios en la celebración de la nueva pascua. Revela, asimismo, la abundancia de la nueva era: no hay medida, cada uno come lo que quiere y sobra una cantidad suficiente para alimentar a todas las generaciones presentes y futuras. El prodigio provoca una adhesión de fe, aunque imperfecta. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La segunda lectura termina con una doxología: «Bendito sea (Dios) por los siglos de los siglos. Amén». Comencemos por ahí: Dios. El Dios que predica Pablo, después de conocido el misterio de salvación en Cristo, es un Dios, Padre de todos, que lo transciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. En Él, naturalmente, nos movemos y somos. Él es la causa de nuestro ser. Es un Dios bueno, cariñoso. Abre la mano y sacia de favores a todo viviente. Está cerca de los que lo invocan. Él da la comida a todos a su tiempo. Es, pues, un Padre bondadoso y atento. Y la atención aparece aún en los casos extremos. Hace maravillas para sacar de la necesidad al afligido. La primera lectura nos lo recuerda. Multiplicó en manos del profeta el alimento para dar de comer a un centenar de hombres. El evangelio presenta un acontecimiento semejante, aunque con sentido más profundo. La historia de Israel lo confiesa, el salmo lo canta, el evangelio lo proclama y Pablo lo predica. Dios es un Padre cariñoso. Pero sólo el hombre religioso ve en los acontecimientos de la vida diaria, en el vivir cotidiano, la mano bondadosa del Padre que nos ama. Hay que despertar el sentido religioso que se está apagando. Estamos, se suele decir, en una sociedad de consumo, de máquinas y de ruido. No sabemos apreciar los dones del Señor. Tenemos lo necesario y nos turba sobre manera la falta de lo superfluo. Debemos acostumbrarnos a dar gracias a Dios por los bienes que nos concede: pan, agua, aire; vestido, salud, … la vida. En la redacción de Juan, la escena de la multiplicación de los panes está descrita subrayando el señorío salvador de Jesús. Su persona y su palabra tienen la iniciativa en todo momento. Sin duda, Juan está releyendo el recuerdo de lo acontecido históricamente en Galilea a la "luz de la presencia del Señor Resucitado”. Al trasladar la escena de la multiplicación de los panes a la vida, se podrá apreciar cómo adquiere resonancias distintas, especialmente actuales. Dependerá de la fe, pues los signos externos parecerán rutinarios. Pero es ahí, cabalmente, en la Eucaristía, donde Jesús, en medio de la multitud hambrienta, da gracias al Padre y se multiplica Él mismo, alimento en sobreabundancia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La bondad de Dios, Padre de todo, no en saciar nuestras hambres físicas. Va mucho más lejos. Su mano nos recoge y nos introduce en su mismo seno. Nos transporta a un mundo transcendente. Nos hace hijos suyos y partícipes de su propia felicidad. El evangelio lo proclama: Jesús Pan de Vida eterna. Ese es el profundo sentido del «signo» operado por Cristo. Cristo otorga al hombre la posibilidad de vivir para siempre. La bondad del Dios, Padre de todo, se manifiesta inefable en Jesús. Lleno de misericordia, de compasión, de cariño y afecto. Cristo es la expresión perfecta de un Dios que nos ama de forma indescriptible. Nuestro destino es la vida eterna. El relato de la multiplicación de los panes aún nos asombra. “Los pedazos de pan, antes estériles e insignificantes, gracias a la bendición de Jesús –como seno fecundo de mujer– dieron un fruto del cual hasta sobraron muchos pedazos”. Cabe anotar que los panes que Jesús multiplica no son comprados, son dados. Jesús inicia este proceso siguiendo la pregunta que le hacen sus discípulos: “¿De dónde vamos a sacar... (para dar vida)?”. Notamos así que hay una tensión entre la vida que se consigue por el propio esfuerzo y la vida que se recibe como don. Jesús muestra que la vida (plena) es don y hay que saber acogerla. El discurso del Pan de Vida va a desarrollar este tema: dar vida desde el don de la vida. Lo poco que se coloca en manos de Jesús se multiplica. Notemos tres acciones claves de Jesús: Manda que la gente se siente; toma el pan y da gracias; lo parte y da a todos. Jesús preside la mesa de la comunidad: Antes que el pan se multiplique, Jesús hace que la gente se siente. El gesto indica un “ponerse a la mesa” juntos. La idea de fondo es el de ser comunidad. Jesús ora al Padre: Siguiendo la costumbre de los padres de familia en la cultura hebrea, quienes presiden la mesa no sólo con un puesto de honor sino entonando la oración de bendición, Jesús toma el pan y eleva una oración de acción de gracias. Jesús reparte los panes y los peces: El presidente de la mesa también asume el puesto del servidor: uno por uno, Jesús coloca el pan y pescado en las manos de los comensales. Este detalle de un Jesús que actúa sin asistencia es propio de Juan (en cambio en Mt 14,19; Mc 6,41 y Lc 9,16, son los discípulos los servidores del pan que viene de la mano de Jesús). El alimento viene en última instancia de mano de Jesús. Aunque con ciertas variantes, los verbos que describen la multiplicación de los panes por parte de Jesús nos remiten a los verbos eucarísticos de la última cena. Es en la Eucaristía donde se comprende plenamente lo que está sucediendo aquí. Cristo es la figura clave. No llegamos al Dios bondadoso y transcendente sino por Cristo. Cristo realiza las obras del Padre bueno. Cristo nos da de comer su propia carne (Eucaristía). Cristo ha muerto por nosotros y ha resucitado también por nosotros: bautizados en él, morimos y resucitamos en él. La fe en él nos salva. El canto, la bendición, la acción de gracias ha de surgir espontánea después de considerar tales maravillas de amor del Dios, Padre de todo, y de Jesús, su Hijo bendito, en el Espíritu Santo. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es tan significativa la multiplicación de los panes en los evangelios porque es el signo-milagro que simboliza y realiza, inseparablemente, la celebración del Don de Dios y la solidaridad humana. Cuando la Eucaristía queda reducida a culto y olvida el compartir, o a la inversa, termina vacía de sentido. ¿Dónde y cómo se realiza en mi vida la multiplicación de los panes? La palabra decisiva es compartir, y ¡ojalá no sea una de tantas palabras, que sólo sirven para hinchar nuestras buenas intenciones! Se multiplica mi dinero cuando no necesito guardarlo, acumularlo en los bancos o en acciones. Se multiplica mi casa cuando acoge a personas extrañas y no se abre sólo a amigos y conocidos. Se multiplica mi tiempo cuando lo invierto con los que necesitan ser escuchados. Se multiplica mi amor cuando no lo limito a los míos. Este domingo somos invitados a pensar en la Eucaristía en cómo ser más solidarios. Pero no pensaremos en gestos que tranquilicen nuestra conciencia, sino en algo que pertenezca a la vida cotidiana. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Estamos aquí todos juntos, reunidos como un cuerpo por el poder del Espíritu Santo, unidos en un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios. El Señor, que sacia todas nuestras necesidades, nos congrega nuevamente alrededor de este sacramento admirable. Participemos con mucha alegría y gozo, demos gracias porque en este banquete podemos encontrar el alimento que satisface todos nuestros gustos. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor cumple sus promesas y satisface las necesidades más profundas del hombre pues Él da, en abundancia, a quien bien la acoge. Es Jesús el Pan bajado del cielo que llega para calmar nuestra hambre y saciar nuestra vida con su amor. Escuchemos con fe y atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: La generosidad desbordante de nuestro Padre Dios, nos mueve a dirigirnos a Él en oración, para pedir por las necesidades del mundo y de la Iglesia. Digamos juntos: R. Padre de amor, escúchanos 1. La Iglesia, a través de sus ministros ordenados, religiosos y fieles es consciente de las múltiples necesidades. Oremos por ella, para que, se esmere en distribuir siempre el pan de la Eucaristía. 2. En el mundo hay demasiada pobreza y miseria. Oremos por los gobernantes de todas las naciones, para que, atentos siempre a cuantos sufren por cualquier motivo, respondan con prontitud a tantas dificultades. 3. A nuestro alrededor viven muchos ancianos, enfermos, discapacitados, reclusos, desplazados, desempleados. Oremos por ellos, para que, nuestra caridad sea cada vez más sincera con cada uno de nuestros hermanos. 4. En toda celebración eucarística somos testigos del amor de Dios, manifestado en la multiplicación del pan de la Eucaristía. Oremos por cuantos estamos reunidos, para que, renovados con la gracia sacramental caminemos hacia la patria celestial reconfortados por el Pan de la Vida. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios misericordioso, atiende las súplicas que te hemos presentado, y renueva en todos nosotros el deseo de vivir siempre unidos a Ti, saciados de tus dones y reconfortados por tu providencia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 15 Jul 2021

Andaban como ovejas que no tienen pastor

DECIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 18 de 2021 Primera lectura: Jr 23,1-6 Salmo: Sal 23(22),1-3a.3b-4.5-6 (R. 1) Segunda lectura: Ef 2,13-18 Evangelio: Mc 6,30-34 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Los pastores que no siguen el camino de Dios dejan de ser principio de unidad para el rebaño y se convierten en foco de dispersión. Las ovejas, el pueblo de Dios, sólo se dejan conducir por los pastores cuya voz recuerda la del Señor. El profeta amonesta a los pastores porque el pueblo se encuentra disperso y sin esperanza; sin embargo, el fallo de los pastores no aleja el amor de Dios, quien siempre buscará pastores que apacienten el rebaño. Dios dará un nuevo pastor que restaure y una a su pueblo. San Pablo declara a los efesios que el plan misterioso de Dios se ha revelado ya en Cristo, comenzando en él a vivir un hombre nuevo capaz de unir con un mismo Espíritu a judíos y gentiles. Se nos ofrece también una de las verdades teológicas más impresionantes del Nuevo Testamento: Él es nuestra paz. Con ello se presenta la obra de Cristo como una restauración de las relaciones amistosas entre Dios y el hombre, rotas por el pecado. El fruto de la reconciliación es la paz y la amistad. La reconciliación es un proceso objetivo y real. Es Cristo mismo el signo y la realidad de esa reconciliación de Dios y la humanidad. El pasaje del evangelio nos muestra un relato de transición, que nos prepara a la primera multiplicación de los panes. A la vuelta de los apóstoles de su primera misión, Jesús escucha sus experiencias y los invita a un tiempo de retiro, descanso y reflexión, en un gesto que manifiesta la delicadeza humana de Cristo, pero la realidad que se impone en forma de muchedumbre ansiosa: “ovejas sin pastor”. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Los textos de hoy se refieren, especialmente, a los responsables de la comunidad cristiana: obispos y sacerdotes. Pero se aplican perfectamente a todos los que tienen alguna responsabilidad respecto a personas. Vale la pena observar en las lecturas de este día: * La promesa del Señor de conducir a su Pueblo mediante líderes responsables, dignos, sabios y generosos, según el corazón de Dios. Es Jesús el pastor mesiánico, en quien se cumple lo anunciado por Jeremías. * La pedagogía de Jesús respecto al Reino. Ante el rechazo de Israel, Jesús va concentrando su misión en los Doce, preparándolos para cuando Él muera. * La sabiduría práctica de entrega y descanso que Jesús busca para sí y los suyos; pero que, en definitiva, sólo el amor juzga. Un buen tema de discernimiento, cuando una persona es responsable y, además, vive la responsabilidad incondicionalmente y la fundamenta en el amor incondicional de Jesús, entregando su servicio hasta no tener tiempo ni siquiera para comer. Es difícil discernir cuando la responsabilidad nace de la necesidad de amar y no reservarse. Sin embargo, no siempre el amor es «discreto»; y, fácilmente, la necesidad de no reservarse depende de otra necesidad, la de «estar a la altura» de la situación, de modo que uno no puede permitirse defraudar a los demás ni a la propia conciencia. Parece generosidad, pero no; es amor de libertad interior. El amor de libertad interior nunca se reserva, incluso cuando descansa, pues lo hace para entregarse más y mejor a los demás. Lo que pasa es que la vida obliga en ocasiones a prescindir de análisis, y no tienes otro remedio que olvidarte del todo de ti. Hay un momento en el proceso de crecimiento del amor en que ya no se distingue entre entrega y descanso: «todo es uno». 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Las lecturas nos obligan de nuevo a reflexionar sobre el misterio de Cristo. Si atendemos a la primera lectura, al salmo responsorial y al evangelio, podríamos representarnos a Jesús bajo la figura del Pastor. La primera lo anuncia, el segundo lo canta, el tercero lo constata. Jesús, el Pastor de Dios. Efectivamente, las ovejas que andan descarriadas encuentran en Jesús su auténtico Pastor. Como Pastor tiene lástima de ellas, las reúne en torno a sí, les enseña con calma. El las hace recostar en verdes y jugosas praderas, las abreva en arroyos tranquilos y claros, las conduce con seguridad y aplomo. No espantan las cañadas oscuras, él va delante de ellas; su «cayado» - la Cruz - es cobijo y orientación, por una parte, y, por otra, arma terrible contra los enemigos. La mesa, la copa, el perfume de acción de gracias pueden recordarnos la Eucaristía, alimento de las ovejas. Sin temor a errar caminan hacia la Casa del Padre. El Espíritu del Señor va con ellas. Las ovejas forman un rebaño, uno solo, por más que por un tiempo estuvieran dispersas. Dos pueblos separados forman uno. No hay judío ni griego, ni señor ni esclavo. Todos hermanos en el Señor. Urge, hoy día, fomentar el sentimiento de hermandad que debe caracterizar al rebaño del Pastor. Las separaciones impuestas por la historia, por la raza, por intereses personales o nacionales, no tiene ya sentido. Jesús nos ha hermanado a todos en su sangre de una vez para siempre. ¿No suspira hoy el mundo entero por la unidad y la comprensión? ¿Dónde quiere encontrarlo? Ahí está el Pastor de la humanidad, no hay otro. El rebaño debe dar señales de ello. Jesús, Pastor, trae la paz. ¿Qué más desea el mundo que la paz? Jesús es la paz. Paz con Dios, paz de unos con otros. Él da la vida por sus ovejas. Jesús nos lleva a Dios. ¿Qué más puede desear el hombre que alcanzar a Dios? Jesús nos conduce a él. ¿Qué decir de los malos pastores? ¡Ay de ellos! ¿Somos buenos pastores? ¿Qué buscamos en el ejercicio de nuestra pastoral? ¿A nosotros mismos? ¿Ahuyentamos, desperdigamos, abandonamos el rebaño? ¡Ay de nosotros! ¿Somos la paz? ¿Creamos la paz? ¿Vivimos la hermandad? ¿Nos dejamos llevar por el Espíritu de Cristo en ver los demás hermanos en Cristo? ¿Qué papel desempeña en nuestra vida nuestra nación, nuestra provincia, nuestro pueblo? ¿Separa, disgrega, destroza? Hay un solo pueblo, un solo rebaño. Por ello murió Cristo. ¿Somos buenas ovejas? ¿Nos dejamos conducir? ¿Sabemos derribar con nuestra vida el odio, la envidia, el rencor de siglos que tiene separada la humanidad? ¿Confiamos en el Señor? ¿Es en realidad nuestro Pastor? ¿O son quizás los líderes políticos los que nos apasionan más que Cristo? Pensemos, meditemos y actuemos en consecuencia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La misericordia o el amor de Cristo a los hombres como razón íntima de su apostolado, y la necesidad del reposo, de la soledad, en medio de la actividad misionera. La misericordia del Padre es una faceta de su amor y es una de las primeras experiencias salvíficas que ha tenido la humanidad. Jesús es la plena experiencia de esta misericordia: la ofrece repetidas veces; la pone como pieza clave en su enseñanza y es el secreto íntimo de toda su actividad misionera. El descanso y la soledad están relacionados con el «discipulado» de los Apóstoles: es el tiempo necesario para vivir bajo el influjo directo de la Palabra de Jesús, puesto que han de ser embajadores suyos. Toda actividad apostólica cristiana deberá ser aprendida en soledad, en contacto personal con el Señor, y partir de una experiencia de la misericordia del Padre, que ha de ser su móvil auténtico. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa El Señor, que es el Buen Pastor, nos convoca y reúne cada domingo como una sola familia, como un solo pueblo miembros de un mismo Cuerpo, para que celebremos este Banquete Pascual de su amor. Participemos con mucha fe y renovemos en esta Eucaristía nuestro compromiso cristiano de ayudar a toda la humanidad a encontrar los caminos de paz y verdadero progreso; de verdad y felicidad. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor reconoce la necesidad de su pueblo y viéndolo desorientado nos enseña con sus acciones la tarea y misión de un verdadero pastor. ¿Cómo lo hace? ¿A qué nos invita? Escuchemos con atención la palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Unidos en oración, como una sola familia y como un solo rebaño que reconoce a Jesús, como pastor y paz verdadera, elevemos nuestras oraciones y súplicas a Dios Padre, diciendo: R. Padre misericordioso, escúchanos 1. Pidamos por la Iglesia Universal, por sus ministros ordenados, sus religiosos y fieles laicos; que todos tengan el corazón compasivo de Jesús. 2. Pidamos por quienes son responsables del gobierno de las naciones; que mantengan vivo su empeño por alcanzar la paz y la justicia. 3. Pidamos por todos aquellos que tienen dificultades o problemas y por cuantos sufren; que la presencia de Jesús los conforte y reanime. 4. Pidamos por todos los que nos encontramos participando de esta Eucaristía; que trabajemos a ejemplo de Jesús, Buen Pastor buscando la unidad de los pueblos: instruyendo, enseñando, acompañando, pero sobre todo sembrando paz. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Dios de bondad y misericordia, que te compadeces continuamente de nosotros, oye los ruegos de tu familia santa para alcanzar un día la paz. Por Cristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 15 Jul 2021

La voz del Pastor | 18 de julio de 2021

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnMarcos 6,30-34

Mié 7 Jul 2021

Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo

DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 11 de 2021 Primera lectura: Am 7,12-15 Salmo: Sal 85(84),9ab+10.11-12.13-14 (R. cf. 9b) Segunda lectura: Ef 1,3-14 (forma larga) o Ef 1, 3-10 (forma breve) Evangelio: Mc 6,7-13 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios en consideración nos presente tres temas que iluminan nuestra oración: • El envío, como parte importante de la vocación, tiene una motivación base: escuchar la voz de Dios y querer anunciarla. • Sentirse enviado es tomar conciencia del compromiso evangelizador que se tiene en favor de los hermanos. • Enviados a todos, sin exclusivismos, así como el Padre desde siempre ha elegido y enviado a su Hijo a toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La misión del Hijo se va desarrollando según el querer del Padre y ésta se multiplica por doce en la persona de sus discípulos. Descubramos en este domingo a Jesús como el misionero del Padre que nos llama y envía a todos. Amós, trabajador del campo y pastor de ovejas, inicia su misión profética en un ambiente de rechazo, porque debe hablar a quienes no desean escucharlo. Desde su tierra natal, Técoa, debe ir a profetizar a Betel invitando a cambiar las estructuras, la manera de ver a los pobres, a quienes sufren; así ataca las enormes diferencias sociales, los abusos de poder y la pérdida de fraternidad. En medio de todas las dificultades, donde la justicia y el derecho se ven resquebrajados, el salmista apela a la misericordia de lo alto: Dios anuncia a los suyos la paz. Es una promesa cumplida, es bendición venida del cielo, como lluvia que empapa la tierra. Para san Pablo toda la humanidad, sin distinción alguna, está en Cristo. Por él todos son elegidos, destinados a ser hijos en el Hijo, sentir la misericordia de Dios y caminar como hermanos hacia Cristo, fin de todo el plan divino. El Evangelio de san Marcos presentado el domingo anterior culminaba con la presentación de Jesús predicando en los pueblos de alrededor de Nazaret, su tierra. Hoy, los discípulos, llamados a estar con él, están invitados a asumir el estilo de vida de Jesús. Por ello el punto de partida de este camino es el envío de los doce. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El envío es la esencia de la vocación. Jesús llama a los doce, los envía y les da poder para efectuar la misión. Jesús no pierde la centralidad del relato: él llama hacia él y envía. También hoy, a nosotros, en medio de las circunstancias que vivimos, Jesús nos llama a “estar con él” y “nos envía a predicar”. Hay que tener muy presente y dimensionar lo que significan ambas facetas del seguimiento: se trata de estar con él, es decir, ser sus discípulos, aprender de él, compartir con él, permanecer en él; y, en segunda instancia, se trata de predicarlo, anunciarlo y testimoniarlo. También significa que, como discípulos y enviados no vamos en nombre propio, sino como testigos de una experiencia discipular, como testigos de un anuncio recibido. El mensaje de Aparecida ha querido resaltar para toda la Iglesia latinoamericana esa doble condición que nos hace de verdad cristianos: discípulos y misioneros. Hoy también, escuchando las instrucciones de Jesús para la misión, nos podemos preguntar: ¿qué llevar para el camino? ¿Cómo debe ser la reacción frente al éxito o fracaso misionero? La misión debe ser itinerante, no sedentaria, es decir, deberá estimular a caminar de nuevo, a encontrarse de nuevo, al desapego de los resultados, a la libertad interior y exterior. Ser enviados, es decir, ir de camino, significa que no nos está permitido instalarnos en comodidades. Si el enviado acumula y se llena de seguridades pasajeras, pierde el ritmo del camino, no ve el sentido de éste y puede declinar de su misión. La libertad, manifestada en el texto en no llevar alimentos, ni dinero, ni alforja, supone la total disponibilidad para compartir la experiencia de Cristo. Si el misionero viene en son de paz, desprendido de bienes, encontrará la benévola acogida de quienes lo escuchan; de este modo se acompaña el inicio del camino de fe de quienes acogen al enviado, para que luego estos hermanos divulguen con su palabra y obra, el encuentro que se ha tenido con el maestro. La orden expresa de Jesús: “Al entrar en una casa, quédense allí…” (6,10) lleva a reflexionar en el verdadero sentido del envío que deja, en los destinatarios, al mismo Jesús; es él quien entra, quien permanece, quien debe quedar. Y en esta experiencia sembrada en el corazón de los otros, se funda el verdadero sentido de formar comunidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Nuestra plegaria se eleva a Dios para dar gracias porque nos ha llamado a estar con él y porque nos prepara para enviarnos desde la experiencia de encuentro y amor con él. Pero también le pedimos que aparte a sus enviados de los caminos fáciles y acomodados, para que así puedan reconocer en los rostros de los hermanos el rostro de Dios amor. Que el envío que tantos asumen hacia los hermanos haga vida siempre aquello a lo que la oración colecta de este domingo nos ha invitado: que muchos descubran a Jesús, luz verdadera, y vuelvan al camino. Que el testimonio de vida de los discípulos lleve a quienes los escuchan a rechazar todo aquello indigno del ser cristiano y asumir la llamada del Señor a ir a tantos que no lo conocen. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a esta celebración eucarística, hoy en el día del Señor. La Eucaristía, es el centro de la vida cristiana, ella nos nutre y llena de esperanza. En este Domingo, se nos invita a reflexionar acerca de nuestra vocación cristiana, que nos impulsa a llevar la Palabra de Dios, y que nos constituye como profetas y enviados a predicar su Reino a los que están a nuestro alrededor. Que el Espíritu Santo nos llene de gozo para celebrar el nombre del Señor y hablar en su nombre a toda criatura. Participemos con fe y alegría de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios nos ha elegido por pura iniciativa suya para ser sus hijos; por esta razón él nos envía para proclamar su mensaje en medio de nuestros hermanos, los cercanos y lejanos. Escuchemos con atención la palabra de Dios, que es vigor para nuestra misión evangelizadora. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Padre del Cielo, que es rico en misericordia, quien en Cristo nos invita a todos a participar en este memorial y en la entrega del Cuerpo y la Sangre de su Hijo como alimento que nos fortalece en la vida divina. Digamos con fe: R. Dios de bondad, escúchanos 1. Por la Iglesia, para que, movida por la fuerza de tu Palabra, siga ayudando a los enfermos, lleve consuelo a los corazones agobiados y, con espíritu profético, sea manifestación de tu Reino entre los hombres. Oremos. 2. Por los gobernantes, para que, inspirados en la justicia y la paz, trabajen incansablemente por el bien de sus hermanos. Oremos. 3. Por los más necesitados, especialmente por aquellos que no conocen la Palabra de Dios y viven sin esperanza, y sin ilusión, para que en este día se sientan abrazados por el amor de Dios y la fraternidad del prójimo. Oremos. 4. Por nosotros, para que iluminados con la Palabra y fortalecidos por el banquete eucarístico, seamos verdaderos discípulos y misioneros, y participemos activamente en la tarea evangelizadora de la Iglesia. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre, nuestras intenciones personales Oración conclusiva ¡Oh Dios! Que nos envías para dar a conocer tu Palabra, escucha bondadoso las plegarias que te presentamos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén