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Iglesia

Vie 21 Ago 2020

Leguízamo: Tiempos de COVID en tierras del olvido

Por: Mons. Joaquín Humberto Pinzón Gûiza - Iniciando la propagación del COVID 19 en Colombia, recibí una llamada de una persona que me dijo: “creo que en esas lejanías donde tu vives ni el COVID llegara”. Una afirmación cruda, que golpea fuerte el oído, pero en parte con mucha razón. Digo en parte con mucha razón, pues desafortunadamente la Pandemia si llegó a estas lejanías, lo que no ha llegado es la asistencia que debía garantizar un estado de derecho como se autodenomina el nuestro. Durante los primeros meses de pandemia como en todo el país vivimos la cuarentena con relativa responsabilidad. Lo que talvez no supimos fue aprovechar ese tiempo para prepararnos con miras a una eventualidad como la que estamos viviendo en este momento. Sin duda las autoridades locales y todas las personas en general estábamos pensando que en estas lejanías sería difícil que llegara la pandemia tal como lo afirmaba la persona que me llamó. Leguizamo es un municipio región, en donde encuentran un punto de convergencia las comunidades el sur del Putumayo, del sur del Caquetá y del norte del Amazonas, de igual manera algunas de las comunidades que habitan la frontera del Perú y del Ecuador. Por esta razón, los servicios de salud se brindan en esta cabecera para muchas personas. No obstante, dicha realidad, contamos con un hospital de primer nivel con pocas posibilidades de ofrecer un servicio adecuado, aun sabiendo que los otros centros con mejores posibilidades se encuentran muy distantes. Cualquier situación que requiera de una atención con mayor complejidad necesariamente se debe remitir, casi siempre a Puerto Asís en una lancha ambulancia a donde se llega después de poco más de 6 horas de recorrido fluvial. En algunos casos, cuando la situación es de mayor gravedad y el sistema sanitario lo permite, se hace la evacuación a través de la avioneta ambulancia, hacia Neiva u otro lugar con mayores posibilidades. Este panorama asustaba y hacía pensar lo peor en caso de tener que afrontar una crisis sanitaria. Algunas personas manifestaban: “¿Qué será de nosotros cuando nos llegue este flagelo? Desde la administración municipal se afirma que se han hecho algunas solicitudes a las autoridades tanto departamentales como nacionales. El pasado 8 de mayo, los obispos de la frontera, de los vicariatos de San José del Amazonas (Perú) y de Puerto Leguizamo Solano (Colombia), escribimos una carta a través de las respectivas nunciaturas apostólicas a las dos cancillerías solicitando la adecuación de los hospitales de la frontera, con el fin de poder ofrecer la atención que requieran las personas que habitan en este territorio amazónico y fronterizo. Desafortunadamente no han tenido eco las diferentes solicitudes. Seguimos constatando la triste realidad de vivir en un territorio estratégico, pero sin ningún interés para las autoridades tanto departamentales como del orden nacional. Al iniciar el mes de julio, la situación cambio para este llamado “jardín exótico del universo”. La pandemia, paso de ser una realidad que veíamos por televisión, a una realidad muy cercana, con rostros propios y nombres concretos. El miedo nos hace temer lo peor. Hoy 27 de julio, según el Instituto Nacional de Salud tenemos en Leguizamo 79 contagios y tres fallecidos. Esto es lo que dicen los datos oficiales ya que en estas lejanías tampoco todos caben en los datos oficiales. En lo que va corrido del mes han muerto más de 30 personas, en su gran mayoría adultos mayores. Se nos están muriendo los ancianos, tal vez no todos por el COVID -19, pero que coincidencia, justo en estos tiempos de pandemia como nunca mueren muchas personas. Los datos serán más dramáticos cuando lleguemos a saber a ciencia cierta la magnitud de la tragedia, o tal vez nunca lo sabremos pues en esta tierra del olvido las cosas se viven así. Hace dos semanas vimos al Señor alcalde Rubén Velázquez, lanzando un S.O.S. a través de la televisión. Después lo oímos por la emisora y la situación no podía ser menos alentadora, el hospital María Angelines está colapsado, de los ocho médicos presentes, cuatro estaban en cuarentena y los otros cuatro extenuados por todo el trabajo, pero sobre todo por la precariedad con la que deben prestar su servicio. Ante tal panorama, la decisión de las personas es no acudir a los servicios sanitarios sino resistir desde sus casas con medicinas tradicionales y caseras. Ayer una persona que estuvo de paso por aquí, me decía: “cuídese y si se enferma no vaya al hospital, pues allí las condiciones son difíciles, es mejor que se ponga a tomar los remedios caseros, por lo menos si muere, está acompañado”. Son palabras desgarradoras, y no se trata solo de la expresión de una persona, es la mentalidad que está manejando nuestra gente ante tanta dificultad, pues en este momento a estas lejanías no solo llego el COVID-19, sino que tenemos una fuerte virosis, un brote de dengue sin precedentes y a esto sumado el hambre que genera la inactividad de la gran mayoría de familias que viven del rebusque. Ante esta dura realidad, es motivo de fortaleza, la confianza en Dios que manifiestan las personas y la resiliencia para afrontar con audacia y creatividad la enfermedad con medios precarios. Por otra parte, preocupa la filosofía con la que la gente toma la situación queriendo vivir como si nada estuviese sucediendo. No obstante, nos acogemos a la sabiduría de nuestra gente reconociendo que lo único que nos queda es ponernos en las manos de Dios y resistir haciéndole frente a esta problemática con lo poco que se cuenta en estas tierras del olvido. Una vez más hacemos un llamado a quienes tienen la responsabilidad de garantizar el derecho de la salud, no sean indiferentes, no nos dejen solos contemplando la muerte de nuestra gente. + Joaquín Humberto Pinzón Gûiza, imc Vicario Apostólico Puerto Leguizamo Solano

Vie 21 Ago 2020

Episcopado informa del fallecimiento de monseñor Antonio Bayter

La comunidad de los Misioneros de Yarumal, han informado que el día de hoy 21 de agosto, descansó en la paz del Señor, monseñor Antonio Bayter Abud, obispo emérito de Inírida. Con sentimientos de esperanza cristiana la Conferencia Episcopal de Colombia, expresa su de cercanía y plegarias a los Misioneros Javerianos de Yarumal, a los fieles de la Iglesia de Inírida y a los familiares del obispo difunto. Al encomendar el alma de monseñor Bayter a la misericordia infinita de Dios Todopoderoso. Biografía: Monseñor Antonio Bayter Abud nació en El Banco (Magdalena) el 8 de octubre de 1933. Realizó sus estudios de primaria en el Colegio Santa Teresa de su pueblo natal, los de secundaria los inició en el Colegio San Francisco Javier también de El Banco y los concluyó en el Seminario Menor del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal. En el Seminario Mayor del mismo Instituto cursó todos sus estudios de Filosofía y Teología. Ya sacerdote adelantó los estudios de especialización en Pastoral de la Espiritualidad en el Centro de Espiritualidad de los Padres Carmelitas en México. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de octubre de 1956 en Yarumal, incardinándose al Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal en el que había profesado el 3 de diciembre de 1952. En el ejercicio del ministerio, se inició en el Vicariato Apostólico de Istmina, hoy Diócesis de Istmina-Tadó, donde desempeñó sucesivamente los siguientes cargos: Vicario Parroquia de San Pablo (1956-1957), Párroco de San Francisco (1957-1958), Párroco en Condoto (1959-1960). Más adelante prestó sus servicios en los centros de formación de los Misioneros de Yarumal, cumpliendo los siguientes oficios: Formador y Ecónomo en el Seminario Menor (1961-1962), Director Espiritual del Seminario Mayor (1963-1966), Rector del Seminario Menor (1967), Rector del Seminario Mayor (1968), Rector del Filosofado (1969-1972); simultáneamente de 1966 a 1972, fue Miembro del Consejo General del IMEY. Después por dos períodos consecutivos (1972-1984), fue elegido y ejercido el cargo de Superior General del Instituto. Como misionero en Ecuador, fue nombrado Párroco de Sayausa­, Arquidiócesis de Cuenca y, al mismo tiempo, Coordinador Regional de los Misioneros Javerianos de Yarumal en ese Periodo (1985-1989). Desde 1991 trabajó en el Vicariato Apostólico de Buenaventura como Tesorero General y a partir de enero de 1995, también como Párroco de la Catedral. El 16 de febrero de 1997 Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Obispo titular de Sucarda y primer Vicario Apostólico del Vicariato de Inírida.

Jue 20 Ago 2020

Dios otorga el poder de atar y desatar

Predicación Orante de la Palabra VIGÉSIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Primera lectura: Is 22,19-23 Salmo: 138(137),1-2a. 2bc-3.6+8bc (R. 80[79],18) Segunda lectura: Rm 11,33-36 Evangelio: Mt 16,13-20 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La liturgia de la Palabra en este domingo nos presenta las siguientes ideas de reflexión: • Dios llama y la respuesta a su llamado implica un compromiso de vida. • Dios otorga el poder de atar y desatar. • El sentido de la misión y de la persona de Jesús: Mesías e Hijo de Dios 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el transcurrir de la historia de cada persona hay dos realidades que caminan juntas: la vocación y la misión, el llamado y la realización, y en ellas está presente la acción de Dios que es quien da la autoridad para vivir y servir al pueblo, además de la estabilidad y la permanencia en la misión. Desde el momento de la llamada de Dios al profeta Jeremías, vemos que lo compromete y, al entender y aceptar este llamado, él lo asume con valentía. La seducción a la que se refiere el profeta es precisamente el sentimiento de quien comprende cuál es el sentido de la misión a la que Dios lo llama. El profeta sabe que la tarea es difícil y complicada, dura y riesgosa, pero el amor por Dios es tan grande que lo compromete a aceptar a costa de todo, hasta de su propia vida; igualmente sabe que la fidelidad y el amor verdadero logran superar todas las dificultades que se le presenten. Así mismo, san Pablo, quien reconoce el llamado especial que Dios le ha hecho para anunciar la buena nueva a los gentiles, admira, alaba y agradece el plan salvador de Dios, quien dispone todo para el bien, tanto de los judíos, como de los paganos. Ante la soberanía y libertad de Dios, quien salva a todos los hombres, Pablo se siente envuelto en su relación de amor con Dios y desea que todos sus destinatarios se identifiquen con la misión y acojan así la voluntad de Dios, que asuman su misma actitud sin importar las consecuencias que se desprendan del compromiso asumido; de ahí que invite a los romanos a entregarse como ofrenda viva y agradable a Dios, hostias vivas, seguros que Él espera a cada uno de sus seguidores para darles el merecido premio al servidor fiel; esto va en consonancia con el Salmo 137, que canta el amor de Dios que perdura eternamente. El evangelio nos propone, en efecto, la escena de la confesión de fe de Pedro y del reconocimiento de la persona de Jesús y su misión, cuando exclama Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Jesús dirige a Pedro una bienaventuranza por esta revelación que ha recibido de Dios sobre su persona y su identidad, y lo confirma con la fuerza divina en la misión de ser Kefas: piedra o roca, sobre la que edificará la Iglesia, pueblo mesiánico reunido por Jesús, contra la que el poder del mal y de la muerte no podrán. Aunque Pedro es ensalzado por esta revelación y confesión, muy pronto Jesús lo reprenderá llamándolo “satanás,” por pensar según la lógica humana y no según los criterios de Dios. La misión de atar y desatar, como expresión de potestad, bajo el signo de las llaves, expresa la plena autoridad que recibe Pedro de Jesús para confirmar a los hermanos en la fe; y, a su vez, expresa la decisión de Jesús de otorgar el poder de atar y desatar a otras personas diferentes de las que, hasta entonces, teniéndolo y no habiéndolo ejercido en bien del pueblo de Dios, por el contrario, lo debilitaron en la fe y la misericordia de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El modo de actuar de Pedro, que presenta el evangelio, manifiesta la grandeza y la debilidad de la persona humana en quien se conjuga lo divino y lo humano; por eso se descubre la necesidad de contar siempre con la fuerza de Dios, porque para comprender y cumplir la tarea que el Señor propone, hay que tener fe, ser valientes y arriesgarse confiados a realizar aquello que el mismo Jesús asumió y cumplió con valentía hasta su muerte en cruz. Y, por encima de todo, Pedro, con su revelación y con su miedo, es presencia visible de Dios y signo de unidad en la Iglesia. El documento de Aparecida nos recuerda que: “La misión del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo tiene una destinación universal. Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos. Nada de lo humano le puede resultar extraño” DA No. 380. De hecho, la violencia de las persecuciones, la muerte cruel, el abandono humano y la entrega total al sacrificio producen en las personas miedos y deseos de huir, por lo que encaminarse por esa senda “es travesía para valientes”; en efecto, las dificultades, el riesgo y el sacrificio que conlleva el seguimiento de Jesús, implica una entrega y un compromiso de vida. Eso es lo que Pedro ve y trata de evitar y por lo que Jesús lo reprenderá. Hoy el Señor nos invita a contemplar, en primer lugar, la forma como hemos asumido nuestra vocación y misión en respuesta al proyecto de vida; luego, a entrar cada uno en su interior y ver los detalles de fidelidad o cobardía en el compromiso de seguimiento del Señor Jesús. De otra parte, también el Señor nos motiva en concreto a que, especialmente en este tiempo de pandemia, analicemos, seamos sensibles y actuemos sin temores en favor de las personas que sufren a causa de los males que son consecuencia de las diversas formas de violencia ejercidas contra los más débiles, la violencia que se vive en los hogares, en el trabajo y en la sociedad. Estas realidades que vivimos deben movernos a solidarizarnos, de uno y otro modo, con los que están necesitados de nosotros para que podamos vivir nuestra vocación y demos respuesta al Señor de la misión que se nos ha confiado de ser constructores de su Reino. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor tu Palabra es vida y alegría en nuestro caminar, es fortaleza y exigencia en nuestra decisión de ofrecer lo mejor que nos has dado, con la seguridad que nos ayudas a ser fieles en la entrega, a obedecer y a administrar bien la autoridad, a reconciliarnos y dar y recibir el perdón que nos ofreces. Danos la fortaleza y la sabiduría para reconocerte, seguirte con fidelidad y entregarnos con amor a acoger, animar y servir a quienes comparten nuestro caminar. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos reunimos para compartir la presencia de Dios en nuestras vidas, para escuchar su Palabra que nos revela la presencia salvadora de Jesús que nos da vida, y para celebrar en comunidad la vida de la Iglesia, en unidad con la persona de Pedro y su representante el Papa Francisco, sobre cuya roca está construida la Iglesia. Dispongámonos para celebrar con fe y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra que vamos a escuchar nos invita a tener una actitud de reconocimiento de la presencia divina y cómo todo procede de Él, también la autoridad y poder, que da a quienes elige para que comprometan su vida en el servicio en bien de la comunidad que cree y espera. Abramos nuestra vida a la luz y misericordia que Dios nos ofrece en su Palabra que ahora se nos proclama. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles. Presidente: Señor, tu palabra nos ilumina para reconocerte como nuestro Dios y Salvador, por eso con confianza presentamos nuestras peticiones al Padre, diciendo: R. Hijo de Dios vivo, escúchanos 1. Por la Iglesia, para que acompañada por tu Espíritu y en unidad con el Papa Francisco, viva en fidelidad a Jesucristo y se sienta siempre reconfortada en los momentos difíciles. Oremos. 2. Por los Gobernantes de las naciones, para que por tu gracia puedan trabajar unidos durante esta pandemia para promover la justicia y el cuidado especial de los pobres y vulnerables. Oremos. 3. Por las familias, Iglesia doméstica, especialmente las que tienen problemas y dificultades, para que encuentren en la Palabra de Dios luz, paz y fortaleza. Oremos. 4. Por los enfermos, de modo especial por los que se encuentran en estado terminal y los que se sienten solos en el final de su vida, para que experimenten tu presencia salvadora y la paz que les ofreces en la compañía de sus familiares y amigos. Oremos. 5. Por todos los cristianos, para que sepamos reconocer tu presencia en los acontecimientos y realidades de la vida cotidiana y demos testimonio de tu amor con nuestras actitudes de vida. Oremos 6. Por nosotros, nuestros familiares, amigos y personas con quienes compartimos nuestra vida y trabajo, para que sepamos seguir sin miedo el camino que nos conduce a reconócete y vivir la inmensa alegría de tu presencia salvadora entre nosotros. Oremos. Oración conclusiva Padre nuestro que nos has revelado a tu Hijo, acoge la oración que te dirigimos confiados en tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

Jue 20 Ago 2020

Obispo de Ipiales pide mayor acción del Gobierno sobre comunidades

Frente al recrudecimiento de la violencia en el territorio nariñense, el obispo de la diócesis de Ipiales, José Saúl Grisales Grisales, ha dicho que es su deber como pastor expresar el repudio por las continuas violaciones de los derechos humanos que se cometen sobre la población. “Es misión propia del Pastor Diocesano hacer suyas las expresiones de repudio por las continuas violaciones a los derechos humanos, recrudecidos en los últimos días con las muertes de varias personas en Samaniego y ahora en el municipio de Ricaurte, en la zona que habita la comunidad indígena Awá”. A través de un comunicado, dejó ver la preocupación por los permanentes atentados que se presentan contra la vida humana y el deterioro de la convivencia social en esta región del país, lo que impide “vivir con alegría, seguridad y dignidad”, precisa. Subrayó que han sido varios los espacios donde la Iglesia y otras organizaciones han puesto de manifiesto estos atropellos contra la población, solicitando de las autoridades municipales y departamentales accionesque “permitan vivir en paz, en esta tierra que la Divina Providencia nos ha regalado”. Mayor atención a los territorios de los Awá En el pronunciamiento, también, pidió a las autoridades revisar lo que está pasando en este territorio ancestral Awá, donde cada día esta comunidad indígena se ve limitada al pleno desarrollo de sus proyectos de vida. “Es urgente se activen medidas de protección por parte de las autoridades nacionales y de los organismos humanitarios, en coordinación con las autoridades indígenas, para salvaguardar la vida y favorecer el cumplimiento de todos los derechos que como personas humanas y como indígenas tienen en la sociedad”. Jornada de oración por la paz del territorio Frente a esta preocupante realidad el obispo ha convocado a toda la comunidad cristiana para que el próximo domingo, 23 de agosto, se unan a una jornada de oración, donde se pida por la paz de esta región y del país. “El Señor nos llama la atención cuando en su Palabra Divina nos pregunta, “¿Dónde está tu hermano?“, porque es responsabilidad de cada uno hacerse prójimo de quien está a su lado y velar por su bienestar, alertando a las autoridades cuando tenemos conocimiento de situaciones que atenten contra la vida y la paz”. Finalmente, expresó a las familias de los fallecidos en el municipio de Samaniego, como a las autoridades de la organización indígena Camawari, su saludo de cercanía y manifestación de seguir trabajando como Iglesia por el bienestar de las comunidades. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 20 Ago 2020

Iglesia en Bolívar vivirá vigilia de oración por el fin de la pandemia

Inspirados por la letra de la canción "En tus manos Señor", este sábado 22 de agosto la diócesis de Magangué, ubicada en el departamento de Bolívar, estará adelantando una jornada de oración para pedir el fin de la pandemia. El obispo de esta Jurisdicción, monseñor Ariel Lascarro Tapia, ha dicho que será una vigilia para pedir del Señor la salud de todos los enfermos de coronavirus y suplicar la fortaleza y templanza de médicos, enfermeras e internistas de los hospitales que atienden esta emergencia sanitaria. "Ese día nos uniremos en la gran vigilia de oración ofreciéndole al Señor nuestras vidas, todas las parroquias del sur de Bolívar estarán unidas para implorar de Dios su misericordia", afirmó. La jornada que será virtual iniciará a las 10:00 a.m. con una conferencia ofrecida por el padre José Mario Bacci, Superior de los Eudistas, con el tema "El discipulado en los Evangelios sinópticos" y luego a partir de las 6:00 p.m. se continuará con momentos de oración y alabanza, pidiendo a Dios el don de la vida y la salud de toda la comunidad. Este momento de alabanza estará también animado por el padre José Manuel Beltrán, paciente recuperado del covid-19, quien aprovechará este momento para reiterar su agradecimiento a Dios y a cuantos oraron por él durante su convalecencia. La jornada se transmitirá a través del portal web de la diócesis www.diocesismagangue.org también podrá ser seguido por las redes sociales de la Jurisdicción: Facebook, Instagram y el canal de YouTube.

Mié 19 Ago 2020

Fundación Populorum Progressio avanza con ayudas para América Latina y el Caribe

La difícil crisis generada por la pandemia del COVID-19 no fue obstáculo para que el Consejo de Administración de la Fundación Populorum Progressio celebrara su reunión anual, por supuesto, de manera virtual, en la que, además de analizar la situación de Latinoamérica y el Caribe frente a la pandemia del coronavirus, de entre un número significativo de solicitudes, aprobó 138 proyectos de desarrollo social, haciendo énfasis en aquellos que tienen por objeto contribuir a mitigar a corto y mediano plazo los efectos de la crisis y que provienen de comunidades y lugares muy necesitados. A estos proyectos hay que sumarle otros 30 de ayuda alimentaria, que están en ejecución, los cuales fueron aprobados de manera extraordinaria por el Consejo de Administración en el mes de junio, en respuesta a una solicitud del Papa Francisco y en cuanto la Fundación hace parte de la Comisión Vaticana COVID-19 que el Papa pidió al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, crear en colaboración con otros Dicasterios de la Curia Romana y otros organismos, para expresar la preocupación y el amor de la Iglesia por la entera familia humana ante dicha pandemia. En total son 168 proyectos provenientes de 23 países de Latinoamérica y el Caribe. La reunión que se realizó del 29 al 31 de julio fue presidida por Mons. Javier Del Río Alba, Arzobispo de Arequipa (Perú) Presidente del Consejo de Administración. Participaron el Vicepresidente del mismo Consejo Mons. Óscar Urbina Ortega, Arzobispo de Villavicencio (Colombia) y demás miembros, Mons. Murilo Sebastiao Ramos Krieger, Arzobispo-E de San Salvador de Bahía (Brasil), Mons. José Luis Azuaje Ayala, Arzobispo de Maracaibo (Venezuela), Mons. EduardoMaría Taussig, Obispo de San Rafael (Argentina) y Mons. Segundo Tejado Muñoz, Representante del Dicasterio. También miembro del Consejo y, aunque no pudo participar directamente en la reunión, el Cardenal Chibly Langlois, Obispo de Les Cayes, Haití evaluó y envió el reporte de los proyectos provenientes de Centro América y el Caribe. De igual manera participó el equipo operativo del Secretariado de la Fundación. Por su parte el Cardenal Peter K.A. Turkson, Prefecto del Dicasterio y como Presidente de la Fundación, también se unió a la reunión, dando un mensaje de agradecimiento e invitando a todos a continuar trabajando con entusiasmo y dedicación en favor de tantas personas que requieren de nuestra ayuda en estos momentos difíciles. Muy significativa fue también la participación del Secretario del Dicasterio Mons. Bruno-Marie Duffè, quien en su mensaje insistió en que “no se trata de prepararnos para el futuro, sino de preparar el futuro”, citando al Papa Francisco y que “la caridad de la Iglesia tiene que ser un testimonio de fe y de esperanza, y la solidaridad nos tiene que ayudar a pasar del miedo a esa esperanza”. Como es costumbre en esta reunión anual, activamente participarón representantes del Comité para las Intervenciones Caritativas a favor del Tercer Mundo de la Conferencia Episcopal Italiana, el cual financia la mayor parte de estos proyectos. De igual manera, hubo representantes de Cross Catholic Outreach que desde el 2018 financia un número significativo de etas iniciativas. Una especial acogida se le brindó al coordinador de proyectos para América Latina de Manos Unidas quien por primera vez hace parte de esta reunión con miras a establecer un trabjo conjunto entre la Fundación y está institución que es orientada por laicos y que tanto bien hace en todo el mundo. No menos significativa fue la presencia del Pbro. Paulo César Barajas, de la Arquidiócesis de Guadalajara, México quien por muchos años ha trabajado en el Dicasterio y colaborará con la Fundación. Ante la magnitud de la crisis que vivimos, estos proyectos pretenden ser un signo de la caridad del Papa, a la vez que un llamado a todos los cristianos y personas de buena voluntad a incrementar la práctica efectiva de la caridad y la solidaridad, buscando que en esta pandemia “nadie se quede atrás”, según nos invita con insistencia el Santo Padre. La Fundación Populorum Progressio Fue creada por el Santo Padre Juan Pablo II el 13 de febrero de 1992, empeño asumido en vísperas de la conmemoración del V Centenario del inicio de la Evangelización del Continente Americano. Se trata de la continuación, bajo una nueva forma, de un fondo que el Papa Pablo VI había instituido en el año 1968 en su visita a Colombia. Al crear la Fundación, el Santo Padre invitaba a la Comunidad Internacional, a las instituciones y a las personas de buena voluntad a duplicar los esfuerzos en favor del desarrollo integral de las poblaciones indígenas, campesinas y afrodescendientes de América Latina. Esta Fundación financia cada año el mayor número posible de proyectos mediante los cuales favorece el desarrollo integral de las comunidades más pobres. Las ayudas se reciben gracias a la generosidad sobre todo de los católicos italianos, canalizada a través de la Conferencia Episcopal de ese país, así como de donativos recibidos de otras personas y organismos eclesiales.

Mar 18 Ago 2020

"El horror de la guerra en distintas regiones sigue pisoteando la vida humana"

Con estas palabras el arzobispo de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, se pronunció mediante un comunicado rechazando enfáticamente las masacres cometidas en los últimos días contra jóvenes en Cali y Samaniego (Nariño). Dijo que estos hechos ponen de manifiesto la guerra que se sigue librando en varias regiones del país. “podemos estar con ‘tapabocas’ pero no podemos callar ante la creciente violencia que se enseña contra nuestros pueblos, como un monstruo destructor que crece en nuestro País”. El prelado observó que es imposible callar ante el hostigamiento y la presión despiadada que cometen los grupos armados, atentando así contra las comunidades rurales y urbanas, coartando la libertad de los pueblos, estas acciones, dice el arzobispo, generan una anticultura de muerte y de miedo. “No podemos callar ante grupos que torturan a campesinos, indígenas, afrocolombianos, a hombres y mujeres. No podemos callar ante las amenazas y asesinatos de reincorporados en el proceso de paz, no podemos callar cuando fuerzas macabras pretenden destruir a sangre y fuego la esperanza de los colombianos”. En su declaración evocó un mensaje del papa Francisco de este año para la Jornada Mundial de Oración por la Paz “En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana. Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo”. (Papa Francisco, 1 de enero 2020). Frente a este llamado del Papa y al referirse al recrudecimiento de la violencia que azota al país, clamó de manera especial por el fin de la guerra que se libra en regiones como el Chocó, en el Valle del Cauca, en el Cauca, en Nariño, en el Putumayo y en toda la región Amazónica, en Arauca y en los llanos, en el Catatumbo, en el Magdalena Medio, en el Bajo Cauca Antioqueño, en Córdoba, en Urabá. Así también el llamado vehemente fue para pedir por la paz en las ciudades y en los campos. “En medio de la pandemia llamamos a un cese al fuego, llamamos a combatir unidos contra el narcotráfico, llamamos a la reconciliación social, política, económica y ecológica”. Por último, hizo una invitación a todos los líderes del país a trabajar unidos e implementar una cultura del diálogo veraz, responsable y fraterno. “No permitamos que crezca la perversión de nuestras relaciones sociales, no permitamos que crezca el miedo recíproco que nos obliga a vernos como enemigos, no nos encerremos en eternas polémicas estériles mientras los más pobres en nuestras regiones y en las periferias de nuestras ciudades quedan abandonados a la indiferencia total, a la muerte como noticia que llega y simplemente pasa. Necesitamos un pacto ciudadano por la paz, por la vida y la reconciliación”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mar 18 Ago 2020

Reflexiones éticas sobre la enfermedad (I)

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En estos días donde continuamente hacemos referencia a la enfermedad y al dolor, por la pandemia que nos afecta, desearía dedicar una pequeña reflexión a la condición del hombre, a su realidad corporal, a la dimensión espiritual y también a algunos elementos morales y éticos que esta situación nos presenta. “Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2, 7). Este texto de la Sagrada Escritura nos relata la creación del hombre, que salió de las manos de Dios, que le dio “forma” del polvo de la tierra y le dio el “soplo de la vida”, y por tanto se constituyó en un ser viviente. Esta bella figura, pone a Dios como un alfarero, que, con el polvo de la tierra, con una bellísima forma del lenguaje, explica la creación del hombre y su ser mismo. Los dedos del Creador moldearon al hombre y le dieron su ser, pero especialmente, le entregó su “Espíritu”, su alma que da vida y lo constituye en imagen de Dios. El Supremo Creador, “le insufló” vida, (Gen 2, 7). El alma está unida al cuerpo, haciendo al hombre “imagen de Dios”. Esta forma de comprensión del hombre, que con un nombre técnico en la filosofía cristiana es llamado el “hilemorfismo” es fundamental para entender qué es el hombre, cuál es su misión, su futuro, la razón de su ser. El hombre, en el bello relato del Génesis, se separa de la voluntad de Dios por el pecado, ello lo llevó a vivir las limitaciones propias del cuerpo, de su condición humana y corporal (Cf. Gen 3, 1-24). Si bien el hombre es parte de la creación, recibió un particular interés y condición, que le hace diverso a las demás realidades creadas (materiales y animales). Fue Dios mismo quien le dio su forma y su ser, y unió inexorablemente el alma y el cuerpo. Si queremos comprender al hombre, tenemos que entenderlo como una creatura de Dios y que tiene en Dios su fin, que Él, como Creador le dio una misión particular en el jardín del Edén, en la Tierra. Son muchos los tipos y formas de comprender la vida humana, muchas las lecturas que desde las ciencias humanas se hacen del hombre. Son distintos los acentos, las formas de subrayar, una u otra dimensión. Hay muchas formas para entender al hombre, pero hoy especialmente tenemos muchas antropologías (estudio sobre el hombre) que dejan de lado su dimensión espiritual, lo leen sin hacer referencia al alma. El hombre, como creatura de Dios, posee unas capacidades intelectuales, de comportamiento, de lenguaje, de relación y de interacción con otros seres como él; pero también tiene las limitaciones biológicas propias del cuerpo que ha recibido. En él hay una unidad fundamental, establecida de forma particular por Dios (de este tema da una explicación hermosísima Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica en la Primera parte, cuestión 42 y siguientes. S. Th. I, q.42, q. 44). Hoy tenemos en nuestra cultura, en pleno siglo XXI, grandes tentaciones para leer al hombre desde la sola dimensión de su cuerpo, como realidad biológica, reduciéndolo a la mera expresión de sus sentidos o de su corporalidad. Es claro que en nuestro tiempo hay también grandes retos, pues se quiere separar al hombre de su condición espiritual y trascendente, en la comprensión de la vida del hombre. Aquello que aparece delante de nuestros ojos, es la sola corporalidad, las sensaciones y la expresión sensorial de los sentidos. Esta dimensión ha sido resaltada por el fortalecimiento de una lectura meramente “erótica” y de bienestar del hombre, que nuestra sociedad defiende al realizar casi un “culto al cuerpo y a su belleza”. Son muchas las formas de expresar el bien del hombre, pero muchos lo limitan a las condiciones meramente corporales. En las antropologías de nuestro tiempo, en las formas de comprender al hombre, se ha marcado y subrayado la condición corporal, muchos otros han marcado también la condición social del hombre, el aspecto social de relaciones y de interacción entre los hombres (antropología social y cultural). Algunos marcan las relaciones o conciencia del hombre sobre sí mismo, reduciendo la antropología al estudio de la realidad de su mente, de su sicología. Precisamente, las situaciones que nos trae la historia de la humanidad en estos días, con la enfermedad causada por el COVID-19, nos ha mostrado en toda su fuerza la condición frágil de la persona humana, pero, sobre todo, la lectura limitada que se hace de su condición y de su realidad, donde los pacientes son contados como números: contagiados, fallecidos, recuperados. Las graves consecuencias de la enfermedad que ataca la raza humana, ha recordado a los hombres todos de mundo, sin distinción de sexo, raza, edad, condición social, religión, lengua, procedencia, las limitaciones de la corporalidad del hombre. Es la clara afirmación de nuestra limitación corporal. Esto fue notorio en otras épocas de la humanidad, pero a historia reciente, los avances de la ciencia nos habían dado mucha seguridad y confianza en las capacidades científicas y tecnológicas de las cuales disponíamos. Los antiguos, en la escuela griega de COS, donde enseñó Hipócrates, aleccionaban que la naturaleza del cuerpo es el inicio de su ser. Al afrontar el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, la muerte de personas queridas, tenemos que enfrentar con mucha claridad las tentaciones que podemos tener, al reducir al hombre a esta mera lectura de tipo corporal. El hombre no es sólo parámetros biológicos, olvidándonos de su dimensión espiritual y de la integralidad de su ser. Somos seres espirituales, trascendentes, tenemos que mirar a Dios y fortalecer elementos espirituales en nosotros. Tenemos sed del Dios vivo (cf. Salmo 42, 2). De esta manera el hombre trasciende la mera dimensión humana y busca a su Creador, a través de valores y metas espirituales. Nuestra condición corporal, nuestros sentidos y realidad biológica son la puerta para entrar en relación con el mundo (Gabriel Marcel, Homo viator, 1944), pero no podemos olvidar la dimensión espiritual. Cuando en estos momentos trágicos de la humanidad, tenemos más de 600 mil muertos, 16 millones de contagiados y muchos enfermos graves, todos queremos conservar la salud. No podemos reducir la vida a la condición óptima del cuerpo. No es sólo el bienestar físico del hombre, es también su bienestar espiritual, también mental y social. Tampoco podemos pensar que el único elemento de lectura de esta realidad es el económico, donde se hace primar el bien de la economía y de los negocios, al bien del hombre, de la comunidad humana. Esta triste realidad tiene que traer una nueva y responsable lectura de la vida del hombre. Estos son momentos para una profunda vida espiritual, dando un gran valor y respeto a la vida humana, al valor infinito que posee. A cualquier costo, incluso económico, debe sostenerse la vida de todos y cada uno de los enfermos y no puede ahorrarse en este campo. Son muchos los esfuerzos que se hacen en este momento, pero no podemos dejar a nadie sin asistencia y ayuda. Son fundamentales los valores morales y religiosos en nuestra realidad. Para comprender los retos de esta enfermedad, tenemos que mirar los altos valores espirituales del hombre. Tenemos que agradecer a quienes están entregando su vida en esta emergencia, los que han muerto por acompañar y cuidar a los enfermos (me refiero al personal médico y sanitario, a los que responsables de esta crisis, en primera persona han pagado con su vida). Acompañemos espiritualmente a los enfermos con nuestra oración y vida espiritual. Ojalá Dios nos conceda rápidamente poder volver a tener al pueblo de Dios en las celebraciones de la Eucaristía. Oremos a la Santa Madre de Dios, Salud de los enfermos, por todos los que padecen enfermedad y por los que sufren. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta