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Iglesia

Jue 27 Ago 2020

CEC programa talleres para la formación de agentes de escucha parroquial

Pensando en la compleja realidad que se vive en este tiempo de pandemia, donde se ven comprometidos aspectos de la vida social, familiar, laboral y pastoral de las personas, los departamentos de Matrimonio - Familia y Promoción y Defensa de la vida de la Conferencia Episcopal de Colombia, han diseñado un proceso de "Formación de Facilitadores para la Comunidad de Escucha Parroquial", que busca desarrollar habilidades en los futuros facilitadores para que puedan brindar un servicio de escucha a la comunidad. Se contempla que la Comunidad de Escucha Parroquial, será en principio un servicio voluntario que se brindará desde y en la parroquia (no en domicilios particulares), de acompañamiento espiritual y psicológico para sostener a quienes están más vulnerables ante el avance del Covid-19. Este trabajo pastoral se materializará a través de video llamadas, conforme se autorice la reapertura de los templos, se migrará a sesiones presenciales. Los organizadores han dispuesto de unas sesiones informativas, para que las personas interesadas en conocer más de este proyecto, lo hagan a través de la plataforma Zoom, los días: sábado 29 de agosto de 15:30 a 16:30 hrs.; el 2 de septiembre de 11:00 a 12:00 hrs; y el 5 de Septiembre de 15:30 a 16:30 hrs. Los interesados sólo deben acudir a una sesión informativa y podrán escribir al Whatsapp 3156966653 para recibir la liga de la conexión. Este taller teórico-práctico iniciará el próximo 12 de septiembre de 05:00 p.m. a 07:30 p.m. y se desarrollará a través de 4 sesiones, que requerirán de la participación activa de los asistentes: Sesión 1 • La misión del facilitador como formador de personas autodirigidas. • Errores al estar escuchando. • Preguntas que invitan a la reflexión. Sesión 2 • Desarrollar la confianza de unos para los otros. • Uso eficaz de la paráfrasis. Sesión 3 • La conversación de reflexión. • Diálogos de planeación. • Pasos para la creación de la Comunidad de Escucha Parroquial. Sesión 4 • Manejo del silencio. • Ejercicios de reflexión y planeación. Perfil de los facilitadores Se sugiere que sean personas mayores de 40 años, con el deseo de prestar un servicio voluntario y la disponibilidad de tener como mínimo 4 horas de servicio a la semana; que tenga una trayectoria personal y familiar estable; compromiso histórico con la parroquia como mínimo de 3 años; y la facultad de la escucha y el habla. El proceso de inscripción se realizará a través de un [icon class='fa fa-download fa-2x'] formulario[/icon]. La inversión será de $128,000 pesos por conexión, que ampara el taller completo para dos personas.

Jue 27 Ago 2020

Iglesia en Barranquilla se prepara para celebra 17ª versión de Catedratón 2020

Durante una rueda de prensa que se realizó este miércoles 26 de agosto de manera virtual, la arquidiócesis de Barranquilla, bajo el pastoreo de monseñor Pablo Emiro Salas Anteliz, presentó de manera virtual lo que será la decimoséptima versión de Catedratón 2020, que en esta ocasión tiene el lema: ¡Catedratón On: enciende tu fe, tu esperanza, tu caridad!. Según informaron sus organizadores, la versión 17 de la fiesta de la solidaridad se realizará el domingo 27 de septiembre desde las 8 de la mañana hasta las 8:00 p.m. a través de las redes sociales arquidiocesanas y medios de comunicación locales y regionales. Serán 12 horas de transmisión continua con alabanza, oración, testimonios y muestra de diversas actividades parroquiales. “Como la historia debe continuar, Catedratón, este año se realizará en este tiempo especial, on line. Por esta razón, la Iglesia católica atlanticense enciende su esperanza y corazón para vivir desde sus casas el acostumbrado espacio de música y evangelización”, expresaron. Para monseñor Pablo Salas Anteliz, esta campaña “está hecha para poner el fuego en el corazón de los fieles, en el sentido de que se vean reconocidos e identificados con las especificas necesidades de sus parroquias. Necesitamos generar una conciencia colectiva y comunitaria en apoyo a ellas”. “Incentivemos, promovamos, animemos, motivemos a las comunidades parroquiales, a los fieles para que ellos a su vez se vuelquen todos a una sola voz, de manera mancomunada a ayudar a sostener a sus propias parroquias”, comentó el prelado. Entretanto, la comunicadora social, María Patricia Dávila, expuso el concepto de la campaña que invita a todos los fieles en esta oportunidad a encender su caridad y a ponerse On con Catedratón. “Estar On es tener a Jesús en nuestro corazón, es entender que lo que estamos haciendo es una misión y es descubrir en Catedratón el poder de la oración”. La publicista, añadió que como Iglesia se vivirá un espíritu de fraternidad en esta Catedratón On, que durante 17 años ha caminado con este ejercicio diferente y único que representa la obra social, la cual está preparada para mostrar la verdadera caridad y solidaridad. Por su parte, el sacerdote Jaime Alberto Marenco Martínez, delegado para Catedratón, explicó que “El objetivo de esta edición es generar un ambiente de cercanía, afecto, oración, alegría y esperanza en las parroquias de la Arquidiócesis de Barranquilla, fortaleciéndonos en unidad y organización para superar juntos el momento de dificultad que vivimos por causa del Covid – 19”. De esta manera las comunidades parroquiales del Departamento del Atlántico se preparan para, de manera responsable, y con todos los protocolos de bioseguridad correspondientes, organizar sus actividades virtuales para disfrutar durante todo este mes su Catedratón Parroquial.

Jue 27 Ago 2020

Monseñor Jaime Prieto: El hombre

Por: Mons. Orlando Olave Villanoba - Dos hechos me llegan a memoria cuando inicio a escribir este semblante de Monseñor Jaime Prieto Amaya, que espero sea inspirador para muchos de nosotros. El primero de mayo de 2006, caminábamos varios sacerdotes de la Diócesis de Barrancabermeja junto a Monseñor en la popular marcha de la clase obrera. El primero, de tipo personal, fue que se me acercó y en su acento bogotano, me dijo: “!!! ala Orlando… y te vas para Roma No¡¡¡¡¡¡¡ (Unos meses después viaje a Roma para adelantar estudios de especialización en Teológica Pastoral). El segundo fue una respuesta que le hicieron varios periodistas al terminar la marcha, ¿Monseñor Jaime y usted por que se mete a apoyar estas marchas… estos no son de izquierda y ateos? Su respuesta fue ciertamente provocadora: ¡Pues si no me quieren ver en estas marchas … que me nombren Arzobispo de Bogotá! Algunos se miraron, otros simplemente nos reímos, entendimos que detrás de esta respuesta estaba su manera de ser Pastor, de ser Obispo. Su pueblo le interesaba, su pueblo le dolía y por eso lo hacía. El hombre de Iglesia Del primer hecho, que no quiero profundizar, me queda esa forma desparpajada, sencilla y directa con que afrontaba muchas de las circunstancias de su vida que no se puede entender como superficial o desinteresada; por esto quiero quedarme en la segunda, que me parece ejemplifica su talante humano y cristiano: era un Obispo con una conciencia profundamente eclesial. San Ireneo de Lyon escribió hace muchos años: “lo que no se asume no se redime” palabras que son retomadas en el siglo pasado por el concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium Et Spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. Creo que estas dos frases tan llenas de profundidad fueron un faro para el quehacer pastoral de Monseñor Jaime y nos permiten entender su modo tan especial de ser Pastor: Presbítero y Obispo. Él fue un hombre que siempre sintió con la Iglesia, quizá no siempre con la Iglesia institucional, pero si con la Iglesia, con la Iglesia pueblo de Dios, con ese rebaño que la misma madre Iglesia le había encomendado. Fue un obispo que entendió que debía caminar con su pueblo: con los campesinos, con lo sindicalistas, con los líderes sociales, con los empresarios, con las familias, con los niños, y los jóvenes, con su rebaño, siempre pensado en el bien común, en llevarlos a Jesús. El hombre con los pies en la tierra Este modo de ser, insertado en la realidad que había con alegría asumido al aceptar este nombramiento como Obispo de Barrancabermeja, nos permite entender su proceder. Sin duda muchas veces sus opciones no fueron entendidas por muchos —me incluyo— quizá censurada por otros y hasta señalada —también por algunos en el seno de la Iglesia— de peligrosa y por diversos actores armados de derecha de subversiva. Jamás para Monseñor fue esto un problema, él tenía clara su opción profundamente eclesial, que sin lugar a dudas por esa misma convicción que le daba aquel documento del concilio enunciado. Él entendía que al ser Obispo de Barrancabermeja, asumía su historia, sus luchas, sus triunfos y también sus derrotas. Quizá en él podemos comprender esta frase del Papa Francisco que «más vale una Iglesia herida por salir a la calle, que una sana escondida en la sacristía». Monseñor entendía este riesgo. Unos años después en los viajes de regreso al lugar donde se hospedaba cuando participaba en un encuentro en Roma, me soltó una de esas frases lapidarias, pero que en su rostro expresaba todo lo que tenía por dentro: “En ocasiones me siento incomprendido por mis opciones pastorales”. Y guardó silencio. Pero a pesar de esa incomprensión jamás lo vi quejarse, siempre fue un ser humano de acción, de procesos, que era capaz de entender la realidad humana, pero que tenía muy claro su caminar pastoral, su tarea misionera. El hombre místico Una cosa si es clara en la vida de Monseñor Jaime, era un hombre místico, un hombre con una fuerte experiencia de Dios, que lo llevó incluso a colocar su propia vida en riesgo, pero esa experiencia le permitió colocarse siempre en las manos de Dios. Unas palabras del Papa Francisco podrían ayudarnos entender a Monseñor Jaime: “La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás”. Esta profundidad espiritual de Monseñor le dio una característica muy especial como es ser casi un adelantado a su época. Muchas veces me he imaginado a Monseñor Jaime ejerciendo su ministerio episcopal con este pontificado de Francisco. Cuanta alegría le hubiera provocado escuchar a nuestro Papa actual, cuantas veces él nos dijo que era necesaria una renovación de las estructuras pastorales. Cuanto nos insistía en esa tarea evangelizadora que debía emprenderse con alegría, cuanto amor le tenía a la Pastoral de la tierra y la promoción que hizo de esos procesos. Sí, fue un místico con los pies en la tierra, que nos impulsó a hacia una nueva evangelización. El hombre buscador de paz Finalmente, pero no menos importante, fue él un apóstol de la paz, con cuánta pasión hablaba de ello, con cuanta inteligencia creó procesos, dinamizó acciones, provocó estrategias que beneficiaron ese sueño, mejor, comprendía en profundidad que la paz era la mejor apuesta para el desarrollo de los pueblos. Cuánto esfuerzo hizo para dinamizar en el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, cuanto vigor le imponía a la Comisión Diocesana de Vida, Justicia y Paz. No olvidamos sus valientes declaraciones y homilías donde desarrollaba esa idea de construir una sociedad en paz y señalaba valientemente aquellos que se oponían a este sueño compartido. Recordamos como participó en diversas comisiones de diálogo de paz, cuántos diálogos no emprendió con los actores armados, buscando siempre mediar en la consecución de acuerdos de paz que desescalarán la guerra en nuestros territorios. También aquí fue incomprendido, no valorado suficientemente e incluso señalado, lo que le provocó momentos dolorosos y riesgosos a su seguridad física. Nada de eso lo amilanó, al contrario, siempre encontró fuerzas en el Señor para seguir siendo mensajero de la paz, constructor de puentes y el hombre buscador de paz. Gracias Monseñor Jaime + Orlando Olave Villanoba Obispo de Tumaco

Mié 26 Ago 2020

La relación íntima y amorosa del creyente con el Señor brota de la iniciativa divina

VIGÉSIMOSEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Agosto 30 de 2020 Primera lectura: Jr 20,7-9 Salmo: 63(62),2.3-4.5-6.8-9 (R. 2b) Segunda lectura: Rm 12,1-2 Evangelio: Mt 16,21-27 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En la Palara de Dios que se nos propone en este domingo, podemos individualizar tres ideas para la reflexión: • La experiencia de Dios en la vida del discípulo – misionero de frente a su realidad personal y comunitaria. • El verdadero seguimiento del Señor, incluyendo necesariamente la aceptación del auténtico mesianismo del Hijo de Dios, como se le pide a Pedro, debe superar toda idea preconcebida. • La voluntad de Dios se descubre mediante el discernimiento y tiene unas características bien definidas que incluye todo lo que es bueno, agradable y perfecto. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el libro de Jeremías encontramos diversos pasajes en los que el profeta refleja la experiencia de amor de Dios en su propia vida; en ellos el profeta desnuda su corazón y manifiesta sus sentimientos más profundos. Estos textos son conocidos como “las confesiones de Jeremías”, y que los expertos identifican cinco (Cf. 11,18 – 12,5; 15, 10-21; 17, 1-18; 18, 18-23; y 20, 77-18). La primera lectura de hoy es una sección de la quinta confesión en donde Jeremías atestigua la crisis interna que vivió en medio de su ministerio profético, y que, manifestado a modo de salmo de lamentación, refleja un amor herido o, en parte, decepcionado, pero con la certeza de que Yahvé es el Dios de la Gracia. Así, en efecto, el enamoramiento que describe como una seducción, de frente a la reacción de los que lo escuchan, lo convierte en objeto del “hazmerreir” de la gente, por lo que descubre que su mensaje no es lo que él quiere decir, pues al “gritar violencia – destrucción” entra en crisis porque la “palabra del Señor se le volvió oprobio” y su reacción lo induce a desistir de sumisión; pero finalmente experimenta que Dios y su Palabra siempre se imponen como fuego incontenible. El Salmo contiene una de las más bellas descripciones de la relación íntima y amorosa del creyente con Dios; en él se expresa, en efecto, el ardiente deseo de Dios; hay una cascada de acciones que reflejan esta realidad: madrugar, sed, ansia, contemplar, alabar, orar, bendecir, invocar…; todo apunta a señalar que no hay nada como estar con el Señor, unirse y sostenerse en él es saciarse de paz, gozo y alegría sin igual. Pablo es el enamorado de Dios, su vida es el Señor. Como experiencia y fruto y de este amor anima a los romanos y les dice “los exhorto por la misericordia de Dios” y quiere que esta comunidad lo comprenda; no lo mueve otro interés más que el amor. Inicia esta exhortación animando y orientando sobre el verdadero culto espiritual. Pablo, en esta carta, ya ha dicho que el ministerio apostólico es un culto dado a Dios, “Dios a quien tributo un culto espiritual anunciando la Buena Noticia de su Hijo…” (1,9), así se da culto concreto y de ello nace su compromiso por evangelizar, por dar culto a Dios con esa acción concreta, “de ahí mi ansia por llevarles el Evangelio… del cual no me avergüenzo…” (Cf. 1, 15-16). Por ello, Pablo exhorta a ofrecer la vida entera como ofrenda agradable; se trata de aceptar la Buena Nueva y convertirse en comunicador de ella, dar culto espiritual con todo el cuerpo anunciando la Buena Noticia del Hijo de Dios. El evangelio presenta el anuncio de Jesús sobre su sufrimiento, muerte y resurrección. Este primer anuncio de la pasión expresa su mesianismo en unas categorías que no eran las esperadas por el pueblo, el glorioso servicio del Mesías pasa por el doloroso camino del sufrimiento, muerte y resurrección. La reacción no se hace esperar, y Pedro, que no comprende este camino, se expresa diciendo: “¡No lo permita Dios, Señor, eso no puede pasarte!”; de su parte Jesús corrige, primero a Pedro, haciéndole un nuevo llamado a quitarse de enfrente y a colocarse de nuevo detrás de Él, al tiempo que le evidencia el motivo de su error, “pensar como los hombres y no como Dios”; luego la corrección se dirige también a sus discípulos clarificándoles las condiciones de su seguimiento: “negarse a sí mismo”, “cargar la cruz” y “seguirlo”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La relación íntima y amorosa del creyente con el Señor brota de la iniciativa divina; en efecto, Dios conquista al hombre suscitando en él una renovación y transformación de mente y corazón de modo que el que es tocado por esta acción divina ya no se ajusta a este mundo y sus ofrecimientos, sino que busca experimentar este amor que Dios le ofrece. Así el nuevo amado siente que su gozo, alegría y paz es vivir en la presencia de Dios, unido y sostenido por Él. Cuando de verdad el hombre se siente amado por Dios la vida cambia. Cuando esta experiencia del amor de Dios en la vida del creyente se fortalece y, por tanto, no se deja debilitar, el amado pronto comienza a darse cuenta que en esta relación amorosa hay una responsabilidad qué asumir, porque el amor que siente no puede guardarse, sino que, por el contrario, debe anunciarlo, y compartirlo con los demás, para ello Dios llama y concede carismas o responsabilidades sea como profeta, apóstol o discípulo; en términos de hoy, se trata de asumir el compromiso de ser “discípulo misionero” en el contexto del plan presentado por Jesús para el anuncio del Evangelio. Cuando el discípulo se compromete en su ser misionero, pronto comienza a percibir que el camino se hace tortuoso, similar al de Jesús, lo que realmente le exige renunciar a su forma de pensar, a no dejarse conquistar por el mundo; igualmente, ha de tener presente que en su camino diario es necesario el discernimiento para descubrir la voluntad de Dios y hacerla norma de su vida. En estas circunstancias el caminar para el discípulo se torna difícil porque aparecen diversas reacciones negativas de parte de quienes reciben el mensaje, pues no siempre es recibido con agrado, sino que, muchas veces, la actitud es de rechazo, burla, desprecio, indiferencia, lo que hace que, poco a poco, su grado de compromiso y respuesta se convierta en una cruz que, muchas veces, pesa; pueden surgir, entonces, sentimientos de miedo, angustia, frustración al pensar que se estaba mejor sin asumir estos compromisos en el seguimiento del Señor. Toda esta realidad muestra que muchos creyentes, como el profeta Jeremías, preferirían no acordarse más de Dios y, por tanto, callar y no hablar en su nombre o, como Pedro en el evangelio, afirmar que “eso no puede pasar”. Al confrontar, así, la identidad cristiana con los valores y compromisos del evangelio pueden surgir, entonces, las crisis causadas también por las diversas tentaciones a que están expuestos los diversos agentes de pastoral y que interrogan profundamente la vida del creyente. Cuánto exige asumir en la vida diaria el compromiso cristiano y misionero de seguir coherentemente el camino propuesto por Jesús. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, no obstante, nuestros pensamientos, sentimientos y acciones haznos sentir que tu Palabra es fuego ardiente e incontenible dentro de cada uno de nosotros; que siempre tengamos pastores, como Pablo, que nos exhorten sobre el verdadero culto, el compromiso evangelizador y el discernimiento de la voluntad divina para no caer en lecturas fundamentalistas, fatalistas o superficiales del acontecer divino. Señor, queremos reflejar en nuestra vida de discípulos misioneros el auténtico seguimiento, por ello cada vez que erremos en nuestra forma de pensar y proceder, como pasó con la buena intención de Pedro, que nunca nos falte tu misericordiosa corrección; que tus exigentes palabras sean siempre acogidas por nosotros para que nos indiquen el camino a seguir y, como Pedro en su proceso de maduración en la fe, también podamos decir: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Solo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, que alegría poder reunirnos como Iglesia para celebrar nuestra fe. Que vivamos este momento de gracia como momento íntimo de encuentro con el Señor, dejemos que él nos hable al corazón y aprendamos a ser en verdad discípulos misioneros de su gran amor. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, el Señor Dios nos va a hablar, su amor nos conquistará para que nos sintamos amados por él. Escuchemos con atención y dejemos que su amor se arraigue como fuego en nuestro corazón. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre bueno que nos has llamado a tu seguimiento, escucha los sentimientos y necesidades que se gestan en nuestros corazones. Supliquémosle con fe diciendo: R. Mi alma está sedienta de ti, Señor 1. Señor, que tu Iglesia sea fortalecida por hombres y mujeres que con valentía y entrega asuman la misión evangelizadora y que tu gracia nos dé abundantes vocaciones para el anuncio de tu reino. Oremos. 2. Señor, que los gobernantes de los pueblos reconozcan tu acción y se comprometan convenientemente en valorar adecuadamente la dignidad humana, en buscar mayor fraternidad, solidaridad y unión entre los hermanos. Oremos. 3. Señor, que quienes sufren angustias, problemas y enfermedades a causa de la pandemia que nos azota, puedan encontrar en tu palabra y la solidaridad de las personas la ayuda necesaria que fortalezca sus vidas y corazones con la certeza que tu amor siempre los acompaña. 4. Señor, mira con amor esta asamblea y concede a cada uno lo que más le convenga según tu voluntad En un momento de silencio, presentemos nuestras necesidades personales… Oración conclusiva Padre Santo, Acoge misericordioso las súplicas de este pueblo que busca y tiene ansia de tu salvación. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Mié 26 Ago 2020

En tiempos de pandemia obispos de A.L. hacen llamado a Jefes de Estado

Frente a los devastadores efectos que está dejando la pandemia a su paso, las directivas del Consejo Episcopal Latinamericano (CELAM), han emitido una carta dirigida a todos los líderes y gobernantes de América Latina y el Caribe, donde les hacen un llamado a la integración y la cooperación regional, en búsqueda de soluciones a esta crisis sanitaria y socioeconómica que se vive. "Nos preocupa el efecto de la pandemia en las vidas humanas y en la salud de los ciudadanos, en especial de los más pobres. Entre ellos, migrantes, pueblos originarios, campesinos, afrodescendientes, mujeres, personas mayores y niños. También nos duele el aumento de la pobreza y de la indigencia, así como el grave deterioro de la salud mental, que se expresa en la violencia y el miedo que atenta contra la libertad, fundamento de la democracia. Todo ello está menoscabando gravemente el alma de los pueblos de nuestra ‘Patria Grande’", expresan. Vacuna, ética y justicia social Frente a este tema, agradecen los esfuerzos de quienes están haciendo posible para que pronto se tenga la vacuna que ayude en la evacuación del virus, así como a los voluntarios que se ofrecen para probarlas, pero advierten que esta tarea debe ser hecha de forma ética, demostrando que estas vacunas realmente sean seguras. Así mismo, exponen su preocupación en la comercialización de las mismas para que no realicen con excesos, ni se monopolice la producción. "Esa realidad, nos lleva a clamar que se adopten oportunamente las medidas para asegurar que las vacunas estén disponibles para todos, priorizando a los más pobres, quienes han sido los más afectados por la pandemia en nuestro continente y en la humanidad entera. Que no sea el criterio económico el que, una vez más, margine de la salud a los más golpeados por esta crisis sanitaria: los pobres". Una ‘Patria Grande’ fraterna y solidaria Animan a los mandatarios de estos países para que de forma creativa y con la ayuda de los pueblos y la comunidad científica, busquen soluciones que apoyen en la difícil situación sanitaria y socio-económica que afronta esta región, sugiriéndoles que esta actitud positiva sea asumida no solo durante la pandemia sino hacia futuro. "Así podríamos enfrentar también las llamadas enfermedades invisibles, fruto de condiciones socio económicas deficitarias e injustas, que causan más muertes que el Covid-19 y para las cuales la industria farmacéutica no ofrece alternativas o no están en sus políticas de producción, al no ser rentables”. Curar las estructuras sociales enfermas En su mensaje se refieren también a la pandemia socioeconómica, que está afectando a los pueblos de estas regiones, un virus según lo aseguran, que se acentúa de manera circunstancial durante este tiempo de crisis sanitaria. Donde la concentración de la riqueza sigue creciendo en unos pocos y el aumento de los pobres es cada vez mayor. "La pobreza, la injusta distribución de la riqueza, la carencia de adecuada educación, trabajo, vivienda, salud y el deterioro del medio ambiente nos obligan a demandar, más que crecimiento, desarrollo, y un desarrollo humano integral". "La injusticia estructural que afecta a América Latina y El Caribe no es una maldición ni un castigo divino, sino el resultado del “pecado estructural” y del “pecado ecológico”8 que afectan a nuestra región y que debemos superar todos juntos. Urgimos que en las políticas públicas siempre se tenga presente, en primer lugar, a los hombres y mujeres de nuestra tierra y en especial a los más pobres". Comprometidos con la reconstrucción del tejido social Finalmente, manifiestan su compromiso como Iglesia latinoamericana y caribeña en seguir trabajando en la reconstrucción del tejido social, en la protección y defensa de la vida de manera especial por los más vulnerables y excluidos. Este mensaje ha sido suscrito por las directivas del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente; Card. Obidio Pedro Scherer, primer Vicepresidente; Card. Leopoldo José Brenes Solórzano, segundo Vicepresidente; Mons. Rogelio Cabrera López, Presidente Consejo de Asuntos Económicos; y Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro, Secretario General. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 26 Ago 2020

Iglesia anima campaña: “Por nuestros héroes necesitados de Beirut”

La Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre – ACN Colombia y el Exarcado Maronita en Colombia se unen a recaudar fondos para ayudar a las más de 300 mil familias que han quedado sin hogar y sustento básico en Beirut, tras la explosión de más de 27.000 toneladas de nitrato de amonio en el puerto, el pasado 4 de agosto, que dejó a esta ciudad sumergida en una grave crisis. Así lo dieron a conocer este miércoles 26 de agosto, durante una rueda de prensa donde presentaron el panorama de esta dura realidad que padecen las comunidades. “El Líbano te necesita. Después de cualquier catástrofe las personas se despiertan de su choque y hoy 300 mil libaneses se han despertado fuera de sus casas que están totalmente destruidas. Todos necesitamos ayudar, todos podemos manifestar nuestra generosidad. Sé generoso y alegra el corazón de muchas personas que te necesitan” aseguro el Monseñor Fadi Bou Chebl, Exarca Apostólico Maronita para Colombia. Con la campaña “Por nuestros héroes necesitados de Beirut” se espera recaudar 250 mil euros, es decir, $1.122 millones, que se utilizarán para apoyar las necesidades más urgentes del Líbano como paquetes de alimentos de emergencia. Este mismo miércoles, a las 6:00 p.m. a través del canal de YouTube el presidente de ACN Colombia, el Padre Astolfo Moreno y sus integrantes, rendirán un homenaje con música y testimonios a los hermanos de Beirut. En este espacio también participará Monseñor Fadi Bou Chebl, Exarca Apostólico Maronita para Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=DqYiNmi3YF4&feature=youtu.be Hace varios años Beirut estaba sumido en una profunda crisis económica, social y financiera que se agravó por la pandemia y la explosión. Allí apenas hay electricidad y en algunas partes no cuentan con servicio de telefonía e internet; la atención médica pública es limitada, la falta del suministro de servicios básicos y la depreciación de la libra libanesa frente al dólar llevó a que se presentaran protestas. En medio de esta situación, los patriarcados católicos (maronita, greco-católico, sirio-católico, armenio) del Líbano, junto con parroquias e instituciones como Cáritas y las Sociedades Misioneras Pontificias, crearon un comité para ayudar a los cristianos ante el aumento de la inflación y el desempleo; y se elaboró un plan de distribución con suministros de ayuda. La Iglesia sigue al lado de los que más lo necesitan y es por eso que los sacerdotes y religiosas trabajan por mejorar la vida de sus comunidades. Las personas que estén interesadas en hacer sus aportes lo podrán hacer a través de la página de la Fundación Ayuda a la Iglesia que sufre www.acncolombia.org, de Vaki https://vaki.co/vaki/ayudaabeirut; en las cuentas bancarias de ACN Colombia, Davivienda: 004400171387, Bancolombia: 58232682084, Banco Caja Social: 24048190235, Banco Occidente: 53080087-9 y en la cuenta corriente deBancolombia No. 18042479614 a nombre de Nuestra Señora del Líbano Por: Paola Baquero, periodista

Mar 25 Ago 2020

Diócesis de Cúcuta, con la caridad del Papa Francisco ayuda a migrantes venezolanos

La Diócesis de Cúcuta, atenta al fenómeno migratorio que se presenta en la frontera colombo-venezolana, con la ayuda de la caridad del Papa Francisco, este lunes 24 de agosto, ha entregado dos toneladas y media de alimento (panela, arroz, pastas, jugos, harina de maíz, sal y granos), para que sea distribuido entre los migrantes, con la colaboración y ayuda de la Policía Nacional, en los refugios que acompaña esta institución. Las consecuencias de la pandemia de la COVID-19, han obligado a que miles de migrantes venezolanos deseen retornar a su país de origen y se vean ahora sometidos a esperar en improvisados refugios, donde atraviesan diversas dificultades, como la falta de alimentación y hospedaje. Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, ha manifestado que “a pesar de la difícil situación económica que se vive hoy en día, también en nuestra Diócesis, no dejaremos de seguir ejerciendo la caridad con nuestros hermanos migrantes, porque la caridad de Cristo nos urge”. De esta manera, el prelado hizo un llamado a todos los habitantes de esta zona de frontera a elevar una oración al Todopoderoso para que guarde y proteja a las familias nortesantandereanas de la peste y la enfermedad que acecha, e ilumine a los gobernantes para que puedan encontrar la respuesta apropiada a la necesidad que hoy tienen los hermanos migrantes venezolanos. Fuente: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

Mar 25 Ago 2020

Ante las masacres, ¡Sí a la vida!

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Deseo entrar en el tema complejo que nos afecta en estos días, en todo Colombia. Las masacres en las cuales han perdido la vida muchas personas, jóvenes y también adultos. Han sucedido hechos terribles y abominables contra la vida humana, primero entre nosotros en Banco de Arena y la zona rural de Cúcuta, en Campo Dos, Tibú (Norte de Santander), en Cali (Valle del Cauca) y en Samaniego (Nariño). Tristes imágenes aparecen ante nuestros ojos, de tantas vidas humanas sacrificadas inútilmente, unidas al dolor inmenso de sus familias y amigos. También tenemos ante nosotros el gran número de víctimas humanas en el Área metropolitana de Cúcuta, más de 200 desde el inicio del año y la muerte de personas que tienen una figuración o trabajo en el campo social, los llamados líderes sociales que han sido asesinados. Es necesario, desde nuestros espacios, levantar la voz en defensa de la vida humana, de los derechos humanos y fundamentales, el primero el derecho a la vida. No podemos permanecer en silencio ante tantas muertes, ante tantas circunstancias y hechos donde se roba el primer derecho de la persona humana, la vida. La Iglesia defiende y promueve la dignidad de la persona humana, pero sobre todo afirma el derecho a la vida -completa-, es decir desde su concepción hasta la muerte natural. Es la base y el fundamento de todos los demás derechos de la persona humana (cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Vitae, 22.02.1987). Los invito a repasar algunos conceptos, desde nuestra fe, que son importantes y que necesitamos fortalecer, en orden a comprender mejor lo que es la vida humana. El hombre es una creatura salida de las manos de Dios, con una bella figura el libro del Génesis nos enseña que el hombre salió de las manos del Creador, que con sus manos lo modeló a su imagen y semejanza (Gen 1, 26ss). Recibió el hombre de Dios su vida, su fuerza, el espíritu de vida que le anima y mueve (Cf. Gen 2, 7), pero al mismo tiempo este hombre es frágil, limitado en su ser y sus acciones, pues la muerte le ronda, como fruto del pecado y de su opción por no cumplir la voluntad de Dios (Cf. Gen 3, 19ss y Job 14, 7-10). El hombre, como creatura de Dios tiene un fin, una tarea que cumplir y entra en este designio amoroso del Creador (Cf. Gen 1, 11ss). La vida humana es breve, con una figura bíblica – es como un soplo -, como – una sombra- (Job 14, 1; Salmo 144, 1). El hombre hace parte de este plan de Dios, por ello cada vida humana es irreemplazable y, según el deseo creador del Altísimo tiene una tarea y una vocación fundamental, que completará su plenitud en Dios, en la eternidad. El hombre tiene una vocación de infinito y está llamado a vivir en Dios, dice Santo Tomás de Aquino (Ordo ad Deum, S.Th. I-II, q. 4, a. 4). Mirando su origen, su tarea, su dirección y misión en el plan de Dios, nos duelen las muertes de los hombres, es un daño irreparable y que nos afecta. La vida humana es sagrada, es una verdad que conocemos y que tenemos que continuar afirmando siempre, es necesario que respetemos siempre la condición de vida del ser humano. San Juan Pablo II, el gran profeta de la vida en nuestros tiempos nos enseñó: “La defensa de la vida humana es urgente” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae, n 3). En nuestros tiempos, especialmente en Colombia, contemplamos formas inauditas de ataque a la dignidad de la vida humana. En estas masacres que tratamos de rechazar y en otros muchos modos y circunstancias, la violencia, los asesinatos de líderes sociales, de personas de nuestro entorno, el aborto, la eutanasia. No podemos callar ante asesinatos selectivos y de la gran violencia que nos aflige. Por esto, cada noticia que nos llega de muertes, injustas y dolorosas, es motivo de gran preocupación para nuestra comunidad de fe. Tenemos que cambiar la mentalidad y no acostumbrarnos a la muerte, entender que estas vidas son irrepetibles, que cada vida, incluso una sola, tiene un valor absoluto. Uno de los obispos de Cúcuta, Mons. Jaime Prieto Amaya, nos decía una frase que ha quedado como epitafio de su tumba: “Cada vida es irrepetible, cada persona es irreemplazable, cada muerte es irreversible”. La violencia es degradación, este fenómeno que reaparece es un mal síntoma de nuestra realidad social, no es un fenómeno aislado, sino que es signo de la profunda crisis que nos afecta, nos tiene que interrogar profundamente a cada uno de nosotros, a nuestros gobernantes y a todas las instituciones, a cada uno de los miembros de esta comunidad. Vivimos en Colombia problemas sociales muy complejos, fruto de nuestra historia, de la falta de educación y oportunidades, de la falta de la justicia social y que tienen gran incidencia en nuestra comunidad: violencia familiar, narcotráfico, corrupción, grupos ilegales, contrabando, explotación de las personas. A estas duras realidades no podemos unir el desinterés por estas muertes indiscriminadas de personas, fruto de la acción de cualquiera que sea el actor violento. Es un momento dramático donde debemos levantar nuestra voz en defensa de los jóvenes y niños, de los niños no nacidos por causa del aborto, de los ancianos suprimidos con la eutanasia, con los asesinatos del crimen en las distintas ciudades y en nuestro San José de Cúcuta y municipios del área metropolitana. No podemos continuar contando muertos, como cifras estadísticas, en nuestro territorio y en el país entero. Esperamos también la precisa y puntual intervención de las autoridades en la defensa de la vida humana y en el esclarecimiento de estos tristes hechos. Tenemos que reaccionar, levantando nuestra voz y gritando ¡SÍ A LA VIDA! Es la defensa de un derecho fundamental de la persona humana, mucho más para aquellos que tenemos fe y reconocemos que cada hombre nace de la mano de Dios. No podemos agregar a muchas injusticias, a los abusos contra la persona humana por las condiciones sociales de pobreza, la violencia y la muerte. A los violentos, a los que asesinan, un llamado a la conversión y al respeto a la vida humana. Que no falte en este momento una palabra de aliento y de esperanza para las familias de quienes sufren por la muerte de sus hijos, familiares y amigos. San Juan Pablo II nos enseñaba que “Somos un pueblo de la vida y para la vida” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae, n. 6). Es necesario crear una cultura de la vida, donde brille con toda su fuerza el don de la creación de Dios, donde el hombre es el centro, pero también él tiene una gran responsabilidad con el creador, con la creación de Dios. Que todos, respetando nuestras vidas, tengamos la posibilidad de desarrollar ese proyecto que Dios nos ha entregado. ¡SÍ A LA VIDA! + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta