Jue 21 Mayo 2020
Evangelizar es convertir todo cuanto carece de esperanza en vida
Primera Lectura: Hch 1,1-11
Salmo: Sal 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)
Segunda Lectura: Ef 1,17-23 /
Evangelio: Mt 28,16-20
Introducción
Los textos que la liturgia sugiere para esta solemnidad de la Ascensión del Señor, son una evocación de la experiencia que la comunidad apostólica vivió en la comprensión de la dimensión misionera presente en su experiencia con el resucitado. Por ello, tres ideas pueden ser consideradas centrales en la reflexión de la palabra de este Domingo.
• La importancia de la figura de Teófilo, nombre que traduce, “el amigo de Dios”, pues a él se dedica el texto de los Hechos de los Apóstoles y a lo mejor, aquel personaje, puede ser una evocación del llamado que el cristiano experimenta en su vocación de permanecer en constante encuentro con el Señor.
• San Pablo, el apóstol de los gentiles, en la carta a los Efesios, le recordará de nuevo a la comunidad el valor de tener a Cristo como centro de la vida comunitaria.
• El llamado misionero de Jesús a su comunidad apostólica, presente en el texto del evangelio de Mateo, se recalcará en el envío misionero y la asignación de la tarea que, los seguidores de Cristo, tendrán en el cumplimiento de la vocación que tiene la Iglesia de evangelizar por mandato divino.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La redacción del libro de los Hechos de los apóstoles, es atribuida a un reconocido, sistemático y hombre que antes de escribir, respeta las fuentes y ante todo, organiza con rigor y método los acontecimientos que narrará en un evangelio que tiene dos partes. Lucas el médico sirio, compañero de Pablo, cultivado en el ambiente griego; es el responsable de la redacción del prólogo que se proclama en la primera lectura, en este domingo, y que, al mejor estilo del autor, presentará la forma que ha sido su método de redacción. Sin embargo, la idea que estará de fondo marcando el trasfondo de la reflexión, está centrada en la manera en que cronológicamente, Lucas resaltará el momento de la Ascensión como el acontecimiento fundante en la vivencia que los apóstoles tienen de amor por su Señor.
De esta manera, el texto contendrá una acción que presentará a Jesús, instando y enviando a vivir, a la comunidad, bajo el impulso del Espíritu Santo y la experiencia de tener los pies en la tierra y la mirada en el cielo, es por ello que, el mismo evangelista lo planteará con la interrogación a los apóstoles en el momento de la Ascensión: -“Galileos ¿Por qué permanecen mirando al cielo?”-, el cuestionamiento es una evocación de los relatos en los que los mensajeros de Dios, se presentan como los portadores de una noticia que desacomoda a los receptores del mensaje.
San Pablo, por su parte, en su carta a los Efesios, le recordará a la comunidad, el valor que tiene el recibir de parte de Dios, el Espíritu de sabiduría y de revelación, para poder hacer que en todo aquello cuanto se hace, la marca de Cristo esté presente. De esta forma Pablo, instó a los cristianos a mantener la presencia del resucitado presente en todas las obras, pues todo el que ama al Señor, con el don de la sabiduría, procederá prudentemente en sus obras y de esta manera podrá reflejar en su vida y con sus actos, la presencia del Dios vivo y presente en su vida.
El texto del evangelio de Mateo en su capítulo final, se ha convertido en el pasaje titular en la comprensión de la dimensión misionera de la Iglesia. Las palabras del mandato misionero presente en esta perícopa, han transcendido la comprensión de la identidad de la comunidad creyente. La fuerza del envío de Jesús a sus discípulos debe seguir retumbando en el corazón de los seguidores del Señor. El imperativo categórico de “vayan al mundo entero”, es la carta de presentación de aquellos que, desde su testimonio de vida, muestran con sus gestos y actos, la presencia, viva y resucitada de Dios mismo en la vida. Pero al tiempo que Jesús ordena el envío misionero, hace también una promesa, y es aquella de permanecer y estar hasta el fin de los tiempos, con aquellos a los que ha enviado. Este recuerdo de la figura paternal de Dios, se prolongará en el alma y corazón de la comunidad eclesial hasta nuestros días.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La liturgia de la palabra de este domingo, es una evocación a la importancia que tiene en la vida del cristiano, la misión de evangelizar con la vida y las obras. Al estilo de Francisco de Asís que enviaba a sus hermanos a evangelizar, con la consigna clara de predicar el evangelio, evitando las palabras.
Es así como, portar el evangelio es mostrar con la vida, la existencia de un Dios que es amor; por tanto, la tarea que la Iglesia vive es aquella que el mismo papa Francisco ha insistido desde el inicio de su pontificado que se centra en vivir el dinamismo de una Iglesia en salida, aquella que llega hasta las periferias geográficas, pero, ante todo, transforma, con su testimonio de amor, las periferias existenciales.
Por tal razón, celebrar la solemnidad de la Ascensión del Señor es, recordar la misión que tiene la Iglesia de evangelizar con los pies en la tierra, es decir, con la conciencia clara de la manifestación de Dios por medio de los signos de los tiempos. Como creyentes, todos los cristianos, están llamados a dejar que sea Dios quien, con su Espíritu, transforme las situaciones deshumanizadoras de la sociedad. En medio de la desesperanza del mundo, el cristiano está llamado a ser un faro en la oscuridad, el cual ilumine con su luz la vida de tantos hombres y mujeres que, en el mundo, han perdido el rumbo, y se aferran a falsas esperanzas, quizá por la poca fuerza de testimonio que los creyentes deben darle a la sociedad.
Los galileos mirando al cielo hoy, son todos aquellos que olvidan que la fe está llamada a verse reflejada en las obras de amor y misericordia por los otros, por el prójimo y en especial por los más necesitados de nuestras comunidades eclesiales.
Por tanto, evangelizar es convertir todo cuanto carece de esperanza en vida, es renovar el compromiso de reflejar con el amor, que Dios está vivo y que su presencia, se encarna en los dolores, alegrías, tristezas y demás vicisitudes de la vida. La comunidad cristiana que se siente enviada por Jesús a evangelizar, sale de la comodidad de su fe y se compromete con las acciones que le ayudan a reconocer la presencia de Dios en la carne sufriente, pero, ante todo, en la fe esperanzadora del discípulo que, mirando al cielo con los pies en la tierra, regresa a Jerusalén, consciente de la cruz a la que no debe rechazar, porque ya hace parte de su existencia.
3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
La comunidad de fe vive del envío que el Señor mismo les hace a sus apóstoles. Por tanto, dispuestos a acoger el don de la sabiduría, le suplicamos al Señor que la promesa que le hizo a sus seguidores haga parte de la esperanza que mantiene viva la vocación a la que él mismo llama a la Iglesia. Por esta razón, la comunidad eclesial permanentemente abre su corazón a la escucha del mensaje de liberación y renovación que ha dejado el resucitado.
De este modo, acoger el don de Cristo ascendiendo al cielo, es un signo de comunión con la misión de la Iglesia, pero al tiempo, es compartir el destino y la prolongación de la acción de Dios presente en medio de la comunidad con su promesa de estar hasta el fin del mundo.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Sería oportuno hacer hoy el rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial, al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058.
2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45).
3. Esta solemnidad tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. El Prefacio es propio de la solemnidad; y si se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio para esta Solemnidad de la Ascensión del Señor.
4. Conviene favorecer un momento de sagrado silencio después de la comunión para alabar a Dios en el corazón y darle gracias (Cfr. OGMR 45).
5. Recordar que en este día se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sería recomendable tener presente el mensaje el Papa.
6. Invitar a la comunidad a mantenerse en espíritu de oración en la novena de preparación para la solemnidad de Pentecostés.
7. Tener presente que el domingo, 31 de mayo, es la Solemnidad de Pentecostés. Sería muy importante preparar y celebrar la Vigilia de Pentecostés en un ambiente de oración, de encuentro eclesial de todos los grupos apostólicos de la parroquia, resaltando que con la fiesta del Espíritu Santo se concluye el tiempo pascual.