Pasar al contenido principal

Iglesia

Lun 1 Feb 2016

La virgen de la Candelaria en Medellín

Por: Mons. Ricardo Tobón: En el comienzo de la Iglesia, San Lucas destaca la figura de María. En el cenáculo, al lado de los Apóstoles están presentes algunas mujeres, pero sólo se recuerda por su propio nombre la madre del Señor. Esta presencia está vinculada a la perseverancia de la comunidad en la oración (cf Hech 1,13). En el inicio mismo de la comunidad cristiana está María, como miembro eminente de la Iglesia, impulsando la vida de oración, de fraternidad y de apertura al Espíritu Santo. Hay un contraste entre esta presencia y actuación de María cuando la comunidad de Jesús empieza a caminar y la discreta participación que tuvo durante la vida pública de su Hijo. Ahora está ella “con los hermanos de Jesús” (Hech 1,14) como llevándolos a que, cumpliendo la voluntad de Dios, pasen de ser su familia natural a ser parte de su familia espiritual (cf Mc 3,34). Lucas, al parecer, quiere mostrar que algo de la presencia del Hijo glorificado permanece en el rostro y en la actitud creyente de su madre. María aparece en Pentecostés no sólo como madre de Jesús, sino también como madre de la Iglesia. Ella ora con la comunidad, la conforta abriendo su corazón para que contemple las maravillas de Dios en ella, la llama a vivir la fidelidad al Señor, la dispone a tener un solo espíritu, la forma en la generosidad constante para realizar el plan de salvación. La relación entre María y la Iglesia, desde el principio, es fascinante y es un medio para vivir con fe profunda y renovada alegría el seguimiento de Cristo. Podemos decir también que desde el comienzo de la evangelización, hace ahora 400 años, en este Valle de Aburrá ha estado presente la Santísima Virgen María. Así nos lo sugiere la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria que, desde entonces, ha acompañado y presidido la vida religiosa y civil de nuestra comunidad. En esta venerada imagen tenemos, ciertamente, un signo de la cercanía y de la actuación de la Madre de Jesús, desde el principio, en medio de nosotros. Los invito a todos, sacerdotes, religiosos y fieles a que, con motivo de la fiesta de nuestra Patrona, revivamos la experiencia del cenáculo para “perseverar en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la Madre de Jesús”. Entremos en la escuela de la Virgen para que aprendamos a ser una Iglesia diocesana más contemplativa y más misionera. Que con ella contemplemos la gloria de la divinidad que resplandece en el rostro de Cristo (Jn 1,14.18). Que con ella, también, salgamos todos sin miedo a evangelizar. Una Iglesia contemplativa que responde a los grandes desafíos de este momento configurándose más con Cristo, participando más vivamente de su misterio, asumiendo en serio la vocación a la santidad que brota del Bautismo. Esta no puede ser una Iglesia que vive de exterioridades y de programaciones intrascendentes. Como María tiene que entrar en el drama de la redención y desde allí decir un “sí”, al precio que le cueste, a los designios de Dios. Es hora de interioridad, de fidelidad y de valentía. Una Iglesia misionera que, con la cercanía de la Madre, aprovecha las grandes posibilidades que hoy tiene para anunciar la buena noticia de Jesús, se renueva con la permanente efusión del Espíritu para asumir los desafíos de la nueva evangelización, lleva a un encuentro personal y a un seguimiento permanente de Cristo, prepara evangelizadores competentes y santos, se entrega sin descanso por los más pobres y los más alejados del Evangelio y de la comunidad eclesial. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 26 Ene 2016

Papa invita a hacer obras de misericordia

El Vaticano presentó el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de este año con el título «“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar». En el texto, el Papa Francisco asegura que a través de las obras de misericordia se puede mostrar al prójimo el amor de Dios, capaz de transformar “el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia”. “Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales”. Además, explica que la Cuaresma “es un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia”. El Pontífice indicó que “mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar”. “La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio” y por eso en la Cuaresma “enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios”, explica el Papa. Sobre las llamadas obras de misericordia, el Papa pide reflexionar durante este Año Santo porque es un modo de “despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”. En el Mensaje, el Papa también manifiesta la existencia de personas que se creen ricas pero en realidad son pobres. “Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo”. “Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento”, afirma. A su juicio, este ofuscamiento lleva a un “soberbio delirio de omnipotencia en el cual resuena siniestramente el demoníaco ‘seréis como Dios’, que es la raíz de todo pecado”. “Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar”, advierte el Pontífice. “Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos”. El Papa también señala que “a través de este camino también los ‘soberbios’, los ‘poderosos’ y los ‘ricos’, de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos”. Fuente: Agencia católica ACIPRENSA [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar documento[/icon]

Lun 25 Ene 2016

“Muéstranos, Señor, tu misericordia”

Por: Ricardo Tobón Restrepo:Entremos con esta invocación del Salmo 85 en el año 2016. Que esta súplica, humilde y confiada, nos alcance la gracia de conocer mejor el corazón de Dios que está lleno de bondad y compasión para con todos; de ser profundamente sensibles, como él, frente a las necesidades y miserias de nuestros hermanos; de experimentar que en el camino que recorremos, a nivel personal o comunitario, no nos falta nunca la solicitud amorosa de su paternal providencia. A un nuevo año entramos siempre con inquietud frente a los serios desafíos que es necesario afrontar y con esperanza ante los logros y realizaciones que se podrán cosechar. Esto vale por lo que se refiere a los acontecimientos de la sociedad civil y también a la marcha de la Iglesia que avanza en la historia cumpliendo su misión. Es bueno mirar a la Iglesia así, en camino, en tensión permanente; sin caer en triunfalismos que ven todo realizado, ni en pesimismos que anuncian la decadencia y el fracaso. Los análisis negativos que se hacen, con frecuencia, responden a una comparación con una supuesta edad dorada que nunca ha existido. La lucha es una realidad permanente en la vida. Cada día, la Iglesia debe enfrentar retos nuevos, porque no está para conservar el mundo como es, sino para acompañarlo en una transformación, vislumbrando sus nuevas posibilidades. San Gregorio Magno tuvo la lucidez y el coraje, mientras la sociedad romana se desplomaba, de enviar monjes a evangelizar a los bárbaros. No podemos negar los problemas y las dificultades, pero es necesario ir adelante con la convicción paulina de que “el Evangelio es poder de Dios para salvar a todo el que cree”. No se trata, con un fundamentalismo nocivo, de empeñarnos en restaurar el pasado que ya no existe, sino de poner en acción la asombrosa capacidad que tiene el Evangelio para transformar la debilidad en fuerza. Basta que trabajemos con humildad, porque “llevamos este tesoro en vasijas de barro”. Concretamente, por lo que se refiere a la Iglesia, algunos miran con decepción el futuro por las dificultades que ella enfrenta. Sin embargo, la Iglesia nunca es una realidad terminada. Es la ilusión y el esfuerzo porque Cristo sea todo en todos. Sabemos que Dios va trabajando con esta “fuerza débil”, “que no cuenta”, para cambiar desde adentro el corazón humano y las poderosas dinámicas del mundo. No nos pueden paralizar ni el miedo ni la sensación de impotencia. La esperanza tiene que ser más fuerte que todas nuestras debilidades. Con esta convicción iniciemos este nuevo año. Tenemos muchas tareas que nos esperan. Debemos darle más vigor a toda la organización diocesana; seguir respondiendo a las crecientes exigencia administrativas; aprovechar cada vez más el ICAP, PROBIEN y Barrios de Jesús, instituciones que se renuevan según nuestras necesidades; continuar aprovechando las enormes posibilidades de la comunicación actual; buscar que se consoliden todos los lazos de comunión y de interacción para tener más vida y fecundidad en lo que somos y hacemos. Y todo, para lograr ser más eficaces y apostólicos en cuanto concierne a nuestra misión esencial que es la evangelización. Por tanto, para impulsar la catequesis, el trabajo pastoral con los jóvenes y las familias, la promoción de pequeñas comunidades e iniciativas de pastoral social. De un modo particular, pienso que debemos continuar consolidando el Centro Arquidiocesano de Evangelización, los Centros de Pastoral Familiar y la Fundación para la Educación. Este año, igualmente, nos espera poner en marcha el Centro Pastoral Pablo VI y la Fundación para las Obras Sociales de la Arquidiócesis. Feliz Año para todos y que el Señor nos muestre su misericordia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Sáb 9 Ene 2016

Con ocasión del Bautismo del Señor.

Con motivo de la festividad del bautismo del señor, monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, obispo de la diócesis de Pereira, manifestó que es una fiesta en la cual Cristo Jesús, con mucha humildad, va al río Jordán para ser bautizado por un bautismo de purificación, el cual, al mismo tiempo, lo revela como el salvador del mundo. “El significado del bautismo de Jesús nos encausa hacia una verdadera realidad. Ser bautizados significa seguir a Cristo Jesús, el maestro, el Señor, el Salvador, el Redentor”, aseveró el prelado. Monseñor Bermúdez, señaló que a la celebración de esta festividad, se une también la jornada mundial por la paz y el inicio del año de la misericordia, por lo tanto invita a todos los bautizados a que, en medio de estas celebraciones, se dejen sumergir en la aguas de Dios para obtener un espíritu arrepentido capaz de perdonar . Por último, deseó que el Espíritu Santo, que invadió a Jesús en su bautismo, también invada a cada uno de los fieles en Colombia para buscar la paz, la reconciliación y el perdón. Y para hacer del año de la misericordia un motivo de reencuentro entre los hermanos colombianos. Monseñor Rigoberto Corredor Bermudéz Obispo de la diócesis de Pereira

Mar 5 Ene 2016

El directorio homilético

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – El Concilio Vaticano II ha señalado el valor y la importancia de la homilía, mostrando su carácter litúrgico. En efecto, ella tiene un puesto específico dentro de la celebración de los santos misterios y está destinada a que el pueblo de Dios pueda participar en ellos de una manera más consciente y fructuosa. No conviene, entonces, pensar en la homilía por sí misma, como una pieza de oratoria, desarticulada de la Palabra de Dios y de la experiencia espiritual que vive la asamblea congregada para el culto divino. En el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía (2005) y en el que se tuvo sobre la Palabra de Dios (2008) se ha pedido poner el mayor empeño en preparar y realizar adecuadamente la homilía. En el primero se decía que en la homilía debían resonar, a lo largo del año, los grandes temas de la fe y de la vida de la Iglesia. Las conclusiones del segundo, recogidas en la Exhortación “Verbum Domini” del Papa Benedicto XVI, señalan que predicar adecuadamente de acuerdo con la Palabra es “realmente un arte que debe ser cultivado” y se pide la elaboración de un Directorio, para que los predicadores tengan una ayuda útil para este ministerio. El Papa Francisco, en su Exhortación "Evangelii Gaudium'', trata ampliamente, en 25 puntos, el tema de la homilía. Concretamente afirma: “El valor especial que tiene la homilía deriva de su contexto eucarístico y hace que ella supere cualquier catequesis, siendo el momento más alto del diálogo entre Dios y su pueblo, antes de la comunión sacramental” (EG 137). Y añade: “La homilía no puede ser un espectáculo de entretenimiento, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, sino que debe dar fervor y significado a la celebración. Es un género peculiar, dado que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica” (EG 138). De estas orientaciones surge el Directorio Homilético elaborado por la Congregación para el Culto Divino y publicado en el primer trimestre de este año. Se ocupa de responder preguntas esenciales: ¿Qué es la homilía? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Dónde encontrar buenos contenidos? ¿Cómo articularla en la liturgia? Allí se exponen también criterios esenciales: la homilía surge de las Escrituras dispuestas por la Iglesia en el Leccionario, está vinculada a la celebración en que se proclaman esas lecturas y a los ritos que conforman esa liturgia, exige necesariamente que quien la pronuncia se prepare con la oración, el estudio, la experiencia de Dios, el conocimiento de la comunidad a la que se dirige y el amor a la Iglesia. El Directorio está articulado en dos partes. La primera enfoca la homilía y su ámbito litúrgico; en ella se describe su naturaleza, su función, el contexto en el que está situada; la interpretación que conlleva de la Palabra de Dios, la preparación próxima y remota que exige. La segunda parte, “El arte de predicar”, expone las coordinadas metodológicas y los contenidos que quien hace la homilía debe tener presentes al estructurarla; así mismo, se sugieren algunas claves de aproximación a los textos para los distintos tiempos del año litúrgico. Luego, vienen dos apéndices: el primero ofrece referencias del Catecismo de la Iglesia Católica con relación a los temas bíblicos de los domingos en los tres ciclos litúrgicos; y el segundo contiene textos del magisterio sobre la predicación. Invito encarecidamente a los presbíteros y a los diáconos a estudiar y aprovechar bien el Directorio Homilético, a partir de este comienzo de un nuevo año litúrgico. Que sea una verdadera ayuda en lo que el Papa Francisco llama “una tarea tan importante que es preciso dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral” (EG 145). No olvidemos el cuidado que en ella han puesto los Padres de la Iglesia; seamos conscientes que para muchos fieles la homilía define la importancia y la eficacia de la celebración; recordemos que es el mejor momento que tenemos para la evangelización y la animación espiritual de nuestras comunidades cristianas. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 1 Ene 2016

“Este año será realmente la aurora de la paz”, monseñor Leonardo.

En el marco de la XLIX Jornada Mundial de la Paz monseñor Leonardo Gómez Serna, obispo emérito de la diócesis de Magangué, invita a todos colombianos a seguir orando por la paz para que se convierta en una realidad. El prelado manifiesta que así como Jesucristo ha venido al mundo a traer la paz, el pueblo colombiano debe comprometerse a cultivarla para que el próximo 23 de marzo se ponga fin a la guerra. “La paz será construida por todos los colombianos. Nos corresponde trabajar con esmero y entusiasmo desde nuestros hogares para buscar caminos de reconciliación y perdón”, aseguró monseñor Leonardo Hace una exhortación a tener ánimo y confianza en el proceso que se adelanta en la Habana e insistió en que este año de la misericordia, tanto hombres como mujeres, se conviertan en seres capaces de construir paz desde el amor y la reconciliación. Por último, recordó las palabras del Papa Francisco: “su Santidad nos ha dicho que estamos en aurora de la paz, por esta razón, este año será realmente la aurora de la paz con la firma del acuerdo entre el gobierno y las Farc que nos potenciará a todos a hacer realidad esa paz con nuestro compromiso con los demás”. Audio Monseñor Leonardo Gómez Serna Obispo emérito de la diocesis de Magangué

Mié 30 Dic 2015

Promensas de año nuevo

Pocos momentos tan llenos de buenas intenciones como el primero de enero y en general todo el primer mes del año. Y también, pocos días tan realistas como los de fin de cada año para caer en cuenta que se pasaron 365 días en los que no se llevaron a cabo las buenas intenciones del inicio. ¿Qué nos hace falta o qué falla cuando se trata de poner en marcha las promesas y concretarlas? En primer lugar parece ser que no hemos logrado superar la eterna dicotomía entre lo urgente y lo necesario. Empeñados en miles de ocupaciones vamos saltando de urgencia en urgencia y posponemos lo que en realidad sería más estable: lo necesario para el futuro; por ejemplo, de este modo se privilegia el trabajo sobre un proyecto de estudio, o sobre un tratamiento para la salud. En segundo lugar, existe una palabra poco conocida pero muy practicada al punto que todos hemos tenido que ver con ella: “Procrastinación”. Es la acción de diferir y aplazar las cosas. “Si lo puedes hacer mañana, ¿para qué te preocupas hoy? Se ha vuelto típico en los estudiantes que siempre añoran la última noche antes del parcial o la tarea. Como tercera razón la inseguridad cada día es más frecuente y las dudas surgen cada vez que se quiere tomar una decisión. Resultan grandes ideales aplastados por esa mezcla de pesimismo y realidad que vuelve inseguras a las personas. El proyecto anhelado pierde piso de repente cuando aparece la idea de que es mejor no arriesgarse en un propósito que quizá va a quedar a media marcha por dificultades económicas, de tiempo o de voluntad. Precisamente, allí viene el núcleo del asunto; lo que san Agustín llamaba la enfermedad de la voluntad. Queremos ganarnos el cielo pero la voluntad enferma se inclina por el pecado. Sabemos que el cielo es un gran premio pero lo vivimos perdiendo por nuestro poco esfuerzo. Fijémonos en que las promesas que hacemos tocan todos los rincones de nuestra vida: desde el ámbito espiritual hasta lo material y terreno, pasando por la salud y el bienestar. ¿Qué podemos hacer? Sirve mucho hacerse planes concretos y trazarse metas cuantificables, evaluables, medibles. Por ejemplo, no es lo mismo decir: “este año sí voy a ir al médico”, que marcar en el calendario un día límite para gestionar la cita: “Hasta esta fecha tengo tiempo para buscar al médico”. Se trata de un mínimo proyecto personal de vida con metas concretas y alcanzables. Y en el campo espiritual también debemos ser específicos pues no basta con anhelar: “Este año voy a cambiar” ya que eso no dice nada. Quien quiere obrar un cambio en su vida debe decir: “Esta semana me propongo ser más tolerante con tres personas” de modo que el sábado usted se pueda preguntar si en realidad pudo cumplirlo. De modo que en este año 2016 debemos ser más concretos para que nos resulten las cosas. No nos quejemos de un supuesto abandono de Dios a nuestros proyectos pues su ayuda es constante y sin falta; más bien lamentemos nuestra falta de decisión por emprender planes que en verdad sirvan para nuestro crecimiento y que estemos asistidos por el Espíritu Santo pues lo que muchas veces ocurre es que “no sabemos pedir como conviene” (Romanos 8, 26). P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com

Mar 22 Dic 2015

La Navidad una verdadera fiesta

Por: Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo - Muy queridos hijos: Estamos terminando otro año en nuestra historia. Estoy seguro que todos sentimos que el tiempo está pasando muy rápido y en él se van sucediendo acontecimientos inesperados. Es la mano de Dios y su voluntad la que se hace presente en cada una de nuestras vidas personales, familiares y comunitarias. Por eso, con ocasión de estas celebraciones de Navidad y Año Nuevo los invito para que juntos, como hermanos, elevemos nuestras plegarias a Dios-Padre por sus bondades y su misericordia para con nosotros. La Navidad debe ser una verdadera “fiesta” en nuestra vida de fe. En este tiempo celebramos el nacimiento de Jesucristo, Dios que se hace hombre y viene a establecer su morada en medio de nosotros. La grandeza de Dios visita la pequeñez del hombre y se encarna, se hace hombre; de tal manera que en Jesucristo encontramos la “Palabra de Dios”, “El Verbo encarnado”, el “Emanuel”, el “Dos con nosotros”. Este tiempo de Navidad es tiempo de luz y de esperanza, es tiempo de fraternidad, de perdón y de reconciliación. Dios ha venido a todos nosotros, a toda la humanidad entregándonos a su Hijo Jesucristo y mostrándonos por medio de Él, su amor, su misericordia, su perdón y su redención. Por Jesucristo nos hemos levantado de nuestra postración, aquella que nos dejó el pecado y el egoísmo y nos condujo a separarnos de Dios. La Navidad es el tiempo de volver a entablar el diálogo con Dios descubriendo en Jesucristo al “Dios con nosotros”; pero sobretodo, es el momento de reconciliarnos en nuestros hogares, de tratarnos como hermanos, de olvidar y dejar atrás los resentimientos y de sembrar semillas de esperanza en los más próximos a nosotros. También celebramos el Año Nuevo. Terminamos el 2015 y se inicia el 2016. El Papa Francisco en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz que celebraremos el 1 de enero del 2016, nos invita a que venzamos la indiferencia y conquistemos la paz. Es un llamado a que reaccionemos frente a la indiferencia que solemos tener en relación con los acontecimientos que no tocan directamente con nosotros, ni con nuestra vida ni con nuestra familia. Tenemos que reconocer que somos muy individualistas y que vivimos muy al interior y en relación sólo con nuestros problemas y nuestras preocupaciones. Lo que atinamos a decir cuando nos informamos sobre lo que sucede en nuestra comunidad, en nuestro país y en el mundo entero, es “qué pesar”, “no debía de ser”, “es increíble”. Pero, preguntémonos: ¿Realmente. Qué hacemos? ¿Cuál es nuestra posición al respecto? ¿Por lo menos oramos, nos dirigimos a Dios? Deberíamos reaccionar de otra manera. Es cierto que no tenemos la solución en nuestras manos, pero también es cierto que deberíamos comenzar por nosotros y nuestro entorno y cambiar aquello que es causa directa o remota de lo que sucede a nuestro alrededor y en el mundo entero. “Vence la indiferencia y conquista la paz”. Esta es la invitación que nos hace el Papa Francisco. Es la oportunidad para responderle al Señor y entre todos, como hermanos, construir un mundo mejor, un mundo más consciente y misericordioso, un mundo más libre y más justo. Y en nuestra querida Colombia, en estos momentos, cuando se está negociando la paz, es bueno que seamos conscientes de la necesidad de la paz, pero sin sacrificar nuestros principios, nuestros criterios y, sobre todo, respetando la institucionalidad y las leyes de nuestro país. Además, es necesario que tengamos en cuenta que todos tenemos “deberes y derechos” y que en una sociedad justa y equitativa, todos tenemos que actuar coherentemente sin pretender solamente reclamar derechos. Que el Señor Jesús, el Niño Dios, el Emanuel, el Dios con nosotros, llene nuestros corazones de paz, de alegría y de esperanzas y que nos dé la fortaleza y la energía para dejar nuestra indiferencia y actuar como verdaderos hermanos, con responsabilidad, conciencia y equidad. Para todos FELIZ NAVIDAD Y UN AÑO NUEO PLENO DE PAZ Y PROSPERIDAD. GONZALO RESTREPO RESTREPO Arzobispo de Manizales