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Iglesia

Mar 16 Jun 2020

El amor de Dios encuentra su máxima expresión en el amor de Cristo

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 19 de junio 2020 Primera lectura: Dt 7,6-11 Salmo: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+10 (R. cf. 17) Segunda lectura: 1Jn 4,7-16 Evangelio: Mt 11,25-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El amor de Dios al pueblo de Israel es un amor gratuito y fiel que espera fidelidad. • El amor de Dios es ágape, amor de donación que se anticipa al amor humano. • El amor de Dios encuentra su máxima expresión en el amor de Cristo, manso y humilde de corazón que, sacrificado en la cruz con el costado traspasado por la lanza, refleja el amor de Dios que atrae a todos hacia sí. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la lectura del libro del Deuteronomio se nos habla del amor que Dios manifiesta al pueblo, un amor que se hace realidad en la elección libre y gratuita de Israel como el pueblo de su propiedad, un pueblo consagrado a Dios, separado de todo lo profano. Esta predilección por Israel no reside en sus capacidades o en su grandeza sino en el amor gratuito y libre de Dios que se dona y se entrega a su pueblo elegido y se mantiene fiel al juramento que había hecho a Abraham y su descendencia. Que el pueblo sea elegido por Dios, no puede considerarse como un mérito propio o fruto de su conquista humana sino por la gracia de Dios que se dona libremente a su pueblo amado. Dios le ha demostrado al pueblo que es parte y propiedad suya, de modo que lo ha rescatado de la esclavitud del enemigo para hacerlo un pueblo libre entre los demás pueblos. Esta demostración del amor de Dios exige del pueblo una respuesta que se destaque entre los demás pueblos, por eso, el pueblo debe responder confiando y adorando en exclusividad a Dios como el único Dios vivo y verdadero. El pueblo debe reconocer que todavía no ha dado la respuesta que Dios espera y ha pecado dando culto a otras divinidades, por eso, no debe olvidar su identidad y recordar todo lo que Dios ha hecho demostrándoles su amor exclusivo y fiel. A pesar de la infidelidad del pueblo, Dios permanece fiel y mantiene la promesa y la palabra dada a los antepasados. En la lectura de la primera carta del apóstol San Juan, se nos recuerda que Dios es amor, con esa afirmación se describe una característica esencial de Dios, pero no se trata de un amor cualquiera, es un amor que se dona y se entrega totalmente, buscando el bien del hombre. La mayor prueba de ese amor de Dios la encontramos en la entrega de su Hijo en la cruz, ya que allí se puede demostrar y palpar lo que es el amor auténtico, un amor que se dona hasta la entrega total sin reservarse nada para sí. Así, podemos conocer a Dios, porque él nos ha amado primero. El amor fraterno es consecuencia del amor que Dios le ha dado al hombre, ya que de la misma manera que hemos sido amados, así también debemos amarnos unos a otros. El hombre no puede decir que ama a Dios sin amar a sus hermanos, pues la forma más concreta de mostrar el amor a Dios es en la vivencia del amor fraterno. En el Evangelio, Jesús se dirige al Padre para manifestarle su cercanía y la intimidad con él mediante la oración que expresa un acto de profunda confianza donde se manifiesta la gratitud del Hijo hacia su Padre, porque se revela a la gente sencilla y humilde de corazón que sabe acoger con docilidad el mensaje de salvación. Esta expresión es al mismo tiempo un rechazo a la incredulidad de los maestros y expertos de la ley, que, por ser demasiado apegados a la letra, no han querido aceptar la novedad que Jesús les quiere comunicar en la ley nueva del amor. Esta revelación de Jesús como el Hijo amado la ha hecho el Padre y, mediante la voz salida de la nube en el momento del bautismo y en la transfiguración nos ha pedido que lo escuchemos y que acojamos su Palabra, ahora es el Hijo que se manifiesta como enviado del Padre y solamente lo reconocen los pequeños y sencillos que están dispuestos mediante la humildad y la mansedumbre a aceptar su yugo suave y su carga ligera que no es como la carga pesada y onerosa que imponían los fariseos mediante los preceptos de la ley, sino que es el yugo suave del amor. Y ese amor de Jesús está simbolizado hoy en su corazón traspasado por la lanza, un corazón que ama y no pide otra cosa, más que amor. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús venimos a adorar este misterio de Nuestro Señor Jesucristo representado en su Divino Corazón, que es una manifestación del amor de Dios a la humanidad, un amor que se entrega totalmente buscando el bien de los seres que ama. Es un amor que lleva a Dios a elegir y a congregar a su pueblo santo, que en el pasado fue Israel y ahora, en esta etapa de la historia, es la Iglesia congregada por el Espíritu. De ella formamos parte todos los bautizados que fuimos rescatados a precio de la sangre de Jesucristo en la cruz y simbolizada en el amor del Corazón de Jesús, ese Corazón que tanto ha amado a los hombres y no ha recibido sino desprecios e ingratitudes, tal como lo expresó el mismo Jesús a Santa Margarita de Alacoque. Nosotros, como pueblo santo y elegido de Dios, debemos corresponder a ese amor de Dios, reparando de modo especial por tantas ofensas que causamos al Amor Divino, cuando no sabemos retribuirle y lo despreciamos con nuestro pecado. El amor de Dios que se entrega pide que también nosotros nos entreguemos de la misma manera amando a nuestros hermanos como él mismo nos ha amado. En estas circunstancias especiales que vivimos de confinamiento, no debemos olvidarnos de manifestar nuestro amor a los más cercanos, a los de casa, pero también a los que sufren y viven en situaciones difíciles por causa de la pandemia. El amor que nosotros debemos dar como respuesta al amor de Dios, debe ser un amor ágape, es decir, sin reservas que nos lleve a buscar el bien de todos. Cabe recordar las palabras de Santa Teresa de Calcuta: “debemos amar sin reservas hasta que duela”, es decir, hasta la entrega total a ejemplo del amor de Dios que se entregó completamente en su Hijo que nos dio la máxima prueba de amor en la entrega de la cruz. El amor de Dios es un yugo suave que nos une a Cristo, por eso, nos pide humildad y mansedumbre para entender la necesidad de donarnos y entregarnos por amor a nuestros hermanos. Ese es el auténtico amor que hace libres y da alegría y sentido a la vida del hombre. En esta solemnidad del Sagrado Corazón, podemos recordar una comparación con la actividad biológica del corazón: en el corazón de Cristo también se dan los mismos movimientos del corazón humano para amar y dejarse amar, esto es sístole, para congregar y recoger, ya que Cristo con su amor nos congrega como su pueblo y nos atrae hacia él para que experimentemos su cercanía y su amor que nos acompaña y nos nutre de modo especial en la Eucaristía; y diástole, porque nos impulsa y nos envía, ya que, del mismo modo que él nos ha amado, también nosotros somos discípulos y misioneros de su amor a la humanidad a través de obras concretas de misericordia con nuestros hermanos. En esta solemnidad del Sagrado Corazón vivamos con alegría la invitación que nos hace Teodoro de Mopsuestia “Mi yugo es suave porque ofrece a todos el perdón de Dios, y mi carga es ligera porque no impone una multitud de leyes, sino que otorga decisiones libres y voluntarias amando como Dios y dejándose atraer y amar por él (Cf. TEODORO DE MOPSUESTIA. Fragmentos sobre el Evangelio de Mateo, 67). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy pedimos al Señor por la humanidad entera y por nuestra patria Colombia consagrada al Divino Corazón. Que Dios nos conceda caminar como Iglesia peregrina en una única barca, la de Pedro, para amarnos unos a otros como él nos ha amado, que nos dé un corazón manso y humilde como el suyo para ser artesanos de la paz y la reconciliación, que nos otorgue un corazón generoso y entregado para no olvidarnos de los hermanos que sufren en medio de la pandemia que azota a la humanidad. También suplicamos por los sacerdotes para que sigan anunciando la Palabra y llevando el bálsamo del consuelo y el perdón en el sacramento de la reconciliación, y nutran al pueblo con el sacramento de la Eucaristía; pedimos para ellos fortaleza en medio de la adversidad para seguir siendo instrumentos de la misericordia en medio de la humanidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, agradezcamos que nos haya acogido y congregado en su corazón para ser su pueblo santo. Hoy el Señor nos llama a perseverar en la fe, a guiar el paso de los pueblos por senderos paz, especialmente en nuestro país, donde la paz se ve perturbada por tantos hechos de violencia y muerte. Hoy podemos renovar nuestra plena confianza en el inmenso amor que Dios nos ha manifestado en Cristo: un amor que es inigualable e inagotable. Jesús nos amó hasta el extremo y nos sigue amando a pesar de nuestras debilidades. Nos toca corresponder a ese amor con una entrega también amorosa y sin condiciones. Participemos con fe y alegría en esta Eucaristía, misterio del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Monición a la Liturgia de la Palabra Las lecturas de hoy nos proponen un itinerario por la historia de la salvación, toda ella signada por el amor infinito y fiel de Dios hacia la humanidad y plenificada en el misterio pascual del Hijo, Cristo. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos nuestras oraciones al Padre, que es rico en misericordia, y que nos ha mostrado su amor a través del corazón de su Hijo. Digamos confiadamente: R. Padre que nos amas, escúchanos 1. Por el Papa, la Iglesia y sus Obispos, para que el Señor los acompañe y le guíe en la difícil tarea de pastorear a los pueblos con amor y sabiduría. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que comprendan bien su misión y dediquen todo su esfuerzo a lograr el bienestar y la prosperidad de todas las personas, especialmente los más necesitados. 3. Por nuestro país, para que el Corazón de Cristo, guíe sus pasos por el camino de la paz, el bienestar y la prosperidad de todos sus habitantes. 4. Por los enfermos de cuerpo y alma, para que, en el Corazón de Jesús, encuentren el consuelo y la sanación que sólo Dios sabe dar. 5. Por nosotros aquí reunidos en esta celebración, para que sepamos ser instrumentos en manos de Dios y llevemos con alegría y esperanza su mensaje de amor y reconciliación a nuestras comunidades. Oración Conclusiva Padre compasivo y bondadoso, acoge benigno nuestras súplicas que confiadamente te presentamos, por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

Mar 16 Jun 2020

El riesgo no dicho del distanciamiento social

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Que no se interprete el título de esta reflexión como una oposición o desconocimiento de la importancia y necesidad de esta norma para la prevención del Covid-19. Todo lo contrario. Reitero la urgencia del cuidado personal y colectivo para que “la velocidad del contagio del coronavirus” disminuya y cada individuo ni contagie ni sea contagiado. Uno de los riesgos es que con el pasar del tiempo lo que dicen las palabras “distanciamiento social” se haga más radical y nos deshumanice. Durante la cuarentena adquirió especial auge el uso de la tecnología con las redes sociales y la virtualidad, como forma de comunicarnos y de establecer una nueva forma de relaciones humanas. Numerosas son las plataformas a través de las cuales se hacen reuniones, se dan clases, se hacen negocios, y hasta se reza. El Papa Francisco llamó la atención sobre el peligro de “acostumbrarnos” a esta nueva forma de encuentro. Por otra parte, los profesionales de la sicología y la sociología describen el miedo con el cual las personas se relacionan con los otros. Lo llaman “síndrome de la cabaña”. De amigos, colaboradores, clientes, se pasa a ver en el otro un presunto contagiado, un peligro de enfermedad, etc. Es una reacción aparentemente normal, por el incremento de noticias e informaciones de todo tipo: Que el Coronavirus o Covid-19 tiene origen animal, que fue producido en un laboratorio y que por error se difundió, que son las antenas de la nueva tecnología 5G el que lo produce, que es una estrategia para consolidar el nuevo orden mundial, que es una forma de depurar la población, haciendo que mueran los ancianos y los que tienen morbilidades o enfermedades graves, que es un desarrollo o mutación de otros virus como el ébola, el chikungunya o el VIH, que es un castigo de Dios, que es la venganza de la naturaleza por el daño que el ser humano le ha hecho, que está en todas partes, que la vacuna está muy cerca, y un largo etc. que lo único que genera es temores, soledades e incertidumbres. ¿Y quién tiene razón? Si la expresión “distanciamiento social” se normaliza como estilo de vida, se corre el peligro de dejar de ver en el otro al hermano, al conciudadano, a la persona con la que igualmente estamos llamados a hacer parte de la casa común. Wilhelm von Humboldt dice que “en el fondo, son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida”. Y es cierto. Por eso la mejor expresión, que recoge el mismo objetivo del cuidado de contagio, podría ser “distanciamiento preventivo”. La expresión distanciamiento social, literalmente hablando, lleva de manera inconsciente a la separación, al egoísmo, a la ruptura con el otro, al ver al otro como lejano y no como prójimo (próximo). La “nueva normalidad” de la vida, orientada a la “reinvención” en todos los campos ha de tener en cuenta, como dice Stephen Covey, que “la tecnología reinventará los negocios, pero las relaciones humanas seguirán siendo la clave”. Eso no se puede perder. Es también importante tener en cuenta lo que el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate del 2009 afirmó: “la sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos” (n.19). Es un llamado de atención siempre actual. Jesús hizo de su cercanía, de su proximidad a todos, una fuente de salvación, de curación. Él tocaba a los leprosos, untaba los ojos de los ciegos con saliva para devolverles la vista, tomaba de la mano a los enfermos y paralíticos, levantó a los que decían que estaban muertos. Y al dejarse tocar curaba a quienes tenían esta oportunidad. La cercanía con prevención, hace que el otro se sienta persona, importante, valorado, y no que se sienta como un enemigo o un intruso. Es mejor apropiarnos del término “distanciamiento preventivo” como una forma de evitar el contagio, pero a la vez de cuidar al otro. No me distancio del otro por miedo, sino por amor y respeto. Porque no quiero hacerle un posible daño, me distancio del otro. Pero ese distanciamiento es físico, no espiritual. Será temporal no definitivo, porque, confiando en Dios, los abrazos, los besos, los aplausos, los cantos, los bailes, el compartir fraterno en el deporte y en la oración comunitaria volverán a ser la rutina de la verdadera normalidad. El ser humano está llamado naturalmente al encuentro, a las relaciones que consolidan el afecto, la solidaridad y el amor. Por eso, al menos por ahora, practiquemos con responsabilidad el distanciamiento preventivo. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Lun 15 Jun 2020

En camino a la reapertura de los templos

El pasado domingo 14 de junio, el Ministerio del Interior expidió el Decreto 847 por el cual se modifica el Decreto 749 del 28 de mayo de 2020. A manera de síntesis, en esta nueva reglamentación se pueden observar los siguientes puntos: Establece la vía jurídica para la promulgación del acto administrativo que permita el desarrollo del pilotaje de reapertura de templos en Salamina (Caldas) y Aguazul (Casanare), que se pondrá en marcha esta semana. Habilita a los alcaldes de los municipios NO COVID-19 del país para que tramiten ante el mismo Ministerio del Interior la autorización para la reapertura de los templos y centros de culto. En todo caso, por cuanto concierne a la vida y misión de la Iglesia Católica, se tendrán como base los lineamientos de bioseguridad que ya fueron aprobados por el Ministerio de Salud y Protección Social, con los ajustes que resulten del pilotaje. En cuanto a la lista de los municipios NO COVID-19, ésta se actualiza diariamente y se puede consultar en el siguiente link: https://d2jsqrio60m94k.cloudfront.net, bajo el título: “Municipios con y sin casos confirmados de COVID-19” El episcopado colombiano ha venido disponiendo cuanto es necesario para que la reapertura de los templos católicos en el país responda adecuadamente tanto a la vivencia de la fe en las celebraciones litúrgicas con la participación física de los fieles, como a los cuidados que se deben guardar para proteger la salud y la vida de los mismos fieles y de la comunidad en general. En diálogo con monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), pudimos conocer más detalles de los pasos que se vienen avanzando, junto con el Gobierno Nacional, en la gestión conjunta de reabrir los templos para celebraciones presenciales de los fieles, siguiendo los debidos protocolos de bioseguridad y contando con la disposición colaborativa de las autoridades locales, así como con la de obispos, sacerdotes y comunidad de creyentes. Periodista CEC: ¿Qué falta para que la prueba piloto se ponga en marcha? Mons. Álvarez: Falta un acto administrativo del Ministerio del Interior, según lo permite ahora el Decreto 847. Confiamos que este acto administrativo se expida esta misma semana, para dar vía libre a la experiencia piloto en Salamina y en Aguazul. Periodista CEC: Una vez inicie la prueba piloto en las dos poblaciones escogidas, ¿cuánto tiempo durará ésta? Mons. Álvarez: Nosotros hemos pedido al Ministerio del Interior que fije un plazo de término para la prueba piloto. Todavía no se ha dado una respuesta exacta a esta solicitud. Periodista CEC: Según el Decreto 847, son los alcaldes de los municipios NO COVID-19 quienes van a tramitar ante el Ministerio del Interior la reapertura de los templos en sus territorios. ¿Cómo será esa reapertura? ¿Se abrirán a la vez todos los templos de cada población NO COVID-19 o, si es un proceso escalonado, qué se tendrá en cuenta? Mons. Álvarez: Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay un proceso para esto. Los alcaldes deben tramitar la autorización ante el Ministerio del Interior, certificando en primer lugar que su municipio es no COVID. El Ministerio le dará curso a esas solicitudes. La autorización se pedirá para las diversas confesiones de fe que haya en cada municipio. Los protocolos que se acreditarán, en el caso de la Iglesia católica, son fundamentalmente los que ya ha aprobado el Ministerio de Salud para el pilotaje, a los cuales, sin duda, se le harán ajustes según el resultado de la experiencia. Periodista CEC: ¿Qué le corresponderá al párroco adelantar ante la alcaldía municipal? Mons. Álvarez: Se pide a los párrocos que estén en permanente contacto con las autoridades locales y con las secretarías de salud, en lo que se refiere al manejo general de la pandemia y a todas las medidas que se vayan tomando, también para este punto concreto de la reapertura de templos, siempre siguiendo las orientaciones y directrices de los obispos u ordinarios diocesanos. Se aclara, que los sacerdotes no tienen que acreditar un protocolo distinto del que ya ha sido revisado por el Ministerio de Salud. Desde la Conferencia Episcopal informaremos oportunamente de eventuales ajustes a los protocolos, que resulten de la evaluación de la prueba piloto. Periodista CEC: Teniendo en cuenta que los lineamientos de bioseguridad presentados por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) al Gobierno Nacional, ya fueron aprobados por el Ministerio de Salud y Protección Social, recordemos de manera general en qué consiste la propuesta de la Iglesia católica en cuanto a estos protocolos. Mons. Álvarez: Reitero que el Ministerio de Salud ha aprobado los protocolos para la reapertura de templos en Salamina y en Aguazul. Estos lineamientos son fundamentalmente los que se aplicarán para la reapertura de los demás templos, una vez se surta la experiencia piloto. Ya hemos hecho del conocimiento de todos los obispos del país estos lineamientos para que se vayan preparando, en espera de la autorización necesaria. Periodista CEC: Muy importante su aclaración. Ahora sí, en líneas generales, coméntenos en qué consisten los protocolos presentados por la CEC al Gobierno Nacional para la reapertura de nuestros templos católicos. Mons. Álvarez: Hay, sobre todo, unas medidas muy importantes para el ingreso, el control de aforo, el distanciamiento social, la desinfección para estar en los templos; aparecen también unas medidas para tener en cuenta durante las celebraciones litúrgicas con el fin de cuidar la participación devota y digna de los fieles; también contemplamos unas medidas para el momento de salida de las iglesias. Periodista CEC: Ante esta situación de reapertura de nuestros templos, ¿cuál es el mensaje de la CEC para los sacerdotes y los fieles católicos? Mons. Álvarez: Hemos venido viviendo una situación distinta y nueva, como lo ha repetido el Papa Francisco. Esperamos que, paulatinamente, los fieles puedan regresar a los templos para celebrar nuestra fe cristiana. Y hay que hacerlo con pleno sentido de lo que significa en nuestra vida la celebración de la liturgia y la vida de la comunidad ¿Qué quiero decir con esto? Que la vuelta a los templos debe convertirse para nosotros en un renovar y fortalecer nuestra relación con Dios y con los hermanos, y para asegurar en nuestras comunidades una profunda espiritualidad litúrgica. No se trata simplemente de abrir los templos y cumplir unos protocolos. Es necesario cumplir todas las medidas de bioseguridad, por el bien de todos, pero no podemos caer en el riesgo de “celebrar sin espíritu”. Quiero enviar un mensaje muy especial a los sacerdotes para que tengan muy presente que ahora deben preparar mejor las celebraciones. Lógicamente se trata de preparar bien las medidas para evitar la propagación del virus, pero no nos olvidemos de la preparación espiritual, interior, de las disposiciones que pide la liturgia misma, de lo necesario para que sacerdotes y fieles, celebren de verdad el misterio de la fe cristiana y puedan recibir la gracia propia de los sacremntos.

Vie 12 Jun 2020

La voz del Pastor | 14 de junio de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio segúnSan Juan 6,51-58

Vie 12 Jun 2020

Una pastoral familiar activa en tiempo de pandemia

Durante la primera se mana de junio de 2020 se reunió de manera virtual el equipo nacional de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), presidida por monseñor Édgar de Jesús García Gil, donde se analizó y compartió el accionar de esta dependencia en tiempo de pandemia. Algunos de los aspectos positivos que se fueron dando en este espacio de diálogo, fue el resaltar el fortalecimiento que en muchos hogares se ha ido dando durante este tiempo de confinamiento, es decir más diálogo y compartir de tareas entre sus miembros; otro aporte ha sido el aprendizaje que en familia se ha generado sobre las realidades tecnológicas. Pero también, se tocó el tema de la violencia intrafamiliar, que, según informes ha ido creciendo por cuenta del encierro, al respecto los asistentes resaltaron la tarea que algunas Iglesias Particulares han ofrecido a las familias, como líneas telefónicas disponibles para el acompañamiento y escucha de las víctimas; creación de espacios virtuales de apoyo a las familias con un equipo interdisciplinario de sacerdotes psicólogos y parejas, estos, reciben cada 8 días un proceso de formación y actualización virtual. “La comisión de familia se ha fortalecido y organizado para apoyar estas situaciones, y ha evidenciado la necesidad de dar inicio a procesos de formación virtual a más agentes de la pastoral familiar, con el fin de acompañar las necesidades de las familias”, señala un mensaje ofrecido por el Comité. Por otra parte, al hacer un balance de lo que ha marcado el Mes de la Familia, que finaliza este próximo 14 de junio, y que fue propuesto por el departamento de Matrimonio y Familia de la CEC y la Comisión Nacional de Matrimonio y Familia, se informó que las jurisdicciones al respecto han desarrollado las catequesis interactivas sugeridas por esta Institución, compartiendo fotos y videos de los trabajos adelantados. “Las familias que se han integrado a la celebración del mes de la familia solicitan no dejarlos solos y que se extienda el número de temas motivando a las familias a formarse en nuevos temas de actualidad como depresión, cansancio del encierro. Esta situación ha servido para enfocar y desarrollar el trabajo de familia porque están todos juntos para ser evangelizados”, señalan. Como fruto de esta reunión se avanza en las siguientes acciones: La creación de un centro de escucha familiar donde se desarrollen habilidades de escucha y se ayuden a matrimonios en crisis; alianzas con el Dr. Armando Duarte especialista en familia y residente en México y la doctora Carolina Barreto especialista en educación en casa, para el desarrollo de procesos de formación; y finalmente, se continuará de manera virtual el acompañamiento a los delegados diocesanos de la pastoral familiar.

Vie 12 Jun 2020

En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros

Primera lectura: Dt 8,2-3.14b-16a Salmo: 147,12-13.14-15.19-20 (R. cf. Lc 1,53) Segunda lectura: 1Co 10,16-17 Evangelio: Jn 6,51-58 Introducción La fiesta nace con la finalidad de proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Presencia permanente y substancial más allá de la Misa y que es digna de ser adorada en la exposición solemne y en las procesiones con el Santísimo, que desde su origen comenzaron a celebrarse y que han llegado a ser verdaderos monumentos de la piedad católica. Este es el día de la Eucaristía en sí misma, ocasión para creer y adorar, pero también para conocer mejor este misterio a partir de las oraciones y de los textos bíblicos propios de esta celebración. Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado "hasta el fin" (Jn13,1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros (cfGa2,20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor: «La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (Juan Pablo II, CartaDominicae Cenae, 3) «La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, "no se conoce por los sentidos, dice santo Tomás, sino sólopor la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios". Por ello, comentando el texto de san Lucas 22, 19:"Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros", san Cirilo declara: "No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Salvador, porque Él, que es la Verdad, no miente"» (MF18; cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 75, a. 1; San Cirilo de Alejandría,Commentarius in Lucam22, 19). Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El sacramento del pan es prefigurado en el maná del desierto, alimento providencial para el camino. En la primera lectura, el maná es entendido, no sólo como el remedio del hambre real que los israelitas padecieron en el desierto, sino como la expresión de una fidelidad permanente de Dios. Es un signo de que Dios no se desdice nunca de sus promesas. El maná pasará a ser un signo-promesa para la época central de la salvación. Cada vez que el pueblo lo recoge y se alimenta de él, debe experimentar la presencia solícita de su Dios y la apertura a un futuro más esplendoroso. El Salmo de este día es un himno que nos propone un canto de acción de gracias por la paz y la prosperidad de Jerusalén, y, sobre todo, por haberle dado el Señor la Ley por la que se distingue de todas las naciones, y que es prueba de la predilección divina por Israel. Pablo nos exhorta a vivir la «comunión»; comunión entendida como intimidad, unión. Su efecto principal es la unión íntima con Jesucristo, como han subrayado los Santos Padres: «¿Qué es en realidad el pan? El Cuerpo de Cristo. ¿Que se hacen los que comulgan? Cuerpo de Cristo» (S. Juan Crisóstomo,In 1 Corinthios24,ad loc.). Las palabras de Pablo nos enseñan la verdad fundamental sobrela Eucaristía: La presencia real de Jesucristo, cuando afirma que es la comunión del Cuerpo yla Sangredel Señor. «En este divino sacrificio, que enla Misase realiza, se contiene e incruentamente se inmola aquel mismo Cristo que una sola vez se ofreció Él mismo cruentamente en el altar dela Cruz(cfr. Hb 9,27) (...) Una sola y la misma es, en efecto, la víctima, y el que ahora se ofrece por el ministerio de los sacerdotes, es el mismo que entonces se ofreció a sí mismo en la cruz, siendo sólo distinta la manera de ofrecerse» (Conc. de Trento,De SS. Missae sacrificio, cap. 2). El evangelio de esta fiesta nos presenta el célebre discurso de Jesús sobre el Pan de Vida. Jesús se presenta como el pan bajado del cielo, pero, a diferencia del maná que también bajó del cielo, el que Jesús ofrece no vale para quitar el hambre fugaz y momentánea, sino un hambre más honda: del corazón. Jesús viene como el Pan definitivo que el Padre envía, para saciar el hambre más profunda y decisiva: el hambre de vivir y de ser feliz. Su Persona viva es el Pan que el Padre da. Comer este Pan que sacia todas las hambres significa adherirse a Jesús, entrar en comunión de vida con Él, compartiendo su destino y su afán, ser discípulo, vivir con Él y seguirle. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El pan de vida es el pan eucarístico, es decir, la carne, el Cuerpo de Jesús. Así la Eucaristía nos remite a la encarnación de la Palabra de Dios, Cristo Jesús, y al sacrificio de su vida en la cruz. Ambos extremos, que encierran su existencia en la tierra, constituyen el misterio de abajamiento y auto humillación del Hijo de Dios. Cristo, a pesar de su condición divina, se rebajó a sí mismo y tomó la condición de esclavo, sometiéndose a la muerte de cruz por obediencia al plan del Padre, que era la salvación del hombre pecador a quien, no obstante, Dios ama. Por eso, Dios lo exaltó sobre todo lo que existe, glorificándole en su resurrección como Señor de la creación entera. La Eucaristía es el memorial de la Cena del Señor, la nueva pascua que expresa la nueva alianza. Una alianza nueva requiere y crea un nuevo culto; es decir, una relación de Dios con la humanidad, y del hombre con Él por medio del Cuerpo sacrificado y de la Sangre de Cristo derramada como sacrificio por amor y salvación de los hombres, convocados por Dios a su familia y asamblea que es la Iglesia. En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo. La Eucaristía es el centro de toda la vida cristiana. A través de ella nos vamos consolidando como comunidad fraterna, porque comulgamos juntamente con otros. Recibimos elCuerpoeucarísticode Cristo, para que vayamos siendo cada vez más claramente elCuerpo eclesialdel mismo Cristo. Como dijo Pablo a los cristianos de Corinto: «Siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan". "Somos" (un cuerpo, una comunidad) porque "participarnos». Así, la Eucaristía nos va constituyendo como comunidad. La Eucaristía no sólo nos llena de consuelo y nos comunica la vida del Resucitado. También, nos une a Cristo: ¡Somos su cuerpo!, por lo tanto, nos une a nuestros hermanos. Él siempre estuvo en medio de la comunidad dándose a los demás; Él es quien en la Cruz se entrega por todos, y, ahora en el sacramento de la Eucaristía, se sigue dando y nos llama a nosotros también a darnos. Si comemos "el Cuerpo entregado por ustedes", en nuestra vida debemos ser cada vez más claramente signos suyos y constructores de fraternidad. No podemos separar nuestro "sí" a Cristo del "sí" al hermano. La misión de la Iglesia continúa la de Cristo. Por tanto, la Iglesia recibe la fuerza espiritual necesaria para cumplir su misión, perpetuando en la Eucaristía el sacrificio de la cruz y comulgando el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así, la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la Evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres en Cristo y, en ÉL, con el Padre y con el Espíritu Santo. Hoy debiera ser un día para salir a las calles y hacer un tributo público a nuestro Señor, para adorarlo y caminar con Él. Pero la situación de emergencia sanitaria que afecta al mundo, nos lo impide. Sin embargo, no estamos impedidos por esta pandemia para asumir nuestra condición de adoradores desde la intimidad de nuestro corazón, quedándonos en casa. Ante todo, nosotros somosun pueblo que adora a Dios. Adoramos a Dios que es amor, que en Jesucristo se entregó a sí mismo por nosotros, se entregó en la cruz para expiar nuestros pecados y, por el poder de este amor, resucitó de la muerte y vive en su Iglesia. Nosotros no tenemos otro Dios fuera de este. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hagamos nuestras estas palabras de santo Tomás de Aquino, ante Jesús Sacramentado: «Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte». Mientras adoramos con todo nuestro ser su presencia real en la Eucaristía, presentemos cada hombre y mujer de nuestra gran familia humana, con todas sus intenciones y necesidades, especialmente aquellos más necesitados de su Misericordia, para que en el transcurso de su vida se abran a su amor y dejándose encontrar por Él en la Eucaristía, transformen su vida y las nuestras, en la medida que nos va uniendo a Él en un solo Cuerpo. ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!

Jue 11 Jun 2020

En tres años, Casa de Paso en Cúcuta entregó más de 3 millones de raciones

La Diócesis de Cúcuta celebra por estos días los tres años de apertura de la Casa de Paso ‘Divina Providencia’, que ha entregado más 3.530.520 raciones de alimentos. Este un lugar inició como una olla de caridad, por iniciativa del obispo de esta Iglesia Particular, monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, y se convirtió en la vivencia profunda del Evangelio y los valores que inspira la Palabra. En este sitio se demostró que “la caridad de Cristo nos urge” (2 Cor 5, 14), siendo una obra que se edificó con el anhelo de ayudar a los hermanos migrantes venezolanos y colombianos retornados, gravemente afectados por una crisis social, económica y política, proveniente del vecino país de Venezuela. En la Casa de Paso ‘Divina Providencia’ durante casi tres años, miles de personas necesitadas a diario recibieron permanente acompañamiento espiritual; una alimentación balanceada; atención médica, así como la entrega de medicina; atención psicosocial y jurídica gratuita, con el apoyo de profesionales voluntarios. Para cumplir con estos servicios, la Iglesia Católica de Cúcuta estuvo permanentemente apoyada por el Papa Francisco, los cucuteños, empresas, organizaciones internacionales como: Programa Mundial de Alimentos (PMA); Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); Cáritas Internationalis; Adveniat; Cáritas Colombia; Cáritas Española; la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos; Conferencia Episcopal Española; y la cadena radial española COPE. Gracias a la generosidad de estas personas de buena voluntad y organizaciones, en el primer año de funcionamiento se entregaron 421.400 almuerzos, atendiendo diariamente a 1.500 migrantes. Para el segundo aniversario, se llegó a la cifra de 1.500.000 raciones entre almuerzos, desayunos y “repeles”, para entonces, ya llegaban 5.000 personas cada día, donde se les daba prioridad a los niños, mujeres embarazadas y adultos mayores. A sus casi tres años de servicio, el 13 de marzo de 2020, la Casa de Paso sumaba 3.530.520 raciones de alimentos, en esta fecha tuvo que cerrar sus puertas, cumpliendo con las normas dadas por el gobierno nacional, debido a la pandemia del coronavirus (COVID-19). El padre José David Caña Pérez, coordinador de la ‘Divina Providencia’, manifiesta que desde el cierre, “en la medida de lo posible se ayuda en las parroquias, con caridad, con mercados que llegan a través del Banco Diocesano de Alimentos”. En Cúcuta, la Iglesia ha sembrado caridad, esperanza y fraternidad, el padre David explica que estas virtudes y valores se continúan evidenciando con acompañamiento espiritual y material en las diferentes comunidades parroquiales, ya que en medio de la dificultad “en que estamos todos”, no se ha desamparado al más necesitado. En este día especial, recordando el 5 de junio de 2017, Monseñor Víctor Manuel Ochoa, saluda con gratitud a los colaboradores, voluntarios, “personas que con gran corazón nos han ayudado”, expresa el señor Obispo y asegura que aunque no se está trabajando directamente en la Casa de Paso, “la caridad sigue viva y esperamos poder nuevamente buscar las formas de ayudar a los hermanos migrantes de Venezuela”. Como un signo de esperanza, el padre David Caña, gracias a la contribución de benefactores, se prepararon 300 almuerzos, que con el apoyo de voluntarios, fueron llevados a distintos sectores, donde se presenta mayor cantidad de personas en condición de calle o con limitados recursos para cocinar en sus viviendas. De esta manera, se celebró el tercer aniversario de la Casa de Paso ‘Divina Providencia’ en la mañana de este viernes 5 junio, brindando un almuerzo completo a hermanos necesitados. La entrega se realizó en los siguientes lugares: Vía Pamplona (60 almuerzos); Anillo vial, vía La Parada (60); semáforos del centro de Cúcuta (60); parque Lineal (60); redoma de la cárcel Modelo (60). La Diócesis de Cúcuta, continúa siendo testigo de la caridad de Cristo en la frontera. Fuente y fotos: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta

Mié 10 Jun 2020

Nuevo Arzobispo de Bogotá tomará posesión de su sede episcopal

Este jueves 11 de junio, en ceremonia eucarística el nuevo Arzobispo Metropolitano de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, recibirá de manos del Nuncio Apostólico, monseñor Luis Mariano Montemayor, el palio episcopal que indica que se convierte en el quadragésimo primero, primado de Colombia en ocupar este cargo. Siguiendo los protocolos de bioseguridad establecidos ante la pandemia por coronavirus (Covid-19), el acto litúrgico que se realizará a las 9:30 a.m. en la Catedral Primada de Colombia, contará con un grupo reducido de acompañantes, entre los que se encuentran el cardenal Rubén Salazar Gómez, los obispos auxiliares de Bogotá, monseñor Luis Manuel Alí Herrera y monseñor Pedro Manuel Salamanca Mantilla​, y algunos presbíteros miembros del Colegio de Consultores. Esta ceremonia será transmitida por el canal Cristovisión, así como por los medios digitales de la arquidiócesis de Bogotá, de varias jurisdicciones del país y de la Conferencia Episcopal de Colombia. Cabe recordar que el pasado 25 de abril el Papa Francisco nombró como nuevo arzobispo de Bogotá y primado de Colombia a monseñor Luis José Rueda Aparicio. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ver noticia del nombramiento[/icon]